Economía del Caribe

ISSN electronico 2145-9363
ISSN impreso 2011-2106
n°.13, enero - junio de 2014
Fecha de recepción: febrero de 2014
Fecha de aceptación: mayo de 2014
DOI: http://dx.doi.org/10.14482/ecoca.13.6060


ARTÍCULO DE REFLEXIÓN

LA GLOBALIZACIÓN INCOMPLETA*

INCOMPLETE GLOBALIZATION

Alberto Romero**
alromer@gmail.com

**Economista, Doctor en Economía. Docente, investigador independiente. Grupo de Estudios interdisciplinarios en Gestión y Contabilidad - INTERGES de la Universidad Nacional de Colombia. Colombia.

Mary A. Vera-Colina***
maaveraco@unal.edu.co

***Doctora en Ciencias Económicas. Profesora asociada de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Colombia. Grupo de Estudios interdisciplinarios en Gestión y Contabilidad - INTERGES. Colombia

*Este artículo hace parte del proyecto "Impacto de las transnacionales en las economías menos desarrolladas", desarrollado por el Grupo Estudios interdisciplinarios sobre Gestión y Contabilidad (INTERGES) de la Universidad Nacional de Colombia, Sede Bogotá.

Correspondencia: Calle 64A No. 57-23, Torre 1, Apto. 1204, Bogotá, D.C. (Colombia).


Resumen

El objetivo de este artículo es analizar el proceso de globaliza-ción, sus determinantes y los factores que limitan sus alcances. Metodológicamente, el trabajo se basa en una exhaustiva revisión documental crítica sobre el tema, complementada con el análisis de indicadores macroeconómicos de diferentes países. Los resultados muestran la creciente desigualdad económica y social entre las regiones, en el marco de un proceso globalizador basado en un patrón de acumulación capitalista, que tiende a profundizar esos desequilibrios. La globalización se caracteriza como incompleta, por el despliegue limitado de su potencial para lograr una distribución más equitativa y sustentable no solo en lo económico, sino también en las esferas científica, tecnológica, ambiental, política y social.

Palabras clave: Globalización, División Internacional del Trabajo, desarrollo desigual.


Abstract

The aim of this document is to analyze the process of globa-lization, its determinants and the factors limiting its scope. Methodologically, the work is based on a comprehensive critical literature review on the subject, supplemented with the analysis of macroeconomic indicators in different countries. The results show the growing economic and social inequality between regions, as part of a process of globalization based on a pattern of capitalist accumulation, which tends to exacerbate these imbalances. Glo-balization is characterized as incomplete, because of the limited deployment potential to achieve a more equitable and sustainable development, not only economically, but also in scientific, tech-nological, environmental, political and social issues.

Keyword: Globalization, International Labour Division, Une-qual Development.


1. INTRODUCCIÓN

El tema de la globalización ha sido objeto de múltiples estudios y enfoques, dependiendo la trayectoria y el interés personal de cada investigador. Su trascendencia es tal, que no existe área del conocimiento que no se refiera a este importante fenómeno; de ahí su relevancia como objeto de investigación. Este documento se centra fundamentalmente en lo socioeconómico, con el fin de demostrar el carácter contradictorio del proceso globalizador y sus limitaciones. En la primera sección se hace una aproximación al concepto globalización y se analizan sus factores determinantes. El segundo apartado está dedicado al análisis de las desigualdades globales, y sirve de sustento para la tercera sección, en la que se reafirma el carácter incompleto del proceso. En cuarto lugar se comenta, en forma general, el papel de las instituciones que lo sustentan. Finalmente, se esbozan algunas posibles alternativas a la globalización capitalista.

2. PLANTEAMIENTO GENERAL

El concepto globalización se ha convertido en un referente obligado al momento de analizar la realidad del mundo contemporáneo en todas sus manifestaciones. Cuando se habla de globalización se tiene en cuenta especialmente: la integración creciente de los mercados, de las regiones, de las culturas; una mayor circulación de bienes y servicios y de capitales alrededor del planeta; el acortamiento de las distancias geográficas y la velocidad con que fluye la información entre los países y entre las empresas. Es como una compleja red mundial, en la cual se entrelazan las economías y las culturas nacionales, a través de múltiples relaciones que dan la impresión de un todo homogéneo, de una nueva totalidad. En este sentido, la OECD señala:

La globalización no es nueva, pero el ritmo de la integración de las economías y los mercados nacionales ha aumentado considerablemente en los últimos años. La libre circulación de capitales y de mano de obra, el traslado de la producción de alto costo a lugares de bajo costo, la eliminación gradual de las barreras comerciales, los desarrollos tecnológicos y de telecomunicaciones, así como la creciente importancia de la gestión de riesgos y de desarrollo, la protección y la explotación de la propiedad intelectual, han tenido un impacto importante en la manera en que se llevan a cabo las actividades transfronterizas. La globalización ha impulsado el comercio y el incremento de las inversiones extranjeras directas en muchos países. Por lo tanto, ha apoyado el crecimiento, ha creado puestos de trabajo, fomentado la innovación, y sacado a millones de la pobreza. (OECD, 2013, p.7)

Desde esa perspectiva se destacan ciertas bondades de la aceleración del proceso globalizador, aunque no todas las afirmaciones señaladas por la OCDE se presentan a escala mundial. Por ejemplo, la libre circulación de capitales, fuerza de trabajo, y sus impactos sobre los costos de producción aún suele estar limitada a las condiciones establecidas en acuerdos comerciales y de integración. Es necesario destacar que

(...) la globalización no es una simple suma de economías, regiones, países y culturas, sino el entramado contradictorio de relaciones e interacciones, en el cual operan fuerzas integradoras y desintegradoras. Es la unidad de fuerzas centrífugas y centrípetas, que en su accionar profundizan los nexos de interdependencia entre las economías y los países, sin que desaparezcan las desigualdades a escala global, ni las particularidades de cada nación. (Romero, 2007, p. 250)

Al tiempo que se profundiza el proceso globalizador se han venido fortaleciendo poderosos bloques económicos, como el de la Unión Europea, que incluye 27 países con más de 500 millones de habitantes y un PIB nominal de 17 billones de dólares (2012). Le sigue en importancia el TLCAN, del cual hacen parte Estados Unidos, Canadá y México, con una población aproximada de 444 millones y un PIB nominal de 18,6 billones de dólares (2012). Finalmente, está el grupo asiático, conformado por China, Japón, Taiwán, India, Singapur y Corea del Sur, cuyo PIB nominal combinado en 2012 fue de 16,9 billones de dólares (Banco Mundial, 2013). En este grupo, solo China e India suman más de 2500 millones de habitantes, y se constituyen así en el mercado más grande del mundo.

