ISSN electrónico: 2145-9355 Fecha de recepción: 28 de septiembre de 2007 |
CONFIGURACIÓN DEL ESTADO-NACIÓN EN COLOMBIA EN EL CONTEXTO DE GLOBALIZACIÓN: UNA REFLEXIÓN DESDE EL ESCENARIO POLÍTICO*
Diana Rico Revelo**
** Psicológa Social y Política, Magister en Educación y Desarrollo Humano. Coordinadora del Grupo de Investigación en Cultura Política Colombiana Contemporánea. Facultad de Derecho, Universidad Manuela Beltrán. Av. Circunvalar, No 60 - 00. diana.rico@usal.es
Resumen
En aras de esbozar algunas líneas de análisis sobre la relación del Estado-nación y la globalización en el contexto colombiano, se describen algunas dimensiones intersubjetivas que circulan en la cultura política colombiana contemporánea en torno a ideologías de derecha, de izquierda y del liberalismo, en la que confluyen hechos globales, factores internacionales, prácticas tradicionales y fenómenos de coyuntura nacional. El tema se aborda con base en una perspectiva dialéctiva y del estudio de casos sobre la Ley de bancadas, el TLC y la política de Seguridad Democrática, entre otros temas, que propician procesos de identificación nacional en el ámbito político y económico. A manera de trayectos por avanzar y obstáculos por superar, se develan imaginarios colectivos que están orientando la recomposición del Estado-nación en Colombia. Se proponen caminos por avanzar, para resistir a tendencias homogeneizantes que invisibilizan las configuraciones territoriales particulares, en las que lo nacional se desvanece en lo global y la autodeterminación se sacrifica en pro de categorías como la mundialización y la integración.
Palabras claves: Globalización, Estado-nación, cultura política e imaginarios colectivos.
Abstract
With the sake of outlining some lines of analysis on the relation of the State nation and the globalization, in the Colombian context, to some Inter-subjective dimensions that circulate in the contemporary political Colombian culture around ideologies of right, left and liberalism, in which global facts, international factors, traditional practices and phenomena of national current situation play their specific role. It offers a dialectic glance of the subject, from the study of cases on the law of "Bancadas", the "FTA" and the policy of Democratic Security, among other subjects, that cause processes of national identification in the political and economic scope. The article offers ways to advance, to resist the tendencies of homogeneity that make invisible individual territorial configurations, where the national vanishes in the global thing and the self-determination is sacrificed, for categories like globalization and integration.
Key words: Globalization, State-nation, political culture, and imaginary groups.
Introducción
Un análisis del Estado-nación colombiano situado en la cultura política nacional contemporánea implica retomar la Constitución de 1991, la globalización y los procesos de transnacionalización como puntos de partida de las actuales configuraciones que se están tejiendo en el territorio nacional en torno a la construcción de un Estado democrático.
Trayectos por avanzar
La implementación de elementos de modernización en el ordenamiento político-territorial colombiano, como la Ley de bancadas y la reforma electoral del 2003, indudablemente son esfuerzos encaminados a consolidar procesos de identificación nacional; puesto que, en el primer caso, los partidos políticos se ven en la imperiosa obligación de actuar en concordancia con su discurso y, en el segundo, el sistema electoral privilegia agrupaciones mayoritarias sobre pequeños intereses. Esto conlleva la legitimación del poder político, representado por los partidos en el territorio nacional.
Estas nuevas formas de ejercer la política y la democracia implican el reto de superar cacicazgos y caudillismos, y resaltan la negociación entre disensos; tanto la Ley de bancadas como la reforma electoral demandan la pertenencia ideológica de los integrantes de partidos, es decir, la elaboración de sentidos colectivos en torno al ejercicio del poder, lo cual fortalece su institucionalidad. En este orden de ideas, esta suerte de unificación de lo político en un orden democrático aporta significativamente a la configuración del Estado-nación en Colombia, debido a que favorece la confianza y la participación de los ciudadanos en un escenario político común, con voluntad política de convivencia, en un contexto de cultura y lengua compartidas.
