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La cooperación internacional Sur-Sur en América Latina y el Caribe: una mirada desde sus avances y limitaciones hacia un contexto de crisis mundial
The South-South international cooperation in Latin America and the Caribbean: a view from their progress and constraints towards a context of global crisis
Fernando Nivia-Ruiz*
* Licenciado en Relaciones Internacionales con énfasis en Cooperación Internacional de la Universidad Nacional de Costa Rica (UNA). Especialista en Cooperación Internacional para el Desarrollo de la Escuela Latinoamericana de Cooperación y Desarrollo (ELACID) de la Universidad de San Buenaventura, sede Cartagena (Colombia), en convenio con la Universidad de Pavía (Italia). Investigador junior de la misma institución, lidera el proyecto de investigación sobre Cooperación Sur-Sur en América Latina y el caribe, con el apoyo de la Conferencia Episcopal Italiana y la ONG italiana COOPI.
RESUMEN
Existe hasta la fecha un amplio panorama de conocimientos respecto al estudio de la Cooperación Internacional para el Desarrollo y sus respectivas modalidades. Incluso, para la Cooperación Internacional Sur-Sur, una de aquellas menos analizadas, también se cuenta con un número considerable de producción documental, con un énfasis particular en los diálogos y avances que se han dado en el marco del Sistema de Naciones Unidas y en la región de América Latina y el Caribe. No obstante, han sido pocos los trabajos que recorren de forma detallada la historia, evolución y avances conceptuales respecto a ésta. Este artículo contiene los resultados de una investigación que presenta la evolución histórica, conceptual y los principales avances en materia de Cooperación Sur-Sur con especial énfasis en la región latinoamericana, de forma que permita aportar a la comprensión histórica, espacial y temporal de la Cooperación Sur-Sur y facilitar mayores y mejores avances que permitan identificar nuevos campos de investigación y posibilidades para esta área del conocimiento.
Palabras clave: Cooperación Internacional Sur-Sur; América Latina y Caribe; Naciones Unidas; Diálogos; Avances; fuentes documentales.
ABSTRACT
Nowadays there is a wide panorama of knowledge regarding the study of International Cooperation for Development and its respective modalities. Even for one of the least analyzed cases, the South-South Cooperation, there is an important volume of literature, with a particular focus on the dialogues and advances achieved by the United Nations' system and in the Latin American and Caribbean region. However, detailed studies about the history, evolution and advances of this topic are scarce. This study seeks to organize and present the historical and conceptual evolution of South-South Cooperation and its main achievements, focusing on the Latin-American region, in order to contribute towards the historical, spatial and temporary comprehension of South-South Cooperation to facilitate bigger and better advances that permit to identify new research fields and possibilities for this area of knowledge.
Keywords : South-South International Cooperation; Latin America and Caribbean; United Nations; Dialogues; Advances; Literary sources.
"No hay un país tan pobre que no tenga nada que ofrecer, ni país tan rico que no tenga nada que recibir" (Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto de Costa Rica, 2000).
INTRODUCCIÓN
Durante años la Cooperación Internacional era considerada únicamente como una relación entre los países industrializados y los países en desarrollo (Nair & Kumar, 2006, p. 2), bajo la premisa de que eran los primeros quienes se encontraban en una mejor condición económica: tenían acceso a las tecnologías avanzadas y prácticas por compartir con los países en desarrollo.
Es cierto que la Cooperación Internacional Sur-Sur1 (CIS-S) resulta mucho más reciente que aquellas de la tradicional y regularmente estudiada cooperación internacional al desarrollo (CID) y ayuda oficial al desarrollo (AOD). No obstante, mientras en el pasado las relaciones Sur-Sur eran relativamente débiles, en los últimos años se han vuelto más importantes y ello junto con la creciente interdependencia mundial, aun entre países en desarrollo, ha propiciado una serie de condiciones para el establecimiento de relaciones y procesos de CIS-S.
En particular, América Latina y el Caribe (ALC) han sido desde los inicios de la CIS-S, una región importante en términos de los avances hasta ahora obtenidos. Adicionalmente, ha mostrado interés, realizado aportes y prácticas de CIS-S, en un contexto particular en donde la mayoría de los países latinoamericanos son considerados ahora países de renta media, lo cual ha favorecido la búsqueda de nuevas alternativas y espacios dentro de la cooperación internacional.
En el actual entorno internacional, la CIS-S es vista con un mayor grado de importancia y relevancia dentro de la política exterior y las relaciones internacionales de la mayoría de países de ALC, como un elemento importante para la promoción de sus intereses en la esfera internacional.
Por tanto, este escrito presenta un acercamiento hacia el estado del conocimiento de la CIS-S en la región, a partir de los principales sistemas multilaterales de integración en ALC, los escenarios bilaterales que algunos países propician, y finalmente su relación e interdependencia con la actual crisis financiera mundial, señalando siempre sus avances y limitaciones
1. MARCO HISTÓRICO Y CONCEPTUAL: DIÁLOGO Y DEBATES
En términos generales, parece existir cierto consenso respecto al hecho de considerar el periodo posterior a la Segunda Posguerra Mundial, a partir de 1945, como el surgimiento, o al menos el inicio de la conceptualización de la cooperación internacional en el marco de las Naciones Unidas. Según Meira (2002), el incremento de las relaciones internacionales hizo emerger temas como la promoción de la cooperación y la solidaridad entre naciones.
No obstante, la Carta de las Naciones Unidas, por las circunstancias y el momento en que fue elaborada, no incluyó disposiciones expresas respecto a fomentar la cooperación
La cooperación internacional Sur-Sur en América Latina y el Caribe: una mirada desde sus avances y limitaciones hacia un contexto de crisis mundial entre los países en desarrollo (Maldonado-l, 1982, p. 46). Por ello si se tratara de establecer una fecha inicial, u hora cero, para las acciones de la CIS-S, los trabajos de Abarca, 2001; Xalma y Vera 2008 coinciden en apuntar hacia 1954, como el año en que se registró la primera acción de cooperación enmarcada en un intercambio entre países en desarrollo.2 En ese entonces, Tailandia ejecutó una serie de acciones en otros países de su región.
Sin embargo, aun cuando las acciones concretas entre países en desarrollo ya iniciaban, la discusión conceptual aún no se daba en las principales instancias internacionales. En este sentido, "los hechos han antecedido a las palabras y han sido las acciones que se han ido sucediendo las que han ido empujando los debates que han ayudado a identificar qué es y qué no es Cooperación Sur-Sur" (Xalma & Vera 2008, p. 3).
Tuvo que transcurrir algún tiempo adicional para que empezara a escribirse la historia de la CIS-S a nivel internacional, y de la mano del Movimiento de los Países No Alineados (MNOA). La Conferencia de Bandung, India, de 1955 es lo que Zuluaga (2006) considera como el surgimiento del"tercermundismo"y del MNOA. Igualmente, Naciones Unidas a ella le atribuyen el origen de su primera unidad especializada en CIS-S en 1972.
La década de los sesenta estuvo marcada por una serie de reuniones y encuentros que sirvieron como antesala al proceso de despegue de la CIS-S. En ALC las primeras formas de cooperación entre países de la región estuvieron centradas en los acuerdos de integración económica y cooperación regionales y subregionales (Benn, 1996). A nivel internacional, el surgimiento de la Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo (Unctad), en 1964, abrió e impulsó el debate sobre las llamadas cooperación económica y técnica entre países en desarrollo (CEPD, CTPD respectivamente).
En el decenio de 1960 surgieron multitud de acuerdos internacionales entre países del Sur, como la Organización de Países Exportadores de Petróleo, el MNOA, la Asociación de Naciones del Asia Sudoriental y la Organización de la Conferencia Islámica. Sin embargo, la creación del Grupo de los 77 en 1964 fue el primer acto de CIS-S que abrió el camino a los países en desarrollo para participar activamente en las negociaciones internacionales y la gobernanza mundial. (Naciones Unidas-AG, 2009, p. 20)
Los años setenta fueron la consolidación conceptual de la CIS-S, y en ello coincide buena parte de la literatura sobre CIS-S. No obstante, existen diversas concepciones acerca del porqué de la CIS-S y porqué en la década de 1970.3 En primer lugar, resultó evidente que dentro de los países en desarrollo existían marcadas diferencias (Nair & Kumar, 2006), y que si bien compartían una serie de condiciones, ello no implicaba que pudieran ser agrupados todos juntos en una sola categoría (PNUD, 2004, p. 2). Esto hizo pensar sobre una cooperación entre países en desarrollo, dando así origen a la noción de la CIS-S.
