ISSN Electronico 1794-8886
Volumen 23, mayo-agosto de 2014
DOI: http://dx.doi.org/10.14482/memor.23.6161


Las otras caras del paraíso: veinte años en la historiografía del turismo en el Caribe, 1993-20131*

The other faces of Paradise: twenty years in the historiography of tourism in the Caribbean, 1993-2013

Orlando Deavila Pertuz2


Resumen

Este ensayo historiográfíco analiza la evolución en el estudio del desarrollo histórico del turismo en el Caribe, cuáles han sido sus debates, perspectivas temáticas, aproximaciones metodológicas, y bases teóricas en los últimos veinte años. El articulo sugiere que han sido cinco los temas que han marcado esta trayectoria historiográfica: el estudio del turismo desde sus implicaciones económicas, políticas y sociales (y desde la comparación con el sistema de plantación), desde la perspectiva de género y la sexualidad (y en particular desde la dominación del cuerpo de la mujer caribeña afrodescendiente), desde las relaciones socio-raciales derivadas del encuentro turístico, desde su dimensión simbólica y/o imaginaria, y desde la relación histórica entre el turismo y los distintos poderes imperiales que se han establecido en la región. A pesar de la rica trayectoria en el estudio del tema, sus logros no se han extendido al Caribe continental.

Palabras claves: Turismo, Caribe, historiografía


Abstract

This historiographical paper seeks to analyze the studies about the historical evolution of tourism in the Caribbean, their debates, topics, methodological approaches and theoretical frameworks in the last twenty years. The paper suggests that the historiography of tourism focused in five different approaches: those who studied it from the economic, social and political implications of tourism (and the comparison with the plantation system), from the gender and sexuality's perspective (specifically, from the domination of the Caribbean black woman's body), from the social and racial relationships within the context of tourism, from its imaginary and symbolic dimensions, and from the historical relationship between tourism and the imperial powers that existed over the region. Despite the richness of the literature, its goals have not reached to the continental side of the Caribbean.

Key words: Tourism, Caribbean, Historiography


Introducción

Desde los años 80, el gobierno de Cuba abrió sus puertas a la inversión extranjera con el propósito de mejorar su infraestructura turística. En la lógica de conseguir recursos que nutrieran el presupuesto de la nación, el estado creó resorts de economía mixta, principalmente con capital español. La caída de la Unión Soviética en 1991 forzó a la isla a abrir su economía aún más. Sin el respaldo del otrora bloque comunista, el turismo vino a convertirse en la columna vertebral de su economía. Sin embargo, la industria turística comenzó rápidamente a reproducir muchas de las inequidades sociales que el régimen había intentado eliminar desde el triunfo de la revolución en 1959. Mientras pequeños sectores de la sociedad cubana disfrutaban de los beneficios del turismo, las masas populares no tenían acceso ni a los servicios que el ofertaba, ni a los espacios de trabajos que ofrecía. Los cubanos de origen afro comenzaron a experimentar crecientes formas de discriminación en ese mismo sentido. Los trabajos eran otorgados a personas de piel clara, lo que derivó en que las distancias sociales entre ellos y sus similares afrodescendientes se vieran acentuadas. Pero estas dramáticas transformaciones sociales generadas por la industria turística no son exclusivas del caso cubano. Por el contrario, han estado presentes a lo largo y ancho del Gran Caribe.

Desde inicio de los años 90, las economías nacionales del Caribe volcaron su atención hacia los potenciales beneficios de la industria turística. Y no era de extrañar. Entre 1980 y el 2000, los ingresos generados por el sector en la región crecieron a un ritmo del 8,7 %, mientras en el resto del mundo la tasa de crecimiento anual solo fue del 7,9%. Durante los mismos años, el número de visitantes en el Caribe también creció en un 5,2 %, superando el 4,5% registrado a nivel mundial3. Tiene sentido entonces, que para agosto de 1995, presidentes y primeros ministros del Gran Caribe, incluido el mandatario cubano Fidel Castro, ya hubiesen reconocido en el primer foro económico de la recién formada Asociación de Estados del Caribe (AEC), que el turismo se había convertido en el único medio de supervivencia de sus economías naciones4. Sin embargo, como el ex presidente jamaicano Michael Manley afirmara, un turismo libre del control del estado se convertirá en nuestro amo, concediendo placer en una curva de rendimientos decrecientes, mientras exacerba divisiones sociales y expande los legados del colonialismo5.

Lo que ha sucedido en el Caribe en los últimos veinte años parece encajar dentro de las predicciones de Manley. Desde la Cuba socialista hasta el Puerto Rico dominado por los Estados Unidos, el turismo ha reforzado los legados del colonialismo y el imperialismo, a la vez que suministra enormes ganancias a las economías nacionales y los inversionistas privados. Lo que ha ocurrido en Cuba se ha replicado irremediablemente a lo largo del Caribe insular y su contraparte continental. Esta realidad tan contradictoria ha animado a académicos a estudiar el desarrollo histórico del turismo en la región con el fin de explicar sus dinámicas internas, el rol que desempeña en el sostenimiento de las economías locales, y su papel en la reproducción de antiguas e inéditas formas de desigualdad. Del mismo modo, se ha sumado a los debates sobre cuáles deberían ser los medios para neutralizar las amenazas futuras derivadas de la industria turística. El presente ensayo historiográfico busca analizar la evolución en el estudio del desarrollo histórico del turismo en el Caribe en los últimos veinte años, las distintas perspectivas desde las cuales ha sido estudiado, y los distintos enfoques metodológicos empleados. Aunque el tema ha sido abordado principalmente por historiadores, académicos de otras ramas de las ciencias sociales y humanas también han estudiado la problemática, y por lo tanto también serán incluidos en el balance historiográfico. Quizás por el hecho de haber atraído el interés de académicos en distintas disciplinas de las ciencias sociales y humanas, el desarrollo histórico del turismo ha sido estudiado desde una amplia variedad de perspectivas temáticas.

Como será demostrado, la historia del turismo en el Caribe ha sido estudiada desde cinco diferentes enfoques temáticos: desde sus implicaciones sociales, económicas y raciales (desde la cual se ha establecido un paralelo entre el turismo y el sistema de plantación que reinó en el Caribe durante su periodo de dominación colonial), desde la perspectiva de género y la sexualidad (y en particular desde la dominación del cuerpo de la mujer caribeña afrodescendiente), desde las relaciones socio-raciales derivadas del encuentro turístico, desde su dimensión simbólica y/o imaginaria, y desde la relación histórica entre el turismo y los distintos poderes imperiales que se han establecido en la región. Es importante anotar que aunque diferentes entre sí, estos enfoques temáticos no han sido mutuamente excluyentes. Como es natural, varios de los trabajos abordan, en mayor o en menor medida, todos estos temas, aunque se concentren en uno en particular.

