ISSN Electronico 2145-9444 ISSN Impreso 1657-2416 Volumen 22, enero - junio 2015 Fecha de recepción: 15 de febrero de 2013 Fecha de aceptación: 3 de marzo de 2015 DOI: http://dx.doi.org/10.14482/zp.22.6129 |
ARTÍCULO DE REVISIÓN / REVIEW ARTICLE
Prácticas de crianza en niños y niñas menores de seis años en Colombia
Breeding practices of children under six years in Colombia
Sandra Patricia Varela Londoño
Licenciada en Educación Especial, Universidad Pedagógica Nacional; Especialista en Pedagogía de la Lengua Escrita, Universidad Santo Tomás, Magister en Educación, Pontificia Universidad Javeriana, Candidata a Doctora, Universidad de Navarra. Directora de Licenciatura en Pedagogía Infantil, Facultad de Educación, Universidad de La Sabana, Bogotá (Colombia).
sandravl@unisabana.edu.co
Tania Chinchilla Salcedo
Enfermera, Universidad de La Sabana; Bogotá (Colombia) Magister en Enfermería, de la Universidad de La Sabana. Profesora Facultad de Enfermería, Universidad de La Sabana.
tania.chinchilla@unisabana.edu.co
Vanessa Murad Gutiérrez
Médico general, Universidad de La Sabana, Bogotá (Colombia). Investigadora,
murad.vanessa@gmail.com
Resumen
El tema relacionado con las prácticas de crianza de la familia y los cuidadores adultos de niños y niñas menores de 6 años es un campo de estudio que ha generado muchas diferencias y que ha sido investigado desde diversas disciplinas, evidenciándose que la cultura es transversal al proceso de crianza. El presente artículo hace referencia al estado actual en Colombia de las tendencias que se han dado a partir de las prácticas de crianza de la familia y los cuidadores adultos, haciendo referencia a las investigaciones realizadas en el periodo 2003 - 2013. Este artículo es el condensado de una exhaustiva y rigurosa labor de revisión bibliográfica que proporciona elementos suficientes para determinar avances y vacíos conceptuales, que servirán para futuras investigaciones en relación con la temática.
Palabras clave: prácticas de crianza, niñez, familia, cuidadores adultos, cultura, desarrollo.
Abstract
This topic is related to upbringing practices of family and adult caregivers who have to take care of children under the age of 6. This field of study has generated many differences and has been investigated by many self-controlled individuals; we want to show that the culture is transversal to its process. This article refers to Colombia in learning that what has occurred in terms of upbringing practices in family and adult caregivers. This refers to research conducted in the period between 2003 and 2013. This article is the result of a rigorous work of literature, reviewed in relation to upbringing practices of the family and adult caregivers of children under six years of age and provides sufficient information to assess growth and conceptual gaps so that it can promotes research on this subject.
Keywords: upbringing practices, childhood, family, adult caregivers, culture, child development.
Introducción
El presente artículo se inscribe en el proyecto de generación de conocimiento para la apropiación y fortalecimiento de capacidades de socializado-res primarios para el cuidado de la salud para el desarrollo integral de niñas y niños menores de 6 años del programa de investigación para la construcción de una red social de conocimiento orientada al cuidado de la salud para el desarrollo integral de niñas y niños menores de 6 años en la región sabana centro de Cundinamarca y Boyacá cofinanciado por Colciencias, Universidad de La Sabana, Fundación Santa Fe de Bogotá, Fundación Corona y la Organización para la Excelencia en Salud (Contrato n.° 345 de 2011) con el objetivo de establecer las categorías más relevantes alrededor de la temática.
En este estado del arte, se hace referencia al momento actual en Colombia acerca de los aprendizajes que se han dado a partir de las prácticas de crianza de la familia y los cuidadores adultos, teniendo en cuenta las investigaciones realizadas en el periodo 2003 - 2013, en temas referidos a la inclusión de la primera infancia identificando su potencial y determinantes en el cuidado de la salud para el desarrollo integral de los niños y las niñas menores de 6 años y los posibles desafíos actuales de programas que generan apropiación de conocimiento; lo cual se constituye en un insumo importante para avanzar en el proceso de análisis y establecimiento de tendencias que sin duda servirán como referente a futuras investigaciones sobre el tema en cuestión.
Desde la lectura de las investigaciones revisadas, el concepto de prácticas de crianza se concibe como todas aquellas acciones concretas que los adultos llevan a cabo con el propósito de orientar a los niños y a las niñas para que tengan un mejor desarrollo, supervivencia y socialización; estas incluyen pautas y creencias arraigadas a la cultura e integradas a la cotidianidad. Esto hace que sean un objeto de conocimiento complejo, con muchos referentes y significados dinámicos. Además, las características de la crianza están determinadas por las familias en algunos casos, y en otros por los cuidadores adultos de los niños y niñas, con los cuales se establecen lazos que se construyen en la vida misma y se relacionan con la protección y la atención de acuerdo con sus creencias, culturas, religión y moral. Por ello, se reconoce dentro del proceso de crianza la socialización, entendida como el proceso de aprender a ser, a conocer y a vivir juntos tanto en el aquí y ahora como en el mañana (Delors, 1996).
Metodología
Se realizó la precisión del tema a tratar, es decir la producción de conocimiento acerca de las prácticas de crianza de la familia y de los cuidadores adultos, para establecer categorías que permitan encontrar las tendencias de las investigaciones alrededor de la temática y lograr mayor claridad frente a la conceptualización, manejo y relación con la promoción del desarrollo de los niños y las niñas menores de seis años.
Se estableció el tiempo teniendo en cuenta la inclusión del tema referido a primera infancia y los estudios realizados en la última década. Se realizó la pesquisa y compilación de las investigaciones publicadas relacionadas con el tema en el país, a través de publicaciones indexadas utilizando términos simples y combinados como: "prácticas", "primera infancia", "prácticas de crianza", "cuidado de la salud", "familia y prácticas de crianza". Luego se procedió a su lectura, análisis, interpretación y clasificación, utilizando Resúmenes Analíticos Educativos (RAE). Se revisaron en total 62 investigaciones en las que se hacía referencia al tema de interés, y al realizar la depuración se incluyeron las investigaciones a nivel nacional, según criterios de pertinencia, cobertura e impacto a nivel nacional. El análisis de las investigaciones encontradas se realizó a la luz de categorías que se agruparon por similitud de intereses a partir de los temas que los investigadores se cuestionan y los que intentan explicar y que definen las tendencias conceptuales que se derivan de ellas: la cultura, el contexto familiar y los roles de género, el contexto urbano, el cuidado de la salud, el contexto la tecnología y su influencia sobre el desarrollo y el comportamiento de los niños y niñas y las prácticas de crianza en situación de vulnerabilidad y finalmente las prácticas de crianza que se plantean como cuidado a la salud.
Tendencias de las investigaciones
Las investigaciones relacionadas dan muestra de las tendencias presentadas en categorías conceptuales como se expone a continuación:
La cultura, el contexto familiar y los roles de género
Frente a esta categoría, Gallego Betancur (2012a) realizó un trabajo de rastreo documental en torno a las "Familias, infancia y crianza". A partir de tal búsqueda se habló sobre la familia como primer grupo social encargado de la socialización primaria en la vida de los niños y niñas dentro de un universo simbólico compartido y preexistente que se conoce como cultura. Según el autor, las familias —como instituciones sociales— se encuentran permeadas por una serie de "factores sociales, políticos, estructurales e ideológicos" que las atraviesan e inciden en las relaciones que se crean en su interior como "las prácticas, las relaciones de poder, la comunicación, las relaciones de género; hacen parte de los procesos de socialización y tienen una gran incidencia en el proceso de cada individuo y en la familia como grupo" (Gallego Betancur, 2012a, p. 1).
