https://DX.DOI.ORG/10.14482/INDES.32.01.812.343
Persistencia de la vida campesina en una comunidad ribereña de Las Mojarras (Chocó, Colombia): análisis desde un enfoque de bienestar social
Persistence of peasant life in a riverside community of Las Mojarras (Chocó, Colombia): analysis from a social wellbeing approach
Antonio Olmos Pinzón
Universidad de los Andes, Colombia
Antonio Olmos Pinzón
Antropólogo de la Universidad Nacional de Colombia, magíster en Estudios Interdisciplinares sobre Desarrollo de la Universidad de los Andes. Contratista del Instituto Colombiano de Antropología e Historia. https://orcid.org/0000-0003-3698-6329. aolmosp2012@gmail.com
Resumen
La presente investigación indaga por la persistencia de la vida campesina en Los Chenchos, una comunidad ribereña del Pacífico colombiano de 50 habitantes. A partir de un enfoque de bienestar social se examinan dimensiones materiales, relacionales y subjetivas que han permitido a esta comunidad mantener sus medios de vida en un entorno cambiante. Para esto se siguió una metodología mixta basada en observación participante, entrevistas etnográficas y una evaluación cuantitativa-descriptiva de las tres dimensiones del bienestar social en cada uno de los 18 hogares de la comunidad. Se encontró que las decisiones de las personas están motivadas por ciertas preferencias adaptativas, tales como conseguir la estabilidad productiva del hogar, asumir una forma de vida valorada y preservar una red de relaciones familiares, las cuales soportan y posibilitan la vida campesina.
Palabras clave: bienestar social, preferencias adaptativas, persistencia de la vida campesina, departamento de Chocó.
Abstract
This manuscript provides insights about the persistence ofpeasant life in Los Chenchos, a riverine community in the Colombian Pacific. Following a social wellbeing approach, we examine the material, relational and subjective dimensions underlying the persistence of this community in their ancestral territory despite profound social and economic challenges marked by regional land use change and the emergence of illegal and extractive economies. We followed a sequential mixed-methods approach based on participant observation, ethnographic interviews and a descriptive census of the three dimensions of social wellbeing in the 18 households that make the community. Employing the social wellbeing approach provided an understanding of how achieving a desired way of life is an adaptive response that draws on values associated with small-scale agricultural production and family networks.
Keywords: social wellbeing, adaptive preferences, persistence of peasant life, department of Chocó.
Fecha de recepción: septiembre 12 de 2022
Fecha de aceptación: mayo 9 de 2023
Introducción
Las comunidades campesinas constituyen formas productivas y organizativas de suma importancia para el logro de la soberanía alimentaria, la conservación de la biodiversidad y la construcción de tejido social en las zonas rurales (Santacoloma-Varón, 2015). Sin embargo, estas poblaciones suelen afrontar situaciones de margina-miento como resultado del abandono estatal, expresado en escasa asistencia técnica, altos costos de transacción y acceso limitado a servicios básicos. Adicionalmente, enfrentan retos relacionados con el cambio climático, la volatilidad de los precios y la convivencia con actores -políticos, armados y económicos- con territorialidades superpuestas (Esteve, 2009).
En el departamento del Chocó se estima que una población de 129 858 personas habita en Territorios Colectivos de Comunidades Negras (DANE, 2021), muchas de las cuales conservan modos de vida campesinos en unas de las zonas con mayor biodiversidad del planeta. En estas poblaciones rurales los modos de vida se han basado en sistemas tradicionales de producción, que han sido fundamentales para mantener la relación que las comunidades tienen con los ecosistemas y recursos locales (Lozada et al., 2018). Estos sistemas están fuertemente vinculados a normas sociales y culturales locales, y tienen un papel fundamental en la contribución a la soberanía alimentaria y la conservación del medio ambiente (Arocha, 1997; Escobar, 2010; Meza, 2010).
Por otro lado, estas poblaciones se han enfrentado al reto de adaptarse a una economía de mercado poco estable, marcada por actividades extractivas e ilegales, y en donde la marginalidad ha sido un rasgo principal de la presencia estatal. En este contexto, los sistemas tradicionales de producción han desplegado mecanismos para responder a los auges y declives económicos provocados principalmente por la minería especializada (Varela, 2013). Dichos mecanismos incluyen formas complejas y flexibles de organización social para el acceso a los suelos, la administración colectiva y la redistribución de recursos; la diversificación productiva que aprovecha los recursos del bosque húmedo; y la capacidad para vincularse a la economía regional. Así pues, la experiencia de aquellas comunidades que han conservado formas de vida campesina merece especial atención, ya que representan casos exitosos de resiliencia frente a condiciones que amenazan su permanencia en el territorio.
La comunidad de Los Chenchos está ubicada en el sector rural del municipio de Istmina, en el corregimiento de Las Mojarras y, como las otras comunidades cercanas, está asentada sobre el curso medio del río San Juan (Chocó). A diferencia de las comunidades aledañas que se han desplazado a los casos urbanos o que están dedicadas a la minería con retroexcavadora, en esta comunidad la agricultura diversificada prevalece como la actividad principal de producción de casi todos sus habitantes. Es de anotar que la minería con retroexcavadora, que llegó a la región desde los años noventa, ha tenido fuertes impactos ambientales y sociales (Castillo, 2015), con consecuencias negativas para la continuidad de la agricultura y la vida campesina. A partir de esos antecedentes surgió la pregunta: ¿¿qué factores explican la persistencia de la vida campesina en la comunidad de Los Chenchos?
Para explicar esta persistencia, esta investigación indagó por algunos factores históricos que la explican, y por la construcción de bienestar en la comunidad y la manera en que esta construcción influye en y es permitida por la agencia de los individuos. De esta manera, se enfocó en entender las razones y decisiones que han llevado a los miembros de esta comunidad a mantener un modo de vida campesino, indagando por sus criterios de bienestar.
