Revista de Filosofia

ISSN electrónico: 2011-7477.
Nº 5 julio-diciembre de 2006

Fecha de recepción: julio de 2005
Fecha de aceptación: abril de 2006


EL JARDÍN DE LINNEO*
* Versión castellana de José Joaquín Andrade, Departamento de Humanidades y Filosofía, Universidad del Norte.

François Delaporte**
** Profesor de Filosofía, Université de Picardie Jules Verne. francois.delaporte@u-picardie.fr


RESUMEN

Desde el siglo XVIII, el jardín es el lugar del saber-hacer y de los conocimientos adquiridos por la botánica experimental. A partir de ahí, se propondrá una definición de lo que es un ambiente técnico: un ambiente de cultivo hecho de normas y leyes. Pero este ambiente técnico debe distinguirse del ambiente natural. Este último designa un ambiente ocupado por especies salvajes. Se trata, pues, de precisar la naturaleza de la relación entre ambiente técnico y ambiente natural. A los productos del cultivo, Linneo les daba un valor positivo. Rousseau piensa al contrario. A la naturaleza, le da un valor positivo. Linneo valora el jardín, está a favor del cultivo. Rousseau desvaloriza el jardín, está a favor de la naturaleza. La controversia sobre los organismos modificados podría comenzar.

PALABRAS CLAVE

Jardín, naturaleza, cultura, ambiente técnico, ambiente natural


ABSTRACT

Since XVIII century, garden is the place of both the know-how and the knowledge accomplished by experimental botanic. Starting from this point a definition will be advanced of what a technical environment is: an environment of culture made of norms and laws. But this technical environment should be distinguished from the natural environment. This one refers to an environment occupied by wild species. The point is, therefore, to determine the nature of the relationship between technical and natural environment. Linnaeus used to assign the products of culture a positive value. Rousseau goes the opposite way. He assigns nature a positive value. Linnaeus valuates the garden, he stands for the culture. Rousseau devaluates the garden, he stands for nature. The debate about modified organisms may begin.

KEY WORDS

Carden, nature, culture, technical environment, natural environment.


Si por la palabra naturaleza se entiende un conjunto de cosas naturales, se dirá que se ha identificado la naturaleza con los vegetales. De la misma manera como se la ha identificado con los minerales y con los animales. Cuando Linneo, en su Philosophie botanique (Paris, Cailleau, 1788), dice que la "botánica es la ciencia de la naturaleza que da el conocimiento de los vegetales" (§ 4), distingue las cosas naturales de los discursos. Diferencia "las cosas naturales compuestas con un artificio maravilloso, de la ciencia de la naturaleza [que] aprende las propiedades de las cosas naturales" (§ 1). Más precisamente, distingue los objetos naturales de su definición, la cual también comprende su historia. Su definición: "Los vegetales crecen y viven" (§ 3). Lo que prueba esto es su nacimiento, edad, enfermedad, muerte. Lo sabemos además por el estudio de su organización, de la anatomía, de la fisiología y de las leyes de la vegetación. En cuanto a su historia, en esta época se establece bastante rápido: "Pretendemos que en el origen de las cosas, se crearon únicamente dos sexos de todas las especies de seres vivientes" (§ 132). Así pues, el objeto vegetal, con relación a la botánica que lo toma como objeto de estudio, tiene una independencia que hace que Linneo hable con gusto de las "cosas naturales".

