Doi: https://dx.doi.org/10.14482/eidos.44.330.861
Letras del mar Afrocaribe. Del sincretismo a la totalidad. Palabras en busca de su significado
Orlando Araújo Fontalvo
Universidad del Norte (Colombia)
ORCID ID: https://orcid.org/0000-0003-4758-2653
¿Qué es el Caribe? No importa cuánto crea haber leído sobre el tema, al intentar responder esta pregunta, siempre podré decir, como le pasaba a San Agustín con el tiempo: "Si no me lo preguntan, lo sé. Si me lo preguntan, lo ignoro". (San Agustín, 2010, p. 560)
El crítico literario uruguayo Ángel Rama creyó vislumbrar su compleja naturaleza en los intersticios de su reflexión sobre el concepto de transculturación acuñado por Fernando Ortiz: "Es el Caribe el mar interior americano donde se han insertado las plurales manifestaciones del universo entero y que, sin embargo, dentro de la confusión y la mezcla, ha elaborado rasgos privativos que le confieren unidad" (2008, p. 217). Pero, ¿cuáles son esos rasgos privativos más allá de la confusión y la mezcla?
"Caribe", palabra furtiva que en sus albores taínos pudo significar algo parecido a "gente fuerte", luego de la llegada de los españoles fue como decir "indio bravo". Desde entonces, ha sido una palabra en busca de su significado, una palabra de lucha, de encuentro, de resistencia. De hecho, más que una simple palabra,
"Caribe" ha sido un acto de fé, un intento semiológico por asir una realidad inasible, multicultural y plurilingüística. Una región dinámica, desmesurada, desprovista de límites precisos, es lo cierto, pues todas las culturas del planeta, todas las grandes civilizaciones, todos los imperios, han pasado en algún momento de la historia por este cruce de caminos, y han dejado su impronta, de una forma o de otra.
En su cálida cuenca de cuerpos desnudos, curvada en el ansioso deseo de negarse a sí misma, como una moderna superstición, taínos, taironas, caribes y otros pueblos, vieron llegar el cataclismo del fin del mundo que siguió a las naves de Colón, al pillaje de piratas ingleses, de corsarios franceses, a la depravación de bucaneros de las Antillas, de filibusteros de la Tortuga. Ese drama humano se vivió en el Caribe más que en ningún otro sitio, eso es innegable. Allí ocurrió el mal llamado Descubrimiento, se inició la conquista, la destrucción de las Indias, allí se inauguró la academia de los aventureros del Nuevo Mundo. "La violencia con que fueron ensanchándose los horizontes, empujó a los hombres por el camino de la audacia temeraria" (Arciniegas, 2017, p. 7). Todo hombre o mujer notable de Europa se vinculó indefectiblemente a la aventura central del Caribe.
Gabriel García Márquez, uno de sus escritores emblemáticos, dijo una vez que el Caribe constituía en realidad un solo país, un enorme e indescifrable país, que no era de tierra, sino de agua (Centro Gabo, 2025). Un mundo donde la realidad de sus criaturas, el medio natural y su cotidianidad se entretejían en una simbiosis extraordinaria. "Y en medio de ese mundo existe además la fuerte influencia de las mitologías traídas por los esclavos, mezcladas a la mitología de los indios del continente y a la imaginación andaluza" (Centro Gabo, 2025).
Por su parte, como nunca se había hecho, el maestro dominicano Juan Bosch, con lucidez y perspicacia, llamó al Caribe "frontera imperial", resaltando su unidad histórica, su importancia económica y su dimensión geopolítica. De Cristóbal Colón a Fidel Castro. El Caribe, frontera imperial (2009), una obra fundamental para consolidar una nueva perspectiva y una más amplia conciencia del Caribe.
La historia del Caribe es la historia de las luchas de los imperios contra los pueblos de la región para arrebatarles sus ricas tierras; es también la historia de las luchas de los imperios, unos contra otros, para arrebatarse porciones de lo que cada uno de ellos había conquistado; y es por último la historia de los pueblos del Caribe para libertarse de sus amos imperiales.
Si no se estudia la historia del Caribe a partir de este criterio no será fácil comprender por qué ese mar americano ha tenido y tiene tanta importancia en el juego de la política mundial, por qué en esa región no ha habido paz durante siglos y por qué no va a haberla mientras no desaparezcan las condiciones que han provocado el desasosiego. (2009, p. 62)
Acaso por ello, como lo han demostrado muchos estudios, la identidad contemporánea del Caribe se sustenta en un profundo sentido de ruptura, de discontinuidad, de desarraigo. Como lo señaló el renombrado poeta barbadense Edward Kamau Brathwaite: "Más que un sentido de génesis natural, la historia del Caribe permite heredar un sentido de genocidio" (2011, p. 154).
