Fecha de recepción: 26 de febrero de 2024

Fecha de aceptación: 29 de septiembre de 2024

DOI: https://dx.doi.org/10.14482/eidos.43.528.936

Belgrano, M. (2023). El oasis del arte en la filosof�a de Martin Heidegger. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Sb editorial, 256 pp.

Juan Solernó

ORCID ID: 0009-0008-1591-8582

Universidad Católica Argentina (Argentina)

solernoJuan@hotmail.com


El doctor en filosofía Mateo Belgrano nos ofrece en su nuevo libro un minucioso estudio centrado en el fenómeno artístico en el pensamiento de Martin Heidegger. Publicado por la editorial Sb, El oasis del arte en la filosof�a de Martin Heidegger presenta una detallada exploración de cómo el arte no es solo un fenómeno estético, sino una instancia capaz de generar sentido, fundar nuevas épocas y transformar tanto la comprensión de la historia como la de los entes. El foco de atención recae específicamente sobre el ensayo "El origen de la obra de arte" (1935/36),1 reconstruyendo el itinerario que condujo a su redacción y situándolo en el corazón de la producción intelectual heideggeriana, esto es, entre Ser y tiempo (1927) y Aportes a la filosofía (Acerca del evento) (1936-1938). El trabajo de Belgrano responde a una serie de preguntas clave: ¿existe una filosofía del arte en Heidegger? ¿Qué rol ontológico desempeña la producción artística de acuerdo con el pensador germano? ¿En qué lugar se encuentra "El origen de la obra de arte" dentro de su derrotero intelectual? ¿Cuáles son las razones que lo conducen a indagar fugazmente sobre lo artístico en la década de 1930? Estos interrogantes le permiten al autor abrirse camino a través de los textos de Heidegger en los seis capítulos que estructuran su publicación.

Atendiendo a la primera problemática, Belgrano responde que, a diferencia de otros pensadores, Heidegger no desarrolla una teoría estética como tal. En su lugar, en sus reflexiones el arte siempre aparecerá subordinado a la cuestión ontológica. El pensador germano entiende la producción artística como una vía para desocultar el ser del ente, concibiendo la obra de arte no solo como un objeto creado por el ser humano, sino además como un ente capaz de abrir nuevos mundos de significación. Para ilustrar esta idea, podemos considerar el Guernica (1937) de Pablo Picasso. Este mural no se limita a ser una representación de un evento histórico, sino que inaugura un nuevo espacio de significado. No solo muestra la tragedia de la Guerra Civil española, sino que también constituye un símbolo universal del sufrimiento humano.

Tal función del arte nos permite comprender el status ontológico de sus productos, que consiste en ser un "dispositivo autónomo que genera sentido" (Belgrano, 2023, p. 90), con independencia de la propia intención del artista que los engendró. De esta manera, la obra es considerada como una instancia impersonal de producción de sentido. No se trata simplemente de un reflejo subjetivo de la experiencia de su autor, sino de la apertura de una verdad más amplia que permite a los entes mostrarse de manera significativa a quienes la contemplan. La obra de arte ocupa así un lugar privilegiado dentro del conjunto de lo ente, hecho que Belgrano justifica remitiéndose a tres razones: que la producción artística inaugura un espacio de sentido; que la obra de arte rompe o desautomatiza el modo habitual en que percibimos las cosas; y que �en virtud de lo anterior� nos permite entrever las propias condiciones de manifestación del ente en general.