Pero Linneo deja entender, igualmente, que las cosas naturales no son cosas naturalmente naturales. Para asumir un discurso sobre lo vegetal, hay que abstraerlo del mundo habitual de la experiencia humana que le confiere tantos valores diferentes. De aquí, la distinción entre botánicos y botanófilos. Botánicos, los que conocen la Botánica por sus propios principios; por ejemplo, los metodólogos, los sistemáticos, los expertos en corolas, los sexólogos, los filósofos, los maestros, los fisiólogos. En síntesis, todos los que adoptan diferentes puntos de vista científicos y pueden aclarar la naturaleza de los vegetales. No confundir, entonces, los botánicos con los botanófilos que "son los que han dejado algunas observaciones sobre los vegetales, aunque no tengan una relación directa con la ciencia botánica" (§43). Como los jardineros y los horticultores que han escrito sobre el cultivo de los vegetales. Ellos nos hablan de los jardines, de los instrumentos que utilizan, como el azadón, el cavador, la regadera, las materas. Nos hablan de las operaciones que llevan a cabo: hurgar, regar, desyerbar, abonar, podar, empapar en agua, apartar, injertar, proteger. Los escritores rústicos escribieron, en especial, sobre agricultura. Sus objetos son el arado de reja, la excavadora, el rastrillo. Y sus acciones, las de rastrillar, aporcar, cavar, raspar, trillar, cernir y moler. En cuanto a los médicos, buscaron las virtudes de las plantas y su acción sobre el cuerpo. Los astrólogos, nadie lo ignora, adivinaron que las plantas debían sus propiedades a la influencia de los astros. Los que hacían talismanes imaginaron que su virtud dependía del parecido entre la parte de la planta y la parte enferma del cuerpo. Los dietistas distinguieron por el olor y el sabor los vegetales que podían entrar en el cuerpo humano.

Señalemos, finalmente, que el vegetal, como objeto de prácticas en el mundo humano e incluso como objeto de experiencia usual en la vida corriente, tiene también una historia. Lo recordaron Marx y Engels, en la Ideología Alemana: "Los objetos de la "certeza sensible" más simple, no le son dados a Feuerbach sino a través del desarrollo social, la industria y los intercambios comerciales. Se sabe que el cerezo, como casi todos los árboles frutales, fue transplantado a nuestras latitudes hace solamente pocos siglos por el comercio, y fue sólo gracias a esta acción de una sociedad determinada en un época determinada, que se convirtió en dato de la "certeza sensible" de Feuerbach"1.

No es inútil señalar la pertinencia de la distinción hecha por Linneo entre el vegetal, como objeto del botánico, y el vegetal, como objeto del botanófilo: en este caso, es objeto de todas las prácticas imaginables; mientras que en el otro, sólo es objeto de conocimiento. Que el vegetal primero haya sido objeto de intereses prácticos, por ejemplo, para el jardinero o para el médico, no puede ser puesto en duda. En ese momento se le llamaba planta. Planta es una palabra popular. Planta designa el retoño que se arranca de la cepa para plantarlo. Planta también evoca el gesto humano que la fija o confía al suelo. Durante mucho tiempo no había palabra para designar la noción de vegetal: se hablaba de las hierbas, de los arbustos y de los árboles. Las plantas se encuentran en invernaderos cálidos, naranjales o lugares más fríos. Están expuestas contra una pared al sol, a la humedad o también a lo seco. Hay plantas vivaces, anuales, primaverales, otoñales. En cuanto a los médicos, hablaban también de plantas medicinales. Se habla de las plantas medicinales en las materias médicas, en las historias de las drogas, en los tratados de los remedios.

Por el contrario, vegetal es una palabra docta. El término vegetal designa un viviente animado por un principio de vegetación. El verbo vegetar se deriva del latín y el término no significa ni estagnación ni vida lánguida, sino por el contrario, fuerza y crecimiento. Los modernos, a diferencia de Aristóteles, no hablan ya de un alma vegetativa, en la medida en que la asimilan a la organización de los vivientes. En el siglo XVII, la palabra vegetación designa lo mismo en el animal y en el vegetal: el mecanismo que ejecuta las operaciones de nutrición, de crecimiento y de generación. Grez es uno de los primeros anatomistas en hablar de este espacio orgánico que es común en los dos reinos: "Es por la misma vida vegetal por la que estas operaciones (nutrición, aumento, generación) se realizan en los animales y en los vegetales"2. Se encuentran, además, algunas derivaciones más tardías: la vegetación o la vegetabilidad, con por lo menos tres significaciones diferentes. Por una parte, este término designa la facultad de vegetar, la vida vegetal. Se trata de las dos funciones fundamentales, cuyo antagonismo continuo corresponde a la definición misma de la vida: la absorción de los materiales nutritivos de los cuales resulta la nutrición y la exhalación que asegura la necesaria desasimilación. "La primera ley de vegetación: base necesaria de todos los estudios vitales, sin hacer excepción del caso humano, consiste en la renovación material a la que está constantemente sujeto todo ser viviente"3. Por otra parte, Buffon es, sin duda, el primero en delimitar esta vida vegetal por oposición a la vida animal, definida como vida de relación. Es él quien subraya que el feto, más que vivir, vegeta. Esta distinción recibe un contenido positivo con Bichat, quien opone, en el viviente, la "vida animal" y la "vida orgánica", coincidiendo, esta última con la "vida vegetativa". Más tarde, Claude Bernard publica sus Investigaciones sobre los fenómenos de la vida comunes a los animales y a los vegetales. Finalmente, el término vegetación designa el conjunto de los vegetales por oposición al conjunto de los animales. Moreau de Jonnés, uno de los primeros estadísticos, escribió: "Es sin duda de este momento (la emergencia de las montañas) que data la formación de los diversos centros de vegetación y de animalidad cuyo cuadro ofrece la tierra"4.