Otro hijo del Caribe, el novelista y ensayista cubano Antonio Benítez Rojo (1989), por su parte, ofreció en su momento una significativa lectura de la cultura polirrítmica de los pueblos del mar, esto es, del Caribe que se puede ver, tocar, oler, oír, gustar. Benítez Rojo entendió el Caribe como el fruto de una sucesión de máquinas sincréticas, una suerte de metarchipiélago sin límites ni centro. Una inalcanzable isla que se repite, que además de flotas, plantaciones de cacao, café, tabaco y caña de azúcar, riquezas, y con la participación de europeos, amerindios, asiáticos y no menos de diez millones de esclavos africanos, produjo una cultura carnavalesca, fluvial y marina, de curvas, de eterno retorno, de rumbos, de actuación, de intuición, de seducción, de improvisación, de performance, de sagrada y ancestral "metarritmicidad", donde no actúan las tensiones de la tradicional oposición binaria occidental, donde se aspira a la liberación, a la totalidad, a la armoniosa comunión tanto del conocimiento científico como del conocimiento poético.
Y si es una tarea ardua descifrar el Caribe, es inimaginable la dificultad de responder a la pregunta respecto de su literatura. Germán Arciniegas, en su Biografía del Caribe, se topó temprana e indirectamente con esta complejidad:
Quien dibuje el mapa literario del Caribe, encontrará en él todos los nombres de los poetas, los novelistas, los dramaturgos, como si hubiera sido un sueño para ellos armar su república de las letras donde tenían sus tiendas los bucaneros o encendían los bandidos sus fogatas. (2017, p. 9)
El Caribe es una de las regiones más diversas del planeta. Su vocación ha permitido a sus autores vincularse con múltiples y lejanas fuentes, con la libertad de quien no reconoce temas ni espacios ni tiempos que le sean vedados. Esto, como se señaló, es consecuencia de las diferentes culturas que se han dado cita en su cuenca, del influjo de los múltiples y complejos procesos de sincretismo, hibridación y transculturación que se han operado en su espacio.
Así pues, los escritores del Caribe dirigen su mirada hacia todas las culturas, con una apertura a numerosas tradiciones que se asumen como propias. Su esencia no se aprecia tanto en el espacio, los detalles o el lenguaje, sino más bien en la actitud libre y transgresora con que se examina el mundo y se evalúa la historia, en la tolerancia con que se acogen e incorporan en un mismo proyecto literario múltiples territorios, tiempos y visiones.
Por todo lo anterior, eidos ofrece a sus lectores un dossier sobre literatura del Caribe donde son perceptibles ciertos rasgos que se han señalado arriba: el sincretismo, el carnaval, el humor, la irreverencia, la oralidad, la risa trágica, la música, el ritmo, el cosmopolitismo, el mito, la cultura popular y, desde luego, el potente influjo cultural de África.
Así, el dossier se abre con el artículo "Contra el silencio/la violencia del archivo: Re-escribir la esclavitud desde la ficción y lo femenino (Adelaida Fernández Ochoa, Fabienne Kanor y Évélyne Trouillot)", de la investigadora alemana Karen Gens-chow, de la Universidad Johann Wolfgang Goethe de Frankfurt (Alemania). El artículo analiza tres novelas escritas por autoras, que despliegan una perspectiva de género sobre la experiencia de mujeres sometidas a la esclavitud entre los siglos XVIII y XIX �así como sus múltiples resistencias�. En su conjunto proponen, de este modo, una relectura y reescritura de una parte de la historia violenta del Caribe ausente del archivo.
Seguidamente, el segundo artículo "Segregación, racismo y discriminación en Corazón que ríe, corazón que llora de Maryse Condé", escrito por Richard Leonardo Loayza, profesor de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (Perú). El artículo aborda Corazón que ríe, corazón con llora de la escritora guadalupeña Maryse Condé. El objetivo es estudiar algunos de los sentidos que recorren dicho libro como la segregación, el racismo y la discriminación. Una conclusión del análisis es que los textos de Condé ponen en evidencia que la supuesta asimilación social del negro antillano, promovida por Francia, es una fantasía ideológica que tiene como misión evitar la rebelión de este sujeto etnorracial. La realidad muestra que, a pesar del tiempo, sigue vigente la segregación, el racismo y la discriminación de los franceses hacia los afrodescendientes de Guadalupe.
