Psicología desde el Caribe. Revista de Psicología de la Universidad del Norte

ISSN electrónico 2011-7485
ISSN impreso 0123-417X
vol. 29 n.° 2, mayo-agosto de 2012
Fecha de recepción: 24 de agosto de 2011
Fecha de aceptación: 11 de julio de 2012




ARTÍCULO DE INVESTIGACIÓN / RESEARCH ARTICLE


Creencias en las profecías del final del mundo en 2012, estado de ánimo y pensamiento mágico


Belief in the prophecies of the end of the world in 2012, mood and magical thinking


José Moral de la Rubia*
César Arnoldo Tovar Pecina*

* Facultad de Psicología. Universidad Autónoma de Nuevo León (México). jose_moral@hotmail.com - cesarxtovar@hotmail.com

Correspondencia: Dr. Carlos Canseco 110. Col. Mitras Centro. Monterrey, NL, México. Tel. 8183338233. Ext. 423. Fax. Ext. 103.



Resumen

Esta investigación tiene como objetivos describir el apoyo a las creencias apocalípticas para el año 2012 y predecir el creer o no en ellas y la convicción en tal posicionamiento. Se aplicaron preguntas sobre datos sociodemográficos y las creencias en las profecías, Escala de Pensamiento Mágico ( EPM-24; Moral, 2009), Escala de Estrés Percibido ( PSS-14, Cohen, Kamarck & Mermelstein, 1983), subescalas de ansiedad-rasgo ( STAI-T; Spielberger & Díaz-Guerrero, 1975) e Inventario de Depresión de Beck Revisado ( BDI-II ; Beck, Steer & Brown, 1996) a una muestra por cuotas de sexo de 424 participantes. Los no creyentes en las profecías del año 2012 dominaron en porcentaje, además reportaron más convicción en su posicionamiento que los creyentes. Se confirmó el efecto del pensamiento mágico y el afecto negativo sobre la creencia en el final del mundo para 2012. de pronóstico de la función discriminante fue del 67,72%.

Palabras clave: Creencias apocalípticas, pensamiento mágico, estrés, depresión, neuroticismo.



Abstract

The aims of the present investigation were to describe the support of the apocalyptic beliefs for the year 2012, the arguments given to believe them or not and the conviction to support such predictions . Questions on socio-demographic data and belief in prophecy, Magical Thinking Scale (EPM-24; Moral, 2009), Perceived Stress Scale ( PSS-14, Cohen, Kamarck & Mermelstein, 1983) subscales of trait anxiety ( STAI-T, Spielberger & Diaz-Guerrero, 1975) and Beck Depression Inventory Revised ( BDI-II , Beck, Steer & Brown, 1996) were applied to a gender quota sample of 424 participants. The people not believing in the prophecies of 2012 dominated in percentage; they also reported more conviction in their position than the believers. The effect of magical thinking and negative affect on the belief in world end in 2012 was confirmed.

Keywords: Apocalyptic beliefs, magical thinking, stress, depression, neuroticism.



INTRODUCCIÓN

Las profecías del final del mundo son un fenómeno recurrente. En Europa, al acercarse el año 1000 de la era cristiana existía un temor hacia catástrofes mundiales relacionado con el libro bíblico del Apocalipsis que vaticinaba la batalla final con Satanás, después de mil años tras el nacimiento de Cristo. Esto mismo se retoma en el año 2000, considerando una segunda parte de esta misma profecía que habla acerca de "mil años de felicidad" (Regnault, 2008).

Hundley (2010) afirma que entre el año 44 a. C. y 2009 ha habido 149 predicciones del apocalipsis y ubica como fuentes recurrentes de las profecías de 2012 al calendario maya, las profecías de Nostradamus, los secretos de Fátima e interpretaciones hechas desde la Biblia.

En los últimos años se ha acrecentando el interés por la cultura maya, ya que de acuerdo con su calendario, un ciclo de más de 5000 años (conocido como la "cuenta larga") termina alrededor de la fecha del solsticio de invierno de 2012. Algunos conocedores de la cultura maya han hecho especulaciones sobre lo que este final pueda significar, dándole connotaciones acerca de destrucciones catastróficas o una evolución espiritual de la raza humana (Sitler, 2006). Por otra parte, se atribuye a Nostradamus el señalamiento de 2012 como fecha en que dejará de correr la "rueda del tiempo". Este médico francés del siglo XVI escribió varias profecías en forma de cuartetas, a las que se les concede gran crédito (Sherif, 1995). Asimismo, en junio de 2000 se dio a conocer el llamado "tercer secreto de Fátima", el cual también alimenta esta tendencia de creer en un posible final del mundo para esa fecha ( d'Armada & Fernandes, 2007).

A pesar de la fuerza del pensamiento racional y científico en el presente con una tendencia creciente al ateísmo (Galen & Kloet, 2011; Zuckerman, 2005), las creencias milenarias en el final del mundo y centradas en el año 2012 parecen bastante fuertes (Bwire, 2007; Hill, Hickman & McLendon, 2001). Esto ocurre en un escenario religioso de la debilidad de la Iglesia católica (Masferrer, 2007) y de los movimientos protestantes en el mundo occidental (DeMar, 2005; Hassett, 2007; Masferrer, 2009), aun cuando estos últimos ganen lentamente adeptos ante el rápido descenso de los católicos en Latinoamérica (Stoll, 1993). Un escenario en el que las personas van desarrollando ideas religiosas muy personales y con influencia del movimiento New Age (Masferrer, 2007) y los medios de comunicación explotan cualquier información que despierte el interés del público recurriendo al sensacionalismo si redunda en un incremento de la audiencia y las ventas (Hill, Hickman & McLendon, 2001).