¿Por qué era necesario insistir en la oposición entre botánicos y botanófilos? ¿Entre la ciencia de los vegetales y las prácticas de jardinero? ¿Entre el vegetal, palabra docta, y la planta, palabra popular? Simplemente, para subrayar la relación tan estrecha que se anuda entre el saber acerca del vegetal y el cultivo de las plantas. Entre ciencia y técnica, habría que decir, para ser más precisos. Es un hecho, cuando se comenzó a conocer el vegetal, enseguida se aplicaron los conocimientos. Sénebier, en la Enciclopedia metódica, insiste en este punto: "No son conocimientos ociosos, los reclama la agricultura: no se podría perfeccionarla sin tener ideas justas sobre la organización de las plantas"5. Fueron, muy a menudo, los mismos autores quienes escribieron sobre la física de los vegetales y sobre la agronomía. Duhamel du Monceau es el autor del tratado De la explotación de los bosques (1752), pero también es autor de La física de los árboles (1758, 2 vol.): aquí se trata de la organización y de los mecanismos de la vegetación; allá, del bosque como materia de uso, fibra que importa endurecer, modificar y alargar. Es claro que si se quiere dirigir o manejar los fluidos, es mejor conocer la estática de los vegetales, los mecanismos de los movimientos de la savia. El historiador Marc Bloch dice que, "en cierto sentido, se puede considerar la revolución cultural bajo el aspecto de una conquista de la labranza por la jardinería: préstamo de productos, préstamo de procedimientos - aporcar y abono intensivo-, préstamos de reglas de explotación: la exclusión de toda pradera vana y, de ser necesario, la cerca"6.

Sin forzar la nota y situándose todavía más arriba, ¿no se podría igualmente hablar de una conquista de la jardinería por el saber? En la época clásica, el jardín es también un laboratorio. Lo que quiere decir que el jardín ya no es sólo el lugar del saber-hacer, es igualmente, el lugar de los conocimientos adquiridos por la botánica experimental. La discusión, por ejemplo, sobre la función de nutrición en las plantas, pone en juego, unas veces, un sistema de absorción mecánica, otras veces, un principio de atracción selectiva. La cuestión de la naturaleza, del alimento, de las plantas, es susceptible, entonces, de recibir dos respuestas diferentes. Si se afirma, con los cartesianos, que los vegetales no escogen sus materiales nutritivos, hay que adoptar, entonces, la teoría según la cual el mismo alimento le conviene a todas las especies vegetales. Las diferentes plantas que crecen en el mismo suelo, absorben y son alimentadas por el mismo tipo de alimento. Al contrario, si se sostiene, con los newtonianos, que las plantas seleccionan su alimento, se es conducido entonces a defender una tesis opuesta. Hay tantos alimentos de calidad específica en la tierra cuantos tipos diferentes de plantas hay, y cada planta solo saca de la tierra los jugos que le convienen. Las experiencias tienden entonces a ser leídas en función de las teorías que compiten entre sí. Las plantas pueden crecer en agua purificada: para los cartesianos, este elemento contiene un juego de partículas elementales que los órganos de las plantas van a reacomodar; para los newtonianos, por el contrario, cada planta, en virtud de su poder selectivo, sólo absorbe las partículas que le convienen. En cuanto a los ciclos de rotación de los cultivos, se dirá, ya sea que las plantas se nutren a diferentes profundidades, ya sea que cada especie toma el alimento que le conviene excluyendo los otros. Estas cuestiones teóricas están en relación directa con el abandono de los barbechos. Si se siembra la misma planta en la misma tierra, entonces las cosechas serán pequeñas. Se necesitaba encontrar vegetales capaces de hurgar el humus a profundidades diferentes de las que alcanzaban las raíces de los cereales. La solución consiste en el cultivo de plantas forrajeras (el trébol, el forraje, la alfalfa), que van a tomar el relevo del trigo, en una nueva alternancia.

