Fecha de recepción: 11 de marzo de 2024
Fecha de aceptación: 13 de noviembre de 2024
DOI: https://dx.doi.org/10.14482/eidos.44.842.411
Emancipación pol�tica, racial y cultural: publicaciones periódicas en el Caribe de los años 30 y 40
Political, Racial, and Cultural Emancipation: Caribbean Periodicals of the 1930s and 40s
María Elena Oliva*
Universidad de Chile (Chile)
ORCID ID: 0000-0001-7257-5733
Thomas Rothe**
Universidad de Playa Ancha (Chile)
ORCID ID: 0000-0002-9080-6651
Resumen
Las publicaciones periódicas constituyen un espacio privilegiado para estudiar tendencias y quiebres en la producción escrita de un determinado momento del campo cultural. En este artículo, nos interesa analizar cuatro proyectos editoriales (dos periódicos y dos revistas) que circularon en el Caribe anglófono e hispanohablante durante los años 30 y 40 para identificar los discursos y el lugar que los intelectuales negros ocuparon en el espacio letrado. Se trata de El Combate (Caguas, 1925-1967), The Atlantic Voice (Puerto Limón, 1934-1946), The Beacon (Port of Spain, 1931-1933/1939) y Adelante (La Habana, 1935-1939), publicaciones disimiles entre sí, pero cuyo análisis en conjunto ayuda a perfilar cierta sintonía de época. Específicamente, nos enfocamos en tres dimensiones que aparecen en estos proyectos: los debates en torno a la emancipación política, la conciencia racial y el creciente sentido de pertenencia regional. Nuestra discusión busca ubicar a cada publicación en el campo cultural caribeño y analizar cómo algunas de estas dimensiones compartidas se despliegan en sus páginas.
Palabras clave: prensa caribeña, El Combate, The Atlantic Voice, The Beacon, Adelante.
Abstract
Periodicals offer a useful space to study developments and ruptures of written production at a specific historical moment of the cultural field. In this article, we are interested in analyzing four editorial projects (two newspapers and two magazines) that circulated in the Anglophone and Spanish-speaking Caribbean during the 1930s and 1940s, to identify the discourses and positions Black intellectuals occupied in the literary space. The corpus includes El Combate (Caguas, 1925-1967), The Atlantic Voice (Puerto Limón, 1934-1946), The Beacon (Port of Spain, 1931-1933/1939), and Adelante (Havana, 1935-1939), publications quite different in and of themselves, but which, analyzed together help outline common topics dealt with during the period. Specifically, we focus on three main aspects: the debates over political emancipation, racial consciousness, and the growing sense of regional belonging. Our discussion seeks to locate each publication within the Caribbean cultural field and analyze how these shared aspects are presented in their pages.
Keywords: Caribbean press, El Combate, The Atlantic Voice, The Beacon, Adelante.
¿Y para qué leer, un periódico de ayer?
Tite Curet/Héctor Lavoe
Prensa e intelectuales negros en el campo cultural caribeño de la primera mitad del siglo XX
Podría resultar un lugar común preguntarnos por la producción letrada de los intelectuales negros en el Caribe,1 tanto porque se trata de una de las regiones del continente con mayor población afrodescendiente como por la gran influencia de las herencias africanas en sus culturas. Sin embargo, indagar en las formas que asume esa producción o las ideas que moviliza cobra relevancia para conocer sus especificidades en determinados momentos históricos, y para reconocer el lugar que ha ocupado la producción letrada negra en un espacio más amplio y diverso, como el campo cultural, literario e intelectual caribeño.
La teoría del campo social (Bourdieu, 1997) y las teorías del campo letrado en América Latina (Candido, 2014; Rama, 1984/2004; Rojo, 2023) resultan enriquecedoras para comprender la circulación de ideas, los intercambios intelectuales, los espacios colectivos de difusión y las redes sociales, políticas y culturales que se tejieron en un determinado período de esta región del mundo. Asumir este enfoque supone considerar la existencia de un espacio letrado articulado y delimitado a la región caribeña. Siguiendo esta senda, Raphael Dalleo (2011) identifica la formación de una esfera pública caribeña que surge de la mano de la literatura escrita durante tres períodos históricos que trascienden las barreras lingüísticas de la región. El primer período es el del ascenso de la literatura caribeña a la esfera pública entre la Revolución Haitiana en 1804 y la abolición de la esclavitud en Cuba en 1886. El segundo periodo va desde 1886, cuando se abre una etapa de colonialismo moderno y de una esfera pública anticolonial, hasta la Revolución Cubana de 1959. Finalmente, identifica un tercer periodo desde 1959 que se caracteriza por la discusión en torno al par moderno/posmoderno y colonial/poscolonial, y que termina en 1983 cuando Estados Unidos invade Granada en oposición al Gobierno de Maurice Bishop. Es de nuestro interés centrarnos en el segundo período del campo intelectual caribeño que propone Dalleo, entre fines del siglo XIX y mediados del XX, un momento histórico que está atravesado por cambios estructurales, como la abolición de la esclavitud y la descolonización, y procesos políticos, económicos, sociales y culturales convulsos y de espíritu emancipador, como las independencias políticas y los movimientos negros.
El estudio de revistas y periódicos abre un abanico de posibilidades para conocer parte de las dinámicas culturales de un determinado contexto histórico, desde las prácticas de producción, las materialidades y tecnologías ocupadas (Viu, 2019; Sarlo, 1992), pasando por los espacios de difusión, las figuras y las redes intelectuales, hasta las ideas y discursos circulantes �dominantes, emergentes y contrahegemónicos� (Altamirano y Sarlo, 2001; Tarcus, 2020). Para nuestros propósitos hemos delimitado un corpus de trabajo que considera publicaciones de Cuba, Trinidad, Costa Rica y Puerto Rico, y que incluye dos periódicos: El Combate (Caguas, 1925-1967) y La Voz del Atlántico/The Atlantic Voice (Puerto Limón, 1934-1946), y dos revistas: The Beacon (Port of Spain, 1931-1933/1939) y Adelante (La Habana, 1935-1939). Se trata de una delimitación que no pretende ser representativa de la región en su totalidad �pues incluye solo a parte del Caribe anglófono e hispanohablante� y tampoco de todo el periodo considerado, en tanto que el corte temporal son los años 30, década en la que todas coinciden como publicaciones activas, y los 40, años en que ambos periódicos siguen vigentes. Pero sí busca visibilizar reflexiones compartidas en un corpus de publicaciones periódicas que surgen en contextos específicos y disímiles de la cuenca del Caribe.
Cada uno de estos proyectos editoriales tiene diferentes propósitos y contextos de producción, pero comparten una conciencia racial predominantemente negra �aunque no exclusivamente como se verá en The Beacon�, en el marco de una impronta crítica frente a la situación político-social de sus territorios, y una mirada a la región que comienza a tomar la forma de una caribeñidad a través de redes e intercambios diversos. El objetivo de este trabajo es ubicar a cada una de estas en el campo intelectual de la época a partir de sus particularidades y analizar cómo algunos de estos procesos compartidos se despliegan en sus páginas. De este modo, identificamos tres dimensiones de análisis: la primera, es la emancipatoria y se relaciona con los contextos políticos de producción de las revistas y los periódicos, y las ideologías que permean el proyecto editorial, tanto por parte de sus editores como colaboradores. Mientras la revista Adelante se abre paso en una Cuba republicana que ha alcanzado su independencia mediada por Estados Unidos, país que condiciona el libre accionar de la isla, El Combate y The Beacon surgen bajo el colonialismo de Estados Unidos en Puerto Rico y del Imperio Británico en Trinidad; en tanto que The Atlantic Voice emerge en un contexto de migración de mano de obra desde las islas anglófonas hacia las costas caribeñas de Costa Rica, primero para la construcción de un ferrocarril y luego para trabajar en las plantaciones de banano que la United Fruit Company había instalado, desprotegida de muchos derechos laborales e incluso políticos (Senior, 2011). Estados Unidos aparece con un rol relevante en el período, no solo como el gran vecino de la región caribeña, con el cual existieron intercambios culturales e intelectuales que se evidencian en estas publicaciones, sino a la vez como un factor de dominio a nivel político y económico de carácter imperialista. La condición propiamente colonial de algunos territorios y la ausencia de derechos laborales, políticos y ciudadanos en países independientes entregó un horizonte emancipador compartido por el cual se luchaba desde distintas trincheras.