Desde la perspectiva de la psicología centrada en el individuo, una posible explicación a las creencias en el fin de mundo sería la tendencia al pensamiento mágico. Las personas que recurren a lo sobrenatural para entender su entorno y explicar muchos fenómenos que les rodean están muy abiertas y son poco críticas a estas ideas, especialmente cuando son mencionadas y defendidas con frecuencia en su entorno social (Vyse, 2000). También se podría considerar el estado de ánimo. Las personas que sufren ansiedad crónica o están deprimidas pueden albergar deseos de que todo acabe para aliviar su sufrimiento y el pesar de la vida, especialmente con un hecho que afecte a toda la humanidad, que no implique la responsabilidad de un pensamiento suicida y les proporcione una sensación de control sobre su futuro (Keinan, 2002). Así, la mayor convicción en las creencias apocalípticas podría tener su origen en un estado de ánimo negativo, en concentro, de ansiedad y depresión. No obstante, las creencias del final del mundo podrían actuar el sentido opuesto. Keneth, Chi, Doyle, Kandefer y Kloner (2005) hallaron que las tasas de morbi-mortalidad por afecciones cardiacas se incrementaron en diciembre-enero 2000 en comparación con años previos y posteriores, y lo atribuían, de forma conjetural, a una mayor fuerza de las creencias apocalípticas milenarias, pudiendo ser el estrés la variable mediadora. La creencia en el final del tiempo incrementaría el estrés y la siología del estrés aumentaría el riesgo coronario.

También, desde la perspectiva antes adoptada, la dependencia de campo y la sugestionabilidad son variables que asocian a una mayor tendencia al pensamiento mágico (Moral, 2009; Tobacyk, 1982) y pueden facilitar la aceptación de las ideas apocalípticas en un ambiente que las publicita e incluso las explota comercialmente como una moda dentro del mercado de la espiritualidad (Abelson, Frey & Gregg, 2004; Hill, Hickman & McLendon, 2001).

Varios estudiosos de los cultos basados en las creencias en el final de los tiempos señalan la capacidad sugestiva y manipuladora que tienen los líderes de sectas con estas creencias para controlar la conducta de sus seguidores e incluso inducir actos criminales con base en estas creencias (Abelson, Frey & Gregg, 2007). Ante el pronóstico del final de los tiempos se pueden exigir grandes sacricios que serán eternamente recompensados. En caso de no cumplirse la fecha vaticinada se cambia por otra posterior, alegando un error de cálculo o un cambio en la voluntad divina (Festinger, Riecken & Schachter, 1956).

Desde una perspectiva colectivista o social, aparte de la influencia y sugestión que pueden ejercer ciertos movimientos religiosos con creencias apocalípticas desde su proselitismo y estrategias para atraer adeptos (Masferrer, 2007), se señala el papel que juegan los medios de comunicación en crear una atmósfera receptiva a estos mensajes desde los constantes ataques por escándalos a los cultos ociales y el sensacionalismo al tratar la información sobre las profecías de las nuevas sectas (Coleman, 2004; Hill et al., 2001).

Precisamente, la distinción entre las profecías que proclaman la destrucción total y final de los tiempos frente a las que hablan de pruebas de superación personal y evolución de la humanidad permite observar diferencias importantes en el compartimiento de los adeptos y el público receptivo a las mismas, siendo más sugestivas y negativas las primeras (Snow, 2003). La destrucción total implica una mayor negatividad consonante con posiciones de derrotismo y de desilusión con el mundo material; por el contario, la superación personal y evolución colectiva implica una visión optimista y comprometida con el entorno humano presente (Tobacyk, 1982).

Siendo un fenómeno social relevante y poco estudiado, la creencia en las profecías apocalípticas y ante la significación apocalíptica de la fecha del solsticio de invierno de 2012, la cual se encuentra próxima, esta investigación tiene como objetivos: 1) estimar el apoyo a las creencias apocalípticas para el año 2012, distinguiendo entre los que creen en el final del mundo y en el final de una etapa evolutiva, 2) describir la relación entre creer o no en estas profecías y los argumentos dados para tal posicionamiento, 3) predecir el creer o no las profecías de 2012 por medio del culto que se profesa, religiosidad (convicción y práctica religiosas), tendencia al pensamiento mágico, rasgo de ansiedad, estrés, depresión y las variables sociodemográficas de sexo, edad y escolaridad, 4) en las submuestras de quienes creen o no en la profecías predecir el grado de convicción en cada posicionamiento por medio de las varia - bles antes mencionadas que estén correlacionadas con el criterio, y 5) en la submuestra de los que creen en las profecías predecir el creer en el final del mundo o en el final de una etapa evolutiva con las variables diferenciales entre ambos grupos.

En relación con estos objetivos y desde los antecedentes expuestos se hipotetiza que las personas con mayor tendencia al pensamiento mágico y aquellas con estados emocionales negativos apoyarán con más frecuencia y tendrán más convicción en el cumplimiento de las profecías apocalípticas. La depresión y los rasgos caracteriales de ansiedad probablemente sean más acentuados entre quienes creen en el final del mundo frente a los que creen en el final de una etapa evolutiva, al sufrir los primeros un humor o estado emocional más negativo que conlleva pesimismo y catastrofismo (McCrae & Costa, 2002; Tobacyk, 1982).

Las personas agnósticas o ateas, que usualmente son más escépticas, indicarán con más frecuencia no creer en las profecías de 2012 por el origen mágico-religioso de las mismas, ya sea desde culturas antiguas, como los mayas, o en clarividentes, como Nostradamus (Lawrence & Peters, 2004). Entre los creyentes religiosos, los más practicantes rechazarán más las profecías al ser ajenas a sus doctrinas y profetas (Duriez, Soenens & Beyers, 2004), incluyendo a los católicos, en cuanto que el apoyo a los secretos de Fátima no es ocial por las autoridades vaticanas (Bongiovanni, 2006), aparte del distanciamiento o diferenciación de la Iglesia católica mexicana de la cultura precolombina (Bartolomé, 2000; Blancarte, 1992).

Además, se hipotetiza que las mujeres, las personas de mayor edad y con menor escolaridad apoyarán más las creencias apocalípticas, esencialmente por mayor dependencia de campo y tendencia al pensamiento mágico (Moral, 2009). El rasgo de ansiedad probablemente proporcionará mayor certeza al posicionamiento ante las profecías desde un mecanismo compensatorio del temor a la incertidumbre. Precisamente, las personas con un carácter nervioso son menos tolerantes a la incertidumbre (Eysenck & Eysenck, 1985).