La cultura política es el escenario de impacto inicial de los partidos políticos sobre la configuración territorial, habida cuenta de "la complejidad de las relaciones sociales constituidas en el campo de lo político" (Herrera, 2005, p. 282), por ende, la marcada tendencia neoliberal de los procesos de globalización actuales comporta que los procesos de identificación política nacional se conjuguen con dicha ideología. En Colombia se observa una proliferación de agrupaciones políticas de derecha, que constituyen mayoría política y lideran el país.
Otro impacto de la implementación de la Ley de bancadas, vista como un mecanismo internacional importado, fue la presencia de la izquierda en el escenario político contemporáneo, como una fuerza ideológica significativa. Aunque el Polo Democrático Alternativo es la fusión de dos partidos, su programa de la candidatura a la presidencia estuvo respaldado, según la revista Semana, por "la más tradicional militancia de esta tendencia ideológica: el Partido Comunista y el Moir" (13 de marzo de 2006), y movimientos como la CUT, el popular de mujeres, por la dignidad obrera, por la defensa de los derechos de los pueblos, sindicatos y UNEB. Esta tendencia de izquierda está identificada con el rechazo a la lucha armada, en contravía de su tradicional encasillamiento con las armas y, por el contrario, se ha constituido como una izquierda democrática.
Tal evolución de la izquierda se muestra integradora de una identificación social nacional coherente, con el fin de establecer "una sociedad equitativa, donde se creen condiciones de igualdad que les permita a las personas ser libres, sin que sea necesario suprimir las libertades para querer alcanzarlo" (Gaviria, 2006); aportando, de esta manera, a la configuración de procesos de identificación política de ciudadanos que no simpatizan ni militan con los dos partidos políticos tradicionales.
La configuración del Estado-nación puede ser beneficiada por la globalización, siempre y cuando los procesos de identificación nacional sean incorporados como vértices de horizontes de sentido común, en un contexto de autodeterminación.
En este orden de ideas, es menester perfilar con mayor definición soportes legales para el ejercicio de la oposición política en Colombia, para que ésta vaya más allá de la mera crítica al gobernante de turno y ofrezca alternativas a problemas y ejercite, regulada y responsablemente, prácticas de contrapoder, como dinámicas imprescindibles en una democracia, como se observa en la coyuntura política con el Partido Liberal y el Polo Democrático Alternativo.
Resulta interesante observar que la práctica política de la oposición está aventajando al plano legal; un claro ejemplo de ello hace referencia a que el Partido Liberal se sostuvo como una fuerza diferente de las bancadas autodenominadas "uribistas", sin dejarse absorber en su totalidad por éstas, a pesar del transfuguismo de algunos de sus integrantes. Este comportamiento evidencia un avance en la implementación de una oposición en pro de la democracia, sin sacrificar la identidad de aquellos colombianos que se identifican con la ideología liberal; de igual forma, la izquierda democrática colombiana a través del PDA está contribuyendo a la oposición, como una de las tres fuerzas protagónicas en el mapa político nacional y "unificada en un Ideario Común, en el que se ratifica una clarísima oposición al TLC y en defensa de la soberanía nacional, se perfila como el bastión de todas las clases sociales, democráticas y patrióticas, que no solamente desde el Congreso sino además en la protesta pública y en la resistencia civil se la van a jugar entera contra la imposición de este Tratado" (Suárez, 2006).
Es pertinente avanzar hacia un nuevo orden colectivo de la cultura política democrática, que hace contrapeso a la brecha entre la política y lo político, advertida por varios analistas al señalar que las prácticas políticas tradicionales contradictorias en Latinoamérica han generado en los ciudadanos actitudes de apatía y rechazo en cuanto a lo político; por lo tanto, es necesario adoptar formas de hacer política en pro de la democracia, tal como se pretende con la Ley de bancadas —que es un instrumento propio de sistemas políticos parlamentarios— que pretende reparar, en cierta medida, aquella imperiosa necesidad de conceder un tiempo prudencial para incubar ideas y discursos que propicien prácticas colectivas; tan aclamada en el país, ante la inmediatez de las prácticas políticas que terminan resaltando la forma sobre el fondo.