Una segunda dimensión, articulada con la anterior, es la conciencia racial. En otras oportunidades hemos catalogado de prensa negra/afrodescendiente (Oliva, 2022b) a un conjunto de publicaciones periódicas elaboradas por mujeres y hombres que se identifican como negros/afrodescendientes, y que desde ese lugar enunciativo generan un contenido dirigido especial, aunque no exclusivamente, a un público lector que también se reconoce como tal. Son periódicos y revistas que tienen la finalidad, como parte de su proyecto editorial, de colaborar en la generación y/o legitimación de discursos reivindicativos de las identidades negras/afrodescendientes, principalmente a partir de la lucha contra el racismo. Aunque la revista Adelante y el periódico El Combate son explícitos en este propósito, en las publicaciones de las zonas anglófonas de la cuenca caribeña estas reivindicaciones asumen otro matiz, menos directo e imbricado a la lucha anticolonial, y compartido con otros grupos racializados, como los indios en el caso de The Beacon. Es interesante notar que, en todas las publicaciones, así como se observa la colaboración de personas que no se reconocen como negros, también se destaca un interés por lo que ocurre con otras poblaciones negras en el Caribe o en Estados Unidos, y que se expresa, por ejemplo, en los tópicos que se muestran en las secciones de noticias internacionales.
Una tercera dimensión se relaciona con la participación de estas publicaciones en el campo intelectual caribeño en un momento de esfuerzos por una mayor vinculación regional con fuerte énfasis en la identidad negra. En las publicaciones se evidencia un interés por conectar con otras zonas de la cuenca del Caribe, a través de la inclusión de noticias y otros géneros escriturales. En The Beacon y The Atlantic Voice se visibilizan redes a nivel anglófono que ponen en perspectiva la existencia de una zona que busca articularse más allá de una región fragmentada por la geografía y el colonialismo. En Adelante y El Combate se encuentran referencias a otras zonas hispanohablantes, pero resulta notoria la influencia e intercambios con Estados Unidos, principalmente con la población negra, su historia y producciones culturales, sobre todo literarias.
El Combate y The Atlantic Voice: la lucha obrera y racial en los periódicos
Los periódicos caribeños de los años 30 son producciones culturales muy ricas para conocer las vicisitudes de las luchas obreras de la época, que en algunos casos se articularon con la lucha contra el racismo, como los aquí tratados. El Combate (EC) es un periódico que surgió en Caguas, Puerto Rico, el 25 de enero de 1925, publicándose semanalmente hasta marzo de 1967, y como tal tiene varias singularidades. Primero, fue una publicación de largo aliento que se sostuvo por más de 40 años, pese a la cada vez mayor falta de auspicio, y cuya vida editorial atravesó los años en los que se consolidó el colonialismo en la isla: hacia 1925 sus habitantes ya tenían la ciudadanía estadounidense, otorgada en 1917; en 1947 se aprobó la Constitución Especial que rige en el territorio, y en 1952 se firmó el estatus político de Estado Libre Asociado (ELA), condición única en el mundo, que les entrega derechos políticos y económicos parciales sobre su territorio. En segundo lugar, este periódico es uno de los pocos ejemplares hasta ahora conocidos de la prensa negra en Puerto Rico2, pese a que la participación de las y los afropuertorriqueños en el campo intelectual y literario no ha sido escasa (Zenón Cruz, 1974-75; Ramos-Perea, 2011); y, en tercer lugar, porque es un proyecto que, si bien surge como un espacio colaborativo, con los años se transformó en la tribuna personal de su fundador, Valentín Castrillo.
En las páginas de este semanario no se señala la existencia de un comité editorial, pero durante los primeros años se observan algunos nombres de colaboradores frecuentes, como Pedro Antulio, Andrés Orellano, el camarada Emrich o Angela Lore, así como variados avisos publicitarios. Años más tarde, el mismo Castrillo señala algunos otros nombres: Pablo Helter, Cipriano Manrique y los hermanos Sotelo, como auspiciadores; Antonio Carrasquillo, Gustavo Quiñonez, Serafín Inclán y Celestino Pérez, como cooperadores (Castrillo, 1952, p. 34). El proyecto editorial declara sus propósitos en la bajada del título, que partió como "Semanario político defensor de los derechos del pueblo", enfocándose en problemáticas laborales, derechos de los trabajadores y los sindicatos, marcando claramente la posición ideológica de su fundador, quien fue militante socialista desde 1914. ec se aboca a los problemas de clase obrera y proletaria principalmente de Caguas y en menor medida del resto de la isla, aunque también divulga noticias acotadas a temas laborales e industriales de otras partes del mundo, como Cuba, Estados Unidos y Europa.
Con el tiempo, el periódico tiene pequeñas modificaciones, siendo la más relevante la inclusión de la lucha racial en su propósito editorial. Es en el año 1945, entre junio y agosto, que la bajada del título cambia a "Semanario político defensor de los derechos del pueblo y Defensor de la raza de color". En 1955 cambia de portada y la bajada varía sutilmente a "Semanario defensor de los derechos del pueblo y la raza de color", que se mantiene hasta la última publicación conocida. Se incluyen temas sobre la discriminación racial, así como noticias internacionales respecto a figuras afrodescendientes de Estados Unidos y africanos como Patrice Lumumba.
La figura de Valentín Castrillo es crucial para comprender este periódico. No solo fue su fundador, sino además su editor, principal columnista y auspiciador. Los temas que trata en sus textos se enfocan en lo laboral, pero explora otros aspectos como la militancia política, la familia, las mujeres, los hijos, el matrimonio, la religión, la educación o la juventud, en los que expresa abiertamente su apego a los valores socialistas y a la moral católica conservadora. Castrillo nació en 1893, fue hijo de madre soltera y tuvo que entrar tempranamente a trabajar, dejando de lado su educación para ayudar a su familia. Muy joven se sindicalizó y comenzó su militancia política socialista, adhesión que le significó persecución al punto de tener que dejar la isla algunos años, con su esposa e hijos.
Buena parte de lo publicado por Castrillo en ec, se reúne en un libro de su autoría publicado en 1952 �el mismo año que Puerto Rico pasa a ser ELA�, titulado Mis experiencias a través de cincuenta años, impreso en Caguas, pero que parece haber alcanzado mayor circulación, ya que en varias ediciones del periódico se señala que se encuentra disponible en librerías de San Juan y Río Piedras. Su libro es difícil de catalogar, pues reúne un relato autobiográfico con una escritura periodístico-ensayística sobre diversos temas; no obstante, permite aproximarnos de mejor manera a su pensamiento, en particular a la cuestión racial. Las reflexiones de Castrillo expresan una crítica total al racismo y la superioridad racial. En una columna, publicada en ec el 31 de octubre de 1959, señala que todos tienen los mismos derechos y deberes, pues "la raza humana es una sola" (p.1), aunque previamente reconoce los prejuicios de raza que han permeado todos los espacios de la sociedad puertorriqueña:
Aquí en nuestro Puerto Rico como en todas las repúblicas latinas hay más prejuicios raciales que en Estados Unidos. Aquí se lincha por el hambre, por la persecución y por la ingratitud y la injusticia del hombre o la mujer de color. En la Universidad de Puerto Rico no hay un solo negro enseñando, ningún hombre de color en el Gabinete del Gobernador. (Castrillo, 1952, p. 65)
Aunque no profundiza en la articulación de raza y clase, resalta esa conexión desde su propia experiencia:
Si yo por la miseria en que me crié, no me fue posible el coger un título Académico, el cual me hubiese hecho quizás un hombre de preparación, a los que hay que criticar es al sistema capitalista que no me permitió la oportunidad de prepararme, mientras que millares y millares han tenido la oportunidad de estudiar y hacerse de un título que dicen que saben. (Castrillo, 1952, p. 131)
Las vinculaciones entre raza, clase, género y nación no son excepcionales en estas publicaciones periódicas, y, pese a que no es posible encontrar en estas una teorización de las implicancias de estas articulaciones, son antecedentes del enfoque interseccional que solo a fines del siglo XX le puso nombre a una reflexión que tiene larga data (Viveros, 2016) y que es posible rastrear en los periódicos y revistas de la prensa negra en el Caribe y el resto de la región.
