Economía del Caribe

ISSN electronico 2145-9363
ISSN impreso 2011-2106
n°.5, Enero - Junio de 2010
Fecha de recepción: noviembre de 2009
Fecha de aceptación: diciembre de 2009


Mobilidad social, educación y mercado laboral en el departamento de córdoba (colombia)

Social mobility, education and labor marketing the department of Córdoba (Colombia)

Aarón Espinosa Espinosa*
aespinos@unitecnologica.edu.co

* Economista, magíster en economía. Profesor investigador en temas de pobreza y desarrollo regional en la Facultad de Economía, Universidad Tecnológica de Bolívar.

Rosaura Arrieta Flórez**
rarrieta@javeriana.edu.co

** Profesora investigadora en temas de pobreza y movilidad social del Instituto de Políticas Públicas y Gobierno de la Universidad de Cartagena. Estudiante de la maestría en Política Social, Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá.


RESUMEN

En este trabajo se examina la movilidad social en el departamento de Córdoba entre los años 2003 y 1996, especialmente en las zonas urbanas. El fenómeno se analiza desde la perspectiva educativa y ocupacional, y se establecen relaciones entre el nivel educativo y la condición de pobreza, enfatizando en la transmisión intergeneracional de esta última a partir de la educación del jefe del hogar. El documento explora igualmente las relaciones entre los patrones de desarrollo económico del departamento, los mercados laborales y la estructura de oportunidades. Se construyen matrices de movilidad, y se utilizan escalares para crear indicadores que complementen el análisis de las asimetrías entre los distintos grupos sociales. Se encontró evidencia de movilidad absoluta y relativa en Córdoba, lo que quiere decir que los hijos tienen alta probabilidad de superar a los padres en una misma generación; sin embargo, las ganancias en movilidad se presentan en los niveles de educación menores al capital educativo básico (12 años), y, por tanto, pueden considerarse bajas e insuficientes para reducir la pobreza intergeneracional como consecuencia de las restricciones a la acumulación de capital humano.

Palabras clave: movilidad social, pobreza, departamento de Córdoba


ABSTRACT

In this work social mobility in the department of Cordoba in 2003 and 1996 is examined, specially in the urban zones. The phenomenon is analyzed from the educative and occupational perspective, and relations between the educative level and the condition of poverty settle down, emphasizing in the intergenerational transmission of the same one from the education of the head of the home. The document also explores the relations between the labor patterns of economic development of the department, markets and the structure of opportunities. Mobility matrices are constructed, and they are used you will climb to construct indicators that complement the analysis of the asymmetries between the different social groups.Was evidence of absolute and relative mobility in Cordoba, which means that the children have discharge probability of surpassing to the parents in a same generation; nevertheless, the gains in mobility appear in the smaller levels of education to basic the educative capital (12 years), and therefore, can be considered low and insufficient to reduce the intergenerational poverty as a result of the restrictions to the human accumulation of capital.

Keywords: Social mobility, poverty, department of Cordoba


1. INTRODUCCIÓN

En 2004, y después de poco tiempo, Córdoba pasó a ser el departamento más pobre de la costa Caribe colombiana y el tercero en todo el país. Ese año, el 72.5% de la población se encontraba por debajo de la línea de pobreza, y el 35% de ella —ubicado por debajo de la línea de indigencia— no generaba ingresos suficientes para alimentarse dignamente. Hacia 2001, tan solo dos años después de la crisis económica de fines de siglo XX, el título lo detentaba Sucre. Curiosamente, todo esto ha ocurrido a pesar del desempeño sobresaliente de la economía cordobesa: el crecimiento del PIB, de 4.8% anual, ha sido el mejor en Colombia entre 1990 y 2005. Si bien interesa explicar a qué se debe este preocupante escenario, buena parte se debe a la manera como se están repartiendo los frutos del crecimiento económico entre sus habitantes.

De hecho, la literatura económica sostiene que, más que crecimiento, se requiere de un desarrollo que implique el logro de las capacidades humanas y que, además, el proceso de procurarlas se realice de manera equitativa, participativa y sostenible. La equidad y la libertad son entonces características instrumentales y constitutivas del desarrollo1. De allí que la desigualdad sea considerada cuello de botella para el crecimiento económico, y que parte fundamental de las políticas públicas se oriente a la reducción de las inequidades en la distribución del ingreso y de la propiedad.

Las inequidades y las barreras a la movilidad social se encuentran en el ángulo de las políticas de superación de la pobreza de los habitantes del departamento de Córdoba. En 1996, por ejemplo, la quinta parte más rica de la población registraba cobertura en educación superior cuatro veces mayor a la quinta parte más pobre de la población, en un proceso de reducción de oportunidades que empieza a hacerse notorio desde la educación secundaria.

Casi una década después, y luego de la experiencia descen-tralizadora, vale la pena preguntarse hasta qué punto la educación ha favorecido la movilidad de grupos sociales —también vulnerables por la crisis económica—, y analizar si existen barreras que la sola educación no podría superar, puesto que la capacidad de compra de una buena educación concentra las oportunidades y retarda esa misma movilidad. Como sugieren algunos autores2, las condiciones heredadas de una generación a otra determinan en gran parte la posibilidad de ascender o descender en términos de ingresos, educación y ocupación, y estas condiciones constituyen —al lado de las diferencias de dotaciones de capital humano— el mecanismo de transmisión intergeneracional que puede perpetuar la pobreza y la falta de oportunidades en la sociedad.

En este trabajo se examina la movilidad social en el departamento de Córdoba entre los años 2003 y 1996, especialmente de las zonas urbanas. En la primera parte, el documento explora las relaciones entre los patrones de desarrollo económico del departamento y las dinámicas demográficas y migratorias con los mercados laborales y la conformación de una estructura de oportunidades que limite la movilidad intergeneracional.

