La participación ciudadana en fiestas populares del Caribe colombiano: análisis cuantitativo del Carnaval de Barranquilla y las Fiestas de Independencia de Cartagena

Citizen participation in popular festivals in Colombian Caribbean region: A Quantitative Analysis of Carnival of Barranquilla and Independence Feasts of Cartagena

Participação cidadã em festas populares no Caribe colombiano: análise quantitativa do Carnaval de Barranquilla e das Festas da Independência de Cartagena

Aarón Espinosa Espinosa
Ph.D. (c) en Ciencias Económicas, Empresariales y Sociales de la Universidad de Sevilla. Profesor investigador del Instituto de Estudios en Desarrollo, Economía y Sostenibilidad (IDEEAS) y del Laboratorio de Investigación e Innovación en Cultura y Desarrollo (L+iD) de la Universidad Tecnológica de Bolívar, Colombia.
Correo electrónico: aespinosa@utb.edu.co
Orcid: 0000-0001-8805-4166

*Este trabajo recoge los resultados de la Beca de Investigación "Héctor Rojas Herazo, auspiciada por el Ministerio de Cultura y el Observatorio del Caribe Colombiano. Se agradecen los valiosos comentarios de Luis Palma Martos, Luis Fernando Aguado, Gabriel Rodríguez Puello, Gina Ruz Rojas, Rosaura Arrieta Flórez y Enrique Muñoz Vélez, y la generosa ayuda de Alberto Gómez Strauss, Augusto Otero Herazo y Federico Barraza Ucrós.

Citar como: Espinosa, A. (2022). La participación ciudadana en fiestas populares del Caribe colombiano: análisis cuantitativo del Carnaval de Barranquilla y las Fiestas de Independencia de Cartagena. Memorias: Revista Digital de Historia y Arqueología desde el Caribe colombiano (enero-abril), 49-80.


Resumen

Este artículo analiza la participación ciudadana en actividades culturales, en particular en las fiestas de origen popular de mayor ascendiente en el Caribe colombiano, el Carnaval de Barranqui-lla y las Fiestas de Independencia de Cartagena, cuyas conexiones históricas y evolución han sido determinantes en la construcción de la memoria festiva regional. Se aplica el enfoque y el método de la economía de la cultura para identificar y comparar los factores asociados a la participación de la población durante la última década, y se utilizan las encuestas de los programas Cómo Vamos de ambas ciudades para evaluar empíricamente el papel de un conjunto de variables tradicionales y del contexto local en la decisión de participar en estas celebraciones. Los resultados muestran amplias brechas inter- e intra ciudades, que se asocian al capital cultural, el sexo y el tiempo de ocio, y a otras consideradas estructurales, como el estatus socioeconómico, la pobreza y el lugar de residencia. Estas inequidades son sustancialmente mayores en Cartagena, donde se hace necesario ampliar el acceso a los sectores más rezagados. Los resultados dan luces al diseño de políticas culturales locales más inclusiva y sostenible que dinamice el patrimonio cultural inmaterial de ambas ciudades.

Palabras claves: economía de la cultura, participación cultural, Carnaval de Barranquilla, Fiestas de Independencia de Cartagena, modelos probit, políticas culturales.


Abstract

The research analyzes the citizen participation in cultural activities, in particular, in the most popular celebrations in the Colombian Caribbean region, the Carnival of Barranquilla Carnival and the Independence Feasts of Cartagena, whose historical links and evolution have been decisive in the construction of the regional festive memory. The approach and method of Cultural Economics are used to identify and compare the factors associated with local participation during the last decade, and Como Vamos programs' surveys are used to empirically evaluate the role of a set of traditional variables and the local context in the decision to participate in these festivals. The results suggest wide gaps between and within cities, which are explained by variables such as cultural capital, gender and leisure time, and others considered as structural, such as socioeconomic status, poverty and place of residence. Inequities are substantially greater in Cartagena, where it is necessary to expand access to the most lagging population. The article offers a new standpoint on the nature of regional feast and festivals and inputs for designing cultural policies to greater social appropriation of the regional intangible heritage.

Keywords: cultural economics, cultural participation, Carnival of Barranquilla, Independence Feasts of Cartagena, probit models, cultural policy.


Resumo

O artigo analisa a participação cidadã em atividades culturais, em particular, o Carnaval de Barranquilla e as Festas da Independência de Cartagena, cujas conexões históricas e evolução foram decisivas na construção da memória festiva regional. A abordagem e o método da economia da cultura são aplicados para identificar e comparar os fatores associados à participação da população durante a última década, e os levantamentos dos programas Como Vamos de ambas as cidades são usados para avaliar empiricamente o papel da um conjunto de variáveis tradicionais e do contexto local na decisão de participar nestas celebrações. Os resultados mostram grandes lacunas entre e dentro das cidades, as quais estão associadas ao capital cultural, sexo e lazer, e a outras consideradas estruturais, como nível socioeconómico, pobreza e local de residência. Essas desigualdades são substancialmente maiores em Cartagena, onde é necessário ampliar o acesso aos setores mais atrasados. Espera-se que esses resultados sejam usados como insumos para o desenho de uma política cultural local mais inclusiva e sustentável que fortaleça o património cultural imaterial de ambas as cidades.

Palavras chave: economia da cultura, participação cultural, Carnaval de Barranquilla, Festas da Independência de Cartagena, modelos probit, politicas culturais.


Introducción

El Carnaval de Barranquilla y las Fiestas de Independencia integran el grupo de manifestaciones del patrimonio inmaterial más reconocido de la región Caribe, y representan unas de las celebraciones de mayor valor cultural en la nación colombiana (Ruz y Abello, 2016; Abello, 2020). Aunque a lo largo del siglo XX, en especial en su segunda mitad, el ascenso y éxito mediático del carnaval coincidió con un lento y prolongado declive de las fiestas novembrinas1, en la actualidad ambas celebraciones enfrentan retos mayúsculos, como el de ampliar y democratizar la participación de diversos sectores de las sociedades locales.