14 trabajos representativos escritos desde 1993 hasta la fecha fueron incluidos en este ensayo. Todos ellos sobre el Caribe insular anglófono, francófono e hispano. A pesar de que las realidades históricas del turismo expuestas por esta tradición historiográfica se han replicado en la zona continental del Gran Caribe, aún el tema está por ser estudiado por la literatura histórica de la región (solo los trabajos de Evan Eward, Kamala Kempadoo y Denis Merrill, incluidos en este ensayo, incorporan a México, Colombia y Venezuela dentro de sus estudios). La escasa producción tampoco ha incorporado la larga experiencia académica del Caribe insular6.

Implicaciones sociales, económicas y raciales del turismo: ¿una nueva plantación?

El punto de partida de la historiografía sobre el turismo en el Caribe es el libro de Frank Fonda Taylor, publicado en 1993, sobre Jamaica7. Su trabajo se enmarca entre finales del siglo XIX, cuando iniciaron los primeros esfuerzos para transformar la imagen de Jamaica como una isla insalubre y perjudicial para los viajeros blancos, hasta las primeras décadas del siglo XX cuando la industria turística comienza a consolidarse y la valoración internacional de Jamaica mejora sustancialmente. La preocupación más importante para Taylor son las implicaciones económicas y sociales del turismo, pero especialmente en lo concerniente a sus efectos en las relaciones socio-raciales. Para tal fin, Taylor establece un paralelo entre la sociedad jamaicana antes y después de los inicios del desarrollo turístico. Antes, al igual que en muchos otros rincones del Caribe insular, la sociedad estaba regida por el sistema de plantación, y muy en particular el posicionamiento social de los jamaicanos negros y mulatos, los cuales constituían el grueso de la mano de la obra del sistema. Por tal motivo, ellos estaban notoriamente excluidos de las esferas del poder político y económico. Gracias a la abolición de la esclavitud en el siglo XIX, y la decadencia continua de la economía de plantación, la sociedad comenzó a ser reorganizada sin distinciones legales basadas en la raza. A negros y mulatos se les fue concedida la ciudadanía absoluta, lo que condujo a posteriores aperturas sociales. No obstante, como sugiere Taylor, el establecimiento del turismo, muy a pesar de sus beneficios económicos, reforzó los legados de la esclavitud y el sistema de plantación, y revitalizó las barreras socio-raciales que la abolición y el declive de la última habían debilitado. Desde muy temprano, la industria turística, orientada hacia el público estadounidense, comenzó a imitar las leyes segregacionistas de Jim Crow, aplicadas en el sur de los Estados Unidos. En palabras de Taylor, el turismo terminó por convertirse en un "nuevo azúcar", en otras palabras, perpetuó y agravó las estructuras sociales y económicas de la sociedad de plantación. él no analiza este paralelo con profundidad, ni identifica mayores puntos en común entre esta última y el turismo. Sin embargo, establece las bases de una tendencia inaugural en el estudio de las implicaciones sociales, raciales y económicas del turismo: el paralelo histórico entre él y el sistema de plantación.

Polly Patulo también establece una relación entre ambas dimensiones de la realidad histórica del Caribe8. Ella sugiere que la industria del placer tiene todo el potencial para crear una "nueva plantocracia", a menos que los estados del Caribe no concreten alternativas al tránsito a la economía de mercado, y donde se establezca un justo balance entre los intereses del capital y las necesidades humanas. Sin embargo, como ella demuestra en su análisis de las implicaciones recientes sociales y políticas del turismo en la región, y particularmente en la isla de Santa Lucia, los gobiernos nacionales han optado por hacer lo contrario: han creado condiciones para la inversión de capital extranjero, sin haber neutralizado la dependencia económica, la degradación ambiental, la explotación laboral y todas las formas de exclusión social derivadas del turismo. Patullo demuestra que la industria turística ha promovido nuevas formas de segregación especial, impidiendo que los nativos accedan a hoteles y resorts, mientras demanda de ellos que modifiquen su cultura y rutinas cotidianas para adaptarlas a las expectativas del visitante y las representaciones sociales que ellos construyen sobre el Caribe y sus habitantes, donde los últimos son exotizados y convertidos en parte del paisaje tropical.

Patullo argumenta que solo la intervención del estado puede neutralizar estas amenazas. Ella simpatiza con los modelos turísticos implementados por el ex Primer Ministro Michael Manley en Jamaica (quien escribió el prefacio de su libro) y Maurice Bishop en Granada entre los años 70 y 80. En su concepto, ambos esquemas constituyen ejemplos de modelos de desarrollo turístico sostenible que podrían impedir el retorno de la "plantocracia", una suerte de sistema de poder donde la norma es dictada acorde con el funcionamiento de la plantación. En pocas palabras, el retorno del sistema que había dominado el Caribe en tiempos coloniales.

Al igual que Taylor, Patullo no se extiende en su comparación entre el sistema de plantación y la industria turística. En el 2002, Ian Gregory Strachan finalmente aborda esta pregunta extensamente en su trabajo sobre el turismo en el Caribe anglófono9. Desde lo que él define como una "historia de la ideas", Strachan examina la construcción histórica de la ideología del paraíso, y de sus conexiones con el legado material de la plantación. Para tal fin, él estudia la literatura de viajeros, la publicidad de la época, la historiografía, la poesía y cualquier otra producción escrita desde donde el estado y los empresarios turísticos construyeron la idea del paraíso y sus múltiples significados (las islas eran imaginadas como espacios de ocio, atemporales, donde los nativos vivían plácidamente, indiferentes a los rigores del mundo moderno y la civilización, en oposición a la realidad vivida por el turista, y de la cual él pretendía huir al visitar las islas). Strachan estudia la variación de estos significados a lo largo de la historia, y como la literatura postcolonial, especialmente las obras de Derek Walcott, la confrontan.

Lo notorio de su trabajo es la relación que establece entre lo que él denomina la "arquitectura mitológica del paraíso" y "los bloques materiales de la plantación" que ayudaron a construirlo. El argumento central de Strachan es que el turismo empleó las estrategias del sistema de plantación para materializar los ideales del paraíso. él acoge el concepto de plantación de George Beckford, quien lo define como un sistema totalizante y un instrumento de colonización política, que absorbe el capital humano y productivo de las islas, disciplinando radicalmente su fuerza de trabajo y eliminando toda posibilidad de una vida por fuera de ella. Strachan encuentra paralelos entre las características pasadas de la plantación y las características actuales del turismo. El hotel por ejemplo, al igual que la plantación, se sostiene a base del capital extranjero, busca influir en el poder político de su entorno con tal de proteger su inversión, absorbe las mejores tierras de la isla, limitando la producción agrícola y generando dependencia de la importación, y administra el mercado de trabajo a su antojo, sobreexplotando la fuerza laborar y generando desempleo debido a sus ciclos económicos irregulares.