La segunda sección se ocupa del examen de la movilidad, analizada desde la perspectiva educativa y ocupacional. En esta parte se construyen matrices de movilidad, y se utilizan escalares para construir indicadores que complementen el análisis de las asimetrías entre los distintos grupos sociales.

En la tercera parte se establecen relaciones entre el nivel educativo y la condición de pobreza, enfatizando en la transmisión intergeneracional de la misma a partir de la educación del jefe del hogar. La pregunta fundamental que intenta responderse aquí es si los hijos tienen probabilidad real de superar a sus padres, dadas las características educativas y ocupaciones de aquellos.

En la cuarta y última sección se presentan las conclusiones y recomendaciones del trabajo.

2. LAS TRANSFORMACIONES PRODUCTIVAS Y SOCIALES Y LA MOVILIDAD SOCIAL

Tradicionalmente, los estudios de estratificación y movilidad social han distinguido tres tipos de procesos que inciden en la transformación de la estructura de oportunidades: los cambios productivos, los demográficos y los migratorios.

Hay otros factores que según Filgueira (2000) determinan también los procesos de movilidad entre los que se destacan el grado redistributivo de las políticas de bienestar y de formación de capital social. En el primer caso, pueden existir políticas públicas con efectos indirectos como, por ejemplo, normas sobre límites de edad para el derecho al retiro remunerado de hombres y mujeres, o la fijación de restricciones para el ingreso de los jóvenes al mercado de trabajo. En el segundo, la inserción del hogar en redes con elevado grado de capital social y la mayor disponibilidad de activos que circulan (confianza, apoyo mutuo, información, influencia, etc.) pueden mejorar las oportunidades de desempeño de los individuos en el sistema de estratificación3.

En primer lugar, la expansión y las transformaciones de las estructuras económica y social son el factor de mayor incidencia en el cambio de la estructura de oportunidades. Las fuentes más comunes de estas transformaciones pueden provenir del cambio técnico, de la inserción asimétrica de las economías regionales a las nacionales y de estas a la economía mundial, del descubrimiento y explotación de nuevas materias primas, o de los cambios en los paradigmas productivos y de gestión de las empresas.

En segundo lugar, y tal vez el mecanismo menos tangible, está el cambio demográfico. Por ejemplo, mejores condiciones de ascenso social para los estratos bajos pueden asociarse a reducciones sistemáticas de los niveles de fecundidad en los estratos más altos. Esta reducción puede, junto a los simultáneos procesos de expansión y transformación productiva, abrir nuevas oportunidades para los estratos bajos.

El tercer mecanismo de cambio de la estructura de oportunidades corresponde a los efectos de los desplazamientos poblacionales. Así, por ejemplo, bajo condiciones de estancamiento o falta de expansión, el movimiento poblacional de tipo rural-urbano compuesto por inmigrantes de nivel social bajo, presiona la estructura de estratificación y 'endurece' la estructura de oportunidades de los estratos bajos urbanos ya consolidados. Como se generan escenarios de mayor competencia, se resienten entonces las posibilidades de absorción de los nuevos inmigrantes. Esto conlleva a considerar los efectos diferenciados y los variados resultados de la inmigración, los cuales dependen de la combinación de factores y procesos sociales y económicos, y estos, a su vez, de las características de los individuos y de las condiciones estructurales de los lugares de origen y destino (Espinosa, 2003; Filgueira, 2000).

En el departamento de Córdoba, las transformaciones productivas —el primer factor condicionante de la movilidad social— pueden analizarse en el marco de la teoría del desarrollo económico. Debido al predominio de las actividades primarias en la estructura económica departamental —que aportan, en promedio, el 43.7% del PIB entre 1990 y 2005—, resulta de interés examinar los resultados del modelo de desarrollo cordobés basado en explotaciones agropecuarias. De hecho, el sector agropecuario sigue siendo el de mayor participación y la ganadería bovina la principal actividad productiva4. En promedio, entre 1990 y 2005, el PIB ganadero aporta el 68% del PIB agropecuario del departamento, y el 48% del total del PIB primario (gráfico 1).

Según la teoría del desarrollo, los cambios en la estructura económica se deben a que el sector primario genera durante periodos unos excedentes de recursos que se transfieren sistemáticamente hacia las actividades manufactureras y de servicios.

Esto quiere decir que el papel de la agricultura y las actividades pecuarias se relaciona con el aumento de los ingresos por exportaciones, con la garantía de la seguridad alimentaria, con la generación de empleo e ingresos que tengan un impacto favorable en la reducción de la pobreza en el campo y, consecuentemente, en la reducción de las brechas urbano-rurales, pero también estos sectores cumplen importantes roles como transferidores "artificiales" de recursos hacia otros sectores5.

En este contexto, y ante la escasa y fragmentaria acumulación de capital propia de las economías en transición, se genera el despegue de los sectores más dinámicos de la economía, en especial, la industria y las actividades de transformación. Así se garantiza que en el largo plazo se superen las condiciones que limitan el desarrollo6.

Sin embargo, desde esta perspectiva las transformaciones económicas tienen gran efecto en los mercados laborales departamentales, pues, además de identificar las características de largo plazo del desarrollo (o subdesarrollo) económico de Córdoba, se puede aprovechar esta transformación para crear una estructura ocupacional cuyo rasgo esencial debe ser, en condiciones óptimas, la conformación de una mano de obra relativamente más remunerada y con niveles de capital humano más altos que los encontrados en el estado inicial del proceso del desarrollo7.