2.4. Factores determinantes de la globalización

A lo largo de todas sus etapas el factor determinante del proceso globalizador ha sido el avance de las fuerzas productivas, y más concretamente el cambio tecnológico, lo que implica transformaciones cualitativas que jalonan hacia nuevos estadios el desarrollo socioeconómico.

Según Lamy (2006),

(...) la globalización puede definirse como una fase histórica de expansión acelerada del capitalismo de mercado, similar a la experimentada en el siglo XIX con la llegada de la Revolución Industrial. Se trata de una transformación fundamental de las sociedades, debido a la reciente revolución tecnológica que ha conducido a una reestructuración de las fuerzas económicas y sociales en una nueva dimensión territorial.

Sin embargo, el proceso globalizador no solo depende del avance tecnológico. Según un reciente informe de la OMC (2013),

La globalización no es inevitable ni irreversible. La tecnología -sobre todo en el ámbito del transporte y las comunicaciones- ha sido el principal motor de integración económica mundial en los últimos doscientos años. Pero las fuerzas políticas también han tenido un papel muy importante: a veces han ayudado a controlar y amortiguar las presiones integracionistas; en otras ocasiones, se han resistido a ellas e incluso las han revertido. (p.5)

Según el informe, entre 1914 y 1945 se dio una especie de "des-globalización", debido a que

(...) la conmoción que produjeron la Primera Guerra Mundial, la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial llevó a los países a abandonar la integración mundial para orientarse hacia modelos económicos más centrados en lo nacional y dirigidos por el Estado. La economía mundial se fragmentó y el comercio internacional languideció durante esos años. (OMC, 2013, p.5)

Lo anterior significa que la globalización no es un proceso rectilíneo, sino que está sujeto a los vaivenes en la economía y la política globales.

Un momento determinante en el despegue de la globalización fue la Revolución Industrial, iniciada a mediados del siglo XVIII en Inglaterra, gracias a los avances técnicos y tecnológicos en el campo de la energía (máquina a vapor), el hilado y tejido de algodón, la metalurgia y el transporte (las locomotoras). A lo anterior contribuyó el poderío de la navegación marítima (tanto civil como militar) y los cambios en la agricultura y la demografía, lo que impulsó la expansión del mercado interno y el avance del comercio internacional. En este contexto se consolida el sistema colonial, el cual permitió crear nuevos mercados para las metrópolis y garantizar el saqueo de materias primas, necesarias para el avance del capitalismo en Europa1.

Una segunda etapa de la globalización podría ubicarse hacia finales del siglo XIX, cuando se inicia el uso del petróleo como combustible para los motores de combustión interna, el empleo de la electricidad para la iluminación (bombilla eléctrica), la transmisión de señales electromagnéticas (telégrafo) y de señales acústicas (radio de Marconi). En esta etapa aparecen también la industria química, la siderurgia, la industria de alimentos enlatados y los frigoríficos2.

Según la CEPAL, una tercera fase de la globalización se inicia a finales del siglo XX, cuyas características son

(...) la gradual generalización del libre comercio, la creciente presencia en el escenario mundial de empresas transnacionales que funcionan como sistemas de producción integrados, la expansión y la considerable movilidad de los capitales, y una notable tendencia a la homogeneización de los modelos de desarrollo, pero en la que también se observa la persistencia de restricciones al movimiento de mano de obra. (CEPAL, 2002, p.19)

En general, "la expansión del capitalismo es el único fenómeno histórico que ha tenido alcances verdaderamente globales, aunque incompletos" (CEPAL, 2002, p.18).

La etapa actual de la globalización se caracteriza por el uso cada vez más generalizado de nuevas tecnologías de información y comunicación, de nuevos materiales, de semillas genéticamente modificadas, de nuevos y complejos procesos de producción industrial y del avance vertiginoso de los medios de transporte3.

Todo este proceso ha conducido a la profundización de la División Internacional del Trabajo (DIT), soporte material de la globalización y consecuencia de la misma. En esta nueva DIT, las llamadas ventajas comparativas son reemplazadas por las ventajas competitivas, caracterizadas por el uso de tecnologías de punta y mecanismos de cadenas globales de valor (UNCTAD, 2013b, p. 10), lo que ha permitido una mayor flexibilización de la producción y la deslocalización geográfica de la misma. El proceso productivo se desarrolla al mismo tiempo en varios países, borrándose, aparentemente, el origen de las mercancías, su "made in", y confundiendo al consumidor, quien se pierde en el maremágnum de marcas ofertadas en el mercado (Klein, 2001).

Ante esta situación la OMC está promoviendo el concepto "hecho en el mundo", para establecer el origen de las mercancías. Sin embargo, el diseño, la producción, la comercialización, los flujos de capital y las innovaciones tecnológicas, siguen siendo controlados por las grandes empresas de los países más desarrollados.