Mientras Patullo advierte sobre un eventual retorno de la "plantocracia", para Ian Gregory Strachan el sistema de plantación ya está de regreso, y se manifiesta a través de las estructuras económicas, políticas y sociales impuestas por el turismo.

Aunque Gail Saunders no hace comparaciones concretas entre el turismo y la plantación en su historia general de las Bahamas, ella identifica varias de aquellas realidades excluyentes que ya se estaban extendiendo a lo largo y ancho del Caribe gracias al establecimiento de la industria turística10. Su trabajo se concentra en las transformaciones que tuvieron lugar en Nassau, la capital del país, desde 1919 a 1939, y en su tránsito de un "paisaje de plantación" hacia un "paraíso" orientado hacia el turismo. Al igual que la literatura previa, ella resalta las paradojas del sector, es decir, la generación de riquezas materiales junto con la expansión de nuevas formas de exclusión, explotación laboral, concentración del gasto público y la inversión privada, y especulación de mercado.

En términos raciales, Saunders encontró patrones similares a aquellos que Taylor, Patullo y Strachan descubrieron para el resto del Caribe Anglófono, y que respondían a una perpetuación de las estructuras sociales, políticas y económicas del sistema de plantación. Gracias a las ganancias derivadas del turismo, la elite blanca de Bahamas reforzó su posición política, económica y social frente a las mayorías negras y mulatas. Como resultado de esto, la raza se convirtió en un factor determinante en la definición del status social. Mientras tanto, empresarios turísticos estadounidenses fortalecían la discriminación en base a la raza, introduciendo inclusive las leyes segregacionistas del Jim Crow en los espacios públicos de Nassau. Saunders sugiere que la diferenciación racial se perpetuó hasta los años 90 del siglo XX, como un legado del desarrollo temprano del turismo11.

El cuerpo de la mujer caribeña y la dimensión sexual del turismo

Una de las realidades más dramáticas dentro de la sociedad de plantación era como el cuerpo de la mujer caribeña era usado en beneficio del sistema. Manuel Moreno Fraginals describe como, no contentos con solo instrumentalizarlo como mano de obra, los amos hacían uso de él para satisfacer sus apetitos sexuales, y también como le utilizaban para garantizar la reproducción de la fuerza de trabajo12. Actualmente, el cuerpo de la mujer caribeña, y muy en particular, el cuerpo de la mujer afrodescendiente, sigue siendo una fuente de ganancias. Con la caída de la Unión Soviética empezó en Cuba lo que su gobierno calificó como el periodo especial, una prolongada crisis económica que transformó dramáticamente las condiciones de vida del pueblo cubano. Pocas cosas ejemplificaron tales cambios como el resurgimiento de la prostitución. Inmediatamente después del estallido de la crisis, prostitutas (o jineteras, como coloquialmente se les conoce en la isla) comenzaron a aparecer en las calles de las principales ciudades del país, sobre todo en aquellas que se habían integrado al sector turístico.

El sentido común dicta que la prostitución de los años 90 surgió únicamente como una consecuencia predecible de las transformaciones económicas que experimentó Cuba y el resto del Caribe en aquellos años, manifestadas en la transformación del orden global y del arribo de una nueva oleada de turistas, y que esta tendencia poco o nada tiene que ver con formas previas de explotación sexual de la mujer caribeña. No obstante, Kamala Kempadoo cuestiona esa afirmación13. Ella argumenta que la explotación sexual (el tráfico sexual incluido) en cualquiera de sus formas es solo una expresión y/o el punto de llegada de cinco siglos de dominación bajo el colonialismo europeo y estadounidense. La prostitución orientada hacia el sector turístico es por lo tanto un nuevo eslabón en la larga historia de explotación del cuerpo de la mujer caribeña. Su trabajo, publicado en 1999, es una compilación que recoge las conclusiones de su propia investigación con respecto al tema, y de otros estudios con orientación feminista desarrollados simultáneamente en la región. El primer capítulo del libro, escrito por ella misma, es el que le otorga un trasfondo histórico a los demás trabajos, que están más centrados en las circunstancias actuales del problema.

Kempadoo traslada el origen del tráfico sexual a los primeros años de la dominación colonial. Ella afirma que el trabajo sexual en el Caribe inicia con la esclavitud y el control que el poder europeo ejercía sobre el cuerpo de la mujer africana desde el siglo XVI. La dominación se hacía extensiva a la mujer libre, inclusive. Después de que fuera una mujer de color, era esperado que concediera servicios sexuales a cualquier hombre blanco. Esta realidad creó una intersección temprana entre sexo, trabajo, poder y explotación. Kempadoo, sin embargo, no desconoce el carácter activo de mujer caribeña y como ellas tuvieron agencia sobre sí mismas, utilizando sus cuerpos para reconfigurar las dinámicas del poder colonial y para sobrevivir en momentos de austeridad económica. A través de la prostitución, mujeres esclavas fueron capaces de auto emplearse, y eventualmente de costearse su propia libertad. No fueron pocas las que utilizaron sus servicios sexuales para cultivar la posibilidad futura de una manumisión graciosa, esto es, que el amo les concediera unilateralmente su libertad14.

La abolición de la esclavitud no trajo consigo cambios radicales en los patrones de explotación sexual y de supremacía masculina. Inclusive, en lugares como Jamaica, la prostitución se incrementó para solventar los vacíos dejados por la abolición misma y por el debilitamiento del sistema de plantación. Por otra parte, antes que eliminar el comercio sexual, varios gobiernos caribeños del siglo XIX trataron de regularlo y hacerlo funcional, ante todo mediante la implementación de programas de vigilancia médica hacia las servidoras sexuales. En el siglo XX se convirtió en parte integral de la industria turística. De esta forma, Kempadoo conecta las circunstancias actuales de la explotación sexual con las formas primarias que había existido desde los inicios del periodo colonial.

Aunque Kempadoo insiste en relacionar la prostitución actual con los orígenes de la explotación sexual en la colonia, ella no ignora las nuevas fuerzas que han comenzado a redimensionar las características del trabajo sexual en el presente. La división internacional del trabajo dentro de la fase actual del capitalismo ha convertido a la mujer caribeña en una fuente de mano de obra barata y de fácil explotación. Ella se encuentra hoy expuesta a trabajos precarios y periodos recurrentes de desempleo. Tales rigores siguen forzándola a usar, como en el pasado, la prostitución, sobre todo aquella conectada con el sector turístico, como una estrategia de supervivencia. Las ganancias obtenidas a través del turismo sexual superan en creces los salarios pagados por oficios que tradicionalmente desempeñan las mujeres en el Caribe, y aun en aquellos en los que recientemente se han abierto paso, como es el caso de las maquiladoras industriales recién instaladas en la región.