Los resultados de este análisis se muestran en el gráfico 2. Se observa que el sector terciario —que se ubica por siempre encima del secundario, en el eje superior— se convierte en el gran receptor neto de los flujos de capital, lo que indica que no solo las actividades primarias sino también las manufactureras transfirieron recursos hacia ese sector durante varios periodos8, especialmente durante la primera mitad de los noventa. Esto, además de contradecir la evidencia nacional que muestra procesos de capitalización esperados en sectores clave de la economía9, trajo como consecuencia la configuración de un mercado de trabajo en el que predomina una mano de obra relativamente menos calificada, asociada a actividades de poca e inestable generación de valor agregado, especialmente terciarizadas, con escasa productividad laboral y remuneraciones menores en el largo plazo.

¿Qué consecuencias tiene entonces esta transformación productiva sobre la estructura de oportunidades analizada? Según Torche y Wormald10, las actividades de servicio estimulan una mayor diferenciación productiva y social que la antigua manufactura, por lo que tienden "a generar una mayor diferenciación social y cultural al interior de los diferentes segmentos sociales". Para estos autores las nuevas estructuras sociales subyacentes, si bien mantienen niveles de organicidad, "tienen fundamento de clase —entendido como la adhesión a intereses y a un proyecto común- relativamente débil".Torche y Wormald advierten además que el proceso de terciarización no debería ser visto como un proceso espurio, ni necesariamente de precarización, como se acostumbra a entender en el modelo de sustitución de importaciones, dado que buena proporción de las clases altas y medias se insertan en las actividades terciarias.

Estos cambios en los mercados de trabajo, como plantea la Cepal11, han dado origen a transformaciones en la estratificación ocupacional que, a su vez, crean las condiciones para la reproducción de estructuras de ingresos fuertemente segmentadas, puesto que limitan la conformación de una clase media real y con posibilidades de ascenso.

El análisis del segundo proceso que incide en la transformación de la estructura de oportunidades, el cambio demográfico, se realiza tomando como punto de partida las dinámicas acaecidas en la segunda mitad del siglo XX, las cuales han generado cambios notables en el perfil de la población departamental (Viloria, 2004b); en general, estas describen procesos de urbanización y de movilidad poblacional que no corresponden a las tendencias regionales y nacionales. El análisis se realiza hasta mediados de los noventa, justo el periodo que antecede el inicio (año 1996) del examen de movilidad social departamental.

Córdoba presenta uno de los cambios demográficos más notables de los últimos 50 años en el país. Dejó de ser uno de los departamentos con mayor proporción de población rural y se convirtió en uno de los demográficamente más urbanizados al finalizar el siglo XX. Como se muestra en el gráfico 3, desde 1951 el departamento se movió de la zona de mayor concentración de población rural —ubicada por debajo de la diagonal a la zona de predominio urbano— por encima de la diagonal. El cambio de Córdoba es tan significativo que en 1951 su población, que era más rural que el promedio colombiano, ya se concentraba en 1993 en las cabeceras urbanas en una proporción casi igual a la del agregado nacional.

Si bien desde 1950 la población total de Córdoba se ha expandido a menor ritmo que en la costa Caribe (tabla 1), el departamento constituye un caso excepcional de poblamiento, especialmente durante los últimos periodos intercensales. De hecho, mientras en Colombia y en la región el crecimiento de la población merma paulatinamente, y particularmente en el último periodo intercensal (1993-1985), en Córdoba ocurre todo lo contrario: la expansión demográfica es sostenida y, lejos de caer en estos ocho años, supera los promedios nacional y regional. La tabla 1, que permite descomponer los cambios en la población según zonas de residencia, muestra que la dinámica urbana explica el crecimiento del conjunto de la población cordobesa, ya descritos en el gráfico 3.

Este último hecho, el gran dinamismo demográfico de las cabeceras del departamento, tiene grandes repercusiones en el mercado de trabajo y, por consiguiente, en los procesos de movilidad social de origen laboral. Por una parte, la mayor concentración de población en las zonas urbanas genera fuertes presiones al aparato productivo que ponen a prueba su capacidad de absorción laboral; y, por otra, configuraría, en teoría, un perfil económico directamente relacionado con la presencia de actividades de transformación y de prestación de servicios. Sin embargo, como se describió, en Córdoba las actividades terciarias (o de servicios) fueron las beneficiadas del proceso de transformación productiva que se profundizó durante la década de los noventa.

Hay factores demográficos que igualmente determinan a mediano y largo plazo la dinámica de la movilidad social en el departamento. El descenso de la tasa de fecundidad, como explica Filgueira (2000), es uno de los factores que permite mayor movilidad de los estratos bajos: desde el punto de vista relativo, si este descenso se presenta en grupos sociales de elevados ingresos que 'ceden' espacios a grupos de menor estrato, y desde el punto de vista absoluto, por la menor competencia de personas por cargos productivos. Si bien no se cuenta con información discriminada por grupos de ingreso o estratos socioeconómicos para realizar este análisis de movilidad relativa, Córdoba registra niveles relativamente altos de fecundidad en el contexto colombiano.

Como se observa en la tabla 2, en 1993 el departamento presenta una tasa de fecundidad (de 3.59 hijos por mujer) superior a la regional (de 3.42 hijos por mujer), ambos casos mayores que la tasa del agregado colombiano (de 3.04 hijos por mujer). No obstante, el hecho más relevante del análisis se encuentra en las cabeceras municipales de Córdoba donde el número de hijos por mujer (de 3.1), ubicado por encima del promedio nacional, congestiona sin duda la estructura de oportunidades.

Otro de los factores demográficos que influyen en la movilidad social son los flujos migratorios. En teoría, la posibilidad de encontrar mejores trabajos es una de las razones que explica la expulsión y atracción poblacional. Otra tesis que se plantea sostiene que existe un alto grado de heterogeneidad de los mercados de trabajo departamentales, explicada en gran parte por las diferencias en la dotación de capital físico y humano, que finalmente se traducen en diferencias en productividad y, por ende, en diferentes ingresos laborales (Castañeda et ál. 2002)12. Desde el punto de vista de la movilidad, si la inmigración se caracteriza por su bajo perfil productivo y social (migración especulativa), se cerraría la estructura de oportunidades para los grupos sociales bajos ya consolidados en las ciudades; por el contrario, si la inmigración es de grupos relativamente calificados, entonces la estructura de oportunidades bajo presión será la de los grupos urbanos de estratos altos.

