ISSN Electronico 1794—8886 Volumen 34, enero—abril de 2018 Recibido:3 de agosto de 2016 Aprobado:26 de septiembre de 2017 DOI: http://dx.doi.org/10.14482/memor.34.8957 |
El comercio del agua de aljibes como catalizador del imaginario del "problema del agua" en Sincelejo. 1ra mitad del siglo XX: una historia cultural urbana a partir de la prensa
The role of the selling of rain water in the formulation of the "problem of shortage of water" in Sincelejo. first half of the twentieth century: an urban cultural history through newspaper archives
O comércio de água de aljibes como catalisador do imaginário do "problema da água" em Sincelejo. 1— metade do século XX: uma história cultural urbana desde a imprensa
Gilberto Emiro Martinez Osorio
Arquitecto, Magíster en Historia y Teoría del Arte, la Arquitectura y la Ciudad de la Universidad Nacional de Colombia UNAL, sede Bogota. Especialista en Docencia de la Corporación Universitaria del Caribe CECAR de Sincelejo. Docente investigador del Grupo de Investigación en Teoría e Historia de la Arquitectura y la Ciudad, GITHAC, del Programa de Arquitectura de CECAR.
Scopus Author ID: 57192640854 y ORCID 0000—0002—8763—3112. gilberto.martinez@cecar.edu.co
* El presente artículo es producto del proyecto de investigación "El manejo del agua en Sincelejo a finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX: una mirada desde la historia cultural", financiado por la Corporación Universitaria de Caribe CECAR de Sincelejo, Colombia. Estudio realizado entre los años 2015 y 2016 por Gilberto Martínez Osorio como investigador principal y Pedro Martínez Osorio como co—investigador. Documento disponible en los archivos del Centro de Investigaciones Institucional de CECAR.
Citar como:
Martínez, G. E. (2.017). El comercio del agua de aljibes como catalizador del imaginario del "problema del agua" en Sincelejo. 1ra mitad del siglo XX: una historia cultural urbana a partir de la prensa. Memorias: Revista Digital de Arqueología e Historia desde el Caribe (enero—abril), 151—175.
Resumen
El presente artículo explora los procesos asociados al manejo del agua en la ciudad de Sincelejo a comienzos del siglo XX. Es una investigación realizada desde el enfoque de la historia cultural urbana, en la que se aplica un análisis crítico sobre los discursos relacionados con el tema en mención, publicados en la prensa de la ciudad de Sincelejo, buscando identificar las prácticas culturales desarrolladas, las representaciones sociales e imaginarios que se construyen por la comunidad. Se dan aquí explicaciones sobre las tensiones urbanas que se crean entre miembros de la comunidad, a partir del comercio del agua de aljibes, y, la participación de los medios de comunicación en la construcción de un imaginario social en relación con el abastecimiento de agua en la ciudad.
Palabras clave: Agua de lluvia, aljibes, pozos artesianos, prácticas culturales, imaginarios, representaciones, prensa.
Abstract
This article explores cultural practices, and imaginary representations associated with water management in Sincelejo City during the 1st half of the twentieth century. Research conducted from the perspective of cultural history, methodologically supported in the critical analysis of the documentation contained in the press archive of Sincelejo City, located in the National Library of Colombia in Bogota. Explained here about urban tensions created between members of the community, starting for the rainwater trade, and the participation of different actors in the consolidation of social imaginary with the water supply.
Keywords: Rain, water tank, artesian wells, cultural practices, representations, press.
Resumo
Este artigo explora os processos associados à gestão da água na cidade de Sincelejo no início do século XX. Pesquisa realizada a partir da abordagem da história cultural urbana, onde uma análise crítica é aplicada nos discursos relacionados ao assunto mencionado, que foram publicados na imprensa da cidade de Sincelejo, buscando identificar as práticas culturais desenvolvidas e as representações e imaginários que foram construídos pela comunidade. Explicações são dadas aqui sobre as tensões urbanas que foram criadas entre os membros da comunidade, com base no comércio de água de aljibes e a participação dos meios de comunicação na construção de um imaginário social em relação ao abastecimento de água na cidade.
Palavras chave: Água de chuva, aljibes, poços artesianos, práticas culturais, imaginários, representações, imprensa.
Introducción
Durante la primera mitad del siglo XX, la ciudad de Sincelejo1 cubre su suministro de agua a partir de una serie de pozos y aguadas públicas construidas por líderes de la ciudad a lo largo del siglo XIX. Red de pozos en las que se depositan aguas lluvias, aprovechando la cantidad de escorrentías y la facilidad para hacer represamientos que ofrece la topografía del lugar. El sistema lo complementa una red de aljibes y pozos artesianos, privados, localizados al interior de las edificaciones de familias y personajes, que con recursos propios lograron desarrollar dispositivos de almacenamiento tan grandes que les permitían comercializar sus excedentes. El sistema estuvo apoyado por una red de arrieros que cumplían la función de transportar las cargas de agua, llevarlas hasta los hogares y hacer la intermediación comercial del producto.
Los procesos históricos acontecidos en la ciudad de Sincelejo, en relación con la temática del agua, y su efecto en la construcción de los imaginarios y la identidad de los sincelejanos, aún no han sido estudiados. El presente trabajo planteó abordar este tema de la ciudad, desde el enfoque de la historia cultural urbana, asumiendo su complejidad y su valoración, más allá del aspecto puramente físico y material de lo construido. Investigar sobre el fenómeno urbano implicó involucrar diferentes dimensiones: por una parte, la explicación de cómo los artefactos físicos son el reflejo de hechos sociales, económicos y culturales, que permiten su significación; por otra, las prácticas, usos y finalmente la apropiación que dicho fenómeno ha posibilitado en sus habitantes; las historias y relatos que adquieren sentido en el imaginario social y cultural de una determinada comunidad. Ambos aspectos, íntimamente relacionados, sirven de base para comprender fenómenos que se convierten en el soporte de la identidad del Sincelejo actual. En este orden de ideas, surgieron los interrogantes que se intentan responder en el presente trabajo: ¿Cuál es el valor que tuvo el agua lluvia en el Sincelejo de la 1ra mitad del siglo XX? ¿Cuáles fueron los procesos sociales y culturales acontecidos en Since—lejo en relación con el comercio del agua en la 1ra mitad del siglo XX? ¿Qué tipo de prácticas culturales y procesos de apropiación están asociados al comercio del agua en Sincelejo durante la 1ra mitad del siglo XX?