Desde el punto de vista político, Castrillo, además de ser socialista, fue estatista, es decir, adhirió al estatus político del ELA, pues consideraba que:
En la Estadidad hay más garantías para la raza de color, están mejor garantizados sus derechos y ante la constitución americana todo ciudadano es igual. La bandera americana ha permitido crecimiento cultural de la raza de color en nuestro país, cuando pertenecíamos a España, estaban cerradas las puertas del saber. (Castrillo, 1952, p. 66)
Es más, enfatiza que "las instituciones americanas brindan más oportunidades a la raza de color, mientras que bajo una república estas oportunidades estarían cerradas" (Castrillo, p. 63). Esta apreciación se contradice con su valoración de la situación contemporánea en la isla, pues no solo fue muy crítico de Luis Muñoz Marín, el primer gobernador de Puerto Rico luego de aprobarse la Constitución en 1947, sino que al dirigirse a los jóvenes recomienda lo siguiente: "Te aconsejo que salgas de este país si no quieres ser víctima del hambre, desnudez y las enfermedades" (Castrillo, p. 44). Pero, pese a ello, reconoce avances. En este sentido es esclarecedor el apartado "Prestigiosos elementos de la raza de color en Puerto Rico" (Castrillo, p. 66), en el que entrega una lista de 40 nombres, entre ellos Pedro Albizú Campos y los hermanos Barbosa, que incluye a solo dos mujeres: Pilar Barbosa (hija de José Celso), educadora y catedrática de la Universidad de Puerto Rico (UPR), y Monserrate Deliz, educadora y pianista, profesora de música de la UPR. Castrillo se ubica a sí mismo en la lista, identificándose como:
Periodista, fundador del periódico EL COMBATE único dedicado a la defensa de la raza de color que tiene más de 22 años de fundado, líder obrero y político, uno de los mejores oradores de campañas políticas y polemista según la opinión imparcial de quien lo ha oído. (Castrillo, p. 69)
Esta cita es particularmente relevante, pues reconoce su identidad racializada y a la vez explicita el propósito de su periódico, proyecto que también se enfrentó a diversos prejuicios y críticas. En el apartado "Los prejuicios son las enfermedades más [sic] desastrosas para los individuos" (Castrillo, p. 127), se enfoca en la discriminación que enfrentan los periódicos más pequeños frente a los más grandes, que no les dan canje y los marginan en los espacios de circulación nacional, a lo que se suma el poco apoyo de auspiciadores.
La experiencia autorial de Castrillo, tanto en el diario como en su libro, parece haber sido objeto de críticas, a las que se refiere en más de una oportunidad. Él mismo afirma que:
Al escribir este libro, mi aspiración suprema es que me entiendan los que me lean, lo demás no me interesa. Vengan críticas de todas clases y de todos calibres, tengo una fortaleza espiritual, que está preparada para toda clase de lenguas y pensamientos. (Castrillo, 1952, p. 131).
En esa línea resulta interesante lo que señala años después en la columna "Algo sobre este tercer libro titulado 'Mis experiencias a través de 70 años'", que publica en EC a través de tres entregas el 24 de octubre, el 31 de octubre y el 7 de noviembre de 1959. Allí recalca que con este nuevo libro anunciado no pretende ser sabio, sino que conozcan a este "hijo del pueblo" (24 oct., p.1), que llegó a segundo grado y al que no le hizo falta universidad para escribir o dirigir un diario. Por ello, "después de pagar la imprenta, distribuiré gratis a las personas e instituciones" (24 oct., p.1). Todo indica que el libro se publicaría en enero de 1960, sin embargo, no se publicita nunca más en el periódico y hoy no se encuentran registros de él en las bibliotecas, así como tampoco de un primer libro, Esfuerzos propios, que también menciona en esta columna. Son el ímpetu y esfuerzo personal de Castrillo los que sin duda permiten comprender que ec haya sido una publicación sostenida en el tiempo, y aunque tal vez no expresa del todo un proyecto colectivo mayor, colabora en poner a Puerto Rico en el mapa de la prensa negra del Caribe.
Desde Puerto Limón, Costa Rica, algunos años más tarde, surgió un proyecto de prensa muy distinto, que buscaba atender la realidad cultural y política de la zona: La Voz del Atlántico/The Atlantic Voice, un semanario bilingüe publicado los días sábado entre 1934 y 1946, que tiene una sección redactada en español y otra en inglés, sin ser una traducción la una de la otra. Con idiomas, contenido y equipos editoriales diferentes, los dos periódicos, aunque ligados materialmente en una publicación de doce páginas, se dirigen a públicos diferenciados, con la sección inglesa apuntando a la población afroantillana3 de Limón. Durante el primer año de su circulación, la sección inglesa estuvo a cargo de Alderman J. Roden, pasando a ser editada por Samuel Charles Nation entre 1935 y 1939, y luego por Jos A. Thomas.4 Tanto Roden como Nation habían nacido en Jamaica y llegaron a Puerto Limón para trabajar en la industria bananera, situación que ejemplifica las dinámicas migratorias que caracterizan esta zona del país y a toda la costa caribeña de Centroamérica. Nation, quien ha sido el objeto de varios trabajos por su papel protagónico en la intelectualidad afroantillana de Limón (Rossi, 2005; Grinberg Pla, 2008), pasó una temporada juvenil en Cuba antes de asentarse en Limón e involucrarse en varios proyectos editoriales en inglés, incluyendo sus propios periódicos The Times (1912-1913) y The Searchlight (1929-1931). En la nota sobre su muerte a los 70 años, The Atlantic Voice (TAV) lo describe como "one of [the] most widely known personages and dynamic characters" de la población antillana de Limón (n.° 393, 30 may. 1942, p. 7). En 1936, tav afirma que existían 20 000 hablantes de inglés en la región atlántica del país (n.° 105, 8 ago., p. 8) y, según un estudio de Lara Putnam, para el año 1927 la población negra de Limón mostraba altos índices de alfabetización: un 80 % sabía leer y, entre las mujeres negras jóvenes, un 90 % sabía leer y escribir (citado en Grinberg Pla 2012, nota 7), lo que muestra un potencial público lector anglocaribeño no menor en Costa Rica.
La posición ideológica de TAV es compleja, oscilando entre una férrea defensa de los derechos raciales de los afroantillanos y una identificación como súbditos de la Corona Británica. Asimismo, expresa un abierto anticomunismo frente al rol que asume el partido en los conflictos laborales de las bananeras de la zona. Este vaivén se puede leer en diferentes columnas y editoriales como, por ejemplo, "The Colored Workers and Planters of the Atlantic Zone", que llama a los trabajadores afroantillanos a no participar de la huelga de 1934 porque, como extranjeros, no tendrían ninguna protección ni del Estado ni del Partido Comunista ni del Gobierno británico (n.° 7, 25 ago. 1934, p. 3), evidenciando la precariedad de derechos laborales y políticos en la que se encontraban los afroantillanos en Limón. Para hacer frente a estas condiciones tan adversas, Nation y otros letrados negros de la comunidad buscaron, a través del periódico, fomentar prácticas acordes a los procesos de modernización de la época (lectura, escritura, educación formal, etiqueta, matrimonio y otros valores burgueses), esfuerzos que incluso les llevó a rechazar creencias religiosas populares de origen jamaicano como la Pocomanía o Pocomía. En los últimos meses de 1936, las autoridades locales persiguieron sistemáticamente a agrupaciones acusadas de practicar esta religión, la que recibió una cobertura candente en las páginas del periódico hasta fines de 1937. Como documentan los cerca de 30 artículos y cartas al editor durante este periodo, la élite afroantillana de Limón consideraba la Pocomanía como un culto o una secta atrasada.5 Según Harpelle (2001), paradójicamente, esta posición pública fomentó la discriminación contra la población afroantillana al asociarla con actividades supuestamente delictuales (p. 112).
En las noticias internacionales de TAV hay un énfasis en los acontecimientos de África y de otras comunidades negras en América, desde el atento seguimiento de la invasión italiana a Abisinia hasta la canonización de San Martín de Porres y la actividad de músicos negros en distintas partes del mundo. El debate en torno a Abisinia (durante el conflicto italiano y después) es quizás el más duradero en el tiempo y visibiliza una conexión con el continente africano (Oliva, 2022a). Pero el vínculo internacional más fuerte es claramente con la región caribeña, en particular la de habla inglesa y, específicamente, Jamaica, país de origen de la mayoría de la población antillana en Limón. Se publican constantemente noticias sobre todo tipo de sucesos en la isla: debates políticos, producción agrícola, condiciones comerciales, deportes, historia jamaicana y personalidades célebres, entre muchos otros. El periódico, además, pone el acento sobre los jamaicanos en el exterior, particularmente los migrantes en distintos países como EE.UU., Cuba y Panamá, lo que establece un paralelo con la propia situación migrante de la población afroantillana en Costa Rica.
