destacan que la efectividad del gasto educativo depende en gran medida de la calidad de la gobernanza
y la eficiencia institucional.
Teóricamente, estos resultados refuerzan la idea de que el gasto en educación no basta por sí solo para
impulsar el desarrollo humano; es necesario considerar factores como la eficiencia y calidad de los
recursos asignados. En la práctica, se requiere un enfoque más estratégico en la distribución de estos
recursos, asegurando que lleguen a sectores con mayor impacto potencial. El análisis podría estar
limitado por la falta de indicadores más precisos sobre calidad educativa o gobernanza, los cuales
podrían explicar mejor la relación entre gasto en educación y desarrollo humano. Se recomienda
investigar cómo mejorar la asignación y el uso de los recursos destinados a educación, con especial
énfasis en evaluar la calidad de los programas y su impacto real en los beneficiarios.
4.2. Años de Educación Promedio
El coeficiente de años de educación es positivo y estadísticamente significativo, lo que sugiere que,
por cada año adicional de educación formal completado por la población adulta, el Índice de Desarrollo
Humano (IDH) aumenta en 0.0284 unidades. Este resultado indica que la educación juega un papel
crucial en el desarrollo humano en Ecuador. Este hallazgo se alinea con lo reportado por Barro y Lee
(2013), quienes hallaron que los años promedio de educación están positivamente correlacionados con
mejoras económicas y sociales, subrayando que una mayor escolaridad reduce desigualdades y
fomenta el bienestar general. De manera similar, Hanushek y Woessmann (2010) argumentan que no
solo los años de educación, sino también la calidad de esta, tienen un impacto significativo en el
desarrollo humano, al potenciar habilidades cognitivas que incrementan la productividad y los ingresos
individuales. En términos teóricos, estos resultados refuerzan el rol central de la educación en el
desarrollo humano. En la práctica, se recomienda priorizar políticas públicas que no solo promuevan
el acceso, sino también aseguren la calidad educativa.
4.3. PIB per cápita
La variable indica que por cada 1 % que incremente en el PIB per cápita, el efecto esperado sobre el
índice de desarrollo humano es de un incremento de 0.04 unidades, lo que resalta la relación positiva
entre el crecimiento económico y el desarrollo humano. Un mayor PIB per cápita no solo refleja un
aumento en la producción de bienes y servicios, sino que también indica una mayor disponibilidad de
recursos económicos para invertir en salud, educación y otros servicios esenciales.
Este resultado concuerda con la investigación de Leite y Cardoso (2022), donde se argumenta que un
mayor PIB per cápita no solo refleja un incremento en la producción de bienes y servicios, sino que
también proporciona los recursos necesarios para mejorar servicios esenciales como la educación, la
salud y la infraestructura social, fundamentales para el desarrollo humano sostenible. Por otro lado,
Joaqui-Barandica y Orozco-Cerón (2023) indican que el vínculo entre el PIB per cápita y el desarrollo
humano es crucial; un aumento en el PIB per cápita está directamente relacionado con mejoras en el
IDH, ya que proporciona mayores recursos para invertir en salud, educación y otros servicios
esenciales.
Desde una perspectiva teórica, se refuerza la importancia del desarrollo económico como base para
mejorar el bienestar humano. En términos prácticos, los gobiernos deben diseñar estrategias que
vinculen el crecimiento económico con inversiones en servicios esenciales.
4.4. Tasa de Población
La variable es estadísticamente significativa y un efecto positivo, este resultado indica que un aumento
del 1% en la tasa de población está asociado con un incremento de 0.00131 unidades en el IDH. Un