ISSN Electronico 1794—8886 Volumen 33, septiembre—diciembre de 2017 DOI: http://dx.doi.org/10.14482/memor.33.10884 |
AMÉRICA LATINA EN LA CLASE DE HISTORIA Ema CibottiFondo de Cultura Económica,20161
Guy Pierre
Profesor de historia económica en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM).
De nuevo el problema de la periodización histórica de América Latina
Como se le observa en lo que se refiere a la historia de Europa o las de Asia y Estados Unidos, la periodización de la historia de la región constituye un punto de gran interés académico. Facilita el desarrollo del conocimiento científico, ya que suscita grandes divergencias y debates entre los historiadores y los demás científicos sociales. El reciente libro de Ema Cibotti sobre los grandes problemas de la enseñanza de la historia de América Latina confirma este punto. El libro fue publicado en Buenos Aires por el Fondo de Cultura Económica (FCE) y consta con siete capítulos, entre ellos uno específico —el acápite II— sobre la periodización.
A decir verdad, este capítulo no es el capítulo central del libro pero quien se ocupa o enseña la historia de la región puede atribuirle este lugar en la estructura global del mismo, y examinarlo junto con las dos primeras secciones del capítulo V que presentan otros materiales de reflexión para observar cuán importante es la cuestión de la periodización. O sea, de manera más concreta, para valorar y discutir las propuestas de periodización que Cibotti elabora para la región. Ello tanto más que ella se apoya en un conjunto de consideraciones de orden metodológico para construir los grandes cortes temporales de la historia de la región, que son cuatro, y explicar, con fines didácticos y cognoscitivos, el uso de la periodización en los estudios históricos. Particularmente en las aulas de clases, puesto que el término mismo de América Latina amerita mucha atención, despierta «curiosidad en el alumnado2», y es difícil de definir y captar en su totalidad, dado que tiene muchas aristas. O sea, abarca y remite a muchos problemas complejos. Como en particular: a problemas de orden espacial o geográfico, problemas de orden étnico y racial, problemas de identidad, de diversidad cultural y religiosa. Y también problemas de orden social y de recursos materiales. Todos esos problemas, que no se encierran en una sola «América Latina» sino en muchas con estructuras distintas y niveles de desarrollo diferentes, se integran en una misma temporalidad histórica, pero esta temporalidad es diversa, múltiple. Es larga y corta al mismo tiempo, está fragmentada en distintos ritmos conexos de desarrollo y tiene, por tanto, un carácter cíclico. Cabe además apuntar que está orgánicamente ligada con los distintos tiempos de la historia de España; y también con los de la historia de Portugal, que remiten, a su vez, diacrónico y síncronamente, al lado de las historias específicas de las antiguas colonias españolas, a la temporalidad de la formación social de Brasil. Es con base en estas observaciones y en otras más como la edificación de algunas fechas significativas o claves y la observación de una adecuada cronología de hechos históricos que Cibotti presenta la periodización como un instrumento eficaz de análisis. O sea, en sus palabras, una herramienta de análisis» con la cual se puede entender y explicar en las aulas de clases «el acontecer y el suceder de los fenómenos humanos y materiales3.
Estos fenómenos humanos y materiales, que arrancan con el «ciclo de independencia» a finales del siglo XVIII, remiten cronológicamente, como ya se ha señalado, a cuatro grandes periodos. ¿Pero cuáles son estos periodos? ¿Y cómo Cibotti los relaciona en su análisis con los fenómenos actuales, o con los problemas de la historia latinoamericana contemporánea? Es decir, con «el pasado reciente y el presente4».
A. Las propuestas de periodización de Cibotti, sus relaciones con el pasado reciente y el presente
Ante todo, cabe señalar que Cibotti se apoya en una revisión bastante profunda de algunos trabajos históricos muy conocidos, como los de Halperin Donghi (Historia contemporánea de América Latina) y los de José del Pozo (Historia de América Latina, 18252000), o las obras colectivas editadas, respectivamente, por Leslie Bethel (Historia de América Latina, 16 vols.) y la Unesco (Historia general de América Latina, 9 vols.), para elaborar y fundamentar sus propuestas, las cuales se presentan, en sus palabras, de la manera siguiente:
- Crisis de la Independencia (desde fines del siglo XVIII hasta 1825);
- Aislamientos y guerras civiles (desde 1825 hasta mediados del siglo XIX);
- Integración al mercado mundial (desde mediados del siglo XIX hasta 1929);
- Crisis y desequilibrios (desde 1929 hasta la actualidad5).