Así mismo, el autor en cuestión hace un llamado hacia la importancia que tiene para los niños y niñas vivir en un contexto familiar que genere seguridad emocional y disponga de lazos afectivos seguros, accesibles y capaces de transmitir aceptación, proporcionar apoyo y brindar un clima emocional en el que se potencie la expresión afectiva como aspectos vitales dentro de las prácticas de crianza adecuadas. La investigación de Gallego Betancur (2012a) tuvo un enfoque hermenéutico y buscaba reconocer y reflexionar sobre los procesos de crianza y de buen trato en el primer año de vida, desde las vivencias cotidianas de familias mono parentales femeninas; se realizaron entrevistas a profundidad a las familias, y observaciones encontrando que, la percepción frente a la crianza, está estrechamente relacionada con el cuidado y la educación, y la posibilidad que les da su presencia permanente en el hogar para atender las necesidades físicas, emocionales y sociales de sus hijos e hijas; así mismo, se observó que la transmisión de valores a través del ejemplo es otro de los elementos evidentes en el discurso de las madres.
Es así como se reconoce el concepto de crianza como la manera en que se forma a los niños y niñas; lo cual pone un énfasis especial en la interacción y el ambiente familiar, fundamentado en roles activos desde sus diferentes actores, quienes son los que llevan a cabo prácticas como procesos dinámicos de cada familia en que se brinda una relación bidireccional y de influencia mutua. Izzedin y Pachajoa (2009) realizan una revisión de la literatura en la que plantean la relación entre las múltiples concepciones de la infancia y las pautas de crianza a través de diversos períodos de la historia de la humanidad, y hacen énfasis en lo que acontece durante los primeros años de vida del niño a nivel social y familiar para comprender cómo se percibe la niñez, qué se entiende por crianza y cuáles son los componentes de la misma. Los autores mencionan que, la crianza implica tres procesos psicosociales: las pautas de crianza, las prácticas de crianza y las creencias acerca de la crianza. Por un lado, las pautas se relacionan con la normatividad que siguen los padres frente al comportamiento de los hijos siendo portadoras de significaciones sociales. Cada cultura provee las pautas de crianza de sus niños. Por otro lado, las prácticas de crianza se ubican en el contexto de las relaciones entre los miembros de la familia donde los padres juegan un papel importante en la educación de sus hijos. Y las creencias están relacionadas con los patrones culturales.
En 2013, Pulido, Castro, Peña y Ariza realizaron un estudio de tipo exploratorio descriptivo, en el que aplicaron entrevistas semiestructuradas e historias de vida a 4 familias, dónde describieron las pautas, creencias y prácticas de crianza relacionadas con el castigo y su transmisión generacional en cuatro familias de nivel socioeconómico bajo de la ciudad de Bogotá. Los resultados mostraron que el abuelo asume un rol multifuncional, pues se dedica a sus labores y al cuidado de sus nietos, supliendo el tiempo en que los padres están ausentes por actividades de fin de semana, algunas relacionadas con el tema laboral. En este estudio emergió una categoría inductiva denominada cuidador del fin de semana.
Así mismo, Solís Cámara Reséndiz y Díaz Romero (2007) realizaron un estudio cualitativo de 275 padres, los cuales estaban casados y vivían en el hogar. Utilizaron dos instrumentos para valorar la crianza el —PCRI y el ECPM— a través de ellos, exploraron factores materno-familiares acerca de cómo perciben la relación con sus niños -actitudes de crianza- y qué esperan de él/ella que pueden relacionarse con el logro escolar de los niños, los resultados señalan que en niveles socioeconómicos bajos y niveles de escolaridad bajos las expectativas de crianza y bienestar disminuyen.
Por otra parte, López Montaño (2012), realizó una investigación de tipo cualitativo con la finalidad de abordar el cuidado de los niños y las niñas en la infancia y la adolescencia, en el contexto de la migración de alguno de los padres, se realizaron, entrevistas semiestructuradas a la cuidadora o al cuidador, padre o madre no migrante, y a un hijo o una hija cuya edad no superaba los 17 años. Se encontró que, los patrones culturales con los cuales fueron cuidados los padres, determinan la calidad del cuidado y la crianza de sus hijos. Así mismo, observó que en estas familias, las abuelas juegan un papel fundamental, pues son quienes más se ocupan del cuidado de los niños y niñas y quienes prolongan la experiencia de crianza, lo cual se asocia con el conocimiento previo y el compromiso de apoyo inter-generacional. Además, se observó que mientras en algunas familias se da un espacio de protección y formación inicial e identidad en los niños y las niñas, en otras hay un alejamiento paterno o materno que lleva a la sustitución parental.
La crianza es un aspecto en la realidad, permite comprender las realidades socioculturales diversas, las representaciones simbólicas, las creencias, los patrones, los hábitos, las pautas, las normas y los sistemas o prácticas de crianza en los procesos formativos de los niños y niñas. En estos procesos, se evidencian matices que tienen una duración e influencia significativa en la vida de todo ser humano, además del reconocimiento, visibilidad y diversificación de las configuraciones familiares que conllevan nuevos acompañamientos en la crianza.
Rodríguez, (2007) afirma que "toda familia socializa al niño de acuerdo con su particular modo de vida, el cual está influenciado por la realidad social, económica e histórica a la que pertenece" (p. 93.) Desde una perspectiva cultural, la crianza, no comprende solo una serie de prácticas fácilmente observables e identificables, sino que como expresión cultural, conlleva un conjunto de creencias, saberes, valores, preconcepciones y concepciones sobre el niño y la niña, sobre la familia, el rol de los adultos, etc. Según Peralta (1996), implica un conjunto significativo de procesos, percepciones y actividades referidas al cuidado de las niñas y los niños, al conocimiento de sus valores, creencias, educación, influencia de la comunidad y de las culturas externas, que inciden en el desarrollo de la personalidad del niño, integrando sus creencias, valores, explicaciones y preconceptos.
Es así como, en la crianza se incluyen no sólo los patrones y pautas sino también los subsistemas culturales, representaciones, hábitos y prácticas, ya que este concepto acoge tanto las modalidades que se ejecutan como los ideales a los que se aspira, siendo éstas contextualizadas y pertenecientes a una determinada comunidad que cuenta con pautas culturales que le son propias.
Una investigación realizada por Buitrago-Peña, Guevara-Jiménez y Cabrera-Cifuentes (2009), en torno a "las representaciones sociales de género y castigo y su incidencia en la corrección de los hijos", Investigación de tipo cualitativo, interpretativa donde a través de estudios de caso se estudió la realidad de 5 familias en su contexto natural, permitió identificar los diferentes tipos de familia seleccionadas -nuclear y monoparental femenina y masculina-, el proceso de construcción de las formas de crianza en cuanto a creencias, pautas, prácticas y estilos, y que estas representaciones influyen significativamente en la diferenciación de correctivos empleados con los hijos.
En términos generales, se evidencia una mayor movilización y transformación de las representaciones de castigo y género en familias monoparentales femeninas, lo cual denota una ruptura del modelo patriarcal tradicional. Esto provoca, además, que se posibilite en mayor medida el desarrollo infantil desde el avance de sus competencias y no desde las expectativas de rol esperadas para hombres o mujeres; evitando una polarización de ideologías e intereses por parte de cada uno de los padres como sucede en el caso de las familias nucleares, lo cual "prolonga el desarrollo de patrones culturales que por lo general promueven los modelos de familias patriarcales y aún más las diferencias en cuanto a roles de género" (Buitrago et al., 2009, p. 67).
Según muestran los resultados, el ejercicio del poder que emplea el hombre, lleva a que su familia sienta temor y rechazo ya que esa dominación está asociada al uso de castigos corporales que pueden ser degradantes o humillantes y, adicionalmente, existe un "sinnúmero de prohibiciones y limitaciones relacionadas con lo que es el deber ser de un niño y una niña, partiendo de concepciones que no reconocen la integridad del individuo en tanto sus competencias, capacidades y derechos y, por el contrario, acotan sólo la condición sexual y biológica de los individuos" (Buitrago et al., 2009. p. 67).
Acorde con este reporte, se sigue justificando la idea establecida cultural y socialmente donde el hombre es la figura que ejerce el poder en la sociedad y, por ende, en la familia. Igualmente, algunos padres de familia, especialmente si son hombres, siguen sosteniendo creencias marcadas en cuanto al cuidado especial de las hijas y la percepción de la figura masculina como un agente que representa daño e irresponsabilidad en tanto la visión de la mujer está asociada con la madre intocable que termina desplazándose a la hija mujer.