MÉTODO

Participantes

En este estudio descriptivo-correlacional con un diseño ex post facto transversal, los encuestadores fueron 27 estudiantes de primer semestre de Licenciatura en Psicología que cursaban una asignatura de investigación, en la cual se requería colaborar en un trabajo de campo como parte de los créditos. Se pidió a cada alumno aplicar el cuestionario a 8 mujeres y 8 hombres adultos, independientes entre sí, dejando que el participante contestase por sí mismo. El cuestionario era respondido en presencia del encuestador, apoyando al participante en caso de dudas, o bien era entregado y recogido posteriormente, comprobándose que se hubiera respondido a todos los ítems; en caso de omisiones, se solicitaba la respuesta y se prestaba apoyo para comprender la pregunta si el encuestado lo solicitaba. De forma previa se dio capacitación para tal n. El levantamiento de datos se realizó de abril a julio de 2011. Se anularon ocho cuestionarios por respuestas incompletas.

Se trabajó con una muestra por cuotas de sexo de 424 participantes (212 mujeres y 212 hombres) de población general, provenientes del área metropolitana del estado de Nuevo León, con un rango de edad que va de 18 a 65 años y una media de 27.09 ( DE= 11.25). En cuanto a escolaridad, al momento que se realizó la aplicación del cuestionario, quienes tenían estudios hasta nivel de primaria representaban el 3% (11 de 424), de secundaria, el 9% (39), media-superior, el 22% (95) y universitarios, el 66% (279). En cuanto a credo religioso, 76% (324 de 424) dijo ser católico, 7.5% (32) cristiano no católico, 2% (7) otra religión, 10% (42) ninguna en particular y 4.5% (19) agnóstico o ateo. Al preguntar qué tanto se considera creyente religioso, 11% (47 de 424) de los participantes dijeron que no creían nada, 16% (67) muy poco, 32% (137) algo, 24% (102) bastante y 17% (71) totalmente. La mediana y moda correspondieron a 2 (algo). 11% (46 de 424) de los participantes dijeron que no practicaban ninguna religión, 29% (124) con muy poca frecuencia, 31% (130) con poca frecuencia, 20% (87) con frecuencia y 9% (37) con mucha frecuencia. La mediana y moda correspondieron a 2 (con poca frecuencia).


Instrumentos

Se aplicó un cuestionario de autorreporte que demandaba aproximadamente 20 minutos para ser respondido. Tras la solicitud del consentimiento escrito, se pedían los datos sociodemográficos de sexo, edad, escolaridad, así como aliación, convicción y frecuencia de práctica religiosas. Seguían cuatro escalas psicométricas: Escala de Pensamiento Mágico (EPM; Moral, 2009), Escala de Estrés Percibido ( PSS-14; Cohen, Kamarck & Mermelstein, 1983, con la adaptación de González & Landero, 2007), Inventario de Ansiedad Estado-Rasgo, solo las dos escalas de rasgo (STAI-R; Spielberger & Díaz-Guerrero, 1975) e Inventario de Depresión de Beck revisado ( BDI-II ; Beck, Steer & Brown, 1996, con el formato simplificado de presentación de Moral, 2011); asimismo, tres preguntas acerca de las profecías del fin del mundo en 2012, intercaladas entre las escalas EPM-24 y PSS-14. La secuencia era: datos sociodemográficas, pensamiento mágico, creencias en las profecías y afecto negativo para que el reporte en las escalas de afecto no contaminase al resto de las respuestas, induciendo pesimismo o negatividad.

En esta muestra, los valores de consistencia interna del conjunto de ítems y los dos factores de cada una de las 4 escalas fueron altos. Se obtuvieron estructuras de dos factores correlacionados, salvo con el PSS, que fueron independientes, por análisis factorial exploratorio (Componentes Principales y rotación Oblimin). El número de factores se jó por el criterio de Cattell, salvo que con el BDI fue por la expectativa. El ajuste a los datos por análisis factorial confirmatorio por Mínimos Cuadrados Generalizados fue adecuado para estos modelos estructurales. Las distribuciones de los puntajes totales y factores de las 4 escalas fueron asimétricas negativas, no ajustándose a una curva normal (véase tabla 1).


Procedimiento

Una hoja de consentimiento manifiesto informado encabezaba el cuestionario donde se garantizaba la condencialidad de los datos proporcionados y un uso exclusivamente científico de los mismos. En caso de no querer participar en el estudio se pedía indicar el porqué dentro de una lista de opciones. Se consideró que si algún participante solicitaba atención psicológica, este era canalizado a los servicios de la Facultad de Psicología con asistencia gratuita, lo que no pasó en ningún caso. Así, el estudio se ajustó a las normas éticas de investigación de American Psychological Association ( APA, 2002) .

Respecto a los análisis estadísticos se determinaron las variables diferenciales entre los que creen o no en las profecías de 2012 por la t de Student (numéricas) y prueba chi-cuadrado (cualitativas). Las asociaciones se estimaron por el coeficiente biserial-puntual (rbp) con las numéricas, y coeficientes V de Cramer y phi (φ) con las cualitativas. El modelo de clasificación de creer o no en las profecías se calculó por regresión logística binaria (método de pasos progresivos hacia adelante: condicional) con las variables diferenciales numéricas y cualitativas. De igual forma se procedió en la submuestra de creyentes en las profecías al diferenciar entre los que creen en el final del mundo y el final de una etapa evolutiva. Además, en la submuestra de los que creen en las profecías y la de los que no creen se predijo el grado de convicción por regresión lineal con el método Stepwise, introduciendo las variables numéricas con correlación significativa con el criterio en cada submuestra; las correlaciones se calcularon por el coeficiente producto momento de Pearson (r). Para poder incorporar variables cualitativas, estos dos últimos modelos también fueron estimados por la técnica de regresión ordinal de McCullagh (1980). Los análisis se realizaron con SPSS16 .


RESULTADOS

Apoyo a las creencias apocalípticas en torno al año 2012

El 7.6% (32 de 424) de los participantes manifestó que cree en las profecías de final del mundo en 2012, 37% (157) en que se terminará una etapa evolutiva de la humanidad y 55.4% (235) no cree en dichas profecías. Al agrupar a las personas que creen en las profecías se tiene al 45% de la muestra frente al 55% de los que no creen, siendo los porcentajes diferenciales estadísticamente (prueba binomial: p = .03).

