ISSN 0123-417X e ISSN 2011-7485 No. 5, enero-junio 2000 Fecha de recepción: Mayo de 2000 |
El rol del padre en las familias con madres que trabajan fuera del hogar
María Amarís Macías*, Rosa Camacho Puentes**, Inmaculada Fernández Soto***
* Psicóloga, Universidad del Norte; Magister en Desarrollo Social, Universidad del Norte; Mátrice de Sciencies de L'education. Optinon «Development Social», Universidad de París XII Val de Marne. (e-mail: mamaris@uninorte.edu.cq).
** Psicóloga, Universidad del Norte.
*** Psicóloga, Universidad del Norte.
Resumen
Este trabajo es el resultado de una investigación que busca describir el rol del padre en familias con madres trabajadoras y con niños en edad preescolar. Se entiende «rol del padre» como la serie de conductas y cualidades expresadas y esperadas que definen la posición del padre. Para llevar a cabo este estudio se utilizó como estrategia metodológica el diseño descriptivo— comparativo. La recolección de la información se realizó mediante la técnica de entrevista semiestructurada. La muestra de estudio estuvo conformada por 100 familias pertenecientes al estrato socioeconómico medio del distrito de Barranquilla, en las que ambos padres trabajan fuera del hogar y cuyos hijos se hallan en edad preescolar. Los resultados muestran cómo frente a los grandes cambios que afronta la familia frente a las crisis sociales, en su interior el papel del padre no ofrece grandes cambios, y mantiene aún las características propias de las sociedades tradicionales.
Palabras claves: Rol, padre, familia, mujer trabajadora, niño preescolar.
Abstract
These are the final findings of an investigation aiming to describe the role of the father within families with working mothers and children in preschool years. "the role of the father" is understood as the series of behaviors and qualities expressed and expected and which defines the father's position. To undertake this study it was used as a methodological strategy the comparative descriptive design. The data collection was done by means of semi structured interviews. The study sample was conformed by 100 families belonging to the average socioeconomic level of the district of Barranquilla and in which both parents work out of the family dwelling and whose children belong to the preschool population. Results show that although families are experiencing crucial changes due to the social crisis, at the interior of the family the father's role hasn't suffered any changes and it still sustains all the characteristics of traditional societies.
Key Words: Role, father, family, working woman, preschool children.
Lineamientos conceptuales
El término «rol» es de origen sociológico, sin embargo, al referirse a la acción humana asume, desde la perspectiva de las ciencias humanas, un carácter interdisciplinario. La psicología ha tomado este término para ampliar sus concepciones teóricas. Bee y Sandra Mitchell al estudiar el desarrollo humano definen «rol» como el contenido de una posición o las implicaciones conductuales de ocupar esa posición. Tal concepto, según ellas, hace referencia a las conductas y cualidades esperadas de determinada posición1.
El primer lugar en el cual el individuo de cualquier cultura desempeña un papel o rol es en la familia. Ésta es definida por Guillermo Páez2 como una institución que está constituida por un grupo de personas entrelazadas en un sistema, cuyo vínculo se basa en relaciones de parentesco fundados en lazos biológicos y sociales, con funciones específicas para cada uno de sus miembros y con una función más o menos claramente determinada en un sistema social del cual es base y sin cuyas orientaciones el sistema no podría funcionar. Lo anterior muestra cómo en la familia los miembros se hallan relacionados entre sí y comparten no sólo un espacio común, sino una serie de actividades definidas a través de los roles. Por su parte,Virginia Satir3 concibe a la familia como el lugar donde puede encontrarse el amor, la comprensión, el apoyo, aun cuando todo lo demás haya fracasado; el lugar donde podemos recuperar el aliento y sacar nuevas energías para enfrentarnos mejor al mundo exterior.
Por lo tanto, la familia se constituye en el núcleo básico de la sociedad. Esta institución ha sido de interés para la psicología a lo largo de los años. Sin embargo, muy pocos autores han centrado su atención en analizar el rol del padre en la familia, ya que siempre se ha enfatizado en el papel de la mujer y se ha descuidado la importancia de aquél en el hogar. Aunque resulta difícil encontrar una definición acertada de «rol del padre», es posible construirla a partir de la propuesta por Bee y Mitchel. Es por esto que se puede afirmar que el rol del padre hace referencia a las conductas y cualidades socialmente esperadas del padre.