Los dos últimos fenómenos del extrañamiento y de la visibilización en la producción artística son abordados por el autor exhaustivamente. Para Heidegger, el arte tiene la capacidad de romper con las percepciones cotidianas y habituales, obligándonos a ver el mundo nuevamente, como si se tratase de la primera vez. Lo que sale a la luz en este proceso que Belgrano designa con el término de "desfamiliarización" es que los entes tienen sentido para nosotros porque se hallan insertos en una trama significativa siempre operativa, sin la cual ellos no podrían ser o significar para nosotros aquello que son. Tomando el ejemplo brindado en el libro, podemos pensar en La fuente (1917) de Marcel Duchamp, el urinario de porcelana común que el artista presentó como una obra de arte en la Sociedad de Artistas Independientes. Al elegir un objeto cotidiano, descontextualizarlo y presentarlo en un entorno artístico, Duchamp creó un choque entre lo familiar y lo extraño: los espectadores se vieron forzados a dejar de ver el objeto simplemente como un artefacto utilitario. En lugar de ser ignorado como algo mundano, el urinario se convirtió en un objeto de contemplación. Este proceso de extrañamiento o "desfamiliarización" rompe con la perspectiva habitual de quien contempla sobre lo que puede considerarse arte y lo que es simplemente un objeto funcional. Además, a través de este acto, Duchamp visibilizó el hecho de que el significado de los objetos no es inherente a ellos, sino que está determinado por el contexto en el que se presentan y por la interpretación que les da quien los observa. El urinario, que en su entorno original es un objeto funcional y sin valor estético, al ser desplazado al espacio del museo revela cómo los entes adquieren sentido a partir de la trama significativa en la que se insertan. De esta forma, el producto artístico pone de manifiesto la idea de que el arte no depende únicamente de la habilidad técnica del artista o de la belleza intrínseca de la obra, sino de la capacidad de crear y transformar sentidos.

Una de las contribuciones más interesantes del estudio aquí reseñado es la propuesta de Belgrano de entender "El origen de la obra de arte" como una obra fronteriza. De acuerdo con él, este ensayo conecta las dos etapas del pensamiento heideggeriano: la ontología fundamental de Ser y tiempo y el desarrollo de la historia del ser en Aportes a la filosofía. El autor señala que "el ensayo sobre el arte, más que una obra del primer o del segundo Heidegger, viene a ser una instancia de transición entre los dos momentos en tanto recoge lo desarrollado en la década del veinte, pero anticipa el pensar del Ereignis" (2023, p. 18). De este modo, "El origen de la obra de arte" es concebido como un puente que reúne las orillas de sus dos obras capitales: la producción artística no solo permite pensar el origen del espacio de sentido al que es arrojado el Dasein, sino que, al mismo tiempo, abre un mundo y funda la historia, desempeñando el papel que Heidegger le asigna al acontecimiento.

Apertura de un mundo y fundación de una época histórica constituyen los rasgos esenciales de una auténtica obra de arte. Esto es explicado en el capítulo nuclear del libro, que se titula "La historia (del arte) ocurre raras veces. La concepción ontohistórica de la obra arte". Allí no solo se expone cómo la obra abre un mundo al instaurar un espacio de sentido �suceso al que Heidegger (1977) llama "la puesta en obra de la verdad" (p. 22)�, sino que, además, el autor vincula este fenómeno con la historia, señalando que este mundo significativo que la obra abre siempre es un horizonte histórico y finito. En otras palabras, la producción artística funda la historia y la pone en movimiento, iniciando una época. En consecuencia, la historia de las vicisitudes que dieron origen a la obra queda relegada, mientras que el modo en que la obra hace historia ocupa el primer plano.

La interpretación realizada por Belgrano sugiere que el producto artístico instaura un espacio de sentido que no existía previamente. Al hacerlo, la obra funda la historia de una manera insondable: no simplemente como un evento que sucede en el tiempo, sino como un nuevo comienzo que transforma la comprensión de una época. Así, la producción artística es capaz de iniciar una nueva era, instituyendo un orden de significación que influye tanto en su presente como en el futuro. Un ejemplo emblemático de este fenómeno es la Catedral de Notre-Dame en París, cuya construcción, finalizada en 1345, no solo estableció un edificio religioso, sino que inauguró una nueva comprensión del espacio sagrado en la Europa medieval. Notre-Dame no solo encarnó y representó el cristianismo, sino que desplegó un mundo de significados religiosos, políticos y culturales. Esta obra maestra de la arquitectura gótica se convirtió en una manifestación de lo sagrado, reflejando una nueva forma de experimentar la divinidad a través de la luz y su estructura vertical. Posteriormente, la catedral fue testigo de eventos que entrelazaron los poderes religioso y político, como la coronación de Napoleón Bonaparte en 1804. Asimismo, la mentalidad ilustrada de la Revolución Francesa rechazó la autoridad religiosa al profanar la catedral y rebautizarla como "Templo de la Razón" en 1793. Hoy, Notre-Dame sigue siendo un símbolo de la unión de diferentes pueblos y culturas bajo un marco religioso común, consolidándose como un sitio de peregrinación, celebración y conmemoración. No es solo una parte de la historia, sino que definió una época al abrir un mundo de significados, permitiéndoles a los pueblos europeos reconocerse como parte de una cristiandad unificada.