Uno de los acontecimientos que recibe mayor cobertura son los disturbios masivos que estallaron entre mayo y junio de 1938 en Jamaica. Con una huelga portuaria en Kingston, manifestaciones en Spanish Town e incendios de cañaverales en el interior, estas protestas se interpretan históricamente en el contexto del creciente sentimiento nacional y anticolonial, no solo en Jamaica, sino en todo el Caribe anglófono, y que generaron un punto de inflexión en el camino hacia las independencias de los territorios británicos (Knight, 1990, p. 291). A diferencia del tratamiento de las protestas bananeras en Limón, TAV ve las manifestaciones en Jamaica desde una óptica ambigua, pero que tiende a favorecer el orden colonial. Un caso ejemplar es la nota del 11 de junio de 1938, en la que defiende el accionar de la policía y fuerzas armadas para aplacar a los manifestantes, que describe como "the illegal mob" (n.° 198, p. 8), pero, a la vez, reconoce la necesidad de mejorar las condiciones laborales en Jamaica y otros territorios británicos del Caribe (n.° 198, p. 10). Pese a buscar una imparcialidad, las notas del TAV proyectan una defensa del statu quo colonial, informando sobre los esfuerzos británicos de enviar comisiones reales para resolver los problemas y evitar mayores disturbios, una posición que se puntualiza aún más un año y medio después, cuando publica una nota breve sobre el costo que tendrán que asumir los jamaicanos por las manifestaciones: según sus cálculos, casi � 85,500 (n.° 274, 9 dic. 1939, p. 9), alrededor de 7 millones de libras esterlinas hoy. La perspectiva conservadora que proyecta TAV sobre las protestas puede explicarse en parte por sus fuentes: casi todas las noticias son tomadas del Daily Gleaner, el diario más antiguo y tradicionalmente conservador de Jamaica.
La reproducción y abreviación de noticias de otros periódicos era una práctica común en la época, a veces expresada a través de recortes físicos, como ha estudiado Viu (2019) en su dimensión material. Pero en el caso particular de TAV, los intercambios que establece con periódicos jamaicanos se insertan en un contexto migratorio donde los editores de la sección inglesa buscaban mantener un vínculo con su isla de origen. Aparte de citar el Gleaner, aparecen notas informativas sacadas de publicaciones periódicas tan ideológicamente variadas como The West Indian Review, Public Opinion, The Searchlight6 y The Jamaican Standard. Esta circulación de prensa evidencia la extensión de la cultura impresa en la zona del atlántico costarricense y amplía las concepciones insulares del Caribe anglófono. Los intercambios con Public Opinion son de particular interés debido a su posición anticolonial, que podría entrar en tensión con la línea editorial más cautelosa de TAV. Por ejemplo, Amy Bailey, colaboradora frecuente en Public Opinion y temprana feminista, publica en TAV un ensayo sobre la falta de trabajadoras domésticas en Jamaica, que proyecta una idea tradicional de los roles de género, pero a su vez apoya la profesionalización de un trabajo destinado a las mujeres (n.° 193, 7 may. 1938, p. 10). En el mismo número se publica la reproducción de un artículo de Public Opinion titulado: "Is Unification Possible?", que aboga por la necesidad de unir fuerzas políticas entre distintas organizaciones jamaicanas para enfrentar una serie de problemas relacionados al estatus colonial y la cultura nacional. Lo interesante de esto último es que la nota introductoria de TAV asume una tarea de mediación que altera levemente el contenido. Dice:
As we have a been much discussed [sic] regarding our article on the seeming impossibility of Unification among Coloured Peoples, we readily reproduce the following from 'Public Opinion' of Jamaica for the purpose of directing further attention to this defect and in the hope that more and greater remedial efforts will be displayed by some of our present day Leaders. (n.° 193, 7 mayo, 1938, p. 11)
Dos cosas llaman la atención aquí: primero, el artículo no menciona una causa de unificación racial e incluso algunos de los protagonistas del argumento, como Walter Adolphe Roberts, no son negros, lo que sugiere que TAV asocia la nacionalidad jamaicana con una condición racializada; segundo, hablar de "our leaders" enfatiza un sentimiento de pertenencia racial o nacional diferente al del entorno inmediato de Puerto Limón.
Si bien el periódico se caracterizó por ser más noticiero que cultural, exhibe una impronta literaria que dice relación con una búsqueda de afirmación identitaria antillana. Esto se observa en un poema de Roden, "The Slave" (n.° 9, 8 sept. 1934, p. 3), en algunos poemas elegíacos, uno del mismo Nation (n.° 176, 25 dic. 1937, p. 8) y otro de Edith Johnson, este último sobre la muerte de Marcus Garvey (n.° 306, 3 ago. 1940, p. 8), o en poemas sobre las actividades laborales de la zona, como "Cocoa Picking" de Con Adj. Howlift (n.° 103, 25 jul. 1936, p. 10). Myriam Francis, autora blanca-mestiza, quien colabora permanentemente en la sección española, publica algunos textos cortos en inglés, como los poemas en prosa "My Years" (n.° 155, 31 jul. 1937, p. 8) y "Quietude" (n.° 357, 30 agto. 1941, p. 7), sin indicar el/la traductor/a, que posiblemente era la misma autora. Por otra parte, la esfera literaria incluye producciones radiales, como se evidencia en una nota sobre la transmisión de Calling the West Indies, programa de la BBC en que soldados caribeños en Inglaterra durante la Segunda Guerra Mundial recitaban cartas a familiares en el Caribe. Bajo la dirección de la poeta jamaicana Una Marson, el programa rápidamente tomó un carácter literario y en pocos años se transformó en el afamado Caribbean Voices, plataforma fundamental que ayudó a catapultar las letras anglocaribeñas en los años 40 y 50. La nota de TAV menciona el rol de Marson y su intervención literaria: "An amusing feature of the exercise was the musical section which preceded the Talks�a composition by Miss Marson to the tune of the once popular 'Slide Mongoose' which carry, in part, the words�'Slide Hitler'" (n.° 315, 5 oct. 1940, p. 10). De esta manera, vincula la escritura con la esfera oral, en particular las expresiones musicales populares, como el aludido calipso que Marson altera para criticar al nazismo.
Pese a enfocarse en públicos diferenciados, las dos secciones del periódico establecen un diálogo que refleja la particular situación política y cultural de la zona atlántica de Costa Rica. Esto se expresa en lo que Beatriz Sarlo (1992, p. 11) llama la sintaxis de una publicación periódica, es decir, su distribución de contenido en la división de las secciones española e inglesa, que establece una conexión entre la lengua y la racialización de un grupo de personas. Sin embargo, a veces estas barreras se hacen borrosas, como en las últimas páginas de cada número, donde confluyen la continuación de artículos en español y en inglés que se presta a la formación de un público lector bilingüe. Por otra parte, hay instancias en que el nexo entre las dos secciones va más allá de elementos estéticos, como en 1942, cuando un editorial de la sección española alza la voz por los afrolimonenses:
Ya no son africanos ni jamaicanos. Son costarricenses (...) Nosotros abogamos por la raza de color, porque como defensores de los intereses de la provincia de Limón, sentimos que al hacerlo, defendemos los intereses generales que hemos tenido como propios. También por un espíritu humano. (n.° 385, 28 mar., p. 3)
Declaraciones a las cuales el lector Juan Toiller agradece una semana después en la sección inglesa: "Please accept my heartfelt thanks as also that of a large circle of coloured people, domiciled in this community, for the very frank and outspoken Leader in the Spanish section of your last Saturday's issue" (n.° 386, 4 abr., p. 7). Este tipo de diálogo muestra cómo dos poblaciones separadas por la lengua y por procesos de racialización encontraron en este periódico un foro público para reunir sus opiniones, dejándonos un registro de la heterogeneidad cultural en Costa Rica.