Para cada uno de estos largos periodos Cibotti indica las obras específicas en las cuales se ha particularmente apoyado. Asimismo, el primer periodo deriva de los cortes de Halperin Donghi, y el segundo de los 16 volúmenes de Leslie Bethel. Mientras el tercer periodo toma apoyo en especial en el séptimo volumen de la obra citada de la Unesco, y el último en el noveno volumen de esta misma. Sin embargo, a decir verdad, son los recortes temporales que José del Pozo6 ha establecido recientemente para la historia de la región que le han inspirado mucho más. Es por ello que los reproduce, esperando de esta manera que el lector pueda valorar mejor los fundamentos de los recortes que presenta por su lado. Afirma asimismo que para Del Pozo la historia de la región hubiera registrado los cinco largos periodos siguientes7:
- Una larga época oligárquica entre 1825 y 1889);
- Una era de auge exportador que se extiende de 1890 a 1929;
- Una era influida por las crisis mundiales de 1930—1959;
- Una era fuertemente polarizada entre 1960 y 1989; y,
- Una era dominada de manera triunfante y contundente por el neolibera—lismo (1990—2001).
Ahora bien, es menester apuntar que Cibotti no se detiene allí en sus reflexiones. Profundiza el análisis; ello recurriendo a un tipo de abordaje que se puede calificar de orgánico. O sea, un método que combina lo que ella llama el pasado distante de la vida del investigador con, al mismo tiempo, el «pasado reciente y el presente». Es decir, «el pasado» que el investigador pudo haber vivido y el presente» que está viviendo. Cibotti articula ese binomio «pasado reciente/presente y pasado distante, advirtiendo que no se puede ignorar en las aulas de clases las relaciones que unen estas dos categorías de pasado, ya que orgánicamente —es decir, dialécticamente—el «pasado reciente» refleja muchas características del «pasado distante», y que es comprensible solo si el investigador se refiere a este. Cibotti justifica esta observación tomando como ejemplo la historia reciente de la deuda externa de la región. Esta historia constituye, según sus palabras, un viejo problema o un problema recurrente. Tiene raíces en el periodo inmediatamente posterior al ciclo de independencia. Hay que periodizarla para entenderla y explicarla muy bien, pero remitiéndose por ello a la larga temporalidad de esta categoría histórica. Puesto que es el conocimiento de las largas fases de la vieja deuda del largo periodo pasado: «independencia — años setenta» que explica en última instancia la problemática de la deuda de los 80, como categoría compleja. Existe un fuerte entrelazamiento entre las dos edades de la deuda: la deuda presente, vivida y la deuda pasada. Cada una remite orgánicamente a la otra. «Todas las periodizaciones arriba revisadas plantean, dice Cibotti, el desafío de abordar la historia del presente8».
Hace mucho más observaciones en el libro respecto a este punto, y refuerza todo eso con unas importantes reflexiones de orden metodológico que aparecen en el capítulo III del mismo. Estas reflexiones sirven particularmente para apuntalar las propuestas de periodización indicadas. Refieren a distintos problemas que el docente necesita considerar y explicar en las aulas de clases. Como, por ejemplo, los problemas de fuentes documentales y orales. Y también los problemas relacionados con los «relatos de los viajeros» y el uso de series e indicadores estadísticos9. Como se puede ver con base en todo lo que se ha señalado arriba, el trabajo de Cibotti amerita una lectura especial, dado que suscita muchas cuestiones, relanza los debates en torno a la periodización de la historia de la región. Conviene asimismo preguntarse cuáles son los aportes generales de este trabajo. Y ¿cuáles son también sus límites?, puesto que a simple vista se nota que le falta mucho rigor teórico y metodológico al texto. Y ello tanto en cuanto a las propuestas de recortes temporales que establece Cibotti para las aulas de clases como en cuanto a las que ofrece José del Pozo, y que constituye el principal fundamento de su análisis.