Desde el punto de vista metodológico, el trabajo se soportó en el análisis documental del archivo de prensa de la ciudad de Sincelejo, localizado en la colección Manuel del Socorro Rodríguez de la Biblioteca Nacional de Colombia en Bogotá, documentación que permitió revisar los imaginarios urbanos y las representaciones sociales relacionadas con el tema, a partir del análisis de los discursos, las discusiones, propuestas, ofertas y otras situaciones urbanas relacionadas con el uso y aprovechamiento del agua de lluvias. Son también fuentes primarias de este trabajo, las fotografías de la ciudad de Sincelejo en la primera mitad del siglo XX, disponibles en la Fototeca Municipal de Sincelejo y el archivo de fotografías y levantamientos planimétricos desarrollados en el marco del proyecto de investigación institucional de CECAR Sincelejo, "El manejo del agua en Sincelejo a finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX"2. Los resultados se consignan en tres títulos, el primero de ellos dedicado a exponer las condiciones generales del manejo del agua en la ciudad de Sincelejo, el segundo, a explicar la representación de progreso que encarnan las nuevas arquitecturas vernáculas y neoclásicas, y los aljibes del Since—lejo de comienzos del siglo XX, y el tercero dedicado a revisar la manera en que la comercialización del agua lluvia genera en la ciudad un imaginario de pueblo abusado y explotado por una estructura de poder generada por la capacidad, de un grupo reducido de ciudadanos, de almacenar el agua de lluvia.
El contexto del agua en Sincelejo a finales del siglo XIX
Son escasos los documentos que muestran datos históricos del manejo del agua en la ciudad de Sincelejo en periodos anteriores al siglo XX, entre ellos sobresalen las pequeñas menciones que Orlando Fals Borda hace, en su "Historia doble de la costa", en 1986, sobre las dificultades territoriales para acceder al agua y la utilización de "casimbas"3 y "pozos llorados" (Fals, 1986, p. 72 —75) por parte de las comunidades de mestizos y "negros sabaneros", como él llama a las personas que poblaron el territorio donde en la actualidad se encuentra la ciudad de Sincelejo. Fals Borda expone un proceso histórico de repoblamiento de la zona, posterior a la desaparición del poblado original de la etnia Zenú4. Este proceso se desarrolló a partir de la construcción de siete conjuntos de casas, hoy barrios de la ciudad de Sincelejo: Sabana de las Angustias, Sabana en medio, Las Peñitas, El Palmar (Chacurí), Colomuto, Rinconlargo y la Mochila, que se conurbaron luego de la reorganización que Antonio De la Torre y Miranda hiciera de este territorio en 1776. Las anotaciones sobre el agua en Sincelejo realizadas por Fals Borda son construidas a partir de los relatos y memorias sobre la historia de la ciudad de Nicolás Chadid, condensadas en el documento "Crónicas de Sincelejo", donde su autor expone el contexto del agua en el Sincelejo del siglo XIX en los siguientes términos:
El problema del agua siempre ha existido, no por la falta de iniciativa o por la pereza de sus habitantes sino por causas muy fáciles de analizar. Así que pueda afirmar con plena certidumbre que en el año 1848 no había dentro del perímetro del pueblo aguadas de significación, ni siquiera la más célebre de todas que es la de majagual iniciada apenas a fines del siglo pasado por el Alcalde don Manuel Tamara Herazo. (Chadid, 1988, p. 31).
La información suministrada por Chadid deja advertir fundamentalmente dos cosas, por una parte, la existencia de un histórico "problema del agua" en la ciudad de Sincelejo, causado por la escasez de fuentes hídricas en la región. Por otra, la idea, de que la cultura de manejo del agua asociada al aprovechamiento de fuentes subterráneas a partir de "pozos llorados", o la del aprovechamiento de aguas lluvias a partir de "aljibes", tanques, u otro tipo de reservorios, aun a mediados del siglo XIX no ha comenzado. El documento de Chadid tiene fecha de publicación 19885, en él se compila una vasta documentación de archivos sobre la ciudad de Sincelejo, así como también las memorias de Aquilino Palomino, personaje del Sincelejo del siglo XIX quien traslada su acervo documental a Chadid. Es precisamente el cuestionamiento a la primera de las afirmaciones de Chadid, lo que permite enfocar de una manera más precisa el presente estudio: ¿Qué se entendió por "el problema del agua" en el Sincelejo de comienzos del siglo XX"? ¿"el problema del agua" en Sincelejo siempre ha estado asociado a la carencia de fuentes de agua?
Chadid amplía su información y también aporta los siguientes datos:
Pero vivía aquí entonces un hombre extraordinario cuya estatua estamos en mora de levantar. Se llamaba Sebastián Romero, pero el pueblo lo conocía con el solo distintivo de Chano Romero. Don Chano que sentía todas las necesidades del pueblo como propias, hizo construir por un ingeniero francés cuyo nombre no he podido averiguar, en el año antes citado, los siguientes pozos llorados:
Uno en la calle de la Pajuela, ya desaparecido, contiguo a la casa de habitación de don Pablo e. Vergara P.; otro que presta servicio aún en el barrio de Mochila, cerca de la residencia de la familia Beltrán de Guevara; otro que fue suprimido en la Plaza Principal, hoy Parque Santander, en la esquina del edificio de don Julio C. Corena; uno ya enterrado, en el solar de la antigua central, hoy ocupado por el hotel Sincelejo; otro en el barrio el Cauca que estuvo en el mismo punto en que hoy está la casa de la Sra. Lucia Pérez; otro en pleno servicio en el barrio Wilches, conocido erróneamente como pozo del Viche, cuando es pozo de Wilches por el apellido de un señor que ahí vivió; otro en el Tendal, calle paralela a la del Cauca y que conduce a las peñitas y sigue prestando servicio; y por último el que queda junto a la casa cural y que continúa suministrando agua. Total, ocho pozos de los cuales desaparecieron cuatro y los otros cuatro continúan suministrando el precioso liquido en la abundancia de sus mejores días, a pesar de los 104 años que tienen de construidos contados hasta este año de gracia de 1952. (Chadid, 1988, p. 32).
Nicolás Chadid presenta la labor de Sebastián Romero como la base para la implementación de una red de pozos que abasteció a Sincelejo desde mediados del siglo XIX hasta mediados del siglo XX. Se resalta de esta información, la manera en que habla de la "abundancia" del recurso hídrico en unos "mejores días" de su servicio. Este nuevo contexto entregado por Chadid también permite precisar un interrogante: si el recurso hídrico que suministraba la red de pozos a la población de Sin—celejo le proveía agua en "abundancia", permitiendo con esto descartar la escasez absoluta de agua como falencia urbana, ¿qué representación está contenida en el concepto "el problema del agua" en Sincelejo?