El Plan Especial de Salvaguardia del carnaval formulado en 2015 considera que esta manifestación se enfrenta a un conjunto de riesgos, entre los cuales menciona aquellos "que limitan el derecho de acceso de las personas al conocimiento, uso y disfrute del Carnaval de Barranquilla" y otros asociados a la transmisión de los conocimientos y prácticas de la manifestación (Observatorio del Caribe, 2015, pp. 45-47). En Cartagena, el acento se ha puesto en la recuperación de las Fiestas de Independencia, proceso que empezó a finales de 1980 por iniciativa comunitaria (cabildos y carnavales de barrios) y luego en 2004 por las acciones del Comité por la Revitalización2, que integran la sociedad civil, el Estado y un sector empresarial de la ciudad. En el diagnóstico participativo realizado en 2016 con miras a su inclusión en la Lista Representativa de Patrimonio Inmaterial Cultural de la nación, se identificó que "la insuficiente o inexistencia de espacios para el disfrute pleno de las fiestas implica la exclusión de los cartageneros pertenecientes a los sectores populares" (Instituto de Patrimonio y Cultura de Cartagena [IPCC] Universidad Tecnológica de Bolívar [UTB], 2016, p. 20).

Hasta el momento, los estudios sobre el carnaval se han propuesto principalmente desde disciplinas como la antropología (Mariano y Endere, 2017; Lizcano y González, 2007; Friedemann, 1984; Abello, Buelvas y Caballero, 2005), la sociología (Reyes, 2011; González, 2006; Rey, 2004), la comunicación y la musicología (Espinosa y Seni, 2019; Ochoa, 2015; Carbó, 1993), entre otras. Un tratamiento similar han recibido las Fiestas de la Independencia, la cual vertebra celebraciones populares evolucionadas y estrechamente interconectadas desde la Colonia, como las fiestas religiosas de San Sebastián (20 de enero) y de La Candelaria (Gutiérrez, 2000). Las investigaciones sobre esta celebración se han orientado principalmente a la comprensión de los orígenes y procesos sociales alrededor de la manifestación festiva desde la historia, la sociología y la musicología (Román, 2011; Muñoz, 2007; Gutiérrez y Cunin, 2006; Gutiérrez, 2000, 2004, 2009; Ortiz, 2001; Conde, 1999). Un aspecto en común en estas celebraciones es que los aportes investigativos se han planteado con perspectiva histórica y en clara conexión con el Gran Caribe (Meisel, 2011; Miranda, 2010; García Usta, 2005; Friedemann, 1998; Buelvas, 1993; Brailowsky, 1993).

Con algunas excepciones investigativas -dirigidas a establecer el aporte seminal de las fiestas republicanas de Cartagena y su origen religioso al desarrollo del carnaval (Abello et al., 2005; Ruz y Abello, 2016)-, lo común ha sido que ambas celebraciones sean tratadas por separado y con enfoques distintos al económico. Todo ello a pesar de que la economía de la cultura ofrece una tradición conceptual y metodológica de más de 50 años (Palma y Aguado, 2010), rigurosa y útil, y en ascenso dentro del contexto colombiano (Espinal, Ramos, Balbin y Echavarría, 2019; Espinosa y Palma, 2019; Aguado et. al., 2018; Bermúdez et. al., 2016; Andrade, 2016; Espinosa y Toro, 2016; Palma, Aguado y Osorio, 2014; Aguado, 2011).

Desde el punto de vista económico, el carnaval y las fiestas representan bienes de consumo tiempo-intensivos, que combinan características materiales e inmateriales que requieren de amplia interacción social para vivir la experiencia cultural que ofrece la asistencia y participación a eventos y espacios en los que se apropian contenidos y referentes simbólicos. Sin embargo, la dimensión económica del carnaval se ha reducido a la mera contribución material: su aporte al empleo, a la generación de ingresos y a la producción local de bienes y servicios (Cámara de Comercio de Barranquilla, 2017), soslayando la faceta de la participación cultural de la población (Cabrera, 2017). En Cartagena, un primer intento se ocupó de la participación cultural en fiestas populares en sentido amplio sin considerar variables esenciales como el tiempo de ocio y la localización de la población en el entramado urbano local (Espinosa y Toro, 2016).

Esta investigación propone un análisis comparado de la participación ciudadana en estas fiestas de origen popular del Caribe colombiano, durante el periodo 20102019. Se utiliza el enfoque y el método de la economía de la cultura para identificar y comparar los factores asociados a la participación de la población, y se utilizan las encuestas de los programas Cómo Vamos de control ciudadano de ambas ciudades para evaluar empíricamente el papel de un conjunto de variables tradicionales y del contexto local en la decisión de participación en estas celebraciones.

El estudio aporta a la literatura de participación cultural y regional en varios sentidos. Primero, son escasos los estudios empíricos sobre determinantes individuales de la participación cultural en ferias, fiestas y carnavales locales de origen popular y con reconocimiento nacional e internacional; segundo, por el uso de una base de información robusta y la adopción de una estrategia empírica replicable a otros carnavales y fiestas populares de Colombia. Por último, con sus resultados se aportan elementos de juicio para la formulación de políticas culturales orientadas a ampliar la participación de la población local en estas celebraciones, desde una perspectiva que integre la sostenibilidad y la equidad, de cara a los riesgos que limitan el acceso y participación de los locales (Observatorio del Caribe et al., 2015; IPCC-UTB, 2016).

En la sección que sigue a continuación se revisa la literatura sobre los lazos históricos y culturales de estas fiestas, y se presentan los argumentos que la teoría y la evidencia económicas ofrecen para estudiar la participación cultural en este tipo de eventos culturales. En la tercera se expone la metodología consistente en la base de información utilizada en el análisis y la estrategia aplicada a la caracterización y el análisis empírico de la participación. En la cuarta sección se presentan e interpretan los resultados del análisis, y en la última las conclusiones del trabajo.

