ISSN Electronico 1794-8886 Volumen 24, septiembre-diciembre de 2014 |
La travesía económica del poder. Una mirada a la historia de San Andrés
Johannie James Cruz Universidad Nacional Sede Caribe, San Andrés 2014
El texto la travesía económica del poder. Una mirada a la historia de San Andrés, de la profesora Johannie Lucía James Cruz, recoge la historia económica y por lo tanto, al mismo tiempo, y como su nombre lo indica, la travesía del poder entendido fundamentalmente como manejo y control de los recursos1 en la isla de San Andrés, aunque por momentos se habla del Archipiélago en su conjunto2. El propósito de la autora de realizar la revisión crítica de los modelos de desarrollo económico implementados en las islas a partir de la segunda mitad del siglo XIX, evaluando simultáneamente el papel del Estado en la construcción del llamado desarrollo económico y social del archipiélago, es conseguido completamente. En efecto, el libro es un riguroso, detallado y profundo análisis de los acontecimientos que han delineado las características de los modelos económicos que se han implementado en las islas desde mediados del siglo XIX hasta la primera década del siglo XXI, de manera que con su lectura puede entenderse no solo su pasado, sino también proyectar su devenir.
El texto, basado en la investigación realizada para la tesis doctoral de la autora en el área de Ciencias para el desarrollo sustentable en la Universidad de Guadalajara, México, tiene la rigurosidad académica propia de este tipo de trabajos, pero además está escrito en una prosa clara y agradable de leer, sin dejar de ser por ello menos profunda y exhaustiva, como ya mencioné. Se compone de tres grandes capítulos que hacen referencia a los tres procesos productivos y orientaciones económicas que ha tenido el Archipiélago en un poco más de siglo y medio. El primer capítulo trata de la economía agroexportadora basada en el coco, el segundo se refiere al modelo del Puerto Libre y el último a La Nueva orientación del desarrollo a través de la Reserva Mundial de la Biosfera Seaflower. Al final encontramos las conclusiones, a las que me referiré más adelante.
Uno de los aportes que la investigadora hace es tomar distancia de las periodizaciones tradicionales realizadas por historiadoras/es, economistas y demás personas que han escrito sobre las islas. A partir de un riguroso trabajo de consulta a la bibliografía existente, hallazgos en archivos históricos, información de periódicos y entrevistas, Johannie cuestiona que el período de la economía agroexportadora basada en el coco se ubique entre 1853-1953 como establecen Isabel Clemente y
Adolfo Meisel4 y prefiere situarlo entre 1850 y 1987. Esta propuesta la sustenta en la consideración de que, a pesar de haberse cambiado de modelo económico a partir de 1953, las exportaciones del coco no tuvieron una abrupta suspensión a partir de ese año sino que se mantuvieron hasta 1987. Pone de presente que fue después de la declaratoria de Puerto Libre cuando "se inauguran en el archipiélago las fábricas de grasas, para aprovechar al máximo la producción local del coco", lo que efectivamente ocurrió en el año 19545.
La autora establece cuatro fases dentro del período agroexportador basado en el coco, como son expansión (1850-1877), auge (1877-1919), desaceleración (1919-1931) y crisis (1931-1987), siendo este último el período más largo (56 años), lo que nos lleva a pensar que este modelo tuvo una lenta agonía, quizá porque representó el período de mayor prosperidad para los isleños, hoy reconocidos como raizales, de modo que estos se resistían a dejarlo morir. En efecto, en una cita que trae de Carolina Medina se dice que "la población vivía un momento de pleno bienestar y un nivel de vida alto tal vez el mejor que ha vivido el Archipiélago, pues para la época no había analfabetos y la mayoría de las personas sabían leer en inglés, buena parte utilizaba zapatos y tenían educación" 6. Todo esto sin desconocer que al final eran los norteamericanos quienes dominaban el comercio del coco, como lo demuestra el hecho que ese país era el que enviaba técnicos a revisar los cultivos cuando estos empezaron a padecer por las plagas y que, a nivel local, había desigual distribución del ingreso pues unos pocos isleños contaban con barcos, locales comerciales y el capital que les permitía controlar la venta del producto.
Vale la pena entonces mencionar los factores que llevaron al ocaso de este modelo. Según datos compilados por la autora, la desaceleración se inicia con la fuerte competencia que constituyó Jamaica para San Andrés, seguida por Panamá y rematada por Filipinas, que para 1925 suministraban más de la mitad del coco que llegaba a los Estados Unidos7a lo que se suma la expedición de medidas arancelarias en Colombia que empiezan a gravar las exportaciones, las prácticas perjudiciales de recolección, la carencia de recursos para la provisión de fertilizantes y abonos, el envejecimiento de los cultivos, los daños en los frutos verdes producto de la propagación de las ratas y la sobrepoblación de cocoteros. A todos estos últimos factores mencionados, que podríamos considerar como causas internas, se les agregan condiciones externas como la tendencia a la baja de los precios internacionales, que tuvo su momento culmen con la total contracción de la economía en la crisis mundial de los años treinta.