Mimi Sheller también estudió el turismo a través de las relaciones de poder establecidas sobre el cuerpo del nativo en su trabajo sobre la ciudadanía y la agencia erótica de los caribeños en la Jamaica post-esclavista y el Haití independiente.15. Ella define el encuentro entre los nativos y los turistas como un "encuentro corporizado", cuyos términos son definidos por la "mirada turística" (concepto que ella retoma de John Urry, el reconocido teórico sobre el turismo). El visitante tiene la posibilidad de describir al nativo de acuerdo a sus expectativas, ideas preconcebidas y marcos ideológicos, lo que comúnmente resulta en la subordinación e inferiorización del mismo. La "mirada turística" inmediatamente torna el encuentro entre el turista y el nativo en algo desigual. Sin embargo, Sheller insiste en que estos encuentros dejan el espacio abierto para que los nativos reacciones, se apropien y desestabilicen esa mirada. Ella analiza estos "encuentros corporizados" a través de una lectura alternativa de las representaciones sobre la gente del Caribe, que por lo general se extienden en la inferiorización del nativo. Mientras la historiografía previamente examinada tiende a leer los registros históricos del turista en una sola dirección (desde la perspectiva del visitante exclusivamente), ella sugiere un giro metodológico: "devolver la mirada". Esto significa, leer las fuentes en una forma alternativa, que rastree la reacción de los nativos ante la mirada del viajero. Gracias a esta aproximación metodológica, ella demuestra que los nativos también administran el encuentro, se resisten a la "mirada turística", e inclusive, la devuelven.

Estas reacciones en contra de las "miradas turísticas" se expresan cuando los nativos, conscientes de las representaciones que existen sobre sus cuerpos, se rehúsan a ser fotografiados. Cuando el nativo desafía estas representaciones externas, defiende a su vez una auto-representación de sus cuerpos en sus propios términos, y más allá de los términos impuestos por el estado y los turistas. De esta forma, los nativos también construyen una ciudadanía sexual cuando ellos desafían la apropiación sexual de sus cuerpos por el turismo. Sheller sugiere que a pesar del dominio que el turismo ejerce sobre el cuerpo de la mujer caribeña, ellas aún son capaces de rehusarse a vender su cuerpo, o de administrar su venta en beneficio propio.

El turismo y el problema de los encuentros raciales

Los encuentros corporizados también se dan en términos raciales. Como la historiografía temprana sobre el turismo en el Caribe ha demostrado, los encuentros entre visitantes y nativos solían ser desiguales y estar mediados por representaciones sociales, estereotipos y estigmas dirigidos a las poblaciones locales. Sin embargo, Frank Andre Guridy, en su libro sobre las relaciones diaspóricas entre afroamericanos y afrocubanos a inicios del siglo XX, complejiza esta afirmación16. él concibe los encuentros turísticos como encuentros diaspóricos potenciales, donde personas afrodescendientes en Estados Unidos y Cuba podían reforzar lazos culturales y políticos.

Guridy critica las tendencias previas en el estudio del turismo en Cuba que solo había considerado a los turistas blancos. él insiste en que los turistas afroamericanos, aunque motivados por propósitos de ocio similares a los de blancos, también estuvieron animados por la posibilidad de abrir espacios de intercambio cultural con sus similares cubanos. Para tal fin, los turistas afroamericanos construyeron redes de turismo dentro de sus comunidades, con el propósito de garantizarles a sus miembros una experiencia turística libre de discriminación en su tránsito hacia Cuba. A pesar de tales esfuerzos, ellos tuvieron que experimentar episodios recurrentes de racismo, lo cual motivó movilizaciones políticas de lado y lado, esto es, tanto en Cuba como en los Estados Unidos. La creación de estas redes de turismo libre de discriminación ejemplifica, de acuerdo a Guridy, las luchas transnacionales en contra del racismo dentro de las estructuras imperiales de dominación de los Estados Unidos sobre el Caribe.

A pesar de lo revelador del trabajo de Guridy, él no aborda el potencial discriminador de los encuentros diaspóricos en el marco del turismo. Su problema radica en que él se concentra en la construcción de las redes turísticas libre de discriminación, pero no examina la literatura turística afroamericana (lo que él reconoce), que bien podría revelar mucho más sobre la percepción sobre los cubanos de origen afro. Ian Gregory Strachan, por ejemplo, reconoce que efectivamente los destinos turísticos del Caribe representaban para los afroamericanos interesantes ejemplos de gobiernos nacionales encabezados por líderes afrodescendientes. Sin embargo, él afirma que la imagen que los afroamericanos tenían sobre los afrodescendientes en el Caribe podía ser tan perturbadora y desafortunada como la de los blancos.17 Aun cuando Strachan solo hace referencia al Caribe Anglófono, es difícil pensar que la percepción de los afroamericanos hacia los afrocubanos era sustancialmente más positiva.

En línea con la propuesta de Guridy, Devyn Spence Benson también estudia los intercambios políticos derivados de las redes turísticas entre afroamericanos y afrocubanos18. En contraste con el trabajo de Guridy, Benson examina la continuidad de las redes más allá de la revolución cubana de 1959, la cual en su concepto abre nuevas oportunidades para restablecer y/o darle continuidad a lazos transnacionales establecidos desde inicios del siglo XX. En ese sentido, critica a Frank Andre Guridy quien afirma que con la revolución, se habían destruido las estructuras fundacionales de los encuentros diaspóricos entre afroamericanos y afrocubanos. Benson extiende la óptica del trabajo de Guridy, resaltando con más notoriedad el uso político que los afrocubanos le dieron a los encuentros turísticos para interpretar su realidad socio-racial local y para denunciar sus inequidades. Sin desconocer la trascendencia del ámbito transnacional, ella sugiere que para los afrodescendientes en Cuba la prioridad era incidir en su entorno local, más que en el escenario transnacional. Benson analiza en particular los esfuerzos del naciente régimen castrista por publicitar los logros de la revolución en materia de igualdad racial. Advirtiendo la enemistad que vendría entre Estados Unidos y Cuba, el gobierno de la isla se valió del turismo y del acercamiento a celebridades afroamericanas (especialmente el boxeador norteamericano Joe Louis) para demostrar el supuesto fin del racismo en el país, y para exponer como esta realidad contrastaba con la persistencia de la discriminación racial en los Estados Unidos. No obstante, tal como Benson demuestra, el racismo aún estaba lejos de desaparecer en la isla. Los afrocubanos aprovecharon los encuentros turísticos para poner al descubierto la continuidad del mismo y para demandar del régimen mayores esfuerzos en la neutralización del problema, acorde con las promesas hechas en el marco de la revolución de 1959.

