Memorias. Revista Digital de Historia y Arqueología desde el Caribe

versión On-line ISSN 1794-8886
n.° IX, julio-diciembre de 2008


Calle, brisa y juego: Expresiones y manifestaciones socioculturales de la cotidianidad de Barranquilla, 1930-19501

Willian Chapman Quevedo
[sirwch@yahoo.com]


Resumen

El presente artículo describe y analiza las manifestaciones y expresiones presente en la vida diaria de los habitantes de Barranquilla entre 1930 y 1950. El interés principal se centra en observar cómo los barranquilleros construyeron un perfil identitario y cotidiano que les permitió adaptar su diario vivir a las continuidades y rupturas que el desarrollo urbano, social y cultural les fue imponiendo.

Palabras claves: Cotidianidad, Identidad, Continuidad, Ruptura, Socioculturales.


Abstract

This article describes and analyzes the demonstrations and expressions in the daily lives of inhabitants of Barranquilla between 1930 and 1950. The main interest focuses on how to observe the barranquilleros built a profile identity and everyday enabling them to adapt their daily life to the continuities and ruptures that urban development, social and cultural development was imposing them.

Key Words: Everyday, identity, continuity, Rupture, Socioculturales.


Introducción

La ciudad es el escenario adecuado para percibir las relaciones ambivalentes entre lo indeleble y las discontinuidades culturales2. Indicándonos, que en su interior se presentan procesos de transculturación3, que implican el encuentro de dos o más formas de vida completamente distintas. Es decir, que la ciudad se presenta como el espacio indicado para observar las continuidades y rupturas de las distintas manifestaciones y expresiones socioculturales.

Proceso al cual no sería ajeno la ciudad de Barranquilla en las décadas de 1930 y 1940, que comparada con otras ciudades del país era relativamente nueva. Durante la temporalidad señalada, experimentó ciertos cambios en su estructura social y urbana, uno de ellos fue el rápido crecimiento de su población. En el periodo intercensal de 1918 a 1938 la ciudad creció el 43,7%, superando a ciudades como Bogotá y Medellín, que crecieron sólo el 42,3% y el 38,4% respectivamente4. Crecimiento producto de diversos factores, entre los que podemos señalar la atracción que ejercía la ciudad por su dinamismo comercial, industrial y portuario5, ocasionando una importante migración poblacional proveniente de otros departamentos de la Costa Atlántica e inclusive del interior del país6. Cuando indicamos esto, no afirmamos que la Barranquilla de la primera mitad del siglo XX fuese una gran ciudad en el entendimiento preciso que le concede la sociología urbana. Pero sin duda ella, comparada con el pequeño pueblo de origen, incorporaba un contexto diferente en diversos ámbitos.

Paralelo a la dinámica demográfica, se produjo un desarrollo urbano, se transformo el entorno espacial producto del crecimiento poblacional y las diferentes actividades sociales, culturales, económicas y políticas de la ciudad. Pero dicho crecimiento urbano, debido a que no fue resultado de una planificación, se produjo de manera desordenada. Así, la ciudad tuvo un crecimiento desbordante y ligero, pero también veloz y exuberante fue su desorden espacial. Fue en el excesivo desorden espacial en donde surgieron una serie de manifestaciones y expresiones socioculturales que moldearon la identidad de la ciudad.

En este sentido, el presente trabajo tiene como objeto: describir y analizar las diversas manifestaciones y expresiones socioculturales que construyeron los habitantes de Barranquilla en las décadas de 1930 y 1940, tales como: caminar, charlar, habitar, jugar, entre otras. Al igual que observar, cómo muchas de estas expresiones y manifestaciones socioculturales fueron moldeando y perfilando el prototipo identitario y cotidiano de la ciudad a través de sus continuidades y discontinuidades.

Caminar y charlar

En la edición de la revista Civilización del mes de Enero del año 19387, se registraron una serie de fotografías de las antiguas calles Líbano (carrera 45), San Blas (calle 35), Comercio (calle 32) y las avenidas Olaya Herrera (carrera 46), Boyacá (calle 30) y Veinte de Julio (carrera 43)8, en donde se puede observar que dichas calles se encontraban pavimentadas. Asimismo, un artículo de la revista de la Sociedad de Mejoras Públicas, titulado: "Semblanza de Barranquilla", hacía énfasis en las calles y casas del barrio El Prado y su construcción "artísticamente"9, mientras que otro escrito de la misma revista, que se titula "¿Qué es espíritu publico?", se refería a "el funcionamiento de residencias pajizas en pleno centro de la ciudad"10. Los citados artículos enfatizaban sobre la dinámica espacial de la ciudad en aquella época, representada en sus calles y casas, entendidas, no sólo como las áreas transitables y habitacionales de la población, sino, como los espacios que adoptaron y construyeron los barranquilleros para llevar a cabo su vida cotidiana y en el cual generaron sus actividades socioculturales. Es decir, hacían parte del barrio, el cual se erigió como un espacio de interacción e interrelación sociocultural en donde sus habitantes expresaban sus actividades en todo su esplendor. En él, se configuró especialmente el barrio popular que definió parte de la silueta sociocultural de Barranquilla.

Las calles fueron un espacio de interacción e interrelación de los habitantes de Barranquilla. En ellas jugaban los niños y jóvenes, se realizaban las fiestas de los barrios, se reunían los amigos y amigas en las puertas residenciales a charlar con el objetivo de distraerse un poco. Transitaban los dementes de ambos sexos, borrachos y vendedores ambulantes. También por las calles de la ciudad se desplazaban corrientes de agua o arroyos, formadas por las lluvias; las aguas negras que brotaban de las permanentes alcantarillas rotas, las basuras arrastradas por las brisas y la frecuente estancia de desechos e impurezas; todas ellas, características de las calles de la ciudad que fueron asimiladas por los ciudadanos como circunstancias de su diario vivir.