Más importante: un ejemplo de un saber-hacer, que hasta entonces era asunto de puro empirismo. Se sabe que la agricultura de los cereales, desde sus inicios, representa realizaciones de alta tecnici-dad, sin que eso implique basarse en una botánica, una fisiología o una genética. La selección, que se funda sobre la escogencia de las mejores producciones vegetales, es una práctica inmemorial de la que ya Virgilio hablaba en Les Géorgiques. "Los granos más felices, a pesar de todas estos preparativos, / Degeneran en fin, si el hombre con prudencia / No escoge todos los años la semilla más bella. / Tal es el decreto del destino: todo marcha a su ocaso"7. Ahora bien, en la época clásica, el saber-hacer comienza a apoyarse en un saber. Se trata del crecimiento sabio de las especies vegetales. En las manos del hombre, la hibridación se convierte en un medio poderoso para crear formas nuevas que responden a sus necesidades. Cuando se trata de plantas hermafroditas, la primera operación consiste en la castración, es decir, la supresión de los estambres de la flor escogida como madre. Se procede enseguida al aporte del polen de una flor extranjera y se rodea así la flor fecundada por medio de un saco de fina gasa protectora. Es claro que estas operaciones no se pueden hacer sino después y según un gesto experimental que permitió demostrar la sexualidad en las plantas. Las fecundaciones artificiales con fines prácticos, son, inicialmente, experiencias de fisiología hechas para establecer la existencia de una función sexual en los vegetales. En otros términos, todas las operaciones de mezcla de variedades, de crecimiento, son gestos de manipulación técnica con miras a la obtención de efectos prácticos (económicos, alimentarios o estéticos), que, inicialmente, fueron gestos cuya intención era propiamente experimental. Con excepción, tal vez, de la fecundación de las palmeras datileras, que se practicaba en Egipto. Pero, esta excepción confirma la regla, mostrando que hay prácticas ancestrales que tienen éxito, aunque se ignore completamente su determinismo. Es Gleditsch, en 1749, quien opera la fecundación artificial de una palmera hembra, arrojando simplemente con la mano el polvo de las anteras sobre las flores de la palmera hembra. Y es Logan quien pone en juego el movimiento del aire y el del polen. Aislando con una pieza de fina muselina la espiga hembra de un maíz poco antes de que los estilos aparezcan, impide todo contacto entre el polvo y los estigmas. Estas experiencias se revelan concluyentes. Gleditsch, que sembró los granos obtenidos, observa que "de allí nacieron plantas conforme a su origen, es decir, pequeñas palmeras, que atestiguan de una manera incontestable que la fecundación vegetal fue plenamente realizada"8. Logan, por su parte, constata que "en las espigas cubiertas con la muselina, no era visible ni un solo grano maduro: los granos eran nada más que cubiertas vacías"9.

Se puede ahora proponer una definición de lo que es un ambiente técnico: una región del mundo a la vez sometida a una legalidad física y a normas sociales por las que el hombre inventa, produce y transforma los objetos; en este caso, objetos vivientes, que son los vegetales. Todo ambiente técnico es ambiente de cultivo. Los deseos y los sueños se producen a profusión, pero su realización no es posible sino dentro de los límites de lo que la ciencia permite. Lo que cultiva el jardinero ya no es solamente una planta, es también un vegetal. Lo que cultiva el jardinero no es ni una planta ni un vegetal, sino lo uno y lo otro. Indisociablemente. Un objeto de cultivo, en sentido propio y en sentido figurado. Un objeto híbrido. El hombre es nada menos que un factor biológico y la biología está toda impregnada de historia bajo forma de técnicas colectivas, que provienen tanto del saber-hacer como del saber.