Referentes teóricos
Debido a las condiciones adversas que enfrentan los campesinos, su persistencia ha sido tema de debate. Mientras las aproximaciones marxista-leninistas vaticinaron la desaparición del campesinado, las chayanovianas han optado por afirmar que su permanencia es muy probable debido a la flexibilidad productiva y económica que tienen frente al mercado y la sociedad (Mora-Delgado, 2008). En línea con estas últimas, algunos autores han apelado a la re-emergencia de la campesinidad como respuesta a la crisis agraria de las últimas cinco décadas producto de la modernización y valorando los sistemas de producción por su importante rol en el abastecimiento de productos, el acervo cultural y social de sus comunidades, y las interacciones con los recursos naturales (Van der Ploeg, 2010).
En este sentido, diversos autores han centrado su interés en la unidad familiar, como el nivel que explica en mayor medida la persistencia de la vida campesina (Chayanov, 1990; Shanin, 1979; 1986; Wolf, 1971; en Forero-Álvarez, 2013). Se ha reconocido la agricultura familiar como la forma en que se organizan diversas actividades en un sistema de producción parcialmente monetizado (Forero-Álvarez, 2013). Es decir, en donde las estrategias productivas responden a la combinación sinérgica de un ámbito económico monetario con uno no monetario. Dichas estrategias le apuntan a la reproducción de las condiciones de vida y trabajo, y no a la consecución y acumulación de ganancias monetarias, lo que le otorga relevancia a la comprensión de elementos subjetivos y culturales que informan la toma de decisiones.
En este documento, el concepto de persistencia está ligado a las estrategias que permiten a los campesinos la continuidad de sus medios de vida y permanencia en el territorio, a pesar de condiciones adversas (Rodríguez, 2017; Scalerandi, 2010). Algunas de estas estrategias se evidencian en que: 1) la actividad económica y productiva campesina se organiza en torno al aprovechamiento de la mano de obra familiar; 2) la actividad económica campesina se orienta a la subsistencia familiar y no a la obtención de ganancias sobre el capital invertido; 3) los campesinos prefieren controlar y/o reducir los riesgos antes que maximizar los ingresos; 4) los campesinos, para desarrollar su vida y su actividad productiva, esperan contar cada vez con más bienes y servicios que sólo pueden adquirirse con dinero; y 5) los campesinos tienden a organizar y a evaluar sus actividades económicas y productivas priorizando el corto plazo (Landini, 2011, pp. 7-13).
Igualmente, la diversificación es una de las estrategias más comunes para minimizar el riesgo y se estructura alrededor de la incorporación permanente de actividades productivas que permiten mantener y mejorar el bienestar familiar ante presiones externas (Ellis, 2000; Mora-Delgado, 2008). Esta diversidad se evidencia en las formas en que las poblaciones campesinas se insertan en la sociedad mayor y la economía regional, mediante actividades que van desde el trabajo asalariado hasta el autoconsumo (Bartra, 2008). De ahí que la diversidad se entienda como constitutiva del campesinado y como la estrategia que le ha permitido resistir y adaptarse, "aún en medios y condiciones tan difíciles y hostiles como las que hoy le imponen el modelo de desarrollo neoliberal y el conflicto armado colombiano" (Becerra y Rojas, 2015, p. 51).
Adicionalmente, y desde una perspectiva antropológica, la persistencia de los campesinos se debe a algunos elementos simbólicos, tales como los valores, el vínculo con la tierra, con las semillas y con el lugar. Estos elementos configuran la identidad del campesino, la cual puede ser mucho más fuerte que cualquier racionalidad económica. A su vez, invitan a pensar que los campesinos le dan continuidad a un modo de vida en el que la tierra no sólo se concibe como un activo, sino como parte del patrimonio cultural que pertenece y es parte dinámica de las comunidades rurales (Spicer, 1971). Asimismo, que los campesinos construyen un tejido social que incluye relaciones familiares y de vecindario, y cuyo carácter tiene un singular arraigo cultural (Forero-Álvarez, 2013). Por medio del arraigo se establece una atadura con el lugar que está relacionada con un estilo de vida particular (Manrique y Molina, 2017).
Así pues, la persistencia del modo de vida campesino depende de aspectos de diversa índole que pueden ser estudiados de manera integral. Con dicho propósito, este trabajo adoptó el enfoque tridimensional de bienestar social propuesto por el Wellbeing in Developing Countries Research Group de la Universidad de Bath. Este concibe el bienestar como lo que las personas necesitan para poder tener, para poder hacer y para poder sentir en función de su bienestar y el de la sociedad (Gough y McGregor, 2007). Es decir, se entiende el bienestar no solo como un "vivir bien" acorde con valores propios, sino como algo referido a capacidades materiales, relacionales y subjetivas que facilitan la búsqueda de lo que es valorado (Johnson, 2018). El bienestar se puede analizar en tres dimensiones: la dimensión material, que consiste en aquellos factores objetivos que influyen sobre el bienestar de las personas, tales como los activos, los estándares de vida, la salud o los ingresos monetarios; la dimensión subjetiva, que, en contraste, se refiere a las percepciones personales sobre lo que es importante para la calidad de vida y sobre la satisfacción personal con la calidad de vida; y la dimensión relacional, que se basa en la manera en que se construye el bienestar en las relaciones sociales y en el contexto de la cultura (Johnson y Acott, 2018; White, 2010).
En este marco tridimensional cobran relevancia dos conceptos para el análisis. La agencia, como el proceso autónomo por medio del cual las personas toman decisiones informadas sobre lo que se debe hacer para conseguir objetivos valorados (Gough y McGregor, 2007), y las preferencias adaptativas, como las formas proactivas por las cuales las personas ajustan sus expectativas y aspiraciones, y que se ajustan a los desafíos y oportunidades que se les presentan (Idrobo y Johnson, 2020). Estas son categorías que pueden ser vistas tanto desde un nivel individual como desde uno colectivo.
Tales consideraciones conceptuales permiten diseñar un enfoque con relevancia teórico-práctica, por cuanto adquiere valor explicativo a la vez que aplicado. Como sugieren Gibson y Graham (2008), las decisiones teórico-metodológicas pueden tener efecto en los mundos que se quieren representar y transformar. Para el caso de este trabajo, la teoría identificó elementos importantes para la persistencia de la vida campesina, mientras que la metodología planteó un diseño creativo para evaluar los factores que hacían que vivir en la comunidad fuese una buena elección en términos de bienestar. De esta manera, se buscó la generación de conocimiento sobre lo que es importante y valorado, y que guía la toma de decisiones en un contexto como el de la comunidad de Los Chenchos. Fue un esfuerzo por entender la vida de las personas de manera multidimensional, más allá de factores meramente económicos o que solo valoran un aspecto de sus vidas (como la salud, el acceso a los servicios o los ingresos monetarios).