Córdoba se caracteriza por tener un bajo movimiento de población migrante. Además, la tasa neta de inmigración del departamento (la diferencia entre las tasas de inmigración y emigración) es negativa, lo que indica que Córdoba es hasta 1993 un departamento expulsor antes que receptor de población (tabla 2). En este sentido, una de las consecuencias más significativas es que el proceso de emigración puede empeorar en el largo plazo la situación relativa de departamentos pobres como Córdoba, debido al alto componente de selectividad que acompaña el desplazamiento de los individuos, la cual está dada por las condiciones económicas favorables que faciliten este proceso: la existencia de mejores salarios y de las denominadas economías de aglomeración, en especial el tamaño de la población; la disponibilidad de servicios públicos, así como la probabilidad de encontrar trabajo en la región de destino13.

No obstante, el componente demográfico del departamento se ha visto alimentado recientemente por fenómenos como el desplazamiento forzado de población provocado por el conflicto armado. El aumento de población desplazada no sólo implica una mayor demanda de bienes y servicios sociales (como educación, salud, nutrición y recreación), sino que su acceso a las oportunidades laborales se da la mayoría de las veces en condiciones desventajosas, que afecta la generación de ingresos y la adquisición de bienes materiales en respaldo de la creación de riqueza. Si bien el departamento presenta entre 1996 y 2003 un saldo neto negativo de población, es evidente que la mayor parte de la población recibida de zonas vecinas se ha apostado en Montería14, demandando mayores bienes y servicios públicos y privados; este hecho también ha generado una alta incertidumbre laboral para las familias desplazadas que en su mayor parte terminan laborando en actividades productivas con muy baja paga.

3. MOVILIDAD SOCIAL

La desigualdad económica ha sido uno de los temas de mayor interés en la historia del análisis económico. La preocupación por responder a la pregunta de cómo se distribuye el ingreso y, en general, la riqueza en la sociedad ha apuntado primor-dialmente a conocer la manera como los distintos grupos de hogares participan en la formación del ingreso. Para diversos autores como Browning y Lusardi15 y Székely16, la intensidad de la pobreza derivada de esta desigualdad está justamente asociada a la falta de acceso a los activos físicos, financieros y de capital humano.

Para Nina y Grillo (2000), "la dinámica de la estructura educativa de un país y la movilidad entre niveles educativos están asociadas a la distribución de los ingresos de ese país, es decir, la brecha educativa entre grupos e intragrupo es una variable potencialmente explicativa de la desigualdad de los ingresos y de la pobreza"17.

La desigualdad es considerada, además, cuello de botella para el crecimiento económico y fuente de violencia política, por lo que parte fundamental de las políticas públicas debería orientarse a la reducción de las inequidades en la distribución del ingreso y de la propiedad.

En general, la desigualdad entre grupos sociales —y de la sociedad en su conjunto— proviene de dos fuentes: la falta de oportunidades y las diferencias en las dotaciones de capital humano, reflejadas en talento, habilidad y disposición18. Esto implica que la falta de oportunidades podría presentarse en sociedades con igual nivel de desigualdad, y que esta podría explicarse a partir de las características socioeconómicas de los hogares.

El análisis de la movilidad social de esta sección se realiza teniendo en cuenta la incidencia de la educación de los padres sobre la educación y el bienestar alcanzado por sus hijos, lo que recibe el nombre de transmisión intergeneracional. Esta no solo se refiere a la educación, sino también a la situación laboral y a los niveles de desigualdad y pobreza que son transferidos de los padres a la siguiente generación, por lo que se examinará la movilidad ocupacional y las relaciones entre pobreza, movilidad y nivel educativo.

Los niveles de movilidad social en Colombia son bajos, mucho menores que en Estados Unidos, y un poco más bajos que en México y Perú. Colombia registra a mediados de los noventa niveles de movilidad comparables a los de Brasil, el país de más baja movilidad examinado19.

La movilidad intergeneracional se examinará en este documento con el uso de matrices de transición, que miden los movimientos entre segmentos relevantes de la distribución analizada (variables de nivel educativo, posición ocupacional, entre otras). La ventaja de usarlas radica en que permiten capturar la existencia de asimetrías y otras no linealidades que las metodologías basadas en datos continuos estimaciones econométricas de modelos— no consiguen. Sin embargo, la desventaja radica en que no siempre es viable realizar comparaciones de movilidad: para eso se hace necesario reducirlas a un escalar (número) que recoja todas las complejidades, como se hace en este trabajo.

Los resultados se muestran desde una perspectiva compa-rada20: primero, de manera intertemporal; y, después, en la medida en que lo permitan los datos. Se esperaría que las diferencias en movilidad social estén fuertemente correlacionadas con los niveles educativos.

3.1. Movilidad educativa

La transmisión intergeneracional del capital humano significa que hay dependencia entre la educación de los hijos y la de sus padres. Es decir, el nivel de educación de los adultos es determinado por el grado de escolaridad de los padres, en un proceso que si se transmite entre generaciones, mejoraría teóricamente las condiciones de movilidad social.

Este concepto de transmisión intergeneracional se relaciona con otro más amplio: la movilidad social, la cual se entiende como la posibilidad u oportunidad que tienen los individuos de trasladarse de cierto nivel de vida a otro. La relación entre estos dos conceptos se fundamenta en las posibilidades de transición de las personas dentro de la sociedad (movilidad social), las cuales se determinan en gran parte por las características que se transfieren de la generación anterior.