La dimensión imaginaria del turismo

En 1997, Rosalie Schwartz definió el turismo como una especie de acto dramático donde sus diferentes actores, visitantes y nativos, interactuaban entre sí en un escenario creado por empresarios del sector y el estado19. Tanto el encuentro entre locales y forasteros, como el escenario mismo, son ilusiones cuidadosamente creadas en oposición a la realidad material. Su trabajo se presenta como una alternativa a las narrativas históricas sobre la evolución temporal del turismo, tendencia que había dominado la historiografía antes de 1997, y procura entender las actitudes políticas y culturales que se vieron transformadas en el contexto de las sociedades turísticas, esto es, como el turismo influye las percepciones simbólicas e imaginarias sobre la sociedad. Su análisis está enmarcado entre los años 20 y 50 del siglo XX en Cuba. A pesar de lo sugestivo de su propuesta, su trabajo, escasamente interesado en los problemáticos debates teóricos alrededor de las implicaciones simbólicas en la sociedad, es básicamente una descripción de la construcción del escenario turístico entre el gobierno de Machado y la caída de Batista en 1959. De aquel proceso, ella resalta el rol que jugó el capital estadounidense en su formación, y como la inclusión de la cultura afrocubana (como algo exótico) colaboró con la construcción de la imagen turística de la isla.

Trabajos recientes han llevado mucho más allá el tema de la construcción imaginaria del turismo en el Caribe. En el 2006, Anita Waters publicó un pequeño pero sugestivo trabajo sobre el lugar de la memoria histórica dentro de la industria turística de Jamaica, particularmente en Port Royal20. A través del análisis de guías de turismo y entrevistas, ella estudia los planes de desarrollo turístico de los diferentes actores sociales en Port Royal, y las formas en que ellos incorporan las narrativas históricas en tales planes. Específicamente, ella se cuestiona sobre las implicaciones de la planeación y el desarrollo en las comunidades cercanas a los sitios históricos, y como las memorias sociales de tales comunidades compiten con otras versiones oficiales promovidas por el estado y los empresarios turísticos. Ella recoge la discusión teórica alrededor del problema de la memoria social (Maurice Halbwachs y Eric Hobsbawn sobre la memoria en sí y la invención de las tradiciones, y los trabajos sobre memoria en el ámbito regional, como los de Eric Williams, Raphael Samuels and Michel Roulph Trouillot) para estudiar el intento de las elites por imponer su memoria y la respuesta por parte de los sectores populares en ese sentido.

Uno de los principales méritos del trabajo de Waters es la implementación del método etnográfico. Cuando ella inició su investigación de campo dentro de la comunidad de Port Royal a mediados de los años 90, ella descubrió rápidamente las memorias enfrentadas que los nativos expresaban sobre la historia de Jamaica. Mientras los europeos y los visitantes estadounidenses, por ejemplo, concebían a los piratas como un arquetipo cultural representativo de la isla, los afrojamaicanos lo veían tan solo como una extensión de la dominación europea sobre el Caribe. Por tal motivo, Waters esperaba encontrar una memoria popular afrojamaicana que desafiara las narrativas históricas centradas en la herencia británica. Sin embargo, y gracias a su trabajo etnográfico, ella encontró que los nativos de Port Royal se sentían orgullosos de su conexión histórica con Gran Bretaña, lo cual complicaba sus primeras hipótesis. La etnografía le permitió capturar diferentes expresiones populares que las fuentes escritas no habían revelado.

Al igual que Waters, Krista Thompson también hace uso de fuentes distintas a las escritas para estudiar las dimensiones imaginarias y/o ideológicas del turismo. En el 2006, publicó su trabajo sobre las políticas de representación visual en el Caribe anglófono21. A través de fotografías, postales y pinturas, ella estudia las representaciones graficas de las islas y sus habitantes desde la década del 80 del siglo XIX. Ella argumenta que estas representaciones fueron cruciales en la reorientación de la imagen internacional de los territorios insulares, usualmente representadas como bárbaros, indómitos e insalubres. Lejos de ser únicamente imaginarias, las políticas de representación visual tenían claras implicaciones en la vida material de los pueblos del Caribe. Empresarios y el estado colonial formaban el "espacio social" (concepto que retoma de Henry Lefebvre para explicar la relación que los seres humanos establecen con el espacio habitado) de acuerdo a la imagen previamente creada desde las representaciones gráficas. Ella define este proceso como "tropicalización": un complejo sistema visual a través del cual las islas era imaginadas para el consumo turístico y las implicaciones sociales y políticas de estas representaciones sobre el espacio físico de las islas y sus habitantes.22 Los gobiernos coloniales reprodujeron en el espacio social lo que las representaciones graficas imaginaron sobre el Caribe tropical y su gente: palmeras, playas de arena, calles coloridas, pero también nativos forzados a actuar de la forma en como las representaciones los imaginaban.

Basada en los debates sobre la teoría postcolonial, ella estudia como las representaciones graficas sobre el Caribe reforzaron los ideales de superioridad de la civilización occidental. Aunque Thompson afirma que las representaciones en sí revelan las percepciones occidentales sobre las colonias, ella va más allá cuando examina la respuesta por parte de los colonizados. Lejos de ser sujetos pasivos, los nativos negociaron la tropicalización y el racismo derivado de ella. Thompson dedica un capítulo entero al estudio de un caso particular en que un periodista afrojamaicano se rehusó a abandonar un espacio turístico reservado para personas blancas. De esta forma, ella explica como la tropicalización era confrontada, e igualmente interpretada y percibida de forma distinta por empresarios turísticos, el estado y los nativos.

El turismo y los poderes imperiales sobre el Caribe

El rol que los capitales extranjeros y los poderes imperiales tuvieron en la formación de la industria turística en el Caribe solo ha sido estudiado recientemente. En el 2008, Evan Eward publicó su libro sobre cómo las fuerzas globales culturales, políticas y económicas sentaron las bases del turismo en el Caribe Hispano (Cuba, República Dominicana, Puerto Rico y México), y las distintas trayectorias en cada uno de aquellos países, a pesar de sus puntos de encuentro en tiempo y espacio23. Estas diferencias, él argumenta, han sido determinadas por los capitales que han controlado el turismo caribeño.