Entonces, esta nueva modalidad de cooperación internacional surgió como una expresión de la aspiración de los países en desarrollo por lograr una autosuficiencia nacional y colectiva, y configurar un Nuevo Orden Económico Internacional-NOEI (Chan, 1985; Gonsalves, 2000; SELA, 2005a). En este orden sentido, Lechini (2006) afirma que los países del Sur acuñaron esta idea para reforzar su capacidad de negociación a través de esfuerzos cooperativos y para resolver cuestiones de comercio y desarrollo.
Según Xalma (2008), se trata de una década marcada por el empuje de las recién independizadas ex colonias. En dicho contexto los nuevos países tenían la percepción de que los flujos de AOD eran insuficientes para satisfacer sus necesidades de desarrollo, lo cual favorecía la promoción de la CIS-S. En el mismo sentido, Abarca (2001) agrega que esta nace como una iniciativa complementaria para llenar un vacío dejado por el fenómeno conocido como desaliento de los donantes tradicionales. Pérez (1999) incluso llega a manifestar que la CIS-S implica un cambio en la filosofía de la cooperación.
Es de esta forma como en 1978 delegados de 138 Estados del mundo se dieron cita en la ciudad de Buenos Aires (Argentina) para celebrar la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cooperación Técnica entre Países en Desarrollo. Allí se adoptó el "Plan de Acción para Promover y Realizar la Cooperación Técnica entre Países en Desarrollo", conocido como el Plan de Acción de Buenos Aires (PABA),4 documento que se ha convertido en la máxima referencia sobre la CIS-S y por esta razón se le asocia a los inicios de la CIS-S. De hecho Molina (1999) señala que el primer antecedente en términos de CTPD fue establecido en 1978 bajo el PABA.
Fueron entonces una serie de variables, que en suma favorecieron este proceso. Adicional a ello, la descolonización reinante de la época, un innovador y crítico modelo de desarrollo alternativo en ALC denominado "cepalino", y un escaso interés hacia la región para la tradicional cooperación internacional, fundamentalmente europea, hicieron de esta región del mundo la pionera en los avances de la CIS-S.
Años más tarde, la década de los años ochenta trajo consigo implicaciones también para la CIS-S. El decenio produjo un deterioro violento de la situación económica internacional que provocó una verdadera crisis de desarrollo en la mayor parte de los países del Sur (Fortin, 1990, p. 184). Las condiciones económicas desfavorables cerraron los espacios para este tipo de cooperación, y la crisis de la deuda y el final de la Guerra Fría obstaculizaron la capacidad de los Estados del Sur para desarrollar fructíferas negociaciones multilaterales.5
Durante los años noventa las condiciones políticas, económicas y sociales parecieron mejorar, al menos en ALC, lo cual generó un crecimiento económico en algunos países de la región. Esta condición favoreció sus capacidades como oferentes de cooperación, aunque también les significó ser catalogados como países de renta media (PRM), lo que se tradujo en menores niveles de ayuda internacional.
Para el año 1995, Naciones Unidas discutió y elaboró los Nuevos lineamientos para la cooperación técnica entre países en desarrollo, documento que revitalizó y orientó los esfuerzos de la CIS-S, dando origen, además, al concepto de países pivote dentro de la CIS-S, como aquellos países en desarrollo que en virtud de sus capacidades y experiencias en la CIS-S están en condición de compartir sus capacidades y habilidades con otros países en desarrollo, aunque pudiendo también beneficiarse de la experiencia de esos países" (Naciones Unidas-Dependencia Especial de CTPD del PNUD, 1997, p. 5).6
A partir de allí ha continuado el fortalecimiento de la CIS-S al menos en el plano multilateral, con periódicas reuniones que abordan la temática a nivel mundial, y también a través de espacios abiertos en ALC para su discusión.7 En el caso de ALC, se han realizado encuentros y reuniones recientes en el marco del Sistema Económico Latinoamericano (SELA), la Secretaría General Iberoamericana, la Organización de Estados Americanos (OEA) y la Comunidad Andina de Naciones (CAN) como contribución al debate y la reflexión de la CIS-S en la región.
Frente a este panorama han sido múltiples los esfuerzos realizados para mantener vigente la CIS-S y junto a ello el PABA. En este contexto la idea de renovar la CIS-S ha reaparecido en las agendas de algunos Estados (Lechini, 2006, p. 314); y como lo señala Abarca (2001), el nuevo marco de acción le otorga a los países interesados en este tipo de cooperación la oportunidad de iniciar un amplio proceso de intercambio de experiencias en una gran diversidad de temas. De cara al siglo XXI, Meira (2002) propone que la CIS-S deberá crecer y transformarse en uno de los principales puntos de la agenda diplomática de los países en desarrollo.
Conforme lo señala el Reporte sobre Cooperación Sur-Sur 2010 de Reality ofAid, existen retos globales tales como la crisis energética y de alimentos, el cambio climático y las pandemias como la gripa A(H1N1), entre otras, las que han impulsado a los países del Sur a aumentar sus asociaciones a través de mecanismos interregionales, regionales y subregionales, lo cual necesariamente conlleva a mayores niveles de CIS-S.
En síntesis, en los tres decenios transcurridos desde la Conferencia de Buenos Aires se han registrado progresos claros, aunque desiguales. En el primer decenio, se sentaron las bases para la acción con el nombramiento de centros de coordinación nacionales y la aclaración de conceptos y procedimientos. En el segundo decenio, proliferaron los proyectos y programas a medida que se producía un cambio de actitudes, se resolvían los malentendidos conceptuales y se transformaba la cooperación Sur-Sur para adaptarse a la globalización. En el tercer decenio, se ha producido una expansión sumamente importante del comercio, la inversión y el turismo Sur-Sur (Naciones Unidas-AG, 2009, p. 4).
Por lo tanto, los países en desarrollo están recurriendo cada vez más a la CIS-S como política y estrategia práctica para realizar el crecimiento económico sostenible mediante la expansión del comercio, la diversificación de las inversiones, la complementariedad industrial y la transferencia de tecnología (Naciones Unidas-AG, 1999).
2. ¿EXISTEN INTERESES EN LA CIS-S?
Si bien la conceptualización inicial de la CIS-S planteada al inicio del presente escrito daba cuenta del surgimiento de una nueva modalidad de cooperación internacional, diferente y distante de los tradicionales esquemas de la tradicional AOD y cooperación Norte—Sur, es claro que también existen algunos intereses particulares de los países del Sur que otorgan este tipo de cooperación.
Es claro que, en principio, ningún país del Sur va a querer ser visto o asemejado con la reproducción de los patrones tradicionales de la cooperación Norte—Sur de imposición, jerarquización y demás muestras de una relación asimétrica entre donantes y receptores. Sin embargo, es claro que cada Estado buscará la promoción de sus intereses en el exterior y en definitiva de la cooperación internacional como un instrumento de las relaciones internacionales y relaciones exteriores entre Estados resulta útil.
De hecho, los países reivindican su participación en esta modalidad de cooperación como fórmula para el ejercicio de la solidaridad hacia otras naciones; una solidaridad sobre cuya dirección influyen motivos tan dispares como la historia, la cercanía geográfica o la orientación geoestratégica de la política exterior, entre otros (Xalma, 2008, p. 39).
Al igual que la cooperación Norte-Sur, la CIS-S forma parte de las políticas exteriores de los países proveedores y por esa razón es necesario analizar y entender los intereses e incentivos (Sanín & Schulz, 2009). Generalmente, como es el caso de los países latinoamericanos, estos buscan fundamentalmente mejorar y posicionar su proyección regional e internacional a través de la defensa de los valores que cada uno persiga, bien sean políticos, económicos, comerciales, culturales, etc. No en vano es sencillo apreciar cómo algunos países concentran los recursos de CIS-S que otorgan hacia sus vecinos más próximos.
