Revista Investigación y Desarrollo

ISSN Impreso 0121-3261
ISSN Electrónico 2011-7574
vol. 25 n.° 1, enero-junio de 2017
Fecha de recepción: 24 noviembre de 2015
Fecha de aceptación: 13 febrero de 2017
DOI: http://dx.doi.org/10.14482/indes.25.1.10231


ARTÍCULO DE REVISIÓN / REVIEW ARTICLE

Perspectivas conceptuales y metodológicas en los estudios sobre relaciones afectivas tempranas*

Conceptual and methodological perspectives in research on early affective relationships

Zamara Cuadros Parada
Pontificia Universidad Católica de Chile

Laboratorio de Lenguaje, Interacción y Fenomenología (lif). Escuela de Psicología, Pontificia Universidad Católica de Chile. Santiago de Chile, Chile. conicyt-pcha/Doctorado Nacional/20i6-folio: 21160537 zcuadros@uc.cl

Hernán Sánchez Ríos
Universidad del Valle

Profesor del Instituto de Psicología de la Universidad del Valle. Investigador del Grupo Desarrollo Psicológico en Contextos. Doctorando del Instituto de Psicología de la Universidad de Sao Paulo, Brasil. Bolsita del CNPq hernan.sanchez@correounivalle.edu.co

* Este artículo es producto de la tesis de maestría de la primera autora, adscrita a la investigación "El Desarrollo en el primer año de vida: un enfoque sistémico" que fue dirigida por el segundo autor y financiada por Colciencias (Contrato n° 404-2008), con contrapartidas de la Universidad del Valle, la Universidad del Magdalena, la Universidad Tecnológica de Bolívar y la Corporación Niñez y Conocimiento.


Resumen

El propósito de este artículo es presentar un balance bibliográfico del estudio de las relaciones afectivas en el primer año de vida a partir del análisis cualitativo de artículos teóricos e investigativos publicados durante las cuatro últimas décadas. La selección de artículos adopta como criterio el índice de citación que denota relevancia y amplia circulación de los postulados teóricos-metodológicos en este campo de conocimiento. Las reseñas de los artículos se sistematizan en una rejilla descriptiva que permite identificar los elementos constitutivos de una publicación y la consistencia interna de la conceptualización. Las reseñas de los artículos investigativos incluyen la revisión del diseño, las técnicas de recolección de información y las unidades analíticas que utilizan los investigadores. El análisis cualitativo de las reseñas sistematizadas establece algunas polaridades que estructuran las publicaciones: innato - adquirido; endógeno - exógeno; desarrollo de dominio general - desarrollo de dominio específico; cambios macro - cambios micro. En términos metodológicos, diseños experimentales - diseños situacionales en contextos culturales específicos; modelos de análisis de relaciones causales directas - modelos de análisis de relaciones múltiples. Simultáneamente, estas polaridades definen cuatro perspectivas que sintetizan las afinidades teóricas y metodológicas de las publicaciones: innatistas, ecológico-contextual, interaccionista y de los Sistemas Dinámicos No Lineales (SDNL). En la discusión presentamos la matriz de pensamiento psicológico y las concepciones de desarrollo que están implícitas en cada una de las perspectivas. Por último, en las conclusiones destacamos la búsqueda de algunos investigadores por modelos de análisis que establezcan diálogos de fronteras entre perspectivas para superar las polaridades con el propósito de comprender la complejidad de las relaciones afectivas en el primer año de vida. En este esfuerzo surgen los estudios de los SDNL para explicar la emergencia de la novedad en el desarrollo afectivo-cognitivo del niño a partir de los eventos de reorganización en el interior de los sistemas diádicos.

Palabras clave: Perspectivas de estudio de expresión de emociones, primer año de vida, Desarrollo afectivo, Sistemas Dinámicos No Lineales (SDNL).


Abstract

The aim of this article is to present a bibliographic review of the study of affective relationships in the first year of life based on qualitative analysis of theoretical and investigative articles published during the last four decades. The articles' selection adopts as a criterion the index of citation that denotesrelevance and wide circulation of the theoretical and methodological postulates in this field of knowledge. The reviews of the articles are systematized in a descriptive grid that allows to identify the constituent elements of a publication and the internal consistency of the conceptualization. Reviews of investigative articles include the design review, data collection techniques, and analytical units used by researchers. The qualitative analysis of systematized reviews, establishes some polarities that structure publications: innate - acquired; Endogenous - exogenous; General domain development - specific domain development; Macro changes - micro changes. In methodological terms, experimental designs - situational designs in specific cultural contexts; direct causal relationship analysis models - multiple relationship analysis models. Simultaneously, these polarities define four perspectives that synthesize the theoretical and methodological affinities of the publications: innatist, ecological-contextual, interactionist and Nonlinear Dynamic Systems (SDNL). In the discussion, we present the matrix of psychological thinking and the conceptions of development that are implicit in each one of the perspectives. Finally, in the conclusions we highlight the researchers' search for models of analysis that establish border dialogues between perspectives to overcome the polarities to understand the complexity of affective relationships in the first year of life. In this effort arise the studies of SDNL to explain the emergence of novelty in the affective-cognitive development of the child from the events of reorganization within the dyadic systems.

Keywords: affective development, the first year of life, perspectives of study of emotional expression, first year of life, Nonlinear Dynamic System.


Introducción

En las cuatro últimas décadas, el estudio de las relaciones afectivas durante el primer año de vida ha adquirido una especial importancia en la psicología del desarrollo. (Dunn, 2000; Symons, 2004; Pons, Harris y de Rosnay, 2004; Vallotton, 2008; Garvey y Fogel, 2008; Stone, DeKoeyer-Laros, y Fogel, 2012). En trabajos previos encontramos un conjunto importante de investigaciones acerca de la expresión de emociones en el primer año de vida que describen capacidades biológicamente adaptativas o competencias evolutivamente adquiridas por los niños al participar en situaciones de interacción con sus cuidadores. En contraste, identificamos un número reducido de trabajos que abordan la construcción dinámica no lineal de las emociones en la relación con el otro. De esta manera, el balance mostró una tensión entre los estudios que centran su análisis en los mecanismos adaptativos de los niños y los estudios que centran su análisis en los mecanismos de auto-regulación en la expresión de las emociones durante situaciones de interacción adulto - niño. (Sánchez y Cuadros, 2011; Cuadros, 2014; Cuadros y Sánchez, 2014).

Nosotros decidimos seguir avanzando en la indagación de las relaciones complejas en el desarrollo afectivo-cognitivo del niño en el primer año de vida. Por esta razón abandonamos la búsqueda centrada exclusivamente en los mecanismos adaptativos del niño en la comprensión de las emociones. No obstante, en la revisión de las investigaciones sobre la expresión de emociones en la interacción adulto - niño identificamos un especial desinterés por los procesos de re-organización de la actividad cognitiva en el niño pequeño. (Cuadros, 2014; Cuadros y Sánchez, 2014).