En 1930, Barranquilla aún no contaba con una pavimentación plena de sus calles, muchas y casi todas eran de arena. Aspecto de las calles que se mantuvo a lo largo del decenio de 1940 y siguientes11. Sólo las principales calles de la ciudad, especialmente las de aquellos barrios que surgieron por iniciativa privada12, como: El Prado, Boston, Delicias y San Roque - este último ubicado en el centro de la ciudad - tenían el "privilegio" de tener algunas de sus calles pavimentadas y la "suntuosidad de sus mansiones y el adoquín del pavimento" le otorgaban "elegancia y distinción".

Los residentes de barrios como El Prado y Boston que contaban con una pavimentación de sus calles; en horas de la tarde, vestidos con pantalón corto, una camisa cómoda y frescas, y unos zapatos acordes con la ocasión, tomaban una mecedora y alrededor de una cerveza o un café, se sentaban a charlar con sus vecinos o con los amigos que iban de visita en las puertas de sus viviendas. En otras ocasiones simplemente se dedicaban a leer el diario o a conversar con su esposa y disfrutar de la brisa: "Estoy feliz sentado en una casa de Prado, gozando de la brisa fresca, árboles y prados verdes bajo un cielo claro."13 Era la opinión que mantenía Werner Schaps un residente del barrio El Prado de origen europeo, a quien cuando había huido de Europa le describieron a Barranquilla de la siguiente forma: "...un infierno tropical, polvoriento en verano, inundado por agua y mosquitos en invierno.

Dijeron, ningún hombre blanco resistiría esto. Pero llegamos al terminal nuevo, al Prado. " Indudablemente el señor Schaps, como él mismo afirmaba había llegado al barrio el Prado, sector de la ciudad que presentaba un contraste distinto al de otros espacios.

Paseo Bolívar

Otro era el caso de los barrios populares14 de la ciudad, sus calles de arena se convirtieron en ocasiones, en una incomodidad para sus habitantes y transeúntes, —lo que no quiere decir que en las calles de pavimento no existieran los problemas como lo describiremos adelante —ya que las "fastidiosas" brisas que por temporadas visitaban la ciudad ocasionaban daños materiales a sus viviendas, así como atentaban contra la salud de los mismos. El polvo levantado por las brisas se introducía en las fosas nasales, logrando afectar el sistema respiratorio y generando en la población enfermedades "tuberculosas": "La potencia de la brisa es tal que tumba paredes, arranca techos y las calles se convierten en un inmenso nubarrón de polvo que halla calurosa acogida en las fosas nasales poniendo así en peligro la salubridad pública."15 Situaciones como las citadas, lograron afectar el ritmo diario de los habitantes y generaron en ellos cierto temor; quienes optaron por quedarse en sus residencias y no correr el riesgo de contraer una enfermedad respiratoria.

Las brisas, lograban interrumpir la cotidianidad de algunos residentes de la ciudad, especialmente la de los vecinos y vecinas que se sentaban a diario en las puertas de sus residencias a intercambiar los "chismes" de su calle y del barrio16. Los vientos formaban "nubarrones de polvo" que impedían que las señoras organizaran sus tertulias barriales. Las amas de casa terminadas sus labores domesticas (cocinar, lavar, realizar el aseo de la vivienda y otros oficios) a eso de las cinco y media a seis de la noche, como algunas no tenían otro medio de distracción, como la radio, que constantemente era ocupada por los hombres del hogar para escuchar los programas musicales que se emitían diariamente por la cadena radial La Voz de Barranquilla, e impedían que las señoras escucharan las novelas, por lo cual, tomaban sus mecedoras y taburetes —a principios de la década de 1930 a la luz de las velas y años después "gracias a la energía" bajo la iluminación de los faroles — se sentaban en la puerta de alguna residencia de la calle y formaban la "comidilla" diaria y "jalaban de toda la calle y del barrio".

Los hombres generalmente practicaban el mismo ejercicio, se dedicaban un poco menos a los "chismes", pero aún así efectuaban dicha actividad. Procedían a ejecutar otras acciones como jugar lotería y dominó, tomaban una mesa, cuatro sillas, y comenzaban el juego. En algunas ocasiones, especialmente los sábados y domingos, los practicantes apostaban bebidas alcohólicas y los perdedores debían cancelar "toda la cuenta".

Pese a las incomodidades generadas por las brisas, los habitantes de aquellos sectores encontraron en la irrigación diaria de las calles de arena una solución satisfactoria para impedir la formación de "nubarrones de polvo" y continuar sin ninguna dificultad su rutina diaria. Las irrigaciones se realizaban de dos a tres veces durante las veinte y cuatro horas del día, una temprano por la mañana, otra al medio día y por último una en las horas de la tarde.

El método para impedir las formaciones de "nubarrones de polvo" incrementó la venta de agua en dichos espacios —la comercialización del liquido se realizaba con frecuencia en los barrios donde el servicio de acueducto no tenía cobertura —y diariamente transitaban por las calles "aguadores"17 abasteciendo a algunas áreas de la ciudad del esencial elemento.