Esta Ley abre un panorama para tejer sentidos en torno a la ideología de los partidos, y favorece la relación entre sus plataformas programáticas y los procesos de identificación nacional. Sin desconocer la importancia de varios partidos políticos en el escenario nacional, mayoritariamente se observan tres claras tendencias ideológicas: la derecha, la izquierda y el liberalismo.
Como todo proceso de transformación, la incorporación de los elementos políticos globales mencionados en el ámbito nacional hace contrapeso a las divisiones territoriales, a los pequeños monopolios de poder político y a la crisis de los partidos políticos, por lo tanto se precisa un seguimiento a los efectos de la adopción de tales modelos en el ámbito nacional.
Los procesos de identificación nacional vistos desde una perspectiva de permanente configuración, como efecto, entre otras cosas, de la globalización, ameritan "desvincular la legitimidad de la verdad y reestablecer el ámbito de la política como espacio de negociación" (Lecher, 1987, p. 257). El reemplazo de las discusiones sobre la verdad por la legitimidad abona el terreno para reflexionar sobre las reconfiguraciones que se están realizando en el campo de la política.
Obstáculos por superar
En la configuración del Estado-nación en Colombia se observan procesos políticos globales que pueden vulnerar algunos procesos de identificación nacional y socavar el derecho a la autodeterminación de los pueblos, tales como: supeditar la política del país a procesos económicos globales sin regulaciones que reconozcan las particularidades de cada contexto o intentar estandarizar y homogeneizar los procesos de democratización en América.
Una política supeditada a procesos económicos globales
Los procesos económicos globales vulneran el Estado-nación cuando debilitan la soberanía del país, tal como ocurre con la acentuación de la condición de "desventaja" del Estado colombiano por aumento de la deuda externa, con una contrapartida que acentúa cierta connotación de "dependencia" nacional respecto a lo "foráneo".
Esta tendencia a estar "en desventaja" es una herencia de las teorías del desarrollo, que a través de la historia han recreado sentidos que fomentan la dependencia nacional de factores foráneos y reiteran un encasillamiento de lo nacional en torno a un imaginario de debilidad-necesitado-dependiente, mediante el uso de diferentes categorías en el marco de las teorías del desarrollo: "atrasados", "tercermundistas", "subdesarrollados", y recientemente, "en vía de desarrollo", con relación a las denominadas "potencias", lo cual afecta la dignidad nacional y mantiene rasgos del fatalismo latinoamericano, que resulta conveniente para la permanencia de un determinado orden social.
Una política que actualmente refleja el refuerzo del carácter fatalista y, por lo tanto, como vulneración de la identidad nacional, podría ser el componente agrario del TLC en materia de arroz, sorgo y trigo, cuyas condiciones técnicas que acompañan este componente ponen en condición de desigualdad a los agricultores colombianos con relación a los estadounidenses en aspectos relacionados con subsidios, aranceles y avances tecnológicos.
Aunque el presidente Uribe ha mencionado el apoyo a los agricultores con subsidios, no está claro cómo será. El asunto se vuelve más álgido ante la pregunta por la sostenibilidad y la competitividad, a sabiendas de que "Estados Unidos desde el primer año de vigencia del TLC enviará a nuestro país cuatro millones cuatrocientas mil toneladas de productos agropecuarios, todos ellos traídos a precios por debajo de los costos de producción, mientras los agricultores colombianos no tendrán ventajas sino en una suma cercana a ciento cincuenta mil toneladas, una proporción casi treinta veces menor" (Suárez, 2006). Esto aumenta la incertidumbre de la tercera parte de la población colombiana que vive en el campo.