En un primer momento, entre los años 40 y 50, el capital norteamericano fue el que marcó la pauta del desarrollo turístico en la región. El modelo que ellos implementaron consistía en un modelo de desarrollo vertical y urbano, una suerte de resort auto-contenido que integraba hoteles, comunidades residenciales, campos de golf y numerosas facilidades turísticas, todas ellas dependientes de compañías verticales que ofrecían paquetes de turismo que abarcan toda una gama de servicios que iban desde los tiquetes aéreos hasta el hospedaje. Los proyectos adelantados por las compañías de Rockefeller y Hilton en Cuba, Venezuela, las Islas Vírgenes y Puerto Rico son ejemplos de aquel modelo. Las transformaciones políticas que tuvieron lugar en los años 50 complicaron las condiciones para la inversión estadounidense. La expansión de los capitales nacionales hacia el turismo inicia una nueva etapa que Evan Eward denominó "el Caribe latino", donde el capital local sustituyó el estadounidense. El caso de Cuba, tras el triunfo de la revolución de 1959, es quizás más notorio. La transición hacia los capitales nacionales también se tradujo en una transformación en el modelo vertical y urbano que había primado anteriormente, y en el paso hacia un modelo rural y de resorts periféricos, que descentralizaba los servicios y balanceaba los beneficios del turismo en los territorios nacionales, y no solo en las ciudades costeras donde el desarrollo se había concentrado. Desde los años 80, los capitales europeos comenzaron a financiar la industria turística en la región, reforzando el modelo de desarrollo periférico. Eward celebra esta evolución histórica como una transición progresiva hacía un modelo de desarrollo sostenible, el cual, él argumenta, puede mantener la integridad biológica de los ecosistemas caribeños.

Denis Merrill coincide con Eward en la periodización de las fases de inversión de capital extranjero en la industria turística del Caribe24. Merrill estudia la inversión de capital estadounidense en México, Cuba y Puerto Rico, pero se aparta de visiones sobre el turismo centradas en el estado y el capital, y opta por hacer una historia del turismo "desde abajo", es decir, desde la perspectiva de huéspedes y anfitriones. De esta forma, él también sugiere una comprensión distinta del imperio. él entiende el imperio como una "comunidad imaginada" (de la misma forma en como Benedict Anderson entiende a la nación), en la cual turistas norteamericanos ordinarios y ciudadanos latinoamericanos participan en el proceso de construcción imaginaria del imperio. En pocas palabras, turistas y nativos también imaginaban los alcances del imperio. A través del estudio de la literatura turística, guías, avisos publicitarios, artículos, etc, Merrill muestra como los turistas americanos solían simpatizar con los aspiraciones de los postrevolucionarios mexicanos o los insurgentes cubanos, o resaltaban las búsquedas de reforma y el renacer cultural de Puerto Rico, lo que animaba a algunos lectores a acoger la diferencia, a descubrir nuevas formas de entenderse a sí mismos y a otros, e imaginar nuevas, y a veces sutiles (¿suaves?), estructuras del imperio25.

La idea del turismo como un "poder suave" (soft power), como una manifestación sutil de las estructuras del imperio, es importante para entender la forma en como los nativos resistían y negociaban el poder. A diferencia del poder ejercido a través la presencia de fuerzas armadas, el "poder suave" dejaba espacios para resistir. Merrill sugiere que el "poder suave" que turistas y promotores del sector ejercían generaba reacciones de parte de los locales que profundizaron el descontento de ellos en contra de Batista en los años previos a la revolución, en el caso particular de Cuba. En ese mismo sentido, él considera que el turismo era un poder lo suficientemente sutil para que los puertorriqueños pudieran desafiarlo. Los nativos forzaban a los turistas a negociar los precios, el uso de la lengua, y las normas culturales en el marco de los encuentros turísticos. De esta forma, los puertorriqueños podían retar las imposiciones sutiles del imperio y construir sus identidades nacionales dentro de los confines de la relación colonial sostenida con los Estados Unidos.

En términos más amplios, Merrill critica la historiografía previa con respecto a la Guerra Fría y el imperialismo que solo se ha concentrado en sus dimensiones políticas y militares, sin reparar en sus implicaciones en la cotidianidad de los sujetos sociales ordinarios. Los actores locales negociaron a su manera las consecuencias del turismo y el capital foráneo. De esa forma, ellos restringieron el alcance del imperialismo.

Christine Skwiot también intenta entender al imperialismo desde la perspectiva del turismo. En su libro publicado en el 2010, ella estudia como los viajes y el turismo formaron el imperialismo norteamericano en Cuba y Hawái26. Ella sostiene, muy en sintonía con Merrill, que la literatura de viajeros y los promotores turísticos colaboran con agentes imperialistas y antiimperialistas para imaginar, debatir, transforma, resistir y protestar el lugar de Cuba y Hawái dentro del imperialismo estadounidense. Antes de la toma militar de las islas, agentes turísticos ya habían imaginado el potencial de las islas como parte de los Estados Unidos y como lugares de placer y resort para sus ciudadanos. A través de la literatura de viajeros, ellos representaban las islas y sus habitantes, y en base a tales descripciones, justificaban su apropiación como parte del imperio. Ellos representaban a Cuba y Hawái como lugares paradisiacos que debían ser rescatados de las manos opresivas de potencias europeas o monarquías conservadoras, y cuyos habitantes eran suficientemente civilizados y blancos para ser parte de los Estados Unidos. Por el contrario, los nativos desarrollaron actitudes políticas anti imperialistas (en el caso de Cuba sobre todo) desde la resistencia ejercida en contra de los efectos del turismo. Skwiot demuestra que las movilizaciones en Cuba en contra de Machado o en Hawái en contra de la hegemonía estadounidense (haole) identificaban al turismo como una fuente de racismo y de opresión en su contra, y se valían de tales críticas para desafiar al imperialismo.

Conclusión

A pesar de que la historiografía sobre el turismo en el Caribe tiene una historia muy corta que se limita a los últimos 20 años, y que la producción en si no ha sido necesariamente prolífica, esta ha sabido tomar partido de los avances de la disciplina. Después del temprano énfasis en las implicaciones sociales, económicas y raciales del turismo, y la subsecuente comparación el sistema de plantación, la historiografía reciente ha acogido preguntas más complejas e incorporando los debates en género y sexualidad, memoria social, cultura, y política. Todos estos temas han nutrido la discusión con marcos teóricos que ampliaron la comprensión de las distintas facetas del turismo, y que también situaron al turismo dentro de temas mucho más amplios. Nuevos estudios sobre el imperialismo y las relaciones raciales y de género en el Caribe moderno no podrán desconocer la centralidad del turismo dentro de las distintas realidades que la región afronta.

