Reseña
Castaño Pareja, Y. J. (2019). Eslabones del mundo andino. Comercio, mercados y circuitos pecuarios en el Nuevo Reino de Granada y la Audiencia de Quito 1580-1715. Editorial Eafit
Robinson Salazar Carreño
Historiador colombiano,
doctor en Historia de El Colegio de México, con la tesis "Familias
de esclavos en la Villa de San Gil (Nuevo Reino de Granada),
1700-1779: Parentesco, supervivencia e integración social", en
publicada en el 2020 por la Editorial de la Universidad del
Rosario. Magister en Historia de la Universidad de los Andes,
historiador egresado de la Universidad Industrial de Santander.
Actualmente cursa maestría en educación de la Universidad Nacional
de Quilmes. Sus temas de interés son la historia de la esclavitud
africana en Hispanoamérica y la historia rural en el siglo XVIII.
Ha publicados diversos artículos y capítulos de libros a nivel
nacional e internacional. Actualmente es docente de la Universidad
Manuela Beltrán (Bucaramanga).
Orcid: https://orcid.org/0000-0001-9042-5843
Correo electrónico: robinson.salazar@docentes.umb.edu.co,
robinsc_2@hotmail.com
El libro de Yoer Castaño es una investigación muy bien lograda, producto de su tesis en el doctorado en historia de El Colegio de México. Basado en la consulta de una amplia documentación, y en un arduo trabajo estadístico y hermenéutico, el autor explica el devenir de la ganadería en las Audiencias de Santafé y Quito entre las postrimerías del siglo XVI y las primeras décadas del XVIII. Es un texto que retoma el siglo XVII, y una línea de investigación poco trabajada en Colombia y Ecuador al explicar la producción ganadera y sus productos derivados, la circulación de semovientes, las vías de comunicación, el contrabando de ganado, los intermediarios, las crisis mineras, los centros de consumo y los impactos de los fenómenos naturales en las actividades agropecuarias. La obra se organiza en tres partes, cada una constituida por dos capítulos, en las que se amplían, enriquecen, y discuten algunos paradigmas de la historiografía colombiana y ecuatoriana.
Sustentado en el modelo de Carlos Sempat Assadourian, y obviamente ajustado a las condiciones neogranadinas y quiteñas, Castaño propone que las dinámicas internas de los Andes septentrionales se adecuaron a un patrón multipolar, vacilante y cambiante capaz de ajustarse a las condiciones del siglo XVII para abastecer la demanda de ganado, de ampliar la frontera agropecuaria, crear zonas productivas, y de articular vastas áreas geográficas entorno a la ganadería y sus derivados. La amplitud de la actividad ganadera se estructuró alrededor de tres ejes articuladores que jalonaban el comercio interprovincial de semovientes y de sus productos. En primer lugar, las capitales de las audiencias (Santafé y Quito), que el autor denomina mercados permanentes y que rivalizaron por la oferta ganadera del valle de Neiva. Las ciudades y villas intermedias que se constituyeron en áreas captadoras-redistribuidoras indispensables para conectar de los circuitos comerciales. Y, finalmente, las áreas mineras, que eran mercados itinerantes o fluctuantes que, a diferencia de los grandes distritos argentíferos de Potosí y Oruro, no eran ejes constantes articuladores de la economía, sino que se configuraron en zonas oscilantes de continua sucesión de núcleos mineros que decaían y emergían en el tiempo. Por ende, ante este panorama de diversos mercados susceptibles de constantes transformaciones (unos estables y otros vacilantes), la producción ganadera adoptó diversas estrategias para ajustarse a las crisis de distinta índole (climatológicas y naturales, mineras, económicas, pleitos jurisdiccionales, ataques de indios indomables, etc.) para comercializar los semovientes y sus derivados. La diversificación de sus actividades productivas y el intercambio con o sin la mediación de moneda a través del trueque de mercancías en el que el ganado fue uno de los protagonistas, posibilitaron la incorporación de lejanas provincias a importantes circuitos comerciales como los tejidos quiteños, la plata peruana, los esclavos y el oro en polvo, fuera de los productos de Castilla.