"En lo que tiene que ver con la eliminación de los aranceles a las importaciones con el TLC, es indiscutible que le fue bastante más mal a la industria que al agro, pues ella se desgravará más rápido y reducirá su protección a cero, en todos sus sectores, en máximo diez años (…) según estudio de Planeación Nacional (2003), perderán los fabricantes de maquinaria y equipo, madera, alimentos, hilados y fibras textiles, químicos, derivados del petróleo y el carbón, cauchos y plásticos y metálicos. De ahí que Camilo Llinás Angulo, presidente de Acolfa (Asociación Colombiana de Fabricantes de Autopartes), señalara que "para nosotros el balance es negativo", y que al preguntársele sobre exportaciones agregara: "Primero vamos a ver quiénes quedan" (Robledo, 2006, en el periódico El Colombiano, 4 de marzo).
Características del fatalismo latinoamericano (Martín-Baró, 1998, p. 79):
Relacionando la decisión del TLC con los rasgos fatalistas latinoamericanos, indudablemente concuerda con sus ideas generales, puesto que fue un asunto predefinido por una potencia, que bien podría asociarse con la figura de "un todopoderoso", y se comprobó que la propia acción — ilustrada en marchas de indígenas, campesinos, pequeños empresarios y partidos de la oposición— no pudo hacer nada ante aquel destino, que la historia comprobará si será fatal o no.
En cuanto a los sentimientos del fatalismo, se observa cierta resignación y aceptación de la desilusión tanto con el TLC como con las situaciones de injusticia y exclusión que acontecen a diario en el país. La mayoría de los colombianos tienden a no dejarse afectar ni emocionar por los sucesos de la vida; esto se manifiesta cuando algunas mentiras colectivas del gobierno han sido expuestas a la luz pública y no pasa nada.
Los comportamientos fatalistas que emergen reflejan una tendencia de la población a no hacer esfuerzos, tal como la pasividad que se expresa en la abstención electoral, que aumenta cada vez más, lo cual menoscaba la democracia, como efecto del no reconocimiento de las diferentes identidades que se configuran en un mismo territorio.
Estandarización y homogeneización de procesos de democratización
La tendencia a estandarizar y homogeneizar los procesos de democratización en América, tan examinada por analistas contemporáneos, sobrepone un común denominador en la organización de los estados, que tiende a invisibilizar las singularidades prevalecientes en el territorio nacional e incrementar la exclusión sociopolítica de aquellas identidades alternativas al orden mundial preponderante.
Este quebrantamiento de la autodeterminación de los pueblos entra a conjugarse con el nuevo orden que descentra lo político hacia la sociedad civil, mediante una matriz sociocéntrica, que establece una dialéctica con la "despolitización".
El traslado hacia "una matriz sociocéntrica redefine el sentido de la política y replantea prácticas, organizaciones, modalidades, discursos y acciones que, por carencia de reconocimiento, se mantienen en una cierta penumbra, en esa franja gris e indeterminada que separa las esferas de lo político y lo social, pues la política reconocida institucionalmente y con efectos sobre la estructura pública y de toma de decisiones, sigue siendo aquella que se desarrolla en la matriz estadocéntrica, en el sistema de partidos y en la expresión electoral" (Uribe, 2001, p. 135).
Un punto de conexión entre la matriz sociocéntrica y los obstáculos de carácter global aflora cuando los discursos universales como los derechos humanos son confrontados con realidades de los grupos excluidos, que buscan un reconocimiento nacional para superar la ambigüedad que genera hacer parte de una nación que no los reconoce desde su singularidad, sino que los presiona a entrar en unos estándares globales.
El camino hacia la matriz sociocéntrica, según Uribe (2001, p. 135), se expresa en el surgimiento y consolidación de: identidades políticas no partidistas, de género, orden generacional, roles privados, categorías sociales y valores universales; organizaciones sociales flexibles; prácticas políticas de democracia directa, en representación de intereses sectoriales o locales, ejercitando la participación social y ciudadana; prácticas territoriales que establecen gobiernos intermedios, con un fuerte componente cultural.