Los "charcos"

En tiempos de invierno los residentes de los barrios cuyas calles eran de arena y algunas de pavimento tenían que afrontar otro problema que imposibilitaba su vida diaria. Las calles de algunos sectores se convirtieron en lugares intransitables e insalubres. Las lluvias ocasionaban la formación de lodazales de barro y "charcos" como se les denominaba en el argo popular de la época, que impedían la libre circulación de los transeúntes y vehículos. Los lodazales y "charcos" eran causantes de enfermedades y un riesgo para la vida de los ciudadanos, como se puede observar en el siguiente párrafo correspondiente a una noticia del diario La Prensa que abordaba dicha problemática:

Damos traspaso a las autoridades correspondientes esta información —grandes lodazales en la carrera Hospital, calles Santander y Bolívar —a fin de que ellas hagan todo lo posible para solucionar esta irregularidad que pone en peligro inminente la vida de los moradores del citado trayecto.18

Otro ejemplo de los "charcos" en las calles de la ciudad, es la queja que publicó en 1941 el diario La Prensa, la cual, hacía énfasis en el estado en que se encontraba la carrera PicaPica, ya que presentaba ciertos baches que en el invierno se convertían en "indeseables charcos" de aguas negras:

Queremos hacer una formal solicitud a las Empresas Publicas Municipales o a quien corresponda con el fin de que se le presente de que se le preste una mejor atención a la carrera "Pica-Pica", en el sentido de que sea aseada debidamente y se proceda —si fuera posible—a pavimentarla nuevamente a fin de eliminar los baches en los cuales en estos días de invierno, se forman pozas sucias donde prosperan las larvas u otros microbios que ponen en peligro la salud pública.19

Además de la exposición de los ciudadanos a contraer cualquier enfermedad, todo aquel que transitaba por el mencionado sector tenía que soportar que a diario su vestimenta se ensuciara. Los vehículos que circulaban por dichas calles en momentos que su neumático pasaba por algún "charco" producía que se dispersaran las aguas negras y el transeúnte quedaba con su atuendo completamente sucio y con un olor no muy agradable: "Se hace indispensable proceder a eliminar los baches citados porque debido al tránsito de vehículos los ciudadanos quedan expuestos a enlodarse sus vestidos, cuando menos."20

Esquina Noroeste de la Calle de San Blas y Carrera El Progreso

Pero las lluvias no sólo formaban lodazales y "charcos" en las calles de Barranquilla. También por las calles, ya fueran de arena o pavimento, circulaban las corrientes de los arroyos que se creaban debido a las lluvias, recorriéndolas con una afluencia cuya desembocadura yacía en el Río Magdalena. Los arroyos poseían fuerza y "arrastraban" con todo lo que encontraban en su recorrido, algunos habitantes aprovechaban las corrientes para arrojar la basura, convirtiéndose los arroyos en un basurero ambulante. Así, además de impedir el transcurrir diario de la ciudad, los arroyos se constituyeron en el medio utilizado por cierto sector de Barranquilla para deshacerse de la basura de sus residencias. Mientras que los niños y algunos jóvenes aprovechaban la lluvia como medio de diversión y distracción. Cuando llovía, los vecinos observaban a los niños y jóvenes salir en pantalón corto y una franela a las calles a bañarse y jugar con los arroyos, factor adoptado por la niñez y juventud barranquillera como medios y espacios de esparcimiento.

Aún así, la lluvia y especialmente los arroyos, no dejaron de poseer cierto peligro para los habitantes de la ciudad. Algunos no se arriesgaban a cruzar los arroyos por temor a ser arrastrados por su corriente y aquellos "osados" que corrían dicho riesgo, en ocasiones le costaba la vida o gracias a la intervención de otras personas corrían con mejor suerte. Como le sucedió al niño Luis Palacio en una de las calles del barrio San Roque:

Hemos sido informados que durante el aguacero del sábado el niño Luis Carlos Palacio, de 12 años de edad trató de atravesar el arroyo de la carrera Hospital, por los lados de la calle Jesús, siendo derribado por la corriente. El niño estuvo a punto de ahogarse, y se salvó gracias a la oportuna intervención de un caballero que lo sacó.21

Las lluvias lograban suspender por un largo tiempo la rutina de los barranquilleros que tenían que esperar horas de lluvias y un tiempo prudente después de acabadas a que los arroyos bajaran su cauce para poder continuar con sus labores diarias. Terminada la lluvia, el ciudadano se desplazaba a su destino, encontrándose en el camino con los lodazales y "charcos", los cuales mediante "brincos" y saltos lograba superar y continuar con su recorrido.

"Ahí están las alcantarillas"

El centro de la ciudad era el espacio a donde acudían los habitantes de la ciudad a desempeñar sus oficios labores y otras actividades que sólo podían efectuar en dicho sector. Muchas veces, los residentes se encontraban con el inconveniente de la impureza e insalubridad de las calles céntricas. Los habitantes se quejaban sobre el pésimo estado de las calles a través de los diarios (La Prensa y El Heraldo) y revistas (Mejoras y Civilización) de la ciudad, y a la vez solicitaban el mantenimiento y aseo de dichas arterias terrestres.

Continuamente brotaban de las alcantarillas de la ciudad aguas negras, debido a la constante ruptura de las tuberías del alcantarillado, y las calles permanecían inundadas. En los documentos consultados están registradas diversas quejas con respecto a la insalubridad que presentaban calles como: San Blas, Veinte de Julio, Comercio, Progreso (carrera 41) y La Paz (carrera 40), entre otras. Los habitantes que tenían su lugar de trabajo en aquel sector y aquellos de circulación permanente por dicho espacio, asimilaron el inconveniente como parte de su cotidianidad:

Dirán ustedes lectores bondadosos que esto de hablar frecuentemente de las alcantarillas, es llover sobre lo mojado como dice el conocido refrán. Efectivamente así es. Porque nada se ha hecho hasta el presente en el sentido de eliminar la tremenda y pestilente hediondez que pasa sobre ciertos sectores de la ciudad, con motivo de las alcantarillas permanentemente rotas.22