The Beacon y Adelante: la apuesta cultural y pol�tica de las revistas caribeñas
Antes de las masivas protestas y huelgas que surgieron a lo largo del Caribe anglófono hacia el final de la década de los 30, Trinidad vio la emergencia de un fuerte movimiento intelectual, liderado por figuras como C.L.R. James, Alfred H. Mendes y Albert Gomes. Este movimiento, que Norval Edwards (2014) denomina el Renacimiento de Trinidad y Reinhard Sander (1988) llama el Despertar Trinitario, se activó con la publicación de la revista literaria Trinidad (1929-1930), editada por Mendes y James, pero se concretó en torno a The Beacon (TB), que publicó un total de 28 números entre marzo de 1931 y noviembre de 1933, además de un número aislado en 1939. Esta revista, fundada por Gomes, se convirtió en el núcleo del grupo de escritores informalmente conocido por el mismo nombre. TB se destacó en el campo intelectual de la época por desarrollar un temprano espacio de crítica al orden colonial, visibilizando estructuras opresivas de clase y raza, atacando dogmas religiosos y abogando por la afirmación de una identidad nacional, que iba de la mano de una producción literaria propia. En este sentido, la revista se inserta en la historia literaria de la región, al lado de publicaciones posteriores como BIM de Barbados y Kyk-Over-Al de Guyana, plataformas esenciales para la formación de una literatura que expresara una identidad propiamente caribeña (Rodríguez, 2011; Dalleo, 2011; Edwards, 2014; Rothe, 2018). Sin embargo, a diferencia de esas dos revistas, TB trascendía temas literarios para comentar la política y los problemas sociales con el fin de cuestionar el statu quo colonial.
Al igual que Adelante, TB �al menos en sus primeros números� contaba con un agente en Nueva York que manejaba suscripciones y publicidad para Estados Unidos, asegurando su circulación fuera de la isla. Según Sander, se vendían entre 1500 y 5000 ejemplares por número (Sander, 1977, p. xvii), dando cuenta de un público lector importante para este mensuario que generalmente incluía un poco más de 30 páginas. C.L.R. James colaboró con casi una decena de textos, entre artículos, reseñas de libros y dos cuentos, titulados "Revolution" y "The Star that Would Not Shine". Estuvo envuelto en una de las primeras polémicas que difundió la revista, en torno a las capacidades intelectuales de los negros. Aparte de James, Mendes estableció una notoria presencia en la revista al publicar más de treinta textos, principalmente de cuentos y poemas. Otros colaboradores frecuentes incluyen Ralph de Boissiere, C. A. Thomasos, Percival C. Maynard, Alfred M. Cruickshank y Ernest A. Carr, algunos de los cuales alcanzarían reconocimiento literario fuera de la isla. Cabe anotar que TB abrió un importante espacio para las mujeres escritoras, principalmente en los géneros de ensayo y poesía, incluyendo colaboraciones de Beatrice Greig, Olga Yaatoff, Elizabeth Peabody, Kathleen Archibald, Phyllis Huggine, Eleanor Waby, entre otras. Greig, por ejemplo, publicó 16 artículos, principalmente perfiles sobre figuras de la cultura y política internacional, como Gandhi e Isidora Duncan. Por su parte, Yaatoff publicó 14 poemas, dos cuentos y una obra de teatro, y ganó el segundo lugar en el concurso literario organizado por la revista en 1932, cuando tenía solo 18 años. En realidad, casi todos los colaboradores eran jóvenes: cuando Gomes la fundó tenía 20 años y dependía de los fondos de sus padres para financiar el proyecto editorial.
En su corta trayectoria, TB logró dar visibilidad a ciertas temáticas trascendentales y a veces tabúes en la esfera pública trinitaria, como las discusiones en torno al autogobierno, una controvertida ley de divorcio y el debate racial, en especial el que se dio respecto a la discriminación racial contra los negros. Según recuerda Mendes, "the race question up to the arrival of the Beacon was out of bounds: the newspapers, the pulpits, the cinema, the radio, all held a conspiracy of silence on this burning problem" (2002, p. 86), dando cuenta de un ambiente social que más bien prefería ignorar los conflictos raciales entre criollos blancos, negros e indios. Hay dos textos en particular en los cuales nos gustaría detenernos que encienden múltiples respuestas. El primero es "Black Man", una especie de manifiesto escrito por Gomes en que llama al hombre negro a no seguir los patrones hegemónicos de la sociedad euro-occidental y rebelarse contra cualquier tipo de opresión. Publicado en la primera plana del número 4, el texto mira principalmente la situación del negro en EE.UU., pero no deja de establecer vínculos con los problemas raciales en Trinidad y el Caribe en general. Gomes escribe:
Black man, bearded old son of a slave, your children are being slain by the dozens in America, in Africa, in the Indies. Bare your fangs as the white man does. Cast off your docility. You have to be savage like a white man to escape the white man's savagery (...) Back to back, Black Man. You have to fight the white man's fury.... But you musn't want to be a white black man, Black Man (.) The real black man wants to be a great Black Man and not a great White Man. Stick to your race and be original. (vol. 1, n.° 4, jul. 1931, pp. 1-2)
Algunas de las ideas planteadas por Gomes, como la alienación del sujeto colonizado, encuentran paralelos con lo que Fanon elabora en más detalle treinta años después en Piel negra, máscaras blancas (1952/2009). Sobre este aspecto es notable la perspectiva adelantada de Gomes en cuanto a la discriminación sexo-genérica, cerrando sus argumentos con la siguiente afirmación: "It's so foolish, this Battle of the Colours... This talk of the superiority of the Races... of the Sexes... // Night and Day. Do they quarrel? No. Yet their colours are not the same" (vol. 1, n.° 4, jul. 1931, p. 2).
Este texto, que Mendes describe como un poema en prosa (2002, p. 86), provocó que la Policía llegara a la casa de Gomes a interrogarlo, situación que, en un giro paradójico, estimuló al autor a seguir generando polémicas en su revista. De hecho, en su autobiografía, publicada en los años 70, Gomes confiesa que,
The policy of the magazine was really the absence of one, for although the editorial notes reflected more or less my own views, in all other sections contributors of most riotously conflicting views co-existed (.) Thus, controversies, always the best boost in circulation, were frequent. When they did not occur spontaneously we deliberately. engineered them. (1974, p. 23)
Por otro lado, "Black Man" generó una serie de respuestas a través de artículos y cartas al editor publicadas en la revista. En el siguiente número, de agosto de 1931, se inauguró una sección de correspondencia que incluye solo dos cartas escritas por estadounidenses que abordan el texto. La primera, un tanto contradictoria, aclara que cree en la inferioridad de los negros, pero le parece increíble cómo han progresado desde la abolición de la esclavitud.
De paso felicita a la revista, que seguirá leyendo, aunque asume que es para un público negro (vol. 1, n.° 5, ago. 1931, p. 26). La otra adopta un tono mucho más agresivo:
Sir, �I do not like your magazine. No white skinned person should. In your disgusting article 'Black Man' you have said things that are so true as to be dangerous. You had better watch your step (.) Remember what they did to Marcus Garvey. (vol. 1, n.° 5, agto. 1931, p. 26)
Dos números después, en octubre de 1931, se publica un artículo de Fred West, titulado: "You Are Right, Black Man, But How.?", en donde el autor, si bien concuerda con el trasfondo del texto de Gomes, reclama la forma en que se manifiesta su descontento. Lo interesante aquí es que West asume que Gomes es negro, asunto que nunca se aclara en la revista, si bien queda claro en "Black Man" que el hablante toma una posición enunciativa externa a la comunidad negra.
El segundo texto que provoca una larga serie de debate es "Race Admixture", escrito por el botánico agrícola inglés Sidney C. Harland, residente en Trinidad, y publicado en el mismo número en que aparece "Black Man". Basándose en las teorías del racismo científico de la época, Harland plantea que el negro en general es intelectualmente inferior al blanco, lo que no impide que argumente a favor de la mezcla de razas en una región como el Caribe (vol. 1, n.° 4, jul. 1931, pp. 25-29). Las respuestas no tardaron en llegar: C.L.R. James fue el primero, publicando en el siguiente número un contundente artículo titulado "The Intelligence of the Negro. A Few Words with Dr. Harland". Después de una larga introducción que contextualiza históricamente el tópico, afirma que:
Let Dr. Harland leave his books for a while and sit up and take notice. Wherever the negro is given a chance, he establishes himself. And this from a people barely three generations away from the physical and moral degradation of slavery. (vol. 1, n.° 5, ago. 1931, p. 7)
Si a ratos James demuestra una postura conciliatoria, en el grueso del texto se dedica a despedazar, punto por punto, los argumentos de Harland, ofreciendo más bibliografía y perspectivas históricas para apoyar sus argumentos.