Pero, ¿qué se encuentra en este ambiente técnico que es un ambiente de cultivo? "Las flores plenas [que] hacen las delicias de los aficionados y de los jardineros" (§ 121). Y ¿cuáles son precisamente estas flores? "Las flores mutiladas, múltiples, plenas, prolíficas; las hierbas exuberantes, fasciculadas, hirsutas, mutiladas [...], todo eso constituye las Variedades monstruosas" (§ 309). Y, más adelante, Linneo insiste en este punto: "Las plantas de hojas rizadas, como las flores de corolas plenas, son todas variedades monstruosas: en consecuencia, las plantas que estas hojas hacen singulares, no son de ninguna manera naturales: en el sentido de que el hombre ha puesto en ellas la mano y que ellas no reconocen a la naturaleza como madre" (§ 311). A título de ejemplo: el perejil común, la lechuga roja, la malva, la lechuga, la achicoria, la menta, el basilisco. Son plantas que le deben todo al arte: "El cultivo, la madre de tantas variedades, es también el censor de las variedades" (§ 316). Esta madre cultivo no es una madre de recepción o de adopción. Es una madre que concibe; algo así como una matriz, un molde técnico que actúa y modifica. Pero el cultivo también es el censor de las variedades. Es decir, las vigila, actúa, transforma y domina. Las variedades existen porque el cultivo cuida de que los productos se plieguen a las normas que él impone. La madre cultivo vigila los productos de sus transformaciones que responden a las normas deseadas.

A esta madre cultivo, Linneo la distingue de la madre naturaleza que, evidentemente, no le debe nada al arte. Hay entonces un ambiente natural, que es el explorado por los que él llama los floristas. Los floristas no son los que cultivan o venden flores o hacen ramos. Los floristas son verdaderos botánicos: "Los floristas hacen el inventario de las plantas espontáneas de ciertos lugares: ya sea que la enumeración sea sistemática, para concebir mejor las que faltan; ya sea que se añada el lugar, el suelo, el tiempo y los nombres indígenas" (§ 16). Algunos ejemplos: La flora de Siberia, de Gmelin, la de Suiza, de Haller, la de Suecia y de Laponia, de Linneo. Ahora bien, las plantas espontáneas son las plantas que crecen naturalmente en un país sin haber sido sembradas allí por el hombre. A partir de las floras, pero también de la geografía o, más bien, de la fitogeografia de Von Humbolt, la noción de vegetación, a través de la ecología, terminará por designar un objeto biológico no antropocentrado, es decir, considerado independientemente de todos los usos que podría tener para nosotros.

Se puede ahora precisar la relación que existe entre el ambiente de cultivo o técnico, la madre cultivo y el ambiente natural, la madre naturaleza. Estos dos ambientes son distintos, pero no se oponen. 1) El ambiente de cultivo designa un ambiente técnico sometido a normas (estéticas, económicas, alimentarias) y a una legalidad física. Es decir, que este ambiente de cultivo está normatizado dentro de los límites que imponen los determinismos biológicos. Es normas y leyes. Inextricablemente. 2) El ambiente natural designa un ambiente ocupado por especies salvajes, por poblaciones animal y vegetal. Designa un ambiente que es, a la vez nicho ecológico y biotopo: Umwelt, para retomar el término de Von Uexküll. 3) Un ambiente técnico no es pues calificado así para evocar algún tipo de exención con relación a la naturaleza en los dos sentidos de leyes y de Umwelt. No hay y no puede haber un despegue del cultivo con respecto a la naturaleza. 4) Si se puede distinguir un ambiente técnico de un ambiente natural, es sólo en la medida en que este último designa, exclusivamente, un mundo del conocimiento científico o un mundo biológico no antropocentrado.