Una de estas características es la educación. En teoría, las condiciones heredadas de una generación explican gran parte de la posibilidad de ascender o descender socialmente en términos de ingresos, educación y ocupación. Según Espinosa y Albis,21 la alta escolaridad del jefe del hogar se convierte en importante mecanismo de transmisión de capital humano para las generaciones futuras, "por lo que es aconsejable buscar alternativas para ampliar la matrícula y la cobertura de la población de menos recursos en los niveles de educación secundaria y superior".

En este sentido, vale la pena comprobar para el caso cordobés si existe conexión entre los avances educativos y la movilidad intergeneracional, mostrando que los avances en el promedio de años de educación eleva esta movilidad. Es lo que efectivamente se observa en el gráfico 4, que divide la población en cuatro grupos (cohortes) diferentes, de tal manera que se capture el cambio entre abuelos, padres e hijos.

Así, el primer grupo incluye a todas las personas con edad entre los 50 y 69 años; el segundo, a las que cuentan con edades entre los 40 y 49 años; el tercero, a aquellos entre 30 y 39 años, y el último grupo incluye a las personas más jóvenes con edades entre los 23 y los 29 años. La primera cohorte empezó a estudiar en las décadas del treinta y cuarenta; la segunda, en los años cincuenta; la tercera, en los años sesenta y la última cohorte, en los años setenta.

Los resultados del gráfico 5 indican que en Córdoba el nivel educativo empezó muy bajo —aunque relativamente más alto que en la Costa y el país— y avanzó continuamente. Además, si bien el progreso educativo se desaceleró en Colombia y la costa Caribe, esto fue en menor grado en el departamento. Este comportamiento mostraría la existencia de costos marginales crecientes en el proceso de expansión de la cobertura educativa regional. Así mismo un importante resultado son las diferencias de progreso educativo entre hombres y mujeres, que, aunque notorias, son pocas en las primeras cohortes (50-69 años); y se amplían en el grupo de edad más joven.

Los resultados del departamento de Córdoba también se examinan según sean cambios absolutos y relativos en la movilidad educativa. La movilidad absoluta, resultado del proceso de desarrollo económico, puede analizarse a través del promedio de educación alcanzado por distintas generaciones; por su parte la movilidad relativa no siempre se explica por la expansión económica, sino también por la distribución de oportunidades, lo cual es indicativo de mayor grado de inequi-dad en la sociedad.

Una forma adicional de analizar la movilidad educativa es a través de la matriz de transición que se muestra en la tabla 3. Como se planteó, la perspectiva matricial permite capturar asimetrías en los vínculos intergeneracionales, ya que estas puedan mostrar mucha movilidad hacia abajo y poca hacia arriba, o viceversa. Por ejemplo, a través de la matriz se puede responder a la pregunta de cuál es la probabilidad de un hijo de superar la educación del padre.

La matriz distingue cinco categorías educativas, para las cuales se calcularon probabilidades de transición entre ellas mismas. Los componentes de la diagonal principal suponen un constituye de herencia; en otras palabras, muestran la probabilidad de que los hijos alcancen exactamente el mismo nivel de educación de los padres.

Según la tabla 3, el 14.3% de los hijos de padre analfabeta alcanzó el mismo nivel; el 8.6% terminó la primaria; el 11.5% completó la secundaria; el 20%, estudios técnicos o tecnológicos, y el 13.1% acabó estudios universitarios. El otro extremo, que muestra los padres con más alto nivel educativo, indica que el 19.4% de los hijos se encuentran en los dos niveles de educación más altos.

En general, según los resultados obtenidos, existe alta herencia intergeneracional de educación entre padres e hijos en los niveles intermedios de la distribución (primaria y secundaria completas), mientras que esta es relativamente baja en los dos extremos (analfabeta y universitaria), en los cuales la herencia es mucho menos que la mitad de la existente en las dos primeras. Esto puede presentarse por el efecto positivo del aumento del gasto social en educación, que se refleja en reducciones sistemáticas del analfabetismo y la deserción estudiantil.

En otras palabras, los resultados también indican que existe movilidad absoluta en Córdoba, especialmente en los niveles más bajos de la distribución. Así, por ejemplo, el 8.6% de los hijos de padre analfabeta pudo completar estudios de primaria (segunda columna). Igualmente, los resultados muestran que se presentó movilidad relativa: la movilidad hacia arriba fue mayor que la movilidad hacia abajo. Esto se evidencia en el hecho de que en Córdoba el 13% (columna 5) de los adultos logró pasar del analfabetismo a la universidad en una sola generación, en tanto que menos del 2% se movió en sentido contrario (movilidad hacia abajo). Estas asimetrías constatan los logros educativos intergeneracionales, que se presentaron en la tabla anterior.

El índice de movilidad calculado para los cinco niveles educativos fue de 0,84, lo que quiere decir que existe una probabilidad del 84% de que los hijos superen el nivel educativo de sus padres, cualquiera que este sea. Aunque el grado de bondad de este resultado puede parecer elevado en primera instancia, lo cierto es que gran parte de la movilidad educativa la generan los niveles intermedios (primaria y secundaria) de la distribución. Esto igualmente significa restringir las posibilidades de reducir sistemáticamente la pobreza en los hogares, debido al alto componente de retorno de la educación superior y su impacto en la probabilidad de ser pobre.

Espinosa y Albis (2005) encontraron que los individuos que pertenecen a hogares donde el jefe alcanza estudios universitarios reducen hasta el 70% la probabilidad de ser pobres por ingresos. Según los autores, el analfabetismo es el mejor pre-dictor de la pobreza, y esta probabilidad se reduce fuertemente a medida que aumentan los estudios al nivel de posgrado22.