B. Aportes y límites del abordaje de Cibotti
Ante todo es menester recordar que el libro bajo revisión fue publicado anteriormente, en 2004, con el título Una introducción a la enseñanza de la historia latinoamericana10. Se piensa que Cibotti lo ha reeditado de nuevo con el fin de respaldar mejor las tesis que viene manejando sobre la enseñanza en general de la historia. Es lo que probablemente explica el porqué ha invitado a la historiadora Agustina Rayes11 de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires a participar en esta nueva edición. Así, siguiendo a Cibotti, parece que se puede ubicar la aportación de Rayes, quien tiene publicado varios trabajos sobre el comercio exterior argentino en la postrimería del siglo XIX, en, por un lado, la articulación de las «dos historias»: la historia del pasado distante y la historia del pasado reciente—presente, y, por el otro, la manera de abordar la historia de este «pasado reciente—presente» de la región. Y también, en esta misma línea de reflexión, la manera de enfocar la historia misma del pasado distante. Estos puntos marcan los aportes principales de las reflexiones de Cibotti. Son en torno a ellos que la autora cree que los docentes deben concentrar su atención, puesto que les invitan a romper a la vez en las aulas de clases con tres comportamientos inadecuados: la tentación, en primer lugar, de dejarse influenciado en las aulas de clase por la visión tradicional que delimita la historia a los periodos cronológicos extremos para los cuales el investigador puede legalmente consultar los documentos de archivos disponibles; la tendencia, en segundo lugar, a fragmentar la historia en varios segmentos o pequeñas partes y a enfatizar solo unos tantos aspectos particulares de estos. Y, en tercer lugar, la insuficiente voluntad por dejar de lado en las aulas de clases cualquier forma de método de análisis etnocentrista, bien sea el «método hispanocentrista» o bien el «eurocentrista». Estas recomendaciones son de gran interés metodológico, han de ser consideradas realmente como un aporte bastante apreciable de Cibotti a los debates actuales, puesto que, como Pierre Vilar lo ha señalado en muchos de sus trabajos, la historia ha de ser analizada desde un punto visto global y no parcial o fragmentario. Y que, merced a ellas, se puede también construir los diferentes indicadores necesarios o criterios12 para definir los largos periodos históricos de la región. O sea, en resumen, periodizar la historia de la región con algo de acierto, el cual puede ser logrado apoyándose, como lo piensa Cibotti, en algunas fuentes determinadas, como en particular las fuentes empíricas13. O, también, las «fuentes documentales» y los «acontecimientos» (les événements historiques), aunque se debe ser muy crítico, como lo han recomendado los fundadores de los Annales, respecto a estos últimos.
Otros aportes del trabajo de Cibotti en relación con la cuestión de la periodización son el indicar cuán «eficaz» es recurrir a la cronología14 en la construcción del tiempo histórico, y el apuntar que la periodización remite a distintas categorías de tiempo y a la articulación de estas. Diversos factores ayudan a entender estos aportes, dado que es combinando estas categorías de tiempo, que son tres en total: el corto, el mediano y el largo, que se puede llegar a asentar los fundamentos teóricos de la periodización.
Todo lo anterior resalta el interés general de la nueva edición del libro de Cibotti. Y este interés se aprecia mucho más con el capítulo III, que explica el uso en general de las fuentes disponibles y el manejo de unas técnicas particulares en la enseñanza de la historia.