Los avances en el campo de estudio no solo ponen de relieve la multiplicidad de perspectivas temáticas y teóricas, sino también la variedad de enfoques metodológicos y de fuentes de información. El clima excepcional que ha hecho del Caribe un destino turístico global ha tenido implicaciones desafortunadas para sus fuentes de archivo. La humedad y el calor han destruido una buena parte su memoria escrita, lo que ha hecho compleja la reconstrucción de su trasegar histórico. Afortunadamente, la historiografía sobre el turismo en el Caribe ha superado esta barrera, y ha mostrado el potencial de las fuentes no escritas. Como varios de estos trabajos lo han demostrado, pinturas, postales, fotografías e historia oral pueden proveer ricas fuentes de información para futuras investigaciones. A futuro, archivos sonoros y fílmicos podrán servir como complemento a los nuevos recursos que ya se han utilizado.

Desafortunadamente, estos avances no han llegado a otros rincones del Gran Caribe. Tal como se mencionó al principio, la historiografía se ha limitado a los territorios insulares, ignorando los territorios de Sur y Centroamérica sobre la cuenca del Caribe. Solamente Dennis Merrill, Evan Eward y Kamala Kempadoo muestran interés por los territorios más allá de las islas. Esto responde a dos problemas fundamentales, entre muchos otros: aún predomina dentro del imaginario académico (aún más en el estadounidense, de donde proviene la mayor parte de esta literatura) la idea de que el Caribe se limita a los territorios insulares, desconociendo o pormenorizando las conexiones históricas entre los mismos y su contraparte continental27. Por otro lado, no existe todavía un dialogo continuo entre las tradiciones historiográficas de ambas regiones. Las barreras idiomáticas han entorpecido aún más dicha posibilidad. Atendiendo a esa situación, la tarea de las nuevas generaciones de estudiosos del turismo en el Caribe debería ser aproximar, desde la historiografía, dos realidades que desde mucho tiempo atrás han estado conectadas por los azares de la historia misma.


1 Este artículo es el resultado del trabajo final para el seminario sobre desarrollo histórico del Caribe dirigido por Melina Pappademos en el Departamento de Historia de la Universidad de Connecticut. A ella agradezco sus generosos comentarios. Una versión reducida del artículo fue presentada en el XI Seminario Internacional de Estudios del Caribe organizado por el Instituto Internacional de Estudios del Caribe en el año 2013.

2 Historiador de la Universidad de Cartagena. Magister en Historia de la Universidad de Connecticut, y estudiante de tercer año del Doctorado en Historia de América Latina y el Caribe en la misma universidad. Miembro del grupo de investigación "Sociedad, cultura y política en el Caribe colombiano" del Instituto Internacional de Estudios del Caribe. Coautor de la compilación Cartagena vista por los viajeros, siglos XVIII-XX publicada en el 2011. Correo: orlando.deavila@uconn. edu

3 Gerardo González Núñez, "La evolución del turismo en el Caribe en los últimos veinte años", En: Temas No. 43. La Habana. 2005, p 28-30. Sobre el aumento en número de turistas y el consecuente aumento en ingresos en las últimas dos décadas, González comenta: "En 1980, Puerto Rico y Bahamas eran los únicos países en recibir más de un millón de turistas; sin embargo, en el 2000 seis países superaban esa cantidad y otros cinco, la cifra de 500 000. Hace veinte años solo aquellos dos países generaban 500 millones de dólares en ingresos; sin embargo, en el año 2000, seis naciones superaban los 1 000 millones de dólares en ingresos y otras cinco se colocaban muy cerca o superaban la cantidad de 500 millones de dólares."

4 Michael Manley. Foreword. En: Last resorts. The Cost of Tourism in the Caribbean. Polly Patulo (Editora). London. Casell., 1996. P X.

5 Ibídem. P X. La traducción es mía.

6Dentro del Gran Caribe el caso mexicano ha sido el más estudiado. La compilación de Nicholas Dagen Bloom, publicada en el 2006, incluye interesantes artículos sobre el turismo en el país, aunque no necesariamente sobre el caso de litoral mexicano en el Caribe. Nicholas Dagen Bloom (Editores). Adventures into Mexico. American Tourism beyond the border. Oxford. Rowman & Littlefield., 2006. Por el contrario, en el 2009, Stella Arnaiz y Alfredo Dachery publicaron una historia general del turismo en el Caribe Mexicano desde el siglo XVI hasta el presente. Sin embargo, los autores fallan en integrar con su trabajo con cualquier literatura previa sobre México o el Caribe. Stella Arnaiz - Alfredo Dachery. Geopolitica, recursos naturales y turismo. Una historia del Caribe Mexicano. Jalisco. Universidad de Guadalajara., 2009. Sobre el Caribe Colombiano no existe todavía una producción amplia. Para el caso de Cartagena, en el Caribe colombiano, ver: Harold Carrillo Romero, Georgina Cabarcas Cañate, Adineth Vargas Hernández, Yusleinis Puello Pájaro. "El desarrollo de la actividad turística en Cartagena de Indias: implicaciones sociales y urbanas: 1943 - 1978". En: RevistaPalobra. Vol 13 N° 13. Cartagena., 2013. P 190-210.

7 Frank Fonda Taylor. To hell with Paradise. A history of the Jamaican tourist industry. Pittsburgh y London. University of Pittsburgh Press. 1993.

8 Polly Patulo. Last resorts ... Op cit.

9 Ian Gregory Strachan. Paradise and plantation: Tourism and culture in the Anglophone Caribbean. Charlottesville. University of Virginia Press., 2002

10 Gail Saunders. Bahamian society after emancipation. Kingston y Princeton. Ian Randle Publishers -Markus Wiener Publisher., 2003

11 Otro trabajo sobre la historia del turismo en Bahamas es el libro de la burócrata del Ministerio de Turismo del país, Angela B. Cleare. El trabajo es básicamente un recuento de hechos históricos sobre la evolución económica del sector (incorporando los recuentos de cualquier clase de viajeros foráneos en las islas, y tomando como punto de partida a Cristóbal Colón, "el primer turista"). Su libro no desarrolla ningún argumento, ni se esfuerza por responder ninguna pregunta de investigación. También falla en relacionar su trabajo con la literatura regional al respecto, aun cuando sugiere que su estudio comprende una perspectiva global (apenas incorpora un par de líneas del trabajo de Saunders). En conclusión, esta no es más que una larga narrativa de la historia local del turismo en las Bahamas, y sus implicaciones sociales y económicas, en el marco de las transformaciones internacionales. Aunque útil para rescatar datos empíricos sobre el tema, no hace ninguna contribución relevante al debate historiográfico sobre la región. Ver: Angela B. Cleare. History of tourism in the Bahamas: a global perspective. U.S. Xlibris., 2007. Por otra parte, y desde una perspectiva económica y sociológica, Emilio Pantojas también compara las tendencias recientes de la economía caribeña con el sistema de plantación, y como estas tendencias perpetúan la posición subordinada de la región con respecto al mercado global. En ese sentido, las estructuras económicas desiguales de hoy en día son similares a aquellas que afectaron el Caribe en los tiempos de la plantación. Ver: Emilio Pantojas. “De la plantación al resort: el Caribe en la era de la globalización”. En, Revista de Ciencias Sociales N° 15. San Juan, 2006. P 82-99.