Empero, el problema no era sólo de amoldarse y acostumbrarse a la situación, estos inconvenientes afectaban la salud de los habitantes y transeúntes. En uno de los artículos de la revista Civilización de 1938, se afirmaba sobre la insalubridad de algunas de las calles de la ciudad que podían causar la muerte a los caminantes y residentes de aquellos espacios:

La muerte esta allí, latente, liquida, sinuosa —maligna serpiente de agua que recorre libremente media ciudad —agasajándola de vahos putrefactos no hay quien la contenga. La llave de la mortal alcantarilla continúa abierta. El peligro, la muerte, la infección se cierne otra vez sobre la gente. Entre tanto, la charlatanería disfrazada de patriotismo, la explotación envuelta en una aureola de falso civismo, continua repantigada y ventripotente haciendo piruetas, cimientos sobre la cuerda de la tolerancia colectiva...23

En la anterior cita se puede percibir el descontento que tenían los medios de comunicación y la ciudadanía con respecto a la labor desarrollada con respecto a solucionar el problema de las alcantarillas de los entes estatales y otras organizaciones encargadas de la limpieza, higiene y ornato de la ciudad. Señalándolas como entidades "hipócritas" que se enorgullecían de las " falsas" acciones que ejecutaban para embellecer y "modernizar" a Barranquilla.

La serie de quejas consultadas y la antipatía de sus redactores, nos incentivaron a indagar sobre la gestión de la administración local y las instituciones responsables de la salubridad pública. Un artículo de la revista Civilización de 1938, titulado: "Letanías de las alcantarillas rotas", colocaba en "tela de juicio" la labor desempeñada por la alcaldía municipal y demás órganos de la ciudad con referencia al problema de las alcantarillas:

Alcalde:

Cuando se acabará la peligrosa hediondez de la calle del comercio, producida por la rotura permanente de la Alcantarillas.

Señores de la higiene:

¿Qué hacen ustedes no acaban con el tremendo peligro que para la salud pública constituyen las alcantarillas que pasan por la calle del Comercio, en eterna ebullición de fetidez?

Club Rotatorio:

No podrán tus influencias conseguir que se acabe con ese foco de infección inagotable que son las alcantarillas rotas de la calle del Comercio?

Sociedad de Mejoras:

Sería de desearse que tu intervinieras en esta grave cuestión. No solo de pan vive el hombre. Si tu logras que se extinguiera la putrefacción deplorable y peligrosa de la calle del Comercio, podría garantizarse de que tu influjo es verdadero en la ciudad.

Concejo Municipal:

La administración de justicia está sufriendo sensible prejuicio porque los jueces tienen que cerrar las oficinas y abandonar el trabajo para librarse de la fetidez del radio en que están situados.

Gobernador:

Tú que nunca pierdes, ¿no podrás conseguir que alguien le ponga fin a la insufrible amenaza de las alcantarillas rotas de la calle Comercio?24

Se puede observar en algunos fragmentos del anterior documento, que al parecer fueron escasas, digamos que nulas, las gestiones y labores realizadas para solucionar el inconveniente de las alcantarillas. Los barranquilleros se adaptaron o aparentaron asimilar, el inconveniente de las alcantarillas, adquiriéndolo como parte de su cotidianidad. Así, ir a laborar en el centro de Barranquilla respirando las "pestilencias" que brotaban de las aguas negras de las alcantarillas rotas y caminar sobre ellas era normal y común, parte del diario vivir de los habitantes de la ciudad.

Esquina Noroeste de la Calle del Comercio y Carrera El Progreso

También se convirtió en un problema permanente de las calles de la ciudad, la precaria limpieza que presentaban algunas de sus vías. Aunque se prestaba un servicio de aseo, hay que anotar, que sólo tenía una cobertura sobre las calles del centro y los barrios "prestigiosos" de la ciudad, además se cobraba una tarifa por la prestación del servicio, factor que limitó el acceso a dicho servicio por parte de los sectores populares. Así, el servicio de aseo era un lujo y un privilegio, mientras que las amas de casas de las esferas populares, tenían que tomar su escoba y en bata de dormir procedían a barrer las puertas de sus viviendas, luego, buscaban donde arrojar la basura, en ocasiones, aprovechaban las corrientes de los arroyos para deshacerse de las impurezas o las quemaban y así intentaron mantener las calles limpias.25

El método empleado para la prestación del servicio de aseo, era el siguiente: se recogía la basura de once a doce de la noche y los residentes del sector, "obligatoriamente" tenían que comprar recipientes para depositar la basura con las siguientes características: "Los recipientes deben ser metálicos con la tapa que cierre herméticamente y marcados con las iniciales de los propietarios", los cuales, eran colocados en las puertas de las residencias para que los empleados del aseo público los recogieran a la hora establecida.