Pese a que la nueva DIT ha experimentado cambios cualitativos importantes, como la profundización de la integración interregional e intrarregional (caso de la UE), intersectorial e intrasectorial, la mayoría de los países continúa dependiendo de su especialización como proveedores de bienes primarios y compradores de bienes intermedios y de capital, con un alto contenido de conocimiento tecnológico. En este escenario se perpetúa el intercambio desigual entre el centro y la periferia, esta última depende de la oscilación de los precios de las materias primas en mercados controlados por las grandes empresas transnacionales, al tiempo que se precariza el empleo en los países menos desarrollados.

Un papel sobresaliente en el proceso de profundización de la DIT y, por ende, de la globalización, lo desempeñan las empresas transnacionales (ETN). Mediante su accionar, sustentado en estrategias de cadenas globales de valor (UNCTAD, 2013b, p. 10), las ETN han ido perfeccionando una especie de división del trabajo a su interior, lo que les permite evadir los controles por parte de los países donde hacen presencia. A su vez, al trasladar su producción a países con salarios bajos, ricos en recursos naturales y atractivos beneficios ofrecidos por los gobiernos locales, refuerzan su carácter apendicular y su especiali-zación en actividades económicas que favorecen, principalmente, los intereses de las ETN, en detrimento del avance del mercado interno, supeditando su desarrollo a la estrategia expansionista de las potencias económicas (Romero, 2007, p. 253).

En el nuevo contexto, el proceso, que antes se administraba desde la casa matriz de la ETN, se descentraliza mediante la creación de filiales en otros países, lo que conduce a un creciente intercambio de bienes y servicios intra-firma, donde el producto final se elabora al mismo tiempo en varios sitios geográficos, mediante la producción de partes y el ensamblaje de las mismas (por ejemplo, la industria automotriz, la producción de PC, tabletas, etc).

Otro factor a tener en cuenta es que, al deslocalizar sus negocios, las ETN no solo invierten en los países receptores, sino que también transfieren el modelo consumista-depredador y los valores culturales imperantes en su país de origen, a través de los medios modernos de comunicación. Igualmente, las ETN juegan el papel de puente entre los intereses de la metrópoli y la orientación política de los países anfitriones, que deben plegarse incondicionalmente a sus pretensiones.

3. LAS DESIGUALDADES GLOBALES

Rasgo característico de la globalización es que, pese a su enorme potencial integrador, tiende a profundizar la brecha socioeconómica, científica y tecnológica entre un reducido grupo de potencias y la mayoría de países que integran la comunidad mundial de naciones; brecha que, según el PNUD, se ha transformado en un abismo (PNUD, 2010, p.46). El control económico, científico, político y militar, por parte de las grandes potencias, hace cada vez más vulnerables a los países menos desarrollados, globalizados a la fuerza por las primeras, que hacen las veces de "globalizadores". Esta vulnerabilidad se hace evidente, especialmente en épocas de crisis, debido al carácter apen-dicular de su inserción en la DIT y a la dependencia financiera y de la exportación de bienes primarios, expuestos a las oscilaciones de los precios en los mercados internacionales, controlados por las ETN.

Las desigualdades globales tienen su origen en el carácter desigual del desarrollo capitalista y si bien algunos de los llamados "países emergentes", como los BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica), han ingresado al club de los más desarrollados (G-20), la tendencia se mantiene, especialmente al interior de los mismos4. De otro lado, el desarrollo desigual tiende a modificar el protagonismo de los principales países en el contexto mundial de la economía. Así, por ejemplo, para el 2030 se estima que China pasará al primer lugar, de acuerdo con el monto total del PIB (posición que conservaría también en el 2050), seguido, en su orden, de Estados Unidos, India, Japón, Rusia, Brasil, entre otros (PwC Economics, 2013, p.2, table 1).

De acuerdo con la OMC, "entre 1980 y 2011 las economías en desarrollo, a escala mundial, aumentaron su participación en las exportaciones del 34 al 47 %, y en las importaciones, del 29 al 42 %" (OMC, 2013: p.45). Sin embargo, como se reconoce en el informe, este aumento se debe básicamente al protagonismo de los países asiáticos, especialmente China. En efecto, como podemos observar en el cuadro 1, en 2013 Europa, América del Norte y Asia concentraban el 75.1 % de las exportaciones y el 85.7 % de las importaciones mundiales5. En el caso de Asia, que participa con el 26.1 % de las exportaciones y el 31.9 % de las importaciones, tan solo dos países: China y Japón, concentran el 50.5 % y el 46.7 % de las mismas, respectivamente. Para comprender mejor las desigualdades por este concepto, tomamos como ejemplo la comparación entre Japón y África y América del Sur, Central y el Caribe. Como vemos en el cuadro 1, solamente Japón supera en exportaciones e importaciones a África (54 países con 1000 millones de habitantes) y América del Sur, Central y el Caribe (38 países con casi 600 millones de habitantes). China, por su parte, por concepto de exportaciones casi iguala al resto de países del mundo, mientras que por importaciones lo supera ampliamente.

Otro indicador de la desigualdad es la distribución del PIB global. Como podemos observar en el cuadro 2, en el 2012 Estados Unidos, China y Japón, concentraron el 41,7% del total. Otro grupo, conformado por Alemania, Francia, Reino Unido, Brasil, Rusia, Italia, India y Canadá, generó en ese mismo año el 25,5 %. Esto significa que tan solo 11 países generan el 67,2 % del PIB mundial. Si incluimos España, México y Corea del Sur se tiene que tan solo 14 países concentran el 72,2 % del total. Al resto de países (212) les queda tan solo el 27,8 % de dicho producto.