Otro dato importante aportado por Chadid, es la desmitificación, de que la red de pozos de Sincelejo fue construida por los españoles durante la época colonial. Aclara Chadid que los primeros pozos y aljibes fueron hechos con piedra boba o muerta por un ingeniero francés en el año 1848, por la iniciativa exclusiva del insigne Sebastián Romero (Chadid, 1988, p. 32).
Otro autor que aborda el tema es Edgardo Tamara en su libro "Historia de Sincelejo: de los zenúes al Packing house". Esta es una obra de carácter general, concentrada fundamentalmente en esclarecer la denominación del lugar, así como aspectos políticos y de ordenamiento territorial. Esta obra recorre la historia de Sincelejo desde el periodo de la colonia hasta comienzos del siglo XX, a partir de la revisión de documentos obtenidos en el Archivo General de la Nación en Bogotá. En la totalidad del texto, solamente se hace mención a procesos relacionados con el agua cuando se señala la labor de Sebastián "Chano" Romero a mediados del siglo XIX, siguiendo la línea narrativa trazada por los mencionados relatos de Nicolás Chadid en sus "Crónicas sincelejanas". El renombrado "Pozo de Majagual" no es enlistado como obra de "Chano" Romero y recibe una mención adicional en el libro de este autor:
El pozo de majagual: Construido, parece que, con oposición de algunos políticos, por Don Manuel Tamara H., siendo alcalde en 1870. El nombre se lo colocó el coronel conservador Simón Galán en honor a ese municipio donde vivía su familia. Don Rogelio precisa que ese pozo era una aguada, represa de un arroyuelo con sus excavaciones que cada año se ha ido agrandando. Luego se hicieron el de San Francisco y el de Petaca. Hubo incluso aljibes comunales en el centro del pueblo (Tamara, 1997, p. 211).
En las observaciones hechas por Tamara, se destaca la mención de la disposición de "Aljibes comunales" como un servicio público urbano de suministro de agua.
La falta de precisión documental observada en los trabajos de Fals Borda, Nicolás Chadid y Edgardo Tamara confirman la existencia de un vacío histórico sobre los procesos de manejo del agua en Sincelejo en periodos anteriores al siglo XX, en atención a que todos y cada uno de ellos se remitieron a fuentes imprecisas, sin aportar fuentes primarias al momento de estructurar sus respectivos relatos. Sin embargo, no se desconoce el valor de estas primeras aproximaciones históricas al problema.
Los trabajos realizados por el historiador Álvaro Casas sobre el agua en Cartagena durante el siglo XIX, condensados en su libro "Los circuitos del agua y la higiene urbana en la ciudad de Cartagena a comienzos del siglo XX" (Casas, 2000, p. 347 — 375), permitieron identificar la existencia de un documento específico que describe las condiciones sanitarias de la ciudad de Sincelejo y el manejo del agua en el año 1894, se trata del artículo "Sincelejo observado desde el punto de vista higiénico" (Prados, 1894. Pág. 145), publicado en la Gaceta Médica del Departamento de Bolívar, por el médico Manuel Prados. Aquí se describe a Sincelejo como una población cuyo carácter urbano está determinado por su conexión con una producción agropecuaria, ligada a los cultivos de caña, la destilación de licores y las actividades de la ganadería. Prados presenta en su artículo, una estructura urbana aún incipiente, de configuración espontanea, con un alto porcentaje de sus calles de tierra y barro ocupadas con frecuencia con corrales, lodazales y animales ligados a las actividades productivas antes mencionadas. Su arquitectura la componen en su gran mayoría edificaciones de techo pajizo, construidas con bahareques y pisos "sobados" en tierra. Dentro de la población, describe Prados, solo existen 18 casas construidas en mampostería. Un paisaje urbano cuyo carácter puede ser asociado con la síntesis que condensa el título de "corralito de matarratón"6, otorgado por algunos de sus antiguos habitantes en sus memorias sobre la ciudad, expresión un tanto irónica que hace analogía, inversa, al calificativo histórico con el que se conoce a la capital del Departamento de Bolívar, una de las ciudades más importantes de la América colonial, Cartagena, "el corralito de piedra" y la imagen urbana de casas de palma y bahareque que proyecta el Sincelejo de la segunda mitad del siglo XIX.
Al examinar el Documento del Dr. Prados, se encuentra una descripción detallada del contexto de la higiene y los procesos de manejo del agua, de la ciudad de Sincelejo:
Las poblaciones como Cartagena, Corozal, Sincelejo, Sincé, Juan Gordo y demás pueblos del Departamento que no están a orillas de los ríos, tienen la necesidad de depositar en aljibes o estanques el agua de lluvia recogida en época de invierno para las necesidades domesticas e industriales. En estas localidades también tienen pozos fabricados con piedra muy porosa (arenisca floja) y mezcla compuesta de una parte de cal y otra de arena, para el mismo uso; pero el agua que contiene siempre es gorda, o demasiado cargada de materias salinas y orgánicas. El agua que conservan estos pozos no solamente es muy calcárea, sino que contiene además los productos orgánicos y sales amoniacales que resultan del paso de las aguas llovedizas por las caballerizas, excusados, patios, etc., etc., en donde se cargan de tantos productos malsanos que algunas las rechazan las bestias y no sirven sino para las curtiembres, regado de sembrados, etc. Además de estos pozos de piedra se hacen en grandes excavaciones en la tierra, sin paredes de mampostería ni madera, que llaman estanques, en donde depositan el agua de lluvia algunas veces después de haber pasado por los patios del poblado o huertas de paja, otras veces no recogen la que cae de la atmosfera simplemente; el agua de estos estanques es dulce y fresca pero tiene un sabor terroso y es diáfana y transparente; por otra parte las autoridades de los pueblos que por lo común desconocen en absoluto las leyes generales de higiene pública, no les hacen gradas o entarimados aparentes que los aguadores revuelvan el limo de los estanques, como sucede generalmente, porque tienen que meter los pies para llenar las vasijas, y en algunas localidades son tan descuidadas dichas autoridades que no impiden que se bañen dentro del estanque. También dijimos: la cantidad y calidad de provisión de aguas potables necesarias para las aglomeraciones sociales es el primer problema que tiene que resolver todo gobierno serio. (Prados, 1894, p. 145)
El primer aspecto que destaca el médico Prados, es que la situación de escasez de agua potable no es un caso exclusivo de la ciudad de Sincelejo, que su situación se asemeja a las privaciones por el agua potable que viven poblaciones como la misma capital del Departamento, Cartagena, y otras situadas en la Sabana, como Corozal y Sincé, entre otras, y que, en estas poblaciones, son los aljibes, el medio principal para proveerse de la mejor agua posible del lugar. Por otro lado, expone la manera como un grupo de opciones de recolección de agua de lluvia que se aplican en la ciudad, como represas empedradas y pozos excavados, pierden su potabilidad y se cargan de material particulado que dificulta su utilidad para el consumo humano al recogerse, a partir de escorrentías, sobre el suelo en el que se desarrollan actividades urbanas, industriales, agropecuarias o se vierten desechos humanos.
