versión On-line ISSN 1794-8886
n.° 12, enero-julio de 2010


Reseña del libro: Barrio El Prado. Hito histórico y urbano de Barranquilla

El Barrio El Prado surgió en 1920 por la iniciativa de los hermanos Roberto y Karl Parrisch, dos empresarios norteamericanos quienes se establecieron a vivir en Barranquilla en donde participaron en varios proyectos relacionados con el desarrollo de la ciudad. Entre estos diversos proyectos hay que mencionar la gestión y ejecución de un acueducto moderno, la construcción del puerto con sus obras en Bocas de Ceniza, la carretera a Puerto Colombia y a Ciénaga y en la segunda generación el proyecto educativo Fundación de la Universidad del Norte. De alguna manera esta familia ha sido una de las más influyentes en lo que tiene que ver con el desarrollo urbano de Barranquilla y sus descendientes continúan haciendo proyectos e inversiones en esta actividad.

Desde su creación hasta 1940, se construyó gran parte del Barrio El Prado, uno de los más elegantes y distinguidos de Colombia, y quizás en su época, de América Latina. Estas dos décadas coinciden con un auge económico, comercial, portuario y cultural que la ciudad nunca había experimentado antes y que nunca más volvería a vivir. El libro de Vidal y Vergara, que acaba de aparecer, es un registro historiográfico y analítico sobre un acontecimiento que ha quedado en la memoria colectiva como el símbolo de una época de prosperidad que ya pertenece al pasado.

Cuando aparece un libro de historia sobre un tema determinado, se hace necesaria una mirada hacia atrás para ver como ha sido registrado el hecho histórico en la tradición. Cuando comenzó sus actividades la compañía, la ciudad no tenía una memoria escrita, sino que el pasado era un asunto de cuentos y leyendas recogidas en artículos de periódicos o en papeles perdidos en baúles. En 1922, cuando apareció el primer libro de historia titulado Barranquilla:su pasado y su presente, de José Ramón Vergara y Fernando Baena, no se puso registrar el acontecimiento del Barrio El Prado. En 1944 apareció en forma de libro un conjunto de crónicas sobre Barranquilla con el título de Lecturas locales de Miguel Goenaga. A pesar de que en esos años el barrio vivía su esplendor, el autor no lo registra como un hecho histórico. En la segunda edición de 1953 tampoco aparece alguna referencia al Barrio El Prado. Pareciera que, como escribe Ramón I. Bacca en 1990: "La ciudad comercial estaba satisfecha de sí misma", y los temas históricos eran cosa del pasado y lo que interesaba era el futuro. La mayoría de los dirigentes pensaron que el progreso material y cultural de Barranquilla iba a ser infinito. El legendario gerente de las Empresas Públicas de Barranquilla escribió en 1936 en la Revista Mejoras que: "Antes de veinte años Barranquilla será más grande que Bogotá". En 1955, el periodista de El Espectador que tuvo que hacer un reportaje sobre las obras civiles de Bocas de Ceniza inauguradas en 1936, el joven Gabriel García Márquez, seguramente no se tropezó con los pocos libros raros que existían sobre la historia de la ciudad antes mencionadas y escribió de manera casi lapidaria: Barranquilla es una ciudad sin historia.

Uno de los hechos que han marcado a toda la ciudad de Barranquilla en el último medio siglo ha sido el agotamiento de su crecimiento económico, comercial y cultural, es decir, el progreso experimentado durante un siglo se disipó en unos pocos años y en la década de los sesenta surgió la necesidad de mirar hacia el pasado, ya sea para reencontrar la senda perdida del progreso, o bien para mantener el optimismo recordando las cosas bellas de la ciudad. En la década de los años sesenta, al comienzo de la crisis urbana, apareció el cronista más célebre que ha tenido Barranquilla, se trata de Alfredo de la Espriella, quien ha sido hasta ahora el encargado de guardar en su memoria oral y fotográfica las glorias del famoso Barrio El Prado. El mismo creció allí, frente al edificio de Bellas Artes. Curiosamente, el título del libro de Vidal y Vergara incorpora una palabra del lenguaje de Alfredo cuando nos cuenta de los Hitos imponderables de la ciudad de Barranquilla, entre ellos se encuentra por supuesto el gran acontecimiento urbanístico del Barrio El Prado.

Pero este libro es algo distinto a lo que se había conocido hasta ahora sobre el Barrio El Prado. Ya no se trata de de glorificar o idealizar un acontecimiento, sino que llevar la reflexión sobre el hecho al terreno de las evidencias empíricas, es decir, a lo que ha quedado registrado en los documentos históricos que reposan en los archivos locales. Estos investigadores están interesados en hacer ciencia, en el sentido de producir conocimiento útil que sirva para solucionar los problemas de la sociedad, problemas, que en este caso se trata del gran desorden urbanístico que se observa en el propio Barrio El Prado y en toda la ciudad en el día de hoy. En este sentido se trata de una historia que recién comienza.

Este nuevo libro da cuenta del origen del barrio, de quienes fueron sus fundadores, los capitales invertidos, los diseños, etc., y todo fielmente documentado de la Notaría Primera de Barranquilla.

En su origen, el barrio quedaba al margen de la ciudad en unas lomas hacia arriba, pero hoy ha quedado incrustado prácticamente en el centro del radio urbano. Entre los transeúntes que lo atraviesan o se dirigen allí por algún motivo, deben ser muy pocos los que guardan la memoria de lo que fue hace ochenta años. El deterioro del barrio ya es un hecho registrado por la prensa, por sectores académicos y gubernamentales. En este estudio el problema ha sido llevado al terreno de los números y de los gráficos y planos, algunos antiguos y otros elaborados por los especialistas que conforman el equipo de investigación. Los antecedentes a este trabajo no son muy numerosos. El primer intento de regular el crecimiento urbano fue un plan concebido por el arquitecto Cristian Ujueta en 1958, el cual no se pudo llevar a cabo por las inmensas dificultades que tuvo que enfrentar la ciudad con las migraciones campesinas en los años sesenta. Habría que mencionar los trabajos publicados por Luis E. Sánchez Bonett en al año 2000, entre ellos hay que destacar el de Porfirio Ospino, quien muestra una recopilación de planos de la ciudad.

Los invitamos a leer este trabajo como un aporte a la memoria histórica de sus habitantes, y también como una contribución al debate actual sobre el ordenamiento territorial de Barranquilla, que necesita de manera urgente más estudios como este. La experiencia de los urbanizadores Parrish hace un siglo pueden ser de gran utilidad para las actuales autoridades competentes que regulan el crecimiento y la recuperación de algunos sectores de la urbe como es el caso del Barrio El Prado. De alguna manera se trata de una invitación a vincular a las autoridades responsables del desarrollo urbano a este tipo de investigaciones académicas.

Jorge Villalon
Historiador.
Docente de la Universidad del Norte


Memorias
Revista Digital de Historia y Arqueología desde el Caribe
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Universidad del Norte
Barranquilla (Colombia)
2010
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