Dicho de otra forma, es posible identificar principalmente dos tipo de interés en la CIS-S, adicionales a aquellas manifestaciones solidarias que propenden y se orientan hacia la búsqueda del desarrollo en cada uno de los países donde se otorga este tipo de cooperación internacional.
Primero están los intereses geopolíticos que buscan ante todo priorizar la CIS-S otorgada hacia los vecinos próximos, bien sea por afinidades culturales e históricas, o bien para promover la estabilidad y la seguridad local (Reality of Aid, 2008). Caso típico de países vecinos que presentan algún tipo de conflictividad fronteriza o como consecuencia de masivos movimientos migratorios, o incluso una estrategia de posicio-namiento político a nivel regional, como se podría entender el incremento de la CIS-S de Venezuela luego de sus constantes tensiones con los Estados Unidos.
En segunda instancia se encuentran los intereses comerciales que buscan de forma legítima la promoción de las exportaciones de un país hacia nuevos mercados, como un apoyo complementario para diversificar las fuentes de ingresos de una economía. De esta forma ha sido clara la facilitación comercial que han brindado acuerdos multilaterales de cooperación suscritos en el marco de organismos regionales como la Comunidad Andina de Naciones (CAN), Mercosur, el ALBA, entre otros.
Ahora bien, descrito este panorama general resultará útil ahondar en un proceso más detallado que nos permita identificar cómo todos los elementos descritos se hacen presentes de forma cotidiana en las relaciones de CIS-S en los países de ALC tanto a nivel multilateral como a nivel bilateral.
3. LA CIS-S Y LA TRADICIONAL AOD
Es innegable que durante la última década la región de ALC ha perdido participación dentro de los flujos de AOD mundial,8disminuyendo de 13% en el periodo 1980-2000 al 9% entre 2002-2006, (Naciones Unidas-CEPAL, 2008a, p. 5).
Ello ha contribuido para que los países latinoamericanos interioricen la importancia de la CIS-S como una alternativa complementaria en la búsqueda de su desarrollo, a diferencia de regiones como África y algunas latitudes de Asia donde este tipo de ayuda sigue siendo considerablemente alta. La evolución de la AOD en ALC en los últimos veinte años es la siguiente:
Adicionalmente, tampoco ha sido posible que los países miembros del Comité de Ayuda del Desarrollo (CAD) lleguen en conjunto a cumplir con la meta de asistencia del 0,7% de su PNB manifestada desde el siglo XX y ratificada de forma reciente en la Conferencia de Monterrey en el año 2002.
Esto sin duda es un elemento que también enfrenta a los países de ALC hacia nuevos desafíos y mecanismos de inversión, integración e incluso comercio Sur — Sur. El siguiente ha sido el comportamiento de la tradicional AOD en las últimas dos décadas:
Esta baja y decreciente participación de ALC en los flujos totales de AOD es consecuencia, justamente, de que la mayor parte de los países de la región están clasificados como de ingresos medios-altos. Pero también a que cuando se considera la comparación internacional, ni siquiera los países de menores ingresos relativos de la región aparecen entre los principales receptores de AOD a nivel mundial (en el promedio entre 2000 y 2008, ningún país de ALC figuró entre los primeros 10 receptores de AOD) (Naciones Unidas-Cepal, 2010a, p. 13).
Es claro que del total de esta ayuda (US$ 128.5 billones para el año 2008) solo 9.300 millones se dirigieron hacia ALC. Ahora bien, la contribución que realizan países del Sur oscilaba aproximadamente entre el 7,8% y el 9,8% del total de esta ayuda al desarrollo. No obstante, dado el tamaño de las economías son principalmente países como India y China (países de renta media) quienes realizan los mayores aportes y en donde los países de ALC aun registran niveles mínimos de participación.
En el marco de los elementos anteriormente descritos, es una realidad que aun el peso relativo de la cooperación internacional brindada por los países del Sur, continúa siendo aun mucho menor que la ayuda otorgada por los países desarrollados miembros del CAD aun cuando estos incluso no cumplen lo pactado.
Un argumento a favor de los países del Sur lo brinda Reality od Aif, cuando señala que en verdad la importancia real de la cooperación Sur-Sur recae no tanto en la magnitud de la AOD o los recursos financieros que circulan entre países, sino más bien en el carácter de esa relación expresada como relación de intercambio, especialmente cuando se compara con la tradicional cooperación Norte—Sur.
Como señala Xalma (2008) no puede asumirse, sin embargo, que el registro de estos flujos refleje plenamente lo que está sucediendo con la CIS-S en el ámbito mundial. En efecto, y tal y como señalan Das, De Silva y Zhou (2007), la cooperación Sur-Sur es un fenómeno más amplio y complejo, un fenómeno que no queda confinado a los flujos de AOD que puedan estar intercambiándose entre países en desarrollo. Es un hecho innegable que sería realmente difícil poder comparar, bajos los mismos parámetros, la ayuda que otorgan los países desarrollados a los recursos que pueden compartir los países del Sur.
No obstante, la información sobre la CIS-S es realmente escasa dada la falta de cifras sólidas reportadas por aquellos pequeños oferentes de cooperación y quienes hacen públicos, o no, sus aportes. De acuerdo a un estudio del Ecosoc (2008) sobre 18 países en desarrollo que brindan cooperación, los tres principales obstáculos para desarrollar un amplio sistema de información sobre CIS-S son:
1. Problemas técnicos e institucionales para la definición y recolección de datos.
2. Falta de coordinación para la recolección de datos a nivel país.
3. Falta de un foro para coordinar la recolección de los datos e información.
En el caso latinoamericano, como lo manifiesta Xalma (2008), la falta de sistemas de información nacionales que ofrezcan cifras homologables de lo que sucede en cada país se convierte en una limitante importante del estudio cuantitativo de esta modalidad de cooperación.
De acuerdo con la información oficial de la OCDE y su más reciente reporte Development Cooperation Report 2010, que registra la ayuda oficial otorgada por países que no son miembros del CAD (los cuales son considerados por la misma OCDE como países en desarrollo) todos los aportantes para el periodo 1998-2008 son de regiones diferentes a ALC. Del total de los 20 países relacionados no figura ninguno de la región ALC, posiblemente por las razones anteriormente expuestas.
4. ESCENARIOS LATINOAMERICANOS MULTILATERALES DE CIS-S
En el año 2002 durante la XV Reunión de Directores de Cooperación Internacional de ALC, Yiping Zhou, entonces Subdirector de la Dependencia Especial de CIS-S, señalaba que en ALC nació y cobró fuerza gran parte del movimiento de la CIS-S en términos filosóficos y en la práctica. Aquí se concibió la idea de establecer el G-77, se sembró la semilla del NOEI, se adoptó el PABA en 1978, se dio el Plan de Acción de Caracas sobre CEPD en 1981; y realizó la I Cumbre del Sur, en La Habana en el año 2000.
En este orden de ideas, Ayllón (2008) agrega los tres factores que a su juicio explican el surgimiento de este tipo de cooperación en ALC. Primero, destaca el relativo éxito de algunos países latinoamericanos que alcanzaron apreciables niveles de desarrollo. Segundo, el papel que jugó la cooperación al desarrollo en la adquisición de dichas capacidades; y tercero, la activación de un diálogo político entre los países que entendieron la necesidad de reivindicar temas clave para su desarrollo.
En la actualidad es posible apreciar cómo se han ido abriendo nuevos escenarios y sistemas de diálogo, debate, programación y ejecución de acciones regionales de CIS-S en ALC. Se asume que los sistemas regionales de integración realizan una cooperación Sur-Sur cuando acuerdan de manera conjunta estrategias y planes; diseñan los programas; y, finalmente, ejecutan con el apoyo técnico y/o administrativo de las respectivas secretarías (Xalma, 2008, p. 88).