Revisión de la literatura

Dos fiestas: historia, valores comunes y desarrollo desigual

A pesar de las trayectorias divergentes que tomaron durante la segunda mitad del siglo XX, el carnaval y las fiestas populares de Cartagena presentan una historia y un conjunto de rasgos culturales comunes. Ambas se consideran fiestas republicanas con origen en las celebraciones religiosas y paganas de la Colonia, y como se ha documentado, el nacimiento del carnaval barranquillero se funde en las celebraciones religiosas cartageneras del 20 de enero (Día de san Sebastián), la fiesta de Nuestra Señora de la Candelaria (patrona de la ciudad, el 2 de febrero) y las famosas prórrogas festivas que conectaban con la cuaresma (Buelvas, 1993). Una institución festiva esencial en las celebraciones durante la Colonia fueron los cabildos de tradición africana, que confluyeron inicialmente en las fiestas de La Candelaria y en los carnavales (Gutiérrez, 2000; Muñoz, 2007; Ruz y Abello, 2016).

En su constitución y desarrollo, estas celebraciones también comparten un repertorio de manifestaciones de las distintas culturas y pueblos de América, Europa y África (Abello et al., 2005). Además de exponer imaginarios, carnaval y festividades comportan hoy en día procesos de expresión, interpretación y creación que ocurren en el ámbito público (desfiles, conciertos, casetas, exposiciones, etc.) o privado (fiestas de clubes y reuniones), de manera activa (en comparsas, agrupaciones musicales, arte callejero) o pasiva (en calidad de espectadores), procesos que evidencian el tránsito de una memoria colectiva de tradición a una contemporánea (tabla 1).

En los carnavales y fiestas también se representan actividades y formas de vida a nivel individual (un disfraz o un performance), grupal (una comparsa o una danza) o de signo colectivo (La Guacherna, la Muerte de Joselito, el Desfile estudiantil en homenaje a los héroes de la Independencia, los Grandes Lanceros). Muchas actividades pasan por el cedazo de la economía y el mercado, las cuales se realizan en infraestructuras construidas para garantizar un mínimo de asistencia gratuita (tabla 1).

Pese a las afinidades, desde la perspectiva de la participación, la instalación y desarrollo de las celebraciones en el universo local muestran realidades opuestas. En Cartagena, en un principio se impusieron estrategias de control social a afros e indígenas por parte de autoridades eclesiásticas, y luego, a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX, por las autoridades civiles (Gutiérrez, 2000). En oposición, en Barranquilla el desarrollo de sus fiestas llegó de la mano con la gran expansión económica y urbana, fruto de las distintas oleadas de inmigrantes que llegaron para aprovechar el despegue portuario y comercial durante los últimos 30 años del siglo XIX. De esta manera, mientras en 1862 se daba por perdida la vitalidad del carnaval cartagenero en medio de una prolongada crisis económica y demográfica (Muñoz, 2007), en 1876 se registraba la primera celebración en Barranquilla, y la ciudad se preparaba, años después, para presenciar el surgimiento de figuras fundadoras de la memoria festiva como el Rey Momo (en 1899) y de una estructura organizativa cuyo espíritu de gestión se conserva (Meisel, 2011).

Esta paradoja ha llamado la atención de algunos investigadores, que han extendido el análisis hacia las reglas de comportamiento social como clave del éxito del naciente carnaval y del ocaso de la fiesta cartagenera, en particular del papel de las sociedades estratificadas. Usando el enfoque sociológico de Weber, Meisel (2011) sostiene que la razón primera por la que el carnaval se instaló en Barranquilla y desapareció en Cartagena -luego de la Independencia y durante el resto del siglo XIX- fue la prevalencia en esta última ciudad de una estratificación por estatus que, según este autor, permitió a las elites cartageneras levantar barreras a la movilidad social mediante un sistema credencialista basado en la autoselección. En cambio, por su naturaleza de puerto de libres, en Barranquilla predominó la estratificación por clases, que fue más democrática porque permitió el ascenso social basado en el talento empresarial y otros valores sociales.

En los últimos años, un elemento vinculante de estas fiestas son los procesos de patrimonialización. En 2003, el carnaval se integró a la LRPCI de la Unesco, mientras que las fiestas cartageneras están ad portas de iniciar la construcción del Plan Especial de Salvaguardia, puntal del proceso de patrimonialización, luego de que iniciara con concepto favorable en 2017 su postulación de ingreso a la LPRCI de la nación colombiana.

Un aspecto crítico de estas declaratorias es que, según Lizcano y González (2007), se elaboran diagnósticos y descripciones que se orientan primordialmente a "estudiar la relación entre las fiestas populares y el patrimonio", desviando el interés de otros aspectos esenciales en la preservación, como la participación cultural sujeta a elementos del contexto. Para autoras como Ateca (2009), la demanda social de conservación no solo determina lo que vale la pena preservar, sino también los arreglos institucionales y los recursos que se ponen a disposición para ese objetivo.

Alrededor del carnaval y de las fiestas cartageneras se ha reflexionado ampliamente sobre la entronización de los modelos comercialistas en las dinámicas de planeación, gestión y ejecución de estas fiestas (Abello, 2020; Buelvas, 2005; Rey, 2004). A esta discusión subyace la necesidad de ampliar el acceso de la población a las celebraciones, sin embargo, este deseo choca con las restricciones individuales de recursos y de otra naturaleza, como el tiempo e ingreso para poder generar la experiencia cultural.