Al igual que los diversos papeles en la sociedad, el rol del padre presenta ciertas propiedades, las cuales han sido enumeradas por los psicólogos citados4. Los papeles son, al menos parcialmente, definidos por la cultura específica. Así, por ejemplo, el padre puede desempeñar un papel diferente en culturas distintas o en la misma cultura en épocas distintas.5
Los papeles casi siempre ocurren en pares complementarios. Así, pues, los papeles suponen con frecuencia relaciones con los demás. Los papeles familiares generalmente se dan en pares. Debido a que existe el papel de esposa existe el papel de marido, el de padre y el de hija o hijo, etc.6
El conflicto de papeles ocurre siempre que una persona realiza muchos papeles diferentes, ya que las exigencias de éstos pueden no siempre concordar perfectamente7. Por ejemplo, ser padre exige cuidar y educar a los hijos, y ser esposo requiere, a su vez, atención y dedicación a la pareja. Ambos roles son asumidos por el hombre en su cotidianidad; situación que muchas veces genera en él un conflicto en el desempeño de sus papeles. Bee y Mitchell hacen referencia así mismo a la «tensión del papel», la cual ocurre cuando un individuo encuentra difícil cumplir las exigencias de algún papel que esté realizando8.
El rol del padre ha ido cambiando a lo largo de los años y ha estado ligado a los cambios y transformaciones por los cuales ha atravesado la familia. Antiguamente existía la familia patriarcal, en la cual la autoridad recaía sobre el padre, quien tenía derechos casi absolutos no sólo sobre la mujer sino también sobre los hijos, la herencia y la descendencia9.
El varón de la sociedad patriarcal ejercía su rol de padre de manera tradicional, era un hombre de bien, responsable, sin vacilaciones en relación con el bien y el mal, terco, incansable hasta sus últimos días.10
En la actualidad, aunque sigue subsistiendo este modelo patriarcal en la familia, se observa un cambio en el rol del padre, ocasionado principalmente por el ingreso, cada vez mayor, de la mujer al mundo laboral, situación que ha cambiado la dinámica al interior del hogar. La vida laboral tiene un impacto en los roles familiares, se producen ciertos cambios, por lo cual las tareas familiares deben redistribuirse, el esposo y los hijos participan en oficios que tradicionalmente no realizaban, así como también muchas tareas se dejan de realizar (Bee y Bjorklund, 2000)11.
Por tal razón, la mujer, los hijos, la sociedad y el mismo hombre requieren una imagen nueva del varón, un padre renovado. Así, se espera que éste se involucre con su familia en las tareas domésticas, que realice diversas conductas o acciones con sus hijos, tales como cuidarlos y educarlos. Así mismo, se espera que tales actividades tengan implícitas cualidades o maneras de llevarlas a cabo, actividades relacionadas con el afecto, la comunicación con los hijos, la disposición de tiempo, el compromiso y la autoridad asumida con los mismos.
Cabe destacar que el rol del padre resulta significativo en la edad preescolar, pues es en esta etapa en la que se forman elementos estructurales de la personalidad del niño, se fortalecen los vínculos afectivos y se desarrolla la confianza de éste con sus progenitores, lo cual le permite relacionarse y desenvolverse con el mundo que lo rodea12.
Así, la experiencia de la paternidad se constituye en una vivencia de suma importancia en la vida del adulto y de los miembros de la familia que comparten con él. De manera que hay que dejar de lado la vieja creencia que plantea que «madre es madre y papá puede ser cualquiera», pues, como ya hemos visto, la presencia y la función del padre constituye una pieza clave para la crianza y el desarrollo psicológico de los hijos.
A partir de este marco conceptual describimos el rol del padre en las familias con madres trabajadoras y con niños en edad preescolar.
Metodología
Esta investigación fue de tipo descriptivo-comparativo, y se realizó con familias de nivel socioeconómico medio del distrito de Barranquilla, en las cuales tanto el padre como la madre trabajan fuera del hogar y cuyos hijos se encuentran en edad preescolar. La muestra estuvo constituida por 100 familias.