Hay diferencia estadísticamente significativa al contrastar las de medias en la convicción entre los tres grupos de creencias en las profecías (F(2, 421) = 25.78, p < .01). Por prueba Tamahane, los que no creen en las profecías tienen mayor convicción tanto en comparación con los que creen que se acabará una etapa evolutiva (DM = 0.95, EE = 0.13, p < .01) como con los que entre que se acabará el mundo (DM = 0.83, EE = 0.25, p < .01), siendo las medias equivalentes entre los dos grupos que sí creen (DM = 0.13, EE = 0.24, p = .94). La asociación entre las dos variable por el coeficiente eta es de .33, con lo que comparten un 11% de varianza, lo cual refleja un tamaño de efecto mediano-bajo.

Si el contraste se realiza entre los que creen (n = 189, M = 2.61, DE = 1.05) y los que no creen (n = 235, M = 3.54, DE = 1.51), hay diferencia estadísticamente significativa de medias (t (413.91) = -7.45, p < .01), siendo la asociación por el coeficiente de correlación biserial-puntual de .33, habiendo un 11% de varianza compartida.

Debido al tamaño pequeño del grupo de los que creen en el final del mundo (n = 32), se dificulta los contrastes estadísticos y se opta por agruparlos con los que creen en el final de una etapa evolutiva (n = 157), constituyendo el grupo de los que creen en las profecías (n = 189). Ambos grupos son equivalentes en las variables sociodemográficas: sexo (con la corrección de Yates: X2(1, N = 189) = 0.23, p = .63), edad (t (187) = -0.52, p = .60), escolaridad (t (187) = -1.91, p = .06), de credo religioso (X2 (4, N = 189) = 0.84, p (exacta) = .96) y religiosidad: convicción ( t (187) = -0.04, p = .97) y seguimiento de rituales (t (187) = 0.79, p = .43).

Se aplicó un análisis de contenido para definir las justificaciones de la creencia o no en las profecías. Siguiendo la terminología clásica de Krippendorff (1982), el universo objeto del análisis fue las respuestas emitidas por los participantes a la pregunta abierta Según usted, ¿ por qué sí o por qué no se cumplirán las profecías? La unidad de análisis fue el ítem o respuesta de cada participante. Se crearon 12 categorías de análisis para el ítem: 1) cambios, 2) imprevisibilidad, 3) incredulidad, 4) mitos, 5) otras profecías cumplidas, 6) otras razones, 7) problemas por acción humana, 8) profecías no cumplidas, 9) sabiduría ancestral, 10) sabiduría bíblica, 11) solo para quien muere y 12) no contesta. Cada categoría tiene dos subcategorías: presente en la respuesta o ausente. El tipo de categoría empleada fue de tópica (tema tratado en el contenido). El enfoque de elaboración fue empírico, intentando reducir el campo semántico con un número mínimo de categorías con propiedades de exhaustividad (toda respuesta es clasificada en una categoría) y exclusividad (solo en una).

La distribución de las justificaciones de la creencia dadas en primer orden es diferencial entre los que creen y los que no por la prueba chicuadrado (X2(11, N = 424) = 191.54, p < .01). Los que creen se justifican más por la percepción de cambios, cumplimiento de otras profecías, al observar daños o problemas que está ocasionando el hombre y al dar valor a la sabiduría ancestral (mayas y Nostradamus). También señalan más otras razones no especificadas y no dan ninguna. Los que no creen se justifican más por la imprevisibilidad del futuro o de la voluntad de Dios, califican las profecías como mitos o cuentos, señalan incredulidad en las mismas y dicen que el mundo solo se acabará para los que le toque morir en esa fecha (véase tabla 2). La asociación entre ambas variables es moderada-alta (V = .67, p < .01).


Predicción de creer o no en las profecías de 2012

El criterio dicotómico correlaciona con la edad (rbp = .12, p = .01), con el puntaje total de la Escala de Pensamiento Mágico (rbp = -.20, p < .01) y sus factores de patrón irracional (rbp = -.20, p < .01) y patrón racional (rbp = -.12, p = .01), con el puntaje total de rasgo de neuroticismo (rbp = -.10, p = .03) y su factor de afirmación del rasgo (rbp = -.13, p = .01), con el factor de estrés descontrolado (rbp = -.14, p < .01) y con el factor depresivo de síntomas somático-motivacionales (rbp = -.11, p = .02). Las personas que creen en las profecías tienen mayores puntuaciones en pensamiento mágico, menos edad, reportan más descontrol del estrés, más síntomas somático-motivacionales de depresión y más rasgos de ansiedad (véase tabla 3).

Se predice la variable dicotómica creer o no en las profecías introduciendo inicialmente todos sus correlatos. El modelo se detiene en el tercer paso. Queda integrado, aparte de la constante, por menor escolaridad, que actúa como factor de inhibidor de la creencia en las profecías ( OR = 1.02, 95% IC [1.01, 1.04]), además de falta de control de estrés ( OR = 0.93, 95% IC [0.88, 0.98]) y el puntaje total del pensamiento mágico ( OR = 0.98, 95% IC [0.97, 0.99]), que actúan como factores facilitadores. El modelo es significativo (prueba ómnibus: X2(3, N =424) =28.39, p < .01), esto es, al menos un coeficiente de determinación es distinto a cero, que en este caso son los tres. Se mantiene la hipótesis nula de bondad de ajuste por la prueba Hosmer-Lemeshow (X2(8, N = 424) = 6.15, p = .63), reflejando homogeneidad al ser calculado en ocho muestras extraídas entre los 424 participantes. Explica el 9% de la varianza del criterio por el coeficiente de correlación múltiple al cuadrado de Nagelkerke y 7% por el de Cox y Snell. clasifica de forma correcta al 62% de los participantes (263 de 424), siendo más específico (rechazo del no caso) con 73% (172 de 235) que sensible (detección del caso de creencia) con 48% (91 de 189). Las tres variables predictoras son independientes entre sí.