Existe un estudio realizado por Triana, Ávila y Malagón (2010) en el que a través de un auto diagnóstico comunitario por medio de talleres y mesas de trabajo en los cuales participaron, líderes comunitarios, cuidadores y cuidadoras de niños y niñas menores de 5 años y enfermeros, diseñaron una serie de preguntas, según las categorías que se querían analizar y mediante una indagación cualitativa describieron los comportamientos y las prácticas de crianza de madres, padres y cuidadores en 78 municipios del departamento; se identificó que independientemente del contexto en el cual son criados los niños y las niñas boyacenses, la figura patriarcal-machista, continúa vigente, involucrando al padre únicamente en los procesos familiares como figura de autoridad y facilitador económico; siendo en la mayoría de las familias ausente su rol explícito dentro de la socialización de los hijos e hijas. Según esto, la responsabilidad ante la crianza es de las mujeres; que además, con los procesos de hibridación cultural, se encargan de la administración del hogar y participan activamente en labores económicas productivas para su sostenimiento.
Otro estudio vinculado con las características culturales y generacionales es el llevado a cabo por parte de Pulido et al. (2013). Esta investigación tuvo como objetivo "describir las pautas, creencias y prácticas de crianza relacionadas con el castigo y su transmisión generacional en cuatro familias de nivel socioeconómico bajo de la ciudad de Bogotá" (p. 245). En el estudio se utilizaron instrumentos de tipo cualitativo como entrevistas semiestructuradas e historias de vida; los resultados fueron contrastados con la teoría dando como resultado que las pautas de crianza estuvieron relacionadas con el castigo y se encontraban enmarcadas en el rol o figura representada por el abuelo o la abuela al ser estos cuidadores de los niños y niñas entre semana. Esto, considerando que el padre y/o madre trabajan en esos días y no tienen posibilidad de hacerse cargo de la crianza de los niños durante la semana, sino únicamente los fines de semana.
Adicionalmente, se indagaron las percepciones que giran en torno al rol de las niñas y niños dentro de las familias participantes; se dedujo que la creencia que más prevalece es la del niño o niña como sujetos frágiles. De hecho, se establecieron tres categorías —por generaciones dentro de las familias—, para ubicar las creencias en torno a la conceptualización de los niños, lo cual determina la forma en que son impartidas y aplicadas las prácticas y pautas de crianza, éstos son: niño fuerte (de la primera generación); niño de transición fuerte-frágil (de la segunda generación) y; niño frágil (de la tercera generación).
En el primer caso, se habla del perfil de un niño y niña sometidos a trabajos duros, por lo cual manifiesta autonomía a edades tempranas (especialmente respecto al cuidado de sí mismo), que tiene deberes, obedece órdenes y relaciona el juego con el trabajo. En el caso del segundo perfil, se dice que son niños y niñas que tuvieron que criar a sus hermanos y hermanas, manifestando autonomía desde temprana edad pero recibiendo castigo sin compasión alguna. Las familias, mencionan que este también es el caso del niño y niña que tuvo que trabajar en el campo y en la ciudad, cambiando así de lo rural a lo urbano y sin terminar sus estudios de secundaria.
En el caso de la generación más reciente que comentaron las familias, se encontró el niño y niña frágil que: se dedica a estudiar, considerando ésta una actividad intelectual; es dependiente del cuidado de su padre o madre; tiene la capacidad de "manipular" las normas y pautas a su alrededor y; percibe de forma independiente el juego y el trabajo (lo cual indica que la creencia de lo que es un niño y niña actual se sitúa en lo contrario al que era el primer perfil (Pulido et al., 2013 p. 253). La siguiente cita, muestra en detalle el rol que se encuentra adscrito actualmente a los niños y niñas y que transforma las prácticas de crianza modernas. "En cuanto a los niños y niñas, su rol adscrito corresponde a la categoría emergente niño travieso, caracterizado por ser el juguetón y el que no obedece; prefiere el juego antes que las tareas, juega en el tiempo libre, los fines de semana, con sus familiares, es terco, inquieto y no escucha. Esto puede ser el reflejo del poco tiempo que comparten con sus madres y con sus padres, quienes son las figuras de autoridad y, por consiguiente, la consecuencia de tener como sujeto cuidador principal a su abuela o a su abuelo, quien aunque pone reglas, no representa autoridad, primero por su tendencia a ser permisivo y segundo porque en ocasiones es desautorizado por el padre o por la madre" (Pulido et al., 2013, p. 256).
Así pues, alrededor de este tema surgió otra cuestión; la investigación se preguntó respecto de las concepciones que giran en torno al castigo (por haberse calificado como la pauta de crianza más frecuentemente utilizada), encontrándose que éste adopta diferentes formas al ser percibido, que son: 1) Formador (en donde se concibe como útil para ayudar a formar al ser humano, esta creencia corresponde especialmente a abuelos y a abuelas); 2) Ambivalente (por implicar tanto beneficios como daños); 3) Mal tratante (por implicar "daños físicos y emocionales en el niño y la niña" sin considerarse "ningún beneficio para su formación") y; 4) Temido (como aquel castigo que corresponde a las percepciones de los niños y niñas por indicar que les causa miedo, llanto y desagrado) (Pulido et al., 2013, p. 254).
Ahora bien, aunque lo anterior alude a la cate-gorización de las formas de percibir el castigo, la investigación encontró que, en las familias participantes los tipos de castigo más utilizados están enmarcados dentro de las categorías de castigo físico-impulsivo (caracterizado por contar con emociones negativas desencadenadas por un evento que se reflejan en golpes, cachetadas, palmadas, baños con agua fría, etc.) y castigo físico-instrumental (controlado y planeado, es decir, no generado por emociones parentales negativas como el enojo por determinada situación, sino que se presenta cuando hay búsqueda de reposición de los daños que hayan causado a los niños y las niñas, advertencia sobre consecuencias, prohibiciones de lo que más les gusta a los hijos, etc.).
Así mismo en el estudio de estilos educativos parentales realizado por Torío, Peña y Rodríguez (2008), se llevó a cabo una revisión de la literatura dónde se buscó relacionar los estilos educativos paternos y el desarrollo de la infancia y la adolescencia, con el fin de realizar una propuesta integradora que, permita el desarrollo de programas de intervención socioeducativa. Así mismo, se analizan aspectos y tendencias de comportamiento paternas en la educación de los hijos y las hijas, encontrando que, la gran mayoría de padres no tienen un estilo de crianza definido, simplemente se trata de pautas contradictorias, dónde lo que realizan es un proceso de compensación empleando una carga afectiva significativa. Se encontró también que, los padres intentaban compensar su falta de autoridad con un estilo más democrático pero sin llegar a ser permisivos.
Se observó que, los padres y madres reflejan un gran desacuerdo con las tendencias autoritarias en las prácticas educativas; se encontró que, el estilo autoritario es el que tiene repercusiones más negativas sobre la socialización de los hijos, como la falta de autonomía personal y creatividad, menor competencia social o baja autoestima, ocasionando niños descontentos, reservados y desconfiados; en cuanto al estilo permisivo hay un cierto equilibrio en las familias encuestadas entre el acuerdo y el desacuerdo, una cierta aceptación, en pautas como la utilización de premios y castigos. Se observa que, este tipo de padres, forman niños dependientes, con altos niveles de conducta antisocial y con bajos niveles de madurez y éxito personal (Dominguez & Carton, 1997; Steinberg, Elmen & Mounts, 1989). Según Gallego Betancur (2012b), para las madres del estudio, las actividades de crianza están marcadas por la dualidad; a veces son placenteras, otras preocupantes y dolorosas. Algunas madres, manifiestan un sentimiento de felicidad y satisfacción al compartir con su hijo o hija, pero también de dolor cuando los ven sufrir y no saben cómo resolver las dificultades que caracterizan su vida cotidiana por las carencias a las que están sometidas estas familias. Esta dualidad está relacionada con el hecho de que las madres viven presiones por su situación de vulnerabilidad económica y social, además deben asumir solas la crianza, cumpliendo funciones paternas y maternas tradicionales, asumiendo múltiples roles del hogar, desarrollando tareas para generar ingresos, siendo un apoyo afectivo, de socialización y de cuidado; en últimas, sobresaturándose de funciones para asumir la crianza. Haciendo alusión nuevamente a la cultura y el contexto, se encuentra un estudio presentado en el Foro Mundial de Grupos de trabajo por la Primera Infancia Sociedad Civil en Cali (2009), estudio de tipo hermenéutico, en el cual se realizaron entrevistas semi-estructuradas a los padres para identificar la diversidad familiar y narrativas autobiográficas de crianza y entrevistas a profundidad a los actores significativos de cuatro generaciones del ámbito urbano y rural, en su mayoría, usuarias del icbf Regional Caldas que indagó sobre las relaciones existentes entre las condiciones de vida familiar, el contexto histórico y político del momento y las prácticas cotidianas de crianza. Se realizaron entrevistas estructuradas. Con la codificación de la información obtenida se encontró que la crianza es esencialmente dependiente del nuevo conocimiento y del contexto. En los procesos de crianza de estas familias se identifican una serie de contradicciones provenientes de la hibridación cultural, debido a que las prácticas modernas y las de antaño están mediadas por la desconfianza que se tiene a las recomendaciones de los diferentes saberes, lo cual tensiona a la crianza entre abuelos, padres e hijos, que además se da un medio que diariamente les es adverso (Salazar, Botero & Torres, 2009).