Se utilizó como instrumento, en primer lugar, un cuestionario de identificación, con el fin de detectar las familias que cumpliesen con los requisitos para la investigación. En segundo lugar, para llevar a cabo la recolección de la información pertinente al rol del padre, se utilizó como instrumento una guía de entrevista semiestructurada constituida de ítemes abiertos y cerrados. Esta fue dirigida tanto a las madres como a los padres, con el fin de indagar en ellos las conductas y cualidades expresadas y esperadas del rol del padre.
Resultados
Los resultados que se obtuvieron en la investigación permiten describir el rol del padre, en cuanto a las conductas y cualidades expresadas y esperadas propias de su posición como padre.
Conductas expresadas y esperadas
• Cuidado y atención física: Existe una semejanza entre lo que el padre hace en referencia al cuidado y atención física del niño en edad preescolar y lo que espera de sí mismo en relación a este aspecto. Así mismo, en las respuestas de la madre se percibe lo mismo sobre su pareja en cuanto al cuidado de éste con sus hijos. El padre de hoy parece estar participando en el cuidado de los hijos mucho más que antes. Sin embargo, este padre centra sus actividades de cuidador en aquellas acciones que no le exijan un involucramiento cotidiano y un mayor esfuerzo, es decir, las actividades que realiza dependen, en su mayoría, de circunstancias ocasionales que le permiten proporcionar cuidados a sus hijos: cuidarlos cuando se enferman, llevarlos al médico, etc. Esto nos hace entender que el padre sigue considerándose una persona secundaria en el cuidado de los hijos.
• Educación, formación y otras actividades sociales! En este aspecto se encontró que no existen diferencias significativas en cuanto a lo que el padre realiza y espera de sí mismo con respecto a lo que la madre afirma del rol del padre en cuanto a la educación, formación y otras actividades sociales. Los padres y las madres sostienen que el padre está participando activamente en la enseñanza de valores, en el establecimiento del diálogo con sus hijos, en la estimulación tanto física como intelectual de éstos a través del juego y participando en actividades académicas como recoger las calificaciones, asistir a las reuniones de padres de familias y hablar con los profesores acerca de su rendimiento y comportamiento en la escuela.
La educación que el padre da a sus hijos incluye también la educación en género, es decir, les enseña comportamientos que son tradicionales de su sexo; sin embargo, está empezando a ser más flexible, y al parecer está marcando menos estereotipos de roles de género a través de la enseñanza de comportamientos no tradicionales de cada sexo.
Por otro lado, este padre participa activamente en las actividades sociales de sus hijos; es por esto que se convierte en su compañero para compartir con ellos sus intereses.
En general, se percibe un padre que se compromete con la educación y la formación de sus hijos mucho más que en el cuidado de éstos, ya que esta última actividad aún continúa siendo exclusiva de la madre.
• Labores domésticas: Es semejante lo que el padre percibe de su rol con respecto a lo doméstico y lo que la madre considera de él sobre dicho aspecto.
El padre de hoy parece estar muy pasivo con respecto a lo doméstico; es por esto que realiza actividades ocasionales en el hogar como reparar daños al interior del mismo, ir a pagar cuentas de servicio y tarjetas y hacer el mercado. Tales actividades hacen referencia a su masculinidad, mientras que la mujer continúa con su rol tradicional en relación con lo doméstico; espacio en el cual ella aún ejerce el poderío.
Así mismo, la mujer espera de su pareja que participe poco en lo doméstico. Esta actitud se debe a que para ella el hombre no tiene la capacidad para involucrarse en lo doméstico. Esta ideología es una clara concepción del machismo que prevalece en la forma de pensar de algunas mujeres.
Cualidades expresadas y esperadas
En cuanto a las cualidades expresadas y esperadas del padre, se encontró lo siguiente:
• Cantidad y calidad de tiempo: En los resultados se puede apreciar que los padres pasan con sus hijos un promedio de 1 a 3 horas diariamente a la semana y de 8 y 12 durante el fin de semana y festivos.
Con respecto a esto, los padres de la investigación y su pareja sostienen que el padre le está dedicando muy poco tiempo a sus hijos. Ambos afirman que el trabajo se constituye en el principal obstáculo para que el padre dedique los momentos necesarios al niño en edad preescolar.