¿Los resultados anteriores pueden asimilarse a un cambio equivalente en el nivel de ingresos laborales? Es decir, ¿la escolaridad puede estar generando niveles crecientes en los retornos a la educación? Aunque para este trabajo no se cuenta con información precisa, es decir, una correlación entre la educación de los padres y el ingreso de los hijos, es evidente en el departamento un proceso de creciente cualificación de la mano de obra (gráfico 5), que se ha traducido en mejores niveles salariales (gráfico 6). Sin embargo, estos cambios en la cualificación corren por cuenta de los grupos sociales de más altos ingresos, y casi de manera inexistente por parte de los grupos con rentas más bajas.

A pesar del alcance del análisis educativo, es evidente que hace falta incorporar importantes componentes como la calidad de la educación (que permanece constante en el examen de la movilidad), los étnicos y raciales. Estos últimos se constituyen, en factores intergeneracionales que perpetúan la pobreza en esos grupos sociales de la costa Caribe colombiana, cuyos miembros padecen un fuerte rezago en las dotaciones iniciales y acumuladas de capital humano. De hecho, al lado del trabajo, la educación y la fecundidad, la condición étnica es la variable que mejor explica la pobreza de los hogares costeños.

3.2. Movilidad ocupacional

Como se vio en la primera sección, desde los años ochenta la economía cordobesa ha sufrido la transformación de su estructura productiva. Si bien el sector primario perdió importancia relativa dentro de la composición del PIB (pasó del 45.4% en 1990 al 40.2% en 2005), todavía continúa siendo el sector con mayor participación, aunque simultáneamente, en el departamento la participación del sector secundario ha aumentado 1.1 puntos porcentuales durante el mismo periodo. Mientras tanto, la participación del sector terciario se ha mantenido relativamente constante, alrededor de una media del 47%, en niveles que son representativos de países con ingresos bajos.

Ya se mencionó que la estructura económica y la de oportunidades están fuertemente relacionadas; de hecho, la transformación productiva es considerada el factor de mayor incidencia en el acceso a oportunidades laborales. Así, por ejemplo, la transformación de la economía cordobesa hacia actividades terciarias permitiría ocupar a aquella fuerza laboral que no puede ingresar a las actividades más productivas y mejor remuneradas. En palabras de Weller (2004)23, el aumento de participación de las ramas terciarias estaría caracterizado, por lo tanto, por la generación de empleo de poca productividad, baja remuneración y poco impacto en la competitividad de la economía.

El examen de la movilidad ocupacional de esta sección se realiza analizando la estructura laboral de los jefes de hogar activos. En 1985, el 41% de los jefes de hogar de Córdoba era trabajador informal y/o comerciante, mientras el 10% se ocupaba como profesional, técnico y/o director. En 1990, los trabajadores informales crecen en 3.2 puntos porcentuales llegando al 21.3% de la población, mientras los profesionales y técnicos pierden participación.

Lo anterior se muestra más ampliamente en la tabla 4, que organiza el tipo de ocupación de los jefes activos en diez partes según el nivel ingresos (deciles). La información evidencia la alta participación que tienen los trabajadores informales (65%) en el primer decil de ingresos (octava columna), mientras los técnicos y profesionales no alcanzan el 1% de esta población (primera columna). Estas cifras, contrastadas con la proporción de profesionales que pertenece al último decil de ingresos (35.5%) y con la proporción de informales que pertenece al mismo decil (6.6%), muestran que existen asimetrías en la acumulación de capital educativo. A su vez, estas generan brechas en la inserción de la población en el sistema productivo, lo cual se refleja en el insuficiente acceso a los bienes y servicios, incluida la educación de la población más pobre.

De hecho, en el caso de la capital del departamento, Montería, en el periodo de estudio se puede validar la hipótesis de Bonet, debido a que para 1985 el 45% de la población alcanzaba máximo la básica primaria, mientras solo el 3.7% accedía a la educación profesional. Esto llevó a que, para el mismo año, solo el 10.3% de la población se encontrara ocupada en empleos de alta productividad como profesionales, directores y funcionarios.

Según Bonet (2006)24, "en los países en desarrollo se ha argumentado que la terciarización puede originarse por fenómenos como la presencia de altas tasas de desempleo, lo cual lleva a que [mientras] gran proporción de su fuerza laboral no encuentra empleo en actividades formales debido a que posee bajos o nulos requisitos de capital, tierra, tecnología y capital humano, ciertos servicios tienen las barreras de entradas más bajas entre todas las ramas de actividad".

Esta estructura permite deducir que aunque existe alta probabilidad de que los hijos superen el nivel educativo de sus padres, la movilidad solo se presenta en niveles inferiores de educación; ello hace que las ocupaciones de baja productividad sigan empleando gran proporción de la población, mientras las ocupaciones altamente productivas mantengan su participación en el empleo.

Como consecuencia, hay baja probabilidad de que los hijos superen a sus padres en aquellas ocupaciones que requieren mayores niveles educativos, como profesionales,técnicos y directores, las cuales no alcanzaban el 9% en 1996. Sin embargo, en las ocupaciones de baja productividad, como, por ejemplo, los trabajos agrícolas, existe alta herencia intergeneracional, es decir, la probabilidad de que el hijo iguale la ocupación de su padre alcanza el 30%.

Para 2003 la situación empeora, puesto que la movilidad ocupacional total decrece 0.12 puntos, pasando de 0.96 en 1996 a 0.84. Para este último año es importante resaltar que la herencia intergeneracional de ocupaciones aumenta en todas las categorías, no siendo inferior al 25% —excepto en los trabajadores agrícolas— (tabla 5).