Por otra parte, Di Giunta, Uribe y Araque (2011) realizaron un estudio de tipo correlacional dónde se buscaba ver las diferencias y las similitudes entre padres y madres, acerca de las pérdidas y las ganancias en la crianza de sus hijos; se realizaron entrevistas a 108 padres y madres sobre atribuciones y actitudes que tenían con sus hijos y se examinó las similitudes, diferencias y correlaciones entre las atribuciones que hicieron padres y madres en términos de éxitos y fracasos en la prestación de los cuidados a los niños y niñas; por otro lado, se hizo un análisis respecto a las actitudes progresistas frente a las autoritarias. Los resultados dan cuenta de mayores atribuciones de éxito y mayores actitudes autoritarias en los padres que en las madres, quienes reflejaron mayor nivel de modernidad en sus actitudes. Tales diferencias fueron significativas demostrando que "en Colombia existen diferencias entre madres y padres" en lo que tiene que ver con actitudes orientadas hacia el autoritarismo, y están relacionadas con el rol de género concretamente (Di Giunta et al., 2011 p. 125). De acuerdo con los autores, estos resultados se asocian con características culturales de la población colombiana que están asociadas con las percepciones, actitudes y atribuciones por parte de ellos, lo cual va a terminar afectando - indudablemente - sus prácticas de crianza en el hogar.
En general las creencias son culturales y se transmiten de generación en generación, y además sirven de soporte y brindan confianza en la interrelación padres/cuidadores- niños-niñas; parte de esas creencias aluden a cómo se deben cuidar los niños.
En resumen, la educación, los estilos y formas implementadas en las familias son básicos para la interacción entre padres e hijos, porque, acorde con las dinámicas familiares educativas son permeadas por la cultura.
Por otra parte, haciendo énfasis en el cuidado infantil, Bernal, Fernández, Flórez y Gaviria (2009) realizaron una investigación donde evaluaron el impacto sobre el programa de Hogares Comunitarios y los efectos de la intervención; se realizó un estudio cuasi experimental que evaluó el impacto de los hogares comunitarios del icbf a través de las variables de nutrición, salud, desarrollo psicosocial y cognitivo. Como resultado se encontró que, los cuidados están dirigidos a las rutinas básicas como son: acariciarlos, conversarles, cantarles, peinarlos, lavarles las manos y darles tiempo para el juego libre dentro del Hogar, seguido a, rutinas relacionadas con el cuidado físico de los niños como el lavado de dientes, cambiado de pañal, y el descanso. En el estudio se observó la importancia de diseñar campañas de capacitación y difusión de los beneficios del lavado de manos del personal que prepara los alimentos y de los niños antes de ingerir alimentos y después de utilizar el baño con la finalidad de mejorar los momentos de cuidado y disminuir las enfermedades prevalentes en la infancia. Así mismo, concluyeron que es relevante potenciar el desarrollo cognitivo, aumentar la disponibilidad de recursos pedagógicos, la disponibilidad de un área recreativa de buen tamaño y el conocimiento del agente educativo sobre desarrollo infantil. "El cuidado de los niños y las niñas es una práctica que trasciende el límite de la convivencia, o de dejar que la escuela, los amigos o la experiencia propia se encarguen de formarlos. El cuidado, está conformado por las siguientes condiciones: 1) La participación de otras personas, dado que es un factor de coparticipación parental. 2) Abarca la vida total del niño, la niña o el adolescente y del cuidador. 3) Demanda una percepción y una práctica de acuerdo con la integralidad del sujeto. 4) Es trascendente para el futuro, ya que no se limita a facilitar el bienestar del niño, la niña en el presente. 5) "El cuidado es más que ayuda, puede ser una potencia en la relación humana, que permite fortalecer una nueva generación de personas que crecen sintiendo que son amadas y reconocidas" (López Montaño, 2012, p. 6).
Ahora bien, sobre núcleos familiares en Colombia, es importante mencionar la presencia de madres adolescentes en todos los sectores y regiones del país. De allí que, González y Estupiñán (2010), en su estudio, buscaban analizar las prácticas de crianza y los roles de padre y madre dentro de la familia, Investigación de tipo cualitativo con enfoque epistemológico histórico hermenéutico, dónde seleccionaron a las madres adolescentes escolarizadas con edades entre los 13 y los 19 años; la investigación permitió conocer que las madres son las que "representan la principal figura de autoridad, ejercida mediante verbali-zaciones, castigos y prohibiciones encaminadas a inculcar valores de respeto y amor" (González & Estupiñán, 2010, p. 396). Se evidenció que, son las madres quienes incorporan ambientes estimulantes y juegos como estrategias para la formación de hábitos alimentarios, de cuidado y de descanso para sus hijos. Se encontró también que, aspectos como la higiene corporal, suelen delegarse inicialmente a la abuela materna al percibir a ésta como "fuente proveedora de conocimiento, soporte emocional y afectivo". De lo anterior se concluye que existe la tendencia a reproducir los patrones culturales en las prácticas cotidianas.
Por otra parte, Bernal y Keane (2011), realizaron una investigación, cuasiestructural que evaluaba el cuidado maternal de madres solteras y el cuidado en los hogares comunitarios, a través de la encuesta longitudinal de los jóvenes. Se desarrolló un modelo de decisiones de empleo y cuidado de los niños y sus madres, dónde evaluaron las decisiones de cuidado infantil fuera del hogar y el desarrollo cognitivo de los niños hijos de madres solteras; los resultados muestran el efecto negativo en la capacidad cognitiva del niño dónde su cuidado fue fuera del hogar, el efecto se da porque la mayoría de las madres (75%) dejan el cuidado de sus hijos a un centro de cuidado informal, pariente y/o abuelo (a), lo cual reduce las calificaciones y la capacidad cognitiva del niño en un 2.1 %. Además se encontró que este efecto negativo en el desarrollo cognitivo afecta más a las niñas que a los niños y aquellos niños cuyas madres tuvieron más posibilidad de educación.
Otro estudio es el de Álvarez Torres, Pemberty Sepúlveda, Blandón Giraldo y Grajales Crespo (2012), quienes buscaron construir una ruta descriptiva dónde se considerara el concepto de pautas de crianza de los grupos indígenas y afro en Colombia, se privilegiaron saberes de la ciencia occidental moderna y se han excluido los saberes creados y reproducidos en el interior de los grupos étnicos. Entre las conclusiones se establecieron diferencias entre prácticas y pautas de crianza, arrojando como resultado la importancia de reconocer y respetar las formas de integrar un sujeto a su cultura y ponerlo en diálogo con otras culturas. Así mismo, se destaca que la oralidad como la escritura contiene una carga afectiva, puesto que son formas de comunicación; no obstante, algunos indígenas y afrocolombianos, conservan su historia desde la tradición oral, donde cada sujeto puede dar cuenta de su pasado y su historia.
