Eidos. Revista de Filosofía de la Universidad del Norte

ISSN electrónico 2011—7477
ISSN impreso 1692—8857
N.° 27, julio—diciembre de 2017
Fecha de recepción: diciembre 6 de 2016
Fecha de aceptación: febrero 7 de 2017
DOI: http://dx.doi.org/10.14482/eidos.27.9382


LOS BUCLES ETERNOS DE LA FILOSOFÍA

Reseña: C. Valcan, Influencias culturales francesas y alemanas en la obra de Cioran

Carlos Eduardo Maldonado

Universidad del Rosario

carlos.maldonado@urosario.edu.co

Traducción de M. Liliana Herrera A., prólogo de Joan M. Marín. Pereira: Ed. Universidad Tecnológica de Pereira, 429 pp.


E. Cioran (1911—1995) puede ser visto al mismo tiempo como la voz, el contrapunto, y una vertiente de lo mejor de la filosofía alemana y francesa. Dos ejes centrales del pensamiento europeo en la historia del siglo XX. Europa se articula en dos corrientes principales, claramente delimitadas: de una parte, la Escuela de Viena, todo lo que ella expresa, contiene y germina —así, por ejemplo, la obra, en el otro extremo del continente, de Russell, Whitehead y Wittgenstein, esa fuente de lo que se ha dado en llamar la filosofía analítica o anglosajona en contraste con la filosofía continental—. Y de otro lado, esa tradición francesa, austríaca y alemana cuya mejor radiografía en un momento determinado es el Asalto a la razón de G. Lukacs, obra fundamental de 1954 que estuvo antecedida por dos textos anteriores, uno de 1933 y otro de 1942. Lukacs, alguien tan inteligente y en la línea de Cioran, que sufrió el desprecio y las críticas de Lenin: un motivo para ufanarse, la verdad sea dicha.

Ciprian Valcan nos obsequia un libro determinante que nos permite no solamente entender la genealogía del pensamiento cio—raniano, sino también una visión prismática de la filosofía europea desde los ojos de Cioran, desde sus escritos de juventud hasta los textos de madurez. Este libro no sería un obsequio sincero sin la excelente y cuidadosa traducción de M. Liliana Herrera. Lo que hizo Liliana en términos de trabajo no puede asimilarse menos que a una segunda tesis doctoral. Quienes participamos, conocimos o vimos, de cerca o de lejos, el parto de Liliana con este libro de Valcan sabemos que no es una exageración. Liliana Herrera ya es un punto de referencia mundial en los estudios cioranianos, para orgullo colombiano.

Pero es que el libro del profesor C. Valcan es también una verdadera extrañeza, particularmente para quienes conocemos la otra, acaso la verdadera, cara de su obra: el trabajo inteligente, incisivo, humorístico y sarcástico con los aforismos. Que es el verdadero lenguaje, si me permiten, valcaniano.

Ciprian Valcan es un autor y pensador rumano del más alto calibre. Dos expresiones puntuales así lo ponen de manifiesto. De un lado, las numerosas publicaciones y traducciones de sus obras, entre otros al checo, al español, al portugués, al italiano o húngaro. Y de otra parte, el hecho mismo de que realizó tres doctorados, entre Francia y Rumania: uno en 2002, otro en 2005 y uno más en 2008. Casi una década de lectura y escritura en torno a tres tesis doctorales. ¡Cosa de locos, verdaderamente! (Se trata, desde luego, de un cumplido).

Pues bien, las Influencias culturales francesa y alemanas en la obra de Cioran es en realidad la tercera tesis doctoral que escribió el profesor Valcan. Con el apoyo de la Universidad Tecnológica de Pereira, la profesora Herrera nos regala un libro central de la historia de la filosofía.

La filosofía, se ha dicho, no es otra cosa que el diálogo de un autor con otros autores, y de un texto con otros textos que lo antecedieron. Textos escritos u orales. Pues bien, no otra cosa es lo que ulteriormente caracteriza a la filosofía primera, a saber: la realización siempre inacabada de bucles de diálogo, interpelación, crítica. Después de todo, un autor como E. Husserl sostenía al final de su vida: mis verdaderos interlocutores han sido Platón, Aristóteles, Agustín, Bolzano y varios más.

Según esto, interlocutamos al mundo con la luz directa o indirecta de aquellos que nos han influenciado, o de aquellos con los que debatimos. El mundo o la realidad, lo que quiera que ello sea, es, según parece, el pretexto del diálogo y debate de inteligencias. Cioran no es la excepción. Y lo dice un connoissseur de la obra cioraniana, como Ciprian Valcan.

Sin embargo, las influencias alemanas y francesas no son sin rivalidad. Decir influencias francesas o alemanas es, en realidad, una generalización, puesto que existen también influencias austriacas sobre Cioran. Si no, véase esa hermosa sección que escribe Valcan sobre Weininger, una de las expresiones del genio austrohúngaro. Pero todo cobra sentido a partir del muy afortunado punto de partida que encontramos en el libro que nos ocupa: el complejo de inferioridad de la cultura rumana. "¿Los rumanos? Estamos rodeados por eslavos; y ya son muchos", sostenía con preocupación alguien en Timisoara en alguna ocasión.

Rumania, esa interface entre occidente y Europa oriental, entre el Mediterráneo y el mar Negro, esa tierra de paso y escondite a la vez. Un crisol de culturas, y sin embargo, un mundo menor. ¿La historia? Quizás pase por Rumania, pero se hace por fuera de su geografía: en Estambul o en Berlín, en Moscú o en Roma, en París o incluso en odessa o Crimea. Y sin embargo, es justamente esta situación la que sirve a la vez de piso y de marco para la obra de E. Cioran. Rumania se hace posible, en el pensamiento cioraniano, con y a pesar de los alemanes y los franceses. Si Europa es una península que se cree un continente, análogamente, Cioran es una isla que se yergue como un continente. Valcan y Herrera así lo saben.