Como rasgos contemporáneos en la relación Estado-nación y globalización, que bien podrían obstaculizar los procesos de identificación, sobresale el realce de tendencias que resaltan "la cuestión militar, la concentración económica y la creciente explotación de mercados financieros" (Roa, 2005, p. 3).
"La sociedad se polariza al mismo ritmo de la realidad. Esto no sucede por un deseo particular sino porque la vida es así; sobre todo cuando los imperios deciden entrar a saco sobre las colonias y encuentran en ellas quien les patrocine sus cruzadas de anexión" (Montoya, 2006). La política entendida como una lucha por el orden hace que el imaginario colectivo juegue un papel decisivo; y al no ser conscientes de ello, como ocurre cuando priman prácticas inmediatistas y razonamientos instrumentales, los efectos de la política son contradictorios y difícilmente soportan referentes para la planeación de un futuro deseable de manera coherente y eficiente.
La cuestión militar, como rasgo de la corelación globalización y Estadonación, se filtra casi de manera natural en los procesos de identificación nacional, habida cuenta de la historia de violencia política que caracteriza al país, sin notar la influencia global, como dinamizadora de tal fenómeno, entre otras cosas, porque desde los años cincuenta el monopolio de la violencia no ha sido únicamente del Estado, sino de fuerzas armadas ilegales de izquierda y de derecha. De esta manera, la militarización de la existencia como parte de la identidad nacional se sigue recreando actualmente con la política nacional de Seguridad Democrática y con hechos globales que aluden a la mundialización del terrorismo.
La concentración económica en unos pocos dibuja un escenario contradictorio de desarrollo, inconcebible pero real: entre más se definen legalmente garantías para los derechos humanos y el desarrollo humano, más se acentúa la brecha entre ricos y pobres, lo cual incrementa la exclusión.
Touraine sostiene que la globalización ha resultado ser una estrategia eficaz para que las potencias económicas continúen acrecentando sus riquezas, mientras que los pequeños grupos en desventaja competitiva desaparecen, lo cual aumenta la exclusión y la pobreza. Así mismo, establece una clara relación de esta hipótesis entre países llamados "desarrollados" y "en vía de desarrollo". Según Touraine, en el contexto de globalización actual no se está creando una sociedad global, precisamente porque hay una desvinculación de lo económico y el resto de la vida social. Lo que hoy se llama globalización "tiene desde hace cinco años otro nombre, que tiene un sentido muy concreto y preciso: esto se llama Capitalismo" (Touraine, 2006, p. 11).
La creciente explotación de mercados financieros es un efecto de la globalización que promueve un mercado económico dominante, en el que prima el incremento del capital, soportado en teorías neoinstitucionales que aplican la disminución de impuestos sólo a quienes tienen capital de ahorro, es decir, a aquellos llamados "titulares" por Amartya Sen; de esta manera, tal pragmatismo de una política económica neoliberal refuerza un Estado-nación diferenciado entre quienes tienen capacidad de endeudamiento y quienes no la tienen, es decir, entre ricos y pobres.
Estas tres tendencias implementadas desde la década de los años noventa tienen una orientación liberal que ha incrementando la concentración del capital en unos pocos y la creación de subsistemas socioeconómicos excluidos del régimen dominante, que sobreviven desde la marginación. En este sentido, la calidad de vida de los colombianos está disminuyendo de manera inversa a la constitución de un Estadonación neoliberal.
Actualidad del Estado-nación en Colombia
Ante los obstáculos mencionados para la reconfiguración de un Estadonación colombiano en el contexto de la globalización, es necesario redefinir lo posible y lo deseable, desde un marco interpretativo de inclusión sociopolítica que oriente los procesos culturales y económicos, para romper con aquella tendencia global en la que asuntos generalmente de carácter externo sean los que, por hábito, orienten la política, sin analizar sus nefastos efectos en la configuración del Estado-nación.
En aras de comprender la relación del Estado-nación y la globalización, García, citando a Roa (2005, p. 3), señala la percepción que se tiene de nación, de índole intersubjetivo y las pocas garantías para la inclusión socioeconómica. Esta reflexión implica ahondar en las dimensiones intersubjetivas de la democracia y la política, articuladas a factores internacionales y fenómenos de coyuntura nacional, puesto que éstos actúan de forma interdependiente y complementaria.