A continuación, se presentan brevemente algunos de los cuales se disponen considerables fuentes documentales sin ignorar la existencia de otros.
a. Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL)
La Cepal, como organismo de las Naciones Unidas, lleva a cabo diversas actividades destinadas a promover y apoyar la cooperación entre países en desarrollo en los planos regional, subregional e interregional, la cual tiene como orientación estratégica contribuir al logro de los objetivos de desarrollo económico y social de los países de la región (Naciones Unidas-Cepal, 1998, p. 3).
La normativa y el mandato de la Cepal para el desarrollo de actividades de CTPD emanan de resoluciones específicas, del PABA de 1978, y de la creación del comité especializado en la materia llamado Comité de Cooperación Técnica entre Países y Regiones en Desarrollo.
Desde el año 1981, este ultimo se ha reunido periódicamente de forma bianual adoptando las principales medidas de la Comisión en materia de cooperación entre países en desarrollo. Asimismo, elabora una serie de informes con ocasión de las actividades realizadas durante el bienio respectivo, para el apoyo y la promoción de esta modalidad de cooperación.
En cumplimiento de su mandato, la Cepal promueve la CTPD mediante diversas modalidades que incluyen entre otras: la inclusión de elementos de cooperación horizontal en los estudios que se realizan; la preparación de proyectos específicos; la prestación de asesoría técnica a las oficinas nacionales encargadas de la cooperación internacional; el apoyo técnico a las redes de CTPD; el suministro de servicios de información, etc.
En general, las actividades de CIS-S en el marco de la Cepal son componentes de proyectos específicos de cooperación técnica que se ejecutan con recursos extrapresupuestarios provenientes de distintas fuentes (sistema de Naciones Unidas, Gobiernos de la región, las ONG y el apoyo de países desarrollados en una proporción importante de ellos).9 Para el bienio 2006-2007 los Gobiernos de ALC aportaron USD 4.683.647 millones, lo cual correspondió al 16% del total de los recursos destinados por la Cepal, a fin de promover y apoyar esta cooperación. Argentina, Brasil, Chile y Colombia figuran como los mayores aportantes.
En el marco de sus acciones de CIS-S, se destaca el considerable aumento en el número de proyectos ejecutados (que pasó de 20 proyectos en el bienio 1996-1997 a más de 180 en el periodo 2004-2005, y a 267 para el periodo 2006-2007). Asimismo se evidencia un ligero aumento en el gasto realizado en apoyo a estos proyectos, pasando de los USD 18 millones en el bienio 2002-2003, a USD 24,3 millones para el periodo 2006-2007 y USD 34 millones en el bienio 2008-2009.10
b. Sistema Económico Latinoamericano (SELA)
Luego de la constitución del SELA, la Secretaría Permanente del mismo ha venido ejecutando una diversidad de programas e iniciativas en materia de cooperación regional e internacional, que abordan problemas identificados como prioritarios dentro de la agenda latinoamericana y caribeña. De acuerdo con Maldonado (1982) uno de los dos propósitos para los cuales se creó el SELA fue "estrechar filas entre los veinticinco Estados soberanos que lo forman para profundizar la cooperación mutua y lograr que la variable 'cooperación regional' sea un elemento importante en la consecución de los objetivos nacionales de cada uno de los Estados miembros".
Es preciso señalar que los veintisiete países de la región miembros del SELA han conferido a este organismo la responsabilidad de actuar como punto focal regional para apoyar las actividades de CTPD que realizan los centros nacionales de coordinación encargados de esta materia. Para tales efectos, desde 1987 el SELA convoca las "Reuniones de Directores de Cooperación Técnica Internacional" como un espacio para el encuentro e intercambio.
A partir de 1998 estos encuentros cambiaron de nombre a "Reunión de Directores de Cooperación Internacional de América Latina y el Caribe" con la finalidad de ampliar su alcance (no sólo cooperación técnica sino también CIS-S), su nivel (no sólo directores de CTPD) e incluir otros actores de la cooperación. A la fecha se han celebrado diecinueve11 de estos encuentros, en donde se destaca la participación de diversos sectores como representantes de agencias de cooperación, organismos regionales, internacionales, actores privados, etc.
En el año 1998, durante la XIII Reunión de Directores, la Secretaría Permanente del SELA acordó la conmemoración del vigésimo aniversario del PABA, y para ello se decidió la presentación de un documento de análisis y proyección de la cooperación regional. En este sentido, la Agencia Brasileña de Cooperación preparó el documento "Operacionalización de las nuevas orientaciones de CTPD", que fue presentado a consideración de los Directores de Cooperación de los países miembros.
El documento, ahora guía orientadora de la CIS-S en el SELA, preveía que los países se involucraran de forma decidida en la identificación y operacionalización de proyectos estratégicos de CIS-S, aprovechando la reconocida capacidad de movilización del SELA. Se buscaba, fundamentalmente, identificar unos pocos sectores estratégicos donde los países harían sugerencias de oferta y demanda al SELA, realizando diagnósticos sobre experiencias ya existentes y de beneficios comprobados.
Años más tarde, durante la XVI Reunión de Directores de Cooperación, el secretario permanente del SELA abrió la reflexión sobre el marco ético, humano y social que se le debería entregar como orientación fundamental a la CIS-S, mientras en la XVII Reunión propuso la constitución de una robusta institución de cooperación internacional para los países en desarrollo, una OECD del Sur, que impulse la CIS-S (Sistema Económico Latinoamericano-SELA, 2005b).
La periodicidad de estas reuniones ha posibilitado una adecuada retroalimentación con las instancias técnicas nacionales que coordinan la cooperación y el encuentro entre los diferentes actores de la cooperación en ALC, estimulando el intercambio de experiencias (SELA, 2005b, p.37). En síntesis, el SELA ha reconocido tanto el potencial que ofrece esta modalidad de cooperación, en tanto mecanismo fortalecedor de las relaciones de cooperación entre sus miembros, como el mejoramiento sustancial de los puntos focales para la gestión de la cooperación, particularmente de la CTPD, en estos países.
c. Secretaría General Iberoamericana (SEGIB)
Desde su primer encuentro en 1991 y hasta el último en 2008, los Jefes de Estado y de Gobierno de Iberoamérica han impulsado considerables avances en el tema de la cooperación iberoamericana, la cual es cofinanciada por todos los países participantes y/o recurriendo a fondos externos. Desde el año 1991, e incluso antes, la cooperación ha sido un aspecto central de la Conferencia Iberoamericana, en la que se reconoce y asume la importancia de su promoción a través de programas en diversos temas.
En este sentido SEGIB (2007) y Xalma & Vera (2008) coinciden en que la cooperación iberoamericana se caracteriza por el principio de la horizontalidad. Entienden que ella excede al simple intercambio entre países en desarrollo, dándole un especial énfasis a los términos de igualdad y los principios de solidaridad sobre los que debería estar formulada.
La SEGIB, entonces, no se refiere a la CIS-S, sino a la cooperación horizontal Sur-Sur, que en este marco, además, impulsa actuaciones de cooperación triangular. "Con esta modificación, el acento se ha puesto en la necesidad de que la relación entre los países se establezca en términos de iguales" (Xalma & Vera, 2008, p. 23). En este sentido los citados autores plantean una caracterización de dicha modalidad de cooperación, en donde esta bien puede presentarse como bilateral o bien con un "formato" regional.
Las modalidades que para efectos de la SEGIB tendrá la CIS-S, se definen en: programas iberoamericanos (al menos siete países); iniciativas iberoamericanas (al menos tres países); y proyectos adscritos (al menos tres participantes no gubernamentales), los cuales cuentan con sus respectivos procedimientos de elaboración, presentación y aprobación antes de ser respaldados por la Cumbre.