Los aljibes y las nuevas arquitecturas como representación de progreso en Sincelejo de comienzos del S. XX.
La prohibición de la construcción en palma y bahareque en el centro de la ciudad de Sincelejo, a través del "Acuerdo No 14: por el cual se dictan medidas de conveniencia publica y se deroga el marcado con el número 5 del 20 de septiembre de 1912" (El Kine, No 11, julio 19 de 1914, p. 4.), en el año 19127, luego del voraz incendio que consumió gran parte de las construcciones de la población, es, entre otros, uno de los factores que soportan la consolidación de un proceso de transformación tecnológica de la arquitectura en esta ciudad a comienzos del siglo XX. Se introducen aquí una serie de modificaciones a los procesos de construcción y a las técnicas de manejo del agua en las edificaciones.
Desde finales del siglo XIX se comienzan a implementar en la región de las sabanas del antiguo Departamento de Bolívar, las láminas metálicas de zinc y el cemento, materiales de construcción procedentes de Alemania, que llegaban a la región a partir de los intercambios comerciales realizados con el continente europeo. Estos materiales se convierten en el recurso que facilita un proceso de modernización arquitectónica en la región, generándose lo que se conoce coloquialmente como "la casa de zinc": construcción vernácula que recrea y reemplaza paulatinamente a la ancestral "casa de palma" en el contexto urbano de las poblaciones de las sabanas del antiguo Departamento de Bolívar8. Esta arquitectura corresponde a la producción urbanística de los sectores modestos, económicamente hablando, de la sociedad sincelejana.
En ella, además de la introducción de las láminas de zinc, como material de cubierta, los cerramientos son cambiados de bahareque a ladrillo de barro cocido, recubiertos con pañetes realizados en mortero de cemento; las superficies de piso son recubiertas con baldosas de cemento, que comienzan a ser producidas en la ciudad. Sobre estas edificaciones se construye un imaginario que puede ser asociado a la idea de progreso urbano, situación que puede observarse al revisar anuncios publicitarios como: "se vende una casa" ó "vendo una casa", publicados en el periódico El Anunciador No 736 de 1932, en el que aparecen avisos como el siguiente: "Se vende una casa. Cómoda para familia techo de zinc, aljibe y todas las comodidades y el confort y se vende a muy buen precio" (El Anunciador, No 736, febrero 6 de 1932). Se observa, aquí, que los elementos fundamentales para la proyección comercial del mencionado inmueble son la comodidad y el confort, conceptos progresistas aparecidos en la Inglaterra del siglo XIX (Leupen, 1999, p. 83) como respuesta a las demandas urbanas generadas por el desarrollo industrial y establecidas como los prolegómenos del discurso funcionalista de la arquitectura moderna. Discurso difundido en Colombia a través de la prensa y de publicaciones como Cromos, Semana y la Revista PROA, medios de comunicación que se observan como mecanismo de propaganda que permite comprender su aparición en la ciudad de Sincelejo.
En el caso de la casa vernácula sincelejana, la materialidad del zinc, con su capacidad de protección y eficiencia para evacuar el agua de lluvia, y, la existencia de un "aljibe" para el almacenamiento autónomo del agua lluvia, son los elementos diferenciadores ofrecidos por el vendedor como señal de confort y comodidad. Situación que no deja de ser llamativa, en la medida en que sirven para referenciar un tipo edilicio donde, en su configuración, se evoluciona el patrón ancestral del Bohío del Caribe.
La arquitectura vernácula comparte el predominio en el Sincelejo de comienzos del siglo XX con la arquitectura neoclásica o ecléctica del periodo republicano en Colombia (Arango, 1990), la cual ayuda a conformar y redefinir el paisaje urbano de la ciudad. Esta arquitectura corresponde a los desarrollos realizados por la nueva burguesía que se conformaba en la región, una clase social que utiliza la arquitectura, entre otros adelantos técnicos de la época, como medio para representar su capacidad económica y estatus. Las dos arquitecturas, vernácula y neoclásica, comparten los mismos materiales de construcción: el zinc y el cemento, sumados a los tradicionales ladrillos de barro cocido ya presentes en la región desde el periodo colonial. La diferencia entre las dos arquitecturas solo es formal y estilística, la primera es construida por maestros locales, mientras que la segunda es diseñada y construida por maestros constructores traídos desde Cartagena. Son estas construcciones y sus materiales los que permiten la consolidación de un tipo de dispositivo de manejo del agua para el autoabastecimiento de los sincelejanos, "los aljibes": grandes reservorios de agua que se construyen en los patios de las casas "de material" y transforman la dinámica del manejo del agua en la ciudad.
El sistema de captación de aguas lluvias identificado en las casas sincelejanas de comienzos del siglo XX encaja con las propuestas actuales de recolección, aprovechamiento y "cosecha" de agua de lluvia reintroducidas en el mundo contemporáneo a partir de las preocupaciones relacionadas con el desarrollo urbano sosteni—ble, así, por ejemplo, está la propuesta del sistema SCAPT (Sistema de Captación de Aguas Pluviales en Techos) que plantea la Organización Panamericana de la Salud (Ballen, 2006), la Global Water Parnership Central América, o los sistemas Healthy House implementados en Toronto Canadá (Ballen, 2006), entre otros.
El sistema de abastecimiento por "ojos de agua" o "pozos llorados" sufre también un proceso de modernización. Durante el siglo XIX, estos recursos hídricos eran convertidos en grandes represas abiertas, espejos de agua, con la aparición del cemento y la introducción de modernas bombas de agua, se construyen grandes cisternas enterradas que permiten almacenar el agua manada de ellos. Los elementos que componen este sistema son: el gran reservorio, la bomba, el brocal y el respiradero. La gran mayoría de ellos están construidos en ladrillo de barro cocido recubierto con pañete de mortero de cemento y, algunos de ellos, encontrados construidos en un tipo de concreto reforzado, que se entienden como más recientes que los de ladrillo.