El propósito de este artículo es presentar un balance bibliográfico del estudio de las relaciones afectivas en el primer año de vida a partir del análisis cualitativo de artículos teóricos e investi-gativos publicados durante las cuatro últimas décadas. Como resultado del balance bibliográfico buscamos construir un referencial teórico - metodológico que permita abordar la emergencia de la novedad en el desarrollo afectivo-cognitivo del niño pequeño a partir de los eventos complejos de reorganización en el sistema diádico.

Para cumplir con este propósito, inicialmente identificamos artículos teóricos y artículos científicos con índices de citación que denotan una amplia circulación en este campo de conocimiento.1Posteriormente utilizamos una rejilla descriptiva que permite sistematizar la reseña de cada artículo seleccionado en función de la identificación de los elementos constitutivos de una publicación y la consistencia interna de la conceptualización. Un aspecto adicional se incluye en las reseñas de los artículos investigativos: revisión del diseño, técnicas de recolección de información y unidades de análisis que utilizan los investigadores (Puche, 2001).2

Balance bibliográfico: análisis de las matrices teóricas

El análisis de la conceptualización de los artículos, teóricos o investigativos, permite identificar la matriz de pensamiento psicológico que estructura los modelos explicativos de las relaciones afectivas en el primer año de vida. Todos los referenciales teóricos de las publicaciones se ubican en una matriz funcionalista y organicista, en la cual:

El imperialismo de la matriz mecanicista y atomista sobre el estudio de los seres vivos encontró una resistencia permanente e insidiosa. Tres fenómenos característicos de los seres vivos — y en el universo de los eventos naturales apenas de ellos — desafiaron el poder comprensivo del mecanismo y los procedimientos analíticos atomistas: la reproducción, el desarrollo y la auto-conservación (...) la existencia de estos fenómenos indica una especificidad de los seres vivos que apunta para algo dentro de ellos: superficialmente el ser vivo es materia tan asequible como cualquier otra a los procedimientos de la física y la ingeniería. La reproducción, el desarrollo y la autoconservación, sin embargo, sugieren la existencia por debajo de la superficie observable de la pura anatomía de procesos y mecanismo sui generis. (Figuereiro, 1989, p.73).

De igual manera, los elementos constitutivos de los referentes teóricos de las publicaciones también dialogan con la submatriz de pensamiento psicológico: ambientalista e innatista. (Figuereiro, 1989). Así, los contextos de interacción de la teoría ecológica de Bronfenbrener (ambientalista) y las predisposiciones genéticas de la teoría del apego (innatista) son unidades de análisis en cada perspectiva que perfectamente ejemplifican está polaridad. No obstante, Figuereiro (1989) nos muestra que con dificultad encontramos en las teorías respuestas ambientalistas o innatistas en forma pura y exclusiva. Por lo tanto, propone un componente interaccionista que permite un punto de contacto en la polaridad. Componente que encaja con propiedad en la teoría ecológica y en la teoría del apego. Esa pureza destruiría lo que es más característico de los fenómenos vitales:

Cuando consideramos la estructura de un organismo y de su ambiente (...) descubrimos que los elementos estructurales en el organismo y en el ambiente son coordinados, unos con otros, de una forma específica. El organismo es adaptado a su ambiente, y el ambiente, incluido el ambiente interno, al organismo de forma que se mantenga la vida. El ambiente es así expreso en la estructura de cada parte del organismo e viceversa. (Figuereiro, 1989, p. 73).

Por lo tanto, en todas las publicaciones reseñadas, las teorías que orientan los modelos explicativos de las relaciones afectivas tempranos se adscriben en la matriz funcionalista y organicista que dialoga con la submatriz interaccionista que puede admitir la relación de los aspectos endógenos y exógenos del sistema. (Figuereiro, 1989). En este sentido, función, estructura y origen son aspectos constitutivos de las teorías que se inscriben en las dos matrices que estudian las relaciones afectivas en el primer año de vida. La interacción de estos tres aspectos en las teorías permite abordar en ellas concepciones de desarrollo. La noción de desarrollo desde su etimología está vinculada a acciones como "desenvolver", "desenrollar", "desdoblar". Un significado implícito en esta noción hace pensar en el desarrollo como algo que está oculto, envuelto, enrollado, doblado y se manifiesta. Pero específicamente, desarrollo implica emergencia y cambio. (Puche, 2014).

Van Geert (2003) señala tres tendencias en las concepciones de desarrollo:

(1) Impulso vital de un cambio interno que tiene algún nivel de dependencia respecto al contexto; (2) Cambio progresivo de estructuras de conocimiento que contemplan en cada momento o etapa del desarrollo su estadio superior; (3) y Despliegue de algo interno que en el transcurso del tiempo se desenvuelve y sale. Nosotros encontramos algunas teorías e investigaciones en las expresiones afectivas durante el primer año de vida que encajan perfectamente en cada una de las tendencias. De esta forma destacamos que: El impulso vital se expresa en la teoría de Bronfenbrenner (1982) y en los estudios de Weisner (2002), Gallimore, Goldenberg y Weisner (1993). El cambio progresivo se expresa en las teorías del apego y en los estudios de Bowlby (1998), Ainsworth y Bell (1970), Lamb (1979). De igual manera, en las reflexiones teóricas de Bruner (1983) de la comunicación pre-verbal en el primer año de vida y en los estudios de Rodríguez y Moro (1998) y Hodapp (1987). El Despliegue se destaca en las aproximaciones teóricas a la complejidad de los SDNL y los trabajos de Mascolo Fischer y Li (2003), Lewis, Lamey y Douglas (1999) y Garvey y Fogel (2008).

Balance bibliográfico: análisis de matrices investigativas

El análisis del diseño, los instrumentos, las unidades de análisis, los resultados y las conclusiones de las investigaciones permiten establecer dos tendencias en los estudios acerca de las relaciones afectivas en el primer año.

La primera tendencia muestra un número significativo de publicaciones que utilizan análisis de unidades internas o estados discretos que se expresan en gestos faciales, acciones sobre objetos y acciones dirigidas a otras personas. Estos trabajos han generado abundante información sobre el establecimiento de relaciones de apego con múltiples cuidadores para tipificar figuras primarias o subsidiarias (Carrillo, Maldonado, Saldarriaga, Vega, y Díaz, 2004; Carrillo, 2008), prácticas que originan relaciones interpersonales con roles específicos (Bronfenbrenner, 1982; Gallimore, Goldenberg, y Weisner, 1993; Weisner, 1998; Weisner, 2002a, 2002b), análisis de transacciones diádicas (madre-bebé) tríadicas (madre — bebé - objetos/mundo) en contextos comunicativos de juego social que se realizan en ambientes naturalistas o en laboratorios. (Same-roff, 1975; Ross y Kaye, 1979; Kaye, 1982; Bruner, 1983; Hodapp, Goldfield, y Boyatzis, 1984).