En una carta enviada en 1934 al diario La Prensa por el señor Luis Obando, un colombiano quién residía en el interior del país y que había visitado Barranquilla a finales del año 1933, hacía hincapié en la falta de limpieza de las calles, plazas y parques de la ciudad, que según su opinión dicha anomalía hacía de Barranquilla "desmerecedora" del buen concepto que se tenía de ella en el país, expresando en uno de los párrafos de su carta:

De nada le sirve a una ciudad el laberinto de sus calles, la suntuosidad de sus mansiones y el adoquín del pavimento, si la mugre se enseñorea de puertas para afuera y cubre con su aspecto repugnante las rutas, los parques y sus plazas. Así, pues, si Barranquilla no quiere desmerecer ante propios y extraños el buen concepto en el que se la tiene, debe esmerarse por hacerse acreedora a él, y para ello no hay más que sacudir la fablería que la embarga y poner en acción el espíritu público de sus moradores.26

Pese a las anotaciones hechas por Luis Obando con respecto a la falta de limpieza en la ciudad y a los supuestos esfuerzos del sector público por mantener a la ciudad limpia, o a su zona céntrica y barrios principales, las quejas en los diarios de la ciudad —La Prensa y El Heraldo— indican que dicho objetivo no se cumplió, en contraste, la ciudad presentaba un aspecto antihigiénico e insalubre. Sus calles, parques, plazas y otros espacios de la urbe se convirtieron en lugares propicios para arrojar toda clase de desechos y basuras, sin importar si el sector donde se arrojaran pertenecía a un barrio prestigioso de la ciudad, como sucedía a finales del año 1949 en la Avenida Olaya Herrera (carrera 46) con calle 72, los habitantes de los alrededores y propietarios del restaurante ubicado en dicha esquina tomaron como basurero un terreno aledaño:

El señor Carlos Rincón y otros vecinos del sector urbano comprendido en el cruce de la carrera 46 (Avenida Olaya Herrera) con calle 72, es decir, en la esquina nordeste del Estadio Municipal, se han venido quejando ante las autoridades correspondientes de que el solar situado en la mencionada esquina y al lado del restaurante Chino Chow Mein se viene acumulando los residuos que allí se arrojan junto con la basura y ya es insoportable la fetidez por la descomposición que naturalmente se produce de los residuos y la basura especialmente en estos días de humedad por las incesantes lluvias.27

El servicio de aseo que se prestaba en algunos sectores de la ciudad, no era muy eficiente, como anotaba el señor Carlos Rincón en su queja. Las basuras y desechos arrojados por el restaurante Chow Mein y vecinos del sector, permanecieron por días en dicha esquina sin que las autoridades se percataran del inconveniente y si lo hicieron, no realizaron las acciones pertinentes para otorgarle solución.

Las actividades lúdicas de "la barra de muchachos": principio de conflicto social

Una noticia del diario la Prensa28 en 1930 describía los inconvenientes que se presentaban en el barrio San Roque por la constante presencia en sus calles de una "barra de muchachos" que acostumbraba a divertirse realizando ciertas acciones que afectaban a sus residentes. Las actividades eran realizadas por los jóvenes en las calles, parques y plazas, al igual que otras expresiones socioculturales encaminadas a satisfacer su sed lúdica. Las actividades lúdicas se enmarcaron dentro de las acciones desinhibidas, en el entorno del juego y la informalidad, dotadas en su mayor expresión por la libertad de los individuos y las tradiciones29.

Lo lúdico se consolidó a través de algunas evidencias; los desordenes en espacios públicos denunciados por medio de la prensa local y revistas institucionales fueron muestra de ello. También lo eran; la practica de un deporte denominado: "bola è trapo", al cual se refería la élite barranquillera en una forma despectiva como "deporte callejero", ya que éste fragmentaba los esquemas establecidos por la clase dirigente y provocaba desestabilización del orden, prueba de ello es la actitud desafiante asumida por la "barra de muchachos" hacía la Ley de vigilancia establecida en 1947, presentándose como prototipos de individuos populares. Así, los individuos o sujetos populares se formaron en una serie de espacios como entes diferentes y opositores a los integrantes de la clase dominante30.

Es así, como algunos barrios de Barranquilla adquirieron connotaciones populares en los años treinta y cuarenta del siglo XX por poseer dentro de su vida barrial las controvertidas "barra de muchachos". En ella, se puede distinguir una conformación estructural de niños y jóvenes de sexo masculino, cuya edad oscilaba entre los diez y diecisiete años.

La "barra de muchachos" tenía de quince a veinte integrantes y se ubicaban en espacios estratégicos, preferiblemente en una esquina. Aquel entorno presentaba cierta indispensabilidad; proporcionándole una visibilidad sobre futuros victimarios y peligros que pudieran asechar al grupo. La esquina se convirtió en uno de los espacios de mayor concurrencia, no sólo por las controvertidas "barra de muchachos", sino por adultos que encontraron en dicho entorno el ambiente adecuado para la interacción e interrelación sociocultural.

Situados en una esquina de algún barrio —con mayor frecuencia se establecieron en las esquinas del barrio San Roque— iniciaban sus actividades con miras a saciar su sed lúdica, ya fuese por medio de manifestaciones físicas o discursivas. El "mamar gallo" a los transeúntes y decirle "piropos" a las jovencitas encargadas de ir a comprar en la tienda de la esquina algún artículo de la canasta familiar31 adquirió rápidamente connotaciones lúdicas a través de la utilización del lenguaje. Eran objeto de este tipo de acciones, los vendedores ambulantes32, a quienes —según fuentes documentales— "les faltaban el respeto" colocándoles apodos como: "tripa é pollo", un voceador de periódico de una contextura física muy delgada; "el puya nube", un vendedor de pescado cuya estatura era extremadamente alta. Los jóvenes sólo abandonaban el lugar de sus actividades, antes de la hora establecida por sus integrantes33, cuando visualizaban en los alrededores del sector una patrulla de policía, inmediatamente corrían hasta sus viviendas o algún lugar seguro por temor a ser calificados como vagos.