Las miradas higienistas de finales del siglo XIX sobre la calidad del agua de los "aljibes"
La descripción del Dr. Prados genera una valoración diferenciada entre dos tipos de calidades de agua de lluvia disponible en la ciudad, una, que puede ser consumida por humanos, "potable" desde su perspectiva, y otra que solo puede ser utilizada para labores de aseo, limpieza y producción agroindustrial. Sobre este tema el Dr. Manuel Prados, emite en su informe, el siguiente concepto:
Hoy es un hecho que esta fuera de duda, la intervención del agua para la propagación de muchas enfermedades.... Razón ha tenido el Dr. Carrasquilla en decir: que el paludismo se toma con el agua que se bebe. El año pasado solamente escaparon de la gran epidemia que se desarrolló en noviembre, las personas que acostumbran tomar únicamente aguas de aljibe, el resto de la población fue víctima del parásito Laveran y murieron algunos niños de la parte indigente de la población. (Prados, 1894, p. 150 — 151).
Prados observa un patrón diferenciado de exposición a las enfermedades parasitarias, por un lado, esboza la existencia de una especie de élite que tiene la posibilidad de consumir agua de aljibe y por el otro, señala un tipo de población menos afortunada que se ve obligada a consumir el agua de los pozos y las represas, quienes, además, se encuentran expuestos a padecer todo tipo de enfermedades parasitarias que tienen al agua como vehículo. Para Prados, el "agua de aljibes" apta para el consumo humano, se refiere a aguas de lluvias recolectadas a través de cubiertas metálicas y almacenadas en tanques que han sido acondicionados previamente en acuerdo con algunos procesos de higiene, no a las aguas procedentes de pozos profundos, las cuales son conocidas en la región como "aguasgordas" que solo servían como apoyo a labores de limpieza en el hogar, no para el consumo humano.
Al respecto, el investigador Álvaro Casas identifica una correspondencia entre el informe realizado por el Dr. Manuel Prados en Sincelejo y el realizado por el Dr. Rafael Pérez C., sobre las condiciones de higiene de Cartagena en 1897, Casas hace la comparación de los trabajos en los siguientes términos:
Pero cualquiera que fuese la posición de los médicos con respecto a la incidencia del agua en aquellas enfermedades, lo que más llama la atención en la postura del doctor Pérez, así como en la de otros higienistas de su tiempo, es la ausencia del tema de las evacuaciones de detritus. Al tratar del saneamiento de las poblaciones, su preocupación no va más allá que garantizar el abastecimiento de agua con la convicción de que las evacuaciones se producen gracias a un sistema 'natural' determinado por el régimen de lluvias. Se evidencia aquí un discurso higienista que caracteriza la manera médica como en Colombia, a finales del siglo XIX, se enfrenta el tema del agua para consumo humano, tratándolo sin tocar para nada el asunto de la evacuación de aguas usadas. Es una insólita manera moderna de concebir la higiene de las ciudades, visible también en el 'trabajo original' del médico Manuel Prados, sobre las condiciones higiénicas de Sincelejo. Con la única diferencia de un punto en el que trata el tema del Hospital de Cartagena, el artículo de Pérez parece seguir el esquema adoptado por Prados. Los dos artículos describen la "ciudad" y la "población" "desde el punto de vista higiénico". El modelo usado en ambos llena los siguientes apartados: ubicación geográfica, clima, cementerio, abastecimiento de agua, alimentación e "índole de sus habitantes", mercado público y matadero, nosología de la región y su relación con los cambios atmosféricos, demografía (nacimientos y defunciones) y condiciones de vida. (Casas, 2000, p. 347 — 375).
Casas pudo identificar una misma estructura analítica en los informes de los dos médicos, y establece a partir de ellos lo que denomina, la "posición insólita" de los médicos en Colombia a finales del siglo XIX. Este autor establece como punto de coincidencia entre los dos médicos su aceptación del agua de lluvia recolectada en aljibes como agua apta para el consumo humano, y, como la mayor deficiencia de estos informes científicos de la época, concentrarse únicamente en el tema del abastecimiento de agua y no incorporar, como tema de análisis y factor de riesgo de enfermedades, el tratamiento de las aguas residuales y la aceptación de las letrinas como sistema sanitario de la ciudad. Casas, expone, también, otros elementos de discusión del discurso higienista de Cartagena a comienzos del siglo XX, el estancamiento del agua en los aljibes abiertos, factor que facilita la multiplicación de los mosquitos y su participación como trasmisores de enfermedades.
Los conceptos entregados por médicos higienistas de la región, el caso del Dr. Prados en Sincelejo, se convierten en el soporte "científico" de la alta valoración que adquiere el agua de lluvias almacenada en aljibes a comienzos del siglo XX. La "Nota de la semana" a cargo de Jorge Gómez Casseres (El profesor Ox), publicada en el periódico "El Cénit" en 1943, es una muestra de ello:
Llovió, lluvia fresca, blanca cristalina. Agua del cielo. Muchos mostráronse complacidos. Jubilosos. Eran los de aquellos para quienes en épocas de verano una vasija de agua buena representa un artículo de lujo. Otros rostros dejaron percibir su amarga contrariedad: los de aquellos que poseen el precioso líquido en toda su abundancia (El Cenit No 1096, diciembre 18 de 1943, p. 3).
La nota es bastante explicita y deja entender el alto valor y la apreciación que la sociedad sincelejana de la 1ra mitad del siglo XX tenía por el agua lluvia, al presentarla con calificativos como "Blanca", "cristalina", "artículo de lujo" y "precioso liquido", o su solo acontecimiento como "motivo de complacencia" y de "júbilo". Sin embargo, la nota deja percibir la existencia de una tensión entre los dos tipos de grupos sociales de la ciudad anteriormente señalados por el Dr. Prados: los que no tienen agua y los que pueden almacenarla de manera abundante. Grupos sociales que, desde la perspectiva del cronista, tienen reacciones diferenciadas al respecto de la aparición del fenómeno natural de las lluvias.
La red de arrieros, los dueños de los aljibes y la explotación comercial del agua de lluvias. La génesis del imaginario del "problema del agua" en Sincelejo.
El sistema de abastecimiento de agua a través de los aljibes, al igual que el antiguo sistema de abastecimiento de agua de pozos y estanques, se apoyaba, durante la primera mitad del siglo XX, en una red de arrieros sobre burros, que complementaban el suministro llevando el agua hasta los hogares sincelejanos. Son varias las notas de prensa en las que se reclama acción de las autoridades al respecto de las escenas de maltrato animal, como la nota "Señor Alcalde mayor", de 1933, en la que se detalla el proceder de este tipo de personajes:
Entre los arreadores de agua se suscita una cosa que es necesario terminar. Estos señores, con instinto cruel, se montan en los asnos que vienen cargados haciendo más dolorosa su existencia, porque mal cuidados y peor alimentados no pueden soportar la injusta carga de los barriles llenos y el arreador encima. En tal virtud constantemente se ven caer en las calles, entonces el salvaje arreador los obliga a levantarse bajo una furiosa lluvia de garrote. Sera posible poner remedio al mal. (El Cenit No. 464, octubre 19 de 1933).