Teniendo en cuenta lo anterior, los padres de hoy día consideran que la calidad del tiempo compartido con sus hijos es proporcional al número de horas que les dediquen. Es decir, establecen una estrecha relación entre la cantidad y la calidad del tiempo.
• Compromiso con la vida familiar: En la investigación se encontró que un mínimo porcentaje de padres consideran que están atentos a las necesidades de la familia, ya que son proveedores económicos y es su deber y obligación, como cabeza de éstas, velar por el bienestar de la misma. Sin embargo, este compromiso, según Joseph Márquez,13 nace del deber y la obligación y no del deseo y la motivación interna.
Por el contrario, el verdadero compromiso surge de un involucramiento cotidiano del padre en la vida de su familia. Al respecto se encontró que, en su mayoría, el padre de hoy se halla más comprometido con las necesidades de su pareja y de sus hijos. Sin embargo, le falta una mayor dedicación y un mayor número de acciones que denoten este compromiso.
Es un padre democrático, que concerta con su familia las actividades que ha de llevar a cabo, y las cumple con agrado, para ejercer cada vez mejor su paternidad.
• Relaciones afectivas. El padre de hoy es más afectuoso y les expresa sus sentimientos a sus hijos através del contacto físico. Así mismo, padres y madres esperan que el padre siga expresándoles el amor a sus hijos de la misma manera.
Al parecer, los hijos perciben un padre afectuoso; situación que demuestra que los papeles de padre e hijo se complementan y permiten establecer un fuerte vínculo afectivo que los beneficia mutuamente.
Otro aspecto que se encontró en la investigación es que algunos padres consideran que su relación de pareja afecta el comportamiento de sus hijos. Es por esto que algunos sostienen que si las relaciones con su pareja son armoniosas o si se tornan conflictivas, van a influenciar y a ejercer un impacto en la personalidad del infante. Si son conflictivas, él sentirá angustia, tristeza, tensión; pero si son armoniosas, sentirá mayor confianza y seguridad.
Al respecto, Aaron Hass14 sostiene que el mejor modo de demostrar ternura a los hijos es a través del amor a la pareja.
Resulta satisfactorio observar cómo hoy día existen padres que se vivencian a sí mismos como seres integrados, cuya vivencia de esposo se refleja en la manera en que asumen su paternidad.
• Comunicación. En la investigación se encontró que ante las dificultades, los niños en edad preescolar suelen recurrir con mayor frecuencia a la madre y en segundo lugar al padre. Estos datos permiten inferir que la madre aún continúa cumpliendo con su rol de protectora y principal agente colaborador en las dificultades del niño en edad preescolar. Sin embargo, aunque los niños se comunican con mayor frecuencia con la madre, el padre de hoy dialoga mucho más con ellos. Tal comunicación se origina en gran parte por situaciones como el mal comportamiento de los hijos, asignación o revisión de deberes escolares y la recreación con éstos. Estas actividades permiten establecer lazos de compañerismo del padre con sus hijos.
Así mismo, a través de la comunicación el padre logra la expresión de sentimientos. Las alegrías y los temores son los más frecuentes. Además le permite llegar a conocer más a sus hijos y expresarles amor. Es así como estos padres permiten una comunicación abierta, en la que tanto él como sus hijos tienen las mismas oportunidades para comunicarse.
En relación con la comunicación, se indagó, a su vez, con padres y madres encuestados los elementos necesarios para una comunicación adecuada entre el padre y los hijos. Respecto a este punto respondieron que la sinceridad, la confianza, el amor, la comprensión, la tolerancia, la empatía y el respeto son los más esenciales.
Por consiguiente, la comunicación entre padre e hijos se constituye en la principal oportunidad para expresar los sentimientos y pensamientos originados en cada uno de ellos.
• Estilo de autoridad. Los estilos de autoridad (autoritario, permisivo y guía) que caracterizan a los padres seleccionados, se infirieron a través del análisis de las reacciones del padre en determinados comportamientos, como la rebeldía, travesuras y agresividad.