En 194734 existía una ley de vigilancia que le otorgaba facultades legales al cuerpo policivo para colocar bajo su custodia o capturar a todo aquel que fuese calificado como vago. Para el caso de los jóvenes, eran calificados como vagos cuando no justificaban la estancia en el sector donde eran encontrados. La ley de vigilancia es asumida con mayor rigurosidad por los organismos de control social (Policía Nacional y Gobierno Local) durante el periodo en el cual el partido conservador asume la presidencia de la República de Colombia (1946 - 1950), ya que durante el periodo de 1930 a 1946, y en el cual la presidencia del país estuvo bajo el partido Liberal, se registraron pocas capturas según lo observado en las fuentes documentales (Prensa y Registros de las Inspecciones de Policía).

La ley de vigilancia no sólo pretendía la recuperación de un orden social disperso en la "barra de muchachos", paralelo a ello su objetivo primordial era la recuperación del espacio público, para impedir la polución y compensar el uso y el abuso de los lugares públicos, llevando inmerso impartir un sentido de jerarquía y segregación social, definiendo espacios privados para la clase dominante y otros para la dominada. El fin era, aplacar la descomplicada disposición al no pudor y la complicidad de la comunidad de la urbe.

Las actitudes represivas de los organismos de control sufren un incremento durante el periodo de gobierno conservador. Igual acrecentamiento tomaron las actividades realizadas por la "barra de muchachos", que pese al hostigamiento policial y ciudadano, no dejaron de manifestar su lúdica y expresión desafiante; adquiriendo una conducta ilícita35, nos referimos a conductas ilícitas sólo desde la panorámica que contempla la trasgresión a unos códigos establecidos, con el objetivo de reformar los hábitos que rompen el equilibrio del orden formalizado. Pero, no ilícitas desde el precepto proclive a reclamarlas, día a día, ya que formaron parte de los usos y desusos de las estructuras socioculturales populares, inmersas en las relaciones originadas por las costumbres y otras surgidas a raíz de la penetración salvaje de los cambios. Situaciones que obligaban al cuerpo policial a proceder en algunas ocasiones de manera represiva y en otras bajo la capa de la tolerancia implantada en la ideología liberal.

Los integrantes de la "barra de muchachos" llegaban al sitio de encuentro alrededor de las seis y media de la noche y se marchaban del mismo pasadas las diez de la noche. Las acciones realizadas por el grupo no eran del agrado de los habitantes que constantemente elevaban sus quejas en los medios informativos de la ciudad, una declaración de inconformismo en la prensa local enunciaba: "en dicho sector la vida se hace imposible para los vecinos, con motivo de una barra de niños peligrosos que han sentado allí sus reales y cuyas actividades pasan de castaño a oscuro."36 Tipificándose como acciones de contenido inmoral, pero que en realidad eran actividades opuestas a lo establecido como moral y buenas costumbres.

Estas conceptualizaciones, producto de fabricaciones mentales de la clase dirigente y no del pueblo, provocaban que fuesen ignoradas, secuela de la adquisición de otros axiomas esenciales en sus cosmovisiones y circunstancias. Ya que la moral no era un umbral uniforme en todas las sociedades y los medios represivos para hacerla respetar y materializar por parte de la élite como un mecanismo universal originaban importantes acrecentamientos de las tendencias a transgredirlas.

Debido a las actividades desarrolladas por la "barra de muchachos" suscitaban en los residentes cierta intranquilidad, obligándolos a cerrar las puertas de sus residencias antes de la hora estipulada37, y manifestar continuamente sus quejas por medio de la prensa escrita y radial. La profesora Vos Obeso38 argumenta que en la Barranquilla de 1900 a 1930, cualquier hecho sobresaltaba la apacible y tranquila vida de los barranquilleros, para las décadas de 1930 y 1940, el ritmo diario de la ciudad es trastocado por las nacientes expresiones socioculturales, específicamente la "barra de muchachos", por sus constantes actividades lúdicas, caracterizadas por su tendencia trasgresora a la normas y costumbres socioculturales.

En las quejas elevadas por los habitantes a través de los medios informativos, se nota la displicencia hacia los jóvenes. Por lo tanto, eran señalados de indeseables y peligrosos para el desarrollo de una vida apacible y tranquila:

Una indeseable barra de muchachos peligrosos, que desde las primeras horas de la noche, hasta las diez u once se dedican a escandalizar con palabrotas descompuestas, presentando un espectáculo que no está bien en una calle por más apartada que sea —los vecinos — se ven obligados a cerrar antes de la hora, para de ese modo evitar choques desagradables.39

La imagen que irradiaba la sociedad barranquillera de la "barra de muchachos" era totalmente hostil. Los calificaban de: "vagos, ociosos, peligrosos, indeseables e inmorales" y constantemente escribían a los diarios y revistas de la ciudad con el propósito de deslucirlos y solicitando la presencia de miembros del cuerpo de policía para que controlaran y contrarrestaran sus acciones y así mediante aquel método "eliminar uno de los males de la ciudad".

Con respecto a lo anotado en el párrafo anterior, en uno de los artículos de la revista de la Sociedad de Mejoras Públicas, escrito por Manuel Mendoza en 1937, que se titulaba: "Rezagos del ayer". El autor realizaba una evaluación de la ciudad y enumeraba los problemas o "males" que tenía que eliminar Barranquilla para constituirse en una ciudad ejemplo, y expresaba el siguiente concepto sobre la "barra de muchachos":

Las constantes patrullas de muchachos, sin orden ni respeto de ninguna clase, en lugares públicos y concurridos, que con sus juegos peligrosos son una amenaza social y con su vocabulario impúblico ofenden la moral y buenas costumbres que son fundamento de toda sociedad.40

Pese a las constantes quejas de los habitantes de la ciudad, poco realizaron los organismos de control durante el periodo de 1930 a 1946, por reprimir las actividades efectuadas por la "barra de muchachos", en contraste las autoridades presentaron una actitud tolerante y paternalista hacia la ciudadanía y especialmente hacia los jóvenes. El predominio del desorden e insubordinación bajo la "barra de muchachos" se pueden observar como influencias de las ideas liberales, a lo cual, el gobierno conservador apuraba en generar un plan de control social, que formara garantías de autocontrol de las conductas socioculturales, cuyo perfil fuese acorde con la visión del bien común, recobrar los valores y moral católica, cercanos a los parámetros de una vida urbana y moderna.