Las descripciones realizadas por el cronista de 1933, sobre la relación de los arrieros con sus animales no parece haber cambiado mucho en la ciudad de Sincelejo de comienzos del siglo XXI, donde es bastante común encontrarse escenas de maltrato animal como las descritas aquí, situaciones en las que ni siquiera la pobreza podría ser utilizada como excusa para explicar el apego a un tipo de transporte y una mirada a los animales digna de civilizaciones no modernas.
Este modelo de suministro no es exclusivo de la ciudad de Sincelejo, y ha sido presentado por historiadores de la higiene y la vida cotidiana en Colombia, como Patricia y Santiago Londoño (Londoño, 1989, p. 318 — 319), a nivel de Colombia, y por William Chapman y Ángela Agudelo, como un sistema de suministro de agua urbano en la ciudad de Barranquilla, que, presente en la ciudad desde sus inicios, subsistió hasta mediados del siglo XX, en los barrios que aún no contaban con redes de acueducto, ni sistemas modernos de aprovisionamiento de agua.
El resto de los barrios de la ciudad se seguía proveyendo de agua mediante el uso de aguadores que tomaban el líquido de los caños cercanos y la trasportaban en burro hacia los hogares. Aunque el dibujo Aguador de Barranquilla fue realizado en la década de 1870 y la fotografía que recrea la forma cómo se proveía el agua en el barrio El Bosque fue tomada en la década de 1960, ambas imágenes nos permiten percibir la continuidad del abastecimiento de agua a través de medios correspondientes a la época colonial y al siglo XIX colombiano y no por medio de la implementación de un sistema moderno, como lo era el acueducto. (Chapman, 2012. p. 225—241).
A partir de la alta valoración que adquiere el agua de los aljibes, las dinámicas en torno a este recurso toman algunos matices particulares, convirtiéndose en el objeto de deseo de los ciudadanos. Sin embargo, la totalidad de la población no tenía un acceso directo a ella, la construcción de estos dispositivos requería de importantes recursos económicos, situación que no permitió que fuese una solución viable para la totalidad de la población. En razón a la gran capacidad de los aljibes, al crecimiento de la población y a la alta demanda del recurso hídrico en épocas de verano, durante la 1ra mitad del siglo XX, los dueños de aljibes se convirtieron en empresarios privados del suministro de agua en la ciudad, generándose, frecuentemente, fuertes tensiones entre sus clientes, el pueblo sincelejano y ellos, especialmente en épocas de verano, cuando eran acusados de aprovecharse de la situación de escasez, elevando indiscriminadamente los precios de su producto. La "Nota de la semana" a cargo de "El profesor Ox" publicada en el periódico "El Cénit" en 1945 permite comprender todos los matices de esta situación:
El ambiente se agitaba con el problema del alza de los precios de la carga de agua de aljibe. Agudizándose más y más. El clamor se hacía sentir en todos los sectores de la ciudad y las opiniones variadas chocaban porque los expendedores, ante la desesperante impasividad de las autoridades, se aferraban tercamente en sostener la tarifa irritante. A la angustia del pueblo pobre oponíanse cincuenta mil fútiles excusas. Y cuando se esperaba una intervención enérgica para zanjar definitivamente el grave problema social, la excesiva contemporización benévola hacia inútil cuanto quisiera hacerse sobre el particular. Ardua la discusión. Desesperada la angustia. Pero llovió.
Lluvia fresca, blanca, cristalina, agua del cielo. Es que según la frase de mi colega de los "desnudos locales", así son las cosas de Dios. (El Cenit No 1096, diciembre 18 de 1943, p. 3)
La nota esboza la disipación de un ambiente urbano agitado, debido a lo que el cronista considera una injusticia, "el alza de los precios de la carga de agua de aljibe". En ella, se hace un reclamo implícito a las autoridades para intervenir y de cierta manera controlar los precios. El pueblo sincelejano es presentado como víctima angustiada de los "explotadores del agua" y de los fuertes veranos que traen consigo la escasez de líquido.
La posibilidad de conformar empresas en torno a los aljibes y las aguas pluviales habla de la gran capacidad de estos reservorios y de las bondades de los niveles pluviométricos para la implementación de este tipo de sistemas en la ciudad de Sincelejo, de tal manera, que permitían no solo el autoabastecimiento familiar, sino también su comercialización en la ciudad. Por otra parte, es de resaltar que el agua de las lluvias es vista, culturalmente, como totalmente pura y potable, en comparación con la "verde" y "fangosa" procedente de las represas. Se destaca en la crónica, el valor de la "carga" como factor de inconformidad por parte de los consumidores, lo que ubica, no solo la participación de los dueños de aljibes como responsables de la situación, sino también a los arrieros como transportadores encargados de la distribución del producto. Un discurso análogo sobre la situación del agua es identificable también en la nota de prensa "explotación incalificable" publicada en 1937, en donde se presenta explícitamente a los expendedores de agua, dueños de aljibes, como explotadores del pueblo sincelejano:
Nuestro colega del aire "la voz de Sincelejo", ha iniciado una enérgica campaña contra la explotación incalificable que vienen haciendo los dueños de aljibes en la ciudad con el alto precio de la carga de agua. Cada día de verano que pasa se aprovecha por los dueños de los aljibes para aumentar el precio del precioso líquido, tal como van las cosas el agua será dentro de poco, entre nosotros, un artículo de lujo y no de primera necesidad. Por lo tanto precisa una cruzada enérgica que ponga coto a esta infame explotación de los dueños de los aljibes. La idea de que el concejo grave con diez pesos mensuales a los propietarios de los aljibes que expendan la carga a más de diez centavos, nos parece magnifica. De esta manera se pondría punto final a la explotación que viene haciéndose desde hace varios años, con notable perjuicio para la salud del pueblo since—lejano (La Lucha No 605, diciembre 8 de 1937 p. 1).