Predicción de la convicción en las profecías de 2012 entre quienes creen en ellas

En la submuestra de personas que creen en las profecías de 2012 (n = 189), la convicción en las profecías correlaciona con credo religioso (η = .62, p < .01), convicción religiosa (r = .25, p < .01), frecuencia de la práctica religiosa (r = .20, p < .01) y el factor de patrón racional o ítems inversos de pensamiento mágico (r = .14, p < .05). Hay mayor convicción en las profecías entre cristianos y pertenecientes a otras religiones distintas a la católica. A su vez, se observa mayor convicción en el cumplimiento de las profecías cuanto mayor es la convicción religiosa, mayor es la frecuencia de prácticas religiosas y más rasgos de pensamiento mágico en el patrón de respuestas racionales o de ítems inversos se reportan (véase tabla 2).

Al estimar el modelo por regresión lineal múltiple con los tres correlatos numéricos significativos, este queda integrado solo por convicción religiosa (β = .25, p < .01). Es un modelo significativo ( F (1, 187) = 12.80, p < .01) que explica el 6% del criterio. Si se emplea la técnica de regresión ordinal, para poder considerar también credo religioso, que comparte un 38% de la varianza por la convicción en las profecías, el resultado es semejante. La convicción religiosa (W = 6.20, p = .01) y el factor de patrón racional de pensamiento mágico (W = 3.78, p = .05) son predictores significativos. El modelo es homogéneo para los distintos valores de convicción en las profecías (prueba de las líneas paralelas: X2 (21, N = 189) = 8.65, p = .99), es significativo (X2 (7, N = 189) = 21.77, p < .01) y muestra bondad de ajuste (Pearson: X2 (665) = 687.92, p = .26, Desviación: X2 (665) = 441.01, p = 1). Explica el 12% de la varianza de la convicción en las profecías de 2012 por la correlación múltiple al cuadrado de Nagelkerke y 11% por la de Cox y Snell.


Predicción de la convicción en la falsedad de las profecías entre quienes no creen en ellas

En la submuestra de personas que no creen en las profecías de 2012 (n = 235), el grado de convicción en las profecías correlaciona con sexo (rbp = -.15, p < .01), con el puntaje total de pensamiento mágico (r = -.31, p < .01) y sus factores de patrón racional (r = -.23, p < .01) y patrón irracional (r = .25, p < .01), con el puntaje total de estrés (r = .14, p = .03) y su factor de control (r = .26, p < .01), así como con el puntaje total del rasgo de ansiedad (r = -.23, p < .01) y su factor de negación del rasgo (r = -.34, p < .01). Los hombres, quienes indican menos tendencia al pensamiento mágico, reportan más estrés percibido y menos rasgos de neuroticismo, muestran mayor convicción en la falsedad de las profecías de 2012 (véase tabla 3).

Se predice la convicción en la falsedad de las profecías por regresión lineal múltiple con los siete correlatos numéricos. El cálculo se detiene en el segundo paso. El modelo es significativo (F (2, 232) = 23.83, p < .01) y explica el 16% del criterio. Queda constituido por una constante y dos variables: el factor de negación de rasgos de ansiedad (β = -.28) y el puntaje total de EMP (β = -.24). Las dos variables tienen muy escasa colinealidad, como indica el muy ligero descenso de los valores de correlación al ser parcializados y por los valores de tolerancia e inflación de la varianza próximos a 1. La distribución de los residuos se ajusta a una curva normal ( ZK-S = 1.30, p = .07) y estos no muestran tendencia lineal en el diagrama de dispersión con los valores estandarizados pronosticados por el modelo. Con lo que se cumplen bien los supuestos de la prueba. La mayor convicción en la falsedad de las profecías es pronosticada por menores rasgos de ansiedad y menor tendencia al pensamiento mágico.

Si el modelo se estima por regresión ordinal, el resultado es el mismo. Solo el factor de negación de rasgos de ansiedad y el puntaje total de EMP son significativos. Todas las demás variables, incluyendo el sexo, tienen coeficientes estadísticamente equivalentes a 0.


Diferencias entre los que creen en el final del mundo y en el final de una etapa evolutiva

Las medias de ambos grupos son estadísticamente diferenciales en el puntaje total de EPM y su factor de patrón irracional, en el puntaje total de estrés y su factor de control de estrés, así como en el puntaje total y los dos factores del STAI-R y el BDI . Los que creen en el final del mundo muestran más pensamiento mágico, tienen un carácter más nervioso y reportan mayor nivel de depresión. Los que creen en el final de una etapa evolutiva promedian más alto en el estado de estrés (véase tabla 4).

Se calcula un modelo de regresión logística binaria con las diez variables diferenciales. El cálculo se detiene en el tercer paso. El modelo queda integrado por una constante y tres predictores con pesos distintos a 0: Patrón irracional de EPM (OR = 0.94 con IC del 95% [0.91, 0.97]) y el puntaje total del BDI (OR = 0.96 con IC del 95% [0.92, 0.99]), que actúan como factores que disminuyen la probabilidad de pertenecer al grupo de personas que creen en el final de la etapa evolutiva y el factor de control de estrés ( OR = 1.13 con IC del 95% [1.03, 1.24]), que actúa como factor que aumenta la probabilidad de pertenecer a este grupo. El modelo es significativo (prueba ómnibus: X2(3, N = 189) = 33.66, p < .01), muestra bondad de ajuste a los datos por la prueba de Hosmer-Lemeshow (X2(8, N = 189) = 15.26, p = .06) y clasifica de forma correcta al 88% (167 de 189) de los participantes, siendo más sensible para detectar a los que creen en el final de una etapa evolutiva con 99% (155 de 157) de aciertos que para detectar a los creyentes en el final del mundo con 37% (12 de 32). Se explica el 27% del criterio binario por el coeficiente de correlación múltiple de Nagelkerke y 16% por el de Cox y Snell. Se pronostica el creer en el final de una etapa evolutiva a mayor estado de estrés y menor pensamiento mágico y depresión. Menor estrés y más pensamiento mágico y depresión pronostican pertenecer al grupo de los que creen en el final del mundo.


DISCUSIÓN

A continuación se discuten los datos presentados, intentando responder a las preguntas que se derivan de los objetivos formulados: ¿qué porcentaje de personas apoyan las creencias de el final del mundo o final de una etapa evolutiva para 2012?, ¿cuáles son los argumentos dados para creer o no en estas profecías?, ¿el culto religioso que se procesa, la religiosidad, la tendencia al pensamiento mágico, el rasgo de ansiedad, el estrés, la depresión y las variables sociodemográficas de sexo, edad y escolaridad predicen el creer o no las profecías de 2012?, ¿estas variables predicen la convicción de creer o no en la profecías?, y ¿de estas variables cuáles diferencian a los que creen en el final del mundo o en el final de una etapa evolutiva?