Por otra parte, se hace necesario un diálogo intercultural, que lleve a un crecimiento mutuo entre culturas y discursos que tienen un origen y una finalidad diferente, de otras formas de comprender y de estar en el mundo, donde para enriquecer las prácticas de crianza se debe valorar otros espacios, formas de vida, de pensamiento, de constitución de sujetos y saberes.
El contexto urbano y la tecnología
Esta categoría es la menos investigada, al hablar sobre las principales influencias de los medios masivos de comunicación dentro de las condiciones familiares existentes, es un tema que genera impacto en las dinámicas familiares. Al respecto, Martínez, Pérez y Solano (2011), realizaron una investigación documental y se enfocaron en cómo los medios de comunicación están transformando las prácticas de crianza así como, las características de la cotidianidad en las familias, contemplando los desafíos con que se cuenta, los autores trabajan los conceptos de familia y socialización; concibiendo esta última como un proceso mediante el cual se transmite la cultura, los valores y los comportamientos sociales. Se hallan múltiples fuentes de cambio alrededor de una dinámica económica y social que ha ido implantando diversas ideologías, costumbres y hábitos e introduce nuevas tecnologías como parte de la vida cotidiana de los ciudadanos. Eso hace que "en la actualidad, la implicación de los avances tecnológicos en el ámbito de las relaciones familiares ha tenido que modificar significativamente las formas de interacción de cada uno de sus miembros, su cotidianidad, sus modos de socialización y sobre todo, sus maneras de responder al medio" (Martínez et al., 2011, p. 112).
Los autores, citando a Aguirre (2000) plantean que la crianza conlleva tres procesos relacionados entre sí, que cuentan con significados diferentes: las prácticas, las pautas y las creencias. Las prácticas son concebidas como "comportamientos intencionados y regulados que ejecutan los adultos para garantizar la supervivencia del infante, favorecer su desarrollo y facilitar el aprendizaje de conocimientos que le permitan interpretar el entorno que le rodea" (Martínez et al., 2011, p. 114). Por su parte, las pautas son definidas como el modelo que dirige las acciones que ejecutan los padres, es decir, el orden normativo que indica qué debe hacer el adulto frente al comportamiento de los niños. Por último, las creencias se definen como aquellas explicaciones que dan cuenta de la justificación que brindan los padres con respecto a la forma en que orientan a sus hijos.
En retrospectiva, se evidencia que los conceptos de niño y de crianza han ido cambiando significativamente, especialmente en contextos urbanos en donde gran parte de los padres y madres se encuentran inmersos en la vida laboral durante todo el día disminuyéndose el tiempo que podrían dedicar a la crianza de sus hijos. En consecuencia, la ausencia de los padres ha propiciado el aumento de niños que se desarrollan y crecen bajo la influencia de los "nuevos agentes de socialización, como son la televisión, el internet y demás medios masivos de comunicación" (Martínez et al., 2011 p. 116) contemplando además la constante utilización de videojuegos durante la jornada diaria.
El análisis da cuenta del mal uso brindado a la tecnología y al acompañamiento que los niños reciben al consumir los servicios y productos que de ella se derivan. Los medios de comunicación se han convertido en uno de los instrumentos con mayor influencia en la sociedad y en la crianza de los niños y niñas, más aún cuando hay factores predisponentes como la ausencia de los padres en el hogar ya sea por motivos laborales u otros motivos o cuando los padres están presentes pero también se convierten en consumidores excesivos de los medios descuidando su rol como agentes vitales en la formación y socialización de sus hijos. Esto tiene que ver con lo que citan los autores en cuanto a "la existencia de familias digitalizadas, en las cuales no sólo se resalta la inmersión de los hijos en el mundo cibernético, sino que también se incluye a los padres" (Martínez et al., 2011, p. 116).
Esto, indudablemente, genera efectos sobre las formas de convivencia familiar, los aprendizajes adquiridos por parte de los niños y niñas, los modelos que están siguiendo y el aumento del aislamiento social ya que el medio audiovisual está convirtiéndose en agente socializador reemplazando a su familia. Para concluir, es válido reiterar que no se está hablando de que acceder a los medios de comunicación y dispositivos tecnológicos sea negativo ni que de allí no se generen beneficios; la dificultad radica en la manera en cómo esto se está llevando a cabo, las carencias en la orientación, el control y el seguimiento además de la toma de consciencia respecto a los efectos que se están generando en el interior de las familias.
Prácticas de crianza y su influencia sobre el desarrollo y comportamiento de los niños
La reflexión de Cuervo (2010) en torno a las prácticas educativas parentales y su incidencia sobre el desarrollo socio afectivo y el comportamiento infantil, dan cuenta de una serie de reflexiones sobre la relación entre las pautas y los estilos de crianza tomando como base los aportes de investigaciones realizadas previamente sobre el tema. Así, se considera la importancia de la familia por su rol facilitador para el desarrollo de conductas psicosociales en los niños y niñas además de habilidades para la autorregulación emocional y la prevención de dificultades y problemas a nivel psicológico.
De este modo, los resultados indican que hay una alta relación entre el nivel de salud mental con que cuentan los padres y cuidadores y con las pautas de crianza hacia sus hijos. Si el desarrollo psicológico de cuidadores no es adecuado y se encuentra permeado por estrés y depresión, por ejemplo, se van a brindar acciones que afectan de manera negativa y generan agresividad, rechazo, junto con efectos negativos sobre el desarrollo emocional y social de los hijos durante su infancia. En este sentido, a través del artículo, se hace un llamado a brindar orientación y apoyo a través de programas sobre pautas de crianza "que permitan prevenir psicopatologías en la infancia, con el fin de generar factores protectores en la familia, orientados desde las pautas de crianza y promoviendo estilos de crianza asertivos, competentes y positivos". Lo que concluye Cuervo Martínez (2010) es que la familia ha de considerar los cambios que se dan en la estructura y dinámica familiar ya que estos alteran "las pautas de crianza (valores, normas, comunicación, solución de problemas y regulación emocional)" (Cuervo Martínez, 2010, pp. 116-118) y se deben regular "para evitar generar inconsistencias y conflictos durante la infancia o para generar estrategias de afrontamiento y de resolución de problemas que faciliten el desarrollo adecuado" durante este periodo y para toda la vida.
Por otro lado, Isaza y Henao (2011), de la Universidad de San Buenaventura, realizaron una investigación transversal, descriptiva y correlacional, con el propósito de estudiar el clima social de un grupo de familias y su relación con el desempeño en habilidades sociales de los niños y niñas entre dos y tres años de edad. Para ello, se evaluó el clima social desde tres dimensiones: relaciones, desarrollo y estabilidad; y el desarrollo social mediante seis repertorios conductuales. Para la evaluación del clima social familiar se utilizó la escala de clima social familiar (fes) de Moos y Ticket; para las habilidades sociales el instrumento utilizado fue el creado en el "Programa de enseñanza de hhss" (2000). Se analizó la información comparando las variables de estudios por género, edad y nivel socioeconómico, y se estudiaron las relaciones presentes entre las variables clima social y habilidades sociales. Sobre las habilidades sociales de niños y niñas, se encontró que su desarrollo no se ve modificado por el género. Con respecto al conflicto, se determinó que es un componente de la cotidianidad en las familias actuales y que disminuye su adaptabilidad en general, teniendo una influencia directa negativa sobre tres habilidades sociales en los niños y niñas: habilidades básicas de interacción, habilidad para hacer amigos y amigas y habilidades relacionadas con los sentimientos, emociones y opiniones.
