Abstract
Cuando llegan las brisas y suenan las tamboras en el Carnaval de Barra- quilla, es costumbre ver casi siempre una bandada de fotógrafos delei- tándose del colorido, las emociones y el instante mágico del ser caribe, bañados por las caricias de los rayos de luz solar, que reflejan los con- trastados y saturados colores del jolgorio carnavalesco.
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