Eidos. Revista de Filosofía de la Universidad del Norte

ISSN 1794-8886
n°. 16, enero-junio de 2012



Conquista: Una nueva historia del Mundo Moderno

David Day
Barcelona, Editorial Critica, 2006. 338 pp.

Los inicios del 2012 traerían nuevamente un discurso que ya hace 30 años parecía haber concluido, la ocupación británica en las Islas Malvinas. El gobierno argentino apoyado mayoritariamente por una cadena de naciones latinoamericanas levantaba su voz en contra de la presencia militar británica en los mares del Atlántico Sur, automáticamente refloreció el discurso en la región sobre la conquista geográfica por parte de antiguas potencias occidentales y sus nuevos interés en América Latina, la causa principal, el descubrimiento de yacimientos petrolíferos por primera vez en las profundidades de la costa norte de las islas Malvinas por la empresa británica Rockhopper Exploration a principios de esta década.

Precisamente David Day elaboró un interesante trabajo muy cercano a dicha temática. Anima a los lectores en una activa sinopsis a percatarse de que la historia entera de la humanidad ha sido, y sigue siendo, la de una sucesión de conquistas despiadadas, acompañadas del desplazamiento y sumisión, cuando no del genocidio de los sometidos. El autor inicia sus notas preliminares explicando algunas particularidades del colonialismo, y el remplazo de nuevas sociedades por otras en la historia de la humanidad. Day describe resumidamente el difícil proceso de asimilación por el cual deben pasar los "suplantados", al momento de comprender su situación frente a los "nuevos individuos", a los que describe como invasores.

Llamó Reclamaciones Legales a un primer y amplio capítulo de su trabajo. Allí parte con la ejemplificación de algunos rituales ejecutados por españoles, franceses, holandeses, ingleses, y portugueses en el momento de declararse descubridores del Nuevo Mundo —resalta que era nuevo para Europa—, lo que generaba para la creencia de las antiguas monarquías una oportunidad de reclamarlo bajo cierto grado de legitimidad, sobre tierras que necesitarían un orden administrativo y espiritual, siendo esto último necesario para "dar validez a la posesión".

En el mismo capítulo detalla la influencia de objetos y de simbolismos para el reclamo de nuevas propiedades por parte de los europeos. Day explica cuidadosamente la forma como algunos "descubridores" ganaron la confianza de pueblos nativos cercanos a las costas con obsequios que representaban a una monarquía específica, lo que para el imaginario de la época sería prueba fehaciente de que ese pueblo ya había aceptado a un monarca y estaba sometido a su voluntad. Ahora bien, que un servidor especifico de un monarca cumpliera con los protocolos de descubrimiento y tomara posesión sobre algunas islas en el Pacifico americano o en las costas australianas no aseguraba que sus contemporáneos reconocieran esa reclamación.

Para el autor, la ampliación de las fronteras en el mundo moderno a partir del siglo XV conllevaría a la orientación de las conquistas. No era tarea fácil salir de un puerto sin ubicación alguna, el poder distribuir las pertenencias terrenales mediante documentos ilustrativos de las monarquías de cada reino contribuyó a la disminución de conflictos entre europeos. Así sobresale un segundo capítulo titulado El poder de los mapas. El valor del nombre ofrecido por los descubridores y colonizadores resultaba de gran importancia. En el caso de Inglaterra seleccionar un nombre de influencia o valor alguno en la isla creaba un lazo directo con el Imperio británico en expansión, aspecto bastante resaltado en el tercer capítulo titulado El nombre como instrumento para la reclamación. Otorgar nombres europeos a territorios de América contribuyó en ocasiones para generar roces entre los imperios ultramarinos. Por supuesto lo anterior pasaba por encima de lo que pudieran opinar o no los nativos.

Una de las cuestiones que más preocupaba a los conquistadores era la necesidad de apropiarse de nuevos territorios fértiles y abiertos estratégicamente al comercio. Según Day hubo mayor preocupación por la obtención de tierras que de indígenas, ya que estos serían suplantados por mano de obra esclava africana, de allí el título del cuarto capítulo Suplantar a los salvajes. Para el autor, el cristianismo que compartían los imperialistas europeos reforzaba —si cabe— su confianza a la hora de conquistar y de reclamar las tierras de otros pueblos.

Day compara la situación anterior con lo vivido por el personaje bíblico de Moisés, a quien Dios guió para ocupar el territorio de naciones mayores y más fuertes. Cuestiona fuertemente la creencia que las conquistas españolas resultaron más sanguinarias que las inglesas, las diluye a una misma categoría en el quinto capítulo Por derecho de conquista.

En la Defensa del territorio conquistado capitulo sexto, se explica por medio de algunos ejemplos la manera como los "conquistadores" de un territorio especifico crean un blindaje para su protección dentro de cierto marco territorial. El autor resalta el significado de los muros, a los que asigna un papel significativo como se ha demostrado a los largo de la historia. Aunque estos brindan a las sociedades que se ocultan tras ellos cierta sensación de inexpugnabilidad, también menciona que se han revelado como un medio tan imperfecto como temporal de impedir el movimiento transfronterizo de los pueblos.

El autor toma como un referente en el séptimo capítulo Historias fundacionales, el ejemplo de Constantinopla. Realiza un corto repaso histórico de sucesos "místicos" que daban el origen histórico de la ciudad (como la guía a la ciudad-estado de Megara en el siglo VII a.c. por parte del oráculo de Delfos o el vuelo simbólico de dos águilas al mismo tiempo sobre una población en la que se encontraba el emperador Constantino en el año 324).

Lo anterior representa para Day una historia fundacional que podía convertirse en un recurso poderoso para una sociedad suplantadora que deseaba legitimar su ocupación, tanto en la mente de su pueblo como en la de los demás, al mismo tiempo que vincula a la gente de maneras que se consideran coherentes con el lugar que ocupan en ese momento, pero sin embargo no las blindaba de las invasiones extranjeras. Ejemplos similares aplica a los pueblos de los Mexica e Incas en su relación con la monarquía española.

David Day concluye su trabajo con cuatro cortos capítulos dedicados a analizar ciertos rasgos mentales de "antiguos colonizadores". El octavo titulado El cultivo del suelo es resumido a un análisis del movimiento poblacional de los blancos en Australia entre el siglo XIX y parte del XX. Define algunos conceptos interesantes con el término de sociedades suplantadoras. El noveno El imperio genocida, decimo Poblando el territorio y un décimo capítulo Un viaje sin fin, se resumen en un análisis de movimientos migratorios de diferentes partes del mundo. Aunque finalmente todos terminan ligados a procesos migratorios y de conquistas por parte de sociedades europeas.

 

Guissepe D'Amato C.
Historiador - Universidad del Atlántico
Joven investigador Universidad del Norte
Candidato al Màster de Historia de América Latina. Mundos Indígenas Universidad Pablo de Olavide de Sevilla Barranquilla, Marzo 2012



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