Las prácticas de crianza en situaciones de vulnerabilidad
Para comenzar este abordaje, se considera valioso retomar los aportes de García y Salazar, investigadores de la Universidad Autónoma de Manizales, quienes realizaron el estudio "Crianza familiar en contextos margen de la ciudad de Cali: narrativas intergeneracionales". El trabajo, publicado en 2011, se realizó con el propósito de "avanzar en la comprensión del fenómeno de la crianza en familias que habitan en contextos de vulnerabilidad social" (García & Salazar, 2011, p. 37). El objetivo fue comprender las dimensiones de carácter simbólico-cultural, ético-afectivo y material-institucional a partir de las narrativas intergeneracionales de crianza de las familias dentro del contexto enunciado. El estudio fue cualitativo y tuvo un corte interpretativo basado en nueve historias de vida. Como resultados, se obtuvo el hallazgo de interrelaciones subjetivas orientadas a mantener un espíritu de cohesión familiar lo cual permite la asunción de una serie de valores, creencias y prácticas que generan sentido a las vidas, permiten construir una serie de referentes y adoptar pautas de acción con base en las exigencias del contexto. En ese orden de ideas, la familia se concibe como un devenir y la crianza "como un proceso a través del cual la realidad social de la familia se construye en la cotidianidad, en tensión entre el deber ser, el ser y el hacer en la pluralidad de intereses" (García & Salazar, 2011, p. 38). Fue así como las narrativas brindadas permitieron evidenciar la forma en que las pautas y prácticas de crianza en las familias participantes se relacionan con la región y la cultura en que habitan, siendo éste un aspecto central dentro de los cambios históricos de su "composición" y "reorganización de los subsistemas, la aparición de otros nuevos y la modificación en sus fronteras internas y externas". Lo anterior indica, según concluyen los investigadores, que no se trata de acciones y reacciones que sean estáticas de padres y de hijos ni tipos de comportamientos repetitivos, sino que éstos se transforman por efecto del desarrollo de sus integrantes y los cambios generados en el medio social. A ello se suman las ideologías religiosas que hacen parte integrante de los valores y creencias sobre la crianza que se observan en las familias pero en donde se presentan serias dificultades por el conflicto entre la crianza de años atrás, la que se imparte actualmente y la que se ha de impartir según las condiciones cambiantes del medio. Según mencionan los autores, en las narrativas se expresa el interés y expectativa que la ideología religiosa "se transmite a los hijos y a los nietos, como patrones de comportamiento a asumir, como ejemplo de rectitud" (García & Salazar, 2011, p. 56). Sin embargo, se reconoce la importancia que las familias accedan a oportunidades y buenas condiciones de índole social, material y cultural para que lleguen a tener un mayor control de su propia vida, haciendo frente a las exigencias y demandas del contexto social en que se encuentran, es decir, en dinámicas socioeconómicas y políticas que desbordan las posibilidades reales. Estas conclusiones fueron generadas como producto de las condiciones precarias en las que las familias participantes han vivido por su situación de vulnerabilidad. Adicionalmente, los autores señalan que hay presencia de un escaso nivel de escolaridad e inestables condiciones para el cuidado y crianza de los hijos. De igual forma, también se menciona que los padres permanecen periféricos a la relación familiar, y la madre es una figura central de la familia actual. Las condiciones de riesgo social abarcan la interrelación de factores internos de la vida familiar y externos relativos a los problemas sociales como la violencia, la explotación o la exposición a peligros físicos. De esta manera, la falta de oportunidades para el desarrollo de capacidades de los integrantes en el desenvolvimiento de la familia como grupo, limitan las posibilidades de elección y de fortalecimiento de sus redes de relaciones. De otra parte, las experiencias señalan situaciones de pobreza y de exclusión que sugieren el fracaso del modelo centrado en el mercado, más que en los derechos, que está llevando a más niños y niñas, a más familias a una situación de pobreza y de inequidad, a incrementar la exclusión social y, por lo tanto, el énfasis en el trabajo por la niñez y la familia requiere potenciar de manera integral las condiciones de vida de la población mediante una inversión decidida al fortalecimiento de las familias (García & Salazar, 2011, p. 54). Para finalizar lo vinculado con este estudio, también se concluye que en las familias participantes las relaciones que se generan se encuentran mediadas por el respeto a la autoridad paterna o materna, según el caso, siendo esto propio de una sociedad tradicional. Pero se dice que éste se "encubre" en relaciones horizontales entre padres e hijos a partir de los ideales de la sociedad actual, lo que lleva a una forma de vida que espera ser democrática y participativa pero termina situándose en pautas sin inconsistencia. Es decir, "se presenta una coexistencia de normas que generan un seguimiento no reflexivo hacia la autoridad y una dependencia con respecto al adulto y situaciones opuestas en que el centro está en la autonomía de los niños y jóvenes, lo cual hace que las familias se encuentren en contradicciones permanentes y dificultades al intentar regular y orientar el comportamiento de sus hijos" (García & Salazar, 2011, p. 56).
Montoya, Díaz y Gutiérrez (2011) realizaron un estudio cualitativo de tipo hermenéutico que buscó develar las percepciones sobre la realidad y situaciones de vulnerabilidad que viven niños y niñas pequeños, se exploraron "las condiciones que rodean el desarrollo infantil, la situación de las familias y la realidad de las políticas dirigidas a la niñez desde el diálogo entre la tradición académica y las voces de los actores sociales" (Montoya et al., 2011, p. 1). La investigación es de carácter cualitativo, con enfoque interpretativo, en aras de aproximarse a la realidad "argumentando sus matices, entrecruzamientos, contradicciones y similitudes" con la mirada puesta en "dilucidar formas de expresión de la primera infancia a partir de las percepciones" de los mismos niños, padres o cuidadores y agentes institucionales (Montoya et al., 2011, p. 1). Este proyecto tuvo como población a niños y niñas participantes de instituciones educativas y del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) en 15 municipios del país. En el caso de los niños que se encontraban en un rango de edad de 1 a 4 años, los informantes fueron las personas responsables de su cuidado. Dentro de los principales hallazgos respecto a la familia y sus prácticas de crianza, las respuestas de los niños se orientaron al "reconocimiento de la importancia que tiene para ellos sentirse amados, reconocidos y con la compañía de sus padres" (Montoya et al., 2011, p. 4). Esto, según muestran los autores, se debe a que la acción parental es aquella que permite la formación de aspectos emocionales infantiles de trascendencia para toda su vida, así como, una toma de consciencia respecto a las propias emociones y una integración entre las habilidades cognitivas, afectivas y motivacionales que desencadenan en pautas de comportamiento adecuadas llevando a buenos niveles de desarrollo emocional, empatia y auto-regulación en los niños y niñas. En otro sentido, los niños y niñas hablaron de aquello que no les gusta de sus familias, encontrándose que éstos señalan elementos como el maltrato y los comportamientos inadecuados de ellos, conduciéndose los discursos hacia una preocupación en tanto a las relaciones y formas familiares que se presentan y su interacción con los niños y el funcionamiento familiar global, lo que —sin duda— puede llevar a potenciar su desarrollo pero también a inhibirlo. A esto se suma que se encuentran necesidades respecto a formar a los padres con el ánimo de fortalecer las estructuras parentales para que éstas sean más equilibradas y se promueva un buen desempeño en las prácticas cotidianas; prácticas que han de generar seguridad, modelos claros y positivos, desarrollo adecuado de la personalidad en el niño, etc., a través de pautas educativas familiares medidas por el reconocimiento, el afecto, el cuidado y el manejo adecuado de rutinas. Esta reflexión se da en consecuencia de los resultados encontrados en cuanto a situaciones que están afectando negativamente a la primera infancia como son la desintegración y violencia intrafamiliar, la falta de tiempo de los padres para dedicarse a sus hijos, las carencias económicas que generan hambre y desnutrición, la soledad ya que los padres deben salir a trabajar, la falta de autoridad y de compromiso por parte de los padres, aspectos que —inevitablemente— están afectando las prácticas de crianza actuales en niños y niñas menores de 6 años " (Montoya et al., 2011, p. 4)
Por otra parte, el proyecto también arrojó resultados en relación con las dificultades que enfrentan las familias en la atención a sus hijos pequeños desde la perspectiva de los agentes educativos, desde donde se señalan la "falta de compromiso y autoridad de los padres", "falta de preparación de las madres para criar mejor a sus hijos", desplazamiento de la responsabilidad hacia los abuelos, métodos de crianza caracterizados por una oscilación entre maltrato y permisividad, "ausencia de la figura paterna en la familia". En contraste, se encontraron otros factores que son la "sobre-protección y la falta de confianza de los padres en las capacidades de los niños" así como, los "hábitos alimenticios inadecuados, la inequidad y la primacía de los derechos sobre los deberes" (Montoya et al., 2011, p. 17). Para finalizar, el estudio también resaltó aquellas percepciones de los padres con relación a las dificultades en la atención a sus hijos pequeños. Ante esto, se indicaron asuntos como: la rebeldía de los niños, la violencia y el maltrato; la falta de compromiso de algunos padres; las pautas de crianza; las políticas frente al castigo; la falta de responsabilidad de algunas familias; la soledad en los niños; la situación económica y el desempleo; el consumo de alcohol y drogas en algunos adultos; las carencias en la disponibilidad y adecuación de escenarios recreativos y deportivos que fomenten una mayor y mejor interacción de los padres con los niños y; problemas con la seguridad.