Por grupos de países (ver cuadro 3), la participación de las llamadas economías desarrolladas en el PIB global (a precios corrientes) tiende a disminuir, al pasar de cerca del 70 % en 1970 y del 80 % en los noventa, al 60 % en 2012. Al mismo tiempo, las economías en desarrollo aumentaron su participación de cerca del 17 % en 1970, a cerca de 36 % en 2012. Este aumento se debe básicamente a la creciente importancia de los países de Asia Oriental, Sur-Oriental y del Sur (21 % en 2012) y de los llamados BRIC, en especial, por el repunte impresionante de la economía china durante la década del 2000. Si hacemos el análisis teniendo en cuenta el PIB expresado en paridades de poder adquisitivo (PPA), observamos que la correlación, en cuanto a participación, se modifica considerablemente. Así, las economías desarrolladas pasan de un 63 % en 1990 y 61 %, al 48 % en 2012, mientras que las economías en desarrollo lo hacen de cerca de 29 % en 1990 al 47.3 % en 2012. Gran parte de este incremento corresponde a los países de Asia Oriental, Sur-Oriental y del Sur (cerca del 31 % en 2012), gracias a la participación China (15 % en 2012). Sin embargo,

(...) esto no significa que los países en desarrollo sean tan importantes como los desarrollados como impulsores del crecimiento global, porque la contribución de un país a la oferta y la demanda mundiales, así como los efectos inflacionarios o deflacionarios que trasmite a otros países, están determinados por los valores de mercado de los bienes y servicios, más que por su equivalencia en PPA. (UNCTAD, 2013a, p.23)

Un indicador importante de la desigualdad social global es la distribución del ingreso. Aunque en comparación con 1990 se observa una leve disminución, en 2007 el 20 % de la población más rica del planeta concentraba el 82.8 % del ingreso global, al tiempo que al 20 % más pobre le correspondía tan solo el 1 %. En los quintiles intermedios se tiene que el 60 % concentra tan solo el 16.2 %. O sea que en total, el 80 % de la población mundial obtiene solamente el 17.2 % del ingreso global (Ortiz & Cummins, 2012, p.12, tabla 1). Por países se tiene que en 2007 el 20 % de los más ricos concentraba el 81.2 % del ingreso global, mientras que al restante 80 % le correspondía tan solo el 18.8 % del mismo, siendo dramática la situación para el 20 % de los más pobres, a quienes les quedaba tan solo el 1.3 % de dicho ingreso; se trata fundamentalmente de países ubicados en el África Subsahariana y Haití en el Caribe (Ortiz & Cummins, 2012, p.12, tablas 3 y 4).

Se estima que el ingreso de los 500 individuos más ricos es superior al de 416 millones de personas más pobres en el mundo. Lo irónico de todo esto es que para sacar de la pobreza extrema a mil millones de personas se necesitan tan solo 300 mil millones de dólares, lo que equivale al menos del 2 % del ingreso del 10 % más rico de la población mundial (PNUD, 2005, pp.4-5).

En cuanto a la pobreza de ingreso, el panorama no es menos desolador. Como se observa en el cuadro 4, en el 2005, 2,564 millones de personas sobrevivían con 2 dólares diarios, la mayoría de ellas ubicadas en Asia del Sur (especialmente en la India), Asia del Este y Pacífico (China) y África Subsahariana. En comparación con 1981, en términos globales la situación prácticamente no ha mejorado, con excepción de China, donde el número de pobres por este concepto se redujo en más de la mitad, mientras que en India y África Subsahariana aumentó el 36 y 89.1 por ciento, respectivamente. En cuanto al porcentaje de la población de cada región y país que vive en estas condiciones, la situación más dramática se presenta en el África Subsahariana (72.9 % en 2005), prácticamente igual a hace 24 años. Le sigue Asia del Sur, principalmente India (75.6 % en 2005), 10 puntos porcentuales menos que en 1981. En mejores condiciones relativas se encuentran Europa y Asia Central (8.9 %), Latinoamérica y el Caribe (17.1 %) y Medio Oriente y África del Norte (16.9 %). La situación es más dramática para los 1,374 millones de personas en extrema pobreza que deben subsistir con 1,25 dólares al día (Cuadro 3). El mayor porcentaje de pobres (70 %) se concentra en el sector rural, donde vive la mitad de la población mundial (IFAD, 2011, p.16).

Disminuir la pobreza de ingreso no es fácil, pues, como señalan Ortiz y Cummins (2012, p. vii):

Si bien es cierto que hay progreso, el ritmo de cambio es demasiado lento; se estima que se necesitarían aproximadamente 800 años para que los mil millones de personas más pobres del planeta alcanzaran el diez por ciento de los ingresos mundiales. También es muy preocupante la prevalencia de niños y jóvenes entre los quintiles pobres - un 50 por cien está por debajo de la línea de la pobreza de dos dólares al día.

El método utilizado por el Banco Mundial para medir la pobreza ha sido cuestionado por diversos autores y organismos, quienes argumentan que incluso con 5 dólares diarios no es posible cubrir los gastos básicos en alimentación, vestido, vivienda, salud y educación. En un estudio especializado se afirma que, a escala global, 4 mil millones de personas, que constituyen la base de la pirámide económica, con ingresos inferiores a 3 mil dólares anuales, viven en situación de pobreza relativa. Sus ingresos (en dólares de los Estados Unidos) eran menores a 3.35 dólares diarios en Brasil, 2.11 en China, 1.89 en Ghana y 1.56 en India (Hammond et al, 2007).

En las últimas décadas, el concepto de pobreza ha venido evolucionando y ya no solo se concentra en el nivel de ingreso como único indicador. Para el premio Nobel de Economía, Amartya Sen, la pobreza es ante todo la privación de las capacidades y derechos de las personas. Se trata, según el autor, de la privación de las libertades fundamentales de las personas, "para llevar el tipo de vida que tiene razones para valorar" (Sen, 2000, p.114). Si aparte del ingreso, la población cuenta con una buena asistencia social en el campo de la salud, la educación, el acceso a una vivienda digna, puede alcanzar un mejor nivel de vida. Pero además, es necesario poder participar en la toma de decisiones que tienen que ver con sus intereses, disfrutar de libertades políticas, de respeto por los derechos humanos y de un medio ambiente sano, lo cual tiende a mejorar su calidad vida. A partir de estas ideas, el PNUD desarrolló el concepto de desarrollo humano, el cual refleja las funciones y capacidades de la gente; "en definitiva, el desarrollo humano es el desarrollo de la gente, para la gente y por la gente" (PNUD, 2000, p.17).6