Con respecto al sin números de quejas expresadas con mayor frecuencia en los medios informativos de Barranquilla, podemos agregar que éstos eran de tendencia ideológica y política conservadora como lo eran: el diario La Prensa y la Revista Mejoras, editada por la Sociedad de Mejoras Públicas de Barranquilla, institución integrada por la clase dominante de la ciudad, quienes veían las manifestaciones y expresiones socioculturales por fuera de las establecidas por la élite barranquillera, como insubordinadas y peligrosas para la continuación del orden social y cultural. En oposición, las disertaciones y reglas de la clase dominante no fueron una expresión clara de victoria, en su lucha por perfeccionar las culturas populares, sino de una innegable derrota y un triunfo contundente de las expresiones socioculturales populares.

Apuntes finales

La "Puerta de Oro de Colombia", así se refirieron en el periodo estudiado y posteriormente habitantes y académicos a la ciudad de Barranquilla. Pero, al igual que muchas ciudades de Colombia para las décadas de 1920, 1930 y posteriores, en especial Medellín, presentaba muchas anomalías en los servicios públicos, crecimiento urbano, asimilación de la modernidad y en otras esferas socioculturales. La historiadora Catalina Reyes, quien realiza un trabajo sobre la vida cotidiana en la ciudad de Medellín expresa que, la "tasita de plata", la "bella villa", durante 1890 y 1930, no fue más que la "tasita de la impureza" y el lugar propicio para que cualquier colombiano contrajera una de las diversas enfermedades de la época a causa de la insalubridad y mediante aquel camino encontrara la muerte41.

Barranquilla no estaba muy lejos de lo que describe la profesora Reyes sobre Medellín. La ciudad en las décadas de 1930 y 1940, presentaba una fachada distinta a la promulgada a través de los años por los habitantes y académicos al referirse a ella como la "puerta de oro de Colombia". Barranquilla creció de manera desordenada, contados fueron los barrios que surgieron por iniciativa privada, estatal y con solución a los problemas básicos de habitad (servicios públicos como energía eléctrica, agua potable y alcantarillado), en contraste incontables barrios germinaron producto de invasiones, en donde prevaleció la ausencia de servicios públicos y predominó la insalubridad y falta de higiene que generaron una cantidad de enfermedades, logrando dificultar la vida diaria de sus habitantes. En este orden de ideas, la "puerta de oro de Colombia" se convirtió en la puerta de la insalubridad, la falta de higiene y el lugar apto para iniciar un seguro viaje entre la vida y la muerte.

Por otra parte, los habitantes expresaban a través de las fuentes documentales un concepto demasiado severo y poco generoso de aquellos jóvenes integrantes de la "barra de muchachos", evaluándolos de peligrosos, inmorales, indeseables y constituían un aparente "mal" para el desarrollo de la ciudad. Por el contrario, las fuentes orales argumentan que las "barras de muchachos" constituyeron una de las expresiones socioculturales que le imprimió una identidad popular a la ciudad y a la vez transgresora de las normas sociales impuestas en la época. Por lo cual a partir de ese momento vivir en barrios, en los cuales, realizaron su aparición y estancia la "barra de muchachos" se convirtió en motivo de orgullo e identidad. Asimismo, se fue masificando la pretensión juvenil de pertenecer a algún grupo barrial que moldeara y gestara la identidad sociocultural.

"La trama de las resistencias alternas de las conductas" 42 con las intervenciones autoritarias enuncia la historia del conflicto, que es en sí, la historia de los procesos culturales de socialización y rechazo a través de la clase dominante y los dominados, precisando lo ilícito como la contradicción entre las conductas y valores del pueblo, y los creados y reglamentados por la élite que promulgaba la consolidación de una sociedad moralmente establecida. Pugnas que fueron moldeando la identidad sociocultural de la ciudad, cuyo estereotipo se perfiló por medio de grupos sociales opuestos a la clase dominante que le impregnaron a la vida urbana de la ciudad un contraste distinto al adquirido durante la hegemonía conservadora.


1 El presente trabajo hace parte de la investigación: "Vida cotidiana e identidad sociocultural en las ciudades de la Costa Atl ántica, 19001950", adscrita al Grupo de Investigaciones Históricas: Educación e Identidad Nacional de la Universidad del Atlántico.

2 El concepto empleado de cultura es de carácter antropológico, en él están inmersas las creencias y expresiones tanto materiales como espirituales de una comunidad. ROWE, William y SHELLING, Vivian. Memoria y modernidad. Cultura popular en América Latina. México, 1993. Ahora bien, el término cultura nos muestra una inexistente homogeneidad, por lo que lo emplearemos de forma plural, refriéndonos a las culturas. La cultura se presenta como una categoría que varia de una sociedad a otra, en un tiempo y espacio, por lo que se hace indispensable interpretarla y explicarla. En este sentido, la cultura o culturas hacen parte de un modo de vida. BURKE, Peter. La cultura popular en la Europa moderna. Madrid, Alianza, 1991.

3 BETANCOUR, Alexander. Historia, ciudad e ideas. La obra de José Luis Romero. México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2001.

4 ALARCÓN, Luis. "Población y desarrollo urbano en Barranquilla". En, revista informativa de la Cámara de Comercio de Barranquilla. Volumen XVIII, No. 190. Barranquilla, 1996.