Dimensiones intersubjetivas de la democracia y la política
El carácter dinámico de lo social y, por ende, de los procesos políticos, propicia cambios que no pueden ser totalmente controlados por quienes lideran dicho sector, tal como se observó con la ruptura de culturas políticas entrampadas en el bipartidismo excluyente (Herrera, 2005, p. 7), que había permanecido en Colombia por más de un siglo: de ahí que hoy en día se observan nuevas configuraciones del sistema político colombiano, en las cuales se entrecruzan: un político sin partido o un político con maquinarias electorales (Rico, 2006) teniendo mayor protagonismo; un partido político de izquierda democrática marcando la historia del país en la materia y un partido tradicional de corte liberal intentando sostenerse en medio de crisis y ajustes.
Es indudable que estas configuraciones son generadas por aspectos de carácter internacional y de coyuntura nacional: los primeros acontecen en aras de modernizar el Estado y avanzar hacia una democracia en el marco de una globalización de corte neoliberal, y los segundos son efecto de una transformación del sistema político nacional, manifiesta en las últimas tres campañas presidenciales, que ha cambiado la figura el bipartidismo tradicional.
El impacto de factores nacionales e internacionales en la reconfiguración del Estado-nación no se ha hecho esperar; el nuevo mapa político refleja agrupaciones políticas que dan cuenta de tres subjetividades: una derecha neoliberal, un centro liberal y una izquierda socialdemócrata.
En este orden de ideas, el Estado-nación colombiano se está configurando en torno a tres formas de ver y asumir la vida en sociedad, lo cual resulta fundamental en un país que históricamente se ha caracterizado por el monopolio del poder entre dos partidos.
Una característica sui géneris ante el escenario global, en esta nueva configuración del sistema político colombiano, consiste en que tales fuerzas no corresponden a partidos políticos propiamente; lo predominante entre ellas se asemeja más a maquinarias electorales, y las otras dos sí mantienen su estructura de partidos; de esta manera, se observa claramente que en la cultura política colombiana contemporánea se mezclan nuevas y viejas prácticas. En aras de ahondar en tales tendencias, es preciso retomar elementos de anclaje entre la diferenciación sociocultural y la unificación político-institucional, en pro del reconocimiento de los procesos actuales de identificación nacional.
La cultura política es el escenario por excelencia en el que se crean y se recrean los imaginarios que orientan el comportamiento tanto de las masas como de sus representantes. Entendiendo por "imaginarios" ideas socialmente compartidas y legitimadas en un territorio en particular, éstos soportan instituciones y las transforman al mismo tiempo; por lo tanto es pertinente reconocer algunos de ellos, que circulan en torno a las tres ideologías que tienen mayor presencia en la cultura política nacional actual.
Imaginarios de la derecha en Colombia
La derecha se ha implementando, sin denominarse como tal, mediante las llamadas "bancadas uribistas", que funcionan de manera semejante a la de un político sin partido. Entre sus características se destacan: la aplicación de un modelo económico neoliberal, la supremacía del orden sobre la libertad, la priorización del crecimiento económico sobre la equidad y el olvido de temas de carácter medioambiental.
Actualmente esta tendencia ideológica se enfrenta a la definición de bases ideológicas que garanticen: actuación en correspondencia con su plataforma ideológica y programática; seguridad constitucional ante su presencia mayoritaria en el Congreso, y superación de la ambigüedad en la regulación de la Ley de bancadas para el funcionamiento de los partidos, tal como se observa en la mayoría de ellos a la fecha.
La doctrina de derecha emergente en el mapa político nacional tiene una estrecha relación con la figura del "uribismo", tal como lo expresó César Gaviria (2006) en El Espectador: "Yo creo que el presidente Uribe es el jefe de la derecha"; de igual forma, en la revista Semana Caballero (2006) afirmó que "La derecha es hoy por hoy el uribismo: toda esa mezcla de ex conservadores, ex liberales, finqueros, banqueros y narcoparamilitares".
