Resumo
A veces, en medio de una noche soporosa, de largos silencios y ligero dormir, se oye el grato canto del alcaraván, recordándonos que el tiempo sigue su marcha incontenible a pesar de la quietud desesperante que invade la atmósfera. El tiempo, que ha labrado todo, sigue su marcha secular, a veces por encima de nuestra misma conciencia. Así, en el alba luminosa conviene pensar en todo lo que su paso ha dejado, para que no fenezca nuestra memoria, en callado olvido...