5 ZAMBRANO, Milton. "Barranquilla ciudad cosmopolita, 1880-1950". En, revista: Historia y pensamiento. No. 2. Barranquilla, Universidad del Atlántico, 1997.

6 ABELLO, Vives Alberto, GIAIMO, Chávez Silvana (Compiladores). Poblamiento y ciudades del caribe colombiano. Santafé de Bogotá, Observatorio del Caribe Colombiano/Fonade, 2000.

7 Archivo Histórico del Atlántico (AHA). Revista Civilización. Barranquilla, Enero 31 de 1938. # 277.

8 Para una mayor información con respectos a los nombres de las actuales calles y carreras de la ciudad de Barranquilla, véase, MANCO Bermúdez Dino. Giros idiomáticos de la parroquia Barrancas de San Nicolás. Barranquilla, Mancomunicaciones, 1998.

9 AHA. Revista Mejoras. Barranquilla, Diciembre de 1942. # 77.

10 AHA. Revista Mejoras. Barranquilla, Enero de 1942. # 65.

11 AHA. Revista Mejora. Barranquilla, Enero de 1942. # 65.

12 CONDE Jorge, SOLANO Sergio y ALARCÓN Luis. "Ritmos urbanos y vida cotidiana en Barranquilla". En, Revista Historia y pensamiento. No. 2. Barranquilla, Universidad del Atlántico, 1997.

13 AHA. Revista Mejoras. Barranquilla, Marzo de 1947. # 123.

14 Nos referiremos a barrios populares en este trabajo haciendo alusión a los barrios que se formaron en la ciudad de Barranquilla producto de invasiones. Véase, CONDE Jorge, SOLANO Sergio y ALARCÓN Luis. Op Cit.

15 AHA. El Heraldo. Barranquilla, Marzo 2 de 1936.

16 CONDE Jorge, SOLANO Sergio y ALARCÓN Luis. Op Cit.

17 LONDOÑO Patricia, LONDOÑO Santiago. "Vida diaria en las ciudades colombiana ". En, Nueva Historia de Colombia. Tomo IV. Bogotá, Planeta, 1989.

18 AHA. La Prensa. Barranquilla, Octubre 18 de 1932.

19 AHA. La Prensa. Barranquilla, Julio 14 de 1941.

20 AHA. La Prensa. Barranquilla, Julio 14 de 1941.

21 AHA. La Prensa. Barranquilla, Noviembre 1 de 1945.

22 AHA. Revista Civilización. Barranquilla, Abril de 1938. # 282.

23 AHA. Revista Civilización. Barranquilla, Mayo de 1938. # 283.

24 AHA. Revista Civilización. Barranquilla, Abril de 1938. # 281.

25 Entrevista a Jacinto Santander Bolívar. Realizada el 8 de Octubre del 2002.

26 AHA. El Heraldo. Barranquilla, Enero 3 de 1934.

27 AHA. El Heraldo. Barranquilla, Septiembre 2 de 1949.

28 AHA. La Prensa. Barranquilla, Julio 1 de 1930.

29 HUIZINGA, Johan. Homo ludens. Madrid, Alianza, 2000.

30 ROWE William, SHELLING Vivian. Op Cit.

31 Para la época eran pocas las adolescentes que podían salir solas a las calles, generalmente lo hacían en compañía de un familiar o de una persona mayor y de confianza de la familia, producto de una sociedad machista y con herencia conservadora.

32 La actividad como vendedor ambulante en los primeros años de la década de 1930 se intensificó, a raíz de la crisis económica del país y la ciudad, obligando a los desempleados a buscar otros medios de subsistencia, como lo fueron las ventas ambulantes, entre éstas la venta de libros de segunda mano. AHA. La Prensa. Barranquilla, Julio 4 de 1930.

33 Según Huizinga, los practicantes de algún juego, aceptan libremente las reglas establecidas para su desarrollo. Los integrantes de la "barra de muchachos" siguieron las mismas pautas a la hora de acoger ciertas normas o reglas grupales estipuladas para regular sus actividades lúdicas. Reglas que se fueron creando espontáneamente. HUIZINGA, Johan. Op Cit.

34 AHA. El Heraldo. Barranquilla, Julio 5 de 1947.

35 Un texto que muestra estereotipos de comportamientos ilícitos en la costa, específicamente en el Bolívar Grande es, BRAVO, Ivonne. Comportamientos ilícitos y mecanismos de control social en el Bolívar Grande, 1886-1905. Santafé de Bogotá, Ministerio de Cultura, 2000.

36 AHA. La Prensa. Barranquilla, Septiembre 13 de 1932.

37 A las diez de la noche era la hora acostumbrada de los barranquilleros para cerrar la puerta de sus hogares en aquella época, esto lo podemos percibir al momento de leer un fragmento de la noticia de uno de los diarios de la ciudad, sobre el robo en una de sus residencias: "la señora López —anoche, como de costumbre, se recogió cuando el reloj marcaba las diez de la noche" AHA. La Prensa. Barranquilla, Julio 3 de 1930.

38 VOS, Rafaela. Mujer, cultura y sociedad en Barranquilla, 1900-1930. Santafé de Bogotá, Fondo de Publicaciones de la Universidad del Atlántico, 1999.

39 AHA. La Prensa. Barranquilla, Julio 1 de 1930.

40 AHA. Revista Mejoras. Barranquilla, Octubre 31 de 1937. # 20.

41 REYES, Catalina. La vida cotidiana en Medellín, 1890-1930. Bogotá, Colcultura, 1996.

42 BRAVO, Ivonne. Op Cit.


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