4. POBREZA Y MOVILIDAD SOCIAL

En este trabajo también se examina la movilidad intergeneracional analizando la probabilidad condicionada de que los integrantes de un hogar sean pobres, dado el nivel educativo del jefe. Como se observa en la tabla 6, los resultados son contundentes al evidenciar que:

i) Existen agudas asimetrías de género, es decir, aunque en términos de movilidad educacional las mujeres alcancen altos índices de movilidad, esto no garantiza la superación de las condiciones de pobreza, y que...

ii) Se han estrechado las exigencias del mercado laboral en términos de cualificación de la mano de obra, haciendo que niveles educativos como la media no resuelvan satisfactoriamente la inserción laboral en los mercados formalizados. Este último aspecto eleva la probabilidad de ser pobre de aquellos hogares cuyo jefe sólo alcanza este nivel.

La expansión del trabajo femenino generado por la reducción de la natalidad y la necesidad de que la mujer aporte ingresos a la economía familiar es una de las razones por las que los índices de movilidad para este grupo han aumentado; sin duda que esto representa significativo avance para la superación de las inequidades de género existentes en los mercados laborales regionales. Este resultado es semejante al encontrado en América Latina25, donde la tasa de participación laboral femenina ha aumentado sistemáticamente, pasando de 37% al 45% en un periodo de 15 años (gráfico 7).

Por ejemplo, en Montería, la capital del departamento de Córdoba, la tasa de participación femenina creció ocho puntos porcentuales entre 1990 y 2000, aunque este último resultado puede explicarse por los efectos de la crisis económica que empujó a las mujeres a los mercados laborales para mejorar los ingresos del hogar. El sector que ha absorbido más trabajo femenino es el terciario (trabajadores de los servicios), y se mantiene la tendencia de baja participación de la mujer en ocupaciones calificadas, con niveles educativos altos, y la elevada participación en cargos laborales en sectores de baja productividad o informales.

Al realizar el mismo análisis para el año 2000, pero controlando por nivel de ocupación, se encuentra que en aquellas actividades económicas que emplean mano de obra poco calificada, como los trabajadores informales, los agrícolas y de servicios, estos tienen mayor posibilidad de ser pobre, sin importar el género al cual pertenecen (tabla 7).

En Córdoba el índice de movilidad educacional es de 0.96 para 1996, lo que sugiere que existe un 96% de probabilidad de que los hijos superen el nivel educativo de sus padres. A primera vista este resultado puede ser considerado buen indicador, pero al desagregarlo se encuentra que está determinado por los niveles bajos de educación, es decir, primaria y secundaria, lo cual, como se mencionó anteriormente, son niveles que no permiten una inserción en el mercado laboral que garantice a un hogar situarse en los deciles medios o superiores de ingresos. Para 2003 la situación no varía: se mantienen los altos índices de herencia intergeneracional y alta movilidad en los niveles bajos de educación.

5. CONCLUSIONES

En este trabajo se encontró evidencia de movilidad absoluta y relativa en Córdoba, lo que quiere decir que los hijos tienen alta probabilidad de superar a los padres en una misma generación; sin embargo, las ganancias en movilidad se presentan en los niveles de educación menores al capital educativo básico (12 años), y, por tanto, pueden considerarse bajas e insuficientes para reducir la pobreza intergeneracional como consecuencia de las restricciones a la acumulación de capital humano.

La movilidad educativa intergeneracional indica que el progreso educativo ha sido continuo. Este patrón sugiere la existencia de costos marginales crecientes en la expansión de la cobertura educativa. Sin embargo, hay que destacar que el progreso ha sido más elevado en hombres que en mujeres, cuya brecha educativa se amplía en las generaciones de los más jóvenes.

El estudio comprobó que existe alta herencia intergeneracional de educación entre padres e hijos en los niveles intermedios de la distribución. Esta es relativamente baja en los dos extremos educativos (analfabeta y universitaria), incluso es más baja que en niveles en los cuales la herencia es mucho menos que la mitad de la existente en primaria y secundaria. Esto reflejaría el efecto positivo del aumento del gasto social en educación, puesto que pueden presentarse reducciones de los niveles de analfabetismo y deserción estudiantil.

Los resultados también indican que existe movilidad absoluta en Córdoba, especialmente en los niveles más bajos de la distribución. Igualmente, los resultados muestran que se presentó movilidad relativa: la movilidad hacia arriba fue mayor que la movilidad hacia abajo. Esto se evidencia en el hecho de que en Córdoba, en una sola generación, los adultos han logrado pasar del analfabetismo a la universidad.

El índice de movilidad ha sido jalado por los niveles educativos intermedios de la distribución. Esta estructura de oportunidades permite deducir que aunque existe alta probabilidad de que los hijos superen el nivel educativo de sus padres, la movilidad solo se de en niveles inferiores de educación. Este hecho representa el camino expedito mediante el cual los padres transmiten a los hijos las ocupaciones y la vulnerabilidad ante fenómenos como las crisis económicas, pues no se romperían las barreras para que grupos sociales detenten ocupaciones altamente productivas.


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Apéndice

Anexo 1

Modelo de transferencias intersectoriales de capital (datos y metodología)

Para calcular el monto y la dirección de las transferencias intersectoriales en el agregado nacional y las regiones colombianas se aplica la metodología expuesta por Mellor (1984) y Romano (1992). El objetivo del ejercicio propuesto es determinar la relación dinámica que existe entre los niveles de precios de los sectores primario, secundario y terciario de la economía de Sucre en el periodo 1980-1996.

Para desarrollar esta metodología, se utilizan los datos de producción bruta de la Cuentas Nacionales y Departamentales del DANE para el periodo 1973-1996 y 1980-199626, deflactadas a precios de 1975. Los sectores considerados se agrupan de la siguiente manera:

• Sector primario: agropecuario + silvicultura, caza y pesca + explotación de minas y canteras,

• Sector secundario: industria manufacturera + construcción y obras públicas,

• Sector terciario: electricidad, gas y agua + comercio, restaurantes y hoteles + transporte, almacenamiento y comunicaciones + sector financiero + servicios comunales, sociales y personales.