En su más reciente memoria, la SEGIB (2008) manifiesta que las prioridades en sus dinámicas de CIS-S seguirán siendo la educación y la cultura, bases de una cooperación que se abrirá progresivamente a otras áreas como contribución a la cohesión social de la región ALC. Igualmente, como mecanismo de seguimiento y calidad de dicha cooperación, se ha encomendado a la SEGIB la preparación de un informe anual sobre cooperación iberoamericana.12
d. Organización de Estados Americanos (OEA)
En el sistema interamericano se vienen dando mecanismos de cooperación solidaria para el desarrollo de los Estados miembros desde hace más de una década. En 1987 la Asamblea General de la OEA reiteró la prioridad de la cooperación horizontal a fin de contribuir a la solidaridad regional. A partir de los años noventa algunos países solicitaron a la OEA que implementara programas de cooperación horizontal, desarrollando actividades con recursos propios de los países, de los receptores y/o de terceros donantes (Licha, 2002).
En 1994, con motivo de la Asamblea General sobre Cooperación y Desarrollo, celebrada en México, se inician las aproximaciones hacia el concepto de cooperación solidaria en el marco de las actividades de la OEA. Este concepto abarca a todos los Estados miembros, y según Quiñónez (2008) supera la tradicional asistencia, presta especial atención a la cooperación horizontal y busca orientar efectivamente los limitados recursos de la OEA.
El CIDI, establecido finalmente en junio de 1996, se convirtió en el principal instrumento de solidaridad y cooperación regional con lo cual la OEA dejó de ser una institución proveedora de servicios para convertirse en una promotora de la cooperación interamericana, reformulando sus funciones con base en las nuevas prioridades de la región.
En este orden de ideas, la OEA creó en el año 2000 la Agencia Interamericana para la Cooperación y el Desarrollo como un órgano subsidiario del CIDI, cuyo propósito es promover, coordinar, gestionar y facilitar la planificación de programas, proyectos y actividades de cooperación solidaria para el desarrollo (OEA, 2000).
Para la implementación de dicha cooperación, la OEA dispone de un fondo regular, un fondo especial multilateral (FEMCIDI),13 un programa de becas, y fondos específicos con los que se constituyen contribuciones o donaciones para un fin determinado, dado por un Estado o entidad pública, o privada, que se acreditan a un fondo específico o un fondo fiduciario administrado por la Secretaría General de la OEA.
De acuerdo con el secretario ejecutivo para el desarrollo integral, Embajador Alfonso Quiñónez, en el presupuesto aprobado de la OEA para el año 2008 entre el fondo regular, el FEMCIDI y el fondo específico se contaba con USD $157.323.100 millones. Con respecto al FEMCIDI —y excluyendo a los Estados Unidos— México, Brasil, Chile y Colombia son los países de ALC que más contribuciones le hacen desde los años 1996-1997 hasta 2007 a ese fondo, que ha financiado un total de 961 proyectos por más de US $90.000.000.
e. Mercado Común del Sur (Mercosur)
Al interior del Mercado Común del Sur (Mercosur) también se han creado algunos escenarios que posibilitan la cooperación técnica. Hurtado (1995) señala que, una vez concluidos los regímenes autoritarios, dentro de las principales prioridades de los Gobiernos Nacionales de los países del cono sur ha estado la reinserción internacional en el área de la cooperación internacional, con tareas como la creación de una instituciona-lidad para la cooperación, junto a la reapertura de los vínculos bilaterales y multilaterales.
En este orden de ideas, el Mercosur identificó la necesidad de dirigir una acción coordinada para la selección, aprobación e implementación de programas de cooperación técnica internacional de apoyo. Por ello se creó el Comité de Cooperación Técnica del Grupo Mercado Común con carácter permanente e integrado por tres representantes de cada uno de los países miembros (Mercosur, 1992).
Al principio se contemplaba que el Comité examinara iniciativas únicamente con organismos internacionales e intergubernamentales, mientras que el Reglamento del Comité aprobado en 2005 le daba facultades para "realizar la identificación, selección, negociación, aprobación, seguimiento y evaluación de las acciones horizontales de cooperación técnica del Mercosur y con países extrazona, asociaciones regionales y organismos internacionales" (Mercosur, 2005).
Como lo señala Hurtado (1995), la posible viabilidad en el Cono Sur de un modelo de crecimiento económico con cierto nivel de equidad conlleva a una serie de potencialidades y oportunidades para la implementación de la cooperación horizontal con otros países de menor desarrollo relativo si se aprovechan ciertas ventajas que se encuentran en la posibilidad real de constituir experiencias piloto, posibles de reproducir en otras latitudes.
f. Comunidad Andina de Naciones (CAN)
La CAN, creada en 1969, cuenta con su propio espacio y mecanismo de coordinación y apoyo en el tema de cooperación regional. En el año 2003 decidió crear el Comité Andino de Titulares de Organismos de Cooperación Internacional de la Comunidad Andina (Catoci) como mecanismo de consulta, coordinación e intercambio de experiencias en materia de cooperación (CAN, 2003a).
La I Reunión del Catoci aprueba en el año 2003 el reglamento interno en el que identifica su objetivo: "intensificar, coordinar y mejorar la calidad de la cooperación internacional entre los países miembros de la Comunidad Andina con otros países, grupos de integración, organismos internacionales y entidades privadas". Igualmente, dentro de sus funciones se encuentra "identificar la oferta de cooperación intrarregional y conjunta frente a terceros países" (CAN, 2003b).
Como lo señala Xalma (2008), la ejecución de los programas de cooperación de la CAN es coordinada por la Secretaría General y desarrollada de forma paralela en los países andinos, por lo cual se realizan actividades típicas de cooperación horizontal en las que los países comparten recursos y experiencias. La Secretaría General cuenta, además, con una Unidad de Cooperación Técnica que apoya y da seguimiento a los programas y proyectos.
g. Alianza Bolivariana para los pueblos de nuestra América (ALBA)
De reciente constitución, el ALBA parece ser uno de los acuerdos y mecanismos de integración y cooperación entre países en desarrollo que mayores resultados tangibles permite palpar. Es notable la prioridad a sectores sociales y energéticos donde la financiación de las acciones corre por cuenta, principalmente, de los propios países participantes entre los que se destacan los aportes financieros de Venezuela, y los aportes humanos y técnicos de Cuba
Tal como lo señalan Xalma & Vera (2008), Cuba ha sido un país muy activo en la CIS-S, con un perfil muy especializado, principalmente en el área de lo social, destacándose en los temas de salud y educación. Asimismo sobresale por su participación y aportes en el marco de los programas de cooperación que impulsa el ALBA.
Desde este punto de vista y de forma reciente, se han fortalecido relaciones de CIS-S entre Cuba y países como Venezuela; así en el año 2008, de acuerdo con un reporte de la Agencia Bolivariana de Noticias, ejecutaron conjuntamente 76 proyectos cuyo valor alcanza alrededor de los USD 1.355.000.000 millones, según cifras del Gobierno venezolano.14
Según lo reportado por Venezuela, sus aportes a Cuba ascienden a USD 2 billones y a Haití le ha donado 364 toneladas de comestibles cuando estallaron los disturbios por alimentos en el 2008. También compró bonos del Gobierno argentino que le permitieron a este último repagar su deuda de manera anticipada al FMI y terminar así las pesadas condicionalidades de estos programas.
"A través de la iniciativa Petrocaribe, Venezuela aporta a los pequeños países caribeños casi 200,000 barriles diarios de petróleo y productos del petróleo a tasas subsidiadas. El subsidio se ha estimado en cerca de USD 1.7 billones al año, que ya coloca a la ayuda Venezolana al mismo nivel de aquella aportada por algunos de los países de la OECD" (Reality of Aid, 2008, p. 9).
En síntesis, y de acuerdo a los sistemas multilaterales anteriormente descritos, es claro que se cuenta en los principales foros multilaterales de la región ALC con el interés necesario en el tema de la CIS-S. Si bien la financiación de la CIS-S en este tipo de escenarios mayoritariamente proviene de fuentes externas (extrarregionales), los programas y proyectos que se logran impulsar han permitido no solo abordar retos comunes, sino, además, compartir experiencias y recursos técnicos a través del trabajo conjunto de las instituciones responsables.
Conforme lo expresado en la XVI Reunión de Directores convocada por el SELA en 2003, "es necesario fortalecer los espacios regionales para la cooperación y la concertación de posiciones de los países de América Latina y el Caribe sobre los aspectos económicos y sociales más importantes de la agenda internacional y con mayor impacto en nuestra región, tales como los que se mencionan en los objetivos y metas del desarrollo del Milenio" (p. 10).