Son varios los elementos que aporta esta interesante nota. El principal de ellos es señalar el proceso de comercialización del agua de los aljibes en Sincelejo como un caso de explotación social, una situación injusta en la que un grupo de elite se aprovecha de su condición favorable para sacar ganancias de las condiciones desfavorables y las necesidades de otro grupo social. Sobre esto se puede decir que, partiendo del hecho de que el agua de las lluvias está disponible para toda la población de manera igualitaria, parece no tener sentido señalar la situación como un caso de explotación, sin embargo, cabría aquí retomar la idea introducida por Orlando Fals Borda sobre los procesos socioeconómicos de la región de las sabanas del antiguo Departamento de Bolívar: "un impulso destructivo de hombres y recursos que produjo una sociedad desigual, pauperizada e injusta" (Fals, 1986, p. 125b). Fals Borda redefine la estructura social de la ciudad en la 1ra mitad del siglo XX, a partir del señalamiento de dos grupos sociales: "los ricos y los explotados" y explica cómo se realizó en las sabanas el proceso inicial de acumulación de riqueza, capital y cultura a partir de poblamientos humanos funcionales y expansivos, y, de la utilización explotadora del trabajo y el talento campesino sobre recursos abundantes. Proceso desigual que se manifiesta en la dinámicas urbanas al marcarse la favorabilidad de un grupo sobre el otro, en relación a la capacidad económica y el acceso a las tecnologías para construir, de manera autónoma, edificaciones donde se introdujeran las innovaciones de la época: cubierta de zinc, ladrillos y muros de cemento y aljibes, dispositivos de almacenamiento de agua, con capacidad suficiente para superar los periodos de verano marcados por el régimen de lluvias de esta región9. Se puede decir, a partir de esto que, el acceso al agua fue, entonces, otro factor de desigualdad social que se suma a las prácticas del gamonalismo local señaladas por Fals Borda.
Por otra parte, la nota "explotación incalificable" muestra la génesis de un movimiento de resistencia social ante la explotación señalada, se identifica aquí, a la prensa y la radio local como vehículos para la circulación de un discurso reivindicatorio de los derechos vulnerados de la población "explotada", con solicitudes de intervención de entidades municipales como el Concejo y el establecimiento de normativas, reglamentaciones, control de precios y sanciones sobre prácticas comerciales privadas.
También se esboza en la nota mencionada, la manera en que las condiciones de pobreza de algunos sectores de la población, al no poder pagar por las cargas de agua de aljibes, quedan expuestas al consumo del agua de las represas, condición que llevó a la construcción del imaginario regional de "barrigas verdes"10, llamados así a los sincelejanos que se veían forzados a consumir agua de pozos. Otras notas de prensa que comparten la óptica de la explotación señalada en la nota anterior incluyen: "Abuso incalificable" (La Lucha No 176, diciembre 20 de 1936, p. 1), "Llamamos la atención" (La Lucha No 176, enero 4 de 1936, p. 3.), "Rebaja del hielo" (El Anunciador. Número 1573. Junio 12 de 1937, p. 3) y "Prohibir que la fábrica de hielo eleve el precio porque falta el agua" (El Anunciador. Número 1475. Febrero 5 de 1937, p. 2), en ellas se pudo ver la afectación de la situación expuesta sobre el comercio de otros productos hechos a base agua, además, de la aparición de prácticas que se podrían considerar ilegales, como el engaño de comercializar aguas de dudosa procedencia, haciéndolas pasar como aguas con la calidad de la de los aljibes.
Es precisamente la situación de explotación expuesta anteriormente, aunada a la aparición de movimientos sociales de reivindicación, lo que lleva a la construcción del imaginario social del "problema del agua", concepto que vemos aparecer por primera vez en la prensa de Sincelejo el 20 de diciembre de 1936, en una nota de la sección "Ecos de la ciudad" del periódico La Lucha, documento necesario para analizar y precisar su alcance:
El problema del agua. Apenas ha comenzado el verano y ya comienza a expenderse en la ciudad el agua a precios altos, contribuyendo a la carestía de la vida. Sabemos que el señor Alcalde Mayor presentó al Concejo un proyecto sobre vigilancia y limpieza del agua de "Majagual". Y basado en este acuerdo la Alcaldía fijará para el expendio de la carga de agua, ya sea de pozos públicos o particulares. Medidas como esta las creemos de urgente necesidad, y por lo tanto excitamos tanto al Concejo como a la Alcaldía para que tomen interés en solucionar este problema urbano. (La Lucha No 176, diciembre 20 de 1936, p. 1).
La nota ayuda a entender que, toda la situación urbana de tensión, en la que se encuentran relacionados la aparición de los veranos, con su consiguiente escasez de agua, producto de la ausencia de lluvias, la comercialización de la misma, donde son actores principales los dueños de aljibes y los arrieros transportadores del líquido hasta los lugares de destino, el pueblo sincelejano con sus necesidades de abastecimiento y las autoridades locales como mediadores y responsables del desarrollo de la ciudad, desemboca en la construcción, en los medios de comunicación de la época, de un imaginario social que proyecta a Sincelejo como una ciudad donde existe un "problema del agua". Sin embargo, la mención del "verano", en la nota, confirma, que las reclamaciones por este tipo de reivindicación social solo aparecieron durante las sequias, que la ciudad, en su totalidad, se abasteció de aguas lluvias durante los inviernos, y que un grupo social específico podía superar los veranos, aun vendiendo parte de sus reservas de agua, es decir, tenían agua de sobra. Se puede inferir aquí, que el "problema del agua" en Sincelejo, hasta mediados del siglo XX, no fue precisamente la ausencia absoluta del recurso hídrico, ya que las lluvias fueron su fuente de abastecimiento, que la dificultad radicó en la imposibilidad de la población menos favorecida, o con menor acceso a recursos económicos, para construir dispositivos de almacenamiento de agua que les permitiesen superar los periodos de sequía establecidos por el régimen de lluvias de la región.
La representación de Sincelejo como una población que tiene un "problema de agua" ha acompañado a la ciudad desde 1936 hasta comienzos del siglo XXI, los hallazgos expuestos en el presente artículo permiten deducir que su significado cambió a lo largo del siglo XX, pasando de ser una representación del fenómeno de desigualdad social que vive la ciudad, al utilizarse como slogan de batalla en las reclamaciones mediáticas de la prensa y la radio por unas condiciones comerciales del agua de los aljibes más equitativas y en favor de las clases bajas de la ciudad, hasta convertirse, por intermedio de su manipulación en los medios de comunicación, en un slogan que reclama por la construcción o mejoramiento del sistema "moderno" de acueducto. Utilizándose para mostrar una imagen de Sincelejo como una ciudad donde "no hay agua", único sustento para soportar la solicitud por la construcción de obras de ingeniería que superan la capacidad financiera de la ciudad y requieren la gestión estatal, como traer el agua desde los ríos Magdalena, San Jorge o de la Ciénaga de Momil, por ejemplo, o la construcción de una gran represa en la Zona de Colosó en las estribaciones de los Montes de María.