Es a partir de esta multidimensionalidad que el bienestar se posiciona como una perspectiva crítica a la vez que propositiva para evaluar las condiciones de vida de las personas y para ofrecer alternativas de desarrollo que tengan como base las nociones, expectativas y realidades locales. Las implicaciones que esto puede tener para los estudios sobre desarrollo pueden ser vistas a la luz de la concepción misma de bienestar. En la medida en que la toma de decisiones de individuos y grupos está relacionada con el logro de su bienestar, cualquier iniciativa investigativa o de intervención debería tomar en cuenta la manera en que este se construye en cada grupo social. Igualmente, se debe tener en cuenta que cualquier evaluación que se realice sobre la calidad de vida de las personas lleva intrínseca una definición de lo que se entiende por desarrollo (Gil Ospina, 2003). Este trabajo se identifica con la concepción de desarrollo como un proceso de expansión de libertades (Sen, 2001), por medio del cual los individuos y grupos logran modos de vida deseados.
Metodología
El trabajo de campo consistió en dos visitas, en abril y julio de 2019, a la comunidad de Los Chenchos, cada una de 20 días aproximadamente, en las que seguí una metodología mixta. En las dos visitas utilicé la etnografía como estrategia para indagar sobre los componentes del bienestar, aprovechando mi experiencia previa en esta comunidad en 2017, cuando realicé otra investigación sobre la vida campesina y las rutas del plátano (Olmos, 2017). Siguiendo a Guber (2001), por medio de la etnografía busqué comprender los fenómenos sociales a partir de la descripción de situaciones, lugares y acciones observadas (el qué); desde la perspectiva de las personas (el cómo es para ellas) y desde la reflexividad del investigador (el por qué). Esto se materializó en dos métodos específicos: la observación participante, por medio de la cual observé y registré diversas situaciones de la vida diaria, al tiempo que participaba de ciertas actividades, y la entrevista etnográfica, la cual consistió en indagar por ciertos intereses generales de la investigación, manteniendo la nodirectividad y buscando la coconstrucción de una reflexividad entre el entrevistador y el entrevistado (Guber, 2001). Estos métodos me permitieron indagar sobre el bienestar en la comunidad, hacer una conceptualización previa de sus dimensiones y llevar un proceso dialógico de reflexión con las nociones y prácticas de los participantes.
En la segunda visita adapté los instrumentos de recursos y necesidades Resources and Needs Questionnaire adaptado por Coulthard y Mcgregor (2015) para hacer una caracterización cuantitativa-descriptiva de cada una de las tres dimensiones del bienestar en la comunidad. Complementariamente, realicé dos grupos focales para reconstruir los momentos históricos más importantes para la comunidad, a nivel interno y regional, así como de algunas concepciones compartidas sobre el bienestar comunitario.
El análisis de los datos y la obtención de resultados la hice de manera explicativa (Creswell, 2017), pues tras establecer la caracterización de cada una de las dimensiones de bienestar, procedí a analizarla mediante la información obtenida con los métodos etnográficos.
Por último, es de señalar que la realización de esta investigación fue autofinanciada y fue posible gracias al relacionamiento que tenía con la comunidad previamente desde 2017, cuando realicé otra investigación con el Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH) sobre la "Vida social del plátano y los circuitos agroalimentarios en el departamento del Chocó", lo que me permitió el acceso en esta nueva ocasión. Las personas de la comunidad siempre estuvieron al tanto del propósito de mi investigación y desde el principio conté con el consentimiento del consejo comunitario.
Mis relaciones en campo se basaron en la confianza y empatía construidas tras múltiples visitas, y por el hecho de que la realización de la investigación no fue la actividad exclusiva de mi estadía allí; también lo fue mi colaboración en las labores agrícolas, en el cuidado de los niños, en mi aporte económico en la casa donde me hospedé y en responsabilizarme de mi propia autonomía al tiempo que compartía como una persona más en la comunidad. Esta investigación contó con la aprobación del Consejo de Ética del Cider de la Universidad de los Andes.
Resultados
Vida campesina a pesar de las dinámicas extractivas e ilegales
Históricamente, las actividades productivas de las comunidades de Las Mojarras1 se han orientado hacia la agricultura, cosecha de frutas, cría de especies menores, acuicultura a pequeña escala, minería artesanal, pesca y caza. A pesar de los auges y disminuciones que la minería mecanizada tuvo a lo largo del siglo XX, la vocación agrícola se mantuvo estable y sirvió como complemento de la actividad minera durante los períodos de bonanza, o como una actividad a la que podría recurrir la gente en períodos de estancamiento minero (Varela, 2013). Sin embargo, después de la llegada de la minería con retroexcavadoras (retros) en la década de 1990 y la aparición de cultivos de coca en el área, la vocación agrícola comenzó a erosionarse gradualmente en las comunidades aledañas (Olmos, 2017). Esto tuvo diferentes consecuencias en las comunidades de Las Mojarras, con diferentes implicaciones para la vida rural en cada una de ellas.
Por ejemplo, en la comunidad de Los Valderrama, que actualmente alberga unos 30 hogares, la actividad predominante es la minería con retro. La llegada de esta actividad ha suscitado intereses económicos y políticos entre sus mismos miembros y en actores externos, como operadores de retros y grupos armados, por el control del territorio y de los dividendos que genera la minería. Como consecuencia, desde hace unos años varias familias han salido de la comunidad hacia Istmina u otros lugares. Además, ante la inclinación de muchos para trabajar en minería con retro, o de permitir a las retros trabajar en sus terrenos, se ha ido debilitando la agricultura como actividad económica principal, por sus consecuencias ambientales, el cambio del uso del suelo y la transformación de las formas de trabajo.