El intercambio entre Harland y James provocó una larga serie de reacciones en la que intervino Mendes, Gomes, el afrotrinitario Ralph Mentor y el médico escocés residente en Trinidad, W. V. Tothill. Gomes es categórico en su rechazo de la perspectiva de Harland: "Dr. Harland, moreover, should not be so sure, so smugly satisfied with the theories of a science which is still unable to give any good account of the development of the embryo" (vol. 1, n.° 7, oct. 1931, p. 23). Sin embargo, la respuesta de Mendes es la que más sorprende: en una carta al editor, expone su respeto por ambos interlocutores, pero plantea que la "raza negra" ha aportado poco a la humanidad:
I have known as many intelligent negroes in Trinidad as I have known white men. But to tell me that the negro, as a race, has given to the fund of knowledge as much as any other race; that the raw material of his intelligence is as highly developed as the European's, is so manifestly absurd as not to warrant the slightest consideration. (vol. 1, n.° 6, sept. 1931, p. 27)
Es imposible pensar que estas palabras, que defienden postulados del racismo científico, no hayan tensionado la amistad con James. Hasta donde hemos consultado, no existe un análisis de esta postura que toma Mendes, la que problematiza las lealtades ideológicas del grupo Beacon, situado en un contexto colonial atravesado por estructuras jerárquicas de clase y raza, de las cuales varios de sus mismos miembros se beneficiaron. De todas maneras, en 1933, Mendes migró a Nueva York, donde se asoció con varios escritores importantes del Renacimiento de Harlem, como Langston Hughes y Countee Cullen. En esos años, Mendes y James volvieron a tener contacto (Mendes, 2002, p. 171) y, en la autobiografía que dejó incompleta, Mendes describe el libro más conocido de James, Los jacobinos negros, como una pequeña obra maestra (p. 82), lo que sugiere un cambio de opinión con respecto a la polémica iniciada en TB.
La poesía y ficción publicada en TB contribuyó a problematizar y defender el lugar del negro en la sociedad nacional y regional. Autores como el mismo James, Percival C. Maynard y Gordon O. Bell (desde Barbados) ponen en la palestra las experiencias de los sujetos negros en una sociedad todavía dividida por el racismo. El trabajo creativo de Maynard, por ejemplo, a través de cuentos como "Francisco" (vol. 2, n.° 8, feb. 1933, pp. 6-10) y poemas como "An African's Exhortation to His Country" (vol. 1, n.° 10, ene.-feb. 1932, p. 18), desarrollan personajes de tez oscura y exploran una voz autorial del sujeto negro. Por su parte, Bell, en "Portrait of a Dark Virgin", canta a una musa negra, cuya piel es "Dark orchid of the Tropic Night / Putting to shame the bloodless petals / of the fairer flowers" (vol. 2, n.° 3, jul. 1932, p. 25), sin cosificarla por completo al construir un retrato de su integridad moral.
A su vez, TB llevó el alcance de esta afirmación identitaria más allá de las fronteras insulares para forjar lazos e intercambios intrarregionales, en particular con Barbados y dos de sus revistas progresistas: The Outlook y Forum Quarterly. Aunque el grueso del trabajo publicado en TB tenía un enfoque insular, estos intercambios demuestran que su visión cultural nunca estuvo aislada del mundo exterior y mucho menos de la región caribeña. El liderazgo de escritores como Mendes y James evidencia el internacionalismo, inherente a sus lecturas marxistas. Asimismo se aprecia esto en otros textos publicados en la revista, como "Cuba's New Deal" (vol. 3, n.° 4, nov. 1933) de Jean de Boissière, que celebra la Revolución del 33 y critica el imperialismo estadounidense en la isla vecina.
La revista también abrió un espacio para la población indotrinitaria, no menor en la conformación sociocultural de la isla. El número de marzo de 1932 se dedica a temas de política y espiritualidad en la India y a partir de mayo del mismo año se inaugura su "India Section", la que permanece durante cinco números. La tónica de estas colaboraciones mira más a la India que a la misma población de origen indio en Trinidad, abordando figuras prominentes de la política y cultura india, como Mahatma Gandhi y Rabindranath Tagore, pero da cuenta de una consciencia sobre la heterogeneidad cultural trinitaria y la necesidad de abordar temas relevantes para una porción importante de su población. Como una manera de dimensionar la presencia de la población indotrinitaria en la cultura impresa de la época, Ramchand identifica que, entre los años 20 y 40, Trinidad contaba con casi una decena de publicaciones periódicas y sociedades literarias dirigidas por indotrinitarios que buscaban articular una literatura propia con sus preocupaciones sociales (2004, p. xxvii).
Desde las páginas de TB, Gomes percibe la emergencia de una literatura propiamente caribeña, al defender el trabajo narrativo de James y Claude McKay y celebrar algunas tentativas literarias en otras islas de la región. En su nota editorial de octubre de 1933, bajo el acápite, "A West Indian Novelist", alaba la novela Banana Bottom de McKay como la primera vez que escenas y características caribeñas han sido interpretadas subjetivamente por alguien que nació en la región (vol. 3, n.° 3, pp. 50-51). Estos primeros años de la década de los 30 son decisivos en el desarrollo del creciente sentimiento anticolonial que tuvo expresión en las protestas y huelgas que sacudieron la región hacia el final de la década. En términos de producción literaria e intelectual, la revista fue fundamental al abrir un espacio tangible donde empezar a ensayar estas inclinaciones. Como escribe de manera casi profética C. A. Thomasos en el último número de esta primera etapa de la revista: "The stones which the builder rejected will then have become the heads of the corner-stones" (vol. 3, n.° 4, nov. 1933, p. 94).
Algunos años más tarde y desde la isla mayor de las Antillas, nació la revista Adelante en La Habana, como el órgano difusor de la Asociación Adelante, una agrupación conformada por profesionales, obreros, estudiantes y empleados que buscaban "cultura y justicia social, igualdad y confraternidad", como dice su lema. Tuvo una salida mensual desde junio de 1935 hasta febrero de 1939, alcanzando 45 números, en un formato bastante estable a través del tiempo compuesto por una portada sin ilustraciones �salvo algunas excepciones�, seguido de una página publicitaria que da cuenta de los auspicios con los que contaba, a lo que se suma una cuidadosa publicidad a lo largo de la revista. Luego, le sucede el editorial, los artículos principales y las diferentes secciones: literarias, societarias, deportes, directorio, pasatiempos y otras no permanentes, además de traducciones y republicaciones. Su comité editorial estuvo compuesto por Jorge Santana Fernández, Mariano Salas Aranda, Tomás Acuña Lazcano, Raimundo Despaigne, Cloris Tejo y Carlos A. Cervantes, y entre sus colaboradores destacan Ángel Pinto, Nicolás Guillén y Gustavo Urrutia, y mujeres como Consuelo Serra, Ana Etchegoyen y Calixta Hernández.
En su primer editorial, titulado "Hechos, no palabras", la revista se posiciona contra toda injusticia social y por la igualdad de todas las personas, pero enfatiza que "iniciará esta revista desde el punto de vista del individuo negro" (n.° 1, jun. 1935, p. 1), por ser el más oprimido y explotado en la sociedad cubana. A esta conciencia racializada se suma una conciencia de clase, pues reconoce que:
La experiencia adquirida de las luchas en que el negro ha tomado parte preponderante (...) aconseja que éste vaya a esa fusión de fuerzas con conciencia de clase, sabiendo el rol que en la misma va a desempeñar, planteando demandas específicas, y sobre todo, con conocimiento pleno del valor tradicional, histórico, cultural, numérico, emocional, etc., que representa. (p. 1)
A partir de este lugar enunciativo que articula raza y clase, la revista se centra en problemáticas sobre la desigualdad social y el racismo, pero transita otras temáticas, como la cultura, la educación, el deporte, la salud, el rol de las mujeres y los problemas específicos que las afectan, la unidad de la población negra en el país y el rol de figuras históricas relevantes como Antonio Maceo o Martín Morúa Delgado.
Adelante no es la primera revista de su tipo, y más bien se inserta en una larga lista de publicaciones de la prensa negra en Cuba, que data de fines del siglo XIX. No obstante, marca un hito al publicarse en un momento histórico que exigía profundos cambios en la isla. Por un lado, su publicación tuvo lugar un par de años después de la Revolución del 33, un significativo momento progresista que puso fin a la dictadura de Machado (1925-1933), y aunque abrió un período de inestabilidad política que solo se calmó en 1936, logró abolir la Enmienda Platt, modificar los partidos políticos ensanchando su espectro ideológico, alcanzar el derecho a voto para las mujeres (De la Fuente, 2001), ampliar la ley de divorcio y organizar una Asamblea Constituyente que desembocó en un nuevo texto constitucional en 1940. Se trató de una década de agitados cambios y movilización social.