Las desigualdades globales se extienden a otros ámbitos, como en el caso de las nuevas tecnologías, donde el uso de Internet evidencia la brecha que existe entre el centro y la periferia capitalistas. A escala global, el grado de penetración de Internet en la población mundial (más de 7 mil millones en 2012) es de apenas el 34.3 %. Si bien el mayor porcentaje de usuarios (2,405,518 mil, a mediados de 2012) se concentra en Asia (44.8 %), donde a su vez se encuentra el 55.9 % de la población mundial, el grado de penetración es de apenas el 27.5 %. En el otro extremo se ubica Norteamérica, que con tan solo el 5 % de la población mundial y el 11.4 % del total de usuarios, muestra la más elevada penetración (78.6 %). Otras regiones con mayor penetración son Oceanía/Australia (67.6 %), Europa (63.2 %), Latinoamérica/Caribe (42.9 %) y Oriente Medio (40.2 %). Donde menor penetración se observa es en África (15.6 %) (Éxito Exportador, 2012). Donde más se observa la brecha tecnológica por este concepto es el acceso al servicio de banda ancha. En el 2011, a escala global, por cada 100 habitantes tan solo 8 tenían acceso a la banda ancha. En los países más desarrollados este indicador era de 24, mientras que en los en desarrollo apenas llegaba a 5 (ITU, 2013).7

Aparte de la brecha en el uso de las nuevas TIC entre los países más desarrollados y el resto de naciones, lo más negativo es el control que ejercen los Estados Unidos sobre la red de redes, la Internet, lo cual les permite espiar no solo a sus ciudadanos, sino al resto del mundo. A tal punto ha llegado el reciente escándalo por este hecho que la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, ha anunciado públicamente la creación de un sistema de Internet, independiente de Estados Unidos e Inglaterra, que integraría al grupo de los BRICS (Rusia, China, India, África del Sur y Brasil), los cuales concentran el 45 % de la población mundial y el 25 % del PIB global (Pascali, 2013).

Es bien conocida la brecha que existe entre las potencias económicas y la mayoría de los países del mundo, en materia de investigación científica, en la producción de conocimiento y en la innovación tecnológica. Un indicador de estas asimetrías es la solicitud y aplicación de nuevas patentes. En 2008, el grupo de países de ingreso alto concentraba el 74,1 % de la aplicación mundial de patentes, seguido de los países de ingreso medio con 25.7 % y de ingreso bajo, con apenas el 0.2 % (WIPO, 2010, p.41)8. En 2006, de 1,76 millones de solicitudes de patentes, el 51.2 % se concentró en Japón (29.1 %) y Estados Unidos (22.1 %). Solo 7 países (Japón, Estados Unidos, República de Corea, Alemania, China, Francia y Reino Unido) controlaban el 80,5 % de dichas solicitudes (OMPI, 2008, p.16). El 19.5 % restante le correspondía a la inmensa mayoría de países de ingreso medio y bajo. En ese mismo año (2006), de las 727.000 patentes concedidas a escala mundial, el 73 % se concentró en Japón, Estados Unidos, Corea del Sur y Alemania (OMPI, 2008, p.7).

En 2011, el 96,8 % de la solicitud de patentes se concentraba en los países de ingreso alto (67.0 %) y medio alto (29.8 %) (WIPO, 2012, p.5). Similar situación se observa en el caso de las llamadas solicitudes PCT (Patent Cooperation Treaty) (WIPO, 2013, p.27, tabla A.2.2).

Esta supremacía en materia de patentes les permite a los países más desarrollados, y a las grandes corporaciones, controlar el avance del conocimiento a escala global y, en consecuencia, ejercer dominio sobre el resto de países del mundo y reforzar las desigualdades sociales. Como señala Stiglitz (2013):

In obtaining the patent, Myriad, like most corporations, seemed motivated more by maximizing profits than by saving lives - if it really cared about the latter, it could and would have done better at providing tests at lower costs and encourage others to develop better, more accurate and cheaper tests.

Si a esto le agregamos la brecha en materia de inversión en I&D, así como la concentración de las mejores universidades y centros de investigación en las naciones más prósperas, la situación es aún más dramática.

Con base en lo anterior9, no es difícil inferir el carácter limitado de la globalización capitalista. Se trata de una especie de "choque de globalizaciones", donde los países más desarrollados imponen las reglas al resto del mundo, gracias a sus ventajas comparativas en capital y bienes y servicios, intensivos en conocimiento (Gallagher, 2013, p.2). De hecho, el principal obstáculo con que tropieza este proceso es el esquema global de reproducción capitalista, el cual impide que la globalización despliegue todo su potencial positivo y más bien tienda a profundizar un sistema asimétrico de relaciones internacionales (Romero & Vera, 2003, p.111). En este proceso se transfiere a los países dominantes (vía intercambio desigual), desde la periferia del sistema, parte importante del ahorro nacional y se profundiza el esquema de desarrollo apendicular, supeditado a los intereses del gran capital transnacional.

En general, pese al impulso globalizador de las últimas décadas, este proceso aún dista mucho de ser realmente global, puesto que la mayor parte del comercio se realiza dentro de las regiones más importantes y, especialmente, al interior de las cadenas globales de valor de las mismas ETN, que incorporan nuevas dimensiones a las relaciones centro-periferia, basadas en esos intercambios empresariales intragrupo.

Geográficamente, en 2009 América del Norte, Europa y Asia realizaban el 48 %, 72,2 % y 51,6 %, respectivamente, de las exportaciones dentro de sus respectivos bloques, siendo similar tal situación en el caso de las importaciones (38 %, 71 % y casi 58 %, respectivamente). Por su parte, las transacciones realizadas en el marco de las cadenas globales de valor, coordinadas por las ETN, representan más del 80 % de los flujos de comercio internacional (UNCTAD, 2013b, p. 10). Las regiones más dependientes del comercio mundial son, en su orden, África, Oriente Medio, la Comunidad de Estados Independientes y América del Sur y Central (OMC, 2010), pero su participación a escala global es minoritaria.