Por su parte, Los Chenchos, cuyo nombre se le atribuye a su fundador Inocencio Mosquera (Chencho), es la comunidad más agroproductiva que tiene Las Mojarras. En 1980 solo tenía tres hogares, y desde entonces ha ido creciendo paulatinamente, especialmente en la última década, en la que han regresado varios de los descendientes que habían emigrado. De los 26 nietos de Chencho, 23 emigraron fuera de Chocó, y de esos solo ocho regresaron a vivir (Olmos, 2017). A partir del establecimiento de hogares de estos, como de la llegada de otras familias de Las Mojarras, la comunidad ha ido creciendo, hasta llegar a tener 18 hogares y 55 personas, incluyendo niños.
La producción agrícola de Los Chenchos se sustenta en una amplia amplia de productos, tales como plátano (musa spp), achín (colocasia esculenta), maíz (zea mays), piña (ananas comosus), borojó (borojoa pati-noi), chontaduro (bactris gasipaes), limón (citrus limon) y yuca (manihot esculenta). Además, los hogares tienen "azoteas", que son huertos sobre estructuras elevadas a más de un metro del suelo, al lado de las casas. En ellos se plantan especias y verduras para la preparación de alimentos (e.g., cebolla, orégano, cilantro, poleo y menta). La explotación forestal se ha llevado a cabo en el área de bosques, donde hay una gran variedad de especies de árboles, tanto de madera fina como rústica ("basta"). Asimismo, algunos realizan la caza de pequeños mamíferos y la pesca en el río y las quebradas. Unos pocos se han dedicado a minería de mediana escala con el uso de draguetas y motobombas, y, de manera más esporádica, con batea.
Los dos grupos focales y algunas conversaciones personales con personas de la comunidad me permitieron establecer que, si bien la minería con retro y los cultivos de coca sí alcanzaron a entrar a la comunidad en determinado momento, estos no se establecieron permanentemente debido a la determinación de las mayores de no permitirlo. Los eventos de violencia y las consecuencias ambientales que habían sucedido en las comunidades aledañas despertaron cierta prevención hacia esas actividades, las cuales no auguraban una permanencia de la vida en esos territorios. Esto último es explicado por Gorgonio, el representante de la comunidad:
Cuando llegaron a sembrar eso [coca] a Las Mojarras, mi mamá fue una de las primeras que se opuso. Que eso era malo, y entonces dijo que eso no lo iban a sembrar ahí. El marido de Esperanza trató de sembrar, pero mi mamá le dijo que en nuestro territorio no. Y como esa gente [grupos armados] andan buscando estructuras, se la pasaron rondando, pero como no encontraron cultivadores y no pudieron posesionarse, siguieron su camino (...) Desde hace 3 años que mi mamá murió, cogimos a Esperanza y le dijimos: "dígale a su marido que ni pa' allá siembre eso. Que arranque eso, que aquí ya no vamos a dejar sembrar más". Y verdad que hizo caso. Porque él sembraba para allá lejos (río abajo). Ahora él dejó eso y solo se dedica a su colino (cultivo de plátano) y su caza de guagua. Porque si mi mamá no dejó, yo tampoco dejo. Eso le quita la paz a uno porque empiezan a llegar todos los bandos, ¿y después qué le toca hacer a uno?: irse de aquí. (Entrevista, abril de 2019)
Estos factores históricos explican algunas de las razones por las cuales la agricultura familiar ha persistido en esta comunidad. A continuación se profundiza en esta esta persistencia desde la agencia de los individuos y con base en las tres dimensiones del bienestar.
Bienestar material: actividades productivas, autoconsumo y venta
El bienestar material abarca activos, fuentes de ingresos y niveles de vida (White, 2010). Para el estudio de la base material del bienestar de los mojarreños se adaptó el Resources and Needs Questionnaire (Coulthard y Mcgregor, 2015). A partir de este cuestionario se caracterizaron las principales actividades productivas en cada uno de los 18 hogares de la comunidad. La observación participante y las entrevistas permitieron constatar que la importancia de estas tipologías productivas advierte la existencia de una estructura productiva en los hogares de la comunidad.
Las actividades productivas principales en la comunidad son las relacionadas con la agroforestería, seguido de cría de animales, trabajo remunerado, minería, caza y pesca (tabla 1). La prevalencia de los cultivos de yuca y plátano y las azoteas se explica porque su establecimiento está asociado a la formación de nuevos hogares. A su vez, estas actividades constituyen la base productiva de la gran mayoría de hogares y a largo plazo les asegura una estabilidad productiva. Además, son no necesitan de inversión monetaria, sino del intercambio de semillas y de días de trabajo2.
En el proceso de consolidar la estabilidad productiva de un nuevo hogar, las personas deben alternar entre trabajar por "tener lo propio" y conseguir dinero. Esta intención la noté con la observación participante y la registré en mi diario de campo:
Hoy estaban hablando Amaranto y Hernán al lado de los racimos de primitivo que habían sacado Amaranto y sus dos hermanos Luis y Chindo. Amaranto, con la satisfacción de ver el primitivo en cantidad, decía que uno debía sacar así en harta cantidad, y que la siguiente semana igual, y la siguiente también. Entonces que hay que tener varios colinos (terrenos sembrados) y tumbas para tener todo el tiempo buena cantidad de comida (plátano). Hernán, señor ya mayor, dijo que ellos no podían darse ese lujo porque ellos trabajan 'aquí y allá', es decir, para otras personas por mano cambiada o por jornal. Siguieron conversando y llegaron a la conclusión de que para que eso fuera posible se tenía que trabajar únicamente por 'tener lo propio', sin trabajar aquí y allá. Luis [el más joven de los presentes] escuchaba y al final estuvo de acuerdo, y afirmó que por eso él ya solo se va a dedicar a lo suyo. Y agregó que además así se vive mejor, pues cada quien es dueño de su trabajo, y el día que quiere trabajar trabaja y el día que no hace otras cosas. (Diario de campo, abril de 2019)
Sin embargo, lograr esa estabilidad que algunos describen como "tener lo propio" puede tomar varios años, por lo cual los nuevos hogares deben recurrir a actividades que les permiten adquirir dinero directamente. A medida que se logra dicha estabilidad, las personas empiezan a dedicar esfuerzos a otras actividades, como la cría de animales, el aserrío y la minería, las cuales requieren inversión monetaria, pero que asimismo permiten mayores ingresos.