En el anexo 2 se presentan las series del PIB real y nominal por sectores, para el total nacional, la región Caribe y Sucre. La metodología se resume en los siguientes pasos:

• Primero: Como se quiere determinar la trayectoria de los precios en los sectores productivos, se construye el deflactor implícito (DI) de las economías de Colombia, la región Caribe y Sucre para los periodos 1973-1996 y 1980-1996. Por definición, el DI es un indicador del nivel general de precios que muestra el costo de un conjunto de bienes producidos actualmente en relación con el costo que tenía en un año base. En nuestro ejercicio también se estima el DI para los sectores primario, secundario y terciario. El DI se construye de acuerdo con la ecuación (1):

donde PN es el PIB nominal, PR el PIB real (a precios de 1975), i el sector productivo y j el periodo de tiempo (año).

• Segundo: una vez obtenido el DI, se utiliza para calcular el monto de las transferencias intersectoriales (T) de la siguiente manera:

La ecuación (2) permite conocer la condición transferidora de capital de un sector en particular. Si T es negativo, significa que un sector transfirió recursos de capital a otros sectores; en caso contrario, cuando T es positivo, el sector en referencia se convirtió en receptor neto de recursos de capital.

• Tercero: aunque con la expresión (2) se calcula el monto (negativo o positivo) de las transferencias, no permite conocer su orientación, es decir, el sector que las recibe. Para ello se construyen los términos intersectoriales de intercambio (TII), los cuales relacionan temporalmente los deflactores implícitos sectoriales en forma de índices. Los TII se construyen de la siguiente manera:

donde i e i' representan sectores económicos diferentes.


1 Sen, A. (1984). Poor, Relatively Speaking. En Resourses,Values andDevelo-pment. Cambridge: Harvard University Press.

2 Gaviria, A. (2002). Los que suben y los que bajan. Educación y movilidad social en Colombia. Bogotá: Alfaomega.

3 Filgueira, C. (2000). La actualidad de viejas temáticas: sobre los estudios de clase, estratificación y movilidad social en América Latina, CEPAL

4 Un análisis detallado de la economía ganadera cordobesa se encuentra en: Viloria (2004a).

5 Bejarano, J. (1998). Economía de la agricultura. Bogotá: Tercer Mundo Editores.

6 Kuznets, S. (1984). Economic Growth and the Contribution of Agri-culture & Mellor, J. (1984). Agricultural Development and the Intersectorial Transfer of Resources. En Eicher Carl K.; John Staatz (Eds.), Agricultural Development in the ThirdWorld. John Hopkins University Press.

7 Espinosa, A. & Duncan, E. (2004). Transferencias intersectoriales de capital en las regiones colombianas, 1980-1996. Revista Regiones, 3, 46-57.

8 El monto transferido en el periodo se asimila a una cifra de 5.8 veces el PIB departamental de esos años, de los cuales casi el 40% provino del sector primario del departamento.

9 Ibíd.

10Torche, F. & Wormald, G. (2004). Estratificación y movilidad social en Chile: entre la adscripción y el logro. Serie Políticas Sociales, 98.

11 CEPAL. Panorama Social de América Latina, 1990-2000. Santiago de Chile: CEPAL.

12 Castañeda, A., Cubillos, R. & Sarmiento, A. (2002). Distribución de la renta departamental en Colombia, 1985-1998. Estructura productiva y efectos ambientales. CEGA.

13 Greenwood, M.J. (1995). Internal Migration in Development Coun-tries. En Rosenzweig and Stark (Ed.), Handbook of Families and Population Economics. North-Holland, Amsterdam.

14A septiembre de 2005, según la Red de Solidaridad, la capital alojaba a 4.457 hogares desplazados forzosamente por la violencia, que sumaban 20.211 personas, el 7.5% del total de la población de Montería.

15 Browning & Lusardi (1996, diciembre). A Household Saving: Micro Theories and Micro Facts. Journal of Economic Literature, XXXIV, 45-58.

16 Székely, M. (1997). A Household Saving and Income Distribution in a Developing Economy. Mimeo, Office of the Chief Economist, InterAmeri-can Development Bank.

17 Nina, E. & Grillo, S. (2000)., p. 103.

18 Gaviria, A. (2002), óp. cit.

19 Gaviria, ibíd., p. 25

20 Para garantizar esta comparación se tuvieron en cuenta los individuos con edades entre 23 y 69 años.

21 Espinosa, A. & Albis, N. (2005). Pobreza, calidad de vida y distribución del ingreso en la costa Caribe colombiana a principios del siglo XXI. Revista Aguaita, 11, 35-42.

22 Ibíd., p. 39.

23Weller, J. (2004). El empleo terciario en América Latina: entre la modernidad y la sobrevivencia. Revista de la CEPAL, 84, 159—176.

24 Bonet, J. (2006). La terciarización de las estructuras económicas regionales en Colombia. Documentos de trabajo sobre Economía Regional, 67.

25 Filgueira, C. (2000). La actualidad de viejas temáticas: sobre los estudios de clase, estratificación y movilidad social en América Latina, CEPAL.

26 Los datos de producción departamental están disponibles hasta 2000. La serie del estudio excluye el periodo 1997-2000 porque la antigua metodología de cálculo de las Cuentas Departamentales del DANE, utilizada en el presente trabajo, solo se dispone hasta 1996.


Economía del Caribe
Revista de economía de la Universidad del Norte
http://rcientificas.uninorte.edu.co/index.php/economia
ecocaribe@uninorte.edu.co

Universidad del Norte
Barranquilla (Colombia)
2009
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