Un alto porcentaje de padres y madres afirmaron que los padres se caracterizan por ser conductores o guías a la hora de disciplinar a sus hijos. Así, estos padres son amables, firmes, comprensivos, y dirigen la educación de sus hijos desde un punto de vista realista y no de poderío.15
Este estilo de autoridad que emplea el padre es congruente con las expectativas que los demás tienen de éste en relación con este aspecto. Además es coherente con los mecanismos que el padre utiliza y espera seguir usando para reprender o castigar a sus hijos. Este mecanismo se basa esencialmente en la comunicación, la cual es utilizada por los padres para enseñar a los hijos la manera correcta de comportarse. A pesar de lo anterior se encontró también vestigios de la familia patriarcal en un menor porcentaje de padres que disciplinan a los hijos a través de un estilo autoritario o de jefe, es decir, utilizan la agresión verbal o física como mecanismo para reprender.
En general, en lo que se refiere a las conductas y cualidades del rol, el 60% de los padres expresaron que no existen diferencias entre la manera como las están llevando a cabo y la manera como esperan que fuesen. Sin embargo, estos padres, como el 40% de los que sí encontraron diferencias en la manera de llevar a cabo su paternidad, creen que pueden mejorar ciertos aspectos; se exigen y están trabajando para lograr un buen ejercicio de su rol a pesar de las condiciones sociales.
• El rol del padre en cuanto a su edad! El 80% de los padres se encuentran en edades entre 20 y 39 años, lo que corresponde a la adultez temprana, mientras que el 20% de los mismos oscilan entre 40 y 60 años, es decir que se hallan en la etapa de la adultez intermedia.
En cuanto a la edad, se encontró que tanto a los padres jóvenes como a los de mayor edad les falta un mayor compromiso en el cuidado y la atención física de sus hijos y en la ejecución de las labores domésticas. Sin embargo, los padres más jóvenes al parecer participan un poco más en tales actividades.
En lo que se refiere a la educación, formación y otras actividades sociales con los hijos, tanto los padres jóvenes como los de mayor edad participan activamente en tales actividades, y esperan seguir realizándolas de igual manera.
Una diferencia encontrada en cuanto a lo esperado hace referencia a que los padres que se hallan en la etapa de la adultez intermedia esperan y exigen más de su rol en relación con el cuidado y la atención física de sus hijos y con las labores domésticas. Esperan comprometerse y participar más activamente en actividades cotidianas. Lo anterior refleja un interés de dichos padres en cuanto al compromiso que exige su paternidad.
Estas exigencias pueden deberse a la etapa misma en la que se encuentran o empiezan a incursionar estos padres.
• El rol del padre en cuanto al nivel educativo! El 76% de los padres encuestados pertenecen a un nivel educativo superior, y el 24% a un nivel educativo de secundaria.
Se encontró que los padres de nivel educativo superior participan con mayor frecuencia que los padres de nivel secundario en actividades relacionadas con el cuidado, la atención física, la educación, la formación y otras actividades sociales con sus hijos en edad preescolar. Sin embargo, estos padres al parecer participan menos en lo referente a de las labores domésticas.
Al respecto, Juan Fernández sostiene que el marido con mayor nivel educativo tiende a cumplir un rol de padre tradicional16. Es decir, este padre poco se involucra en las tareas del hogar.
Tal vez estos padres consideran prioritaria su carrera profesional y las implicaciones que abarca la misma, razón por la cual le conceden poco tiempo e importancia al desempeño de su rol doméstico, los que lo lleva a la búsqueda de sustitutos para las tareas y funciones domésticas.
En cuanto a lo esperado, se encontró que el padre de nivel secundario espera y exige más de su rol precisamente porque le falta mayor participación y compromiso.
Otra diferencia significativa encontrada se refiere a la manera como los padres expresan el enojo con sus hijos. Así, los de nivel educativo superior utilizan el diálogo como medio de expresión, mientras que los bachilleres se apoyan en el castigo. Tales resultados pueden tener una explicación cultural si se tiene en cuenta que nuestra sociedad espera que a mayor nivel educativo más adecuados sean los métodos utilizados para educar a los hijos.
• El rol de padre en cuanto al horario de trabajo! En cuanto al horario de trabajo de los padres, se encontró que el 80% trabaja tiempo completo, mientras que el 20% tiene un horario de trabajo independiente.
Según muchos autores, el exceso de trabajo se constituye en un factor que afecta notoriamente la dinámica de la familia, lo cual hace que tanto hombres como mujeres permanezcan alejados del hogar y descuiden sus funciones al interior de éste.