Las investigaciones en la segunda tendencia utilizan unidades de análisis de estados discretos que se expresan externamente en gestos faciales, acciones sobre los objetos y acciones dirigidas a otras personas a partir del examen de las relaciones entre el rostro, el cuerpo y el contexto interpersonal en el cual emergen las expresiones afectivas. (Mascolo et al., 2003; Garvey y Fogel, 2008; Goldstein, Feldman y Makhoul, 2008; Jean, Stack y Fogel, 2009; Jean y Stack, 2009; Lavelli y Fogel, 2013). Estas investigaciones analizan las relaciones afectivas como fenómenos sistémicos, complejos y dinámicos que surgen de la conjunción de múltiples elementos para establecer relaciones entre emoción, comunicación y contexto en la observación de las interacciones bebé - adulto durante situaciones lúdicas de carácter semiestructurado que se llevan a cabo en laboratorios de psicología. (Garvey y Fogel, 2007, 2008).

Sin embargo, como marca la literatura, a pesar de estos esfuerzos investigativos existe una página en blanco en el estudio del desarrollo afectivo-cognitivo de los niños pequeños en contextos cotidianos. (Dunn, 2000; Enesco, 2003; Draghi-Lorenz, Reddy y Morris, 2005; Vallotton, 2008).

Perspectivas en el estudio de las expresiones afectivas

El análisis cualitativo de las reseñas revela las siguientes polaridades teóricas en las publicaciones acerca de las expresiones afectivas en el primer año de vida: innato - adquirido; interno - externo; endógeno- exógeno; desarrollo de dominio general - desarrollo de dominio específico; cambios macro - cambios micro; recursos adaptivos biológicos - recursos relacionales sociales. Y las siguientes polaridades metodológicas: diseños experimentales - diseños situacionales en contextos culturales específicos; unidades de análisis discretas- unidades de análisis complejas; modelos de análisis de relaciones causales directas - modelos de análisis de relaciones múltiples. En las polaridades teóricas y metodológicas se delimitan las fronteras de cuatro perspectivas que aglutinan los estudios de relaciones afectivas en el primer año de vida.

Perspectiva evolutiva: Teoría del apego

La perspectiva evolutiva asume que los bebés humanos nacen con una predisposición genética determinada para buscar protección y cuidado a partir de la proximidad con adultos que garanticen su adaptación evolutiva. (Lamb, 1979). Igualmente, asume que los padres cuentan con una predisposición genética para corresponder positivamente a los tempranos comportamientos infantiles orientados a la búsqueda de la proximidad. En el marco de las teorías adscritas a la perspectiva evolutiva se destaca la Teoría del Apego porque favorece la creación y consolidación de vínculos afectivos durante los primeros años de vida. De acuerdo con Ainsworth (1991), el apego es "un vínculo afectivo especial y duradero en el cual la figura de apego es importante como individuo único, no intercambiable (... ) El contacto y reunión con esta figura produce confianza y felicidad; la separación genera ansiedad y tristeza" (p. 38).

Según Bowlby (1998), la relación de apego niño - cuidador se transforma durante los primeros dos años de vida mediante el despliegue de cuatro etapas sucesivas que incluyen cinco sistemas bio-comportamentales. La primera etapa consiste en la orientación y producción de señales sin discriminación de la figura de apego para desplegar conductas reflejas y esquemas primarios. En esta etapa, característica de los primeros meses de vida, el niño busca atraer la atención y responder al acercamiento o separación de otras personas a partir de miradas, sonrisas y llanto. En la segunda etapa, de orientación y señales dirigidas hacia una o más figuras discriminadas para realizar diversos comportamientos con el fin de lograr proximidad física, los niños entre tres y seis meses lloran o se enfadan ante la pérdida del contacto humano; es decir, aún no muestran conductas de apego hacia una figura privilegiada. La tercera etapa consistente en apego selectivo, los niños entre siete y doce meses tienen conductas emocionales que se caracterizan por llanto, estrés, angustia o enfado ante la ausencia de la figura de apego o por alegría, tranquilidad o seguridad ante la presencia del cuidador; en esta etapa, los bebés utilizan la figura de apego como base segura en sus exploraciones y muestran ansiedad o rechazo ante situaciones no familiares o personas extrañas. En la cuarta etapa, consistente en metas corregidas que caracterizan el decrecimiento de la ansiedad ante la ausencia de la figura de apego, los niños entre doce y dieciocho meses han formado una relación con la figura de apego y pueden representarla en su ausencia.

Los trabajos iniciales adscritos a esta perspectiva reportan la existencia de tres patrones principales de apego (Bell y Ainsworth, 1972; Ainsworth, 1991): seguro, inseguro evitativo e inseguro ambivalente. Los niños expresan apego seguro cuando se muestran contentos durante sus exploraciones en presencia de la figura de apego en contraste, se afligen ante la separación de dicha figura y reclaman su reencuentro. Ellos son fáciles de consolar y dan respuestas positivas ante el reencuentro. Los niños expresan apego inseguro evitativo cuando no muestran angustia ante la separación de su figura de apego, una vez se produce el reencuentro, muestra desinterés y evitan el contacto con ella. Los niños expresan apego inseguro ambivalente cuando manifiestan angustia ante la separación, pero al reunirse nuevamente con la figura de apego se muestran ambivalentes: buscan el contacto y al mismo tiempo lo rechazan.

Cada tipo de apego está relacionado con la sensibilidad y la capacidad de respuesta del adulto con respecto a las necesidades del bebé, es decir, con las diferencias en la calidad de la relación cuidador-bebé. (Bell y Ainsworth, 1972; Ainsworth y Bell, 1977). La sensibilidad se conceptualiza como la precisión de un cuidador para percibir, interpretar y responder con adecuada prontitud a los mensajes implícitos en la conducta del niño. (Lohaus, Keller, Ball, Volker, y Elben, 2004).