Como cuarto trabajo de interés se encuentra el estudio "La comunicación familiar en asentamientos subnormales de Montería" (Garcés & Palacio, 2010), estudio de tipo descriptivo, en el que se realizaron dos encuestas, una de carácter demográfico —ECV encuesta sobre condiciones de vida—, dirigido a padres de familia, y otra sobre comunicación familiar, se contó con la participación de 300 familias y se encontró que "las familias nucleares de estos barrios subnormales seleccionados mostraron mejores niveles de comunicación y de relaciones que las monoparentales y extensas" (Garcés & Palacio, 2010, p. 2) Sin embargo, un factor del trabajo fue que independiente del tipo de familia, la figura materna fue la que se mostró con mayor fuerza a diferencia de la figura paterna en términos de comunicación efectiva y reguladora con los hijos. Así mismo, se hallaron cuatro aspectos que "ponen obstáculos al desarrollo funcional de la comunicación y las relaciones familiares, y éstos son: la separación de los padres, el maltrato psicológico y físico, la crisis económica y el consumo de drogas" (Garcés & Palacio, 2010, p. 2) El último dato señalado por los autores dentro de los resultados, fue el vinculado con el manejo del poder y la autoridad en las familias participantes en donde éstos están fuertemente determinados por el rol dominante que es el del proveedor o proveedora de recursos económicos.
Otro estudio a considerar en relación con este contenido es el llevado a cabo por parte de Ruiz (2009), estudio cualitativo de tipo hermenéu-tico, se describen e interpretan las realidades estudiadas con familias, niños y niñas del centro histórico de Barranquilla, con la característica de desplazamiento forzado. De acuerdo con la descripción demográfica, las familias participantes, en la mayoría de los casos, estaban compuestas por tres generaciones, solían contar con un padrastro o madrastra dentro del núcleo familiar y las tareas del hogar solían distribuirse de tal forma en que el padre trabaja y ejerce la autoridad mientras que la madre es la mujer de la casa, encargada de las tareas del hogar. Ahora, es válido resaltar que en los casos en que en el hogar no se encuentra la figura paterna, sus tareas suelen redistribuirse entre los miembros del colectivo. A su vez, en lo que tiene que ver con el funcionamiento familiar, los hogares participantes se caracterizaron por contar con un nivel bajo de cohesión al ser familias "bastante desvinculadas en cuanto a sus lazos emocionales". De igual modo, la comunicación tiende a ser disfuncional, los mensajes son transmitidos con dificultades en su claridad y suele haber mucha presencia de "chismes" o comentarios contaminados, lo cual provoca conflictos entre personas de la comunidad e, incluso, pueden llegar a generar situaciones de violencia. Vale resaltar que no es un absoluto, pues algunas familias del estudio se encuentran preocupadas por el entorno en que sus hijos se desarrollan, disfrutan de expresar el afecto y buscan fortalecer y potenciar los talentos para enfrentarse eficazmente a los obstáculos que se presentan en la vida cotidiana. Sin embargo, es una realidad que el ambiente dificulta el desarrollo integral de los niños y niñas y, en general, de las familias pues hay múltiples carencias en diferentes áreas y sectores (Ruiz, 2009, p. 330)
Otra investigación relacionada con el tema, realizada por Gallego Betancur (2012b) "Prácticas de crianza de buen trato en familias monoparentales femeninas", buscó comprender la realidad de la crianza y el buen trato en mujeres que crían solas a sus hijos e hijas menores de un año, en circunstancias de vulnerabilidad, este fue un estudio cualitativo de tipo hermenéutico, en el cual participaron cuatro familias de madres solteras, todas pertenecientes a nivel uno de Sisben, sin educación secundaria completa ni trabajo estable, se identificaron varias tendencias en estas familias, observando el buen trato traducido en prácticas de cariño, amor y satisfacción de necesidades básicas como la alimentación, a pesar de la condición de vulnerabilidad. Para estas madres los procesos de crianza han significado asumir nuevos roles y responsabilidades, superando su propia historia y alejando a sus hijos e hijas cada vez más de las huellas que dejó su infancia, caracterizada en su mayoría por el maltrato. A manera de conclusión, esta investigación demuestra que a pesar de la pobreza y las condiciones de vulnerabilidad, las madres reconocen su rol de cuidadoras y potenciadoras del desarrollo de sus hijos e hijas y lo asumen con actos de afecto, sin importar que les haga falta una figura masculina dentro de su núcleo.
Por otra parte, Orozco-Hormaza, Sánchez-Ríos y Cerchiaro-Ceballos realizaron un estudio de tipo transversal, exploratorio, denominado: "Relación entre desarrollo cognitivo y contextos de interacción familiar de niños que viven en sectores urbanos pobres", cuya muestra fue de 405 niños entre 3 y 5 años de ambos sexos en Santa Marta y Cali de sectores urbanos vulnerables, que buscaba explorar las relaciones posibles entre el desarrollo cognitivo de los niños, a partir del uso de la clasificación en una situación de resolución de problemas, y las dimensiones y variables que definen el contexto de interacción familiar en el que crecen, encontró que, el nivel de pobreza de la familia o estatus socioeconómico, no está relacionado con el nivel de desarrollo cognitivo de los niños. En relación a los padres menos pobres, se encuentra una relación entre prácticas de regulación del comportamiento, de protección y cuidado, formación y entretenimiento que conllevan a un alto desarrollo en el niño. Sin embargo encontraron que el desarrollo bajo se relacionaba con prácticas de formación y con un nivel bajo en las expectativas de los padres.
Por su parte, Otálvaro (2011) menciona que el trabajo infantil en relación con la crianza, es un fenómeno social histórico y cultural, que se da por las condiciones de pobreza que repercuten en el desarrollo de los niños. Es necesario situar al niño trabajador en sus contextos de crianza y en contextos sociales más amplios para construir y proponer alternativas de carácter institucional acordes con la forma en que las familias y los niños involucrados vivencian y otorgan sentido al fenómeno del trabajo infantil.
Prácticas de crianza centradas en el cuidado de la salud
Cortés y Avilés (2011) realizaron un estudio que buscaba evaluar el impacto de variables demográficas, familiares y de crianza, sobre el estado de nutrición y el desarrollo psicológico del niño, en el periodo de alimentación, la muestra fue de 134 niños de 9 a 24 meses de edad y sus cuidadores principales. Realizaron un análisis de distribución de peso y longitud para la edad con la finalidad de conocer la asociación entre el estado de nutrición y las distintas variables demográficas, de crianza e historia de salud como también los puntajes en las pruebas de desarrollo infantil, entre los resultados principales se encontró que tenían altos índices de marginación aquellos niños cuyos padres eran de procedencia rural; lo cual es un factor de riesgo para padecer problemas de bajo peso. Así mismo el estudio mostró que una talla adecuada para la edad está relacionada con la educación del padre lo cual se constituyó en un predictor importante para el estado de nutrición. En cuanto a la crianza, se encontró que todos aquellos procesos de crianza, que estaban relacionadas con la alimentación tuvieron impacto en el peso para la edad de los niños en aquellos padres que promovían la lactancia materna, el uso del biberón y el ofrecer con frecuencia una variedad y cantidad de alimentos. Esto demostró que el padre debe estar al tanto de las necesidades del niño. Por otra parte, se evidencio que el contar con un servicio médico formal público o privado, así como una buena condición de salud en la familia, estas habilidades impactan positivamente en las competencias mostradas por el niño o niña.