La participación cultural en la literatura económica

Los referentes teóricos que sustentan este trabajo recogen las reflexiones sobre la participación cultural. Se utiliza el ámbito de la economía para entender por qué la gente elige actividades culturales (fiestas y festivales populares) frente a otras que requieren uso del tiempo. Las otras actividades comportan compromisos como trabajar y estudiar, restringen la acción voluntaria para participar y condicionan la estructura de preferencias del individuo.

Becker (1965) y posteriormente Stigler y Becker (1977) muestran cómo el consumo de bienes y servicios de esta naturaleza produce experiencias culturales. Estos bienes no representan por sí mismos los satisfactores de la necesidad cultural, sino que se combinan con el tiempo y los recursos bajo la forma hipotética de una función de producción individual. Papel clave en el disfrute lo juega el capital cultural, definido por Throsby como "un bien que encarna, almacena o da lugar a un valor cultural además del valor económico que pueda poseer", que puede ser evaluado en términos "cuantitativos y cualitativos frente a una variedad de atributos como la calidad estética, el significado espiritual, la función social, el significado simbólico e importancia histórica, entre otros" (Throsby, 2003, p.167).

En la formación del capital cultural intervienen directamente la educación general y la educación artística (como educación específica), y de manera indirecta la transmisión de padres a hijos del gusto y la pasión por distintas expresiones culturales. En nuestros casos de estudio, el aprendizaje tiene un efecto significativo en la participación en fiestas populares, que por su naturaleza representan la "cultura de un grupo", las tradiciones heredadas, los valores y las creencias.

El conjunto de factores que condicionan la decisión de participación en actividades culturales ha sido estudiado en los últimos años para regiones y países (Falk & Katz, 2016; Casarin & Moretti, 2011; Ateca, 2010), y también para un gran grupo de actividades, como las artes escénicas (Mauri & Wolf, 2020; Ateca, 2009; Seaman, 2006, Borgonovi, 2004), la demanda de libros y periódicos y los hábitos lectores (Villarroya y Escardíbul, 2010; Fernández y Prieto, 2009; Ringstad y L0yland, 2006), consumo de música folclórica (Montoro, Cuadrado & Casasús, 2011) y la asistencia a fiestas (Palma, Palma y Aguado, 2013), entre otros.

La participación cultural cobra fuerza en el concepto de brecha de participación planteado hace más de cincuenta años por Baumol y Bowen (1966) para analizar el consumo en las artes escénicas. Para estos autores, las diferencias en el nivel de actividad cultural son el resultado de determinadas características individuales y del hogar (por ejemplo, padres sensibles y cultivadores de determinados hábitos, prácticas y expresiones culturales). La brecha presupone la concentración de la participación en una reducida parte de la población, casi siempre asentados en centros urbanos, con altos niveles de educación e ingresos debido a su alto perfil laboral.

Para el propósito de este artículo, se parte de la hipótesis de que existe un conjunto de factores estructurales que inciden en la participación cultural. Para Aguado y Palma (2015), son factores sumados a los planteados por Stigler y Becker (1977), que condicionan y modifican la valoración social y económica de la realización de actividades culturales, y que hacen que la participación cultural se sitúe en un reducido segmento de la población.

Estos factores también pueden evaluarse variables enfocadas a la demanda y oferta cultural, siendo, en primer lugar, la inserción de la educación artística en el currículo para cultivar la demanda y la disponibilidad de recursos distintos a los ingresos (como infraestructura cultural) y, en segundo lugar, la aplicación de políticas que generen ambientes propicios para la creación y la expresividad (Aguado y Palma, 2015).

Sobre la participación en fiestas y festivales populares como el Carnaval de Barranquilla y las Fiestas de Independencia de Cartagena existen pocos referentes en la literatura empírica. En Colombia son inexistentes y en el plano internacional son pocos los estudios sobre asistencia a fiestas populares.

Recientemente sobresale el estudio de Palma et al. (2013) sobre las Fiestas de la Primavera en Sevilla, cuyos hallazgos permiten definirla como un prototipo de bien cultural complejo fundamentado tanto en el patrimonio cultural inmaterial como en el material. Aspectos vinculados al conocimiento, los vínculos institucionales y las experiencias (que enriquecen la memoria cultural) son determinantes de la participación en estas fiestas, sin embargo, estos autores encuentran que, contra la evidencia de los estudios de participación sobre otros bienes culturales, las variables socioeconómicas tradicionales como la educación general o el ingreso no resultan significativas.

Base de información y metodología

Participación en fiestas populares: ¿qué datos se utilizan?

Para el trabajo se dispone de la Encuesta de Percepción Ciudadana (EPC) de los programas Barranquilla Cómo Vamos (BCV) y Cartagena Cómo Vamos (CCV). El objetivo de la EPC es informar y evaluar los cambios en la calidad de vida a partir del cumplimiento de los Planes de Desarrollo de las ciudades. Es también un instrumento de seguimiento y gestión de políticas públicas, y se aplica anualmente a aproximadamente 1000 hogares en cada ciudad.

El periodo de análisis son los 10 años comprendidos entre 2010 y 2019. En este trabajo se analizan hogares representativos de Barranquilla y Cartagena según distintos criterios (edad, estratos, entre otros)3. Al utilizar estos datos contamos con una estructura de cortes transversales para evaluar empíricamente la participación de Barranquilla en 2017 y de Cartagena en 2015. Se escogen estos años por ser los últimos en los cuales están disponibles todas las variables cuyo efecto se desea comprobar empíricamente.

La EPC indaga sobre la participación durante el último año de los miembros del hogar en actividades culturales (tabla 2). La encuesta captura información sobre distintas alternativas de participación cultural, aunque en este trabajo se orienta exclusivamente a la asistencia al carnaval y las Fiestas de Independencia4.