Creencia en las profecías apocalípticas para el año 2012

En esta muestra no probabilística por cuotas de sexos de población general domina el no creer en las profecías apocalípticas para el año 2012, lo cual es reforzado por el hecho de que las personas que no creen están más convencidas de su posicionamiento que quienes sí creen. Además, entre quienes creen en las profecías es más frecuente hablar del final de una etapa evolutiva que de final del mundo. Así, el porcentaje de quienes piensan que acabará el mundo en el año 2012 es de una treceava parte de la muestra, siendo cinco veces mayor el porcentaje de quienes creen en el final de una etapa evolutiva. Más de la mitad no creen en las profecías, superando en una décima parte a los que sí creen.

Debe mencionarse que es una muestra joven, mayoritariamente de católicos, con un nivel alto de estudios y con grado de convicción y frecuencia de seguimiento de rituales religiosos más bien bajos. La muestra se desvía de la población del estado sobre todo en la escolaridad. El promedio del estado es de media superior con 10 años (INEGI, 2011 ) y el promedio de esta muestra es de estudios universitarios, medido en una escala ordinal. No obstante, el creer o no en las profecías y la convicción en cada posicionamiento resultaron independientes de la escolaridad, de ahí que esta diferencia con la población pierda relevancia y no requiera control estadístico.

Usualmente hay mayor número de no creyentes y ateos entre las personas con estudios universitarios, especialmente si son estudiantes (Alarcón, 1978; Ecklund & Scheitle, 2007), así la suma de los porcentajes de ateos y participantes sin ninguna adscripción religiosa específica es aparentemente alta en esta muestra, de un sexto.

En 2003, el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI ) analizó la tendencia de las confesiones religiosas desde las estadísticas disponibles en México de la segunda mitad de siglo XX (1950- 2000). En personas de 5 o más años de edad, el porcentaje promedio de católicos fue 88%, de evangélicos o bíblicos 8%, de otras religiones 1.5% y de ninguna religión 2.5%. En los datos que aparecen en la Encuesta Nacional de Cultura Política y Prácticas Ciudadanas [ ENCUP2008 ] (Secretaría de Gobernación e INEGI , 2009) estos porcentajes varían, disminuyendo el de personas que siguen una religión (88%) y aumentando el de aquellos que se reportan sin religión (17%). El ENCUP2008 se levantó en una muestra probabilística a nivel nacional con un rango de edad de 18 a 96 años, con una media de 40 ( DE = 16.2), esto es, en personas con derecho a voto. Ambos estudios poblacionales, aparte del lapso de tiempo considerado (medio siglo en el primero y año 2008 en el segundo), difieren en el rango de edades; en el primero se incluyen a menores, los cuales representan un tipo de elección religiosa forzada por los padres, y en el segundo solo participan adultos que representan una elección religiosa libre. El porcentaje alto de personas sin religión del ENCUP2008 también se halla en un estudio realizado sobre pensamiento mágico en una muestra de 837 participantes de población general, extraída de Nuevo León y Baja California (Moral, 2009), en el que el 79% de la muestra era católica, 7% cristiana, 2% pertenecían a otras confesiones religiosas (judíos, musulmanes o budistas) y 12% no tenían ninguna adscripción religiosa. Así, este estudio, con un sesgo o sobrerrepresentación de estudiantes universitarios, se aproxima más a los porcentajes reportados por el ENCUP2008 y el estudio de Moral(2009). Por lo tanto, la adscripción religiosa no difiere realmente de la poblacional. El porcentaje de personas sin religión, en comparación con la publicación de INEGI en 2003, crece esencialmente desde la pérdida de encuestados que se definen como católicos. Los porcentajes de cristianos y otras religiones se mantienen, en contra de las afirmaciones que dicen que aumentan en toda Latinoamérica (Stoll, 1993).

La asociación entre credo religioso y creer o no en las profecías de 2012 es moderada. Como se esperaba, el porcentaje de personas ateas o sin adscripción religiosa es mayor entre quienes no creen y los porcentajes más altos de creyentes en las profecías se dan entre cristianos y otros cultos religiosos distintos al católico. Los católicos figuran entre los que apoyan poco a las profecías.

Finalmente, parece que los secretos de Fátima no han calado mucho en la población católica mexicana. Debe considerarse que la posición ocial de la Iglesia católica en México es la de ignorar o desestimar cualquier consideración en serio de las profecías del año 2012, quizá en gran parte por tener dichas profecías una raíz precolombina desde la cultura maya, cuando la Iglesia católica novohispana y posteriormente mexicana, desde su origen, acoge a los creyentes de las religiones antiguas con la condición de que renuncien a las mismas y acepten la nueva doctrina. No obstante, el sincretismo entre santos y dioses antiguos y entre rituales católicos y precolombinos se fue dando y persiste actualmente, de ahí el deseo persistente de mantener cierta distancia (Bartolomé, 2000; Blancarte, 1992).


Los argumentos dados para creer o no en las profecías de 2012

Como se esperaba, los participantes dan distintos argumentos a favor de su posicionamiento según crean o no en las profecías. Los que creen conceden valor a las fuentes religiosas mayas, al poder clarividente de Nostradamus, incluso se menciona a los egipcios como fuente de sabiduría antigua. Alegan que existe una serie de acontecimientos predichos que en la actualidad se están cumpliendo en una secuencia que finalmente llevará al final de una etapa evolutiva o al final de mundo. Se menciona con baja frecuencia como fuente el Apocalipsis, libro del Nuevo Testamento, y en ningún caso se hace referencia a la segunda venida de Cristo o la batalla final contra Satanás, a pesar del claro dominio de católicos y cristianos. No obstante, sí están presentes ciertos discursos ecologistas al hacer alusión al daño que el hombre está ocasionando a la madre Tierra, asimismo, se hace referencia al aumento del conflicto y la violencia entre seres humanos. Estos argumentos precisamente son esgrimidos por algunos artículos y libros publicados, de donde los encuestados podrían haberlos retomado, los cuales se mueven en la corriente New Age (Carter, 2009). Esta última afirmación sobre la procedencia de estos argumentos es conjetural, ya que no tenemos datos sobre el interés y conocimiento de la corriente New Age en los participantes y se podría considerar para futuros estudios. En la categoría residual de otras razones, que aparece con más frecuente entre los creyentes en las profecías, figuran respuestas como lo dice mucha gente, lo que dicen algunos científicos y se producirá un alineamiento de planetas con el centro de la galaxia que tendrá consecuencias catastróficas. Así, estos argumentos apelan a un sentido común derivado de representaciones circulantes en el entorno social de los encuestados (Rouquette & Flament, 2003).