5. AVANCES BILATERALES RECIENTES DE LA CIS-S EN ALC15
A lo largo de los últimos decenios es evidente que en el proceso de la evolución teórica, histórica y conceptual de la CIS-S el papel de la región ALC a nivel internacional ha sido relevante, en los principales foros mundiales; igual que a nivel regional, en los principales escenarios latinoamericanos y del Caribe; y también lo ha sido en el plano bilateral. En la actualidad esta tendencia parece consolidarse ante los nuevos desafíos que se presentan para la mayoría de países de la región ALC.
Algunos países de la región ALC se encuentran en un momento histórico: cuentan con una amplia experiencia en el ámbito de la cooperación intrarregional, particularmente la que se canaliza a través de la cooperación multilateral y la integración de iniciativas en los planos regional y subregional (Díaz, 1995).
Asimismo debe destacarse la noción y concepto de los puntos focales, acordados desde 1980 en función de que se estableciera una unidad especializada en cada país para la gestión de la CIS-S (Uribe, 2006, p. 35), lo que ha sido adoptado por la mayoría de países de la región ALC.
En este mismo sentido, el SELA (2005a) precisa que en la región ALC "países como México, Argentina, Brasil y Chile han logrado un notable desarrollo en las últimas décadas, acumulando a la vez conocimientos y experiencias propias en diversas áreas de desarrollo.
Con base en lo anterior, este apartado se dedica a presentar brevemente un panorama general sobre la experiencia y los avances más recientes que en materia de CIS-S tienen algunos países de ALC, basándose en el primer y único intento disponible de caracterizar y cuantificar la CIS-S intraregional en ALC, que se elaboró por encargo de la SEGIB. Aquí algunas de las principales consideraciones:
• Durante el año 2007 los diecinueve países iberoamericanos que clasifican como de renta media han intercambiado 1.480 acciones de cooperación horizontal bilateral, una de las modalidades bajo las que se ejecuta la Cooperación Sur-Sur.
• Los países que más activamente han transferido capacidades hacia sus otros socios iberoamericanos han sido: Cuba, México, Argentina, Chile, Venezuela, Colombia y Brasil. Otros países (Uruguay, Panamá, Perú, Costa Rica, Ecuador y Honduras) ofertan alguna acción de cooperación en al menos una ocasión.
• Las direcciones en las que estos intercambios se establecen responden a distintos patrones de comportamiento. Así, por ejemplo, y de manera preferente México concentra su oferta de cooperación en sus vecinos centroamericanos;Venezuela, en los países con quienes integra el ALBA; y Chile, en los países centroamericanos y andinos con menores niveles de ingresos.
• En numerosas ocasiones los países en desarrollo no disponen de la financiación necesaria para impulsar determinadas acciones de cooperación. Una vía para superar este obstáculo es hacer participar de esa acción a un tercer actor, en general, un donante tradicional que asuma parcial o íntegramente dicha financiación, y es allí donde nace la cooperación triangular.
• En este ámbito de la cooperación triangular, las acciones registradas bajo esta modalidad se han servido, fundamentalmente, del apoyo financiero de Japón y Alemania y, en menor medida, de Francia, Suecia, Bélgica o la propia España, que se centra principalmente en el ámbito del medio ambiente y el sector agrícola.
• En el rol de segundos socios oferentes se destaca México en el primer lugar, seguido de Chile y Argentina.
• Iberoamérica muestra, además, un perfil de necesidades y capacidades sectoriales cada vez más completo.
Es claro que al menos en función de recepción de CIS-S in-trarregional, todos los países de ALC se hacen presentes, aunque quienes menos ejercen ese rol de receptores son aquellos que evidencian niveles de renta más altos.
Ahora bien, la cuantificación que se intenta realizar de la CIS-S en ALC no es nada sencilla, debido a las debilidades manifestadas anteriormente. No obstante, algunos criterios orientadores se establecen en función de la cantidad de acciones ejecutadas y el volumen de recursos financieros movilizados, por lo cual quedan por fuera de allí, algunas, no se sabe si muchas o pocas, acciones efectivas de CIS-S bilateral en la región ALC. Una forma sencilla de entender estos intercambios entre países de ALC, en función de los oferentes y receptores, es el siguiente:
Haciendo una lectura de la oferta de CIS-S en la región, es evidente la concentración que existe en la parte norte de la región (con Cuba y México) donde solamente esta representa el 43,2% del total de acciones. Le siguen los países del Sur (Argentina y Chile), quienes concentran la quinta parte del total de acciones ofertadas. En sentido contrario, es Venezuela el principal receptor en la región con cerca del 35% de las acciones, precediendo a países como El Salvador y Nicaragua. Aquí nótese la importancia que tiene para la región en particular la relación bilateral de cooperación entre Cuba y Venezuela.
Adicionalmente, son los países con mayores niveles de renta, en general, quienes mayor capacidad tendrían para ser oferentes de CIS-S; esta tendencia también se refleja en la región de ALC, aunque allí el caso atípico es nuevamente Cuba, que sin tener un nivel de renta per cápita muy alto (en comparación con otros países de la región) supera por mucho la oferta de otros países de ALC. Aquí la muestra de lo citado:
La confirmación de que la renta es un factor determinante del rol, procede del esquema anterior en el que se visualiza una nube de puntos crecientes. En efecto, por un lado se ve que Argentina, Chile, México y Venezuela cumplen con el patrón de un país que combina la oferta de muchas acciones de cooperación con niveles de renta por habitante relativamente elevados (Xalma, 2008, p. 41).
Ahora bien, la cuantificación de estas acciones de CIS-S es algo que aún resulta muy complicado realizar de forma general para la región ALC. Como se mencionara anteriormente, en realidad no existe un sistema estándar que permita realizar esta labor de forma actualizada como sucede, por ejemplo, con los países del CAD. Son pocos los países que cuentan con información sobre este aspecto.
Sin embargo, Ecosoc (2008) menciona que dentro de los flujos de ayuda otorgada por países del Sur están presentes como mayores aportantes de la región de ALC. Argentina, Brasil, Chile y Venezuela, cuyos recursos los destinan de la siguiente forma y en los siguientes términos:
Según esta información, países como Venezuela se han convertido en importantes actores de la CIS-S. Principalmente entre los años 1999—2007 esta ha concentrado subsidios, contribuciones y donaciones por un valor de USD 43 billones.
Uno de los casos quizá más significativo es el Acuerdo de Cooperación Energética Petrocaribe entre algunos países y la República Bolivariana de Venezuela. Por medio de esta iniciativa se estableció un acuerdo para el suministro estable de petróleo, en términos concesionales, por parte de Venezuela a catorce Estados caribeños, además de Cuba, Guatemala y República Dominicana. Según cálculos del Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela, entre 2005 y 2007 la puesta en marcha del Acuerdo de Cooperación Energética Petrocaribe posibilitó a los países caribeños un ahorro de alrededor del 40% de su factura petrolera (Naciones Unidas - Cepal, 2010, p. 9.).
Países como Cuba también participan de forma considerable en este sistema de CIS-S, aunque sus acciones y resultados de cooperación no son reportados en términos financieros. Para Cuba el Caribe, principalmente, es un área de interés político-estratégico, y las relaciones de estos países con la isla están marcadas por sus deseos de beneficiarse de los logros cubanos internacionalmente reconocidos. "Es precisamente este interés el que sustenta en gran medida, las bases de una activa cooperación entre la isla y la región caribeña" (Martínez, 2008, p. 145) en donde Haití ocupa el lugar privilegiado.