Las variables explicativas tradicionales son las que se han usado frecuentemente en la literatura teórica y empírica sobre los determinantes de la participación cultural. Según la literatura sobre economía de la cultura, estas son: el nivel educativo (asimilable al capital cultural), el ingreso y la disponibilidad de tiempo (Ateca, 2007). Adicionalmente, se consideran factores estructurales que condicionan la valoración socioeconómica de participar en las festividades, las cuales se operacionalizan mediante variables del contexto de cada ciudad (Aguado y Palma, 2015; Espinosa y Palma, 2019). Estas variables son el estatus socioeconómico -evaluado mediante la estratificación-, los tipos de pobreza (objetiva y subjetiva) y la localización en el territorio (localidades y residencia en zonas rurales para el caso de Cartagena).

¿Cómo conocer los factores asociados a la participación en fiestas populares? Una estrategia empírica

Desde el punto de vista conceptual, el análisis propuesto se fundamenta en los modelos de expectativas racionales, que asumen la participación cultural como una adicción racional; esta es fruto, a su vez, de la experiencia y la inversión acumulada por los individuos en la formación del gusto, proceso que sucede a través del tiempo (Stigler & Becker, 1977; Lévy-Garboua & Montmarquette, 1996; Palma et al., 2013).

Se parte de un modelo de comportamiento en el cual las personas eligen participar o no en las actividades del carnaval y de las fiestas de Cartagena. Cada integrante del hogar selecciona una o varias actividades que maximizan su bienestar, ajustando su decisión a la existencia de preferencias reveladas de los consumidores de estos bienes y servicios. El modelo de utilidad de elección discreta se usa para describir esta conducta de maximización del bienestar (Mcfadden, 1973). Este modelo explica que cada persona que integra el hogar elige entre varias opciones -en nuestro caso culturales, y dentro de estas, del carnaval y las fiestas- las que le reportan mayor satisfacción. Este modelo es útil para aplicar estrategias empíricas de elección binaria, que analizan la toma de decisiones como ir o no a celebraciones populares.

Por el tipo de elección binaria, se escogió un modelo tipo probit, en el que los errores capturan el componente de heterogeneidad en las preferencias de los hogares (ecuación 1). Se plantea este modelo por su potencial de interpretación estructural que, en nuestro caso, significa modelizar una variable latente mediante una función índice: la decisión de participar en festividades. Este modelo también permite incluir adecuadamente variables cualitativas e identificar insumos para políticas públicas territoriales.

Para la estimación se controla con variables individuales y del hogar, y por efectos del contexto local. El modelo toma la siguiente estructura:

Pij es la probabilidad de ocurrencia del evento de participar de un individuo i en cualquiera de las actividades celebratorias en ambas festividades, en la localidad j de cada ciudad; Xijes el vector de variables explicativas descritas, que incluyen los factores estructurales. Por su parte, el vector de parámetros representa los efectos de cada una de las variables explicativas en la decisión de participación, que se interpretan como probabilidades.

Resultados

Estructura y evolución de la participación cultural: análisis descriptivo

La participación en el Carnaval de Barranquilla y las Fiestas de Independencia muestra brechas significativas durante el periodo de estudio. La participación en el carnaval es sustancialmente mayor, aunque en los últimos años se ha presentado una recuperación significativa de la participación en las festividades cartageneras (gráfico 1). A pesar de este repunte, la participación en el carnaval durante los 10 años es más del doble que la reportada en las fiestas de Cartagena (gráfico 2).

La participación registra una distribución más homogénea en cada ciudad cuando se considera el sexo. En Cartagena la asistencia a las fiestas es levemente superior en las mujeres (21 % versus 20 %), mientras que en Barranquilla los hombres registran una participación promedio mayor (46 % frente a 42 %) (gráfico 3). Lo observado en Cartagena sigue más de cerca la evidencia colombiana, según la cual no existen razones para esperar una diferencia en la participación cultural de hombres y mujeres (Espinosa y Palma, 2019). Sin embargo, según el contexto y tipo de actividad, puede hallarse que las mujeres presenten tasas de participación mayores que se asocian a las diferentes formas de socialización en la niñez: las niñas a través de actividades culturales y los niños con actividades deportivas (Mauri & Wolf, 2020; Espinosa, Palma, Heredia y Rodríguez, 2018; Christin, 2012).

A través de la edad se puede analizar la manera como se condiciona el 'gusto cultivado o adquirido' en la participación cultural. En ambas ciudades se observa una caída constante en la participación a medida que aumenta el rango de edad. Este descenso es mayor en Barranquilla si se comparan las tasas de participación de los más jóvenes (18-25 años) y de los más adultos (mayores de 55 años).

Los costos de oportunidad -lo que se tiene que sacrificar por participar- son cruciales para entender el comportamiento de los consumidores de fiestas populares en estas ciudades. Desde la educación inicial hasta la universidad se adquiere capital humano en un periodo en el cual existen bajos costos de oportunidad de participación, por lo que esta suele ser elevada. A mediana edad, esto es, al término de universidad y hasta la consolidación en el mercado de trabajo (26-50 años), las personas se enfrentan a costos crecientes, por cuanto definen un estilo de vida y adquieren obligaciones durante el resto de la misma. Sin embargo, estos costos decrecen en la etapa de jubilación, cuando se espera que, en teoría, aumente la participación cultural.

No obstante, en ambas ciudades la participación es decreciente con la edad, acentuando su caída en la recta final de la vida laboral y durante la jubilación (gráfico 4). La explicación radica en el carácter de actividades culturales como el carnaval y las fiestas novembrinas, que son tiempo-intensivas y demandan recursos económicos para la participación. Las actividades programadas son no consumibles a la vez porque se realizan en múltiples días, e incluso en un mismo día con múltiples eventos no contiguos.