Los que no creen restan todo valor a las profecías y sus fuentes, las califican de mitos, cuentos o absurdos, lo cual es consonante en un visión crítica y escéptica (Lawrence & Peters, 2004; Wexler, 2011). Se considera que el futuro no es previsible, no se puede conocer a través de la clarividencia o que no se puede saber cuándo Dios dispondrá el nal del mundo. Corrigen a quienes dicen que se están cumpliendo las profecías, considerando que son meras coincidencias o apariencias, y remarcan que no existe el supuesto respaldo científico a las mimas. Algunos encuestados sin religión mencionan en tono de broma que en esa fecha solo acabará el mundo para quienes les toque morir.


El efecto del sexo y la edad en el creer o no y la convicción en las profecías de 2012

El sexo no diferencia a los creyentes o no en las profecías, ni entre los que apoyaron las profecías del final del mundo y final de etapa evolutiva. No obstante, entre los que no creen en las profecías se observa más convicción en los hombres, sin que la variable "sexo" alcance poder predictivo. Esto es consonante con la mayor tendencia a la lógica formal del género masculino, que desde una argumentación lógica obtiene más convicción en la falsedad de las profecías, frente a la mayor tendencia a la lógica relacional de las mujeres, que genera más dependencia de campo (Rocha & Díaz, 2005), como se esperaba.

La edad diferencia a los creyentes o no en las profecías, entrando en el modelo de regresión, aunque no afecta a la convicción, ni diferencia entre los creyentes en el final de una etapa evolutiva o de final del mundo. Una menor edad predice creer en las profecías de 2012, esto es, los más jóvenes son los que más creen las mismas. Esto se podría explicar por una moda apocalíptica, que anteriormente se ha mencionado, como la condición que podría afectar más a las personas dependientes de campo. Finalmente, parece que es una moda o manifestación popular con más peso en los jóvenes, quienes se caracterizan por mayor apertura de mente y actitudes más rebeldes con la tradición (Instituto Mexicano de la Juventud [IMJ], 2006).


El efecto de la religión y el pensamiento mágico en el creer o no y convicción en las profecías

Dos indicadores de la religiosidad de una persona son la convicción en las creencias religiosas y frecuencia de seguimiento de rituales dentro del culto que procesa (Moral, 2009). La religiosidad definida desde estas dos variables o indicadores no diferencia entre quienes creen o no en las profecías de 2012. No obstante, entre los que creen en las profecías, estos dos indicadores sí correlacionan con la convicción en su posicionamiento, incluso la convicción religiosa llega a definirse como el único predictor significativo. Por lo tanto, se tiene que la persona poseerá mayor convicción en el cumplimiento de las profecías cuanto mayor sea su religiosidad (más convicción y práctica del culto religioso), aunque esta relación se deriva de una proporción pequeña de la participantes, como muestra el valor de correlación bajo.

Se esperaba que a mayor religiosidad se rechazase más las profecías de 2012, ya que estas se apartan de las profecías milenaristas apoyadas por el libro del Apocalipsis entre cristianos y católicos, asimismo, de las fuentes ociales de estos credos. El rechazo vendría del mayor apego a la doctrina y a las autoridades eclesiásticas (Duriez et al., 2004). Wexler (2011) señala que quienes se apegan más a las doctrinas católicas y cristianas, desde una expectativa apocalíptica, están más abiertos a las profecías del final del mundo sin hacer un juicio muy crítico de las fuentes. Los datos presentes podrían interpretarse mejor desde este último argumento. Precisamente, la falta de crítica podría explicar el mayor apego a las doctrinas, logrado al no cuestionar contradicciones existentes en creencias y mitos, incluso en acciones que con frecuencia se hallan en todas las religiones; cuando los agnósticos son más sensibles a las mismas.

Las asociaciones con pensamiento mágico son más altas que con religiosidad, salvo en relación con la convicción entre los creyentes en las profecías de 2012, donde tiene más peso la religiosidad. Incluso, al parcializar del efecto del pensamiento mágico (factor de patrón racional) en las correlaciones de la convicción religiosa y frecuencia de prácticas religiosas con la convicción en las profecías, los valores no se ven afectados en absoluto. Además, el pensamiento mágico resulta un predictor tanto de ser o no creyente en las profecías como de la convicción en el posicionamiento adoptado entre quienes no creen en ellas. Estos hallazgos se ajustan a la expectativa inicial (Lawrence & Peters, 2004).

Los creyentes en las profecías tienden más al pensamiento mágico; no obstante, la seguridad en las profecías de 2012 entre los creyentes en las mismas no deriva tanto de su tendencia al pensamiento mágico sino de su religiosidad, probablemente de aspectos de fe y sesgos de pensamiento que inducen a errores lógicos, no pudiéndose, además, atribuir a aspectos de afectividad negativa, pues el rasgo de ansiedad, el estrés y la depresión son independientes de las convicción en las profecías entre los creyentes en las mismas. Por el contrario, entre los que no creen en las profecías, menor tendencia al pensamiento mágico predice mayor seguridad en la falsedad de las mismas, lo cual refleja una mayor tendencia lógica y crítica del pensamiento.


El efecto del estrés y el rasgo de ansiedad en el creer o no y la convicción en las profecías

El estrés, desde su factor de descontrol, diferencia entre creyente o no en las profecías de 2012 y es un predictor significativo; además, en la muestra de no creyentes, el puntaje total y el factor de control correlacionan con la convicción en el posicionamiento ante las profecías, aunque en el modelo de regresión no entran como predictores significativos. Asimismo, el estrés (desde el puntaje total y el factor de control) es mayor entre quienes creen en el final de una etapa evolutiva en comparación con los que creen en el final del mundo, y en este caso, el factor de control sí entra como predictor en el modelo de regresión logística. Mayor estado de estrés (en su aspecto de reconocimiento de síntomas) es reportado por quienes creen en las profecías y este (en su aspecto de negación de síntomas) es mayor entre quienes creen en el final de una etapa evolutiva que en el final del mundo.