Los casos de Cuba y Brasil son los únicos latinoamericanos que el PNUD registra en su más reciente informe: South Report 2009 Perspectives on South—South Cooperationfor Development, en el cual se reseñan los países del Sur que otorgan este tipo de cooperación. Sobre el primero destaca su aporte en materia deVIH/sida, y en el caso de Brasil sobresale su contribución al fortalecimiento institucional en diferentes países en desarrollo, también africanos.17
6. LA CIS-S EN ALC EN UN CONTEXTO DE CRISIS FINANCIERA MUNDIAL
Entre el segundo semestre de 2008 y el primero de 2009, la crisis financiera se profundizó y se transformó en una recesión de la economía mundial (Naciones Unidas-Cepal, 2009, p. 19) con una caída profunda en la producción y el comercio internacional, lo cual ha generado implicaciones en el sistema de cooperación internacional al desarrollo y en las economías de los países del Sur.
La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad) estimó que en 2009 las exportaciones del mundo en desarrollo se habrían reducido en un 9,2%; las corrientes de comercio e inversión Sur-Sur se verán también afectadas, así como la inversión que realizan países en desarrollo hacia los países menos adelantados.
Particularmente, la región de ALC ha tenido que enfrentar profundas dificultades y restricciones asociadas, entre otras, a fuertes disminuciones de la inversión extranjera directa (IED), las remesas y los precios internacionales de los bienes básicos que exporta. Cepal (2009) resume la situación así:
De igual forma el comercio en la región ha sufrido un descenso sin precedente, solo superado con la crisis de 1929 como se evidencia a continuación:
En esta coyuntura de crisis, la dinámica de la tradicional cooperación internacional, los flujos financieros privados y los flujos de remesas hacia ALC sufrirán sus efectos. Es allí donde la participación de la región en los flujos totales de AOD, que ya había mostrado una tendencia decreciente previa a la crisis, retroceda aún más y en donde se deben fortalecer y potenciar las relaciones políticas, económicas, comerciales entre los países del Sur, a la vez que se convierte ello en una oportunidad para intensificar los mecanismos de CIS-S y triangular.
Es claro que los donantes tradicionales pueden pensar ahora, en tiempos de crisis, en apostar por apoyar procesos de CIS-S triangular como una opción frente al evidente recorte que se viene en la financiación de la cooperación Norte—Sur. Ello sin duda resulta menos costoso para estos países, a la vez que trata de suplir la reducción de fondos oficiales para ayuda al desarrollo con que históricamente se han comprometido.
En este contexto complejo, la CIS-S puede ser muy relevante debido a su apuesta por las capacidades nacionales, muy necesitadas en un momento de resurgimiento del Estado como actor central en la economía nacional y global. (Sanín & Schulz, 2009, p. 5). Asimismo las alianzas entre el sector público y sector privado serán claves para avanzar en la búsqueda y movilización de nuevos recursos ante el seguro desgaste de la cooperación internacional Norte-Sur.
De otra parte, la voluntad política de los países de la región ALC y la reactivación de los mecanismos multilaterales de financiación deberán ser campos a explorar y fortalecer. El claro ejemplo de ello es la Iniciativa IBSA (asociación entre la India, Brasil y Sudáfrica) que con determinación política y unión financiera ha logrado hacer aportes contra el VIH/sida en países del Sur. De esta forma, y aprovechando la gran plataforma que pueden brindar los sistemas regionales de integración latinoamericanos se podrá hacer frente a esta situación de crisis.
Por ello, la reunión plurianual de expertos sobre cooperación internacional auspiciada por la Unctad en 2009 señaló que los países del Sur podrían amortiguar los efectos de la crisis en sus economías, aumentando la cooperación con otras naciones del Sur. (Naciones Unidas-AG, 2009, p. 5)
El aumento de las capacidades financieras y técnicas del Sur y el surgimiento de un creciente grupo de países también del Sur, que son ahora actores influyentes en las relaciones económicas y políticas, han creado importantes oportunidades para un proceso dinámico y progresivo de la CIS-S. El reto y desafío ahora está en que todos los países sean consientes de ello y decidan apostar a acuerdos que permitan facilitar estas nuevas corrientes de pensamiento.
Adicionalmente, es fundamental que los países del Sur interioricen el nuevo peso que tienen en la economía mundial, en la medida en que con él pueden incidir en la dinámica de las negociaciones mundiales. Antes, los países en desarrollo solo tenían un papel marginal en las negociaciones comerciales mundiales, pero ahora que sus manufacturas y mercados han adquirido importancia mundial eso ha cambiado.
7. CONSIDERACIONES FINALES
La CIS-S se ha intensificado notablemente en las últimas décadas a nivel mundial, y ALC ha sido una de las regiones más activas en este proceso. Debe recordarse cómo desde un principio fue en esta región del mundo donde se empezó a motivar el diálogo y la inclusión en la agenda internacional de esta temática. Frente a estos análisis, la información presentada líneas arriba lo demuestra.
En los treinta o incluso más años de vida de la CIS-S han sido innegables las lecciones y avances teóricos, prácticos y conceptuales acerca de este tema. Si bien los intercambios técnicos pueden haber existido desde tiempos antiguos, es una certeza que los avances de la década del setenta, fueron el motor de impulso de la CIS-S a nivel universal.
En el caso de ALC, algunos países y escenarios regionales han involucrado procesos de CIS-S de forma complementaria dentro de sus labores cotidianas, y producto de ello es que la región se cuenta con una considerable experiencia al respecto, lo cual no quiere decir que todo esté dicho y hecho para la CIS-S en ALC.
A nivel multilateral parece innegable el aporte de los principales sistemas de integración en ALC hacia la promoción y profundización de la CIS-S en la región. Sus funciones catalizadoras, facilitadoras, orientadoras, ejecutoras e incluso financiadoras de esta modalidad de cooperación regional es algo fundamental. En unos casos más que en otros, ello ha prosperado y en unos casos más que en otros habrá que insistir en su importancia. Se trataría, en definitiva, de que el sistema apoye la capacidad nacional para fortalecer las comunidades regionales y subregionales en la esfera del desarrollo en el Sur (Naciones Unidas-Cepal, 2010a, p. 4).
El reciente dinamismo económico de algunos países de la región ha dado una mayor energía a los planes regionales de cooperación e integración. Los países de ALC crearon el Banco del Sur en 2007 para financiar el desarrollo en la región. El Mercado Común Centroamericano, la Comunidad del Caribe (Caricom) y Mercosur han establecido un marco institucional y normativo para facilitar la vinculación de sus redes de transporte por tierra y por mar. También está en marcha la Unión Suramericana de Naciones de 2008, que estará integrada por todos los miembros de Mercosur y la Comunidad Andina.
Es fundamental pensar que la burocracia internacional puede ir más allá del formalismo diplomático: hacia el desarrollo de efectivos mecanismos de integración y cooperación, máxime en un momento crítico de crisis mundial. Deben aprovecharse los espacios y oportunidades del multilateralismo para exigir el cumplimiento de acuerdos previos y sobre todo negociar nuevos compromisos de cooperación para los países del Sur.
Asimismo, de forma bilateral algunos países latinoamericanos, unos más que otros, han comprendido la importancia de involucrar dentro de sus lineamientos de acción internacional la variable de la CIS-S, por las diversas razones expuestas renglones arriba. Es así como en la actualidad, casi todos los países de la región han participado en alguna relación de CIS-S latinoamericana, bien sea como oferentes o receptores de esta.
Es importante también clarificar muchas ideas y nociones para seguir avanzando en la construcción de una conceptuali-zación cada vez más amplia y rica de la CIS-S o, como ahora la llama Ecosoc (2009) citando Reality of AD (2009), la "Ayuda Oficial al Desarrollo Sur-Sur". Existe a la fecha un amplio estado del conocimiento sobre la CIS-S; no obstante, resulta muy útil desmitificarla CIS-S (Sanín & Schulz, 2009).
Para nadie es un secreto que los países del Sur también realizan y fomentan acciones de CIS-S bajo unos lineamientos e intereses propios de su política exterior. Ello no es más que legítimo; lo que resulta conveniente es saber interpretar dichos mensajes y avanzar en diálogos constructivos entre iguales, evitando repetir, eso sí, las diferencias y asimetrías que por décadas ha generado la tradicional ayuda al desarrollo.