Por otra parte, Tovar y García (2007) realizaron un ejercicio econométrico se hizo instrumentando variables y estimando en dos etapas no lineales los determinantes socioeconómicos que tienen injerencia sobre las posibilidades de vida de los niños y las niñas colombianos en cuanto a la nutrición y la salud infantil, encontrando que, que según la posición socioeconómica del hogar se dan las diferencias de talla en los niños. Así mismo, se evidenció que la edad y educación de los padres tienen relevancia en la talla de los niños.
Cuervo Martínez (2010) realiza un rastreo de la literatura sobre las prácticas de crianza y el desarrollo socio afectivo, el autor menciona que, diversos factores biopsicosociales relacionados con la salud mental de los padres y cuidadores generan estrés, depresión, agresividad u otras alteraciones que a su vez afectan los estilos de crianza y las relaciones con los hijos.
Bastidas-Acevedo, Torres-Ospina, Arango-Córdo-ba, Escobar-Paucar y Peñaranda-Correa (2009) realizaron un estudio de casos múltiples, en la que se trabajó con una aproximación etnográfica y donde participaron 10 niños con sus padres en el control en el ingreso al programa con medicina general y tres controles grupales de crecimiento y desarrollo, durante un año realizados por un nutricionista, médico, auxiliar de higiene oral, enfermera y psicólogo. Se realizaron entrevistas a estos profesionales.dónde evaluaron los efectos e impacto del componente educativo de la consulta de Crecimiento y Desarrollo en cuatro Instituciones Prestadoras de Servicios de Salud de la ciudad de Medellín; se realizó una investigación evaluativa desde una perspectiva cualitativa basada en un estudio de casos múltiples, donde se encontró que el cuidador o adulto significativo como lo mencionan los autores, no desliga el bienestar del niño con respecto a su función de crianza, la cual se realiza de acuerdo con sus características personales y sus condiciones socioeconómicas y culturales. Este hallazgo reafirma la crianza como una categoría ontológica y socio histórico que implica una reestructuración de la vida a nivel mental y social del cuidado para cumplir con las demandas de la población.
Discusión
En el presente artículo se retoman conceptos aportados por investigaciones de la última década que permiten obtener una visión sobre las acepciones que toman cada uno de los términos. En general, se conciben las prácticas de crianza arraigadas a las costumbres e integradas en la vida cotidiana de los niños y niñas. Esto hace que, en general, las personas no necesariamente sean conscientes de ellas, no las reflexionen, ni prevean sus alcances. Así mismo, esto permite que, las prácticas de crianza sean un objeto de conocimiento complejo y dinámico con muchos referentes y significados, y connotado por el aprendizaje cultural.
El concepto prácticas de crianza expresa de forma global las acciones que realizan los padres para educar a sus hijos e incluye las pautas y las creencias que orientan dichas acciones. Las prácticas de crianza son acciones concretas que los adultos, en especial los padres de familia, llevan a cabo con el propósito de orientar la crianza de los niños y niñas, en aras de su desarrollo, supervivencia e integración a la vida social, que se constituyen como un medio de control de las acciones, y transmisión de valores, formas de pensar y actuar. De esta manera la práctica es lo que efectivamente hacen los adultos encargados de atender a los niños y las niñas. En las prácticas de crianza se resaltan tres componentes fundamentales: la práctica propiamente dicha, la pauta y la creencia. La pauta tiene que ver con el canon que dirige las acciones de los padres, con el orden normativo (patrones, normas, costumbres, expectativas) que define lo que el adulto (padres o cuidadores) piensan se debe hacer con los niños y tiene, desde este punto de vista un anclaje cultural; es el vínculo directo con las determinaciones culturales propias del grupo de referencia. A ello se añade la comprensión relacionada con la transmisión de valores, normas, usos y costumbres, por parte de un grupo social, en el proceso de socialización del niño, y pueden manifestarse abiertamente, en forma explícita o encontrarse implícitas en diferentes elementos del microsistema familiar como la vivienda, la distribución de espacios, etc.
Además de los conceptos aportados y teniendo en cuenta un estudio realizado por Álvarez et al. (2012) titulado "Otras prácticas de crianza en algunas culturas étnicas de Colombia: un diálogo intercultural", en el que se realizó una ruta de análisis que permitiera poner en consideración el concepto de "Pautas de Crianza" se retoman características de la crianza en Colombia y se destaca que la crianza posibilita el desarrollo integral de los niños y las niñas y que la familia es el principal espacio de socialización que les permite integrarse posteriormente al mundo que los rodea. En este orden de ideas, los padres son los principales socializadores y orientadores de los niños y niñas y son quienes enseñan y transmiten dichas prácticas a nivel generacional, por lo que se deben preparar para desarrollar efectivamente su labor. Por tanto se concluye que en la actualidad las prácticas de crianza en el país se han asumido principalmente por parte de su familia cercana o extensa y que requieren acompañamiento a las personas que las ejercen con el fin de potenciar sus capacidades, para formar en autonomía, autoestima, solidaridad, creatividad y dignidad.
CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES
A partir del análisis de las investigaciones revisadas en el marco de tiempo establecido, se identificaron las diferentes tendencias, que permiten llegar a las siguientes conclusiones:
Con la inclusión del tema referido a primera infancia en Colombia en la última década, se ha logrado involucrar a la comunidad en los procesos de apropiación cultural y se ha permitido encaminar los esfuerzos institucionales hacia las necesidades de las familias, los niños y las niñas, reconociéndolos como sujetos de derechos. Como lo expone Eduardo Aguirre Dávila, profesor de la Universidad Nacional de Colombia, en su trabajo "Prácticas de crianza y pobreza": "... este interés por la niñez y la familia se ve reflejado en el esfuerzo de los diferentes organismos del Estado, de la comunidad académica y de las ONG, por comprender y realizar un diagnóstico sobre los procesos de socialización en los que está involucrada la población colombiana. Esta atención que suscita la niñez y la familia, se observa claramente en los estudios sobre las prácticas de crianza, cuya finalidad es comprender mejor a la familia colombiana y así poder trazar políticas de intervención intersectorial más precisas y con un mayor alcance" (Aguirre, 2000).
Otra tendencia es que la televisión está marcando muchas más prácticas y pautas de crianza que lo que los mismos padres o cuidadores adultos intentan o alcanzan a abordar, por lo que requiere mayor orientación en las franjas horarias televisivas y acompañamiento a los niños y niñas en esta actividad.
Es importante comprender y definir el desarrollo; como un proceso que conlleva una transformación integral hacia los niveles más complejos; el cual requiere multiplicidad de experiencias corporales, emocionales, sociales y cognitivas, que obtienen los niños y niñas al interactuar con el mundo que les rodea, para poder desarrollarse.
Una marcada tendencia en el país es que la crianza se proporciona a través de cuidadores cercanos quienes procuran un estado de salud, bienestar y desarrollo en los niños. Por otra parte, hay un incremento en quienes ofrecen esa crianza sea la familia extendida, conviene que se planteen estrategias de fortalecimiento, con el fin de potenciar las capacidades en los cuidadores, privilegiando el desarrollo y la formación en valores.
Las investigaciones evidencian como una de las características principales de las prácticas de crianza actual en el país la integración de tradiciones, costumbres, formas de relacionarse la sociedad, fenómeno entendido como "hibridación cultural".
A pesar de los múltiples trabajos nacionales alrededor del tema de prácticas de crianza, interacciones y socialización, los resultados no se pueden generalizar dada su variabilidad metodológica. Sin embargo, estos estudios se han agrupado por categorías que dan cuenta de fenómenos similares y permiten establecer intereses comunes de temáticas relevantes para los investigadores que intentan explicar hechos sociales, convirtiéndose así en insumos valiosos para la toma de decisiones, la creación de políticas, planes, proyectos y programas para niños, niñas y familias en el país. Las categorías expuestas en este artículo marcan tendencias y se convierten en un desafío para el análisis de futuras investigaciones que sobre prácticas de crianza se realicen en el país y son un insumo para generar nuevo conocimiento.
Referencias
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