Por otro lado, la revista se publicó en un contexto complejo para la población negra cubana, en el que se cruzaron aspectos coyunturales con procesos de más largo aliento. Luego de la caída de Machado se generó un ambiente de desprestigio para personas y agrupaciones negras, pues bajo su mandato los liberales habían facilitado "a negros y mestizos cargos claves en su administración" (Fernández, 2014, p. 43). Sin embargo, fueron beneficios que capitalizó "una minoría negra y machadista", pues "la inmensa mayoría continuó siendo víctima del racismo y la escasez de oportunidades para el reconocimiento" (p. 47), sin muchos espacios para denunciar la profundidad histórica de la discriminación racial. Aunque la presencia negra nunca fue negada o invisibilizada �de hecho, el afrocubanismo, movimiento cultural y artístico que puso en valor las herencias africanas en la literatura, la plástica, la música, el teatro y la escultura, estaba vigente desde los años 20�, lo cierto es que desde los primeros años del siglo XX se buscó reforzar el mito nacionalista de la igualdad racial (De la Fuente, 2001, p. 37). La Matanza de 1912, que puso fin al único proyecto político partidista impulsado por un sector de la población negra, tuvo un hondo impacto entre los negros de la isla, induciendo un cambio de estrategia en sus prácticas organizativas, sociales y políticas, así como en sus discursos y en el tono de su prensa (Helg, 2012; Fernández, 2014). Si bien nunca se dejó de hablar de la discriminación racial en los periódicos y revistas de la prensa negra, la retórica más confrontacional y de abierta denuncia dio paso a relatos que enfatizaban la importancia de la educación, del comportamiento honorable y del rigor individual para la superación del racismo.
Cuando Adelante salió a la luz, adoptó un tono más político respecto de la discusión racial (Arnedo-Gómez, 2011), no solo porque denunció desde el primer número la injusta persecución a las sociedades negras en la coyuntura del 30 (n.° 1, jun. 1935, p. 1), sino porque dedicó buena parte de sus páginas a la comprensión más crítica e histórica del conflicto racial. Destacan en esta línea argumentativa los textos de Ángel Pinto, en los que problematiza la continua condición servil de las personas negras en la colonia y la república �"como esclavo primero, y después como proletario", señala Pinto (n.° 11, abr. 1936, p. 7)�, expresada en la falta de propiedad inmueble y de los medios de producción, que los mantenían en una posición marginal en lo económico, social y político (n.° 9, feb. 1936, p. 4). Para Pinto, estas desventajas no se resolvían de manera individual, pues se trataba de un problema estructural que solo podía modificarse con un cambio profundo de la sociedad:
Por mi parte, yo (...) sigo pensando que la única puerta abierta a la verdadera, auténtica y definitiva reivindicación del hombre de color (.) es aquella que conduce a la liquidación de sistema social basado en la explotación del hombre por el hombre, sea blanca, o negra, o amarilla, la pigmentación de su piel. (n.° 7, dic. 1935, p. 4)
Armando Hernández, en tanto, reflexiona sobre la profundidad histórica del racismo que ha afectado a la sociedad cubana en su conjunto y que tiene su origen en la esclavitud: "Es indudable que el llamado 'problema negro' tiene su causa principal en la institución de la esclavitud" (n.° 13, jun. 1936, p. 8). Por un lado, desde esta época el analfabetismo ha sido una de las principales barreras de ascensión social para la población negra, "víctima máxima del colonialismo español y posteriormente del norteamericano" (p. 8). Por otro lado, la esclavitud generó una división económica y social que ha impedido "la formación de una conciencia nacional" (n.° 22, mar. 1937, p. 5), la que, pese a los esfuerzos de Martí por la integración, no ha logrado superarse. Es por ello que se adhiere a un cambio revolucionario de la sociedad en su conjunto, que asuma el desafío de la educación. Dice Hernández: "Es principal misión revolucionaria la de facilitar el camino para que nuestras masas se eduquen" (n.° 13, jun. 1936, p. 16). A este ideal emancipatorio, que en el caso cubano no pasa por un proceso descolonizador, pero sí por transformaciones sociales profundas, se suman figuras como Gustavo Urrutia. Su columna "Panorama" es tal vez una de las más lúcidas en este tema, en la que declara que la revolución no ha fracasado y que en ese proceso los negros tienen un lugar, no solo porque son un "elemento de revolución", sino porque es su único camino al progreso y es su deber incorporar "sus reivindicaciones particulares de sexo, de raza y de clase al programa general de la Revolución" (n.° 2, jul. 1935, p. 6).
En efecto, la participación política es un tema que cruza esta dimensión emancipatoria. Si bien para mediados de los años 30 las mujeres y hombres negros podían votar en todas las elecciones, no tenían ni partido propio ni una representación poderosa en los partidos políticos existentes y, por lo tanto, tampoco en el Congreso. Es decir, su fuerza votante no tenía injerencia en los espacios de poder y de toma de decisiones. De este modo, las reflexiones sobre cómo participar en los procesos de cambio, cómo ejercer la ciudadanía a través del voto y cómo hacer efectiva la participación política, cruzan toda la revista. En los primeros números, y como se vio previamente, la discusión se centra en el cambio revolucionario, pero a medida que la Revolución del 33 decanta, la reflexión comienza a centrarse en el voto y, sobre todo, en la participación en el proceso constituyente. Los últimos tres números de la revista, entre fines de 1938 e inicios de 1939, dedican sus editoriales a este tema, y se suman algunas de las principales columnas. Aunque como revista tienen una posición escéptica del proceso �el último editorial señala: "Ninguno de estos partidos se ha ocupado de elaborar un acabado y verdadero proyecto de Constitución que recoja en sus preceptos todas las demandas, aspiraciones y necesidades del pueblo de Cuba" (n.° 44-45, feb. 1939, p. 1)�, las columnas de Ernesto Pinto (n.° 41, oct. 1938, p. 6) y las de José Armando Plá (n.° 42-43, dic. 1938, p. 4 y n.° 44-45, feb. 1939, p. 5) hacen un llamado a participar votando por aquellos que reivindiquen las demandas de la población negra.
En este sentido, la conciencia racial cruza todo el proyecto editorial, reivindicando el lugar de las y los negros en la nación cubana, pero sobre todo analizando los diversos factores que se articulan para una condición racializada, es decir, subordinada. Es en ese ejercicio que lo racial se entrecruza con la nación, con la clase y con el género, en tanto estructuras de orden social que refuerzan esa posición desventajosa. Son las mujeres que forman parte de Adelante las que principalmente se hacen cargo de la discriminación racial y de género. Como fue previamente señalado, la participación de las mujeres en esta revista es destacada: no solo tuvieron cargos ejecutivos, como la secretaría de cultura y la tesorería (Salinas, 2018 p. 200), sino que además sostuvieron secciones, como "Pedagógicas", y contribuyeron en casi todos los números con alguna columna. Durante los primeros años destaca la participación de Consuelo Serra, Ana Etchegoyen y Calixta Hernández y, luego, de María Villar Buceta y Cloris Tejo, aunque otros nombres se les suman. En general, los temas que tratan tienen relación con los hijos y la familia, así como con la instrucción y la participación política (Oliva, 2021).
Una dimensión propiamente caribeña no aparece con fuerza en esta revista; es más, cuando en algunas columnas se refieren a los antillanos, se está señalando a las personas cubanas del oriente de la isla, demostración del fuerte signo habanero de la revista. No obstante, hay indicios de este aspecto, destacando dos artículos. Primero, el publicado en el n.° 36 de mayo de 1938, donde se reproduce el discurso pronunciado por Juan Jiménez Pastirana, vicepresidente de la Hermandad de los Jóvenes Cubanos, en favor de la libertad de Puerto Rico, condenando el imperialismo que Estados Unidos ejerce en la isla y recordando la solidaridad de Martí con la lucha de su pueblo. Pero sin duda es el artículo de Valentín Tejada, "El problema de las razas en el Caribe y Toussaint Louverture" (n.° 41, oct. 1938, p.6), el más relevante en este sentido por la centralidad que le da al líder de la Revolución Haitiana en el camino de la lucha contra el racismo en la región, publicado en 1938, mismo año de la primera edición de Los jacobinos negros, de C.L.R. James.