Justamente, según el uso del tiempo disponible en actividades de ocio, quienes estudian, estudian y trabajan al tiempo, y trabajan por fuera de la casa, presentan las mayores tasas de participación en ambas ciudades (gráfico 5). Esto puede deberse a un doble efecto positivo: el primero, en ambas ciudades se cuenta con un grueso grupo de participantes vinculados a temprana edad en actividades festivas por cuenta del gusto cultivado, y el segundo, a la existencia de un perfil de ingresos y de disponibilidad de recursos más elevado asociado al trabajo.

Según Throsby (2003), el capital cultural es una expresión del capital humano que en el ámbito de la participación es esencial porque aumenta la eficiencia con que se produce la experiencia cultural. En este marco, la educación representa un medio para adquirir 'habilidades para el consumo' de las artes y otras expresiones culturales. La formación genérica puede aumentar la participación en la vida cultural, en tanto que la educación específica (cursos de música, historia del arte, etc.) hace más eficiente la producción de la 'experiencia cultural' (Ateca, 2009).

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En términos generales, se observa que esta tesis se cumple principalmente entre los asistentes al carnaval, esto es, que la participación en actividades festivas aumenta con el nivel educativo (gráfico 6). Como ocurre hasta el momento, las brechas de participación relativas a la educación son más notorias en Barranquilla. De hecho, en esta ciudad, una persona sin educación ha logrado participar en los 10 años un tercio más de lo que logra una persona con características similares en Cartagena. Esta distancia aumenta entre la población con mayor escolaridad: las brechas logran ser más del doble (52 % en Barranquilla versus 24 % en Cartagena) (gráfico 6).

Un interrogante que surge de los resultados es si las brechas entre niveles de escolaridad en Cartagena aumentarían en presencia de un mayor nivel de participación de la población. Una manera de entender este proceso es examinando el papel de la escuela como formador del capital cultural presente y futuro vinculado a la expresividad y la apropiación del patrimonio inmaterial.

Aunque uno de los hechos indiscutibles es el mayor involucramiento de jóvenes y niños barranquilleros en las actividades carnavaleras, Cartagena experimenta al final del periodo de análisis un notorio repunte en la participación de este grupo (gráfico 7). Esto permite constatar el impacto positivo que han tenido iniciativas de la escuela oficial en esta ciudad, en particular el de festivales de música y danza que demandan una trayectoria y preparación de niños y jóvenes para ponerlos en la escena de celebraciones de la Independencia. Esto puede constituir un bono demográfico festivo para potenciar y sostener la participación en el futuro.

Por último, se analiza la participación teniendo en cuenta aspectos del contexto local como la estratificación. Según diversos estudios (Pérez y Salazar, 2008; Cepeda, 2014), esta se relaciona con patrones de segregación espacial en ambas ciudades. Derivado de la tesis planteada en estos trabajos, se espera que la población que reside en zonas con menor riqueza y dotación de bienes públicos y de mérito (infraestructuras culturales y recreativas, de transporte y movilidad) participe menos que aquellos ubicados en los estratos más altos en la escala socioeconómica de la sociedad.

No obstante, el carácter popular y descentralizado de algunas de actividades que se desarrollan en estas festividades, como los bailes, verbenas y reuniones en el barrio, cuyas celebraciones se comportan como bienes públicos, podrían acortar las brechas de participación. Esta consideración parece observarse en los resultados: Cartagena presenta una participación similar entre los distintos estratos de la población; mientras en Barranquilla la participación en el carnaval muestra un patrón más estratificado (gráfico 8).

Análisis empírico: factores asociados a la participación

Los resultados del ejercicio empírico se presentan para cada celebración y en dos tipos de estimación: una que aporta las variables tradicionales de la participación y otra que incluye los factores estructurales (tabla 3). Un primer resultado indica que los modelos estimados predicen de manera satisfactoria la decisión de participar en las Fiestas de Independencia y el Carnaval de Barranquilla, como indica el porcentaje de observaciones bien clasificadas (tabla 3). Esta proporción aumenta cuando se añaden los factores estructurales, en especial en el modelo del carnaval.

En general, ambos modelos muestran resultados esperados en cuanto al signo de los coeficientes estimados (efectos marginales) y la significancia estadística de la mayor parte de variables tradicionales de los modelos de demanda cultural: el capital cultural, el uso del tiempo de ocio, la edad, el sexo y en menor grado los ingresos, cuya variable proxy es la percepción de los hogares sobre la situación económica. Igualmente, son consistentes los estimadores de dos de los factores estructurales: la estratificación para ambas ciudades, y la localización de la población para el caso de Cartagena, que captura las brechas urbano-rurales en esta ciudad. Ambas celebraciones tienen en común que la edad y la educación influyen en la decisión de participar, en tanto que se aprecian diferencias explicativas que se relacionan con la situación económica, el sexo, el tiempo de ocio y las variables estructurales consideradas.

En cuanto al sexo, se presentan resultados significativos en Cartagena, donde la probabilidad aumenta en casi cinco puntos porcentuales si quien participa es una mujer. En Barranquilla no se halló evidencia estadísticamente significativa, por lo que se puede afirmar que no existen diferencias comprobadas entre participantes hombres y mujeres. Igualmente, los parámetros estimados de la edad indican que la participación declina cuando se compara con el grupo de referencia, esto es, con la población de 55 años y más. Este resultado ajusta mejor a las fiestas de Cartagena, donde se observan amplias brechas de participación entre el grupo más joven y el más adulto.

Por su parte, el capital cultural es el mayor predictor de la participación en fiestas y carnavales. Frente al grupo más educado, aquel que cuenta con educación terciaria (universidad y posgrados), la población analfabeta reduce la probabilidad de asistir a cualquier de las actividades de estos eventos en más de 90 puntos porcentuales en Cartagena y en 28 puntos en Barranquilla. La relación creciente entre capital cultural y participación se observa de manera más consistente en el carnaval, que muestra estimadores estadísticamente significativos para cada nivel de educación (tabla 3). Esta relación se mantiene cuando se controla por variables estructurales.