Este imaginario en torno a la derecha está totalmente respaldado por la representación social de una "línea dura" que promete proteger al pueblo mediante la eliminación del "enemigo" —fuerzas armadas ilegales de izquierda—, y de esta manera, la derecha en Colombia teje una trama de polarización ante la insurgencia, poco reflexionada pero muy reaccionaria, que abandera la "sensación de seguridad" a toda costa, lo cual corre el peligro de no trascender de la mera sensación.
En este orden de ideas, los imaginarios que se están construyendo en torno a la derecha en Colombia están suscitando la percepción de un Estado de seguridad, respaldado por siete millones de votos de la reelección; así se observa preferencia de la sensación de "protección y seguridad" ante la realidad de factores de riesgo para la democracia —mencionados anteriormente—, la polarización y la militarización de la existencia.
Imaginarios de la izquierda en Colombia
Hasta hace poco, la izquierda era asociada de manera estereotipada a la lucha armada y al fracaso del socialismo; no obstante, ante el respaldo de agrupaciones juveniles, de género y de otras identidades durante la reciente reelección presidencial, esta tendencia ha cobrado relevancia en el país, y actualmente tiene como desafíos (Rico, 2006): mantener la unificación que la llevó a ser segunda fuerza en la campaña presidencial, y a partir de este nuevo lugar consolidarse, haciendo una oposición política que contribuya a la construcción de la democracia en Colombia, y materializar su discurso en los escenarios de poder, llevándolo a la práctica.
La emergencia de esta tendencia ideológica en el mapa político nacional no puede verse aislada del escenario latinoamericano, cuyo viraje hacia la izquierda ha sido llamado por Jorge Castañeda como "utopía desarmada" (Castañeda, 2006), directamente relacionada con el fracaso de las promesas de reformas liberales, a excepción de Chile.
El incremento de la concentración de la riqueza en Colombia ha conllevado una réplica de la izquierda, teniendo en cuenta su compromiso "con redistribuciones significativas del ingreso y la riqueza, y con la profundización de la democracia" (Alviar, 2006); promoviendo, de este modo, actitudes esperanzadoras frente al futuro de la sociedad colombiana a partir de cambios estructurales. La acogida del Polo Democrático Alternativo por tres millones de votantes da cuenta del respaldo de grupos de ciudadanos que discrepan de algunas políticas que actualmente promueve el gobierno.
Imaginarios del liberalismo en Colombia
El Partido Liberal colombiano, como una de las instituciones más antiguas del país, ha incidido directamente en los cambios sociales y culturales, y continúa haciéndolo. De hecho, Posada Carbó afirma que es la primera fuerza de la oposición, habida cuenta que tiene más congresistas que el Polo Democrático Alternativo; no obstante, en el imaginario colectivo de la población circula una idea poco sustentada de "su extinción", reforzada por las ofertas de alianzas por parte de las agrupaciones dominantes de derecha.
Este imaginario sobre la "extinción" del liberalismo incorpora un fondo ideológico importante que conlleva a polarizar políticamente el país si se desvanece la presencia del partido; no obstante, actualmente se presenta como un referente de centro-liberal para los ciudadanos que no comulgan con la derecha ni con la izquierda.
Su reto es mantenerse como partido en correspondencia con sus principios, haciendo una oposición constructiva, como lo ha señalado su presidente, a favor de la consolidación de una cultura política democrática.
La actuación de los representantes del liberalismo promueve opciones intermedias entre los radicalismos de la izquierda y la derecha; también suscita planteamientos de centro con la inclusión participativa de los ciudadanos. Debe recordarse que la tutela y los mecanismos de participación fueron liderados por esta corriente mediante el proceso constituyente.