A lo largo de las páginas de esta obra, el autor desmiente la visión sostenida por décadas entre los académicos en la que se consideró el espacio económico neo-granadino constituido por archipiélagos desconectados, aislados, autárquicos y de subsistencia, para ofrecer un complejo horizonte establecido por redes internas de comercio, de producción y de consumo. En particular, el libro muestra lo bien conectadas que estaban las Audiencias de Quito y Santafé, y sus provincias, gracias a la existencia de un complejo circuito de caminos principales y secundarios (algunos clandestinos), los puntos nodales de redistribución, de ceba, de empotreramiento, y áreas de asiento temporal en ciudades y villas a lo largo de las prolongadas travesías de los animales. Mediante una amplia y variada información de archivo, Yoer Castaño demuestra las estrechas relaciones comerciales entre distintas provincias como Antioquia, Popayán, la Audiencia de Quito, el valle de Neiva, Tierra Caliente, Tunja, Santafé, e incluso, Santa Marta y, para la segunda mitad del siglo XVIII, los Llanos orientales neogranadinos. Por las redes de caminos circularon, cada año, millares de semovientes desde regiones distanciadas entre sí, miles de kilómetros sorteando las dificultades de infraestructura, climatológicas, orográficas, de restricciones gubernamentales y de pleitos jurisdiccionales, como el acalorado litigio entre Santafé y Quito por el monopolio del ganado del valle de Nieva.
El autor también discute con la historiografía el papel de la Audiencia de Quito como reino de segundo orden, es decir, como satélite de los centros argentíferos del Perú. Como lo revela el libro, este espacio no solo fue centro de producción de tejidos confeccionados en los obrajes de sus provincias que tenían una amplia demanda en los distritos mineros y urbanos peruanos y neogranadinos, sino que también fue foco de consumo de los semovientes que eran conducidos desde los valles del Cauca y del Alto Magdalena. Castaño menciona que Quito se constituyó en bisagra entre el Nuevo Reino de Granada y el Perú, pues sirvió como centro de redistribución de la plata peruana y de los tejidos de sus obrajes por el ganado, los esclavos y el oro en polvo o acuñado de los centros de producción neogranadinos.
Además, al vincular a las audiencias de Quito y Santafé, esta investigación asume el reto de ofrecer un horizonte amplio geográficamente que no se circunscribe a los estudios jurisdiccionales, provinciales y nacionales, como si durante en el periodo colonial las fronteras fueran rígidas, definidas, controladas e inmóviles. El autor hace un llamado a la realización de estudios que integren las provincias neogranadinas con otros ámbitos hispánicos no solo andinos, sino también caribeños y del océano Pacífico. En este sentido, al romper con el esquema de los estudios locales, regionales y nacionales, Castaño muestra las estrechas relaciones comerciales entre las dos Audiencias y sus provincias no solamente por medio del ganado, sino también al integrarse a las dinámicas de intercambio capitalistas y precapitalistas. Es interesante cómo el ganado se conectó con otros circuitos comerciales (de la plata peruana, del oro en polvo neogranadino, de textiles de Quito y Tunja, y de esclavos), particularmente, en periodos de crisis mineras que obligaban a realizar transacciones de trueque. En varios negocios mercantiles el ganado actuó como moneda usual, pues permitía tener acceso a otras mercancías y como medio de pago en distintos negocios.
Por otro lado, el autor demuestra la trascendencia de la producción ganadera no solo desde la perspectiva del consumo, la circulación y producción (los tres ejes del libro), sino que, además, menciona la importancia del ganado para la cultura material y vida cotidiana de los neogranadinos y quiteños. En este sentido, llama la atención que las pautas de consumo de carne marcaban las desigualdades de estatus en los diversos sectores sociales. En relación con la cultura material se destacan las actividades manufactureras procedentes de la ganadería que generaban buenos dividendos tales como las pieles, los cordobanes, el calzado, los muebles y las sillas de montar. Igualmente, los artículos de vaquería, las puertas, las ventanas, los sacos, los zurrones, los odres, los cuernos, las velas, los jabones, los ungüentos y las pomadas medicinales, todos estos artículos derivados de la ganadería. Cada uno de estos asuntos merecen un especial tratamiento de los especialistas para conocer más a fondo el pasado colonial.