Pero pese a todo eso, conviene advertir que todos los aportes arriba señalados no son muy bien presentados para desarrollarlos en las aulas de clases. En efecto, aunque Cibotti trata de definir, como ya se ha mencionado, con algo de acierto el concepto de periodización y señala un conjunto de cuestiones de orden metodológico que el investigador ha de tomar en cuenta para realizarlo, no se observa cómo se puede aceptar los cortes temporales que nos propone en el capítulo II del libro. No se capta el hilo articulador o la bisagra teórica que une esos recortes temporales, les falta algunos fundamentos teóricos para que se pueda presentar de manera coherente, como ella lo reclama, una historia total de la región. Existe solo una unidad cronológica entre ellos, y, en cambio, ninguna sincronía rigurosa. Sobre todo entre los dos primeros periodos y los últimos. Los dos primeros son construidos solo con base en criterios políticos puros, ninguna otra categoría de criterio (económico, en particular) interviene en su elaboración. Los dos últimos son establecidos de manera inversa, o sea, con base en puros criterios económicos. O, para ser aun más preciso, al margen de cualquier tipo de parámetro político y social. No se observa entre ellos, de esta manera, ningún vínculo analítico que pueda servir de base para presentar, desde una perspectiva global, una visión coherente y articulada de largo plazo de la historia de la región. Se quiere decir con ello que parece que, para Cibotti, la región hubiera conocido o registrado meros problemas políticos entre el fin del ciclo de independencia y la primera mitad del siglo XIX, y vivido, en cambio, solo problemas y fenómenos económicos entre la segundad mitad del siglo XIX y el presente.
Los planteamientos de Cibotti pecan también respecto a la manera de considerar el «pasado reciente» y de articular este con el «pasado distante». En efecto, Cibotti critica con razón la tendencia por reducir el pasado reciente y el presente solo a unos tantos problemas específicos determinados, por ejemplo, la historia de la deuda externa de los años 80. O la historia del nivel de la tasa de crecimiento en los 80 que ha llevado a muchos economistas y científicos sociales a hablar de «década perdida». Refuta esta categoría analítica por ser demasiado reduccionista y limitativa para definir y expresar «el presente», que es una totalidad. Recuerda, de esta manera, varios otros fenómenos que han plasmado o dominado el pasado—presente y que no se puede echar de lado en el análisis. Como, por ejemplo, los hechos históricos siguientes: el regreso de las democracias políticas15 en los noventa; el ocaso o el derrumbe del sistema socialista; la extensión del modo de producción capitalista por casi todo el orbe; la globalización; la formación y expansión de mercados regionales (el TLCAN; el Mercosur, la CAN, la Caricom); la tendencia de los países de la región a buscar otros mercados para colocar sus productos; el populismo, o neopopulismo; etc. Pero a pesar de que Cibotti elige el año 1980 como una «fecha—bisagra» entre el pasado distante y el pasado—presente y busca una especie de continuum16 entre los dos, no integra todos estos fenómenos en un contexto analítico real, de manera que se pudiera decir que todos estos fenómenos conforman una totalidad compleja. Se limita a citarlos uno por uno, sin ninguna construcción teórica e histórica17. En realidad, aunque cada uno y el razonamiento que le sustenta parecen coherentes, es un mero listing de «fenómenos recientes y presentes» que la autora nos ofrece. En este sentido, se puede decir que Cibotti debió haber tomado cierta distancia respecto al trabajo de José del Pozo. No lo hace, y lo utiliza, para repetirlo de nuevo, como su principal base para construir los cortes temporales arriba indicados. Acomete asimismo las mismas equivocaciones que Del Pozo, que nos ofrece, por su parte, una propuesta con «cinco cortes temporales» pero en la que observamos que la lógica teórica que sirve de «soporte» a los dos primeros es distinta de la que sirvió para construir los tres últimos.
¿Cómo pues explicar todos estos límites y sesgos metodológicos que el libro de Cibotti contiene? Y ¿por qué Cibotti no ha podido evitar estos escollos? No se puede contestar de manera totalmente satisfactoria a estas preguntas, pero se puede pensar, y con eso concluimos estos comentarios, es porque en gran parte la pe—riodización es un problema extremadamente complejo. Y muy difícil también de realizar.