La cría de peces, cerdos y pollos desempeña un papel complementario en la economía familiar. Estas se destinan inicialmente para el consumo (ver tabla 1), lo que a la larga significa menor gasto monetario en proteína animal. Cuando los hogares han alcanzado una mayor productividad en estas actividades, venden el excedente y logran una ganancia significativamente mayor que las actividades agroforestales; sin embargo, estas últimas nunca dejan de realizarse.
El producido de la mayoría de actividades se destina casi por igual al consumo y a la obtención de dinero, con más prevalencia por lo primero. Esto sugiere que los medios de vida de la comunidad combinan el autoabastecimiento con la vinculación a la economía regional (Bartra, 2008), y que sus actividades están más orientadas a la subsistencia familiar (Landini, 2011).
Ninguno de los hogares se dedica a una sola ocupación, ni siquiera al aserrío o la minería, que son las que permiten mayores ingresos monetarios. El aserrío es cada vez más practicado, especialmente por hombres jóvenes. Esta ha sido una práctica complementaria a los cultivos, por el sistema de socola y tumbe3, en el que cada vez que se va a sembrar un terreno es necesario tumbar los árboles. Sin embargo, ha ido ganando importancia para la venta de madera, desde que cuatro hogares han adquirido motosierras y botes que permiten su transporte por el río, lo que les ha permitido que sea su principal actividad económica. Por su parte, la minería con dragueta es practicada por cuatro hogares, pero tan solo en dos es la más importante. En las entrevistas varios manifestaron que esto se explica porque la disponibilidad del oro en las vegas cercanas a la comunidad no es tanta como para dedicarse solo a la minería. Además, en los últimos años el Gobierno ha impuesto condiciones difíciles para estas actividades, al catalogarlas como ilegales y establecer medidas punitivas, tales como el decomiso o la quema de la maquinaria necesaria para su realización.
En suma, las actividades que permiten más ingresos monetarios, como la minería y el aserrío, no son practicadas exclusivamente en ninguno de los hogares dados sus riesgos intrínsecos y que por sí solas no permiten el sustento del hogar. Este está más orientado hacia la pluriactividad que hacia la especialización productiva (Landini, 2011). Poteco, uno de los que se ha dedicado a la minería en la comunidad, dijo:
ahora nos hemos dedicado más a sembrar colino. Porque como están molestando por el lado de la minería y por el lado de la madera, entonces yo tengo que hacer cosas para poder sobrevivir más tarde (...) acá hay que hacer de todo un poquito y el que no cultiva no le da pal sustento. (Entrevista abril de 2019)
Bienestar relacional: relaciones importantes y satisfacción con ellas
El bienestar relacional se refiere a las relaciones que las personas tienen y valoran para vivir una buena vida (White, 2010). Para el estudio de la dimensión relacional del bienestar se adaptó el Governance Relationship Assessment (Coulthard y Mcgregor, 2015), por medio del cual se conocieron las relaciones relevantes para el trabajo y el diario vivir en la comunidad, identificando su orden de importancia, el grado de satisfacción con cada una de ellas y las aquellas que los entrevistados consideraron que debían mejorar, mediante 23 entrevistas (tabla 2).
Todos los entrevistados consideraron que las relaciones más importantes para vivir bien eran las más cercanas en términos de parentesco y cercanía. La mayoría explicaron que su importancia radica en el apoyo que significan para el trabajo, para dar y recibir ayuda en tiempos de dificultad, escasez o enfermedad, y en la convivencia cotidiana. La observación participante me permitió evidenciar ciertas maneras por las cuales estas relaciones son retroalimentadas en el diario vivir. Estas incluyen: trato diario, regalos de comida, intercambios de semillas, todo tipo de favores, formas colaborativas de trabajo (entre pares o con día cambiado) y espacios de sociabilidad, como el juego de dominó en los hombres y la elaboración de peinados y tratamientos para el cabello entre las mujeres. O como afirmaron algunos entrevistados:
La mayoría de personas de esta orilla son importantes para mí, porque nada de lo que he conseguido lo he conseguido solo. Por ejemplo, yo conseguí mi motor y mi draga trabajando por allá. Pero mientras tanto las demás personas le ayudaron a mi mujer si ella tenía que mochar un palo. Entonces, mientras yo estaba por allá, ellos le estaban ayudando a mi señora. Entonces yo no puedo decir que esto lo conseguí solo. Entonces todos me han ayudado de alguna manera, y no puedo decir que fulano no sea importante para mí. (Entrevista abril de 2019)
Aquí el uno le colabora a uno y el otro al otro. Que, si uno no tiene algo para comer, o si no tiene sembrado primitivo o yuca, uno va donde el primo y le dan. Y con las semillas lo mismo. (Entrevista abril de 2019)
Algunos mencionaron que ciertas de estas relaciones deben cambiar, tales como con familiares cercanos (9), familiares en otros hogares (3), vecinos y amigos (5), organización comunitaria (6) y revendedores en el pueblo (2). Al preguntar por las razones, algunos señalaron situaciones que han afectado las relaciones a nivel diádi-co, tales como discusiones o desconfianza mutua; sin embargo, la mayoría adujeron factores a nivel colectivo que están poniendo a prueba la cohesión de estas relaciones.