Otro aspecto a destacar es el carácter cada vez más parasitario de la economía mundial, el cual se refleja, fundamentalmente, en la especulación financiera practicada por los grandes bancos de los países más desarrollados, lo que genera inestabilidad y crisis, en detrimento del sector productivo y del empleo. Esta situación tiende a profundizar las desigualdades entre las naciones, redistribuyendo la riqueza global en favor de los más poderosos. Es tal la fuerza de la economía especulativa que en 2011 se estimaba que el mercado de obligaciones era mil veces mayor que el PIB global, mientras que el de los llamados derivados lo superaba en más de 6.500 veces. En ese mismo año la cantidad de dinero que circulaba en dos horas y media equivalía al PIB anual global (Giribets, 2011, p.1). Asociado a lo anterior está la proliferación de los llamados paraísos fiscales, donde se agazapan los activos de las empresas transnacionales, con el fin de evadir el pago de impuestos.

La tendencia al parasitismo se enmarca dentro de la concepción neoliberal de delegar en el mercado la responsabilidad de regular el comportamiento de la economía, limitando al máximo la intervención del Estado en el mismo. Refiriéndose al neoliberalismo, el premio Nobel de Economía, Stiglitz (2008), lo describe como: "ese revoltijo de ideas basadas en la concepción fundamentalista de que los mercados se corrigen a sí mismos, asignan los recursos eficientemente y sirven bien al interés público". Como se señala en la presentación del libro de Polanyi (1989):

Los pioneros del absolutismo económico soñaron con una sociedad sin trabas para el comercio de modo que viviese al ritmo marcado por el desarrollo de un mercado autorregulador. Pero este pilar central del credo liberal -que proporciona refuerzo y sentido a otras piezas fundamentales del sistema de mercado del siglo XIX tales como el patrón-oro, el equilibrio entre las potencias y el propio Estado liberal-, dejó a las sociedades a merced de los vaivenes imprevisibles provocados por la especulación, el afán de lucro y la libre competencia en los negocios. Por primera vez en la historia de la humanidad la sociedad se convertía en una simple función del sistema económico y flotaba sin rumbo en un mar agitado por las pasiones y los intereses, como un corcho en medio del océano. La tierra, los hombres y el dinero se vieron fagocitados por el mercado y convertidos en simples mercancías para ser compradas y vendidas. (p.9)

De esta manera se instaura el sometimiento de la actividad productiva a la dictadura del capital financiero, desviando el interés del inversionista hacia la economía de casino (especulativa), al tiempo que mientras los banqueros ricos acumulan ganancias récord, los trabajadores reciben una parte cada vez más pequeña del ingreso nacional; o sea, prosperidad para unos pocos y empobrecimiento para la mayoría. Este modelo de "economía de casino" ha provocado varias crisis económicas, la última de las cuales echó por tierra el culto incondicional al mercado capitalista, obligando a los defensores del sistema a recular y pedir ayuda al "odiado" Estado, para poder salir a flote. Tal es el caso de los Estados Unidos, donde el gobierno invirtió enormes cantidades de dinero para salvar a los bancos y demás empresas en quiebra, al tiempo que recortaba el gasto social y se destruían miles de empleos. Similar situación se vive actualmente en Europa.

En el carácter incompleto de la globalización, comandada por las superpotencias y las ETN, se reflejan las limitaciones del modo capitalista de producción, a escala global, para reducir las desigualdades que impiden a los países menos desarrollados insertarse de manera ventajosa en la economía mundial. Si bien estos países son arrastrados por el torrente globalizador, su participación los convierte en enclaves del capital extranjero (cadenas globales de valor) y en consumidores de tecnología, en gran medida obsoleta, proveniente de las regiones más desarrolladas; en basureros de los desechos radioactivos que producen las industrias; en objetos de saqueo de los recursos naturales, sin importar el daño socioecológico que produce; en alienados receptores de los valores sociales de la cultura dominante, ajenos a su contexto local. De esta manera se va moldeando una mentalidad sumisa y dependiente, que reproduce y profundiza las condiciones de desigualdad.

4. LAS INSTITUCIONES DE LA GLOBALIZACIÓN

Con el ánimo de paliar los efectos negativos de la globalización capitalista se han creado organizaciones como el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial, la Organización Mundial del Comercio (OMC) y otras tantas, controladas por los países más desarrollados. El FMI fue creado con el fin de corregir los desequilibrios económicos de la posguerra; sin embargo, con el tiempo se fue convirtiendo en un instrumento de manipulación de las políticas públicas en los países de la órbita capitalista, para favorecer los intereses de las grandes potencias. Ya en la década del setenta, el escritor Eduardo Galeano (1997) denunciaba que con el pretexto de lograr la estabilización monetaria, el FMI imponía en América Latina

(...) una política que agudiza los desequilibrios en lugar de aliviarlos. Liberaliza el comercio, prohibiendo los cambios múltiples y los convenios de trueque, obliga a contraer hasta la asfixia los créditos internos, congela los salarios y desalienta la actividad estatal. (p. 344)

Como señala Stiglitz, varias décadas después, las políticas de ajuste estructural, "recomendadas" por el FMI con el fin de superar los desequilibrios internos y afrontar las crisis, "produjeron hambre y disturbios" y, aun cuando funcionaron temporalmente, "los beneficios se repartieron desproporcionadamente a favor de los más pudientes, mientras que los más pobres en ocasiones se hundían aún más en la miseria" (Stiglitz, 2002, p.16)

En cuanto al Banco Mundial, si bien al comienzo su preocupación era combatir la pobreza, con el tiempo terminó aplicando las políticas emanadas del llamado Consenso de Washington, dirigidas a promover una serie de reformas dentro del espíritu neoliberal, con el fin que los países menos desarrollados, en especial los latinoamericanos, se encaminaran hacia una apertura económica incondicional, liberalizando los mercados, eliminando las barreras a la inversión extranjera, privatizando las empresas del Estado, precarizando el empleo, entre otras medidas10. El balance de estas políticas es más que negativo: se mantiene la pobreza y, en algunos casos, aumenta; se mantiene el alto desempleo y aumenta el empleo informal, se profundiza la dependencia tecnológica, la industria y el agro languidecen frente a la competencia internacional, el campo se despuebla y, lo más grave, se pierde cada día más independencia política.