Se devela entonces que el modelo agroexportador y el del Puerto Libre se solapan durante 34 años, por lo que habría que preguntarse cuál de los dos durante esos años era subsidiario del otro. Pero lo más importante es que se logra demostrar cómo la transición de una economía agroexportadora a una economía de servicios fue un cambio tan trascendental en la historia económica y social de las islas como lo fue la emancipación de los esclavizados, pues se pasó de un sistema económico en el cual el nativo era el dueño de los medios de producción a otro en el cual fue excluido de la generación de excedentes8.
Ya refiriéndose al modelo de Puerto Libre, Johannie caracteriza que el ciclo económico se da así: surgimiento (1953-1965), desarrollo (1965-1979) y colapso (1990-2000). Como síntesis de este período se expone que la aplicación de este modelo ocasionó un "drástico cambio en su estructura social, económica y ambiental". Por una lado las obras de infraestructura que se realizaron, como el aeropuerto y la carretera circunvalar, significaron un impulso a la llamada "modernización" de la vida económica isleña, pero, por otro, de nuevo cambia el agente retenedor del ingreso y se profundiza la desigualdad, porque en adelante serían los inmigrantes extranjeros los que dominarían la economía y orientarían la acción estatal, mientras la mayor parte de la población local quedó excluida del proceso de "desarrollo económico".
Uno de los efectos más graves para la población local es que se cambió el uso de la tierra, de modo que gran parte de las áreas usadas para cultivos se destinó a la construcción de locales comerciales, hoteles de poca categoría y entidades gubernamentales, por lo que según la autora "el desarrollo estuvo ligado al daño ecológico". Además, las familias isleñas terminaron perdiendo sus tierras o, en el mejor de los casos, cediendo a las pretensiones de compra de los recién llegados. Respecto al papel del Estado, "durante todo el proceso este estuvo fuertemente marcado por una equivocada política de soberanía que se fundamentó en el reforzamiento militar y poco se logró en materia de protección de la población local frente al proceso de exclusión al que se veía enfrentada, la provisión de servicios públicos adecuados, el control migratorio, etc." 9.
Un dato importante que se referencia en este período es el efecto de las actividades ilícitas en el territorio insular. Según la autora "La posición estratégica de las Islas en el Caribe, fue utilizada por narcotraficantes y traficantes de armas para su beneficio personal. Las significativas ganancias que generaron estas actividades permearon la economía de tal forma que no solo mantuvieron el crecimiento económico en medio de la crisis, sino que también lograron tocar los estamentos públicos y privados locales."10.
En el capítulo que trata de la nueva orientación del desarrollo, Reserva Mundial de la Biosfera Seaflower (2000-2011), se concluye que "la declaración del Archipiélago como Reserva Mundial de la Biosfera exige un compromiso adicional con el desarrollo sostenible del territorio insular, pero la estructura actual de la economía no favorece este tipo de desarrollo. La concentración de los dos principales sectores económicos en manos de multinacionales hoteleras y cadenas comerciales, además de desestimular la inversión privada, limita la irrigación de ingresos a la economía local a aquellos generados por el empleo. El predominio del modelo "todo incluido" acentúa esta situación"11.
A mi entender este reconocimiento significa que la orientación económica que es potenciada por la declaración de reserva de biosfera no se ha podido aplicar a profundidad, especialmente en San Andrés. En Providencia quizá se ha aplicado un poco más, por lo menos hasta hace algunos años cuando el municipio se orientaba por un esquema de desarrollo sostenible escogido directamente por sus habitantes y promovido por la Veeduría Cívica. Desafortunadamente esto ha cambiado con los dos últimos gobiernos locales durante los cuales pareciera que a Providencia se le encamina por la senda que ya recorrió San Andrés.
Como concluye Johannie, "el predominio del modelo "todo incluido" acentúa la exclusión de la población nativa, excluida históricamente del control del turismo y el comercio y el Gobierno nacional, en el marco del predominio de una política de desarrollo neoliberal, ha favorecido y sigue favoreciendo la inversión extranjera directa en el territorio, y por ende la consolidación de multinacionales hoteleras, que monopolizan el sector y que, concentradas en el "todo incluido", poco dejan a las islas" 12, porque muchos hoteles ni siquiera pagan impuestos en el territorio.
En las conclusiones generales la autora dice que el largo recorrido a través de la historia económica de San Andrés que presenta en su libro nos debe llevar a concluir que, en este lugar, la acción estatal ha sido determinante en la configuración del desarrollo económico, especialmente gracias al aprovechamiento que le ha hecho del sistema tributario. Esto puede ser cierto si tomamos en consideración la última parte del modelo agroexportador basado en el coco y los dos últimos modelos que ella estudia, esto es el del Puerto Libre y el de la Reserva Mundial de la Biosfera Seaflower, porque durante la llamada era del algodón, que la autora no incluyó en su estudio, los esclavistas controlaron este negocio casi sin intervención del estado colombiano y durante la expansión de la economía del coco que la autora sitúa entre 1850-1877, ocurrió la llamada revolución social descrita por Willems y que retoma Sandner13 , que permitió una transformación económica y de la sociedad, donde no había privilegios para los blancos y donde se clasificaba a las familias según ingreso y prestigio sin mayor intervención del estado colombiano.