El rasgo de ansiedad, desde el puntaje total y el factor de reconocimiento del rasgo, diferencia a los creyentes o no en las profecías, pero no entra en el modelo de regresión. En la muestra de creyentes es independiente de la convicción, pero no así en la muestra de no creyentes, donde el puntaje total y sus dos factores correlacionan con convicción y el factor de negación del rasgo resulta un predictor significativo. A mayor rasgo (en sus aspectos de negación) más convicción. Asimismo, el puntaje total y sus dos factores son mayores entre quienes creen en las profecías del nal del mundo que en el final de una etapa evolutiva, no resultando en este caso predictores significativos en el modelo de regresión logística.

Por lo tanto, una situación estresante que genera un estado negativo de ansiedad motiva creer en las profecías de 2012, y de forma claramente diferencial en las profecías de final de etapa evolutiva, sin dar más convicción a la creencia. También el sufrir un estado crónico de ansiedad o nerviosismo caracterial motiva creer en las profecías de 2012, pero en las del final del mundo, y nuevamente sin dar mayor convicción a la creencia. Lo provisional de la ansiedad se refleja en un optimismo para el futuro (final de etapa evolutiva) y lo crónico en un mayor pesimismo o deseo de fin (final del mundo), lo que es consonante con las expectativas. Entre los no creyentes en las profecías, los aspectos de estrés y rasgo de ansiedad toman mucho peso en su convicción en su falsedad, especialmente el rasgo. Esto parece reflejar una mayor rigidez del pensamiento, probablemente desde una necesidad de seguridad o intolerancia a la incertidumbre.


El efecto de la depresión en el creer o no y la convicción en las profecías de 2012

El factor de síntomas somático-motivacionales se asocia con creencia en las profecías, aunque no alcanza poder predictivo en el modelo de regresión logística. La depresión es independiente de la convicción, ya sea entre los creyentes o no en las profecías. Así, mayor pesimismo no da más seguridad, cuando más nerviosismo caracterial sí da más convicción a los no creyentes. No obstante, la depresión es diferencial entre los que creen en el final del mundo y en el final de una etapa evolutiva, además, mayor depresión predice creencia en el final del mundo. Por lo tanto, en consonancia con las hipótesis, el pesimismo que caracteriza a la depresión sí motiva una posición más fatalista entre los creyentes en las profecías. Además, una depresión somatizada o menos consciente motiva también creencia en las profecías, lo que se debe a los creyentes en las profecías de final del mundo, ya que la correlación de este factor con convicción en la profecía es directa (n = 32, r = .23, p = .20), cuando entre los creyentes en el final de una etapa evolutiva la correlación es negativa (n = 157, r = -.08, p = .29), aunque en ambos casos no es significativa.


Limitaciones y conclusiones

Dadas las características no probabilísticas de la muestra empleada (en su mayor parte jóvenes, con estudios universitarios, de religión católica, con poca convicción en sus creencias religiosas y baja frecuencia de seguimiento de rituales religiosos), los resultados deben ser manejados como hipótesis en futuras investigaciones y no como estimaciones poblacionales. Además, debe considerarse la naturaleza de autorreporte de los datos, ya que estos pueden diferir de los obtenidos por otros medios, como entrevistas cara a cara o técnicas proyectivas.

En conclusión, entre los participantes dominan en porcentaje los no creyentes en las profecías del año 2012; además, estos reportan más convicción en su posicionamiento que los creyentes en las mismas. Entre los que creen dominan los que hablan de final de etapa evolutiva sobre los que hablan de final del mundo. Hay un perfil diferencial de argumentos entre creyentes o no en las profecías. Los creyentes hablan de sus fuentes, de cambios que están ocurriendo y profecías cumplidas; los no creyentes, de imprevisibilidad, incredulidad y mitos. El creer en las profecías es predicho por mayor tendencia al pensamiento mágico, más estrés (en sus aspectos de negación) y menor edad. La convicción de los creyentes en las profecías es pronosticada solo por una mayor convicción religiosa, probablemente por aspectos de fe ciega y falta de crítica lógica. Esta convicción en las profecías se asocia con pensamiento mágico con independencia de la convicción en las creencias religiosas y es independiente de los factores de emociones negativas y variables sociodemográficas. La convicción de los no creyentes es pronosticada por menor tendencia al pensamiento mágico (aspecto lógico-crítico) y mayor rasgo de ansiedad (intolerancia a la inseguridad e incertidumbre).

Los que creen en el final del mundo se diferencian por mayor tendencia al pensamiento mágico, menor nivel de estrés y más depresión que los creen en el final de la etapa evolutiva. El estado de ansiedad o estrés motiva creer en las profecías, pero sobre todo en las de final de etapa evolutivo, reflejando cierta esperanza. En personas con tendencia al pensamiento mágico, el rasgo de ansiedad por malestar y la depresión por pesimismo y sufrimiento mental motivan creer, y probablemente desear, el final del mundo, desde lo que se podría denominar un deseo de muerte sin la responsabilidad personal de un suicidio o un deseo de n del sufrimiento y batallar presentes.

En fututos estudios se recomienda emplear una medida de religiosidad de carácter intervalar en lugar de ordinal. A tal efecto se podría considerar la Escala de Experiencia Expiritual Cotidiana de Underwood y Teresi (2002), la cual se encuentra validada en población mexicana (Mayoral, Laca & Mejía, 2010). Se podría incluir también las variables de catastrofismo (Sullivan, Bishop & Pivik, 1995) y optimismo (Scheier, Carver & Bridges, 1994) y aplicar este diseño al estudio de creencias apocalípticas desligadas del año 2012. Como se señaló en la justificación de este estudio, es un tópico poco estudiado y finalmente relevante en relación con el bienestar y la salud de las personas.


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Psicología desde el Caribe
Revista de psicología de la Universidad del Norte
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Barranquilla (Colombia)
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