Las limitaciones que históricamente ha tenido la CIS-S aún persisten en mayor o menor medida. Su financiación ha sido suficiente para demostrar su eficacia a nivel de proyectos y programas, pero inadecuada para obtener un mayor impacto. Asimismo, subsiste la falta de información sobre esta cooperación, y en ello ALC todavía tiene mucho camino por recorrer. El informe de SEGIB citado con anterioridad plantea que para el 2007 únicamente Chile, Argentina y Colombia contaban en la región con información actualizada, unificada y desagregada que permitiera intentar algún tipo de análisis cuantitativo y comparativo.
De otra parte, en la actualidad el crecimiento del Sur es algo innegable. Pese a la crisis mundial, el aumento en las transacciones y niveles de comercio internacional e inversión Sur-Sur son realmente asombrosas, y buena parte de esos flujos se hace dentro de las mismas economías de países en desarrollo. Todo esto conlleva a un análisis mucho más profundo de cómo entender al Sur, en términos de esa nueva geografía de la economía, pero también de la cooperación internacional entre países en desarrollo.
Con el estancamiento económico amenazando el horizonte del mundo desarrollado, los países del Sur están mirando cada vez más hacia otras economías en desarrollo buscando mayor comercio, inversiones y cooperación al desarrollo. El crecimiento de la cooperación regional o regionalismo también ha ido en aumento como un subproducto no buscado de la globalización.
Una oportunidad muy grande está en el desarrollo de programas de aprovechamiento de las buenas prácticas que en materia de CIS-S tienen los países del Sur. Particularmente hay países latinoamericanos que cuentan con prácticas de desarrollo exitosas y replicables en otras latitudes del continente. Ello permite a menores costos fomentar e impulsar mecanismos efectivos de cooperación, mejorar las sinergias entre la región, y complementar las acciones de la tradicional ayuda oficial al desarrollo.
Es totalmente claro que la mejor garantía y prenda de soste-nibilidad de la cooperación que mayoritariamente puede otorgar la región ALC se encuentra en el desarrollo de capacidades nacionales. Un alto porcentaje de las acciones e intercambios de CIS-S que realizan los países latinoamericanos se basa en el intercambio de know how.
Por lo tanto, mayores inversiones en conocimiento, formación y profesionalización, junto a una planificación que permita vigorizar tanto el papel de las agencias y órganos de cooperación en la región como el esfuerzo por destinar mayores recursos de financiación (bilaterales y multilaterales), pueden aportar bastante a la continuidad de estos esquemas alternativos de cooperación internacional.
Las potencialidades que se vislumbran con el fortalecimiento de las relaciones de CIS-S, en la mayoría de campos del conocimiento, ha llevado a despertar la atención de algunos Gobiernos nacionales en la región, más allá del simple diálogo político. Prueba de ello es la apertura de los escenarios y espacios, anteriormente reseñados, unida a la asignación de algunos pocos recursos desde hace ya varias décadas con al ánimo de promover acciones regionales en esta cooperación internacional considerada por muchos como alternativa.
Así como los países desarrollados han definido desde hace mucho tiempo unas orientaciones, políticas y principios frente a los mecanismos a través de los cuales otorgan sus recursos de Cooperación Internacional, asimismo los países del Sur (mayoría en los foros internacionales) deberían asumir posiciones conjuntas que favorecieran por sobre todo el mejoramiento de la calidad de vida de sus habitantes complementado la cooperación tradicional con nuevos esquemas de CIS-S.
El plazo de los Objetivos de desarrollo del milenio está a la vuelta de la esquina y son, otra vez, los países del Sur quienes mayores retos tienen pendientes; no deben olvidar que uno de los caminos que puede contribuir en el logro de esas ocho metas es la cooperación internacional Sur-Sur. Como lo argumenta Yiping Zhou, "muchas veces, lo único que tienen que hacer los países en desarrollo para encontrar soluciones a los desafíos de desarrollo que enfrentan en esta era de globalización es recurrir a sus propios vecinos"
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1 De acuerdo al PNUD (2008) el uso del término "Sur" para referirse a los países en desarrollo en conjunto, hace parte de la contracción de las relaciones internacionales desde la década de 1970. Se basa en el hecho de que todos los países industrializados (desarrollados), con excepción de Australia y Nueva Zelanda,se encuentran al Norte de los países en desarrollo; aunque se destaca que no todos los países en desarrollo son iguales, todos comparten una serie de vulnerabilidades y retos.
2 En su trabajo de 1982, Ramphal señala que las relaciones Sur-Sur no son del todo nuevas, aludiendo a aquellos primeros compromisos entre países en desarrollo, como el Acuerdo Tripartito de Libre Comercio entre India, Yugoslavia y Egipto de 1968.
3 Es un hecho notorio que en dicha década, los problemas del sistema monetario internacional y la crisis del petróleo afectaron negativamente a los países en desarrollo importadores de petróleo y no exportadores de manufacturas. (Fortin, 1990, p.183). Adicionalmente, las nuevas formas de asociación que emergen en el mundo de los países en desarrollo, durante esta década, son indicativas de la celeridad con que el Tercer Mundo participa en la responsabilidad del manejo global.
4 El texto completo del PABA puede consultarse en la siguiente dirección electrónica del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo: http://tcdc.undp.org/knowledge_base/bapa_spanish1.html.
5Adicionalmente, las Naciones Unidas en 1989 manifestaron su preocupación por la situación económica de los países en desarrollo, agravada en dicho decenio, lo cual incidió en la cooperación internacional, en general, y la ejecución del PABA para la CIS-S.
6 Del total de los primeros veintidós países identificados como países pivotes, ocho corresponden a la región de ALC. A saber: Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, México, Perú y Trinidad y Tobago.
7 Sobre este aspecto el trabajo de Xalma (2008) presenta una cronología de eventos que impulsan y conceptualizan la CIS-S, que tiene su primer registro en el año 1954 y el último en el año 2006. Igualmente, Alcalay (2003) presenta una síntesis de las principales reuniones del G-77 sobre cooperación entre países en desarrollo desde 1981 hasta 2001.
8 Xalma (2007) señala que tanto la Declaración del Milenio del año 2000 como la Cumbre de Monterrey de 2002 sobre la Financiación del Desarrollo han sido determinantes en las recientes tendencias de la AOD mundial, fundamentalmente respecto a su reorientación hacia los países con menores niveles de ingresos relativos.
9 El Informe de actividades de la Comisión de 2000-2002, LC/ G.2160(SES.29/6), presenta la evolución de las contribuciones extrapresu-puestarias a las actividades de cooperación técnica de la Cepal según donantes en el periodo 1991-2000.
10 Un completo y detallado informe de la CIS-S de la Cepal lo presenta el informe: Actividades del sistema de la Cepal durante el bienio 2008-2009 para promover y apoyar la CIS-S. LC/G.2439 (SES.33/10).
11 Para septiembre de 2009 se tiene programado la XX Reunión de Directores de Cooperación, con el fin de continuar debatiendo los temas relevantes de la Cooperación Internacional desde la perspectiva y los intereses de ALC.
12A la fecha se encuentran disponibles el I y II Informe de la Cooperación Sur-Sur en Iberoamérica. Los informes que cuentan con información completa y actualizada pueden ser consultados y descargados en el sitio web de la SEGIB: http://www.segib.org
13 Establecido en 1997, se constituye con las contribuciones voluntarias de los Estados miembros para implementar el respectivo plan estratégico de cooperación solidaria vigente.
14 Cooperación Cuba-Venezuela se ubicó en mil 355 millones de dólares durante 2008. En: Agencia Bolivariana de Noticias-ABN (2008). Extraído el 22 de febrero de 2009 de: http://www.abn.info.ve/noticia.php?articulo=161697&lee=3
15 Este apartado retoma los trabajos previos de Pérez & Sierra (1998) del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto de Costa Rica (2000a), y principalmente de Xalma (2008).
16 Estas cifras excluyen contribuciones del Sur a través de servicios multilaterales así como cooperación al desarrollo triangulada que involucra aportes del Norte.
17 La descripción completa en: Naciones Unidas-PNUD. (2009) South Report 2009 Perspectives on South - South Cooperationfor Development. New York.
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