En esta perspectiva se destacan los estudios con procedimientos experimentales como "Situación Extraña" (Ainsworth y Bell, 1970) y "Pruebas estandarizadas Q-Short de Apego y Q-Short de Sensibilidad" (Carrillo et al., 2004; Raikes y Thompson, 2004; Ortiz, Borré, Carrillo y Gutiérrez, 2006). Los resultados de las investigaciones reportan que niños con apego seguro tienen madres calificadas como muy sensibles. Ellas se muestran disponibles a los llamados del bebé. Entretanto, niños con apego inseguro evitativo tienen madres relativamente insensibles a las peticiones del bebé; por ejemplo, los rechazan o no los atienden. Por último, niños con apego inseguro ambivalente tienen madres que proceden de manera inconsistente, se muestran sensibles y cálidas en algunas ocasiones y frías e insensibles en otras. (Bell y Ainsworth, 1972; Ainsworth y Bell, 1977; Keller, Lohaus, Volker, Elben y Ball, 2003).

Los trabajos enmarcados en la teoría del apego durante los primeros años de vida muestran las siguientes tendencias: presentación de diferencias cualitativas en los tipos de apego entre bebés y sus cuidadores en diferentes culturas (Ainsworth y Bell, 1970; Bowlby, 1998); establecimiento de diferencias individuales en características vinculadas a la calidad de las relaciones de apego de los niños con sus cuidadores (Raikes y Thompson, 2004; Ortiz et al., 2006); identificación de variables predictivas de apego seguro en la infancia: sensibilidad a las necesidades del bebé, calidez materna, capacidad de respuesta contingente, apoyo emocional, actitud positiva y sincronía en la interacción (Bell y Ainsworth, 1972; Ain-sworth y Bell, 1977; Volker, Keller, Lohaus, Cappenberg y Chasio-tis, 1999; Lohaus, Keller, Ball, Elben y Volker, 2001; Keller et al., 2003; Lohaus et al., 2004); y establecimiento de relaciones de apego con múltiples cuidadores, así como los criterios para la tipificación de esas figuras como primarias o subsidiarias. (Carrillo et al., 2004;Carrillo, 2008).

Perspectiva ecológico-contextual

La perspectiva ecológico-contextual asume que las relaciones bebé - cuidador están insertas en un mundo sociocultural, y por tanto se reconoce que la unidad apropiada de análisis es el ajuste a las actividades o prácticas cotidianas en las que el niño se inserta. (Weisner, 2002a). En otros términos, se parte del reconocimiento de que cada comunidad ofrece vías de desarrollo cognitivo y social para los seres humanos en el marco de contextos ecológico contextuales. (Weis-ner, 2002b). Esas vías de desarrollo están compuestas de rutinas de la vida cotidiana que, a su vez, se componen de actividades culturales en las que los bebés participan desde que nacen. Las actividades incluyen valores, objetivos, emociones, motivaciones y expectativas de quienes están involucrados en el desarrollo de la actividad. A medida que las actividades transcurren en el tiempo van configurando guiones de la forma adecuada o normativa para la realización de la actividad. (Gallimore et al., 1993; Weisner, 1998).

Desde esta perspectiva, la significación de la actividad por padres y niños resulta una unidad especialmente relevante; por ejemplo, durante el baño de un bebe se producen una serie de transacciones mediadas por acciones y significados lingüísticos de los actores involucrados. Igualmente, están en juego los objetivos de los padres, sus valores sobre el cuidado y la familia, y los roles que cada uno tienen en la manera en que se organizan las actividades familiares (Weisner, 1998).

En el marco de la perspectiva ecológico-contextual se destaca el modelo ecológico de desarrollo propuesto por Bronfenbrenner (1982) como una vía pertinente para abordar el estudio del proceso de formación y desarrollo de las relaciones afectivas tempranas. La contribución del modelo ecológico es integrar todos los posibles sistemas en los que tiene lugar el desarrollo humano: microsistema, mesosistema, macrosistema y exosistema. Estas estructuras están organizadas en serie de menor a mayor complejidad. El microsistema implica una red de interrelaciones que se origina en el entorno inmediato de la persona en desarrollo a partir de los patrones de actividad, las estructuras interpersonales y los roles. El mesosistema comprende el entramado de relaciones y los vínculos entre los entornos en los que la persona en desarrollo realmente participa. El exosistema corresponde a los entornos en los que la persona en desarrollo no está presente, pero que inciden en los entornos inmediatos. Finalmente, el macrosistema alude a patrones ideológicos e institucionales generalizados en una determinada cultura.

Teniendo en cuenta que inicialmente el desarrollo de un bebé se encuentra mediado por las relaciones con su familia (padres, hermanos, abuelos y otras personas cercanas), el microsistema y sus componentes se constituyen en el ambiente ecológico para estudiar durante el primer año de vida. El primer componente del micro-sistema se denomina actividad molar: "conductas progresivas que poseen un momento propio y que tienen un significado o intención para los que participan en el entorno". (Bronfenbrenner, 1982, p. 65). Las actividades molares se diferencias por el carácter intencional y el proceso continuo que se forma a partir de la secuencia de conductas o de acciones concretas en momentos y espacios definidos en la cotidianidad de la diada. Son ejemplos de actividades molares en las rutinas regulares en la vida de bebé durante su primer año de vida: el baño, la alimentación, el juego y la hora de dormir. Este tipo de actividades presentan una meta estructurada explícita o la organización intencional de un fin que requiere el seguimiento de pasos definidos y ordenados para ser alcanzado. (Bronfenbrenner,1982).

Las relaciones o estructuras interpersonales son el segundo elemento del microsistema: "se establece una relación cuando una persona en un entorno presta atención a las actividades de otra o participa en ellas". (Bronfenbrenner, 1982, p. 77). Cuando la relación entre dos personas es bidireccional, estas pasan a conformar una díada en la que cada una de ellas presta atención o participa en las actividades de la otra. Bronfenbrenner (1982) concede una doble importancia a la díada porque constituye un contexto crítico para el desarrollo, y es el componente básico del microsistema que hace posible que se desarrollen estructuras interpersonales más grandes, como los sistemas N + 2.

Según su potencial para aumentar el desarrollo psicológico, una díada puede adoptar tres formas funcionales: (1) Díada de observación, modalidad en la que uno de los miembros presta atención a la actividad del otro, quien, por su parte, por lo menos reconoce el interés que demuestra el primer integrante; (2) Díada de actividad conjunta, modalidad en que ambas personas se perciben como haciendo algo juntas, no implica que hagan lo mismo, sino que realicen actividades complementarias; y (3) Diada primaria, que es una modalidad que emerge a partir de las relaciones afectivas en el marco de díadas de actividad. En esta díada cada participante existe para el otro, incluso cuando no están juntos: "cada uno de los miembros aparece en los pensamientos del otro, es objeto de fuertes sentimientos emotivos, y sigue influyendo en la conducta del otro, aunque estén alejados". (Bronfenbrenner, 1982, p.79).