Una primera observación corresponde a la filosofía de las ciencias: pues se refiere a la relación entre naturaleza y artificio. Linneo dice que el conocimiento de los individuos y de las variedades es un conocimiento de jardinero. Dice que se deben encerrar las variedades en el dominio del cultivo que sea su madre. Curiosamente, estos productos del cultivo, es decir de las técnicas, están excluidos de la botánica, que es la ciencia de las especies. Linneo descarta, pues, las variedades porque no hacen parte de la botánica. Es la creación de las diferentes especies por Dios, y solo ella, lo que es objeto de la botánica. Como se sabe, la taxonomía clásica era la ciencia de las especies. Buffon, que a menudo es presentado como el adversario de Linneo, no está tan lejos de él. Reflexionando sobre el origen de las razas humanas y de los animales domésticos, propone el concepto de "degeneración". Para Buffón, los animales están amenazados por la degeneración. Este concepto indica una degradación con relación a un arquetipo: la especie es, entonces, percibida como una producción original que tiene estatuto de norma biológica. Pero, ¿cuáles son los factores de la degeneración? En lo esencial, el clima, la alimentación y la domesticidad. Muy esquemáticamente, es la domesticación la que transforma las especies animales por la alimentación, la se-dentarización y los cuidados. El buey varía, en primer lugar, bajo la influencia de la alimentación. En efecto, un buey alimentado en una comarca donde los pastizales son ricos adquiere el doble de volumen de un buey alimentado en una comarca seca. El perro es el animal cuya especie sufre las alteraciones más profundas: desnudo en las regiones calientes, cubierto de un pelo espeso en las comarcas del norte. Parece que el perro se hubiera vuelto gritón con el hombre, que es de todos los seres que tienen lengua el que más abusa de ella.

Para Buffon, las doscientas especies objeto de su historia pueden reducirse a nueve especies y a unos quince géneros.

Hay que esperar a Darwin para ver aparecer una nueva relación entre la ciencia de los vivientes y el ambiente de cultivo, que es el ambiente técnico o el ambiente de cría. Para Darwin, a diferencia de los clásicos, como Linneo y Buffon, la especie no es una realidad originaria. Es, incluso, difícil de distinguir la especie de la variedad. Para Darwin, el punto de partida es la variación espontánea y la diferencia específica. Pero Darwin no le importaron las prácticas del criador o del horticultor, del dominio del cultivo al dominio de la naturaleza. En las prácticas de criador y de horticultor, se trata de seleccionar una cualidad, de conservarla y de mejorarla. En la historia de la vida, parece, la naturaleza no persigue ningún fin y no tiene ningún plan. Puesto que es la selección natural la que escoge y, del mismo modo la competencia por la vida es la que transforma una variación aleatoria en una ventaja (o desventaja) para el viviente que la lleva. La selección, precisamente porque es natural, excluye toda orientación y toda finalidad. Dicho de otro modo, la selección artificial no es un modelo y la selección natural no implica ninguna finalidad antropocéntrica. La selección artificial designa una técnica y el agente que la instituye. Tal vez habría que hablar de zootecnia, puesto que la selección se inscribe en el campo del artificialismo. En todo caso, ya no se leen los procedimientos de la domesticación o del cultivo como agentes de producciones monstruosas y de degeneraciones. Estos procedimientos son más bien esfuerzos para erigirlos en conquistas técnicas. Es claro que a la selección artificial le falta la prueba del ambiente: la virtud adaptativa (o no) de la variación. Darwin dice "selección natural" para indicar las relaciones de esta selección con la que el hombre puede realizar. Pero la relación se instituye sólo a nivel del mecanismo y no de las finalidades.

Una segunda observación corresponde a la filosofía de los valores. Se refiere a la relación entre naturaleza y artificio. Una vez más, hay que partir de Linneo: "La jardinería, este arte encantador nacido del más obstinado trabajo y de la más feliz industria, nos ha enriquecido con flores dobles, con frutos que sorprenden tanto por su tamaño, el esplendor de su vestido, como por sus jugos deliciosos. Le debemos los retoños, los espárragos, las hierbas de la huerta, nutritivas, las tiernas legumbres. Todas estas riquezas desaparecerían si el hombre suspendiera sus penas. Las plantas que nos dan tan preciosos productos, abandonadas a ellas mismas en un suelo que el cultivo habría dejado de mejorar, retomarían su natural y su estado campestre y grosero" (§316). El jardín de Linneo: un ambiente técnico producido por el cultivo. Y sin embargo, para nosotros el jardín de Linneo aparece como un ambiente natural. Es que hoy no identificamos lo artificial con las alternativas vegetales más complejas y más elaboradamente técnicas. Pero el jardín de Linneo, así como nuestras alternativas vegetales, son creaciones que se derivan de una intervención transformadora del hombre sin que por ello se trate de una derogación de las leyes de la biología. Tal vez era necesaria una segunda revolución verde o, más bien gris, para que la primera (la del jardín o de su conquista por el saber) diera lugar a tantas inversiones imaginarias. Y para que habláramos con tanta nostalgia de las hierbas nutrientes y de las legumbres tiernas cogidas en el jardín de Linneo. ¿No es, este jardín, el término de una regresión tan deseada como imposible? Nuestras categorías históricas son bien relativas.

