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Editorial
La teoría fundamentada (Grounded Theory), metodología cualitativa de investigación científica
En el proceso de analizar y comprender la complejidad propia del fenómeno a estudiar confluyen varios aspectos de diferente naturaleza. Entre estos se destaca tanto la visión del mundo y los intereses del investigador que lo conducirán a acercarse de una forma o de otra a los hechos, como las intrínsecas particularidades de la temática escogida. En lo que respecta al investigador es evidente su activa participación no solo en la elección del problema sino en la metodología (“la forma de pensar la realidad social y de estudiarla”, Strauss & Corbin, 1998) con la que va a trabajar. En cuanto a la temática, ella se desarrolla con su complejidad y con el grado de profundidad con la cual ha sido estudiada por otros.
En aquellos temas que han sido poco abordados y en consecuencia no se dispone de teorías formales o sustanciales, o en aquellos que por reclamar ir más allá de las teorías requieren una visión más fresca, Glaser y Strauss (1967) propusieron la Teoría Fundamentada (TF) (en inglés Grounded Theory, GT) como una manera de aproximarse a la realidad social de una forma diferente. En oposición a las aproximaciones hipotético-deductivas, Glaser y Strauss definieron la TF como una “aproximación inductiva en la cual la inmersión en los datos sirve de punto de partida del desarrollo de una teoría sobre un fenómeno” (Guillemette, 2006), que tiende “a generalizar en la dirección de las ideas teóricas, subrayando el desarrollo de teorías más que la prueba de una teoría” (Hunt & Ropo, 1995). Así, cambiando el orden usual de la revisión de la literatura y la recolección de los datos, la TF busca adaptar los descubrimientos previos a las características específicas del fenómeno en estudio (Hirschman & Thompson, 1997)
Esta metodología fue desarrollada como reacción al positivismo extremo que existía en la mayor parte de la investigación social. Específicamente, Glaser y Strauss desafiaron los supuestos dominantes de la “gran teoría” apoyándose en el pragmatismo de Peirce (1839-1931) y en el interaccionismo simbólico de Mead (1863-1931), quienes rechazaron la noción cuya verdad científica reflejaba una realidad externa e independiente (Sudabby, 2006). Contrariamente a lo prevaleciente, ellos argumentaban que esta verdad científica resulta del acto de observación y de los consensos emergentes en una comunidad de observadores de acuerdo con el sentido que ellos le dan a lo observado. En otras palabras, “la realidad empírica es vista como una interpretación en curso de significaciones producidas por los individuos insertos en un proyecto común de observación” (Sudabby, 2006). Según Charmaz (1983), Glaser y Strauss quisieron cubrir la brecha existente entre la investigación empírica teóricamente “no informada” y la teoría empíricamente “no informada” a través de enraizar la teoría en los datos.
La teoría fundamentada exige identificar categorías teóricas que son derivadas de los datos mediante la utilización de un método comparativo constante (Glaser & Strauss, 1967; Hammersley, 1989), recurriendo a la sensibilidad teórica del investigador. Ello exige del investigador comparar contenidos de diversos episodios de entrevistas o de observación con los conceptos teóricos nacientes del esfuerzo de identificar los temas fundamentales (Wells, 1995; Barnes, 1996). Se notan así las diferencias y las similitudes de los datos, lo que conduce a la derivación de categorías teóricas que pueden ayudar a comprender el fenómeno en estudio (Glaser & Strauss, 1967; Glaser, 1992). La utilización de este método ha estado en gran parte confinada, en términos generales, a la adopción “de una teorización anclada” en la recolección y el análisis de los datos (Hirschman & Thompson, 1997; Phillips, 1997). La recolección de datos precede, en gran parte, al examen de la literatura apropiada a fin de permitir que los temas emergentes reflejen lo más estrechamente posible la naturaleza de los datos por oposición a las conclusiones ya establecidas en la literatura disponible.