En cuanto a la variable proxy del ingreso, el signo de los coeficientes se ajusta a lo esperado, es decir, que una percepción de deterioro de la situación económica en los hogares reduce la probabilidad de participar frente al grupo de referencia, los hogares que perciben una mejora de esta situación. Sin embargo, en Barranquilla este vínculo es débil y en Cartagena no tiene validez estadística (tabla 3).

Por último, entre las variables tradicionales, la disponibilidad de tiempo de ocio muestra resultados consistentes para los asistentes al carnaval, y no tanto para quienes asisten a las festividades cartageneras. Comparado con los desempleados (grupo de referencia), quienes estudian, estudian y trabajan, y trabajan por fuera casa aventajan al resto. La probabilidad de participar en el carnaval es casi igual entre estudiantes y estudiantes que trabajan, es decir, es superior en casi 20 puntos porcentuales frente al grupo de referencia. En el caso de los jubilados y responsables de casa, se observa el efecto negativo de la disponibilidad de tiempo en la decisión de participar (tabla 3). En el caso de las fiestas cartageneras, el modelo solo explica de manera fiable la participación de quienes trabajan por fuera de casa y de los estudiantes.

El papel explicativo de los factores estructurales

Las variables que miden el efecto de los factores estructurales son la pobreza, la localización urbana y la condición de ruralidad de la población. Solo la pobreza subjetiva, definida a partir de la autopercepción, evidencia resultados consistentes. Por definición, variables como la pobreza subjetiva permiten controlar efectos del contexto inmediato del individuo que pueden afectar su valoración de la participación cultural como vehículo que mejora sus condiciones de vida. Autodefinirse como pobre disminuye en 11 puntos porcentuales la participación en las fiestas de Cartagena, lo que podría estar recogiendo aspectos del bienestar no reportados por la proxy de ingresos utilizada, como la calidad del trabajo, el sentimiento de vulnerabilidad, la falta de oportunidades y la inseguridad, entre otras.

En cuanto a la estratificación, se considera una variable que se asocia a la posición económica de un hogar y de sus integrantes en la escala social. Adicionalmente, se debe tener en cuenta que el conjunto de atributos que definen el estrato de pertenencia, como las características de la vivienda y del entorno, permite asimilar esta variable a una medida objetiva de riqueza. Como tal, la estratificación refleja la capacidad del individuo y de su hogar para asumir el costo económico de la participación cultural, representado en pago de entradas, transporte local, costos de vestuario y cuidado de menores, entre otros. Según los resultados, no existe evidencia en Barranquilla para concluir que la participación varía según la posición socioeconómica del hogar, por lo que, para el año analizado, se puede considerar el carnaval una fiesta menos estratificada que la fiesta cartagenera.

En cambio, las Fiestas de Independencia sí muestran un patrón más estratificado, especialmente dentro de la zona urbana. En esta zona se observa que los hogares de más bajo nivel socioeconómico reducen su participación frente a los estratos altos (5 y 6) y medios (3 y 4). Por otra parte, se evidencia la situación de rezago de los estratos bajos urbanos, donde las opciones para participar son menores que en las comunidades rurales, donde existen las peores condiciones de vida de la ciudad (Espinosa et. al., 2013). En cuanto a la zona rural, el resultado es consistente con la tesis según la cual estas comunidades, ante el histórico abandono estatal, han tenido que autogestionar la celebración. Es común observar en corregimientos (Arroyo de Piedra, Bocachica y Bayunca) hacer actividades como reinados y cabildos para apropiarse de la celebración festiva.

Por último, la ubicación del hogar en el territorio parece no tener ninguna influencia en la participación en el carnaval. Esto demuestra que no existen diferencias significativas en el nivel de participación de las cinco localidades de Barranquilla. En cambio, esta variable sí adquiere importancia en Cartagena, donde existen diferencias en la participación según la localidad de residencia del hogar (tabla 2). Del análisis de los resultados se evidencia que en esta ciudad los efectos de la localización y la estratificación son complementarios, por lo que es posible que la primera recoja los efectos de la densidad demográfica, y la segunda la de una medida de riqueza unida a mayores bienes públicos y de mérito que soportan la participación cultural (Espinosa y Palma, 2019),

Conclusiones y discusión

En este estudio se analizó la participación cultural en las dos fiestas de origen popular más relevantes del Caribe colombiano; el Carnaval de Barranquilla y las Fiestas de la Independencia de Cartagena. El análisis permitió hacer una primera aproximación desde la economía de la cultura orientada a entender el rol de sus determinantes tradicionales y del contexto local, usando una base de información y una estrategia empírica que permite ser replicada a otros carnavales y fiestas populares de Colombia. De los principales hallazgos del trabajo se pueden extraer lecciones que aportan a la discusión sobre la sostenibilidad y la equidad en la participación, de cara a los riesgos identificados en las iniciativas de patrimonialización en cada ciudad.

Para el periodo 2010-2019, el análisis permitió identificar brechas de participación dentro de cada ciudad siguiendo un conjunto de características de las personas, del hogar y de su entorno. En Cartagena y Barranquilla estas brechas se relacionan principalmente con la edad, el tiempo de ocio y el capital cultural. De igual forma, se logró establecer la notoria diferencia en la participación entre ciudades, resultado que evidencia el largo proceso de empobrecimiento y de apropiación social de la fiesta cartagenera, cuya población participa la mitad de lo registrado en el carnaval.

Según los resultados empíricos, la edad y el tiempo de ocio explican los efectos del ciclo vital y los costos de oportunidad en la decisión de participar. La menor participación de quienes atienden obligaciones en los hogares y de los grupos de mayor edad de la población muestran el margen de acción de la política cultural para promover la participación de grupos excluidos de la experiencia cultural.