En la investigación se encontró que en general los padres que trabajan tiempo completo y los que tienen un trabajo independiente, en lo que respecta al cuidado de los hijos y a la ejecución de las labores domésticas les falta un mayor compromiso. Ambos grupos de padres participan activamente en la educación y formación de sus hijos.
En cuanto a lo esperado, se aprecia que los padres que trabajan tiempo completo esperan y exigen más de su rol en aspectos como el cuidado y educación de los hijos.
En conclusión, tanto los padres que trabajan de manera independiente como los que trabajan tiempo completo es probable que estén experimentando un conflicto de papeles: Familiares versus Trabajo, es decir que las exigencias de los distintos papeles pueden no siempre concordar perfectamente.
Se encontró también que los padres que trabajan tiempo completo, en lo que concierne a las relaciones afectivas, comunicativas, de compromiso, además de la calidad y la cantidad de tiempo que comparten con sus hijos, son mucho mejores que los padres que tienen un horario de trabajo independiente, el cual puede ser manejado de acuerdo con sus necesidades y las de su familia.
Quizás estos resultados se deben al tipo de trabajo estable o inestable que estos padres estén realizando, ya que un trabajo estable brinda la seguridad económica y emocional que influye sobre su familia; mientras que un padre con un trabajo esporádico, sin contrato fijo de trabajo, sufre mayores presiones que afectan el buen funcionamiento de su rol como padre y como marido.
• El rol en cuanto al sexo de los hijos! Se observó que no existían marcadas diferencias en el desempeño de su rol con niños en edad preescolar que con niñas de la misma edad. Los padres estimulan tanto física como intelectualmente a sus hijos como a sus hijas. Sin embargo, existe la tendencia a estimular mayormente el área cognitiva en las niñas y el área motriz en los niños.
En lo referente a la educación en género, los padres de hoy aún muestran diferencias en la manera de educar a los niños y a las niñas. Con los primeros suelen ser más rígidos en la enseñanza de género, mientras que con las niñas muestra una mayor flexibilidad.
• El rol en cuanto al número de hijos! De los padres encuestados, el 27% tenían un solo hijo, el 51% dos y el 22% tres.
Se encontró que los padres con un solo hijo tienden a participar aun más en lo referente a la ejecución de las labores domésticas que los que tienen dos y tres.
Tal situación podría deberse a la crisis económica que atraviesan las familias. Esto puede llevar a que a mayor número de hijos sea necesario mayor número de horas de trabajo que permitan suplir las necesidades económicas del hogar, lo que ocasiona una menor disponibilidad de tiempo del padre en relación con las actividades familiares.
Asimismo, se encontró que los padres con un solo hijo dedican mayor cantidad de tiempo a éste, sobre todo los fines de semana y festivos (de 8 a 24 horas), que los que tienen dos o tres (de 4 a 12 horas). Además, la relación padre-hijo, cuando es un solo hijo, tiende a ser 100% amorosa, tierna y afectuosa, y el padre la disfruta en igual porcentaje.
Conclusiones
La investigación permitió analizar el rol del padre al interior de la familia, teniendo en cuenta que dicho rol hoy día se halla sujeto a numerosos cambios sociales en la familia, tales como el ingreso de la mujer al mercado laboral. A su vez, este rol resulta ser significativo si se analiza en relación con los niños en edad preescolar, etapa en la cual éstos son receptivos y comienzan a formar su personalidad a través de sus dos grandes modelos: la madre y el padre.
El estudio permitió apreciar que el padre de nuestros días se halla en un proceso de cambio hacia una nueva paternidad. Es así como se observa un padre cuyo rol está sufriendo transformaciones diariamente no sólo por los cambios sociales sino también por la mayor conciencia que éste tiene con respecto a su rol en el hogar.
El ingreso de la mujer al mercado laboral ha ocasionado un cambio en la dinámica de roles para ambos sexos. Así, al hombre de hoy la sociedad le está asignando nuevas responsabilidades, porque no puede ser de otro modo. Por tal razón ha tenido la necesidad de empezar a involucrarse en los aspectos que atañen a su familia. A pesar de esto existe la gestación de un compromiso que parte de él, de sus cuestionamientos y replanteamientos de una sociedad machista que lo había mutilado de la ternura, de la comunicación, del disfrute de los hijos y del pleno gozo y satisfacción con su pareja.