Para Bronfenbrenner (1982), las díadas, y especialmente de actividad conjunta, poseen tres características: (1) Reciprocidad, que hace referencia a la influencia en doble vía entre los actores de la díada, así el desarrollo de uno de los integrantes de la díada implica el desarrollo en el otro. (2) Equilibrio de poderes, que alude la posibilidad de que uno de los miembros de la díada influya más que el otro y que constituye un factor propulsor para el desarrollo y el aprendizaje, específicamente cuando el equilibrio de poderes cambia a favor de la persona en desarrollo. (3) Relación afectiva, definida como la dimensión que corresponde al desarrollo de sentimientos cada vez más fuertes entre los integrantes de la misma: los lazos afectivos que pueden ser mutuamente positivos, negativos, ambivalentes o asimétricos. De esta manera, cuando estas relaciones afectivas son positivas y recíprocas, pueden generar un aumento en el ritmo y en la probabilidad de que se produzcan los procesos de desarrollo. Por tanto, una díada de desarrollo es aquella en la que hay reciprocidad, se llevan a cabo patrones de actividad conjunta cada vez más complejos, hay sentimientos positivos mutuos y en la que el equilibrio de poderes cambia gradualmente a favor de la persona en desarrollo.

Si bien las relaciones que establece el niño con las personas de su entorno inmediato son inicialmente diádicas, este poco a poco se va haciendo consciente de la presencia simultánea de terceros y se vuelve capaz de establecer relaciones con varias personas a la vez, creando estructuras interpersonales cada vez más complejas; los denominados sistemas N + 2. Desde la perspectiva ecológico-contextual, sistemas N + 2 son fundamentales como contexto de desarrollo. La efectividad de una diada depende de la existencia de otras relaciones diádicas con terceros que impliquen sentimientos positivos mutuos y que apoyen las actividades de desarrollo que se realizan en la díada original.

Finalmente, el tercer componente del microsistema lo constituyen los roles, que se pueden definir como un conjunto de actividades y relaciones bidireccionales, es decir, que están orientadas desde la persona en desarrollo hacia la sociedad y viceversa. Los roles orientan los parámetros y expectativas bajo los cuales se delimita el comportamiento de una persona para una situación determinada porque contienen los lineamientos de lo establecido y aceptado socialmente. También, los roles enriquecen y potencian el contacto con los otros, favorecen la forma y el poder con que se influye en el comportamiento y en las relaciones que se establecen con los otros en las actividades. En esta perspectiva, los roles del microsistema son el punto de unión de las actividades molares y las relaciones.

En síntesis, la persona en desarrollo es vista como un sistema abierto que experimenta el desarrollo en la interacción bidireccio-nal con el ambiente que es, a su vez, cambiante. Por tanto, admite el análisis de las relaciones afectivas y su transformación desde el nacimiento y en los primeros años de vida. Acercarse al estudio de las relaciones afectivas tempranas desde la perspectiva ecológico-contextual supone considerar "un número amplio de variables importantes dentro de los diferentes sistemas, que conducirá a una comprensión más detallada de los fenómenos relacionados con el establecimiento, mantenimiento y transformación de los vínculos afectivos en las etapas tempranas de la vida. (Carrillo, 2008, p. 100). Por tanto, en esta perspectiva se privilegia los estudios de corte naturalista que recurren a la observación, las entrevistas y los conversatorios en los contextos en los cuales se establecen las expresiones afectivas tempranas.

Perspectiva interaccionista

Fundamentada en los planteamientos vigotskianos, la perspectiva interaccionista o transaccional parte de reconocer la relevancia de las relaciones sociales para el desarrollo psicológico. Esta perspectiva plantea que las tempranas interacciones entre bebés y sus madres (o cuidadores) promueven el desarrollo de diversas habilidades y funcionamientos cognitivos que favorecen la construcción del lenguaje. (Bruner, 1983). Así, durante la primera semana de vida los bebés hacen inferencias primitivas que les permiten discriminar el olor de la madre con respecto de otros olores en la elaboración de indicios de vital importancia para discriminar lo reconocible y lo distinto en la diferenciación del mundo, de las personas y de los objetos. Estos recursos adaptativos, mediados por el lenguaje y por la cultura, son altamente relevantes en la construcción de la subjetividad y la intersubjetividad. (Rodríguez y Moro, 1998).

La perspectiva interaccionista asume que las conductas so-cioafectivas de madres y bebés se desarrollan con el tiempo hasta constituirse en mutuamente respondientes y acopladas. (Sameroff, 1975; Bell y Ainsworth, 1972; Hodapp, Goldfield y Boyatzis, 1984). Es decir, la díada se perturba mutuamente en una serie de interacciones o transacciones durante amplios periodos de tiempo, dando origen a un tipo de relación en la que las conductas de uno y otro se ajustan o encajan: "Las madres responden a las conductas de sus hijos del mismo modo en que estos, en la medida de sus capacidades, responden a las conductas de sus madres. (Hodapp, 1987, p. 2).

En el marco de las teorías adscritas a la perspectiva interaccionista se destacan el trabajo conceptual de Kaye (1982) y Bruner (1983) acerca de la riqueza de las interacciones diádicas y tríadicas durante el primer año de vida. Estos autores han estudiado relaciones madre - bebé en el marco de contextos comunicativos y de juego social, en los cuales subyace una estructura compuesta por: 1) participación mutua y atención conjunta; 2) establecimiento de turnos; 3) adopción de roles; 4) repeticiones; y 5) secuencialidad (Ross y Kaye, 1979; Kaye, 1982; Bruner, 1983).

En esta perspectiva, las pautas de interacción adulto - niño se denominan "formatos". Las pautas son microcósmicas estandarizadas que contienen roles demarcados que se convierten en reversibles. Bruner (1983) utiliza un juego de ocultar y reaparecer que permite a la madre y al bebé enrolarse recíprocamente en una actividad en la que cada uno asume un rol diferenciado. La madre se tapa el rostro con una pantalla y después reaparece. El bebé toma el papel de esperar, asombrarse y reírse ante la reaparición. En cada turno, el participante cumple su rol en una secuencia de acciones que se prolongan en el tiempo. Los formatos son la base para la construcción semántica y sintáctica del lenguaje, así como, la posibilidad de interpretar las intenciones del hablante y del oyente.

Kaye (1982) reporta que durante el primer mes de vida los bebes se van haciendo capaces de establecer contacto con la mirada de la madre y logran una sincronía que indica el reconocimiento primitivo del otro. Posteriormente, hacia el segundo mes de vida, los bebés dan cuenta de tres construcciones fundamentales para la adquisición del lenguaje: el reconocimiento de regularidades vinculadas a la entonación, la fragmentación de la lengua y las pausas para entrar en relación con en el otro en la actuación por turnos. (Ross y Kaye, 1979; Bruner, 1983). Esta ultima conquista marca el inicio de protoconversaciones entre bebés y cuidadores, es decir, conversaciones a partir de sonidos que exigen atención conjunta, intercambios de miradas y turnos en una situación comunicativa. Elementos básicos para las conversaciones formales. (Bruner, 1983). En este sentido, Kaye (1982) reporta que los bebés interrumpen la sección del alimento de vez en cuando para interactuar con sus madres, que por lo general están mirándolos, mimándolos, hablán-doles y reacomodando sus posiciones para facilitar la interacción.

