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Eidos presenta a sus lectoras y lectores un número especial, no solo porque no es habitual un tercer número al año sino porque es resultado de un evento muy significativo: el I Congreso Internacional de Estudios Latinoamericanos y del Caribe,, realizado en noviembre de 2019, cuando nadie anticipaba que nuestro mundo se vería amenazado por un virus que afectó, de una forma o de otra, a la mayoría de habitantes de este planeta.

El Congreso fue una iniciativa colectiva que durante los días 14, 15 y 16 de noviembre de 2019, bajo la organización compartida de REC-Latinoamérica, Universidad del Norte y Universidad del Atlántico, congregó en la ciudad de Barranquilla un numeroso y excelente grupo de conferencistas, profesores, estudiantes y participantes en torno a cinco problemas de Latinoamérica y del Caribe: la pobreza extrema y la desigualdad; la raza y la situación de las poblaciones afros e indígenas; el feminismo decolonial y negro, la lucha contra el patriarcado; el ecosistema, la biodiversidad y la sostenibilidad, pensar la vinculación entre la experiencia de la vida humana y la forma en que esta se relaciona con el entorno; y las formas de violencias extremas en Latinoamérica y el Caribe (modos de necropolíticas y de producción de vida desnuda).

Siguiendo la posición crítica que llevó a los organizadores a proponer el encuentro, el Congreso quiso poner de relieve la importancia de la crítica en América. Gracias a los trabajos de Mignolo, Castro-Gómez, Quijano, Segato y Dussel, hoy tenemos un camino allanado para la crítica frente a los legados violentos que el eurocentrismo forjó durante la colonización en América Latina y el Caribe. Hablamos de procesos de desposesión de tierras, masacres, negación absoluta de lo Otro en pro de la idea de un hombre blanco ilustrado y propietario. Muchos de estos procesos hoy siguen teniendo incidencia social, cultural y política. Se trata de las herencias coloniales.

Para los organizadores es importante apostar por la crítica en América Latina y el Caribe. Tomar posición con respecto a estas violencias estructurales y subjetivas que derivan de las herencias coloniales propias del proyecto de la modernidad (racismo, clasismo, machismo, patriarcado, modos de oligarquías, soberanías, modos de necropoder, etc.). No se trata de producir otra modernidad ni de salir de esta en una especie de regresión antimoderna. Más bien producir una matriz de preguntas que tenga en consideración el hecho de que buena parte de las formas en las que hoy pensamos, sentimos, nos organizamos y juzgamos el mundo están sostenidas sobre procesos violentos que se han desplegado históricamente gracias a la división entre sur global y norte global, países desarrollados y países subdesarrollados. El modo como estas herencias se conjugan además con las lógicas del neoliberalismo es un asunto que apremia el pensamiento y la reflexión.

Por lo dicho anteriormente, Eidos consideró como un acto importante dejar memoria del Encuentro publicando once de las intervenciones en el Congreso, a las que aunamos dos artículos, que por sus preguntas bien pudieran haber estado allí en la ocasión. Presentamos, entonces, trece artículos que darán cuenta del tenor de las discusiones planteadas:

-Los trabajos de María del Rosario Acosta y Mathew Renault se preguntan sobre el asunto de la memoria y la historia desde una perspectiva decolonial. ¿Estamos abocados a cambiar las gramáticas de la escucha? ¿Puede haber una filosofía decolonial de la Historia? Para Acosta se hace necesario descolonizar el modo en que se escucha el legado traumático colonial, así se podrá reescribir la historia y darle espacio a una memoria que resiste (e insiste) desde su olvido. Ambos artículos son importantes para la reflexión en las discusiones sobre historia, violencia y memoria.