Esto último se evidencia en dos ámbitos de la vida comunitaria de Los Chenchos. El primero es la Asociación de Pequeños Agricultores Los Gigantes, la cual fue creada por iniciativa del representante de la comunidad hace dos años, para ser beneficiaria de proyectos productivos del Gobierno. Si bien estos proyectos han sido financiados por el Gobierno, han sido autogestionados por la propia asociación, cuyos miembros apostaron a invertirlos en la acuicultura a través de construcción de pocetas y la cría de peces. Ese proceso ha puesto a prueba la capacidad de acción colectiva de la comunidad y de innovación, pues, por un lado, ha posibilitado el trabajo colectivo en torno a objetivos comunes, pero, por el otro, ha generado diferencias en cuanto a la mejor manera de hacer las cosas. Así lo registré en mi diario de campo:
Hoy los integrantes de la asociación trabajaron todo el día en la construcción de una de las pocetas. Dos hombres mayores, Hernán y William, discutieron sobre la manera de ubicar un tubo que conducía de una poceta a otra. Mientras uno de ellos aseguraba que el tubo debía ir completamente horizontal, el otro decía que debía ir inclinado. Tras la discusión, no llegaron a ninguna conclusión, sino que lo dejaron para después. Acabo de hablar con William después de cenar [pues nos quedamos en la misma casa] y me contó las razones por las cuales creía tener la razón. Además, añadió que no entendía el punto de Hernán y que desconfiaba de su criterio por considerarlo "terco". Sin embargo, también aceptó que a los dos les hacía falta conocimiento ingenieril para saber tomar esas decisiones en la construcción. Esto me hace pensar que, más allá de establecer quién tiene la razón, dilemas como este van a seguir ocurriendo en el proceso de emprendimiento colectivo y en la toma de decisiones. (Diario de campo, julio de 2019)
El segundo ámbito es la religión, la cual ilustra cómo la acción colectiva y el liderazgo ponen a prueba las relaciones a nivel colectivo. Este ha sido un factor influyente en las relaciones comunitarias desde hace varias generaciones. Varios recuerdan que cuando aún vivía Inocencio Mosquera, el fundador de la comunidad, este predicaba el catolicismo y celebraba todas las fechas de esa religión. Esto permitía que durante diciembre o Semana Santa se sintiera cierta integración entre todos los miembros de la familia, por los ritos, las comidas, las celebraciones y las oraciones. Sin embargo, posteriormente Gorgonio, el mayor de los primos, se convirtió a los Testigos de Jehová y empezó a predicar esa religión. Algunos también se convirtieron a esa u otras religiones, mientras que otros permanecieron en la fe católica. A partir de la encuesta de hogares se pudo establecer que cinco hogares practicaban la religión de Testigos de Jehová, la católica, uno la Pentecostal, uno el Movimiento Misionero Mundial y a los demás (9) les era indiferente la religión. Tanto en entrevistas como en los grupos focales, las personas coincidieron en que debido a esto la comunidad ya no es tan unida como antes, pues ya no tienen las mismas celebraciones y creencias.
Bienestar subjetivo: lo que importa para vivir bien
El bienestar subjetivo se refiere a las propias perspectivas de las personas sobre sus condiciones de vida, los recursos a los que tienen acceso y lo que pueden hacer con ellos (White, 2010). Para su estudio se adaptó el 'Global Person Generated Index' (GPGI) Interview (Coulthard y Mcgregor, 2015), a partir de la cual se indagaron por los dominios que los entrevistados consideran más importantes para su bienestar personal, el grado de satisfacción con cada uno de ellos, así como el deseo de mejorarlos a corto plazo. El cuestionario se realizó a 23 personas (tabla 3). La importancia está dada por la suma de puntos que los entrevistados dieron a cada criterio, siendo 5 el más importante y 1 el menos importante, seguido (en paréntesis) del número de personas que mencionaron ese criterio; y la puntuación es la suma de puntos imaginarios que las personas le dieron a tres de los criterios seleccionados para mejorarlos (podían mejorar uno con un punto, otro con dos puntos y otro con tres puntos).
Por "trabajar bien" las personas se referían a tener un trabajo que les asegurara el sustento o que "no haga falta el trabajo". Este fue el criterio al que le dieron mayor importancia (47) y que seleccionaron la mayoría de personas (15); su satisfacción (4.3) se ubicó muy por encima de la media; y el deseo de mejorarlo existe (8), aunque no tanto como otros criterios. Esta conformidad puede deberse a esa estabilidad productiva que la mayoría de hogares buscan. De manera muy similar se manifestaron los criterios de "comer bien" y "sustento", los cuales también están en fuerte relación con la producción agrícola y el autoconsumo. Así pues, se evidencia una conformidad con estos aspectos que tienen una relación directa con la subsistencia familiar (Landini, 2011).
En cambio, otros criterios de gran importancia, como el "bienestar de la familia", la "salud", la "relación con vecinos", la "religión" y la "vivienda", sí recibieron el doble o más de puntuación para ser mejorados, a pesar de que su satisfacción se ubica por encima de la media. Sobre todo,se destaca el deseo de mejora que le dieron a la religión, si además se tiene en cuenta la influencia ya descrita que está teniendo en el liderazgo y la acción colectiva en la comunidad.
Ciertos criterios se situaron por debajo de la media de satisfacción, tales como "trato con la pareja" (3.5), "amigos" (3.3), "trabajo colectivo" (3.0), "casa en el pueblo" (2.0), "educación" (2.0) y "estabilidad económica" (3.0). Los tres primeros tienen que ver con relaciones sociales y que pueden deberse a factores que fueron explicados en el bienestar relacional; y que los otros tres corresponden al hecho de vivir en un contexto rural, en donde el acceso a la educación, una estabilidad económica y tener casa en el pueblo es más difícil. Ahora bien, aunque estos criterios tuvieron poca satisfacción, no fueron seleccionados como prioritarios para ser mejorados o como los más importantes.
Estos resultados evidencian que los aspectos más importantes son los más satisfechos, lo cual puede corresponder a una lógica de "compensaciones" (trade-offs) en donde ciertos aspectos son priorizados sobre otros para el logro del bienestar de las personas (Idrobo, 2018). Esto fue ahondado a partir de las entrevistas etnográficas.
Una de las preguntas que las guio fue: "¿Acá en la comunidad se puede vivir bien?". Frente a esta pregunta hubo un patrón de respuesta en términos comparativos con el medio urbano. Afirmaron que a pesar de que no se vive con mucho dinero, sí se puede vivir bien en la comunidad porque no hace falta la comida, se vive tranquilamente y no hay que pagar servicios de agua, luz y arriendo. Sin embargo, que el acceso a ciertos servicios como la salud y la educación sí son más difíciles de tener, por el desplazamiento que hay que hacer hasta Istmina o Quibdó. Entonces, si bien el bienestar familiar está favorecido por criterios como el "trabajar bien" o "comer bien", hay otros que son más difíciles de conseguir.