Esta sociedad machista, aunque está cambiando, persiste en algunos de sus fundamentos, por lo cual aún se observan divisiones tradicionales del rol del varón y la mujer. Esta última continúa dedicándose a las tareas domésticas, ejerce todavía el poder sobre las mismas, mientras que el hombre asume una actitud pasiva respecto a la ejecución de dichas actividades.
Pese a esta escasa participación, el padre de hoy ejerce aquellas actividades domésticas que tengan estrecha relación con su masculinidad, situación que lo coloca en desventaja frente a su mujer. Entre estas actividades se pueden mencionar las siguientes: reparar daños del hogar, pagar cuentas de servicio y tarjetas.
Así, esta escasa participación del padre en lo doméstico, como ya se mencionó, tiene sus raíces en nuestra cultura machista, la cual le ha negado el conocimiento sobre el espacio doméstico. Así mismo, el machismo ha afectado la ideología de la mujer, quien, sin tener una clara conciencia de su inmenso poder en lo doméstico, le está negando al hombre las oportunidades de vincularse a dichas actividades, por lo cual fomenta en él una actitud pasiva con respecto a lo doméstico.
Es así como las mujeres, sintiéndose responsables de la casa, no dejan que los hombres ayuden en las tareas domésticas. No creen que el marido pueda hacer las cosas bien, y ellas mismas se crean esa doble carga de la cual se quejan tanto17.
El padre, por su parte, no ha querido romper de una manera tajante con los prejuicios y normas que esta sociedad machista le ha inculcado desde su nacimiento. Por esta razón, aún existe en él altivez y una especie de orgullo por ser varón, que le impide ejercer actividades que exige la practicidad de las labores domésticas.
Tales actividades se constituyen en un desafío que el hombre de nuestros días aún no ha querido enfrentar quizás por miedos, temores o por sentir que todavía no está preparado para asumirlas.
A pesar de esto, el padre de hoy está aprendiendo a ser papá ; se enfrenta a este reto con los conocimientos y oportunidades que la sociedad le está brindando. Es por esto que está comprendiendo cómo debe cuidar a sus hijos, aunque todavía le falte una mayor participación en tales actividades.
Así mismo, participa activamente en la educación y formación de sus niños en edad preescolar, ya que él conoce, por lo que ha vivido en su infancia, lo que significa realizar una tarea escolar, lo hermoso que es compartir a través del juego, la felicidad y el gozo que se siente al estar en un cumpleaños.
La participación del padre en el cuidado, en la formación y educación de los hijos y en la ejecución de tareas domésticas se acompaña de maneras o cualidades de llevar a cabo tales conductas.
Por lo tanto, actualmente se observa a un padre que espera y anhela compartir mayor tiempo con sus hijos, pues considera que las cargas laborales limitan los momentos para compartir con éstos. El sabe que la calidad del tiempo se expresa numéricamente en mayor cantidad de horas que disponga para sus hijos.
Este nuevo hombre también ha empezado a entender que la paternidad le exige un compromiso con respecto a su pareja y a sus hijos, quienes requieren su atención y el afecto que él pueda otorgarles. La ternura resulta para él el mejor modo de expresarles amor. El se está interesando en ser amoroso, por lo cual ha empezado a rechazar el modelo patriarcal de padre ausente, frío y distante.
Este nuevo hombre parece estar entendiendo que el amor permite espacios para la comunicación y el diálogo. Este último se está constituyendo en la manera ideal que él utiliza para expresar enojo o ira, como también la mejor manera de expresarles sus sentimientos a sus hijos.
Este hombre entiende lo difícil que es guiar y orientar a sus hijos, por lo cual se exige cada día más para ser más humano y un mejor guía y ejemplo para ellos. A pesar de esto, sus acciones apuntan a demostrar que es buen conductor para sus hijos.