Quisiera resaltar este aspecto. Si, como ensañaban los chinos, la estatura de alguien se mide por la estatura de sus enemigos o contrincantes, no hay ni una sola figura mayor que no sea objeto de críticas, comentarios, elogios, dudas o églogas por parte de Cioran. Tenemos un excelente libro delante de nosotros para comprobarlo. Y sin embargo, a decir verdad, no todos merecen ser pensados y dichos. Mientras que la lista de aquel lado sería una apología, la de este lado es significativa por los silencios: ni Spinoza ni Malebranche, ni el Enciclopedismo francés, ni los neokantianos y neohegelianos, ni Husserl ni Brentano, por ejemplo. Un verdadero aplauso a Cioran.

No huelga recordar que la presencia de los filósofos en la obra de Cioran y de Valcan, dicho sea de pasada, se debe a aquella idea según la cual la filosofía no es otra cosa que una época elevada a concepto. Algo que queda perfectamente contrabalanceado cuando fijamos, por lo demás, la mirada en P. Valéry.

¿Quiénes aparecen y quienes no en la obra de Cioran? Hay que pegarle una mirada cuidadosa, más de una vez a las páginas 108 y siguientes. Un trabajo de la más fina orfebrería y erudición por parte de C. Valcan.

Pero es que bien vale subrayar el foco que sugiere Valcan. No se trata de las influencias filosóficas, ni tampoco científicas. Mucho mejor, y de forma más sutil, el tema son las influencias culturales en la obra de Cioran.

Rumania es más, bastante más, que la idea del Estado—nación, por ejemplo a raíz del Tratado de París. Con acierto, C. Valcan habla de los "Países Rumanos". Rumania, una nación (no un país), al que le ha acaecido la historia, pero que no la ha hecho; no enteramente. Lo que dice Valcan a lo largo de las 100 páginas del capítulo uno es una verdadera lección de historia y de cultura. Una visión fresca con respecto a esa historia eurocéntrica a la que fuimos acostumbrados. Los jóvenes rumanos van, han ido siempre, a educarse a París y a Alemania, y es este hecho mismo el que sirve como puerta de entrada para las reflexiones de Cioran. Contra una cultura afeminada, desprovista de las tensiones y del éxtasis del espíritu, la voz de Cioran se yergue con tono propio. El resultado podrá presentarse como la "transfiguración de Rumania", decimos nosotros, a pesar de la inspiración spengleriana.

Comoquiera que sea, a lo largo de la obra de Cioran, el francés y el alemán cambiarán de importancia y de lugar; una y otra vez. Cioran, ese escritor, ese filósofo, ese pensador que escribe en francés pensando en los Países Rumanos y más allá de ellos, en el destino rumano de la existencia, si se me permite la expresión. Solo que, como muchas veces sucede en la historia, el destino rumano de la existencia termina siendo, sorpresivamente, también el de numerosos otros pueblos y naciones alrededor del planeta.

Decíamos al comienzo que el libro que nos ha obsequiado C. Valcan y que tenemos en español gracias L. Herrera era la tercera tesis doctoral del autor rumano. Pero lo que tenemos ante nosotros, con nosotros, no es simple y llanamente una tesis doctoral. Es un libro —por tanto bastante más y mejor— cuyo estilo es claro, sencillo, directo y poco académico. Un auténtico hors—d'euvre para pensar nuestro mundo, la existencia en cada quien, la historia y los Pueblos Rumanos, todos serios motivos de reflexión y experiencia.

Otro mérito para quienes vemos la cultura y la filosofía desde estos rincones del mundo. Me refiero a la lectura, bastante más sutil, de los propios autores rumanos que Valcan cita. Una auténtica lección de cultura para quienes somos neófitos en la cultura rumana. Pero esto merecería por sí mismo un texto aparte.

Digamos para terminar que el libro se articula en tres grandes capítulos, cada uno con por lo menos tres secciones, todo lo cual compone un total de 429 páginas. La edición merece un comentario a modo de coda: editado por la UTP en rústica, tenemos un hermoso ejemplar que merece todos los cuidados. Al fin y al cabo, de entrada, el libro es un objeto físico y como tal es objeto de estética y placer. Desafortunadamente, la encuadernación no permite abrirlo con facilidad, lo cual demerita la calidad de la edición y la posibilidad de un mejor disfrute de la lectura.

Las buenas costumbres exigen que no se pueda elaborar la presentación y la reseña de un libro sin incluir por lo menos una crítica. La introducción y la Conclusión del libro de C. Valcan desmerecen al volumen. Mientras que el libro es amplio, profundo, rico, erudito, pero permite una visión general (the bigpicture) de la cultura europea y occidental modus rumano, tanto la introducción como la conclusión son tímidas, incluso timoratas, muy autocontenidas. No se corresponden ni con el libro ni con la personalidad de Ciprian. Mi consejo: aboquémonos a la lectura del libro directamente, que es una fruición, pero dejemos tanto la introducción como la conclusión para una de esas tardes aburridas, esas noches fofas e insípidas en las que parece que la existencia poco vale la pena. Y entonces podremos leerlas como si nada. incluso con el riesgo de que las dos secciones no nos ayuden mucho a mejorar la tragedia de la vida. Algo que sí logra, con creces, el libro mismo.


eidos
Revista de filosofía de la Universidad del Norte
http://eidos.uninorte.edu.co/index.php/eidos
eidos@uninorte.edu.co

Universidad del Norte
Barranquilla (Colombia)
2015
©