A partir de la actuación por turnos, el bebé construye una noción de yo que le permite diferenciarse de su madre en una nueva relación espacio-temporal. En los procesos de negociación madre-bebé, configurados por el uso del lenguaje, emerge por primera vez la triangulación yo-tú-mundo para nombrar los objetos.

En esta perspectiva, los juegos sociales permiten que hacia el sexto mes de vida el bebé desarrolle configuraciones de la realidad física y social que están mediadas por el lenguaje. El juego exige al niño una reorganización cognitiva, social y emocional que permite su inserción en el mundo simbólico. (Bruner, 1983). Posteriormente, entre 8 y 9 meses, el bebé produce una interesante transformación en las interacciones lúdicas con la madre. Ahora, indica al adulto que él puede iniciar la actividad lúdica. Además de su comprensión del juego, el niño explora la posibilidad de producir un efecto en el otro a partir de su propio programa de acción. El juego le posibilita al niño reconocer que hay roles que son intercambiables, por tanto, se pone en evidencia un reconocimiento de la intención del otro y de sus acciones regulares. (Bruner, 1983). El intercambio posibilita al niño darse cuenta de la perspectiva del rol y del cambio de perspectiva de este. Así, el niño entra en la intencionalidad propiamente dicha, es decir, que existe una intencionalidad primaria que acompaña el reconocimiento de la intención del otro. Es solo después de la constitución de las relaciones por turnos y el reconocimiento de las intenciones propias y de los otros que los niños están preparados para emplear el primer signo que utilizamos los seres humanos: el señalamiento con el dedo. Gesto que marca un hito crucial en el desarrollo de los niños, pues es la entrada al mundo simbólico.

Perspectiva de los SDNL

En la perspectiva de los SDNL, el estudio de las relaciones afectivas privilegia el conjunto de relaciones, interacciones e intercambios en los cuales los sujetos crean, comparten y negocian significados sobre las experiencias vividas que permiten la emergencia, la organización y la reorganización de los patrones de actividad afectiva. (Mascolo et al., 2003). En el plano conceptual, la perspectiva de los sistemas dinámicos asume cuatro presupuestos básicos para abordar el estudio de las expresiones afectivas. (Lewis et al., 1999): (1) Las emociones, como expresión de la afectividad, son fenómenos sistémicos, complejos y multinivel. (2) Las emociones son fenómenos que emergen en las interacciones sociales. (3) Las emociones son fenómenos dinámicos, cambiantes a través del tiempo. (4) El desarrollo de las emociones, como expresión afectiva, puede ser explicado mediante la auto- organización.

Esta perspectiva enfatiza en la importancia de examinar la simultaneidad de varios componentes en la comunicación (expresiones faciales, mirada, movimientos corporales, vocalizaciones, gestos) para unir patrones coherentes de emoción que soportan el significado de las relaciones afectivas que los bebés establecen con los otros (Garvey y Fogel, 2008). Este enfoque elude el estudio de las emociones en función de las expresiones faciales, pues las emociones se contemplan como patrones dinámicos de las experiencias de relación que incluye cambios globales.

Dos rutas se destacan en esta perspectiva. En primer lugar, se resaltan los trabajos de observación de rutinas cotidianas en contextos naturalistas y de laboratorio. (Stack, LePage, Hains y Muir, 1996; Goldstein et al., 2008; Jean, Stack y Fogel, 2009). Estos trabajos parten de reconocer que las madres y cuidadores emplean diferentes modalidades de relación mientras interactúan con sus bebés, específicamente describen tipos de contacto materno estrechamente vinculados al desarrollo emocional de los bebés. (Stack et al., 1996; Goldstein et al., 2008; Jean y Stack, 2009; Stack y Muir, 1990, 1992; Stack y Arnold, 1998; Jean et al., 2009).

En la segunda ruta, los marcos de comunicación emocional son experiencias de autoorganización afectiva que emergen en patrones periódicos durante los intercambios comunicativos de la día-da cuidador-bebé en contextos específicos. (Garvey y Fogel, 2007). A esta ruta se adscriben trabajos de corte naturalista que reconocen durante las interacciones madres - bebés (en el primer año de vida) al menos cuatro marcos de comunicación emocional: marco social de alegría, marco lúdico-social con objetos (guiado y no guiado), marco de asimetría emocional y marco de interés por los juguetes. (Pantoja, Cranor y Fogel, 1998; Fogel, de Koeyer, Bellagamba y Bell, 2002; Garvey y Fogel, 2008).

En síntesis, la perspectiva de los SDNL propone que el estudio de las relaciones afectivas tempranas entre madre y bebé debe incluir los aspectos comunicativos implicados en las expresiones emocionales de las modalidades de relaciones afectivas en el contacto materno. La conjugación entre estos aspectos permite un abordaje innovador porque, en primer lugar, parte de considerar que las relaciones de la díada son un sistema complejo compuesto por diversos elementos organizados jerárquicamente (acciones, gestos, expresiones, intenciones, comunicaciones, expectativas, etc.,). Igualmente, privilegia el estudio de las relaciones e interacciones sociales como base para comprender el sistema. Asume que la díada es un sistema dinámico, en constante cambio a través del tiempo, y expresa que la variabilidad de la díada se debe a la constante búsqueda de organización (Lewis et al., 1999).

Discusión

Los referentes teóricos que estructuran el abordaje de las relaciones afectivas madre-bebé durante el primer año de vida muestran que la perspectiva evolutiva adopta como punto de partida las predisposiciones adaptativas que le permiten al bebé buscar la proximidad del adulto con el propósito de garantizar su supervivencia. Durante el primer año de vida se modularizan las capacidades en la relación con el otro y se definen tipos diferenciados de apego.

La perspectiva ecológico-contextual define la relación afectiva como el ajuste progresivo del sistema diádico a las actividades y las prácticas de contextos culturales específicos. Organizaciones diádicas y tríadica, roles y relaciones definen los contextos de interacción en el primer año de vida.

La perspectiva interaccionista describe conductas del niño y conductas del adulto en la organización diádica que promueven el funcionamiento de diversas habilidades cognitivas que favorecen la construcción del lenguaje. Prácticas previstas por el adulto para promover el desarrollo tienen una relación directa con el funcionamiento y la transformación de capacidades cognitivas y lingüísticas de los niños en el primer año de vida.