La OMC fue creada en reemplazo del GATT, con el fin de facilitar la solución de diferencias entre los países miembros y de elaborar un conjunto de normas que regulen las relaciones comerciales entre las naciones, con miras a que el comercio sea más fluido, previsible y libre, "en lo posible". Según sus directivas, la OMC:

Es una Organización para la apertura del comercio. Es un foro para que los gobiernos negocien acuerdos comerciales. Es un lugar en el que pueden resolver sus diferencias comerciales. Aplica un sistema de normas comerciales. En lo fundamental, la OMC es un lugar al que los gobiernos Miembros acuden para tratar de resolver los problemas comerciales que tienen unos con otros. (OMC, 2014)

Una constante en las deliberaciones de las diferentes rondas de la OMC ha sido la hegemonía de los países más desarrollados, que terminan imponiendo condiciones lesivas a la mayoría de los miembros, como en el caso del dumping, especialmente por los elevados subsidios a los productores agropecuarios11, la resistencia al control de la emisión de gases de efecto invernadero, entre otros. En dichas "negociaciones", los países en desarrollo siempre llevan las de perder, situación que pone en entredicho la pertinencia de esta organización. Todo lo anterior ha conducido a que el llamado movimiento antiglo-balización enfoque su protesta, fundamentalmente, contra la OMC.

5. ALTERNATIVAS

Es de sentido común afirmar que dentro del actual esquema de reproducción capitalista a escala global, no podrán ser superados los desequilibrios socioeconómicos que impiden que el proceso de globalización despliegue todo su potencial. Se requieren profundas transformaciones en el sistema de relaciones internacionales imperante, con miras a construir un nuevo orden económico internacional más equilibrado y justo. En este sentido se ha venido luchando hace mucho tiempo, como es el caso del Movimiento de Países No Alineados, surgido durante la llamada Guerra Fría y debilitado a raíz del hundimiento del sistema socialista mundial.

Uno de los mitos que es necesario derrumbar es el fetichismo del mercado12, para evitar que se reproduzcan las desigualdades, tanto a escala global como local, y se alcance un equilibrio sostenible en el tiempo y en el espacio, haciendo menos traumático el proceso de inserción de los países menos desarrollados en el sistema de la economía mundial. En nombre de la infalibilidad del mercado se justifica la distribución desigual de la riqueza y la dictadura del capital financiero sobre el resto de la economía, limitando el proceso globalizador en toda su magnitud. En este sentido es prioritario, dentro de la agenda transformadora de la globalización, luchar contra la tendencia parasitaria de la economía capitalista y exigir una mayor regulación del mercado.

Otro aspecto importante en este esfuerzo es la lucha contra el consumismo depredador, esparcido por todo el mundo a través de la exportación del modo de vida de las principales potencias económicas y que tanto daño le ha hecho al equilibrio ecológico del planeta. Esta tendencia debe ser sustituida progresivamente por patrones de consumo responsable, que persiga la satisfacción de necesidades humanas sin causar daños significativos e irreparables al ambiente.

Pero se observa que el consumismo, como una aberración del consumo, es uno de los factores responsables del agotamiento de los recursos naturales y de la deformación de los patrones de consumo necesario. El bombardeo publicitario, a través de los medios de comunicación, hace que el comprador adquiera cosas que en realidad no necesita, cayendo sistemáticamente en la trampa del consumismo. Es la creación artificial de necesidades, las que a su vez demandan más y más nuevos productos. A esto contribuye la estrategia de la obsolescencia programada para los productos de consumo duradero, según la ecuación comprar-tirar-comprar, o del "úselo y tírelo". Como señala Galeano (2013):

¡¡Nos están fastidiando!! ¡¡Yo los descubrí!! ¡¡Lo hacen adrede!! Todo se rompe, se gasta, se oxida, se quiebra o se consume al poco tiempo para que tengamos que cambiarlo. Nada se repara. Lo obsoleto es de fábrica.

Bauman (2013), por su parte, anota que "el advenimiento del consumismo anuncia una era de productos que vienen de fábrica con 'obsolescencia incorporada', una era marcada por el crecimiento exponencial de la industria de eliminación de desechos."

Este consumismo desaforado tiene su asidero en la estrategia del crecimiento por el crecimiento, de tal forma que este último se convierte en un fin en sí mismo, sin importar las consecuencias socioeconómicas y ambientales que pueda traer. Como señala Max Neef (2007):

El sistema económico llega así a confundirse con la sociedad misma, la domina y la determina, hasta el punto en que su expansión ya no ocurre para satisfacer las necesidades de consumo de las personas sino que éstas consumen más y más para satisfacer así las necesidades de crecimiento del sistema. (p.48)

Posiciones más radicales contra la globalización capitalista sugieren salidas como la "desglobalización" (Bello, 2009, p. 47), el "decrecimiento económico" (Latuoche, 2008; Slade, 2007), el "altermundismo" o la "alterglobalización", o el llamado "ecosocialismo" (De la Cuadra, 2011), las cuales, en mayor o menor medida, buscan desmontar el actual sistema de relaciones internacionales, con miras a lograr un desarrollo sostenible en lo socioeconómico, lo ambiental y lo político. En contraposición al llamado Foro Económico Mundial, el foro de los ricos, surge el Foro Social Mundial, que se realiza paralelamente al primero, y que tiene como objetivo lograr una "globalización diferente". De este último se desprende la iniciativa "otro mundo es posible", centrado en el bienestar humano y en el respeto por la naturaleza, por fuera del capitalismo y del socialismo conocido.