Caminos por recorrer, a manera de conclusión…
La influencia de la globalización en los procesos políticos en Colombia es de corte neoliberal; esto no resulta, a priori, contraproducente, pero su implementación literal, desconociendo las cosmovisiones que caracterizan las configuraciones territoriales, sí se convierte en un asunto de mucha importancia. Es preciso reconocer los parámetros globales, pero hay que ponerlos a interactuar procesualmente con los valores que emergen en los territorios, que, en otras palabras, sería retomar la esencia del referente, sin perder de vista los procesos de identificación nacional, que se traducen en aquellos escenarios donde tiene cabida el nosotros como nación.
Es fundamental que Colombia como Estado-nación controle sus propios asuntos sin marginarse de las regulaciones globales; de lo contrario, la noción de lo nacional se desvanece en lo global, ya que sólo a partir de la soberanía del territorio se puede tejer identidades.
Evidentemente, las ideologías preponderantes en el escenario político nacional, de derecha, de izquierda y del liberalismo, no son "puramente universales", no sólo por la combinación de modelos, que cada vez se observa más, ni por los referentes universales que se transmiten desde lógicas de mundialización, sino porque en su incorporación por parte de los ciudadanos intervienen aspectos históricos, contextuales y subjetivos, que le otorgan una identidad propia en cada territorio.
Una vez identificados los imaginarios colectivos que circulan en el territorio nacional en torno a las formas de orientar la política en el país, es menester profundizar en ellos e interpretarlos en la dinámica nacional actual, puesto que éstos definitivamente marcan el rumbo del país. La academia está llamada a advertir sobre lo que acontece, puesto que ello implica, entre otras cosas, identificar elementos del desarrollo humano y social en el país.
La actitud de los colombianos que votaron por la reelección refleja un símbolo de aprobación de un sistema en el que prime el "orden" sobre la "libertad", que en el contexto colombiano, con el aumento de la pobreza y la homologación de lo social con la inversión militar, es como elegir un "orden con hambre". Se ha comprobado que la supraseguridad genera infralibertad, de ahí que el ciudadano común sea rehén de la política de Seguridad Democrática, sin beneficios políticos, económicos, ni sociales. Al miedo a la libertad, que ha caracterizado a la humanidad a través de la historia, se le agrega otro temor: el miedo a la inseguridad. Este relato es perfectamente recreado por simbolismos de la dinámica política nacional e internacional dominante actual.
La aceptación de referentes globales sin cuestionamientos o ajustes necesarios al territorio conlleva aquello que Alfredo Molano denomina "ausencia de relato". Es necesario dejar de implementar modelos externos sin diseñar e implementar estrategias vinculantes a lo nacional, resaltando la importancia tanto del fin como del método; en este orden de ideas, es apremiante dejar de sacrificar la autodeterminación en pro de la mundialización y la integración.
En la actualidad existe un marco común con respecto a la democracia, entendido como "el ejercicio de los derechos humanos y de la realización armoniosa de las aspiraciones individuales y colectivas" (Guy, 1995, p. 7). Aunque las expectativas frente a la democracia y el ejercicio de la ciudadanía son, hoy en día, parte de un interés global que trasciende las fronteras, no de puede perder de vista que estos discursos adquieren diferentes formas en cada territorio, habida cuenta de la diversidad y el peso histórico; de ahí que sea preferible hablar de culturas y subculturas políticas, con el fin de evitar caer en tendencias homogeneizantes que invisibilizan las configuraciones particulares de cada país.
El irremediable cambio de las sociedades exige la revalorización institucional de los partidos, que debe trascender la "visión liberal de la política como un ‘mercado’: un intercambio de bienes" (Lechner, 1988, p. 258), sin reflexión alguna sobre bienes no transables, como los derechos humanos, el arraigo social, entre otros, para centrarse en aquellos factores que conducen a la identidad nacional, cuyo vínculo está ligado a la indagación de lo político en la vida cotidiana.
Notas
* Este artículo es resultado del proyecto de investigación sobre "Cultura Política en Colombia Contemporánea", y fue realizado con recursos de la Universidad Manuela Beltrán, asignados para incentivar la labor investigativa de sus profesores investigadores. 2006.
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