Con respecto al capital cultural, se destacan dos resultados: por una parte, se comprueba la importancia de la educación para ampliar la eficiencia con que se produce la experiencia cultural en estas celebraciones. Como lo muestra la ventaja en participación de Barranquilla sobre Cartagena, su rol es determinante para adquirir habilidades para el consumo de las expresiones culturales que transcurren en la celebración de cara a su sostenibilidad. Por otra parte, sobresale el impacto de la baja escolaridad como barrera a la participación en las actividades festivas de Cartagena. Aunque en esta ciudad se ha reducido notoriamente esta privación, su efecto muestra la necesidad de ampliar la demanda no solo mediante procesos de educación cultural -como los adelantados en la escuela oficial y algunos colegios privados- sino también garantizando una oferta adecuada a estos grupos rezagados.

La falta de información de ingresos para los años estimados limita el alcance del estudio. Con esta variable se pueden ofrecer resultados más concluyentes sobre la manera como la estructura de la renta afecta la decisión de participar en actividades festivas. Al poner acento en el uso del tiempo de cada persona según sus distintos roles, los resultados permiten diferenciar el papel de los costos de oportunidad que enfrentan los participantes. Según los resultados, los grupos más jóvenes que utilizan el tiempo para estudiar y trabajar al mismo tiempo son quienes más participan. Si se atienden las conexiones entre este tipo de participantes con las variables tradicionales de los modelos de adicción racional, la participación se maximiza cuando se conectan el capital cultural adquirido y los recursos derivados de una condición laboral estable.

El estudio permitió identificar igualmente el rol de variables subjetivas en la participación. Con esto se demuestra el peso de factores coyunturales distintos de la situación económica que, por una parte, condicionan la evaluación social y económica de la asistencia y, por otra, aportan luces para comprender las fuentes de satisfacción de las personas con sus entornos de vida.

En cuanto a los factores estructurales propuestos, el análisis de las brechas urbano-rurales muestra resultados que vale la pena subrayar para Cartagena. En primera instancia, se detectaron los grupos en mayor desventaja dentro de la zona urbana, que corresponden a los estratos más bajos. Estos grupos urbanos pobres están en clara desventaja frente a comunidades históricamente excluidas como las rurales, cuya participación depende más de la autogestión orientada a satisfacer sus propias necesidades culturales y de la barrera de los elevados costos económicos y de tiempo para participar en una fiesta altamente centralizada.

Este resultado, al igual que el de la zona rural, difiere de diversos marcos de análisis que asumen la existencia de una fiesta localizada en los llamados barrios populares, usualmente clasificados en la escala más baja de la estratificación. Esto implica que la correlación entre estrato social y hábitos culturales, que segmenta los gustos y consumos entre "alta cultura" y "cultura popular" (Bordieu, 1984), podría no ser útil para comprender los factores que inciden en la participación en fiestas y carnavales.

Al incluir los factores estructurales en la estimación, las brechas de participación determinadas por la edad, el capital cultural y el tiempo de ocio disponible tienden a reducirse en ambas ciudades. Esto significa que existen factores subjetivos individuales y experiencias locales y comunitarias que podrían compensar el efecto de las variables tradicionales en la participación.

En el fondo, subyace la cuestión de cómo armonizar los objetivos de ampliar la participación cultural de nuevos hogares y personas -especialmente en Cartagena- con los de lograr una distribución relativamente equitativa de la misma en ambas ciudades. En parte los resultados indican que los instrumentos para ampliar la participación están por fuera del alcance de los organizadores de estas festividades y forman parte de una estrategia más amplia de lucha contra la pobreza y la generación de ingresos de la política económica local y nacional. Sin embargo, como muestra el estudio, una acción clave es aumentar el grado de implicación de niños y jóvenes en las escuelas.

Aunque se ha presentado una perspectiva empírica de la participación, también hay que considerar que los resultados también dependen de cómo se distribuyen las actividades festivas en los territorios, del tiempo y la intensidad de duración de ambas festividades. Este aspecto ha jugado a favor de la participación en Barranquilla, donde se disfruta de una celebración altamente descentralizada, pero en contra de Cartagena, donde la concentración de actividades en el Centro Histórico ha estado acompañada en la última década de la desaparición y empobrecimiento de cabildos y carnavales de barrios.

Por último, el análisis empírico muestra los factores asociados a la participación en un momento del tiempo, por lo que un reto de próximos estudios será adoptar una mayor amplitud temporal que permita estudiar la permanencia del hábito de las personas de participar en estas fiestas.


Notas

1 A las Fiestas de Independencia también se les llama Fiestas de Noviembre por la fecha en la cual se conmemora la declaración de la independencia como colonia española, acaecida el 11 de noviembre de 1811.

2 El Comité por la Revitalización de las Fiestas de Independencia, organización cívica sin estructura orgánica, personería jurídica, ni jerarquías, surge en calidad de asesor del gobierno local en 2004 con el propósito de promover el estudio, la apropiación social del conocimiento, la reflexión y la gestión para el fortalecimiento de las Fiestas de Independencia de Cartagena de Indias. Para mayor información, ver en: http://fiestasdeindependencia.co/

3 Los otros municipios que integran el área metropolitana de Barranquilla (Puerto Colombia y Soledad) no se incluyen, ya que no se dispone información sobre estos para el periodo analizado.

4 Se omiten otras fiestas populares y festivales para centrar el interés en celebraciones más homogéneas y de largo recorrido histórico como las mencionadas. En otras fiestas populares se encuentran las fiestas de La Virgen de la Candelaria, sin embargo, el formulario de la encuesta no precisa que sean estas. Tampoco con el Concurso Nacional de Belleza, que se realiza para las mismas fechas novembrinas y cuya única medición corresponde a los años 2010 y 2011. En los dos años tan solo el 2.5 % de la población cartagenera asistió a este evento. La selección planteada también es pertinente para evitar el sesgo ante el hecho de que en la mayoría de zonas rurales se realizan festivales.


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