Lo que nos aparece como "natural", el jardín de Linneo, aparece ya como peligrosamente artificial para ese ilustre contemporáneo de Linneo, a quien le gustaba buscar hierbas en el bosque de Ermenonville, Jean-Jacques Rousseau: "Todo está bien al salir de las manos del Autor de las cosas, todo degenera en las manos del hombre. Éste obliga una tierra a nutrir las producciones de otra, un árbol a llevar los frutos de otro; mezcla y confunde los climas, los elementos, las estaciones; mutila su perro, su caballo, su esclavo; revuelve todo, desfigura todo, le gusta la deformidad, los monstruos"10. A lo artificial y a sus tiernas y sabrosas monstruosidades, Linneo les daba un valor eminentemente positivo. ¿Qué madre cultivo, es decir el hombre, afloja su vigilancia y su control?: el regreso a la naturaleza era entonces ineluctable. El jardín abandonado está marcado de un valor totalmente negativo. Con Rousseau es exactamente al revés. A la naturaleza, el buen Rousseau le da un valor totalmente positivo. Si el hombre interviene y pone la mano sobre el vegetal o el animal, el trabajo de lo negativo no hace esperar sus efectos. Aparecen los monstruos, las deformidades y los mutilados.

Linneo valora el jardín, está a favor del cultivo. Rousseau desvaloriza el jardín, está a favor de la naturaleza. La controversia de los organismos modificados podría comenzar. Pero corre el riesgo de ser un diálogo de sordos, sin un acuerdo sobre las palabras y los valores. Linneo valora el jardín, sin por ello desvalorizar la naturaleza. Pero por naturaleza, él entiende las leyes de la vegetación a las cuales están sometidos los objetos naturales y las zonas de vegetaciones salvajes. Si el jardinero relaja su vigilancia, los productos pierden las cualidades que se habían inventado pacientemente. De buenos se convierten en malos. Por el contrario, Rousseau valora la naturaleza. Pero, al presuponer que todo está bien cuando sale de las manos de su Autor, se hace una idea más metafísica que física de la naturaleza. Para él, la naturaleza no es el mundo físico ni el mundo biológico no antropocentrado. Para él, la naturaleza es ante todo, y de entrada, objeto de valoración: la naturaleza es lo bueno y el bien. Con este referente, el artificio lleva el estigma del mal.

Así pues, Rousseau le atribuye al cultivo, es decir, a la domesticación de plantas y bestias, todos los vicios de la desnaturalización. Pero es curioso constatar que estos vicios de desnaturalización se traducen en productos que son buenos, los tiernos espárragos del jardín de Linneo. Una cuestión interesante sería saber si el maíz, que sale de las manos del autor de todas las cosas, es, si no bueno, por lo menos comestible. ¿Quién sabe? Maxime Sorres recordaba que "el maíz, verdadero monstruo vegetal, no se podría mantener sin la ayuda del hombre. Su prototipo, si existió, debía ser muy diferente de él"11. El maíz, según parece, nunca ha sido encontrado en estado salvaje. Para Linneo, la naturaleza se identifica con las cosas naturales. Para Rousseau, lejos de identificarse con los vegetales, la naturaleza se refugió en el mundo. Más todavía, la naturaleza es un refugio. La relación de Rousseau con el mundo vegetal no es una relación de conocimiento. La herborización para hacer el herbario y el herbario para recordar la época feliz de la herborización. El herbario libre de recuerdos. Teníamos la madre naturaleza y la madre cultivo, habría que hablar aquí, puesto que estamos en el registro de los fantasmas, de la madre protectora de la que Rousseau necesitaba tanto. "Me acordaré toda mi vida de una herborización. Estaba solo, me sumergía en los accidentes de la montaña; y de bosque en bosque, de roca en roca, llegué a un rincón tan escondido que nunca en mi vida había visto un aspecto más salvaje [...] Insensiblemente dominado por la fuerte impresión de los objetos, olvidaba la botánica y las plantas; me puse a soñar más relajadamente pensando que estaba allí en un refugio ignorado de todo el universo, donde los perseguidores no me encontrarían"12/sup>.