El tercer artículo se titula "Escrituras disruptivas en el Gran Caribe desde República Dominicana y Cuba: Rita Indiana y Ena Lucía Portela", de Adriana Rosas Consuegra, de la Universidad Nacional de Colombia y Cesar Mora Moreo (Universidad de Guadalajara, México). Este artículo analiza las novelas Cien botellas en una pared (2010) de Ena Lucía Portela y La mucama de Omicunlé (2015) de Rita Indiana, dos obras de autoras del Gran Caribe que se distinguen por su escritura disruptiva y singular. A partir de estos estilos literarios innovadores y sus representaciones como escrituras disruptivas dentro de la producción literaria de autores del Caribe, este artículo busca contribuir al estudio de las formas escriturales, relacionando dos novelas que hasta ahora no han sido analizadas en conjunto desde una perspectiva comparada.
En seguida, el cuarto artículo titulado "En mi sangre de mujer negra... Cuerpo, identidad y memoria en la poesía colombiana afrofemenina", de Andrea Milena Guardia Hernández, investigadora de la Universidad La Gran Colombia. El artículo analiza la expresión de la identidad afrofemenina en la Antología de mujeres poetas afrocolombianas (2010). El estudio permite concluir que la expresión literaria de la identidad afrofemenina en la antología se construye desde voces interpelantes con agencia propia que se pronuncian de manera compleja y matizada frente a su realidad, y a la memoria que han heredado, con un tono que oscila entre el regocijo de la autoafirmación y el lamento de la precariedad y la desigualdad.
El dossier continúa con un quinto artículo, "Emancipación política, racial y cultural: periódicos y revistas afrocaribeñas durante los años 30 y 40", de los investigadores Thomas Rothe, de la Universidad de Playa Ancha (Chile) y Elena Oliva, Universidad Academia de Humanismo Cristiano (Chile). Las publicaciones periódicas constituyen un espacio privilegiado para estudiar tendencias y quiebres en la producción escrita de un determinado momento del campo cultural. En este artículo, se analizan cuatro proyectos editoriales (dos periódicos y dos revistas) que circularon en el Caribe anglófono e hispanohablante durante los años 30 y 40 para identificar los discursos y el lugar que los intelectuales negros ocuparon en el espacio letrado. Específicamente, se enfoca en tres dimensiones que aparecen en estos proyectos: los debates en torno a la emancipación política, la conciencia racial y el creciente sentido de pertenencia regional. La discusión busca ubicar a cada publicación en el campo cultural caribeño y analizar cómo algunas de estas dimensiones compartidas se despliegan en sus páginas.
Finalmente, el dossier se cierra con el artículo "«La prosa del mar». Visión, ciclos y poética narrativa del Caribe en una novela de Germán Espinosa", escrito a cuatro manos entre la investigadora mexicana Diana Hernández Suárez (Universidad Veracruzana, Xalapa, México, y el escritor e investigador colombiano Orlando Araújo Fontalvo, Universidad del Norte). La primera parte del artículo está dedicada a lo que podría llamarse la poética narrativa del Caribe. Esto es, la que adquiere forma en el amplio corpus literario que se escribe desde esta región dinámica, fluctuante e indefinible. El Caribe supera sus propios bordes y se derrama en una cartografía poética propia de la fractalidad mítica. La noción del Caribe supera toda construcción geográfica y traza su propia cartografía. En la segunda parte, se ofrece un análisis detallado de la novela La tejedora de coronas, del escritor del Caribe colombiano Germán Espinosa.
Esperamos que lo disfruten.
Referencias
Arciniegas, G. (2017). Biografía del Caribe. Visión histórica de la importancia geopolítica del Mar Caribe. New York City: Ediciones LAVP.
Benítez Rojo, A. (1989). La isla que se repite. El Caribe y laperspectiva posmoderna. Hanover: Ediciones del Norte.
Bosch, J. (2009). De Cristóbal Colón a Fidel Castro. El Caribe, frontera imperial. Ciudad de México: Fundación Juan Bosch.
Centro Gabo. (2025). El Caribe en 13 frases de Gabriel García Márquez. https://centrogabo.org/gabo/hablemos-de-gabo/el-caribe-en-13-frases-de-gabriel-garcia-marquez
Rama, Á. (2008). La novela en América Latina. Panoramas (1920-1980). Santiago de Chile: Ediciones Universidad Alberto Hurtado.
San Agustín (2010). Confesiones. Madrid: Gredos.
Schmidt-Welle, F. (2011). Multiculturalismo, Transculturación, Heterogeneidad, Poscolonialismo. Hacia una crítica de la interculturali-dad. México, D. F.: Editorial Herder.