En contra del modelo "comprar-tirar-comprar", o "producir-usar-tirar", se promueve el concepto de "economía circular", sustentada en lo socieconómico y lo socioecológico, integrando en forma sostenible lo económico, lo social y lo ambiental. "Una economía circular se concibe como un sistema industrial diseñado intencionalmente para ser restaurativo o regenerativo" (Ellen MacArthur Foundation, 2013, p. 7); en ella se busca sustituir modelos de consumo basados en el desperdicio, por modelos que utilizan energías renovables y eliminan el uso de tóxicos, partiendo de un diseño superior de los productos.

Todas estas alternativas podrían ubicarse, en mayor o menor medida, dentro de la opción política de izquierda que ya no plantea el fin del capitalismo y más bien se concentra en desarrollar una especie de modus vivendi con el mismo (caso de la socialdemocracia, Estado de bienestar, keynesianismo), "que permita minimizar los costos sociales de la acumulación capitalista dominada por los principios del individualismo (versus comunidad), la competencia (versus reciprocidad) y la tasa de ganancia (versus complementariedad y solidaridad)" (De Sousa, 2010, p. 25).

CONCLUSIONES

Como proceso, la globalización es irreversible, aunque no lineal, pues a lo largo de la historia ha tenido sus altibajos. La profundización de la globalización depende del desarrollo de las fuerzas productivas, especialmente de la ciencia y la tecnología, las cuales permiten, a su vez, el avance en profundidad y extensión de la División Internacional del Trabajo, soporte material de aquella.

Bajo el predominio de las relaciones capitalistas de producción a escala mundial, la globalización se ve en gran medida limitada por el esquema de reproducción del sistema, que no permite que sus beneficios lleguen a todos por igual. La mayoría de países que conforman la llamada periferia es sometida a los intereses de un pequeño grupo de potencias en lo económico, lo político, lo militar y lo científico, convirtiéndolos en simples apéndices del capital transnacional, sin que la brecha (en todo sentido) que los separa disminuya. Como señala George (2013):

Hemos permitido al capitalismo hacerse, virtualmente, con cada aspecto de la existencia humana; tenemos un sistema financiero que está completamente fuera de control, y ninguna autoridad parece querer controlarlo; hay una carrera entre las compañías multinacionales para hacerse con los recursos que quedan, ya sea energía, comida, tierra, agua, metales, oro... Y hace 10 años parecía que se estaba produciendo una toma de conciencia ecológica, pero eso parece haber desaparecido completamente.

En estas circunstancias, solo una profunda transformación del actual orden económico internacional, donde los países menos desarrollados tengan un mayor protagonismo, donde se revierta la tendencia hacia el parasitismo económico y hacia la profundización del desequilibrio ecológico, donde las reglas del comercio internacional sean más equilibradas, hará posible cambiar el rumbo de la globali-zación, esta vez en beneficio de todos.


1 Algunos autores (Huwart & Verdier, 2013, p.20) sitúan el surgimiento de la globalización mucho antes de la civilización griega.

2 Para la CEPAL (2002, p.19), la segunda etapa de la globalización se ubica entre 1945 y 1973, caracterizada por "un gran esfuerzo por desarrollar instituciones internacionales de cooperación financiera y comercial, y por la notable expansión del comercio de manufacturas entre países desarrollados, pero también por la existencia de una gran variedad de modelos de organización económica y una limitada movilidad de capitales y de mano de obra".

3 Una periodización detallada de las fases de la globalización se puede consultar en OMC(2013, pp.46-47)

4 En Estados Unidos, por ejemplo, el 1 % de las familias concentra el 38.3 % de la riqueza y el 5 % - el 74.2 % de la misma (The state of Working America, 2012).

5 Cabe resaltar que las exportaciones de los países más desarrollados contienen un alto valor agregado tecnológico, a diferencia de las exportaciones de los países en desarrollo, caracterizadas por un bajo valor agregado del mismo. Esto condiciona un intercambio desigual, que se perpetúa en el tiempo y que limita la capacidad de ahorro de estos últimos.

6 Para profundizar en el tema de la pobreza, recomiendo consultar Romero (2002), UNRISD (2012) y Valdivieso (2011).

7 Para el 2010 consultar ITU-UNESCO (2011, p.3, figura 1.1).

8 Cabe destacar que la mayoría de las patentes presentadas por los países de ingreso bajo son de no residentes, es decir, son presentadas por empresas extranjeras.

9 Sin mencionar aspectos tan importantes como el análisis del índice de desarrollo humano y el nuevo concepto de pobreza multidimensional.

10 Un ejemplo claro de sometimiento a dichas políticas lo ofrece Colombia, en especial los dos últimos gobiernos.

11 Como señala Caballero (2013): "el TLC con los Estados Unidos le pro-híbe a Colombia subsidiar sus productos agropecuarios, no solo para la exportación sino para el consumo interno; pero en los mismo días en que ese tratado entraba en vigor, el Congreso norteamericano decidía duplicar los subsidios gubernamentales otorgados a su propia agricultura, que pasaron de un golpe de 50.000 a 90.000 millones de dólares anuales".

12 Como acertadamente lo describe Espinoza (1994), "El fetichismo del mercado sirve para disculpar toda clase de excesos e iniquidades. Si crece el número de pobres en proporción inquietante; si los salarios reales se deterioran; si el agro languidece y aumenta a paso rápido la desigualdad social, culpa es de las fuerzas ocultas que gobiernan las economías".


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Economía del Caribe
Revista de economía de la Universidad del Norte
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Universidad del Norte
Barranquilla (Colombia)
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