Finalmente, la perspectiva de los SDNL define las relaciones afectivas como experiencias dinámicas en constante búsqueda de la organización de la diada. El niño y la madre se asumen como sistemas abiertos que utilizan diferentes patrones de comportamiento para adaptarse a la complejidad de cada situación.

Las perspectivas que estudian la emergencia y transformación de las expresiones afectivas durante el primer año de vida transitan en una matriz desarrollista con diferentes concepciones del cambio. Las tres modalidades de cambio en el desarrollo de Van Geert (2003): impulso vital, cambio progresivo y despliegue, nos permite afirmar que en la perspectiva que aborda el desarrollo como Impulso vital, la teoría de U. Brofrenbrenner en el marco perspectiva ecológico-contextual explica perfectamente el vínculo entre el cambio interno del sistema y su dependencia de las fuentes de cambio externo que proveen los contextos de interacción (ver tabla 1).

Entre las perspectivas que contempla el cambio progresivo de estructuras de conocimiento identificamos las perspectivas Evolutiva e Interaccionista. En ambas perspectivas, las capacidades del niño para relacionarse con los otros prontamente se transforman en competencias sociales que le permiten saber actuar con el otro en situaciones contextuales específicas y cada momento o etapa del desarrollo depende de un estadio superior.

Sin embargo, entre estas perspectivas existen diferencias significativas que precisamos apuntar: en la perspectiva evolutiva, y en ella la teoría del apego, las fuentes del cambio son endógenas -o internas— y los contextos de interacción, como fuentes externas, son solo potencializadores. En contraste, la perspectiva interaccionista, que recoge con especial destaque las reflexiones teóricas de Bruner, abre mayores posibilidades a la relación entre las fuentes internas y las fuentes externas del cambio. De igual manera, concede al sujeto un lugar activo en la construcción del mundo a partir del contacto con el otro.

En la perspectiva que asume el desarrollo como despliegue de algo interno, las fuentes internas y las fuentes externas del cambio interactúan dinámicamente en el transcurso del tiempo para configurar múltiples trayectorias. Los trabajos en los SDNL abordan la complejidad de esta relación y proponen una aproximación al desarrollo que tiene como propósito la captura de la novedad a partir de diseños investigativos que superan las relaciones causales inmediatas de variables.

En el balance bibliográfico del conjunto de investigaciones encontramos que la teoría del apego, adscrita a la perspectiva evolutiva, es la ruta dominante en los estudios acerca de la creación y consolidación de vínculos afectivos durante los primeros años de vida. (Greenfield, Keller, Fuligni y Maynard, 2003). Sus trabajos investigativos se concentran en la identificación de diferencias cualitativas en los tipos de apego entre bebés y sus cuidadores (Ainsworth, 1970; Bowlby, 1998; Carillo y Gutiérrez, 2000; Coleman y Watson, 2000); en las diferencias individuales a partir de las características vinculadas a la calidad de las relaciones de apego que los niños establecen con sus cuidadores (Raikes y Thompson, 2004; Ortiz et al., 2006); en las variables de predicción de apego seguro en la infancia: sensibilidad a las necesidades del bebé, calidez materna, capacidad de respuesta contingente, apoyo emocional, actitud positiva y sincronía en la interacción (Bell y Ainsworth, 1972; Ainsworth y Bell, 1977; Volker et al., 1999; Lohaus et al., 2001; Lohaus et al., 2001; Keller et al., 2003; Lohaus et al., 2004); en el establecimiento de relaciones de apego con múltiples cuidadores, así como los criterios para la tipificación de esas figuras como primarias o subsidiarias. (Carrillo et al., 2004; Carrillo, 2008).

Los estudios en esta perspectiva utilizan situaciones experimentales que incluyen el paradigma de la situación extraña y test estandarizados como Q-Sort de Apego y Q-Sort de Sensibilidad. Las unidades de análisis son endógenas a la organización diádica. De esta manera, las unidades revelan procesos, funcionamientos y habilidades cognitivas y sociales de los participantes de la unidad diádica para definir tipos de apego infantil y sensibilidad materna (ver tabla 2).

En contraste, la perspectiva ecológico-contextual privilegia las actividades cotidianas en los microsistemas de interacción adulto - niño. Las unidades de análisis son exógenas a la organización diádica. Las unidades describen aspectos contextuales de las relaciones afectivas que vinculan prácticas, roles y relaciones que definen tipos de diadas de desarrollo.

La perspectiva interaccionista asume las prácticas culturales específicas de cada diada como escenarios privilegiados para la observación de la organización diádica. Las unidades de análisis reconocen las transacciones entre aspectos endógenos y exógenos. El análisis de diadas (madre-bebé) y tríadas (madre - bebé - objetos) privilegian el abordaje de habilidades cognitivas/ comunicativas del niño pequeño en contextos de juego social.

En un plano próximo transitan las discusiones metodológicas de la perspectiva de los SDNL. No obstante, utiliza situaciones naturalistas o situaciones experimentales para observar la diada como un sistema para definir patrones de relación, en los cuales los sujetos intercambian, crean, comparten y negocian significados sobre las experiencias vividas a partir de acciones, gestos, expresiones, intenciones, comunicaciones, expectativas y modalidades de relación en contextos específicos. Las unidades de análisis buscan aproximarse a la creación y el mantenimiento de los vínculos afectivos tempranos a partir de la compresión de las relaciones en la díada como un fenómeno sistémico, complejo y dinámico que surgen de la conjunción de múltiples elementos. En el análisis confluyen las relaciones entre emoción, comunicación y contexto mediante la observación continua de las interacciones adulto - bebé.

En la última década, los investigadores han adoptado puntos de encuentro entre perspectivas para facilitar la consolidación de nuevos programas de estudio en este campo de conocimiento. Por ejemplo, la literatura reporta trabajos que aplican principios de la teoría de los SDNL al estudio de las relaciones de apego - tradicio-nalmente abordadas por la perspectiva evolutiva (Stevens y Zhang, 2009). Estos trabajos parten de concebir el apego infantil como un sistema dinámico y complejo que resulta de la interacción en contextos específicos, por tanto, los análisis proponen superar el énfasis en el análisis exclusivo de la relación cuidador-bebe, para comenzar a considerar otros sistemas, aspectos, variables y factores distales y próximos a la díada que puedan intervenir en la génesis y desarrollo de dichas relaciones; por ejemplo, se consideran los sistemas orgánicos sujetos a variabilidad interindividual como el sistema perceptivo y motivacional, sistema neurológico y genético; aspectos distales a la díada como: valores, expectativas, autoconcepto, satisfacción del rol, salud mental, posición económica, contexto sociocultural, entre otros; y aspectos próximos a la díada como sensibilidad materna a las necesidades del bebé, paciencia, capacidad de respuesta contingente. (Coleman y Watson, 2000).