Un tema al que también se le dedican varias páginas es el contrabando de ganado mediante rutas clandestinas, en particular, para conducir semovientes desde la provincia de Neiva hacia la gobernación de Popayán y la Audiencia de Quito. El libro muestra las grandes dimensiones de este fenómeno hasta ahora poco estudiado por los historiadores, en el cual estuvieron implicados grandes ganaderos, tratantes y autoridades locales. En efecto, Castaño habla de que las cifras fueron mayores a sus cálculos: 55.000 reses entre 1693 y 1736 por los caminos y parajes de las jurisdicciones de Timaná y La Plata para atravesar la cordillera andina central pese a las protestas del gobierno de Santafé. El autor también habla de las distintas modalidades en las que ganaderos, tratantes, intermediarios, autoridades y agentes implicados en el abasto de ganado, se las ingeniaban para defraudar el fisco real, burlar las normas de la corona y las medidas gubernamentales. Asimismo, se indica que en las actividades de producción, comercio, y consumo de ganado y sus productos derivados también participaron, aunque en menor grado, diferentes sectores sociales como los indígenas, los pequeños ganaderos y los artesanos, que complementaron la provisión de carne y de los distintos artículos provenientes de la ganadería.
Como se mencionó páginas atrás, el libro está estructurado en tres partes que abarca desde 1580 hasta mediados del siglo XVIII, cada una conformada por dos capítulos. La primera analiza los centros de consumo: el primer capítulo se detiene en los vaivenes de los mercados auríferos de Antioquia y del Chocó, mientras que el segundo se concentra en los urbanos de Quito y Santafé. La segunda parte se enfoca en la logística de la circulación de ganado desde los núcleos de producción hasta los centros de consumo. En el capítulo tercero, Castaño se hunde en los detalles de los eslabones comerciales de la ganadería, en la diversidad de intermediarios, y agentes laicos y religiosos con sus operaciones y métodos, algunos legales y otros fraudulentos. El cuarto capítulo muestra la red de caminos legales y clandestinos, y los puntos nodales en las villas y ciudades que hicieron posible la amplitud de los circuitos ganaderos. En la última parte se estudian a profundidad los centros de producción, pues en el quinto capítulo enfatiza en las zonas productivas de los alrededores de Santafé: Tunja, Tierra Caliente y, un poco más distante, la provincia de Neiva. El libro cierra con el sexto capítulo dedicado a la producción en las propiedades ganaderas del valle del río Cauca.
Esta es una obra bastante propositiva y, además, sugiere la necesidad de continuar ahondando el tema agropecuario en otros espacios como el norte del Corregimiento de Tunja, las provincias de Venezuela y la costa caribeña, sus conexiones comerciales y con el resto de reinos hispánicos. De igual manera, llama la atención sobre la necesidad de investigar las actividades productivas y comerciales de otro tipo de ganado (chivos, ovejas, mulas, caballos, camélidos y cerdos). También, de la lectura de este libro, surgen temáticas como las enfermedades que más golpeaban a los distintos tipos de ganado, su impacto en la producción, distribución y consumo, así como los métodos para combatirlas. Igualmente, el autor recuerda que al estudiar las actividades económicas se requiere tener en cuenta el factor medioambiental como elemento que impactaba en ellas.
Todo este complejo, heterogéneo y bien logrado panorama productivo, comercial y de consumo de la actividad ganadera, fue posible con una juiciosa y cuidadosa consulta, contraste y análisis de fuentes de primera mano de distinta naturaleza dispersa en archivos colombianos, ecuatorianos y españoles. Es notoria la pericia de Yoer Castaño para interpretar la información cualitativa y datos cuantitativos para la elaboración de series temporales, cuadros estadísticos y armar las explicaciones presentadas a lo largo de las páginas. Finalmente, es una lástima que en algunos mapas se perdiera la información al ser tan pequeños (mapas 2, 3, 7, 8 y 9). Este tipo de investigaciones requieren de un trabajo cartográfico generoso con los lectores, dado que de su buena elaboración depende una mejor comprensión de este tipo de temáticas.