Después se pasó al control y manejo de la economía por parte de los comerciantes norteamericanos que dominaban el negocio del coco y de unos pocos isleños que contaban con las condiciones de acumulación suficientes para también beneficiarse. Según los datos que nos proporciona la propia autora, la intervención del estado colombiano en la economía se inició, con consecuencias serias en el bienestar de los pobladores y en los modelos productivos del Archipiélago, solo a principios del siglo XX.
Esto para mí es importante de resaltar porque, a mi parecer, la autora le da demasiada importancia al papel del Estado tanto para bien como para mal y en mi opinión, punto de vista también debatible, las características de los estados dependientes y a favor de los grandes patrimonios no permiten que se pueda esperar mucho de su intervención, sobre todo si se trata de garantizar beneficios para la población que no es propietaria de grandes capitales. Se debe por tanto impulsar alternativas desde la propia gente, que después exijan apoyo del Estado.
Por otra parte, Johannie habla de la "soberanía mal entendida" que ha sido un factor determinante del tipo de turismo que se desarrolló en las islas, pues el intento de poblarlas con inmigrantes colombianos descuidó las potencialidades que ofrecía no solo su posición estratégica en el Caribe, sino también su herencia común y su condición bilingüe. Compartiendo la caracterización de que Colombia no es un imperio, considero sin embargo que en términos de imposición colonial y de su colonialidad, que son dos cosas diferentes según la corriente decolonial, se comportó como tal y entonces aplicó un concepción de soberanía que es común a estos procesos y que no está mal entendida, es que ella es así y por el contrario se aplica coherentemente con las necesidades de imponer modelos centralistas que privilegian la posesión territorial y el control militar antes que nada.
En lo que sí coincido con Johannie es que "se necesitan cambios estructurales dentro del modelo de desarrollo" y yo agregaría que también se tiene que cambiar la concepción que se tiene del propio desarrollo, pero esa es una discusión para otra ocasión. Coincido también en propuestas como la de aprovechar la pertenencia de Colombia a la Zona de Turismo Sustentable del Caribe para promocionar el destino como lugar óptimo para el aprendizaje de dos lenguas y que el turismo académico puede ser considerado una potencialidad de la isla frente a las demás islas del Caribe y que se deben generar encadenamientos entre los sectores productivos, como por ejemplo que la agricultura local provea de alimentos a los hoteles14.
Además de las anotaciones antes señaladas, la autora del libro al que he venido haciendo referencia demuestra que los ciclos, periodos o modelos, se solapan entre sí y que no necesariamente con la aparición de una nueva orientación económica los sistemas productivos anteriores dejan de existir o desaparecen inmediatamente. Más bien estos conviven y en cierta medida, pueden quedar siendo subsidiarios del que logra imponerse. Debo resaltar además que en su análisis considera todos los factores que pueden incidir en la economía, incluidos los sucesos internacionales que pueden afectarla y muestra las diversas protestas que en cada período se hicieron de parte de la comunidad ante las medidas del gobierno nacional, lo que serviría para hacer un rastreo de la resistencia de los isleños raizales ante las erráticas y nefastas políticas del estado colombiano frente al Archipiélago.
La lectura y discusión de textos como este es hoy urgente porque de nuevo se presentan en las islas propuestas económicas como las contenidas en el llamado "Plan Archipiélago", que surgió como respuesta del gobierno nacional a raíz del Fallo de la Corte Internacional de Justicia de La Haya, que llaman al crecimiento de las inversiones y de las cifras de los renglones de la economía sin reparar en sus efectos frente a los frágiles ecosistemas de las islas y sin detenerse a considerar quiénes serán los reales beneficiarios de estas iniciativas. Este libro es una mirada de largo alcance que nos dota de elementos para tomar decisiones en el presente pues "quien no conoce su historia está condenado a repetirla, unas veces como comedia, pero otras veces como tragedia".
Yusmidia Solano Suárez
Universidad Nacional de Colombia, Sede Caribe San Andrés, octubre de 2014
4 Meisel, Adolfo (2005). La continentalización de la isla de San Andrés, Colombia: Panyas, raizales y turismo. En: Economías locales del Caribe colombiano: siete estudios de caso. Banco de la República, colección de Economía Regional. Bogotá
5 James Cruz, Johannie. 2014. La travesía económica del poder. Una mirada a la historia de San Andrés Universidad Nacional de Colombia Sede Caribe. Pag.26
6 Medina 2003, en James, 2014. Op.cit. Pág. 33. 7Parsons, 1985; Greeley 1925, en James, Op.cit. Pág. 36
7Parsons, 1985; Greeley 1925, en James, Op.cit. Pág. 36
8 James, Op.cit. Pág.54.
9 James, Op.cit. Pág. 216
10 James, Op.cit. Pág.217
11James, Op.cit. Pág. 246.
12 James, Op.cit. Pág.246.
13 James, Op.cit. Pág.246.
14 James, Op.cit Pág. 248
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