Fecha de recepción: 3 de enero de 2025

Fecha de aceptación: 17 de enero de 2025

DOI: https://dx.doi.org/10.14482/eidos.44.302.450

Escorcia-Gravini, G. (2024).

La gran miseria humana. Poemas recobrados.

Editorial Uninorte

Isaac Nieto Mendoza

Universidad del Atlántico (Colombia)

icnieto@mail.uniatlantico.edu.co

ORCID ID: 0000-0001-5302-6931


Gabriel Escorcia Gravini (Soledad, Atlántico, 1891-1920) parecía estar destinado a los leprocomios o lazaretos producto de las políticas de progreso y salubridad de José Gregorio Rafael Reyes Prieto, noveno presidente de la República de Colombia, entre 1904 y 1909. Este contexto cobra relevancia, pues el poeta soledeño enfrentó la lepra. Padeció su enfermedad en su municipio natal aislado y marcado por el estigma del contagio (McCausland, 2011); no obstante, se dice que, por las noches, "[...] salía de su casa vestido de punta en blanco en dirección al cementerio" (Buelvas, 2024, p. 6). Se comenta, además, que su reconocido poema, musicalizado por Lizandro Meza en 1976 bajo el título Miseria humana, nació al pie de las sepulturas.

Según los testimonios de cercanos y moradores que conocieron a Escorcia-Gravini, su razón poética fue el aislamiento en un cuarto improvisado en el patio de su casa. Su amigo José Miguel Orozco era quien hacía llegar sus poemas a los periódicos y revistas culturales locales e internacionales. Los poemas de Escorcia Gravini han sido recopilados por Fabián Buelvas en La gran miseria humana. Poemas recobrados, publicación que refleja el esfuerzo investigativo realizado en fuentes documentales y testimoniales, tanto en las bibliotecas nacionales como en el pueblo donde vivió el poeta. De puño y letra de Escorcia Gravini no quedó nada, pues, según Buelvas (2024), "[...] como era usual con los leprosos, sus pertenencias fueron echadas al fuego y sus poemas se perdieron para siempre" (p. 5).

Los cuatro primeros poemas �"La gran miseria humana", "Ante la tumba de Miguel Rodolfo", "El muerto y destino" y "Casilda la de los infiernos"� confluyen en la necropoesía. Los sepulcros y las calaveras permiten al poeta dialogar con la muerte, cuestionarla, asediarla. La particularidad de "La gran miseria humana" está en su sonoridad y estética, pero también en que confirma el hábito comentado de sus visitas nocturnas al cementerio (Villegas, 2017), concebido en su forzado aislamiento: "¿Fui a perturbar los cautivos en sus sepulcros desiertos? Me fui a buscar a los muertos por tener miedo a los vivos" (p. 19).

El segundo poema combina el pesimismo con la nostalgia, al tiempo que ficciona el deceso de quien fuera su incondicional amigo, José Miguel Orozco. Con un tono fatalista persistente, el estilo poético reflexiona sobre la muerte ineludible y un destino marcado por una fuerza superior. También aprovecha para reconocer su gestión en la divulgación de sus poemas. A propósito, dedica los siguientes versos: "Por ti fui apreciado y distinguido / y por eso, mi amigo bondadoso/, yo salvaré tu nombre del olvido /y en los rayos del astro luminoso / irá mi alma en noche sosegada / a perturbar tu sepulcral reposo" (p. 51).

En "El muerto y el destino" se explora el olvido vinculado a la ausencia carnal y la renuncia del muerto frente a la ingratitud de sus dolientes. Este poema reafirma el diálogo incesante del poeta con la muerte, al tiempo que refleja la esencia de un ser asocial que encuentra refugio en el camposanto, manteniendo la línea de introspección y desconfianza hacia los vivos que caracteriza a La gran miseria humana.

Por su parte, "Casilda la de los infiernos" culmina la etapa necropoética al trasladar un universo mitológico griego a las orillas del río Magdalena, fusionando elementos locales con la influencia del romanticismo alemán, particularmente del Fausto de Goethe. Este poema integra temas como el amor, el encanto, la traición, el paraíso (representado en el cielo), el arrepentimiento, la muerte y el infierno. Los personajes centrales, Narciso y Casilda, encarnan símbolos opuestos, pero complementarios: Narciso representa la promesa insincera, la egolatría y la tentación, mientras que Casilda personifica la ingenuidad, el pecado, la desesperanza, la locura y el deseo de muerte.