A manera de conclusión
En efecto, si bien es cierto que la periodización es, como lo dice Cibotti, «una herramienta de análisis que permite comprender el acontecer, el suceder de los fenómenos humanos y materiales» y, por tanto, una sucesión de cortes temporales, no es menos exacto que los cortes o periodos construidos deben ser muy bien articulados entre ellos. Eso con base en una sólida lógica teórica, o criterios e indicadores cuantitativos y también analíticos muy homogéneos. Y no criterios o categorías teórico e históricamente dispares. La periodización no es una simple sucesión o yuxtaposición de cortes temporales cronológicos. Es decir, una «suma» o «mezcla» de cortes en la que algunos de estos remiten, sin ninguna lógica teórica o elementos articuladores coherentes, a «fenómenos humanos y materiales» de orden social o político, y otros a fenómenos de orden económico. Es, más bien, un instrumento coherente de análisis, conformado, a partir de una lógica teórica interna, de criterios o categorías racionales y homogéneas. Asimismo, los mejores criterios de periodización son los de «regímenes de acumulación» o de «grandes crisis económicas» que conforman los largos ciclos de tipo Kondratieff en lo que refiere a la historia económica y social18, y las «grandes crisis políticas» y «largos ciclos políticos» en lo que atañe a la historia política e institucional.
El interés de estos criterios es que permiten observar, con base en fuentes documentales y largas series estadísticas fiables, los procesos de ruptura y de continuidad que las formaciones económicas y sociales registran en el largo tiempo. Y por tanto, la reconfiguración de las estructuras económicas y el reordenamiento del aparato de Estado, así como los grandes cambios que se producen —de manera violenta o no— en las correlaciones de las fuerzas sociales y las luchas que libran los partidos políticos por controlar e imponer su hegemonía en el sistema en su totalidad. Estos criterios indican o permiten captar los modelos de regulación de las formaciones sociales, el pasaje de las sociedades de un modelo o régimen de regulación a otro.
La propuesta de periodización de Cibotti no ofrece, como un gran número de otras que conocemos, incluso las que se inspiran en historia económica de la teoría neoclásica y que se basan, sin tomar en cuenta los factores sociales y políticos, solo en criterios estadístico—econométricos o ecuaciones matemáticas muy avanzadas, la posibilidad de abordar de esta manera la historia de la región en las aulas de clases. Invita, más bien, a un tipo de historia política tradicional, aunque renovada. No carece, sin embargo, como se ha señalado repetidamente. Sobre todo, y eso es muy importante, que Cibotti trata de no imponer al docente alguna forma de dogmatismo en la selección de modelos de periodización19. Piensa que incumbe a este escoger el modelo de periodización que le parezca. Cabe también agregar que el libro es un buen material de trabajo en términos didácticos, y una buena fuente para la selección y el uso de documentos biográficos. Y en cierta medida, de técnicas de investigación.
Notas
11Ema Cibotti, América Latina en la clase de Historia, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2016
2 Ema Cibotti, p. 22.
3 Ema Cibotti, op. cit., p. 33.
4 Ibidem, p. 44.
5 Ibíd., p. 41.
6 José del Pozo, Historia de América Latina y del Caribe, 1825—2001, Santiago de Chile, LOM, 2012.
7 Cibotti, p. 44.
8 Íd., p. 44.
9 Íd., páginas 51—117.
10 10 Emma Cibotti,[faltan los demás datos]
11 Agustina Rayes, historiadora, autora, entre otros varios trabajos, de La evolución de la producción de trigo en la zona pampeana y su peso en las exportaciones argentina, 1880—1913 y Los diplomáticos y el comercio de exportación argentino durante la Primera Guerra Mundial.
12 Íd., p. 32.
13 Íd., p. 49.
14 Cibotti insiste mucho sobre este punto; indica que la cronología es imprescindible en los estudios históricos y el abordaje del problema de la periodización histórica. Ema Cibotti, op. cit., pp. 34—36.
15 Ema Cibotti, op. cit., p. 46.
16 Ibíd., p. 46.
17 Véase en el libro el párrafo «problemas de la historia contemporánea», pp. 45—49.
18 Véase sobre este punto los trabajos, entre otros de: Mónica Peralta Ramos, Acumulación del capital y crisis política en
Argentina, Siglo XXI, 1978; Robert Boyer, La crise actuelle: une mise au point en perspective. Quelques réflexions à partir d´une
analyse du capitalisme français en longue période, In: Critiques de l´économie politique, Nouvelles séries, n° 7—avril 1979 ;
y Guy Pierre, La crise de 1929 et le développement du capitalisme en Haïti. Une perspective de longue durée et une conjoncture perdue ;
CIDHICA, Montréal, 2015.
19 Ema Cibotti, ob. Cit. P. 49.
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