Conclusiones
La arquitectura vernácula y la arquitectura neoclásica o ecléctica desarrollada en la ciudad de Sincelejo a comienzos del siglo XX facilitó la consolidación de un tipo de dispositivo de manejo del agua para el autoabastecimiento de los sincelejanos, "los aljibes", grandes reservorios de agua que se construyeron en los patios de las casas "de material" y transformaron la dinámica urbana, al ofrecer la posibilidad de acceder a un recurso hídrico de mayor calidad, que la ofrecida por la antigua red de represas y pozos de la ciudad. Su virtud, que quienes la consumían estaban libres de las enfermedades y epidemias comunes de la época, fue utilizada por médicos higienistas como Manuel Prados para promoverla como agua de "alta calidad", declaración que la llevó a ser apetecida por la población de Sincelejo y a adquirir un valor comercial mayor que la llamada agua de pozos o las aguas "gordas" de los pozos profundos.
El sistema de captación de aguas lluvias identificado en las casas sincelejanas de comienzos del siglo XX encaja con las propuestas actuales de recolección, aprovechamiento y "cosecha" de agua de lluvia, reintroducida en el mundo contemporáneo a partir de las preocupaciones relacionadas con el desarrollo urbano sostenible, ejemplo de ello se observa, entre otras, en la propuesta del sistema SCAPT (Sistema de Captación de Aguas Pluviales en Techos), en las propuestas de Global Water Partnership Central América, o los sistemas Healthy House. Se visualiza que, un proceso de trasferencia de conocimiento permitiría actualizar este modelo de abastecimiento y manejo de aguas lluvias en consonancia con la idea de sostenibilidad, refrendándose como una alternativa para el abastecimiento urbano de agua, ante los retos de la ciudad del siglo XXI y la amenaza que plantea la dramática disminución que presenta en la actualidad los niveles del acuífero de Morroa.
Los aljibes de recolección de aguas lluvias y los aljibes de pozos profundos de Sin—celejo tenían una capacidad de almacenamiento que permitía a las familias superar los veranos establecidos por el régimen de lluvias de la región, sus excedentes permitieron la conformación de negocios familiares de comercialización del agua de lluvias, en los que también fueron participes la red de arrieros y transportadores a lomo de bestias, que llevaban las "cargas de agua" hasta cada uno de los hogares sincelejanos. Sobre este grupo de empresarios urbanos se constituyó una representación social en la que se los visualizaba como "explotadores" del pueblo sincelejano, siendo las tensiones entre este grupo y las clases menos favorecidas de la ciudad, el catalizador del imaginario urbano del "problema del agua", representación de la ciudad que es utilizada como slogan de batalla para introducir la necesidad de construir un acueducto moderno, como manifestación de progreso, modelo en cuya implementación se desconoce una cultura de manejo del agua instalada en Sincelejo desde sus inicios, en las que se aprovechan las potencialidades del régimen de lluvias de la región como fuente de abastecimiento de agua.
Notas
1 Sincelejo es una ciudad del Caribe colombiano, cuya formación se da durante el proceso de aplicación de las reformas borbónicas en el Gobierno de Cartagena, en la Nueva Granada. La ciudad es refundada en 1776 por Antonio de la Torre y Miranda, sobre un caserío preexistente, en el que se congregó un grupo de rochelas dedicadas a la producción de licores. A comienzos del siglo XX, se erige como capital del Departamento de Sincelejo, proceso político administrativo que solo duraría dos años. Durante la primera mitad del siglo XX, la ciudad se consolida como centro comercial ganadero de las sabanas del antiguo Departamento de Bolívar. Sincelejo es la Capital del Departamento de Sucre, luego del proceso de división territorial que se concreta bajo la presidencia de Carlos Lleras Restrepo en el año 1966.
2 Los levantamientos de los dispositivos de manejo del agua de Sincelejo correspondientes a la 1ra mitad del siglo XX, fueron realizados, en el marco del proyecto de investigación "El manejo del agua en Sincelejo a finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX: una mirada desde la historia cultural" y desde la dirección del investigador principal, por el Semillero de Investigación del programa de arquitectura de CECAR, "Historia, agua y sostenibilidad", conformado por los estudiantes: Judith Iglesia, Marianela Mendivil, Apolinar Benítez, Francesca Martínez y Francisco Monte—rroza. Documento disponible en los archivos del Centro de Investigaciones Institucional de CECAR, adjunto al informe final de investigación.
3 Hueco que se hace en el suelo para buscar agua. Definición DRAE.
4 Esta idea la construye a partir de un proceso de disminución poblacional, que concluye en el no registro de este poblado en el "Padrón General de Naturales" en el año 1773.
5 Este documento se encuentra disponible en la Biblioteca del Banco de la Republica de la ciudad de Montería.
6 La segunda parte del libro de Nicolás Chadid lleva por título "Mi corralito de matarratón", allí presenta, algunos procesos importantes de la ciudad en la 2da mitad del siglo XIX.
7 Este dato sirve para dimensionar los drásticos efectos de la prohibición de este tipo de construcciones en 1912, obligándose con ello a un cambio profundo en la imagen de la ciudad.
8 Existe correspondencia entre la casa de zinc y la arquitectura vernácula general del Caribe, una correspondencia de esto puede ser confirmada en el capítulo I: "Arquitectura Vernácula y popular", del libro "Historias para la construcción de la arquitectura dominicana: 1492 — 2008", a cargo de Gustavo Luis More, entre otros autores.
9 Para ampliar la comprensión del fenómeno de la desigualdad y de la incidencia de factores como el acceso a los recursos, las nuevas tecnologías y las innovaciones en su consolidación, recomendamos leer el artículo "Las redes de desigualdad: un enfoque multidimensional" de la autoría de Luis Reygadas, publicado por la revista "Política y cultura" en el número 22 del año 2004.
10 El concepto "barriga verde" es muy utilizado por las gentes de la región del Sinú, para referirse, de manera peyorativa, a los sabaneros, cuando se dan disputas regionales. Ha sido muy utilizado en especial en contiendas deportivas entre equipos de béisbol de Córdoba y Sucre. El concepto ha trascendido al plano nacional, hasta el punto de que el Presidente de la Republica, Juan Manuel Santos utilizó la expresión "se van a desaparecer los barrigas verdes" ó "no más barrigas verdes", como parte de sus discursos al presentar un programa de inversión por $70.000 millones para ampliar la cobertura de agua potable en Sincelejo en el año 2012. http://elmeridianodecordoba.com.co/region/item/12120—no—m%C3%A1s—barriga—verde—santos.
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"Se vende una casa. Cómoda para familia techo de zinc, aljibe y todas las comodidades y el confort y se vende a muy buen precio". (6 de febrero de 1932). El Anunciador, No 736. Sincelejo, Colombia.
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