Estos hallazgos tienen relación con las ideas de buen vivir que fueron exploradas en las entrevistas. Tales ideas no se manifestaron como un ideal de vida, sino como una compensación entre la forma de vivir valorada y el vivir sin mucho dinero. Por ejemplo, fueron recurrentes este tipo de afirmaciones:
Pa' mi vivir bien es que no me falta nada y estar alentado. Tener mis comodidades para sobrevivir tranquilo. Eso lo mantiene a uno alentaito. Que usted no tenga que preocuparse porque se acabó la comida. Que no me falte nada; eso es vivir bien. Porque en este mundo todo no es la plata. Sino que uno esté sostenidito y que no falte el sustento. Y que la familia esté bien. Porque si usted tiene un hijo que sabe que va a sufrir, uno se preocupa. Que no le falte nada a sus hijos. (Entrevista a Eulices. abril de 2019)
Por obligación [decisión] propia me gustaría quedarme acá, porque primero que todo acá no se paga energía, no se paga agua, no se paga un plátano, no se paga un limón. Nosotros a Istmina bajamos por el pollo, que ahorita no estoy criando, y la carne, el arroz, la sal y el aceite. Pero lo demás yo todo lo tengo acá. Tengo limones, el agua que tenemos nos sobra. Y en cambio, si me voy a Istmina, el día que no llueva me toca comprarla [el agua]. Aquí tengo color [bija] (...) Acá se vive bien porque imagínese en Istmina no hay ni dónde tirar un anzuelo. En cambio, vea acá todo el espacio que tiene para pescar. No tiene que pedirle permiso a nadie, sino que usted va tirándolo. (Entrevista a Poteco, abril de 2019)
Adicionalmente, algunos afirmaron que en ocasiones tener mucho dinero es sinónimo de problemas:
Diría yo que [vivir bien es] ni ser rico ni ser muy pobre. Porque al menos uno tener los medios de su sustento. Que uno no tenga que pensar mucho. Porque si uno tiene mucho tiempo para pensar, para mí no está bien. [Antonio pregunta: ¿o sea cuando uno es rico piensa mucho?] Lógico porque no saben en qué momento lo van a secuestrar. Entonces no ser rico, sino que uno tenga apenas su medio de sustento y que no tenga que pensar mucho. (Entrevista a Jairo, abril de 2019)
Pues por una punta uno puede tener harta plata y vivir bien, pero por otra punta vive mal. Porque usted sabe que hay mucha gente que cobra la vacuna. Y si usted no paga, eso pues grave. Aquí, gracias a Dios, no pasa eso porque ellos saben que uno siembra sus cositas. (Entrevista a Amaranto, abril de 2019)
Esto último coincide con el poco grado de satisfacción, pero poco deseo de mejora, que los encuestados tuvieron con el criterio de "dinero". Pero, además, tiene que ver con una realidad socioeconómica y política del Chocó, en donde el dinero ha estado vinculado a las actividades de la minería y el narcotráfico, las cuales constituyen el foco de los grupos armados ilegales.
Discusión: bienestar comunitario y persistencia de la vida campesina
En un primer momento la investigación se preguntó por el bienestar a nivel individual, sin embargo, en un segundo momento el análisis de los datos estuvo encaminado a encontrar resultados sobre el bienestar colectivo, a partir del agregado de la información. De esta manera, el bienestar colectivo o comunitario se entendió como el promedio del bienestar de los individuos y como un proceso que sucede en la interacción entre lo individual y lo colectivo (White, 2010). Tal bienestar comunitario permite la permanencia de la vida campesina en la comunidad de Los Chenchos, en la medida en que influye en las aspiraciones individuales, las posibilidades de subsistencia y las relaciones necesarias para permanecer en un modo de vida campesino. Este aporta un ámbito en el que se dispone la agencia y se generan preferencias adaptativas; es decir, en el que las personas toman decisiones convenientes según sus posibilidades y orientaciones.
Así pues, se encontró que este bienestar comunitario se construye a partir de tres preferencias adaptativas que han sido esenciales para la permanencia de los proyectos de vida en la comunidad: trabajar para "tener lo propio", participar en una "gran familia" y asumir una forma de vida valorada que privilegia ciertos aspectos sobre otros. Estos son factores que guían las necesidades y aspiraciones de las personas para vivir una vida deseada en el contexto de la comunidad y, por lo tanto, son muy influyentes en la disposición de su agencia.
En primer lugar, la intención de "tener lo propio", como algunas de las personas en la comunidad dicen, expresa ese deseo por consolidar una estabilidad productiva que les permite ser autónomos en la manera como toman sus decisiones para trabajar y vivir. El logro de esta estabilidad se da en la sinergia de dos circuitos económicos: uno de autoconsumo y otro monetario (Forero-Álvarez, 2013). A la vez que se procura la subsistencia familiar, se busca contar con bienes y servicios que sólo pueden adquirirse monetariamente (Landini, 2011). De esta manera se posibilita la soberanía alimentaria a la vez que un estilo de vida autónomo, lo cual también se expresa en los ámbitos en que se mueve la vida campesina: entre la autonomía y la vinculación con la economía regional, el producir para el autoconsumo y para la venta, y el tener deseos y aspiraciones tanto urbanas como rurales.