Cabe destacar que la experiencia de la paternidad aún se ve empañada por impedimentos o constructos sociales, como, por ejemplo, la creencia que tienen los hombres de que a mayor edad, mayor debe ser su compromiso en el hogar, pues aún nuestra sociedad maneja un concepto de irresponsabilidad atribuido a la juventud, si se tiene en cuenta que muchas veces esta etapa trasciende las edades establecidas, 18 a 25 años, y abarca edades posteriores en las cuales no se toman decisiones ni se establecen compromisos reales. Es por esto que en la investigación se encontró que los padres más jóvenes participan y esperan muy poco en lo referente al cuidado de sus hijos y las labores domésticas, mientras que los padres de más edad, aunque participen poco en dichos aspectos, esperan y exigen mucho más de su rol, lo que denota una mayor madurez y conciencia sobre el mismo.
Así mismo, se percibe un padre que considera fundamental su éxito o carrera profesional, que aún no ha entendido que su rol al interior del hogar sobrepasa su profesión o su trabajo, y el cual resulta ser un papel que debe primar para su sano desarrollo como adulto y el de su familia, ya que la incorrecta ejecución del mismo puede llevarlo a frustraciones y fracasos difíciles de superar, situación que le impedirá desempeñar sus diversos roles fuera del hogar.
Cabe destacar que este nuevo padre, aunque está cambiando en cuanto a la educación de sus hijos varones y mujeres, en lo que se refiere al género aún continúa con algunos estereotipos sexuales en lo que respecta a los hijos varones, lo que impide que éstos sean más flexibles en su rol y que posteriormente puede influir en la manera como lleven a cabo su paternidad.
Al respecto, Papalia sostiene que aunque hoy en día la educación en género requiere menos estereotipos y mayor flexibilidad de roles que le permita a los hijos una adecuada identificación, desarrollo de su personalidad y una nueva forma de relacionarse con los demás, aún existe en nuestra sociedad diferencias en la educación de género del varón y de la mujer18.
Por último, se percibe un padre que cada vez más es consciente de las exigencias de su papel; es por esto que a mayor número de hijos, él espera de sí mismo poder ofrecerles una mayor y mejor atención acorde con el actual concepto de paternidad, aunque actualmente no lo haga.
En conclusión, el rol del padre, es decir, el conjunto de conductas y cualidades expresadas y esperadas del mismo19, está cambiando; es por esto que se observa un padre que ha empezado a participar, aunque le falta un mayor compromiso, en las actividades relacionadas con su hogar y el cuidado de sus hijos. Sin embargo, él tiene conciencia de que puede dar más de sí mismo, por lo cual espera tener una mayor congruencia en el desarrollo, ejecución y tareas que acompañan su paternidad y lo que él y los demás esperan sobre su rol.
Aunque al padre de hoy le falta realizar más acciones en cuanto a su rol, reconoce la importancia de que éste vaya acompañado de cualidades y componentes afectivos que faciliten el buen desempeño del mismo.
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2 PÁEZ, Guillermo. Sociología de la familia. Bogotá: Universidad de Santo Tomás, 1984, p. 23.
3 SATIR, Virginia. Relaciones humanas en el núcleo familiar. Mexico: Pax-México, 1987, p.12.
4 BEE y MITCHELL, op. cit., p. 58.
5 Ibíd., p. 58.
6 Idem.
7 Ibíd., p. 61.
8 Idem.
9 PÁEZ, op. cit., p. 45.
10 THOMAS, Florence. En búsqueda de un nuevo padre. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 1997, p. 3.
11 BEE, Helen y BJORKLUND, Barbara. The Journey of Adulthood. 4th edition. Estados Unidos: Prentice-Hall, 2000, p. 257.
12 HIRAM, E. Fitzgerald. Psicología del desarrollo. El lactante y el preescolar. México, Manual Moderno, 1981, p. 350.
13 MÁRQUEZ, Joseph. Masculinidad /Es poder y crisis. Chile: Isis Internacional-Flacso, 1997, p. 23.
14 HASS, Aaron. El don de ser padre. Buenos Aires, Javier Vergara, 1996, p. 143.
15 SATIR, op. cit.
16 FERNÁNDEZ, Juan. Nuevas perspectivas en el desarrollo del sexo y género. Madrid: Pirámide, 1988, p. 249.
17 ARANGO, Luz Gabriela. «El costo de la mujer». En: revista Semana. Bogotá, abril de 1996, p. 68.
18 PAPALIA, D. y WENDKOS, S. Desarrollo Humano. 6a ed. Bogotá, McGraw-Hill, 1996, p. 253.
19 BEE y MITCHELL, op. cit., p. 56.
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