12 Manuel Moreno Fraginals. El Ingenio. Barcelona. Editorial Crítica, 2001.

13 Kamala Kempadoo (Editora). Sun, sex and gold. Tourism and sex work in the Caribbean. Oxford. Rowman y Littlefield., 1999.

14 Aunque Kempaddo sugiere que esta realidad es una característica específica del trabajo sexual en el Caribe, la historiografía sobre Latinoamérica ha demostrado ampliamente que las mujeres esclavas ofrecian servicios sexuales para animar una manumisión graciosa o utilizaban la prostitución para auto comprarse la libertad. Ver: Christine Hunefeldt. Paying the Price of Freedom: Family and Labor Among Lima's Slaves, 1800-1854. Berkeley. University of California., 1995.

15 Mimi Sheller. Citizenship from below. Erotic agency and Caribbean freedom. Durham y London. Duke University Press., 2012.

16 Frank Andre Guridy. Forging diaspora. Afro Cubans and African American in a world of empire and Jim Crow. Chapel Hill. University of North Carolina Press., 2010.

17 Ian Gregory Strachan. Paradise and plantation ... Op cit. P 14.

18 Devys Spence Benson. "Cuba Calls: African American tourism, race and the Cuban revolution, 1959­1961". En: Hispanic American Historical Review. Volumen 93 Numero 2. Durham, 2013. P 239-271.

19 Rosalie Schwartz. Pleasure Island: tourism and temptation in Cuba. Lincoln y London. University of Nebraska Press., 1997.

20 Anita M Waters. Planning the past: heritage tourism and post-colonial politics at Port Royal. Oxford. Lexington Books., 2006.

21 Krista A. Thompson. An eye for the tropics. Tourism, Photography, and Framing of the Caribbean Picturesque. Durham y London. Duke University Press., 2006.

22 Ibidem. p 6.

23 Evan R. Ward. Packaged vacations. Tourism development in the Spanish Caribbean. Gainesville. University of Florida., 2008.

24 Denis Merrill. Negotiating Paradise. U.S. tourism and empire in Twentieth-Century Latin America. Chapel Hill. University of North Carolina Press., 2009.

25 Ibídem. 11. La traducción es mía.

26 Christine Skwiot. The purpose of Paradise. U.S tourism and Empire in Cuba and Hawai 'i. Philadelphia y Oxford. University of Pennsylvania Press., 2010.

27 Con respecto al debate, ver: Antonio Gaztambide. Tan lejos de Dios. Ensayos sobre las relaciones del Caribe con los Estados Unidos. San Juan. Editorial Callejón - Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico., 2006.


Bibliografía analizada

Anita M Waters. Planning the past: heritage tourism and post-colonial politics at Port Royal. Oxford. Lexington Books., 2006.

Christine Skwiot. The purpose of Paradise. U.S tourism and Empire in Cuba and Hawai'i. Philadelphia y Oxford. University of Pennsylvania Press., 2010.

Denis Merrill. Negotiating Paradise. U.S. tourism and empire in Twentieth-Century Latin America. Chapel Hill. University of North Carolina Press., 2009.

Devys Spence Benson. "Cuba Calls: African American tourism, race and the Cuban revolution, 1959-1961". En: Hispanic American Historical Review. Volumen 93 Numero 2. Durham, 2013. P 239-271.

Evan R. Ward. Packaged vacations. Tourism development in the Spanish Caribbean. Gainesville. University of Florida., 2008.

Frank Andre Guridy. Forging diaspora. Afro Cubans and African American in a world of empire and Jim Crow. Chapel Hill. University of North Carolina Press., 2010.

Frank Fonda Taylor. To hell with Paradise. A history of the Jamaican tourist industry. Pittsburgh y London. University of Pittsburgh Press., 1993.

Gail Saunders. Bahamian society after emancipation. Kingston y Princeton. Ian Randle Publishers - Markus Wiener Publisher., 2003

Ian Gregory Strachan. Paradise and plantation: Tourism and culture in the Anglophone Caribbean. Charlottesville. University of Virginia Press., 2002

Kamala Kempadoo (Editora). Sun, sex and gold. Tourism and sex work in the Caribbean. Oxford. Rowman and Littlefield., 1999.

Krista A. Thompson. An eye for the tropics. Tourism, Photography, and Framing of the Caribbean Picturesque. Durham y London. Duke University Press., 2006.

Mimi Sheller. Citizenship from below. Erotic agency and Caribbean freedom. Durham & London. Duke University Press., 2012.

Polly Patulo (Editora). Last resorts. The Cost of Tourism in the Caribbean. London. Casell., 1996

Rosalie Schwartz. Pleasure Island: tourism and temptation in Cuba. Lincoln y London. University of Nebraska Press., 1997.

Bibliografía referenciada

Angela B. Cleare. History of tourism in the Bahamas: a global perspective. U.S. Xlibris.,2007

Antonio Gaztambide. Tan lejos de Dios. Ensayos sobre las relaciones del Caribe con los Estados Unidos. San Juan. Editorial Callejón - Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico., 2006.

Christine Hunefeldt. Paying the Price of Freedom: Family and Labor Among Lima's Slaves, 1800-1854. Berkeley. University of California., 1995.

Emilio Pantojas. "De la plantación al resort: el Caribe en la era de la globalización". En, Revista de Ciencias Sociales N° 15. San Juan, 2006. P 82-99.

Gerardo González Núñez, "La evolución del turismo en el Caribe en los últimos veinte años", En: Temas No. 43. La Habana, 2005.P 27-32.

Harold Carrillo Romero, Georgina Cabarcas Cañate, Adineth Vargas Hernández, Yusleinis Puello Pájaro. "El desarrollo de la actividad turística en Cartagena de Indias: implicaciones sociales y urbanas: 1943 - 1978". En: Revista Palobra. Vol 13 N° 13. Cartagena, 2013. P 190210.

Manuel Moreno Fraginals. El Ingenio. Barcelona. Editorial Crítica., 2001.

Nicholas Dagen Bloom (Editores). Adventures into Mexico. American Tourism beyond the border. Oxford. Rowman & Littlefield., 2006.

Stella Arnaiz - Alfredo Dachery. Geopolitica, recursos naturales y turismo. Una historia del Caribe Mexicano. Jalisco. Universidad de Guadalajara., 2009.


Memorias
Revista Digital de Historia y Arqueología desde el Caribe Colombiano
http://memorias.uninorte.edu.co/index.php/memorias
memorias@uninorte.edu.co

Universidad del Norte
Barranquilla (Colombia)
2014
©