Esta sinergia también aparece en la dimensión subjetiva del bienestar, en la cual se identificaron algunos factores que las personas privilegian para vivir una buena vida y que reafirman la decisión de las mismas para permanecer en su territorio. Esa forma de vivir valorada se da en medio de "compensaciones" que implican valorar más ciertos aspectos del bienestar sobre otros, como puede ser el vivir tranquilamente, el comer bien y el tener autonomía en el trabajo, sobre el acceso a servicios de salud y educación. Así pues, existe cierta complementariedad en la manera como la agencia opera: por un lado, para lograr una base de productividad agrícola y, por el otro, para conseguir el dinero necesario para suplir otras necesidades y seguir avanzando hacia una estabilidad productiva. En este proceso, la diversificación de actividades ha sido de suma importancia, pues ha permitido que se pueda alcanzar tal estabilidad productiva con una dependencia parcial del dinero. De ahí que en ninguno de los hogares se dedican a una sola actividad exclusivamente, como la minería o el aserrío. Así, la diversificación ha constituido una estrategia tanto de adaptación frente a condiciones adversas, como para mejorar el bienestar de la familia (Ellis, 2000). Por otro lado, el poder "tener lo propio" solo es posible gracias a la pertenencia a una "gran familia", que constituye el tejido social a partir del cual las personas acceden a todo tipo de ayudas mutuas, formas colaborativas de trabajo, intercambios y mecanismos de sociabilidad. En una investigación anterior (Olmos, 2017) mostré que a las personas que se desplazaron de la comunidad aledaña de Los Torres, como consecuencia del conflicto armado, se les dificultó volver a su territorio posteriormente, a pesar de que ya no había presencia de grupos armados. Eso implicaba "hacer comunidad" desde cero, pues el tejido que la sostenía se descompuso. Aquellos pocos que han logrado retornar se han apoyado en la comunidad de Los Chenchos, ya sea para conseguir compañero de trabajo, semillas u otro tipo de intercambios. De hecho, algunos se establecieron en el caserío de Los Chenchos, ya fuese comprando alguna casa o aprovechando los derechos de uso de sus parejas, lo que ha permitido que en cinco de los 18 hogares haya descendientes de Los Torres. Esto demuestra que para vivir en un contexto rural y ribereño chocoano no es suficiente con poseer derechos sobre la tierra, sino que es necesario disponer de un tejido social capaz de posibilitar el establecimiento de nuevos hogares y todo lo que involucra la vida campesina.
Esto no solo ocurre en Los Chenchos, sino en gran parte de las comunidades con territorios colectivos en el Pacífico, siendo la familia extensa la red social principal en estos territorios (Los Chenchos, Los Rojas, Los Torres, etc.). Nina de Friedemann (1971), la pionera en notar esto, mostró que en el Pacífico estas comunidades están organizadas en torno a relaciones de parentesco regidas en relación con un "ancestro focal" que fundó el pueblo y a partir del cual se reconocen derechos de acceso al territorio, según el grado de parentesco de sus descendientes. A pesar de las transformaciones contemporáneas, esta institución ha seguido siendo clave para la adaptación en un contexto de recursos precarios y cambiantes.
De ahí que merezcan especial atención la insatisfacción con ciertas relaciones y el deseo de mejorarlas, pues sugieren factores que están afectando esa persistencia comunitaria y que se expresan en tensiones en el diario convivir y en la acción colectiva. En los resultados se mostró cómo la asociatividad comunitaria y la religión son factores que están replanteando la manera como se dan las relaciones a nivel diádico y colectivo, y que se tornan en puntos sensibles para la persistencia del tejido social que soporta la vida campesina en la comunidad.
Por último, se encontró que el bienestar comunitario es extensivo tanto para la vida campesina en la región como para los parientes en otras localidades. Para ellos, siempre está latente la posibilidad de volver, pues nunca se pierden los derechos familiares sobre la tierra. Esto ha permitido el regreso a la comunidad de primos que después de 30 años volvieron a sus 50, debido a que no consolidaron una estabilidad material en otros lugares o por el deseo de volver a un modo de vida campesino. Y para los campesinos de las Las Mojarras, porque Los Chenchos es la comunidad más agroproductiva del sector y dispone de una red de relaciones que soporta la agricultura. Esto permite que personas de comunidades aledañas se beneficien de alguna manera de esa "gran familia", ya sea porque hacen intercambio de semillas, participan de formas colaborativas de trabajo o socializan constantemente en la comunidad.
Conclusiones: la decisión de persistir
Estos hallazgos dan pie para seguir indagando por la decisión de las personas en persistir en cierto modo de vida. En el caso de la vida campesina, el enfoque de bienestar social adoptado permitió evidenciar que dicha persistencia está motivada por ciertos factores materiales, relacionales y subjetivos. Esto coincide con otros estudios que han mostrado que la vida campesina en Chocó está mediada por una "lógica del río" que fortalece las relaciones familiares y permite el intercambio de productos (Oslender, 2002); o por el arte de "vivir sabroso", que es a la vez arte de la resistencia, en defensa de la vida y de territorios geográficos y existenciales (Quiceno Toro, 2016). Estas nociones se nutren de ciertos elementos simbólicos, tales como los valores, el vínculo con la tierra, con las semillas, con los antepasados y con el lugar mismo, que configuran la identidad del campesino y que pueden influir sobre sus preferencias adaptativas.
El enfoque utilizado en esta investigación aporta información localmente significativa para los procesos de toma de decisión, pues tiene en cuenta los factores que motivan la agencia de los individuos para el logro de su propio bienestar (Coulthard y Mcgregor, 2015). Además, el hecho de prestar atención a lo que la gente tiene, hace y siente, en vez de ver únicamente lo que carece (como lo hacen los índices de pobreza), convierte este enfoque en uno más respetuoso y creativo, pues no define a las personas por su pobreza, sino que los plantea como actores capaces de elegir y actuar en cómo vivir sus vidas, y cuyos modos de vida merecen ser protegidos y fortalecidos, teniendo en cuenta su relevancia para la soberanía alimentaria, la sostenibilidad ambiental y el bienestar general en la región.
1 Las tierras de este corregimiento tienen el carácter legal de "Tierras comunitarias de grupos étnicos", protegidas por la Ley 70 de 1993, cuyo propósito es proteger la cultura y la organización social de las poblaciones afrocolombianas, así como el dominio colectivo que tienen sobre la tierra (DANE, 2007).
2 El "día cambiado de trabajo" es una forma colectiva de trabajo, extendida en el litoral pacífico colombiano, por medio de la cual los campesinos trabajan entre sí, a cambio de días de trabajo.
3 Técnica de preparación del terreno para cultivar que implica limpiar el monte en un primer momento, sembrar las semillas, esperar a que "puyen" (germinen) y tumbar los grandes árboles, que a larga servirán de abono orgánico.
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