Esta preocupación por dar cuentas del fenómeno artístico no aparece en el horizonte intelectual heideggeriano sino hasta mediados de la década de 1930.2 Llama la atención que sus consideraciones posteriores sobre dicha temática se volverán cada vez más esporádicas. La hipótesis que el autor ofrece para dar cuenta de ello remite directamente a la imagen del oasis, presente en el título de su libro. Para Belgrano, "El origen de la obra de arte" es un oasis, no en el sentido de un paraje excepcional en medio de un paisaje, sino como un lugar fértil del cual brotan nuevas ideas. Son estas nuevas ideas las que le permitieron a Heidegger superar el proyecto de Ser y tiempo que comenzaba a desertificarse, y tomar impulsos para revivificar su pensamiento en torno a la nueva noción de acontecimiento y la novedosa narrativa de la historia del ser. Cual oasis, la conferencia se trata de "un lugar de paso, una parada para recobrar fuerzas y seguir su camino" (Belgrano, 2023, p. 234). El arte reaparecerá raras veces en su pensamiento; sin embargo, en sus reflexiones ulteriores sobre otras cuestiones seguirá sosteniendo lo que afirma en su ensayo sobre el fenómeno artístico.

El libro trata todos estos asuntos a través de un estilo de escritura fluida y precisa, que retoma constantemente los conceptos que han sido explicados y los descubrimientos alcanzados. Su narración está acompañada por interpelaciones y preguntas dirigidas a quien lee con vistas a involucrarlo y comprometerlo en su lectura, invitándolo incluso a reflexionar y a extraer sus propias conclusiones. Además, algunos de estos interrogantes están dirigidos al propio Heidegger, con la finalidad de demarcar los límites de su teoría. Sin caer en simplificaciones ni reducciones, Belgrano hace uso de una prosa sencilla, clara y elegante para desenmarañar la jerga heideggeriana y echar luz sobre las zonas de oscuridad que rodean sus elucubraciones sobre el arte. La dureza propia de las sentencias de Heidegger se emblandece por medio de los desarrollos rigurosos, los ejemplos esclarecedores y la abundancia de referencias a terceros ofrecidas por el autor en su muy bien logrado aparato crítico.

Por los contenidos que aborda y el modo en que lo hace, esta nueva publicación es una obra de consulta y de lectura obligatoria para todo aquel estudioso, no solo de la filosofía heideggeriana en particular, sino del arte en general. A las grandes definiciones del arte dadas a lo largo de la historia, como la de mímesis, la de producción de belleza, la de expresión o la de choque y ruptura, habrá que agregar la de "puesta en obra de la verdad". Como Heidegger enseña y Belgrano reafirma, esta viene a destacar que el fenómeno artístico no es una cuestión trivial, sino que nos atraviesa como miembros de una comunidad que comparte usos y costumbres, tradiciones y valoraciones, un sentido y una historia.


1 Como el mismo autor recompone en su libro, este ensayo publicado en el año 1950 en Caminos de bosque se trata de una reelaboración de una serie de conferencias dictadas entre 1935 y 1936. Existe, incluso, una primera redacción anterior a esas conferencias que datan de los años 1931-1932 y que se encuentra publicada en Heidegger Studies Vol. 5 (1989, pp. 5-22).

2 En 1935, Heidegger no solo pronuncia su conferencia sobre el arte, sino que además le dedica unas líneas a este tema en sus lecciones de Introducción a la metafísica, en medio de sus desarrollos sobre el papel de la téchne humana frente al poder de la physis identificada con el ser (1983, pp. 168-170). Incluso menciona el cuadro con el par de zapatos de Van Gogh (p. 38), ejemplo por excelencia del ensayo estudiado por Belgrano.


REFERENCIAS

Belgrano, M. (2023). El oasis del arte en la filosofía de Martin Heidegger. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Sb editorial.

Emad, P., Von Herrmann, F.-W., Maly, K., & Fédier, F. (Eds.). (1989). Heidegger Studies Vol. 5. Martin Heidegger 1889-1989. Berlin: Duncker & Humblot.

Heidegger, M. (1977). Holzwege. Frankfurt am Main: Vittorio Klostermann.

Heidegger, M. (1983). Einführung in die Metaphysik. Frankfurt am Main: Vittorio Klostermann.