Abstract
Apoteósico homenaje a un monumento, símbolo del auge y el empuje comercial que caracterizó a Barranquilla a finales del siglo XIX y principios del XX, se levantó imponente el edificio de la vieja aduana, que representa la huella de un pasado esplendoroso de una ciudad que adquirió un protagonismo en el escenario regional, nacional e internacional dejando atrás ciudades como Santa Marta y Cartagena, las cuales resaltaran como puertos de embarqué y desembarque, tan sólo en los siglos anteriores.
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