Adelante fue una revista que tuvo una pretensión nacional, no solo respecto de su circulación, que efectivamente alcanza, sino respecto de los temas de interés, como ha sido revisado. No obstante, se pueden observar desplazamientos hacia otros lugares, como África y su literatura, cultura y acontecimientos políticos �la invasión de Italia a Abisinia es ampliamente tratada�; América Latina, principalmente Brasil y México en relación a sus procesos sociales y políticos; y Estados Unidos con noticias sobre hechos de discriminación racial, características de su población negra y las ideas de algunos de sus intelectuales, a través de traducciones, en particular de algunos de los autores más conocidos del Renacimiento de Harlem, como Langston Hughes y W.E.B. du Bois, lo que da cuenta de sus redes e intereses editoriales.
Aunque The Beacon y Adelante pertenecen a territorios que atravesaban por diferentes procesos políticos, ambas tensionaron sus respectivos campos culturales e intelectuales al introducir voces, como las negras, y temáticas complejas, como las raciales. La discriminación racial no solo aparece como un problema social, sino que es tratado en su dimensión política, articulada con el colonialismo y sus herencias, imperante en las relaciones culturales tanto de Trinidad como de Cuba.
A modo de conclusión
La propuesta trazada aquí busca provocar reflexiones sobre la conciencia racial que aparecen en el campo cultural de los años 30 y 40 en publicaciones periódicas de contextos distintos �algunos aún coloniales, otros republicanos�, pero que comparten horizontes de emancipación política y cultural. El contexto de producción en el que se publican las revistas y periódicos revisados es crucial para comprender las discusiones en torno a la raza y el racismo que afectaba a las poblaciones negras, y otros grupos, del Caribe en esta época. Las demandas por autonomía y mayores derechos políticos y sociales que impulsaron los procesos de descolonización, las luchas sindicales, los movimientos por reconocimiento ciudadano, entre otros, se imbricaron con movimientos culturales y artísticos que reivindicaron la identidad negra, contexto general que incidió en las reflexiones expresadas en los editoriales, las columnas, las secciones literarias y las cartas publicadas en estas revistas y periódicos. De esta manera, las dimensiones de análisis propuestas sobre la emancipación política, la conciencia racial y el lugar de estos proyectos editoriales en el campo cultural de la región buscan visibilizar reflexiones compartidas para explorar sintonías de época.
Nuestro análisis ciertamente no logra abarcar todas las aristas ni dimensiones posibles de trabajar en estas publicaciones. Por un lado, cada una contiene aportes únicos al despliegue del campo cultural caribeño que merecen mayor atención; y, por otro lado, profundizar la perspectiva comparativa en las dimensiones que hemos identificado, o bien analizar otros aspectos que surgen de sus lecturas, permitiría aproximarnos a conexiones que no alcanzamos a revisar aquí, como los aspectos visuales o las prácticas de traducción, aspectos que ayudarían a una mejor comprensión de sus dinámicas discursivas.
Otros temas requieren de mayor profundización, como las redes que articularon con otras publicaciones caribeñas, que muy brevemente alcanzamos a esbozar, y los indicios del enfoque interseccional. Las reflexiones sobre la raza, el racismo y la lucha racial no son pensadas de manera aislada en estas publicaciones; se articularon con la clase, la nación, el género y otras estructuras sociales, a partir de reflexiones elaboradas desde las propias experiencias. En este sentido, un aspecto a tratar como un tema en sí mismo es la relación raza/género que se expresa en la escritura de las mujeres negras del Caribe que colaboraron en las publicaciones periódicas revisadas. Si bien su nivel de protagonismo y participación varía de caso a caso, en las revistas de la época ellas parecen asumir un rol cada vez más constante, que permite identificar de mejor manera su lugar en el campo. Por el carácter de las revistas, que facilitan el desarrollo de las ideas y argumentos, estas se transforman en una plataforma única para conocer los alcances de sus reflexiones, y aunque sus colaboraciones son específicas y se mantienen en tópicos como la familia, el hogar, el cuidado de los hijos, o la educación, muchas veces desde ahí trascienden hacia lo político y la búsqueda de transformaciones profundas de la sociedad, por ejemplo, Cloris Tejos lo hace a través de varios artículos en la revista Adelante (n.° 39, ago. 1938; n.° 41, oct. 1938; n.° 42-43, dic. 1938), en la antesala de un proceso constituyente en que las mujeres cubanas ya podían participar. En la misma época, vemos estas intervenciones en figuras clave como Una Marson y Amy Bailey en Jamaica, Aída Cartagena Portalatín en República Dominicana o Suzanne Césaire en Martinica.
Leer en conjunto estos proyectos editoriales entrega una visión más amplia de procesos comunes que trascienden la fragmentación política y lingüística tan propia del Caribe. No buscamos soslayar las diferencias que caracterizan estas publicaciones y sus contextos: la heterogeneidad cultural de la región es justamente un elemento que permite elaborar discursos reivindicativos situados, pero es igualmente importante establecer similitudes en las maneras de resistir el colonialismo y sus secuelas nocivas. El formato de la publicación periódica que eligieron las intelectualidades caribeñas de esta época responde a las exigencias de los procesos de modernización en curso, uno que permitió difundir sus escritos entre públicos lectores diversos y de manera sostenida en el tiempo; periodicidad que nos posibilita seguir la pista, tanto de los debates que marcaron pauta como de aquellos que desentonaron con las tendencias coyunturales del momento.
* Este artículo presenta resultados del Proyecto Fondecyt de Iniciación N° 11220150, del cual fui investigadora responsable. El proyecto de investigación estuvo asociado a la Universidad Academia de Humanismo Cristiano.
** Este artículo presenta resultados del Proyecto Fondecyt Postdoctorado N° 3230185, del cual soy investigador responsable. Quisiéramos agradecer muy especialmente a Yarelis Torres Vázquez, bibliotecaria de la Biblioteca y Hemeroteca Puertorriqueña de la Universidad de Puerto Rico, Río Piedras, quien ayudó en la ubicación de material indispensable para este trabajo.
1 Utilizamos esta categoría considerando la autoadscripción identitaria que los y las intelectuales de la época plasmaron en los escritos revisados para este trabajo.
2 Según un reciente estudio de Roberto Ramos-Perea (2024), el semanario gua-yamés, Pancho Ibero, que se publicó entre 1917 y 1920, bajo la dirección de Luis Felipe Dessús, seria la primera revista negra de Puerto Rico.
3 En TAV se identifican como West Indians a quienes provienen de diferentes lugares del Caribe anglófono, principalmente desde Jamaica, a trabajar a Puerto Limón, población que era mayoritariamente negra. No obstante, optamos en este artículo por las propuestas de Rossi (2005) y Grinberg Pla (2008;2012) que identifican a estos migrantes y sus descendientes como afroantillanos.
4 Oliva, en un artículo antes publicado, señala que Nation está a cargo de la sección en inglés hasta 1942, año de su muerte. Si bien el periódico no explicita cuándo Nation deja su cargo como editor, pudimos ahora constatar que a partir del número 227, del 7 de enero de 1939, ya no aparece su nombre en el encabezado de la sección inglesa. Diez números después, se publica una carta de Nation dirigida al editor (n.° 237, 18 mar. 1939, p. 8) y en el número 240, Jos Thomas publica una breve nota sobre la muerte de su propia madre en Jamaica, donde dice ser representante de la sección inglesa del semanario: "The writer, who represents this Section of the 'Atlantic Voice' in this Province, has received the sad news of the death of his eighty year old mother, Mrs. Sarah Frances Thomas" (15 abr. 1939, p. 8). El nombre de Thomas aparece en el encabezado de la sección recién a partir del 12 de septiembre de 1942, cuando el nombre pasa a ser Atlantic Voice.
5 Algunos ejemplos de textos que abordan esta creencia religiosa incluyen: "Po-comania and its Grasp on the Thoughtless" (n.° 113, 3 oct. 1936, p. 9), "Pocomania Witchcraft Sect Broken Up" (n.° 118, 7 nov. 1936, p. 9), "Woman dies as result of Pocomia Treatment" (n.° 141, 24 abr. 1937, p. 8) y "Witchcraft And Evil Spirits" (n.° 144, 15 may. 1937, p. 8).
6 No es el mismo que dirige Nation en Limón entre 1929 y 1931; de hecho, TAV publica una nota titulada "Another 'Searchlight'" sobre la fundación del periódico jamaicano (n.° 166, 16 oct. 1936, p. 7).
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