Sánchez, Cerchiaro y Guevara (2013a, b) destacan la creciente importancia del análisis del cambio y la variabilidad en el desarrollo durante el primer año de vida y los eventos ampliamente abordados en investigaciones enmarcadas desde la perspectiva de los SDNL. Por ejemplo, estudios en la última década (Goldstein et al., 2008; Jean y Stack, 2009; Jean et al., 2009; Cuadros y Sánchez, 2011, 2014) reportan que las relaciones emocionales que madres y bebés establecen en diferentes prácticas cotidianas cambian con el contexto y con la edad, no obstante, dichos cambios no muestran trayectorias estables en el tiempo, lineales o progresivas. Por el contrario, las trayectorias se caracterizan por la complejidad, el dinamismo y la discontinuidad temporal, así como por la heterogeneidad y la no linealidad; hecho que implica necesariamente la noción de variabilidad en dos sentidos: variabilidad intra-diada y variabilidad inter-diada.

De acuerdo con Puche (2014), las trayectorias en los SDNL evidencian variabilidad porque:

son el resultado de la interacción incesante entre múltiples componentes que tienen procedencias y destinos variadas, (...) no tienen una racionalidad lineal, y son inestables, es decir, difíciles de predecir, por tal razón, no es posible rastrear una dinámica progresiva y escalonada que subyace a los supuestos de las teorías evolutivas. (Puche, 2014, p. 2).

Los SDNL "proporcionan una plataforma conceptual desde la cual estudiar las discontinuidades, las transiciones y los cambios en el desarrollo". (Cortez, Combariza y Puche, 2009, p. 50) vinculados a los fenómenos emocionales, que no son susceptibles de ser abordados desde las otras perspectivas: evolutiva, contextualista e interaccionista.

Conclusiones

Los estudios teóricos e investigativos de las expresiones afectivas en el primer año de vida se concentran en cuatro perspectivas: evolutiva, contextualista, interaccionista, SDNL. Las investigaciones en la teoría del apego que se inscriben en la perspectiva evolutiva son hegemónicas en este campo de conocimiento durante los últimos cuarenta años. Sin embargo, en la última década emergieron los estudios en los SDNL que buscan integrar aspectos centrales de todas las perspectivas en el paradigma de la complejidad.

La perspectiva de los SDNL parece ofrecer una oportunidad única para para entender los eventos de reorganización al interior de los sistemas diádicos. De hecho, un rasgo que la diferencia del resto de las perspectivas es su poder para comprender y explicar la verdadera novedad y la complejidad al interior de las diadas. El estudio de la auto-organización de los sistemas permite seguir la novedad porque favorece el acceso y el seguimiento a estructuras emergentes que no son importadas —externamente— al sistema, pero tampoco son pre-ordenadas —internamente— (Howe y Lewis, 2005).

Por otra parte, el creciente orden y sofisticación de los sistemas que se reorganizan, producto de la coordinación de los diversos elementos y procesos del sistema conducen a la continua comple-jización. (Howe y Lewis, 2005). En este sentido, todo estudio de la auto-organización de los SDNL no solo conduce al registro de eventos novedosos sino al seguimiento de la complejización: "auto-organizarse es formar patrones complejos mediante las interacciones entre las partes más simples, sin modelos preestablecidos". (Liable y Thompson, 2000, p. 299).

Ahora bien, pese a que los estudios que abordan las discontinuidades, transiciones y cambios a partir del uso del State Space Grid reconocen dificultades para acceder a la descripción de procesos intra e intersubjetivos que se construyen en cada relación, es preciso resaltar su poder para visualizar las trayectorias e identificar la presencia de atractores a partir de la observación objetiva y rigurosa de las expresiones emocionales entre la madre y el bebé en las prácticas. (Lewis et al., 1999; Puche, 2014; Cuadros, 2014; Cuadros y Sánchez, 2014). Precisamente, la posibilidad de seguir trayectorias de la emergencia de los cambios y las reorganizaciones en el interior de los sistemas diádicos parece ser el aspecto que favorece los esfuerzos de integración entre perspectivas.

Conceptual y metodológicamente, la perspectiva de los SDNL permite explicar el desarrollo de la auto-organización de los sistemas diádicos, esto es, la emergencia espontánea de estructuras de orden superior a partir de las interacciones recursivas entre los componentes más simples (Lewis et al., 1999; Lewis, 2000; Granic y Hollestein, 2003; Howe y Lewis, 2005). Con otras palabras, esta perspectiva favorece el seguimiento a los continuos procesos de interacción y coordinación entre los componentes del sistema que, de manera cooperativa y espontánea, dan forma a patrones dinámicamente más estables de co-actividad. (Lewis et al., 1999; Garvey y Fogel, 2007, 2008). De este modo, el desarrollo de las relaciones afectivas en una diada puede ser visto como una serie de cambios entre periodos de estabilidad e inestabilidad que emergen durante las interacciones sociales en un entorno específico. Las fases estables se caracterizan por un campo de atractores que se prolongan en el tiempo y guían el comportamiento de forma previsible, mientras que las fases inestables se caracterizan por atractores débiles o cambiantes, de manera que el comportamiento es menos predecible y más novedoso. (Howe y Lewis, 2005).

En consecuencia, la perspectiva de los SDNL ofrece una oportunidad única para para entender los eventos de reorganización en el interior de los sistemas diádicos. Un rasgo que la diferencia del resto de las perspectivas es la posibilidad de presentar un modelo explicativo de la emergencia de la novedad y la complejidad al interior de las díadas. (Howe y Lewis, 2005).


1 Las palabras claves: primer año de vida, expresión de emociones, desarrollo afec-tivo-cognitivo orientaron la búsqueda bibliográfica en los portales de http://www. periodicos.capes.gov.br; http://www.scielo.br. Para el caso de los articulos colombianos utilizamos el sistema de indexación de publicaciones de Colciencias, Publindex. Posteriormente cada artículo seleccionado fue cotejado en el indice de citación de Google con el propósito de identificar su posibildades de circulación en esta área de conocimiento.

2 Utilizamos las rejillas de reseñas teóricas y empíricas publicadas por Rebeca Puche (2001) en su libro El sentido del humor en el niño pequeño. En ese trabajo las reseñas fueron sistematizadas con el propósito de hacer un balance de la investigación en este campo de conocimiento.


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Investigación & Desarrollo
Revista Latinoamericana de ciencias Sociales y Desarrollo Humano
http://rcientificas.uninorte.edu.co/index.php/investigacion
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Universidad del Norte
Barranquilla (Colombia)
2015
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