- Rocío Zambrana, Amalia Boyer y Angélica Montes hablan del Caribe y subversiones. Zambrana piensa la deuda y un caso de subversión en Puerto Rico desde la experiencia de la Colectiva Feminista. Muestra modos complejos de subversión y torsión en los espacios donde los cuerpos hacen resistencia al poder. Boyer trae el Caribe insular al pensamiento. Piensa una geografía mental para hacer crítica a ciertos imaginarios del quehacer académico tradicional y propone construir un proyecto común del pensamiento crítico que parta del Caribe y el archipiélago. Montes, apoyándose en Édouard Glissant, propone una epistemología no europea desde el Caribe. Relaciona las categorías de creolización (de Glissant) con cosmopolitismo y cosmopolitización (modernidad) para extraer consecuencias críticas.

- Hernán Cortés y Jaime Santamaría decidieron hablar sobre modos de violencias y despojos en el contexto de Colombia. Cortés recupera la categoría de tierra para acentuar la materialidad de la reflexión sobre el neoliberalismo en Colombia y Santamaría trae las tecnologías y técnicas de un necropoder paramilitar que operó en la masacre de El Salado. Dos caras de una misma moneda: violencia y despojo, sangre y tierra. Ambos pensadores se esfuerzan por hacer crítica a la violencia que ha caracterizado la historia reciente del país y encuadrarla en una crítica de/poscolonial.

- Ricardo Espinoza Lolas y Pedro DiPietro se posicionan desde la crítica feminista y la crítica trans, respectivamente. Espinoza recupera la figura del dios griego Dyónisos y la relee desde la categoría Queer. Con ello problematiza nociones de cuerpo y performatividad, lo humano y la política. DiPietro explora las vivencias de los pueblos Indígenas de Mesoamérica— Aymara, Maya, Nahua, K'ich'e, Kuna—, la comunidad travesti del noroeste Andino de Argentina, y la comunidad queer de la población Latina del norte californiano y propone un materialismo post-humanista que decoloniza las capacidades carnales de impresión e impresionabilidad, por medio de negociaciones comunales de jerarquías vitales entre lo humano, animal no-humano y desposeído.

- Luz María Lozano y Juan Carlos Sánchez-Antonio vuelven sobre la noción de lo transmoderno para problematizar la frontera porosa entre lo epistemológico y lo político. Estos recuperan el tema clásico de la crítica a la modernidad y su rechazo epistémico a otros saberes. Ambos artículos relanzan con originalidad algunas cuestiones abiertas en el debate entre trabajos de Dussel y Castro-Gómez. Lozano acentúa el problema político y analiza con cuidado el modo en que Castro-Gómez habla de un republicanismo transmoderno. Sánchez-Antonio, pensando en un registro más ambiental, vuelve sobre la cosmovisión mesoamericana para el diseño de una matriz más ecológica y menos agresiva con la vida.

Por último están los trabajos de Simón Díez y Adolfo Chaparro. Díez vuelve sobre la obra de Félix Guattari Las tres ecologías y propone revisar cada dominio ecosófico (mental, social y medioambiental). La obra de Guattari tendría una vigencia a la luz de la actual filosofía ambiental y podría ampliar la discusión para América Latina. Chaparro, desde otra orilla, también vuelve sobre el legado francés de Guattari. Gracias a los trabajos de Mabel Moraña y Cornejo Polar, aborda los dispositivos de poder y por las estrategias de resistencia que derivan de las relaciones entre literatura y máquinas sociales planteadas por Deleuze y Guattari en la obra de José María Arguedas y Mario Vargas Llosa en la cultura latinoamericana.

Van nuestros agradecimientos a REC Latinoamérica porque el porvenir parece menos incierto cuando la juventud está lejos de la indiferencia; a la Universidad del Atlántico, especialmente a Luz María Lozano; a los conferencistas que aceptaron entusiastas publicar en este número; muy especialmente, a Jaime Santamaría por compartir su capacidad de gestión y laboriosidad que desembocó en esta labor editorial. A Gabriel Acuña, por acompañarnos siempre con su arte. Sus imágenes plasman mucho de lo que aquí se ha querido decir. Y, como siempre, a Jennifer Crawford, asistente de Eidos, por su gran labor en la edición.

Carmen Elisa Escobar M.