Una característica importante de la teoría fundamentada es el énfasis puesto en el examen detallado de los datos empíricos antes que en la lectura focalizada de la literatura (Glaser & Strauss, 1967; Goulding, 1998). El objetivo es adaptar los resultados precedentes a los resultados del estudio en cuestión, más que sean las preconcepciones basadas en la literatura existente las que influyan en la interpretación de los datos (Hirschman & Thompson, 1997; Locke, 2001). Además, al partir del fenómeno o del comportamiento en estudio, más que de las teorías, hay menos oportunidad de que los resultados de las investigaciones sean teóricamente eliminados por las necesidades del tema en estudio (Thompson, 1997)
La TF hace un énfasis particular en la naturaleza socialmente construida de la realidad (Goulding, 1998) y su objetivo es producir interpretaciones que puedan explicar y proporcionar información valiosa sobre aquellos cuyas conductas son sometidas a estudio (Annells, 1996; Glaser & Strauss, 1967). En particular, la TF busca identificar las principales preocupaciones de los actores sociales relacionadas con algunas de las estrategias que se pueden emplear en la resolución de tales preocupaciones (Glaser, 1992). En este proceso, la TF puede ser vista como un potencial instigador del cambio después de haber explicado el comportamiento de los actores sociales, dándoles un grado de control que no tenían antes (Wuest, 1995; Hammerseley 1989). Una de sus principales fortalezas es reconocer la complejidad del mundo social (Wells, 1995), sobre todo porque los procesos sociales básicos son un concepto clave de la TF propuesta por Glaser y Strauss (1967) y elaborada por Glaser (1978)
Por ser interpretativista y tener sus raíces en el interaccionismo simbólico, la aplicación de la TF es más relevante en fenómenos sociales en los cuales las relaciones entre los actores son muy cercanas: «Las acciones humanas se basan en los significados que los actores consideren apropiados; estos significados se derivan de la interacción social con los demás; los significados son construidos/modificados por los actores a través de interpretaciones y experiencias sociales» (Bryant, 2002).
Por otro lado, la TF es una metodología más adecuada para resolver cierto tipo de cuestiones. Se adapta más a los esfuerzos para discernir el proceso a través del cual los actores construyen significados más allá de su experiencia intersubjetiva. Puede ser utilizada en una forma lógicamente consistente con los supuestos claves de la realidad social y de cómo ella es conocida. La TF es menos adecuada, por ejemplo, cuando se busca conocer la “realidad objetiva” y, por el contrario, es más apropiada cuando queremos saber cómo las personas interpretan su realidad (Sudabby, 2006).
La TF como proceso interpretativo depende de la sensibilidad del investigador a los elementos tácitos de los datos o a los significados y las connotaciones que pueden ser aparentes como resultado de una lectura superficial de contenidos reveladores.
Según Strauss y Corbin (1998), la TF puede ser utilizada sobre todo en el campo de las ciencias sociales. El requisito principal es que se trate de una investigación orientada a generar una teoría de un fenómeno, o que se desarrolle en un área en la que no existen explicaciones suficientes y satisfactorias. Jones y et al. (2004) mostraron diferentes casos en el sector de la salud en los que se aplicó la TF; Martin (2007) estudió el comportamiento turístico de diversos agentes; Scriber et al. (2001) informaron sobre su aplicación en enfermería; Strube (1992) diseñó, en su tesis doctoral, un modelo de auto-administración de los pacientes; Curry (2003) propuso el uso de la TF como un instrumento de desarrollo del conocimiento, y Maijala et al. (2004) utilizaron la TF para estudiar la interacción entre personal de salud y familiares de los pacientes.
A nivel de la administración, encontramos diferentes aplicaciones de la TF. Joannides y Berland (2008) mencionan algunos usos en la investigación en control de gestión; Sutton (1987) diseñó un modelo para determinar cómo las organizaciones hacen la transición hacia su desaparición; Avena (2005) estudió la experiencia de la toma de decisiones en la administración basadas en la responsabilidad; Leonard y Mcadam (2002) propusieron un modelo para captar la gestión total de la calidad en las organizaciones a través del tiempo; Pauleen et al. (2007) utilizaron la TF y la acción de aprendizaje como estrategia de gestión de conocimientos cuando las personas trabajan con nuevas tecnologías; Bakir y Bakir (2006) descubrieron la complejidad oculta en la estrategia de las organizaciones culturales; Komives et al. (2006) crearon un modelo de desarrollo de identidad del liderazgo, e Hindle (2002) utilizó la TF para aprender sobre «emprendimiento» recurriendo a los juegos de simulación.
En marketing no existen muchas piezas de investigación que utilicen la TF. La mayoría se ha desarrollado en el campo del comportamiento del consumidor. Pettigrew (2002) estudió el consumo de cerveza en Australia; Goulding (1997 ) desarrolló un estudio del comportamiento del consumidor contemporáneo en relación con el consumo de museos; Vyas (2008) trató de comprender y documentar las percepciones y la experiencia de los consumidores de los diversos esfuerzos de «ventas cruzadas» hechos por diferentes empresas; Valor (2007) propuso un modelo basado en la ambivalencia de explicar la influencia de la información sobre los abusos del trabajo en el comportamiento del consumidor cuando compra ropa; Páramo (2009) analizó la tienda de barrio como un espacio de reforzamiento cultural del consumidor colombiano.
Dagoberto Páramo Morales
Editor
REFERENCIAS
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