Pero uno no se refugia impunemente en el mundo vegetal. La modernidad triste de Rousseau es, sin duda, su vegetarianismo, pero también, su odio de los jardineros y de los cocineros. En esta época, en efecto, se da a escoger entre el supuesto régimen del estado de naturaleza (vegetarianismo) y la cocina refinada. Dicho de otro modo, no se busca la elaboración de un régimen como segunda naturaleza, sino que se pretende encontrar un régimen fundado en la naturaleza. De ello dan bastante testimonio las razones invocadas. Para Rousseau, la anatomía y la fisiología del hombre, muestran que es fundamentalmente fructívoro. ¿Y el niño no está naturalmente atraído por una alimentación vegetal? Resumamos la argumentación de Rousseau: si los valores morales están del lado del estado de naturaleza, el vegetariano manifiesta una bondad original. Con este referente, la civilización degrada al hombre: el que come carne es cruel, sanguinario y tiránico. A modo de conclusión, el último avatar de la civilización: Las biotecnologías aportan el crecimiento desmesurado y lleno de intervenciones del hombre sobre los otros vivientes y sobre él mismo. Se tiene miedo del error técnico, de la consecuencia imprevista, del atrevimiento. El retorno de la ética, coincide no solo con la intensificación del miedo, sino que se nutre de él. La oposición de lo natural y de lo artificial permite leer, en sus efectos, el miedo ante la técnica. Todos los vicios se le imputan a lo artificial, y, sobre todo, el crimen de desnaturalización. A decir verdad, lo artificial no podría escapar a la naturaleza, definida como el conjunto de las leyes del comportamiento de los objetos materiales. Si se admite que un ambiente natural es siempre un entorno relativamente técnico, la oposición se reduce a una categoría puramente histórica. Las plantas del jardín de Linneo parecen más cerca de la naturaleza que del artificio. Los organismos genéticamente modificados parecen más cerca del artificio que de la naturaleza. Podría ser que la cuestión, más que la de una escogencia imposible, sea la del ambiente que deseamos.


Notas

1 Marx, K., Engels, F. L'idéologie allemande. Paris, éditions sociales, 1968, p. 55.

2 Grew, N. Cosmologie sacra, or a discourse of the universe as it is the creator and kingdom of Good. London, W. Rogers, S. Smith and B. Walford, 1701, L. II, p. 36.

3Comte, A. Catéchisme positiviste, Paris, 1852, p. 100.

4 Moreau de Jonnes, Ethnogénie causasienne, p. 9.

5 Sénebier, J. Encyclopédie méthodique, Paris, Panckoucke, 1799, p.

6 Bloch, M. Les caractères originaux de l'histoire rurale française, Nouvelle édition, Paris, Armand Colin, 1968, t. 1, p. 219.

7 Les géorgiques de Virgile, traduction par Jacques Delille, Paris, P. Didot, 1804, L. I, p. 63.

8 Gleditsch, J. G. "Essai d'une fécondation artificielle faite sur l'espèce de palmier qu'on nomme Palma dactylifera folio flabelliformi", Mémoire de l'Académie des Sciences, Berlin, 1749, p. 107.

9 Logan, J. Experiments and considerations of generation of plants, London, C. Davis, 1747, p. 11.

10 Rousseau, J-J. Emile ou de l'éducation, Paris, Editions Garnier Frères, 1964, L.I, p. 5.

11 Sorres, M. Les fondements biologiques de la géographie humaine, Paris, Armand Colin, 1943, p. 158.

12 Rousseau, J-J. Les rêveries d'un promeneur solitaire. Bruxelles, Paris, Montreal, M. Didier, 1964, septième promenade, p. 80.


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