Dentro de los Poemas recobrados (1912-1913), "Arpas en el silencio" y "A mi alma" presentan un tono oscuro que refleja una austeridad obligada. En estos, la amargura encuentra consuelo en la acción poética, concebida como un espacio de libertad y diálogo metafísico con su propia alma. En este contexto, el sepulcro, a diferencia de la estructura necropoética de los cuatro poemas anteriores, se transforma en un espacio de silencio eterno donde el alma finalmente acalla sus pesares. Este cambio de enfoque se expresa en versos como: "No llores, melancólica alma mía / porque el dolor en mi pecho anide, / nada temas, que en la tumba fría / se pierde el sabio que los espacios mide" (p. 79).

En poemas siguientes, Escorcia-Gravini presenta dos criterios anecdóticos y dedicatorios con un enfoque crítico y de reconocimiento de influencias. En "Lo ajeno y lo propio" hace referencia directa a la poesía desacertada y al plagio, y reconoce la autenticidad literaria como esencia del ser poeta. Se refiere a versos publicados en El ensayo, revista literaria donde concurrían sus poemas, mostrando con estos versos su indignación: "El loro para hablar en castellano / necesita aprender desde pichón, / solo el turpial y el ruiseñor ufano / entonan su romántica canción" (p. 81). En "A Julio Flórez" remite al poeta nacional Julio Flórez, conocido por su legado artístico y las particularidades de su vida, culminada en el caluroso pueblo de Usiacurí (Atlántico). Reconoce que, a través de sus versos, ha encontrado un camino, por lo que queda seguir sus pasos. Conecta también con la mitología griega y la influencia romántica de figuras como Lord Byron.

Los poemas finales �"A un mochuelo", "Sueños" y "Belleza olímpica"� exploran los temas del encierro, la esperanza y la admiración por una mujer. En "A un mochuelo", el poeta compara su confinamiento interno con el de un pájaro cantor enjaulado, usando esta metáfora para expresar su sufrimiento y su aislamiento emocional. La imagen del pájaro, prisionero de su propia jaula, refleja tanto el encierro físico como el dolor existencial, un sentimiento de soledad y desconexión con el mundo exterior. Este tema de la clausura se transforma en "Sueños", donde la visión poética se torna esperanzadora, abriendo un espacio para la ensoñación. Aquí, el poeta reconoce el valor de la imaginación como vía de escape y como fuente de consuelo ante las restricciones de la realidad. El cierre se da con "Belleza olímpica", en el que la figura de la mujer adquiere un carácter simbólico: es la representación de la belleza idealizada que despierta admiración a la vez que produce una sensación de lejanía inalcanzable, casi divina.

El contenido de este poemario constituye un homenaje a un poeta cuya vida y obra permanecen envueltas en la incertidumbre, pero que sigue siendo recordado y celebrado en su pueblo natal. Catalogado como un autor oscuro, su obra puede ser vista como parte del gótico caribeño, particularmente por su característico estilo necropoético, que evoca a poetas como Edgar Allan Poe o los llamados Graveyard Poets. Esta compilación, que se presenta como un primer paso en la recuperación de su legado literario, abre la puerta a un mayor estudio futuro de su vida y su producción poética.


Referencias

Buelvas, F. (2024). Prólogo. En, F. Buelvas y M. Mendoza (Comp.), La gran miseria humana. Poemas recobrados (pp. 5-13). Editorial Uninorte.

McCausland, E. (2011). Mensajes desde el azul. Cartagena de Indias. Ediciones Pluma de Mompox.

Villegas, J. (2017). "La gran miseria humana", de Gabriel Escorcia Gravini: lectura necropoética de la Colombia de comienzos del siglo XX. Tópicos del Seminario, (38), 49-75. Recuperado de: https://www.scielo.org.mx/scielo.php?pid=S1665-12002017000200049&script=sci_arttext